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NOTA INFORMATIVA:

CON MOTIVO DEL CENTENARIO DE LA MUERTE DE JOSELITO EL GALLO, HE PUBLICADO UN LIBRO EN EL QUE SE RECOGEN TODAS SUS ACTUACIONES EN LA PLAZA VIEJA DE MADRID, VISTAS POR LA PRENSA.

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Este Blog nace como un homenaje a todos aquellos que, a lo largo de la Historia del Toreo, arriesgaron y en muchos casos entregaron sus vidas, tratando de dominar a la Fiera.

lunes, 4 de junio de 2012

DIEGO PUERTA. Faenas imaginadas




Curro Romero,
olor de romero.
Diego Puerta,
color de huerta.
Paco Camino,
frescor de molino.
....................
Y aun queda el octavo niño
de Écija, bosque de torres,
sartén de julios y agostos:
Jaime Ostos.

Gerardo Diego









Diego Puerta Diánez nació en el popular barrio de San Bernardo, de Sevilla, el 28 de mayo de 1941.

Debutó con público el 17 de septiembre de 1955 en Aracena (Huelva). Posteriormente, en la temporada de 1956, torea varias veces sin caballos en la plaza de Vista Alegre de Madrid, hasta que por fin el 7 de octubre de 1956, y en la misma plaza, consigue debutar en novillada con picadores. En la temporada de 1957 vuelve al ruedo de Carabanchel y también actúa en las principales plazas, ámbito que se va extendiendo en número en 1958.

 Tomó la alternativa en Sevilla el 29 de septiembre de 1958, de manos de Luis Miguel Dominguín, quien le cedió el toro Zambombero, de Arellano, con Gregorio Sánchez de testigo. Cortó una oreja, pero no dejó ninguna huella marcada para ser figura.


El 30 de abril de 1960 lidió en la Maestranza sevillana, alternando con Curro GirónAntonio Cobos, el que considera el toro de su vida. Tenía por nombre Escobero, de Miura. Fue el quinto de la tarde, berrendo en negro. En el primer tercio derribó y mató dos caballos. Al tercer pase natural resultó cogido. Continuó la faena con la derecha y sobrevino otra cogida. Se desprende de los que le llevaban a la enfermería y se prepara para entrar a matar, dejando una estocada de la que cae muerto el animal, sin puntilla. Le llevaron las dos orejas a la enfermería.
 
No puedo confirmar su alternativa en 1959 a causa de los consecutivos percances que sufrió y es el 20 de mayo de 1960 cuando pasa la reválida madrileña, al cederle Manolo Gonzalez, en presencia de Antonio Borrero (Chamaco), la muerte del toro Malagueño, de la ganadería de Bernabé Fernández. Consiguió un gran triunfo con Voluntito, lidiado en sexto lugar, cortando dos orejas. Esta temporada torea 70 corridas.

En 1961 visita las enfermerías de Madrid, Alicante y San Sebastián. En 1962 encabezó el escalafón con 79 corridas, el mismo número que Jaime Ostos. Ese año, el 2 y 12 de agosto, resultó herido.

En 1963 compra una ganadería brava y torea 71 corridas, recibiendo una grave cornada en Barcelona, penetrante en fosa ilíaca y abdomen. En 1964 torea de nuevo 71 tardes. En México consigue varios triunfos y una cornada; en España recibe otra cornada, esta vez en Albacete.

Fue presidente del Montepío de Toreros, en cuyo Sanatorio es bien conocido en calidad de paciente. En los dos años siguientes torea 69 y 73 corridas. Radio Nacional de España le otorga el trofeo al mejor y más completo torero. En 1969 le llevan a la enfermería de Murcia, gravemente herido el 7 de septiembre, las dos orejas y el rabo de su segundo toro (al primero ya le había cortado las dos orejas).


 
 Se retiró del toreo el 12 de octubre de 1974, en la Maestranza de Sevilla, en una tarde memorable, donde actuó mano a mano con su amigo, compadre y compañero de tantos carteles Paco Camino. Tres días antes había resultado cogido en Zaragoza, en la feria del Pilar.


Fue el matador más castigado por los toros de su época. Treinta veces, y siempre con motivo, ha visitado las enfermerías. Le llamaban Diego Valor.



Falleció en Camas (Sevilla) el 30 de noviembre de 2011.

