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NOTA INFORMATIVA:

CON MOTIVO DEL CENTENARIO DE LA MUERTE DE JOSELITO EL GALLO, HE PUBLICADO UN LIBRO EN EL QUE SE RECOGEN TODAS SUS ACTUACIONES EN LA PLAZA VIEJA DE MADRID, VISTAS POR LA PRENSA.

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Este Blog nace como un homenaje a todos aquellos que, a lo largo de la Historia del Toreo, arriesgaron y en muchos casos entregaron sus vidas, tratando de dominar a la Fiera.

lunes, 6 de febrero de 2012

ANTONIO MONTES / COCHERITO DE BILBAO / VICENTE PASTOR




"El único torero a quien he visto torear (de modo) clásico de capa ha sido Antonio Montes"

                                                                                                                           Rafael el Gallo

"No teníamos más que una superstición, un verdadero mito que amorosamente habíamos equilibrado: el de Antonio Montes"

                                                                                                                  Juan Belmonte

"Quizá retoñara en Juan la vieja sabia de Antonio Montes, recibida a través de su banderillero Calderón, que pudo transmitirle esa herencia"

                                                                                                                         Marcial Lalanda













Las dos fotos superiores corresponden a la actuación de Montes, como novillero, en la feria de San Miguel de Sevilla de 1898, con actuaciones el 30 de septiembre y el 2 de octubre.

"Corrida del 30/09/1898. Toros de Anastasio Martín, para Montes, Bombita chico y Félix Velasco. [....] Al segundo Montes lo toreó de capa admirablemente, escuchando un ovación y música [....] Montes, que estrenaba rico traje azul y oro, toreó bien al bicho con la muleta y arrancándose muy derecho hasta tropezarse con el toro, le metió una estocada un poquito trasera (Muchas palmas a Montes) [....] Al quinto, un bicho a propósito para aburrir a un principiante, Montes lo toreó despegado...(Palmas)"

"Corrida del 02/10/1898. Toros de Clemente, para Montes y Bombita chico
Hoy el lugar preferente, el único, el exclusivo, es para Antonio Montes. Este es el novillero de la época; muchos años hace que no veía yo a la afición sevillana levantarse de su asiento entusiasmada para aplaudir a un torero [...] Ni exagero ni le doy nada; capear como lo ha hecho hoy Montes es de maestro consumado, clavando los pies en la arena, jugando los brazos con arte y habilidad, con vista y valor extremado. El toreo clásico no se ha perdido; la escuela rondeña la ha resucitado un chico modesto, que ni aun cara de torero tiene [.....] Montes fue sacado en hombros hasta el coche y ovacionado por las calles de Triana, barrio donde vive"

"Y se terminó la feria
y la afición sevillana
no puede olvidar a Montes
porque es muy justa su fama;
Sin Montes ¿qué hubiera sido
de estas corridas? Pues....nada"

               Carlos L. OLMEDO




La corrida se celebró el 09/10/1898 en Sevilla. En la crónica de dicha corrida podemos leer:

"A Montes no le falta para ser matador de toros, más que tomar la alternativa.
El famoso ex matador de toros Currito, decía al salir de la plaza a uno de sus amigos: -Es mucho Montes este Montes. Este torero mete en la canasta a todos los que toreen con él.
El ganado de Clemente lidiado  en esta corrida fue bonito, gordo y bien presentado [......] Montes, ya lo he dicho muy bien toreando; matando, superior. En su primero entró con los terrenos cambiados, muy por derecho, y le atizó una estocada contraria, saliendo volteado; después lo pincho superiormente y lo descabelló con gran lucimiento. 
Al tercero lo pasó de muleta admirablemente, y le propinó una estocada hasta la mano.
Y llegó el quinto, y ya se acabaron aquí los calificativos, en grado superlativo, para podérselos dedicar a Montes; toreó con sobriedad, como las condiciones del toro requerían, y dándole las tablas en sitio comprometido, entró por derecho y con muchísimo coraje para consumar un volapié soberbio, que el público calificó como el mejor de la temporada. Aquí fue el delirio; cuando se banderilleaba al sexto, aún insistía el público en aplaudir a Montes.
Desde la tarde del 19 de abril de 1888, en que hacían humo las palmas que se tocaban al Espartero, después de matar al quinto toro de Concha y Sierra, no se ha vuelto a repetir el fenómeno hasta hoy. Montes puede estar orgulloso [....] Montes fue sacado de la plaza triunfalmente"

                                                                           Sol y Sombra, 20/10/1898, OLMEDO




La fotografía corresponde a la corrida celebrada en Nimes el 29/10/1899, en la que Montes toreó mano a mano con Félix Velasco, ante toros de Gamero Cívico y uno de Anastasio Martín

