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NOTA INFORMATIVA:

CON MOTIVO DEL CENTENARIO DE LA MUERTE DE JOSELITO EL GALLO, HE PUBLICADO UN LIBRO EN EL QUE SE RECOGEN TODAS SUS ACTUACIONES EN LA PLAZA VIEJA DE MADRID, VISTAS POR LA PRENSA.

PODÉIS ENCONTRAR MÁS INFORMACIÓN DEL MISMO, ASÍ COMO ADQUIRIRLO, EN EL SIGUIENTE LINK : https://joselitoenmadrid.com/


Este Blog nace como un homenaje a todos aquellos que, a lo largo de la Historia del Toreo, arriesgaron y en muchos casos entregaron sus vidas, tratando de dominar a la Fiera.

VERÓNICAS, TOREO DE CAPA y FAROLES ANTIGUOS. EVOLUCIÓN


El clarín ululó, y, a lo lejos,
fue a perderse en el aire, alargándose, el trémulo son

Un revuelo de capas,
mariposas del trópico en juegos de mística unción,
reflejóse en los húmedos ojos
de la fiera, que, a veces, parábase a firme en el sol.

Los atletas,
contorneados en sedas joyantes y envueltos en los
alamares de cuentas preciosas que ardían
como ojos de amor,
sacudían al aire sus capas sonoras, con fina elegancia
y dejaban que el toro pasase bajo ellas como una visión;

José Santos Chocano. De Estampas madrileñas




La verónica cruje.
Suenan los caireles
Que nadie la dibuje
¡Fuera pinceles!

                              Gerardo Diego. La suerte y la muerte


Lenta, olorosa, redonda,
la flor de la maravilla
se abre cada vez más honda
y se encierra en su semilla.

Cómo huele a abril y a mayo
ese barrido desmayo,
esa playa de desgana,
ese gozo, esa tristeza,
esa rítmica pereza,
campana del sur, campana

                               Gerardo Diego. Verónicas gitanas




Y la vida se centra
en cada lance y ahíncase y se adentra
y silba el aire desgarrado y roto
y olvida el tiempo su onda cosmogónica
y se cuaja y se embota espeso, ciego,
en cada ensimismada, honda verónica.

Gerardo Diego. Recogida en el libro Aproximación a la Tauromaquia, de Manuel Ríos Ruiz.




El torero acompaña
con el capote al viento
el raudo movimiento
               del toro fiel que pasa.
                 

Rafael Alberti. De su poema Corrida



Es esta sinfonía
del capote, que suena,
¿a qué? He aquí el misterio...
                      

 Claudio Rodríguez


¿Qué gladiador ofrece su cintura
a la muerte hecha símbolo en la arena
de esa luna partida y agarena
donde el mito se funde en escultura?

Y ¿qué milagro y rito y qué locura
lleva el hombre a la bestia que envenena
el tendido y la grada? Enhorabuena
de un olé que retumba por la altura.


El ala del capote desplegado
le trae el toro al hombre enamorado
en pos de la caricia de la muerte.


Burla el arte a la fiera enfurecida,
y al dar el bruto su última embestida
la nota de clarín cambia la suerte.

                                                                  Benjamín Arbeteta


Correteando y huyendo de la muerte,
sin saber que la porta en sus puñales,
el toro, que al salir de los corrales,
embiste resoplando a cuanto advierte.
¡De pronto... transformada en una suerte,
una seda de vuelos magistrales,
en languidez sus ímpetus bestiales
al darle bienvenida, los convierte!
Era un perfil sereno, inamovible,
que al abrir su capote inmarcesible,
realizó delicada la Verónica.
Y ese juego de brazos y cintura,
¡Jamás lo reprodujo una pintura!
¡Y menos, ya después, ninguna crónica!

                                                                Luis Castro Pérez



En los vuelos del capote,
con el toro que va y viene,
juega, al estilo andaluz,
en una clásica suerte,
complicada con la muerte
y chorreada de luz...
Elegante
y valiente,
y con una seriedad
conveniente,
va burlando
la feroz acometida
y jugando
con la vida
ágilmente.

                 Manuel Machado. De La Fiesta Nacional 


"Se puede tener musa con la muleta y ángel con las banderillas, y pasar por un buen torero, pero en la faena de capa, con el toro limpio todavía de heridas, y en el momento de matar, se necesita la ayuda del duende para dar en el clavo de la verdad artística"

                                           Federico García Lorca, de su conferencia Teoría y juego del duende


Aire quieto, aire de cinco de la tarde.
El toro inquieto, busca rasgar el rojo de la tela.
Una figura yerta, unos brazos caídos y unas manos dejadas.
El capote liso, presto, suavemente sujeto.
Un guiño basta y el bravo embiste.
La tela para, templa, manda y embarca.
El morro se arrastra por la arena y
el capote con lento movimiento,
escribe un trazo infinito de belleza.
Y entre los pliegues de la tela, es ahora.
Ahora sí, se mueve el aire.
Aire lleno de estética y de arte.

Lance a la verónica. Daniel Ruiz (un buen aficionado)







En las notas aclaratorias de La Tauromaquia o arte de torear de Pepe-Illo, que se publicó en Cádiz en 1796, editada dentro de la Biblioteca de Cultura Andaluza, en las páginas 223 y 224, aparece el siguiente comentario:

"Algunos biógrafos de Illo le suponen inventor de la suerte de Verónica o De frente por delante. Nada dice el diestro a este respecto; en cambio, se declara inventor de la De frente por detrás..............Respetando la opinión de biógrafos y diestros, nos inclinamos a creer que lo hecho por Delgado fue remozar, perfeccionándolas, unas suertes practicadas con menos vistosidad y finura por las cuadrillas de toreros navarros y aragoneses anteriores a su época.....................Fundamos nuestra creencia en estos hechos: en la corrida de Madrid del 15 de junio de 1748...........trabajaron en competencia unas cuadrillas de toreros navarros y andaluces, viniendo con éstos el famoso Lorencillo, "los que manifestaron su destreza con gran lucimiento esforzándose en sus habilidades. Los navarros hicieron singulares suertes con sus capas, ya poniéndolas delante de las astas ya cogidas con los brazos vueltos a la espalda"..............Las suertes a que el cronista se refería no debían de ser otras que las de Verónica y De frente por detrás..................También en la quinta corrida, del 16 de mayo de 1763, se debió de torear de este modo, pues decía el cronista: "se reservaron los dos últimos toros para sólo las cuadrillas de á pie, que hicieron con ellos juegos y suertes de mucha habilidad y divertimento, como lo hacían en tiempos pasados las cuadrillas de toreros que venían de Aragón, Andalucía y Navarra para trabajar en competencia con las de Castilla"..................No creemos aventurado afirmar que fuese éste el origen de las suertes practicadas por Illo, a quien no pretendemos arrebatar la gloria, si no de inventor, por lo menos de reformador de las suertes de Verónica y De frente por detrás"