Cossío escribe:

 "Diego Puerta figura en la historia taurina como sinónimo de valor sin límites. Pocos toreros han sido tan castigados por las reses sin que ello influyera jamás en merma de su ánimo. Ello justifica, por sí sólo, el cariño que le dispensaron los aficionados"

Vicente Zabala, en su obra Grandes Maestros del Toreo, escribe:

"Diego Valor llegó a los puestos cimeros con un coraje y un valor espartanos. Sufrió más de cuarenta cornadas y no se la dejó ganar por nadie............Se fue con él una de las trayectorias más honradas -en sus dieciséis temporadas de matador de toros sobrepasó las cincuenta corridas como media- y uno de los toreros de más casta de los últimos tiempos"

Fernando Claramunt, en su Historia gráfica de la Tauromaquia, escribe:

"Representante de la escuela sevillana en lo que su toreo tenía de gracia y salero, ha sido a la vez símbolo de una valentía desmedida a prueba de cornadas. Tuvo muchas y muy graves; es probablemente el matador más castigado por los toros en su época. En 1968, Radio Nacional de España lo designa como "el mejor y más completo torero". En 1970, el periódico Pueblo lo declara el más popular...................Fue un maestro muy querido por los públicos; su entrega llegaba inmediatamente a los tendidos. Entre los recuerdos suyos destaca "el toro de su vida", de la ganadería de Miura, de nombre Escobero, que le cogió tres veces en la Maestranza. Le llevaron las dos orejas a la enfermería, donde el doctor Leal Castaño le tiró el sombrero ancho con que iba siempre a la plaza, a los pies. Luego exploró las heridas y le curó"

Rafael Ríos Mozo, en su Tauromaquia fundamental, escribe:

"Toreando la Feria de Sevilla con toros de Miura, le sale un astado llamado Escobero, que ha sembrado el pavor en el ruedo..............Solamente él, Diego Valor -como se le llamó por aquellos días, se enfrenta con toda gallardía al poderoso animal y le hace una faena no perfecta, pero saturada de una emoción superlativa. A cada momento nos parecía que el toro se llevaría por delante a la figura feble de Diego Puerta. Pero no, el pequeño torero de San Bernardo sabe quitarse al toro de su cuerpo en el momento justo y sabe también volcarse con la muleta sobre aquel Escobero, que daría nombre a la primera finca que comprara................Luego viene la confirmación madrileña, y ya, a partir de ahí, se encuentra en los primeros puestos del escalafón taurino, sin que su voluntad y su valor se hayan debilitado ni una sola vez, no obstante tener el cuerpo cosido a cornadas. Tanto en España como en América, su nombre es cotización cierta o de éxito clamoroso o de cornada segura...................Por otra parte, a este torero se le ha colgado el sambenito de que tenía solamente valor, cuando su arte era tan grande como aquél...............Ha sido, y yo le he visto muchísimas corridas, uno de los más grandes. Me ha hecho vibrar de un entusiasmo que ponía los vellos de punta..............¡Gracias Diego Puerta!"


César Jalón, en su libro Memorias de Clarito, escribe:

"Diego Puerta, del saleroso barrio de San Bernardo como Pepe Luis Vázquez y, como él, hijo de un empleado del Matadero. También menudo y chaparrito: también garboso y sevillano en el hacer de sus brazos recortados; pero de otro pelaje artístico y de otro pelo: de negro pelo en pecho y en cuyas alegres maneras restalla el impulso valiente de su sangre ardorosa....................Ostos y Puerta, a pesar de nacer en al era de la manipulación de las astas del ganado..........se ven cosidos a cornadas. Porque no figuran en el cuadro de los beneficiados..............Puerta -Puertita- sume su alegre pinturería en un cráter volcánico. Su toreo, al rojo, eleva y realza su breve estatura. Lejos de "salirle la sangre buena por las heridas", se levanta de los percances encorajinado, sobrándosele el valor por encima de la montera. Recrecido en vez de rebajado por el cruento rosario de cornadas, se la juega una y otra tarde con un toro y otro, sin distingos ni reparos. No existe en los anales de la torería de altura rastro ni huella de un valiente semejante. Es -recuerdo haber escrito- una avispa que se les clava a los toros desde que salen hasta que doblan a sus pies, y a la que tan duros golpes no han podido matarle el aguijón". Naturaleza antigua; dura y sufrida encarnadura de perro, no todo su arte se derrama en pelea. Pues sabe del templar y llevar despacio a los toros boyantes en el capote y en la muleta: del mecer del engaño en las suertes. Y por ejemplo, luego de hermosear Antonio Bienvenida la chicuelina y de superestilizarla Manolo González, Puerta le disputa a Paco Camino su moderna interpretación"