"En cuanto al ganado, hubo carne, mucha carne, y falta de todo lo que constituye el toro de lidia.
Los dos matadores tenían ganas de mantener su buen nombre y dejar el pabellón bien puesto [.....] Montes fue el héroe de la tarde, escuchando ovaciones tanto con la capa, que manejó con serenidad, elegancia y parando, como con la muleta. Hizo con el primer toro una faena breve, inteligente, con mucha quietud en los piés, entregándole a las mulillas con una media estocada bien puesta; mató al tercero, después de brindarlo al Club de Carcassone, del que es presidente honorario, con un gran volapié que le valió una ovación estrepitosa, un regalo y una gran palma de flores. Después sacó la espada  la ofreció con la muleta a los socios del Club"

                                                                                             Sol y Sombra, 23/11/1899. MOSCA







Antonio Montes Vico nació en Triana (Sevilla) el 20 de diciembre de 1876 y fue monaguillo en Santa Ana. Aprendió el oficio de carpintero. Los tentaderos le convencieron de su facilidad para la lidia de reses bravas "lo mismo que toreros que vestían bien y ostentaban alhajas".

A los dieciocho años mató un toro en La Algaba y el 4 de mayo de 1896 se presentó en Sevilla con novillos de Torres Cortina.

"De su actuación en Sevilla dos años después hizo el siguiente juicio crítico Selipe, redactor de El Noticiero Sevillano: "Montes ha desarrollado esta tarde (9 de octubre de 1898) el toreo genuinamente clásico y rondeño que apuntó en tardes anteriores......Varias veces en la corrida de hoy ha logrado Montes entusiasmar al público con su toreo de brazos, con su toreo serio, lleno de emociones por lo poco que el diestro se mueve y lo cerca que está del peligro"



Tomó la alternativa en Sevilla, el 2 de abril de 1899 con toros de Otaolaurruchi, actuando de padrino Antonio Fuentes y siendo testigo Emilio Torres Bombita.

Daniel Tapia, en su Historia del Toreo, nos aporta los siguientes datos biográficos:

"El 13 de noviembre de 1898 hizo su presentación en Madrid, donde toreó por primera vez como matador de toros el 11 de mayo de 1899. En 1902 fue contratado para el abono de la plaza madrileña, viniendo a México al final de la temporada. Los años 1903 a 1905 subió su cartel, y el 6 de mayo de este último año alternó en Madrid con Machaquito en la muerte de toros de Pahla.......Al finalizar la temporada de 1905 regresó a México, donde se le llegó a considerar como uno de los mejores toreros de la época.........Su mejor temporada fue la de 1906, teniendo una gran tarde en Madrid el 17 de mayo"



Fue cogido mortalmente al entrar a matar en tablas al toro Matajacas, de la ganadería de Tepeyahualco, el día 13 de enero de 1907, en Ciudad de Méjico. El 17 de enero empeoró su estado, y al anochecer de ese día falleció, produciendo gran sensación su muerte en México y en España.
El corresponsal de Sol y Sombra relata así lo ocurrido: "Al salir de los chiqueros Matajaca (el segundo de Tepeyahualco), el trianero lo lanceó de capa, aguantando como él sabe hacerlo y mereciendo una gran ovación en tres ceñidísimas verónica.......Cuando sonó el clarín anunciando la hora de la muerte, el toro estaba hecho un criminal........Inauguró Antonio su faena con un gran pase ayudado; siguió muleteando con valentía y habilidad en tablas, donde se había parapetado el pajarraco, y aprovechando una igualada entró a volapié con muchísima rectitud; dejó el acero hasta la pelota, inmejorablemente colocado, siendo cogido y levantado y sufriendo una gran cornada, que causó honda impresión en el ánimo de todos los espectadores......"


Ricardo de Miranda y Sandoval, Marqués de Premio Real, en su libro Semblanzas de los toreros del día, Pgs. 128-132, editado en 1901, escribe:


"MONTES “EL MODERNO”...........Hubo un momento histórico en la vida taurina sevillana en que sólo este nombre repercutía por doquiera. Era esto en el verano de 1898……..Un amigo me lo pintaba conjunto de perfecciones sin mezcla de mal alguno……Fui, pues, muy mal predispuesto a ver al nuevo lidiador el día 9 de Octubre de 1898, con toros de Clemente. Sus lances de capa, tan cacareados, que dio a la salida de su primer toro, no me convencieron; ni me satisfizo, con estar generalmente acertado en las faenas de sus dos primeros; pero llegó a la muerte su último toro……, y fuese ante él Montes, se colocó en el terreno de Frascuelo, y con el desahogo y la maestría del gran Rafael II, dio seis pases superiores y dejó media estocada lagartijera…….Hube de rendirme a la evidencia…….Confieso que no vi nada tan completo ni acabado a torero ninguno antes del doctorado……..Tomó la alternativa de manos de Antonio Fuentes el domingo de Resurrección del año 1899………Se distingue este torero de entre la generalidad, por hallarse más y mejor armonizado que los otros de su categoría, pues se adorna con capa y muleta, y se defiende bien con el estoque……..Es parado y habilidoso…….Creo que la colocación que Montes adopta para lancear es defectuosa y, por tanto, lo son sus lances de capa; no me disgusta en quites; ignoro si banderillea; pero, de hacerlo, no debe ser cosa notable. Con la muleta está, a mi juicio, la mejor defensa de este torero, que empapa los toros y los humilla, logrando generalmente herir en buen sitio………Exmonaguillo de Santa Ana en Triana, tiene la compostura y unción que aprendió en años juveniles; y así como Reverte se distingue por la rústica malicia, él se señala pro la suspicacia eclesiástica suave y mesurada……..Es curioso verlo entre su cuadrilla, comiendo, por ejemplo; todos hablan, ríen y chillan; él sólo calla y oye."