Santos López Pelegrín, "Abenamar", en las Suertes del toreo, de su libro Filosofía de los toros, publicado en Madrid en 1842, en el CAPITULO VI, en la página 154, escribe:

De las suertes de capa


“Se llama suerte de capa toda la que se hace para burlar al toro á favor de los capotillos; de esta definición se sigue, que tan suerte de capa es el correr un toro como la navarra; sin embargo, debe admitirse una diferencia, y así llamaremos trastear ó correr los toros á todas las suertes que se les hagan con los capotillos para hacerles mudar de sitios, distraerlos etc…., y suertes de capa propiamente tales a la verónica, navarra, chatre etc…: también se les dice á estas suertes genéricamente capear ó sacar de capa



De la suerte á la verónica, ó sea de frente (Páginas 159 y 160)


“Esta suerte se hace cuando está el toro derecho, esto es, dividiendo igualmente los terrenos, para lo cual es preciso que esté en la misma dirección que las tablas: á esto se llama estar el toro en suerte, y es necesario para hacer cualquiera de las de capa con seguridad y lucimiento………………En toda suerte es necesario situarse en frente del toro, pues de otro modo ninguna es lucida y casi todas espuestas, también es regla general citar los toros según las piernas; esto es, que si tienen muchas se podrán tomar largos, pero si tienen pocas entonces se tomarán sobre corto...............La primera suerte de que debemos hablar es la verónica, ó sea de frente, la cual es muy fácil y lucida, y se hace de este modo: sitúase el diestro en frente del toro de tal modo, que sus pies esten mirando hácia las manos de éste, y á una distancia proporcionada según sus piernas, lo citará, lo dejará venir por su terreno hasta que llegue á jurisdicción, y entonces cargará la suerte, y cuando tenga el toro fuera y éste en su terreno tirará los brazos para sacar el capote, con lo cual queda la suerte rematada: se debe procurar que el toro quede derecho para hacerle la segunda, lo cual se adquiere con la práctica, pues consiste en el tiempo en que se tiran los brazos, y en el modo de rematar la anterior. Así es como se ejecuta la verónica con los toros boyantes, pero con los de otras clases es menester variarla en algo”


Fernando García de Bedoya (1802-1860), en su libro Historia del Toreo, editado en Madrid en 1850, escribe:

"(Pag. 129)…………………Llegamos a la época en que corrían los años de 1796, y ya por entonces no se desconocían ninguna de las suertes que aun hoy se ejecutan: los valerosos y entendidos diestros Joaquín Rodríguez (Costillares), Pedro Romero y José Delgado, las practicaban todas con un acierto y perfección que difícilmente pudieron imitar después los numerosos lidiadores que a aquellos sucedieron………………Entre las distintas suertes de capa que se conocen, existe una que llamaban por la época a que aludimos, y aun hoy se le da igual nombre, suerte de la Verónica: llámase así, a la que el diestro ejecuta situándose frente por frente a la res, echándola fuera con el capote cuando esta da la embestida: esta suerte se utiliza frecuentemente con los toros revoltosos y de muchos pies, a quienes es necesario acortárselos para predisponerlos a las suertes de varas: comúnmente se ejecutan tales con los toros francos, boyantes o sencillos, porque siempre que el bicho reúna estas condiciones, resulta menos exposición (Pag. 130) para el diestro, que por el contrario queda airoso, si observa con rigidez las reglas establecidas en el arte. La combinación que para este fin ha de tenerse en cuenta, es únicamente la mayor o menor entereza y poder de la res, y con arreglo a ello establecer la distancia en que debe el diestro colocarse"


Juan Sánchez Lozano, en su libro Manual de Tauromaquia, publicado en Sevilla en 1881, en el  CAPITULO IV, VERÓNICA Y NAVARRA, en las páginas 111 y 112, escribe:

"La suerte denominada verónica es la más lucida y segura que se ejecuta, debiéndose su invención al sin par maestro sevillano Joaquín Rodríguez (Costillares). Sitúase el lidiador para efectuarla de cara al toro en la rectitud de su terreno, de modo que las manos de este estén enfrente de los pies de aquel; lo citará en esa postura y lo dejará venir por su terreno hasta que llegue a jurisdicción, cargándole entonces la suerte, y cuando esté en su terreno y tenga el toro fuera, sacará el capote, finalizando la suerte. Hasta el momento de cargar la suerte parará los pies el diestro, procurando siempre que la res quede derecha a la terminación para hacerla la segunda.
Con las reglas sentadas se verifica la verónica, tratándose de toros boyantes o claros; siendo de advertir que si estos tienen muchas facultades deberá el diestro situarse a bastante distancia para citarlos, porque así le es posible rematarla, y que si carecen de piernas se les citará en corto, pues de no hacerlo de esa suerte suele suceder que se detienen en el centro ó antes de llegar al engaño, y puede peligrar el torero"




Álvarez Miranda, en su libro Ritos y juegos del toro, páginas 119 a 121, escribe:

"El torero principal, lo mismo que sus cuatro ayudantes, hoy se sirven principalmente de la capa, tanto para atraer al toro como para burlarlo. La forma de estas capas siempre es la del vestido tradicional en España; vemos, pues, un sencillo elemento del vestido en la capa. Desde el siglo XVIII, época de la reglamentación y racionalización del toreo, estas capas son de fuerte color rojo, color más apto para llamar la atención del toro y también (según dicen los estudiosos de la psicología sensorial del toro de lidia) es la que produce en la retina de animal una peculiar irritación que le induce a la acometida. Este color rojo de las capas es sólo una invención posterior y tardía. En corridas populares del siglo XVII, en las que nosotros encontramos una evidente prolongación del "toro de cuerda", no se utiliza la conocida capa roja, llena de estímulos sensoriales, sino la simple capa española, cuyo color generalmente es el gris oscuro, el verde oscuro, el negro y, en general, la gama de colores menos luminosos y menos capaces de estimular al toro. Parece evidente, por tanto, que la función originaria del empleo de la capa no era atraer al toro................. En el toreo moderno la capa sirve al mismo tiempo como elemento de atracción y como elemento de defensa para burlar las acometidas del toro................Se trata, por tanto, de una modalidad lúdica que no existía en el antiguo toreo caballeresco, y que, al contrario, hace su primera aparición en las corridas populares hechas por gente de a pie, en documentos de los siglos XVI y XVII, como una prolongación de cuanto veíamos en el toro nupcial del siglo XIII. El problema estriba en saber si el uso de la capa, como instrumento de defensa para burlar la acometida del toro, fue desde su orígenes una invención lúdica o tiene otro origen. Que no fue en sus orígenes una invención lúdica parece demostrarlo: 1º. El hecho de que su uso no procede del único trato antiguo lúdico del toro, es decir, del toreo caballeresco. 2º. Del hecho de que el monumento más antiguo en el que encontramos la capa forma parte no de un juego del toro, sino de un conjunto ritual: el toro nupcial"