Jorge Laverón, en su Historia del Toreo, escribe:


Diego Puerta. Ha sido uno de los toreros más valientes de la historia. Poseedor de un estilo alegre y sevillano, garboso y pinturero, le faltó hondura. Fue materialmente cosido a cornadas……….Acabó el primero del escalafón los años 1960 y 1962………..En Madrid toreó 30 corridas, cortó 30 orejas, y salió ocho veces a hombros por la puerta grande”


Carlos Abella, en su libro De Manolete a José Tomás, escribe:

“Diego Puerta, el “Espartero” de los sesenta. Su capote fue siempre alegre y vivaz; su chicuelina inverosímil no buscó como la de Camino el quiebro sevillano, sino la mayor apretura hasta rayar lo imposible. Batalló siempre en quites con todos los toreros y especialmente con Paco Camino, y con la muleta, sin tener el arte y la gracia de sus antepasados sevillanos –Pepe Luis, Pepín Martín Vázquez y Manolo González-, ni la de su contemporáneo Curro Romero, esgrimió el suficiente garbo para culminar las series de encimistas y valerosos muletazos con airosos remates y con adornos que denotaban su origen. Pequeño de talla, pero grande de corazón. Puerta fue un torero que extrajo el máximo rendimiento a sus condiciones, y sin duda una de las más importantes figuras de la época…….El crítico de ABC, Vicente Zabala le bautizó con acierto como “El Espartero de los años sesenta”. Y es que ciertamente, con independencia de la ferocidad y el peligro de los toros de su época, el valeroso sevillano estaba dotado de un encomiable y envidiable coraje, pero también de una pequeña estatura y de unos brazos cortos que dificultaban la lidia. También se le apodó “Diego Valor”, émulo de un radiofónico héroe de ficción, y tuvo el honor de ser el diestro que más cornadas ha sufrido en la historia del toreo, después del mexicano Luis Freg”




Domingo Delgado de la Cámara, en su libro Revisión del toreo, escribe:

"Diego Puerta ha sido uno de los hombre con más valor que ha existido. Su cuerpo está surcado de cicatrices espantosas. Los toros le castigaron con saña. Sufrió más cogidas que nadie. Pues bien, volvía a la cara del toro con la misma determinación...............Sé muy bien que el tópico encasilla a Puerta en "torerito sevillano". Mal hecho. Puerta era mucho más que la chicuelina vibrante y el adorno airoso...............Su toreo se basaba en perfiles neoclásicos -maneras más o menos clásicas con técnica y ligazón manoletista-. Puerta, a pesar de su estatura y sus bracitos cortos, supo ligar muy bien los muletazos. Sí, en su quehacer había ligazón y ajuste. Le gustaba pasárselos muy cerca. Por ejemplo, sus quites por chicuelinas eran ceñidísimos...........Con la espada fue un torero decidido, nada más..................Llegó a cortar un rabo en Sevilla a un toro del marqués de Domecq. Salió siete veces por la puerta grande de Madrid. Siempre dio ejemplo de casta y pundonor. Su recuerdo es imborrable"

Joaquín Vidal, en la crónica sobre el festival celebrado en Valencia el 21 de noviembre de 1982, con el maestro ya retirado, escribe:

"Diego Puerta echó las dos rodillas a tierra, dio una larga cambiada, ya de pie ganó terreno hacia los medios, y allí bordó unas verónicas de antología.........esas verónicas sevillanísimas, juntitos los pies, adormeciendo los aleteos del percal en unos lances largos, perfectamente ligados, sin enmerdarse ni un milímetro. Unió en la misma tanda esas verónicas bellísimas con otras cargando la suerte, se ciñó en una chicuelina y remató con una tijerilla, tan inesperada y a su vez tan oportuna, que hizo saltar a los espectadores de sus asientos.............Los tendidos eran un manicomio. Puerta tuvo que saludar montera en mano.............Luego se creció en un galleo por chicuelinas y, embalado, en una faena de muleta emocionante, porque se pasó los pitones por la faja, pero también medida, bonita e inspirada. Un puro aroma, perfume de torero caro, acaso único en su estilo, fue aquella faena inolvidable...............el diestro había convertido en genialidad el ejercicio de la técnica y la elevaba a la categoría de arte"


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