Enrique Minguet, "Pensamientos", su libro Cosas taurómacas, 1905, pgs. 36 y 37, escribe:


"Lucida temporada fue para el diestro de Triana la que hace poco ha finalizado (1905)……..Hoy por hoy el toreo de Montes no es mirado con el aprecio debido; no se concede justo mérito a la labor del sevillano…….Antonio, aunque algunos crean lo contrario, en la época presente, es uno de nuestros primeros toreros……..Montes torea y mata. Montes sabe la faena que cada toro requiere, Montes tiene inteligencia taurómaca como pocos………He visto torear a Antonio en varias corridas y siempre pude apreciar su tranquilidad asombrosa en los momentos de mayor peligro, completa confianza en las suertes que practica, aplomo y dominación, visible en la ejecución de todos los tercios……….El torero sevillano terminó la temporada ocupando el tercer lugar entre todos los toreros actuales………..No todo han de ser alabanzas; en Montes veo un defecto visible, el cual debe desecharlo; es algo apático y frío, cuyas cualidades hacen desmerecer su trabajo ante “los ojos de todos los aficionados, y en particular los de aquellos aficionados modernistas entusiastas de la sonrisa y de la coba"


El mismo Enrique Minguet “Pensamientos”, en su libro Ovaciones, 1906, pg. 73, se muestra sorprendentemente crítico con el torero, teniendo en cuenta que tan sólo ha transcurrido una temporada desde el comentario anterior:


"Antonio Montes, el torero de Triana, es el que más ovaciones, más orejas, más éxitos, en una palabra, ha obtenido durante la temporada de 1906………Lo triste de todo ello es que existen seres que se creen todo sin comprender que los éxitos de Montes más que nada son debidos a los corresponsales que telegrafían las faenas ejecutadas por el diestro……, Para mi resultan ser los verdaderos colosos, pues ellos son los que torean por Montes, matan por Montes, hablan por Montes y le dan fama ficticia a Montes………No, no, no puede ser, Antonio Montes es un torero seriote, apático, codillero, que torea siempre movido y fuera de cacho, que a la hora de entrar a matar lo hace desde lejos, gazapeando, perfilado fuera del pitón derecho, dando las estocadas con habilidad…….Conste que Montes engaña, no cabe duda, a mí me dio también el engaño, yo tuve una época en la cual me dejé guiar por lo que me decían”



D. Enrique García Carrasclás. En el número I de la colección titulada "Biblioteca de la Fiesta Nacional", editada en Barcelona en 1907, escribe:


“(Pgs. 14 a 30)……Montes no era de los toreros que tenían términos medios, o estaba mal, sin atenuantes, o quedaba a gran altura…….De ahí sus de nadie ignoradas desigualdades, de ahí el origen de tanta discusión, de ahí el punto de apoyo en que se afirmaban tanto sus admiradores, que eran muchos y de calidad y sus mismos detractores (Pg. 15), no más escasos, ni menos respetables……Los éxitos de Antonio, como las derrotas, dependían las más de las veces de la mayor o menor fortuna con que empezaba a torear……..Todo era cuestión de temperamento, tal vez de pobreza de ánimo para sobreponerse a los primeros contratiempos que en un lance, en cualquier detalle insignificante, sufriera en los comienzos de una corrida. Así se explica que algunas tardes, siendo como indudablemente era un buen torero, de puro clasicismo, se le viera desmayar a las primeras de cambio, y bregar sin ningún lucimiento, no obstante entendérselas con reses de condición, que otra tarde de mejor comienzo le hubieran proporcionado uno de sus más ruidosos éxitos, (Pg. 16) como los alcanzaba otros días de viento más favorable en los primeros soplos aunque lidiase ganado de mayor dificultad……….El apocamiento de espíritu de Antonio Montes ante los primeros reveses, por insignificantes que fueran, era su principal enemigo, porque abatiéndole como le abatía, hacía ir en progresión ascendente el deslucimiento, con la misma continuidad que cuando ocurría lo contrario y empezaba a trabajar con fortuna, en cuyos brazos se lanzaba, manifestándose activísimo, indiferente al peligro. Empezando mal, (Pg. 17) acababa peor; comenzando bien, terminaba la corrida con un señaladísimo triunfo. Tenía, pues, Antonio Montes, dos fases: anverso y reverso. Entusiasmaba o disgustaba; rara vez lograba un punto intermedio……..Era consecuente en el acierto y en el desacierto………Creo haber dicho que Montes era clásico. De su clasicismo, toreando de capa, provino su fama……(Pg. 18)….Se reveló, esontáneamente, sin anuncias previos, como un gran lanceador de capa………En Barcelona, en dos tardes seguidas, y siendo todavía matador de novillos, entusiasmó a la concurrencia levantando al público de sus asientos, lanceando a dos toros al natural, a la navarra y de frente por detrás. En Sevilla, en Madrid, en muchas plazas ocurrió otro tanto………., y por su especialísima y admirable manera de torear de capa, logró su encumbramiento y llegó, famoso, a tomar la alternativa………..¿Qué como lo hacía?.......(Pg. 20)…..Para poder lancear bien a una res es indispensable que ésta sea brava y ligera, es decir que tenga pies. Diremos que Antonio Montes, en aquel instante se constituía en una especialidad…….Cogiendo el capotillo por muy cerca del cuello de la esclavina, con lo que mermaba mucho el vuelo de la tela y por lo tanto su propia defensa, sin dar el frente ni el costado a las reses, oblicuándose…., y con los brazos más bien caídos que levantados, y ligeramente inclinado hacia delante el cuerpo, citaba a la res con más aparente timidez que arrogancia, que no sabía Montes afectar……..Citaba, como digo, en aquella posición a la res y al arrancar ésta, no se veía en (Pg. 21) Antonio lo que generalmente en los demás se suele ver: adelantar los brazos, girarlos, extendidos a la altura del pecho hacia el lado por el que se piense cargar la suerte y ayudar la acción al engaño inclinando el cuerpo y adelantando la pierna para disminuir el peligro con la mayor cantidad de salida posible. Toreando de este modo, el fuera de cacho del torero es evidente; por esto rara vez impresionan toreando de capa quienes así torean, como impresionaba Montes, el cual, dejando a un lado toda sofisticación y todo intento de estudiada pose, en vez de adelantar, encogía los brazos, en lugar de abrir, recogía todavía más el capote y esperaba a que llegase a su jurisdicción el toro, a que pisase su terreno, a que la res segura de su presa engendrase la cabezada, para abrir entonces el capote hasta dejarlo en su primera proporción de defensa y cargar la suerte, extendiendo hacia fuera los brazos, (Pg. 22), quebrar de cintura y marcar con el cuerpo un cuarto de conversión, mientras se extendía hacia atrás la pierna contraria, sin mover aquella en que se afianzaba el diestro, que era la que se pretendía buscar alivio, podía forzar y ampliar la cantidad de salida que se marcase a la res. Y el lance, ora al natural, ora de frente por detrás, ora de farol, resultaba ceñidísimo, de gran lucimiento a pocos pies que tuviera el toro, por lo mucho que lo consentía el torero, y de un efecto sorprendente, que de un modo insensible entusiasmaba a la concurrencia……..Semejante estilo, siendo especial de Montes, sorprendía al aficionado, quien no llegaba a comprenderlo bien, ni a darse cuenta exacta de como toreaba Antonio…..(Pg. 23)….No podíamos comprender que un principiante (entonces lo era Montes) con más visos de apocado que de otra cosa, torease a sabiendas de una manera tan ceñida, en una forma tan valiente y lucida, con tanta naturalidad y gallardía y  tan indiferente al roce de los pitones con su faja y alamares. Nos parecía increíble que aquello lo hiciera, nos inclinábamos más a suponer que le resultaba y tuvimos de convencernos de lo contrario y reconocer, que aquel modo de atraerse y consentir con el cuerpo a los toros para despedirlos, quebrándolos casi ceñidísimamente lo hacía una y cien veces, que realmente era suyo………Y constituía una cosa grande, una forma excepcional de torear de capa….(Pg. 24)….En los demás lances de la lidia, no alcanzaba Montes igual altura………En los quites, cuando los hacía a medio capote, como ponía en práctica otra vez lo que era su especialidad, no es necesario decir que el lucimiento continuaba y  con él los ruidosos aplausos. También solía alcanzarlos tirando alguna larga o con recortes, pero él era el primero en comprender que en esto no estaba su fuerte y no se prodigaba en tal clase de lances………(Pg. 25) Toreando de muleta era cuando se ponían más evidentes las desigualdades de que antes hemos hecho mención. O estaba mal o entusiasmaba……..(Pg. 27)…..En sus tardes favorables,  se pegaba materialmente a los pitones, toreaba de pie y arrodillado, al natural y por alto, con ambos manos indistintamente, de pecho y con la derecha, hacía labores variadísimas, y sin estirar ni encoger con exceso el codo, se le veía siempre ceñidísimo y muy parado……..El defecto natural de que solía adolecer todo el trabajo de Montes con los toros, por su propensión a encorvarse algo, pasaba completamente desapercibido esas tardes favorables……….En el momento de estoquear (Pg. 28), flojeaba más el desgraciado torero de Triana…….Era de los que mataban pronto y de los que daban estocadas más grandes, pero por regla general no entraba de la manera pura y recta que hubieran deseado sus partidarios…….Algunas veces, después de una faena brillante, quedábase toro y espada a tan corta distancia y arrancaba Montes tan en corto, y con tanta decisión, que allí no había, ni podía haber más defectos que, en caso de refinado puritanismo, un exceso de valentía por la predisposición única en el matador de dar la estocada, alta, grande, sí, pero sin reparar ni medir las consecuencias. Así era incierto el resultado por los que a la franca salida del torero se refiere, pero otras, y estas eran las más, se veía a Montes tomar un terreno algo excesivo, perfilarse un poco fuera (Pg. 29) del pitón derecho y engendrar el arranque con alguna incertidumbre. Se enmendaba en seguida y al llegar a la cara metía el brazo con decisión, pero no lograba siempre disimular lo feo del vicio manifestado al armarse y arrancar a matar, ni bastaba muchas veces el efecto rápido de las estocadas para que se diera por convencido el aficionado inteligente y la crítica imparcial………Últimamente Antonio Montes………..intentó y puso algunas veces en ejecución con buen éxito….la suerte de recibir….(Pg. 30)…Pero la parca mató en flor tan laudables intentos de Antonio……….Banderillear es a lo que menos afición demostró y sin embargo, cuando a petición de los públicos cogía banderillas, sin revelarse un gran banderillero cumplía como bueno, habiendo logrado frecuentemente grandes aplausos pareando al cuarteo, de frente o al quiebro, para lo que tenía mucha facilidad, por su gran flexibilidad de cintura que en todos los movimientos de Montes se reflejaba”