"El origen del uso de la capa en las corridas sólo se explica suficientemente si partimos del rito nupcial del toro. Hemos visto cómo el toreo caballeresco prescinde totalmente de la capa, porque indudablemente no constituía un elemento útil desde el punto de vista lúdico para el combate del jinete y el toro. El pueblo, siempre más conservador, continuó usándola en las corridas populares, que como prolongación del toro nupcial continuaban celebrándose en modestas fiestas de pueblo, durante la época de esplendor de las brillantes corridas caballerescas. Al desaparecer éstas a finales del siglo XVIII, el pueblo comenzó de nuevo a ser el protagonista  frente al toro; no hizo otra cosa que tomar otra vez la práctica del viejo elemento tradicional de su relación con el toro: la vieja capa española. Los historiadores del toreo hablan de la sustitución de la nobleza por el pueblo en las corridas del siglo XVIII; la presentan como una revolución en el arte del toreo. Fue precisamente todo lo contrario; fue una restauración, aprovechando la decadencia del usurpador toreo caballeresco, de la antigua costumbre popular de aproximarse al toro con la capa en la mano"


José Delgado Hillo, Pepe Hillo, en su Tauromaquia o Arte de Torear, impresa en Cádiz en 1796, nos habla de la Suerte de frente o a la verónica en los siguientes términos:

 "Esta es la que se hace de cara al toro, situándose el diestro en la rectitud de su terreno. Es la más lucida y segura que se ejecuta; y sus reglas son a proporción de los toros........La suerte de la verónica es la principal y primera de donde proceden las demás suertes de capa"
sts
La segunda edición de la Tauromaquia de Illo, añade el siguiente párrafo:

" Ninguno podrá ejecutar con tino y seguridad toda otra suerte si no está completamente práctico en aquélla y si no tiene presentes sus reglas generales"

Francisco Montes, Paquiro, en su Tauromaquia completa, impresa en Madrid en 1836, habla de la Suerte de la verónica, o sea de frente así:
"Esta suerte se hace cuando está el toro derecho, esto es, dividiendo igualmente los terrenos, para lo cual es preciso que esté en la misma dirección que las tablas; a esto se llama estar el toro en suerte........la verónica es muy fácil y lucida, y se hace de este modo: sitúase el diestro enfrente del toro de tal modo que sus pies estén mirando hacia las manos de éste y a una distancia proporcionada según sus piernas; lo citará, lo dejará venir por su terreno hasta que llegue a jurisdicción y entonces cargará la suerte, y cuando tenga el toro fuera y esté en su terreno tirará sus brazos para sacar el capote, con lo cual queda la suerte rematada"

Rafael Guerra Guerrita, en su Tauromaquia, al hablar de la verónica comenta:
 "La suerte primitiva del toreo fue la llamada natural, que consiste en colocarse el diestro en su terreno, llamar la atención de la res sosteniendo el capote desplegado con ambas manos, y cuando la fiera acomete empaparla y vaciarla, parando los pies lo más posible"

La suerte a la verónica se ejecuta en la forma siguiente: se coloca el diestro de costado, en la rectitud del toro y a la distancia que le indiquen las facultades de su adversario, que procurará esté paralelo a las tablas; le citará tendiendo la capa, que tendrá sostenida con ambas manos; le dejará venir por su terreno, y cuando llegue a jurisdicción, le cargará la suerte empapándole bien en el capote y lo vaciará trayéndose la mano izquierda al costado derecha, o viceversa, según del lado de que se practique, procurando que la res quede derecha y no atravesada"



Manuel Ríos Ruiz, en su libro Aproximación a la Tauromaquia, comenta: Transcribamos la valoración que exaltativamente  José Bergamín hizo de la verónica:
 “En el cruce de la suerte de capa de frente o a la verónica, el toro y el torero se encuentran cara a cara, frente a frente, como la pasión y la burla: como Cristo con la mujer; si se juntan, es para poderse separar; y a la inversa: para ganarlo o perderlo todo; a cara y cruz, que es como se lo juega uno todo: el todo por el todo”



César Jalón, en su libro Memorias de Clarito, editado en Madrid por Guadarrama en 1972, página 214, escribe:

"¡Su Majestad la Verónica, tallo el más hermoso de las flores del primer tercio, pieza maestra del toreo de capa remoldeada por los grandes de todas las épocas!...............De Costillares, su afamado inventor, Illo, que la corrige -"¡hay que tender bien los brazos!"-, y Paquiro y su discípulo Chiclanero, iniciadores de la cadencia que recuerda a Desperdicios el solemne vaivén del incensario, pasará el lance a las delicadas manos de Cayetano Sanz y de Cara-Ancha, y a Fuentes, que baja al nivel de la rodilla la mano de la salida -batuta artística, grifo del mando, acentuado por Antonio Montes en su media verónica precursora-, e irá a reforjarse en el troquel novísimo de Belmonte, colorearse en Cagancho y superestilizarse en Curro Puya, el "supremo veroniqueador"...................No se corta aquí el agua. La verónica seguirá adscrita al repertorio de los toreros de escuela -los auténticos toreros- de las generaciones venideras: Ortega, La Serna, Manolete, Pepe Luis Vázquez, Manolo González, Aparicio, Antonio Ordóñez -uno de los cinco o seis "fenómenos" del capote seleccionados por mi memoria en el curso de medio siglo- y Antonio Bienvenida y el contemporáneo Paco Camino.................La mejor respuesta, la mayor repulsa, el más expresivo corte de mangas a las truculencias y bufonadas del pseudo-tremendismo -y a sus turiferarios- es una buena verónica"


El escritor peruano Luis F. Odría, en su libro El arte del toreo y los secretos de la lidia, escribe:


“Pepe-Hillo”, en su tauromaquia, dice sobre este particular: “Llámase verónica, aquella suerte que el diestro ejecuta situándose con la capa rigurosamente en frente del toro”. Por su parte, la de Montes dice igualmente: “La primera suerte de que debemos hablar es la verónica, o seda de frente”. De lo que se deduce que la condición esencial de la verónica era la colocación del diestro en frente del toro. Hoy no es así, porque ya desde la publicación de la tauromaquia dirigida por “Guerrita”, admiten que el diestro se coloque de costado –paralelo respecto al toro-, y esa absurda modificación prevaleció; y hoy todos los toros se capean en esta forma, habiéndose desterrado de las plaza el lance de frente, despidiendo al toro  reponiéndose el torero, que representaba la verdadera tradición clásica de esa suerte. [.....] Juan Belmonte comienza a practicar este remate con características únicas. Puede decirse que lo practicaba como en dos tiempos, iniciando primero la verónica y cortándola después al llevarse el capote ceñidamente al costado, lo que explica el nombre de media verónica. Así pues, sin perder del toro su carácter de recorte, por lo parado del diestro al practicarla, por lo ceñido de su ejecución, y porque en realidad tales circunstancias le desplazan del ámbito movido y fácil del recorte, es obligado considerar como suerte de pasar el toro [....] Se trata de un lance híbrido de recortar y lancear. Su tradición corresponde a la primera especie; pero lo parado de su ejecución y el mando preciso para practicarse obliga a incluirle en la segunda y como muy meritoria”

Robert Ryan, en su obra El Toreo de capa, escribe:

"Natural. De frente. Verónica. Tres nombres en la evolución de una misma suerte. Tres nombres que definen tres etapas de un mismo lance. El lance natural por excelencia: la capa cogida con equilibrio, a su natural altura, desplegada entera a su natural caída, la capa en rectitud del toro, acoplada a la trayectoria natural de su acometida...............El lance de frente, cara a cara, la manera más natural, más gallarda, de ir al toro, de verle venir..............Verónica, nombre de mujer evocada por la manera de presentar la capa, por un modo de extender la tela recortado de la imagen VI del Vía crucis.............La verónica, de frente, natural, tres nombres conjugados a la manera clásica en la ejecución de una misma suerte"
 "La  primera vista entera de una suerte de capa consumada es una imagen de la verónica, hallada en la primera tauromaquia gráfica, dibujada al natural por el pintor suizo Emmanuel Witz a mediados del siglo XVIII................... Sorprendentemente se trata de un verónica asombrosamente moderna. Tan moderna que no corresponde al ideal que se podría tener de la primitiva suerte natural a dos manos; tan moderna de ejecución que el torero representado ni siquiera se coloca de frente; tan moderna de ejecución que representa la versión de la verónica postbelmontina, la de capa recogida, llevada a rastras, como se estilizó en los años veinte del siglo XX. Tan moderna y tan perfecta que parece trazar el último ideal de la verónica"

"La verónica de Witz también encierra incógnitas impenetrables. Guiado por un estricto rigor histórico, el torero de capa representado por Witz debería ser Costillares, el reconocido perfeccionador de la suerte a la verónica, más las fechas no coinciden, por parecer que el suizo abandonó España en 1760, unos años antes de torear el sevillano en la corte............Quizá sea ésta de Witz la verónica de Costillares en manos del padre del diestro u otro familiar"

"Costillares no inventó la verónica.......pero por su singular visión hizo suya la verónica, creando sobre lo establecido e imprimiendo un sello, el empaque visual de una naciente torería; modelando en el lance, una esencia, elevándose en el lance y elevando el contenido emocional del arte de torear"

"Hacia 1805 ya había terminado la primera época de esplendor del toreo a pie...........un esplendor en gran parte capotista. Los grandes protagonistas de aquélla fueron maestros completísimos en el toreo de capa, mas la historia identifica a cada uno de ellos de manera especial con una suerte: Costillares, con la verónica; Pedro Romero, con la navarra, e Illo, con la de frente por detrás; suertes, las tres, a dos manos, y que parten de la misma raíz"

"La verónica, llamada antiguamente la suerte de frente, en el siglo XIX no lo era tanto. Desde la época de Manuel Domínguez comienza a pronunciarse una tendencia de ejecutar el lance de costado, una tendencia que Guerrita elevaría a ley en su Tauromaquia. La intención de Guerrita era alterar el compás de la verónica en favor de una mayor "facilidad para dar la salida y para repetir la suerte"; o sea, buscaba una manera de quedarse con el toro, de ligar los lances................En la verónica antigua se despegaba al toro despidiéndole el torero con los brazos en alto................; en la Tauromaquia de Guerrita..............el torero baja la capa, obligando más al toro, al tiempo de acercarla a su cuerpo; o sea, se reúne con el toro en la suerte....................La posición perfilada que aconseja Guerrita para citar a la verónica sería adoptada por la mayoría de los toreros, más inmediatamente corregida al cargar la suerte, por razones de mando y también de estética"

"Donde antes, al torear a la verónica, se elevaba en búsqueda de ingravidez, en manos de los veroniqueadores, el lance, de puro ahondarse, físicamente descendía. "Lo difícil en el toreo es descender, no empinarse para torear", diría Fernando Domínguez, el diestro vallisoletano que exploró los limites corporales de aquella profundidad"

"En Cagancho tuvo la verónica un segundo Joaquín Rodríguez (se refiere a Costillares), para reinventarla, como antes Costillares. Cagancho y su primo Francisco Vega de los Reyes Gitanillo de Triana, rompieron el molde de la verónica. De ellos dos, llegados a la alternativa en 1927, fueron los lances decisivos, los primeros de la nueva época.....................Años después, cuando ya no la ejecutaba en las plazas, Cagancho explicaría su verónica..............era todo silencio, un silencio eterno de prestancia sin apenas movimiento, un silencio marcado por brazos y muñecas, muy abierta de manos su cadencia, una cadencia acompasada por la mirada del viejo torero..............Aquella mirada de Cagancho definió su verónica, la verónica gitana, como un lance de extraordinaria medida. La definió, en un sentido estrictamente taurino, como una suerte de raza. Una suerte que requiere una casta especial en el torero"

"En fotografías de Cagancho y Gitanillo el borde inferior de la capa está tendido en el suelo, arrastrado sobre la arena, sobre todo por Gitanillo, en cuya verónica se palpa..........una calidad de lentitud....................Un torero de raza es como definió Cagancho a su primo Gitanillo, aquel Curro Puya, el veroniqueador más puro, cuán profundo de mirada. Era, dijo, el torero que mejor templaba a sí mismo. El que más toros templaba de salida, cuyo lance (verónica) ha quedado como modelo de perfección"

"Jesús Solórzano, otro señor veroniqueador, otro creador en cuerpo de una despaciosidad, que había sido y que ahora se mecía en la majestad de un lance.................Jesús Solórzano, en los primeros años treinta, alteró el cuerpo de la despaciosidad; fue el primer diestro que se descolgó de hombros al torear, para hundirse en una verónica tan genuinamente clásica como honda"

"Hay hitos en el toreo por verónicas, lances que perduran con fuerza de mito, contados literalmente: la cuatro que en Madrid, en la primavera de 1932, consagraron a Victoriano de la Serna; cuatro que, en cuanto al asombro que causaron, tienen por parangón único en la misma plaza, las cinco sin enmendarse de Belmonte en 1913...................Pepe Ortiz..............aún lustros después recordaba con emoción de artista aquellas cuatro verónicas de Victoriano de la Serna:

".........El secreto de su lance estaba en su manera de esperar al toro y en lo horizontal, cómo traía el toro con la capa abierta ante sí, casi tendida.............Tuvo Victoriano la extraordinaria virtud de eliminar de la verónica todo movimiento superfluo. Ejecutaba el lance muy por delante, moviendo únicamente los brazos, y después ni ellos, en el último tiempo del lance toreaba tan sólo con la cintura"

"La verónica es la suerte que define, porque no hay manera de falsearla, ni temeridad que en ella valga para suplir la más mínima carencia. Por esto, cuando se quiere ser torero, hay que retornar siempre a ella. Al aprender la verónica se aprende a torear.................al ensayar la verónica se ensaya el toreo, en su expresión más natural, en su mayor sencillez.............Cuando se es torero de vocación sincera donde más se nota es en la verónica, en una limpieza de trazo ausente de esfuerzo. Ningún torero se juega más que el que se ahonda en la verónica..................Se es o no se es en la verónica, y por la verónica únicamente"


"Después de Belmonte, quien se siente torero lo ha de expresar a la verónica; esto, mejor que nadie, lo intuyó el propio rival de Juan, el primer espada de su célebre mano a mano, Joselito el Gallo, heredero de la escuela tradicional que tan escasamente admitía el torero a la verónica.......................Gallito, ante el lance ejemplar de Belmonte, pasó de ser un torero que apenas, y deficientemente, se empleaba en la verónica a ser el maestro que consumó su expresión artística en ella. Si Rafael el Gallo desde siempre había aconsejado a su hermano menor que refrenara el tempo de su toreo, José llegó a la despaciosidad, se recreó en la despaciosidad, al torear a la verónica. "En sus últimos años templaba que era un asombro. Mejor, quizá, que Belmonte", llegó a decir Rodolfo Gaona..............................Si la verónica de Belmonte, a lo largo de su larga vida de torero, fue siempre la misma, la verónica de José evolucionó constantemente, porque él, después de Juan, fue un creador en esa suerte. Muerto José a edad temprana, en los años veinte y treinta, la época de oro de la verónica, y en décadas posteriores, mucho toreros desarrollaron su personalidad en la verónica explorando matices descubiertos por Joselito"

"La verónica de sedeño poderío, la que obliga al toro, que se apoya hacia adelante y avanza y avanza, tuvo su primera plenitud en Joselito, y una segunda en Marcial Lalanda, en Félix Rodríguez, Manolo Bienvenida y Domigo Ortega....................La verónica de perfil, a pies juntos y codos alzados en celebración de una muy íntima gracia, la verónica de la Alameda, que fue maravilla en Chicuelo y recogida aérea y profunda, por Pepe Luis Vázquez, esa verónica también parte de Joselito................Y la verónica muy entera de cuerpo, de bella forma, de altura media, la verónica madura, la verónica plena, de equilibrio velazqueño, esa verónica diferente en Manuel Granero, en Juan Luis de la Rosa, diferente en Antonio Márquez, en Niño de la Palma, diferente en Pepe Ortiz; esa verónica conjuga matices lejanos de Antonio Fuentes, de Cara Ancha y de Belmonte, pero a través de Joselito. Y a través de Rodolfo Gaona....................En los años cuarenta, la verónica trianera adquirió una profundidad clásica, romana, en Manuel Álvarez Andaluz, mientras Manuel Escudero bajaba las manos de la verónica madrileña, mientras la verónica de despegaba austera en Manolete, y recia en Luis Castro el Soldado.....................La época de Antonio Ordóñez es otro tiempo en el que se define, de proclama, la verónica, a fuerza de una despaciosidad que se impone,  maestra, cimbreante........................Un veroniqueador se torna poeta, como Mario Cabré, como Rafael de la Serna, o se hace eterno, permanece, por mucho que se haga esperar, como Rafael de Paula, con años y sin facultades, erguido en la racial pausa de su lance. Cagancho, con sesenta años tenía en la verónica el mismo pulso que a los veinticinco, lo mismo que Curro Romero, en quien culmina una estética que en sus primeros años evocaba la de Antonio Fuentes y en sus últimos la de Cara Ancha, aquel maestro que despidió con música Sevilla al verle torear por última vez a la verónica"


Su nombre procede de la semejanza entre la postura del torero frente al toro en el momento del cite y la imagen bíblica en la que la Verónica porta en un paño la imagen de la faz de Cristo.


Domingo Delgado de la Cámara, en su libro Del paseíllo al arrastre, escribe:

"Dicen que Costillares inventó el torear a la verónica. En la Tauromaquia de su alumno Pepe-Hillo se describe a la verónica como una suerte totalmente frontal. Es la misma verónica que aparece en la tauromaquia de Paquiro y que practicaba Cayetano Sanz a mediados del siglo XIX. La verónica de aquel tiempo era un capotazo de expulsión y con la manos muy altas, colocándose el torero completamente de frente al toro. Cayetano Sanz la solía dar así, y todos sus contemporáneos decían que era quien mejor toreaba a la verónica................En la tauromaquia de Guerrita la verónica ha sufrido ya un cambio sustancial, pues el Guerra ya no se sitúa de frente, sino completamente de perfil. Este cambio de colocación tiene un objetivo técnico que el Guerra explica a los amigos que escriben su Tauromaquia: colocado de perfil se lleva más tiempo toreado al toro...................Belmonte se olvida del perfil de Guerrita y da el medio pecho adelantando la pierna contraria. También hace una cosa novedosa: buscar el pitón contrario, lo que dotará a su toreo de capa de un mando hasta entonces nunca visto.................Los años veinte y treinta serán los años gloriosos del toreo a la verónica. Los toreros de estos años ahondan en el concepto de Belmonte, bajando las manos como Belmonte no había hecho, pues Belmonte fue un torero de manos altas.................En esos años la verónica queda consolidada de forma definitiva como el lance fundamental del toreo de capa.............Y la media verónica su lógico remate....................Son los años de los grandes genios del toreo a la verónica: Antonio Mázquez, Victoriano de la Serna, Curro Puya, Cagancho, Fernando Domínguez.............A esta lista de nombres ilustres hay que añadir dos nombres que casi siempre se nos olvidan: Luis Castro el Soldado y Domingo Ortega...................Ya hemos llegado a los años cuarenta. Los años de Manolete con aquella verónica suya vertical y estoica...........Pero sin duda el gran capotero de los años cuarenta fue Pepe Luis Vázquez. Toreaba igual de bien desde un concepto belmontino de medio pecho y pata p'adelante, que desde un concepto chicuelista y sevillano de pies juntos  y capotazo breve y airoso...................Los años cincuenta fueron los años de Antonio Ordóñez............que toreando a la verónica fue sencillamente el mejor....................con una estética que, sin ser tan llamativa como la de los gitanos, es impecablemente clásica..................La culminación del toreo a la verónica fue llevada a cabo por Antonio Ordóñez en los años cincuenta.....................Después ha habido tres nombres que merecen estar en esta relación de artistas de la verónica: Rafael de Paula, Julio Robles y Fernando Cepeda....................Ese Paula, roto y entregado a la embestida del toro, mientras los brazos cean lánguidos hacia el vacío. Nadie ha tenido tanto sentimiento con un capote en la mano. Nunca el toreo ha tenido tanto poesía..................Julio Robles tuvo la responsabilidad durante muchos años de mantener la tradición del buen toreo a la verónica..............Robles fue la referencia del buen toreo de capote durante casi veinte años, a pesar de su tendencia a la rapidez............Fernando Cepeda ha sido quien más se ha parecido a Antonio Ordóñez...............De los que mejor tan toreado a la verónica.....................El capote de Morante de la Puebla me gusta mucho por arcaico. Morante nos propone un belmontismo sin depurar, ignorando el paso por la fiesta de los toreros de los años treinta y de Antonio Ordóñez.............Morante juega la cintura extraordinariamente bien, acompañando siempre la embestida del toro...............Quiebra la cintura pero no baja la mano, lo que nos lleva otra vez a la verónica de Belmonte"