De la BIBLIOTECA SOL Y SOMBRA. VOLUMEN VIII. ANTONIO MONTES. Editado en Madrid, 1907., he seleccionado los siguientes comentarios:






“(Pg. 10)…..Proverbial es el culto que los sevillanos rinden a sus toreros, apenas vislumbran en ellos algunos indicios favorables a próximos encumbramientos……..Patente se hizo esa especie de fanática veneración, cuando el desgraciado Manuel García el Espartero se presentó en aquella plaza…….El caso viose repetido desde 1897 a 1898, aunque no con igual intensidad, con Antonio Montes……Las líneas que transcribimos son fiel reflejo del entusiasmo (Pg. 11) latente en la afición de Sevilla por el diestro de Triana (Corrida efectuada el 9 de octubre de 1898) “Cuatro años hacía (desde la fecha en que murió el Espartero, 27 de mayo de 1894) que el público de Sevilla no se levantaba de su asiento para aplaudir a un torero y llamarle con insistencia, premiando así su hermoso trabajo……..A Montes no le falta para ser matador de toros, más que tomar la alternativa…………..El famoso matador de toros Currito, decía al salir de la plaza a uno de sus amigos: “Es mucho Montes, este Montes. Este torero mete en la canasta a todos los que toreen con él……..Montes, ya lo he dicho, muy bien toreando; matando, superior……(Pg. 16)…..Montes puede estar orgulloso”……………(Pag. 37)….Hizo Montes su primera presentación en la plaza de Nimes, sustituyendo a Reverte, el 2 de Julio de 1899……He aquí el juicio que mereció al público del Midi el trabajo de Antonio en aquella corrida: (Pag. 38)…….”Los primeros lances de capa fueron tan ceñidos y rematados con tanta elegancia, que desde este momento se fijaron en él los aficionados, viendo que “se traía” cosas de torero…….No fue bullidor, al contrario; pero lanceó de capa con una elegancia y los pies tan parados, que no se veía nada más que el balanceo de los brazos, lo que gustaba, como todo lo que se hace con verdad…….Con la muleta hizo una faena muy breve, ceñida, parada y, sobre todo, muy bien rematada, con los pies clavados en el suelo……..El sólo defecto que tiene es no saber todavía apropiar los pases, castigando y ahormando la cabeza a las reses; pero con su valor y sangre fría se aprende….”…………(Pag. 61)……La de 1906 fue indiscutiblemente la gran temporada de Antonio Montes…………..(Pg. 77) Si discutida fue siempre la personalidad artística de Antonio Montes en España, puede afirmarse que al sentar el pie por vez primera en tierra mejicana, llegó, vio y venció……….Hizo su debut en aquella plaza el 1 de Noviembre de 1903, matando él solo seis toros de San Diego de los Padres………(Pg. 78)…..”Montes cayó de pie, simpatizó desde luego con este público, que según afirma un periódico de la localidad, gusta “que los diestros se arrimen y sientan los pitones en …..¡los homoplatos!......(Pg. 79)….Está cerca y tranquilo con los cornúpetos, y para nada se embarulla…….Con la muleta me gusta más; está muy cerca y tranquilo, para mucho y se despega los toros con habilidad. Maneja bien ambas manos, sobre todo la izquierda”...........(Pg. 80)…..El entusiasmo que logró despertar en la afición mexicana desde el momento de su presentación, fue creciendo en temporadas sucesivas -1904, 1905 y 1906-…(Pg. 81) Tanto querían a Montes los mexicanos…..que México era su segunda patria, y allí se encontraba Antonio entre los suyos…….Así es, que la noticia de su muerte, a consecuencia de la herida que recibió toreando en el coso mexicano el día 13 de Enero de 1907, cayó como una bomba entre el público……..(Pg. 93)……La desgracia persiguió a Montes casi continuamente durante su breve carrera de matador, no permitiéndole desarrollar con amplitud las facultades, nada comunes, que para el toreo poseía………(Pg. 94)….Y cuando, después de la brillante campaña sostenida en 1906, casi tocaba la meta de sus legítimas y bien fundadas aspiraciones, la implacable desgracia, su compañera, diole el golpe final…………La historia, sin embargo, haciendo justicia a los méritos de este infortunado lidiador de reses bravas, honrará su nombre y su recuerdo, reservándole un puesto glorioso entre los diestros más afamados de su época”


En el libro Antonio Montes, escrito por Enrique García, y publicado en 1907, encontramos estos comentarios:



“Montes no era de los toreros que tenían términos medios, o estaba mal, sin atenuantes, o quedaba a gran altura. [……] De ahí sus de nadie ignoradas desigualdades, de ahí el origen de tanta discusión. […..] Los éxitos de Antonio, como las derrotas, dependían las más de las veces de la mayor o menor fortuna con que empezaba a torear. [……] Todo era cuestión de temperamento, tal vez de pobreza de ánimo para sobreponerse a los primeros contratiempos que en un lance, en cualquier detalle insignificante, sufriera en los comienzos de una corrida. Así se explica que algunas tardes, siendo como indudablemente era un buen torero, de puro clasicismo, se le viera desmayar a las primeras de cambio, y bregar sin ningún lucimiento. […..] El apocamiento de espíritu de Antonio Montes ante los primeros reverses, por insignificantes que fueran, era su principal enemigo. [……] Empezando mal, acababa pero, comenzando bien, terminaba la corrida con un señaladísimo triunfo. [……] Tenía, pues, Antonio Montes, dos fases: anverso y reverso. Entusiasmaba o disgustaba; rara vez lograba un punto intermedio. […..] Era consecuente en el acierto y en el desacierto [……] Creo haber dicho que Montes era clásico. De su clasicismo, toreando de capa, provino su fama. [……] Se reveló, sin anuncios previos, como un gran lanceador de capa. En Barcelona, en dos tardes seguidas, y siendo todavía matador de novillos, entusiasmó a la concurrencia levantando al público de sus asientos, lanceando a dos toros al natural, a la navarra y de frente por detrás. [……] Por su especialísima y admirable manera de torear de capa, logró un encumbramiento y llegó, famoso, a tomar la alternativa [……] Cogiendo el capotillo por muy cerca del cuello de la esclavina, con lo que mermaba mucho el vuelo de la tela y por lo tanto su propia defensa, sin dar el frente ni el costado a las reses, oblicuándose, pase la figura, y con los brazos más bien caídos que levantados, y ligeramente inclinado hacia adelante el cuerpo, citaba a la res con más aparente timidez que arrogancia, que no sabía Montes afectar. […..] Citaba en aquella posición a la res y al arrancar ésta, no se veía en Antonio lo que generalmente en los demás se suele ver: adelantar los brazos, […….] Dejando a un lado toda sofisticación y todo intento de estudiada pose, en vez de adelantar, encogía los brazos, en lugar de abrir, recogía todavía más el capote y esperaba a que llegase a su jurisdicción el toro, a que pisase su terreno [……] para abrir entonces el capote hasta dejarlo en su primera proporción de defensa y cargar la suerte, extendiendo hacia fuera los brazos, quebrar de cintura y marcar con el cuerpo un cuarto de conversión […..] Y el lance, ora al natural, ora de frente por detrás, ora de farol, resultaba ceñidísimo, de gran lucimiento a pocos pies que tuviera el toro, por lo mucho que consentía el torero […..] No podíamos creer que un principiante, con más visos de apocado que de otra cosa, torease de una manera tan ceñida, en una forma tan valiente y lucida, con tanta naturalidad y gallardía y tan indiferente al roce de los pitones con su faja y alamares […..] Y como constituía una cosa grande, una forma excepcional de torear de capa, armó el revuelo que debía armar […..] En los demás lances de la lidia, no alcanzaba Montes igual altura [……] Toreando de muleta era cuando se ponían más evidentes las desigualdades de que antes hemos hecho mención. O estaba mal o entusiasmaba […..] El defecto natural de que solía adolecer el trabajo de Montes con los toros, por su propensión a encorvarse algo, pasaba completamente desapercibido esas tardes favorables. […..] Y tras una faena así, tan valiente y generalmente de tanto efecto y lucimiento, si lograba coronarla con una estocada certera, como ocurría las más de las veces, el éxito era completo, y de la labor se guardaba recuerdo […..] En el momento de estoquear, flojeaba más del desgraciado torero de Triana. Era de los que mataban pronto y de los que daban estocadas más grandes, pero por regla general no entraba de la manera pura y recta que hubieran deseado sus partidarios […..] Las más de las veces se veía a Montes tomar un terreno algo excesivo, perfilarse un poco fuera del pitón derecho y engendrar el arranque con alguna incertidumbre [……] Últimamente Antonio Montes intentó, algunas veces con buen éxito, la suerte de recibir […..] Cuando a petición de los públicos cogía banderillas, sin revelarse un gran banderillero cumplía como bueno, habiendo logrado frecuentemente grandes aplausos pareando al cuarteo, de frente o al quiebro, para lo que tenía mucha facilidad, por su gran flexibilidad de cintura que en todos los movimientos de Montes se reflejaba.”