Manuel Ríos Ruiz, en su libro Aproximación a la Tauromaquia, escribe:

“El buen toreo a la verónica es el más enjundioso que se practica con el capote y el que mayor peligro encierra, si se hace con quietud y elegancia, cargando la suerte, templando la embestida, o sea, con el ritmo adecuado a la velocidad del toro. La verónica ideal, la más estética, será la que mejor refleje la personalidad del torero, la que exprese lo que podríamos llamar compás interno o sentimiento artístico del artífice."



En los Cuadernos Taurinos publicados por la Diputación de Valencia en 1985 se hace la siguiente descripción de la verónica:

 "El torero coge el capote con las dos manos y cita al toro; al arrancarse éste debe adelantarle el engaño para que los coja y en ese mismo momento sacar la pierna contraria y traerse la embestida toreada. La mano de dentro debe quedar a su altura natural y la de fuera es la que torea: templa y manda la trayectoria. Al rematar el lance, el torero debe adelantar la pierna que antes quedó atrás y de esa forma estará en condiciones de iniciar la verónica siguiente"










Vamos a acudir a los comentarios de Juan Pedro Domecq en su libro Del toreo a la bravura, que aparecerán entrecomillados:

"En la verónica de Manuel Mejías Rapela, de 1912, podemos observar que el pase va de abajo hacia arriba, justamente a la inversa del toreo actual. También se aprecia que los pies no están asentados en el suelo y que la composición estética es solo incipiente"

"En la verónica de Rodolfo Gaona. Aranjuez, 1915, se aprecia ya una cierta composición estética. También puede verse la lejanía entre toro y torero en el momento del pase". El pase sigue produciéndose de abajo a arriba.

En la verónica de Luis Freg, 1917, la composión es prácticamente la misma que en la verónica de Rodolfo Gaona, comentada anteriormente.

"En la verónica de Joselito, 1915, continúa el pase de abajo hacia arriba, pero ya vemos una composión estética mucho más lograda". Por otra parte podemos observar que el toro ha humillado bastante más.

"En la verónica de Juan Belmonte, 1918, observamos las plantas de sus pies firmemente asentadas en el suelo, con el lance de abajo hacia arriba"

En la verónica de Chicuelo, años 1920-1930, el lance sigue yendo de abajo hacia arriba. Es de destacar la ejecución del diestro a pies juntos, estilo muy característico del maestro sevillano. 





"En la verónica de Rafael el Gallo, 1920, la foto debe ser posterior, ya que en ella ya vemos un toreo en línea, en lugar de abajo hacia arriba, y mayor composición plástica en el conjunto. Observemos que el toro no va con su cara humillada y que se torea pasándose el toro más lejos que en la actualidad"

"En la verónica de Manuel García Maera. Valencia. 1922. Este lance ya es muy cercano al toreo actual, aunque el toro siga sin embestir humillado (del todo). Es como una ventana abierta al futuro que todavía va a tardar unos años en llegar" El trazado del lance ya no se ejecuta de abajo hacia arriba.
En la verónica de Nicanor Villalta. Zaragoza, 1925, el maestro con los pies juntos totalmente asentados en la arena intenta el toreo en línea que ya hemos visto en la verónica anteriomente comentada de Rafael el Gallo.

En la verónica de Antonio Márquez. Años 1921-1936, el diestro, con el compás abierto y los pies totalmente asentados en la arena, "se pasa" más cerca al toro, con el capote a media altura.

En la verónica de Marcial Lalanda, el capote vuelve a apuntar hacia arriba (lo cual significa que la evolución del lance con el paso del tiempo no se produce de manera continua y que su ejecución va a estar muy determinada por el diestro que la ejecuta). Sí que, como corresponde a su tiempo, los pies están perfectamente plantados.

En la verónica de Domingo Ortega. Barcelona, 1931-1937, el maestro baja las manos intentando humillar la cara del toro. Al capote ya le falta poco para barrer la arena del albero, cosa que ocurrirá con las verónicas más modernas.























Aspectos a destacar en la evolución de la verónica:
1. El toro cada vez humilla más
2. El torero cada vez se pasa más cerca el toro
3. La conjunción entre toro y toreo cada vez es mayor
4. Los pies del torero cada vez están más asentados sobre la arena
5. La trayectoria del lance, que inicialmente es de abajo hacia arriba, acaba invirtiéndose y yendo de arriba hacia abajo
6. La posición de las manos, y con ellas del capote, va perdiendo altura hasta que el capote prácticamente barre la arena de la plaza.






En el libro Historia del Arte del Toreo, de Fernando Claramunt, he encontrado el siguiente párrafo:


"El escritor José Alameda analiza la suerte de la verónica desde "Cara Ancha", que lanceaba en esta suerte a la mayoría de los toros, lo cual fue criticado como abuso, por darla de frente con el capote muy recogido y cargar la suerte sin apenas abrir la tela hasta última hora y por el lado de la salida; pasando por "Espartero", creador de la media verónica; Antonio Fuentes, precursor del toreo con manos bajas; Antonio Montes, prebelmontino en todo; Juan Belmonte, el mejor de todos; "Chicuelo", prodigio del toreo de línea natural sin mover los pies; Antonio Márquez, frío de tan puro y fino; Jesús Solórzano, versión mexicana de Márquez y de los tres torero gitanos de Triana -Joaquín ("Cagancho"), Curro Vega de los Reyes ("Curro Puya") y su hermano Rafael-; Victoriano de la Serna, modernizador; Fernando Domínguez, sobrio a la manera de un Belmonte castellano, con las manos todavía más bajas. Luis Castro "El Soldado" es intermedio entre los gitanos y La Serna; Pepe Luis Vázquez, que procuraba no molestar al toro; Manolo Escudero, catedrático de la verónica con empaque; Pepe Cáceres, académico; Antonio Ordóñez, hondo y puro, en el que la verónica es ante todo ritmo, la convierte en monumento. Después de detiene ante la verónica gitana:

"La de Cagancho y Curro Puya tenía una belleza plástica indudable, pero en su desarrollo era menos rica que la de Belmonte y Ordóñez, pues por ahondar perdía ritmo y más bien paralizaba un poco el toreo, rompiendo su fluencia natural, al servicio de un efectismo doble: escultórico por una parte, en su afán de plasticidad; literario, por otra, en su afán de dramatismo"


"¿Y la verónica marmórea de Rafael de Paula?. Ya no es la verónica, es el mausoleo a la verónica. Una forma in extremis, una forma terminal, no parece que pueda haber nada.......Tras del mármol, ceniza. Drama sin futuro, algo demasiado literario para ser resueltamente popular. Se explica que los escritores, más que las masas, estén con él"















TOREO DE CAPA













¿Quién sabe por qué el farol
brota en la cima del vuelo,
por qué se enciende ese sol
de locura y cerebelo?
Gira el torero a la inversa
de sus brazos: gloria tersa
de una seda de amapola.
Que sea lo que Dios diga,
y el huracán por la espiga.
Flor de la furia española.

                                        El  Farol. Del libro La suerte o la muerte, de Gerardo Diego



Relumbrar de faroles
por mí encendidos.
Y un estallido de oles
en los tendidos.

                                          Gerardo Diego. La suerte y la muerte






"Al cuarto toro lo lanceó el señor Montes con mucha limpieza, sacándole dos suertes a la verónica, dos por cima de la cabeza (se supone que se trata de faroles), una a a la navarra y dos de abanico"

                                                                                                        El Correo de Sevilla. Abril de 1843



"Hoy he toreado por faroles"

Manuel Domínguez
Madrid, el 13 de mayo de 1855

Cossío recoge el siguiente comentario aparecido en la revista El Enano, con referencia a la corrida celebrada en Madrid el 13 de mayo de 1855: "........una suerte de nueva invención, por él llamada farol, que gustó tanto que le valió estrepitosos aplausos"


"El torero, cuando tira un farol concentra sus luces en un punto: enciende alegremente la burla en un solo destello, rápido, juguetón, ligero, inteligente; si se descuida, pierde, y lo apaga sombríamente el toro"

                                                                                       José Bergamín, en El arte de birlibirloque


Según Cossío:

 "La suerte llamada de farol, o simplemente farol, no es sino una variante del lance de frente o verónica, realizada en su remate..........Lo esencial en la suerte es el pasar el capote por encima de la cabeza, estilo de toreo que aun en otros lances de capa y muleta se denominará afarolado.......Es suerte relativamente moderna. Ni Pepe-Hillo ni Montes la mencionan en sus Tauromaquias"

En la Tauromaquia de Guerrita se puede leer:

"Se ejecuta en su primera parte como la de la verónica, pero en el momento de sacar el capote de la cara del toro se hace un movimiento como si se fuera a colocar sobre los hombros, dando con él una vuelta en derredor de la cabeza del diestro, y volviendo a su primitiva posición si ha de repetirlo, o dejándolo sobre los hombros si quiere terminar la suerte galleando".


Sánchez de Neira, en su Gran diccionario tauromáquico (1880), escribe:

"Hay en la suerte de capeo una que puede llamarse derivación de la nombrada verónica y que han dado los aficionados en llamar farol. Ni Pepe-Hillo ni Montes la describen, y esto prueba que o la dieron poca importancia o más bien que la consideraron comprendida entre las de dicha clase. Consiste en ejecutar el lance de capa a la verónica y cuando el toro sale de jurisdicción, y por consiguiente el diestro se halla fuera de cacho, saca la capa y, pasándola en redondo sobre su cabeza, la coloca en sus hombros. Suele ser remate o final de los lances de capa a un toro"  

Seguimos con Cossío:

 "Creo que puedo fijar con certeza su autor y hasta la fecha en que comienza a ejecutarse la suerte. En efecto, en la corrida del 13 de mayo de 1855, en Madrid, según reseña de El Enano, al cuarto toro, de don Miguel Martínez, le toreó Manuel Domínguez de manera admirable, "y de nueva invención por él llamada del farol, la que gustó tanto, que le valió estrepitosos aplausos". Manuel Domínguez, es, pues, el autor y quien puso nombre a la suerte"

José Luis Ramón, en su libro Todas las suertes por sus maestros, escribe:

"Se atribuye a Manuel Domínguez (Desperdicios) la invención del farol, en concreto en la corrida celebrada en Madrid el 13 de mayo de 1855. En los años de la posguerra española, el rey del farol fue, sin duda alguna , Juanito Belmonte, diesto del que hiperbólicamete llegaron a decir que daba más faroles que pases convencionales. En este grupo de suertes se encuentra también el medio farol, empleado para echarse el capote a la espalda"


El escritor peruano Luis F. Odría, en su libro El arte del toreo y los secretos de la lidia, escribe:


“La suerte llamada de farol, no es sino una variante del lance de frente o verónica, realizada en su remate…………………..Se ejecuta en su primera parte como la de la verónica, pero en el momento de sacar el capote de la cara del toro, se hace un movimiento como si se fuera a colocar sobre los hombros; dando con él una vuelta alrededor de la cabeza del diestro, y volviéndolo a su primitiva posición si ha de repetirla, o dejándola sobre los hombros, si se quiere terminar la suerte “galleando”……….Lo esencial de la suerte, es el pasar el capote por encima de la cabeza del torero………….Esta suerte es relativamente moderna. Ni “Pepe-Hillo” ni Montes la mencionan en su tauromaquias, pero en la corrida celebrada en Madrid el 13 de Mayo de 1855, y en reseña de “El Enano”, revista taurina de aquella época, se dice al reseñar la corrida que: “al cuarto toro lo toreó Manuel Domínguez de manera admirable y con un lance de nueva invención por él, llamado “de farol”, el que gustó tanto, que le valió estrepitosos aplausos”. De esto se deduce que Manuel Domínguez es el que comienza a practicarla asiduamente y la incorpora al repertorio de suertes de capa, en las cuáles continúa”

“Cuando “Calesero” ensayaba la “caleserina”, al echarse el capote a la espalda para perfeccionar su iniciación, creó el “farol invertido” ya que dióse cuenta que con el farol común y corriente, girando el cuerpo al revés, resultaba la suerte invertida; lo que daba más exposición y belleza…………….Tanto la “caleserina” como el “farol invertido”, son dos suertes muy difíciles de ejecutar; porque hay que torear con mucho temple para llevar al toro embebido en el capote, y medir matemáticamente los tiempos de la suerte. Es de mérito por lo difícil de su técnica y belleza; y para ejecutarla bien, se necesita ser torero, pero además, artista. Esta suerte necesita los toros nobles, claros y boyantes”



Robert Ryan en su libro El Toreo de capa escribe:

"La suerte del farol es atribuida a Manuel Domínguez, bien como su creador o bien por haberla instaurado definitivamente en el repertorio, aunque los anales del toreo recogen, en un quite de Montes, dos lances  "por cima de la cabeza", ejecutadas en la plaza de Sevilla en 1843.........., en una suerte que pudo, que debió, tener parecido con la del farol............Lo que es indudable es que a Manuel Domínguez debe esta suerte su nombre y renombre, que la tarde que la dio a conocer en Madrid deslumbró a aquella afición augusta..................Históricamente, la suerte del farol pone luz en la figura de Manuel Domínguez, en la calidad de su capa de torear, oscurecida por la bravía leyenda de un grueso valor cicatrizado, sobrehumano, tenebroso.................La luz de su suerte de farol cae sobre la verónica del señor Manuel, aquel lance excelente entre cuya ejecución intercalaba la suerte luminosa: la verónica de Manuel Domínguez, un lance diferente, no de frente al toro sino perfilado en un cite de lujo, bordado, posado en seda en el estudio madrileño del fotógrafo Juan Laurent.............Desde el ejemplo de Manuel Domínguez los maestros clásicos de la capa iluminarán con el farol el mejor toreo a la verónica"

"El clásico farol se  ejecuta de dos maneras. El primitivo farol, como la suerte a la navarra, es un adorno que se ejecuta cargada la suerte y pasado el toro en un lance a la verónica........................La segunda manera de ejecutar el farol requiere mayor precisión y en nada es un adorno derivado de la verónica, sino una suerte con luz propia, y muy brillante, inspirada en la última variante de la tijerilla"

"La suerte del medio farol, tal y como su nombre indica, es un lance de farol incompleto, desprovisto de la vuelta sobre los pies que ejecuta el torero en el último tiempo de la suerte original; en el medio farol, tan pronto alza sus brazos el torero, haciendo pasar la capa encima de su cabeza, la suerte termina, dejando caer el vuelo de la capa por detrás del diestro.............El medio farol es la manera clásica de echar la capa a la espalda; originada como un lance previo, quedaría como preámbulo casi obligado del modo de torear de frente por detrás o a la gaonera"

"El farol invertido une la suerte de farol a la navarra, creando un lance de ejecución más sencilla que el antiguo del señor Manuel Domínguez. Como la suerte a la navarra, el farol invertido se inicia a la verónica; en el último tiempo se da una vuelta sobre los pies a favor de la embestida, pasando las manos por encima de la montera.................En el repertorio moderno, entre las variantes del farol ejecutadas de pie, ha llegado a ser la preferida, por ser a la vez menos angustiosa y de más limpia armonía"

"El 11 de agosto de 1939 yo toreaba en la plaza El Toreo..................Fui hacia aquel novillo emplazado, obsesionado por repetir la misma suerte de farol, pero de pie. Al citar, se me vino el novillo tan vencido, con tal fuerza y sentido, que improvisé la suerte al revés, salvándome de milagro.............Un crítico me retó, diciendo que no tendría valor para ejecutar conscientemente esta suerte. La repetí tres veces a los ocho días, y así más de cinco lustros de matador de toros"

                                                                                                                    Alfonso Ramírez El Calesero

"La larga afarolada de rodillas, ejecutada casi siempre a toro levantado...........gana en torería encaminada hacia el tercio y alli hincada, sin precipitación, con calma, a distancia, y a capa echada, extendida sobre la arena.................La suerte de farol, tan similar a la larga afarolada, ejecutada de rodillas, se asemeja también al cambio: por llevar en ambas la capa a dos manos, por lo ceñido, y por iniciar la suerte por delante...............En los últimos años veinte Félix Rodríguez ligaba faroles de rodillas en los quites, sin levantarse, iniciando la suerte cada vez más en corto"


En el libro Todas las suertes por sus maestros, de José Luis Ramón, el torero Rafael Pedrosa escribe sobre el farol invertido:

"La primera vez que ejecuté este farol invertido o de espaldas fue en la plaza de toros de León, toreando entonces de salón..........Estábamos entrenando con una tora, es decir, con un carretón...............Un día, el amigo que estaba embistiéndome hizo un movimiento extraño con la tora, se me echó al cuerpo por gastarme una broma, y yo, para quitármelo de encima,  marqué los tiempos del farol invertido. No fue nada premeditado, sólo un gesto reflejo. Luego, ya pensándolo, lo realicé con mucha frecuencia y lucimiento en las plazas de toros..................Las dos diferencias fundamentales que hay entre el farol invertido y el otro, que para distinguirlo podemos denominar "normal", son que en este último el torero se pasa al toro por el pecho (y no por la espalda, aunque luego también gira sobre sí mismo de espaldas al toro), y que al animal se le lleva toreado con la parte amarilla del capote (es decir, que se le da la vuelta al embarcarle), mientras que en el invertido siempre se torea con la tela rosa"

En los Cuadernos Taurinos de la Diputación de Valencia podemos leer:

"El farol se realiza cogiendo el capote con las dos manos y situándose el diestro de frente al toro. Su invención se atribuye al matador Manuel Domíngez. Cuando el toro entra en jurisdicción el torero pasa el capote por arriba de la cabeza y gira para quedar de nuevo frente al toro. Se realiza también de rodillas, en la puerta de chiqueros y en el tercio. Un quite de esta especialidad, con las dos rodillas en tierra, alcanzó gran renombre realizándolo Félix Rodríguez, que citaba al toro en esta posición cuando todavía estaba empujando al caballo.........Cuando se realiza de pie, si sólo pasa por arriba de la cabeza la mano que torea, el capote quedará a la espalda y el diestro estará preparado para torear por gaoneras. Eso se llama medio farol................En la actualidad se practica con frecuencia lo que llaman faroles invertidos, que se inician como la verónica y cuando el lance llega al final se pasan las dos manos por arriba de la cabeza a la vez que el torero gira sobre sus talones"