Según Cossío:



 "Dentro del toreo de franca decadencia de su época, la aparición del arte serio y parado de Antonio Montes fue una sorpresa. La sordera del diestro parecía abstraerle de toda sugestión externa del público, y así se entregaba a la lidia con una cierta impasibilidad....Tuvo el aliento y las condiciones de un precursor, que había de frustrar su muerte prematura.....Marcaba una orientación que había de prevalecer años más tarde en Belmonte y  posteriormente en muchos toreros"

"Junto al academicismo de Antonio Fuentes y el arte dominador, pero movido y de mediana calidad, de Ricardo Torres (Bombita Chico), el toreo paradísimo de Antonio Montes marcaba una orientación que había de prevalecer años más tardes en Juan Belmonte"


Nestor Luján insiste en la idea:



"...con el toro franco Montes daba un toreo intenso y bello, cargando patéticamente la suerte y dejando al toro pasar muy cerca....Fuertemente dramático, muy ceñido, preludió el toreo que había de traer Juan Belmonte, quien por cierto no vio nunca actuar a Montes...Como Juan Belmonte, tuvo una figura poco apuesta.....era cargado de espaldas, muy sordo, el rostro opaco y triste y con la expresión vaga y ausente, patética, de los hombres que no oyen.....Antonio Montes, coronado por la muerte, representa un paso más hacia el toreo parado, regido con los brazos, de Juan Belmonte"


Fernando Vinyes, en su libro México, diez veces llanto, escribe:

"Antonio Montes, emocionante y desigual en España, había podido perfeccionar en México su propio estilo de torear. Concentrado, introspectivo y abstraído, el antiguo sacristán sordo de Triana adivinó la importancia capital del toreo de brazos, superior al que se ejecutaba entonces sobre los pies; un modo distinto a los cánones clásicos del momento, que tendría definitiva explosión y expansión en Juan Belmonte, cuando éste asimiló y revolucionó la técnica de torear basándose en las maneras y conocimientos del "precursor" Montes, que le llegaron a través del banderillero Caldérón"



"Don Indalecio", en el número 3 de la Colección "Grana y oro", titulado "La Tauromaquia en el siglo XX", escribe:

"(Pgs. 15 y 16)…….No lo vi torear y nada puedo anotar por cuenta propia. Oí hablar mucho de él en mi tierra zaragozana, como consecuencia de un triunfo extraordinario conseguido en septiembre de 1905, en una corrida de Beneficencia que se hizo famosa en los anales de la plaza de aquella ciudad……….Torero muy desigual, no entraba en el público de Madrid, porque a una de cal seguían no pocas de arena. Dicen que, en sus días buenas, fue un precursor de las maneras belmontianas. Dejaba llegar, cargaba la suerte, enterraba los talones en la arena. El capote y la muleta eran su fuerte, y con estoque, menos seguro, revivió en no pocas ocasiones la desaparecido suerte de recibir…………..Antonio Montes y Vico, por su tipo desangelado, su aspecto indiferente de sordo, algo cargado de espaldas, no llegaba al público. Quizá por eso, en su favor, de manera no espontánea, habían de trabajarle la propaganda en forma no habitual, como después viene ocurriendo……..”El sacristán de Triana”, como le llamaban los aficionados en recuerdo de su ocupación infantil, fue un torero con muy buenas aptitudes para haberse situado, y no lo logró………Una pena de las que la historia del toreo está plagada."



Fernando Claramunt, en su Historia gráfica de la Tauromaquia, escribe:



"La significación de Antonio Montes en la historia del toreo merece un comentario que vaya más allá de presentarlo como un "precursor" de Juan Belmonte....................Esperaba la embestida sin moverse; sabía cargar la suerte y despedir al toro con mucha tranquilidad, muy ceñido y reposado. Practicaba el toreo rondeño con ese clasicismo del que tanto hablaban los aficionados pero nadie había visto..................La calidad de su toreo pudo estar influida por la sordera que padecía. Se dijo que debido a ella se ensimismaba en la relación toro-torero, aislado e impasible.....................Lejos del caciquismo y la política de las empresas españolas, Antonio Montes desarrolló en las plazas mexicanas su mejor arte. Era un ídolo cuando le llegó la muerte en los pitones del toro Matajacas, el 13 de enero de 1907..................El toreo de Antonio Montes, desarrollado por Belmonte y por quienes han venido después, es en realidad el toreo puro por excelencia. En su época tuvo el valor de abrir cauces distintos del "academicismo" de Fuentes y del quehacer dominador y movido de Bombita. Cossío lo llama "profeta", "precursor"  y casi "místico", esto último influido por la sordera...................En realidad Montes fue todo eso, pero también un diestro irregular, de contrastes. Siempre con buen crédito, defraudaba a sus admiradores en tardes clave en las mejores plazas y luego tenía triunfos resonantes en cualquier lugar"
Carlos de Larra, más conocido como "Curro Meloja", en su obra Grandes maestros de la Tauromaquia, escribe:
Antonio Montes. En el verano de 1898 reapareció en la plaza de Sevilla un torerillo trianero, que dos años antes había fracasado en su presentación. Su figura, nada airosa; su cara, poco agraciada, y de gesto impasible, reflejo de su sordera, su carencia de “ángel”, poco predisponían en su favor al público de la tierra del salero; pero en aquella tarde canicular, el arte sorprendente del nuevo torero causó tal impresión y tal entusiasmo que no se habló en Sevilla durante mucho tiempo más que de cómo dejaba llegar a las reses, sin enmendarse, hasta que metían la cabeza en el engaño, de cómo las “embarcaba” llevándolas embebidas, prendidas, en la tela, guiándolas con ella, con una lentitud, un ajuste y un mando hasta entonces desconocidos, y de cómo lo ejecutaba todo a base de jugar los brazos, mientras los pies quedaban quietos, firmes, como asentados en la arena. Aquellas novedades que Montes aportaba tal vez sin darse cuenta, a las normas en uso del toreo, provocaron de modo fulminante entre los impresionables sevillanos las más encendidas discusiones creando un recio ambiente de pasión en torno al muchacho, que se vio envuelto pronto en una enorme popularidad…………….Y Montes con sus desigualdades, vino a demostrar que para su especial toreo necesitaba “su toro”, anticipándose a los toreritos de ahora, que precisan el “toro de carril” para deslumbrarnos con las maravillas del llamado toreo moderno. Se anticipó al toreo belmontino, poniéndole los jalones en que luego el genio artístico de Juan Belmonte asentó su revolucionaria escuela con fuerza y rango de creación”



José Alameda, en su libro El hilo del toreo, escribe:



"De Montes se dice que, no solo con el capote, sino en general, fue el precursor de Belmonte, por su toreo parado y cargado de acento dramático"



Robert Ryan, en su libro El toreo de capa, escribe:



"Al presentarse de novillero en la plaza de Sevilla, en 1898, por su toreo parado, de brazos, Montes fue recibido por la crítica no como un revolucionario, como años después Belmonte, sino como un restaurador del "toreo genuinamente clásico y rondeño, el toreo de la buena escuela".....................Testigos del arte de Antonio Montes hablan de un toreo ensimismado, una cualidad quizá ahondada por la sordera que padecía el espada. Antonio Montes se enfrentaba con el toro entre el aislamiento más absoluto que haya conocido un torero, y su verónica fue un lance que expresaba silencio, que eliminaba movimiento donde estaba eliminado el sonido. Quizá su verónica anteceda la belmontina, más que por su técnica, por su misma falta de ruido. Y también por el acompañamiento..........por la costumbre de alternar esta suerte con la del farol, bien como remate o intercalada entre verónica y verónica"





César Jalón, en su libro Grandezas y miserias del toreo, escribe:



"En los comienzos de este siglo surge un torero, contemporáneo de Bombita y Machaquito, el diestro Antonio Montes, en quien no pocos críticos y aficionados expertos adivinan un débil barrunto del nuevo sistema belmontino. Cuentan que, sobre todo, en el toreo de capa, Montes apunta ya lo que luego ha de denominarse "la famosa media verónica". Es posible, por que en ese medio lance de remate, corto, ceñido, la "mano abajo", que va a informar uno de los principios fundamentales del toreo moderno, ha tenido ya unos pocos días antes otro iniciador: Antonio Fuentes, que, esclavo de la manera elegante, al elegantizar el toreo a la verónica, ha desemparejado las manos, que los antiguos llevaban casi a la misma altura, y ha descendido notablemente del plano de ejecución, aquella (se refiere a la mano) a la que le corresponde en cada lance "vaciar" el engaño...............Y tiene, sobre todo, personalidad bastante para que a Montes, tomándolo en el toreo de capa como espejo- la admiración mayor del hombre esbelto (Antonio Fuentes) se despierta en el contrahecho (Antonio Montes)-, se le haya ocurrido bajar más aún la mano y ceñir la suerte algo más....................Montes sin embargo, no ha podido influir en Belmonte, con quien bien mirado, no tiene otra semejanza que el aspecto físico, y no en orden a las facciones, sino a su expresión y contextura"


Jorge Laverón, en su Historia del Toreo, escribe:



Antonio Montes tuvo un paso por el toreo tan breve como trágico; sin embargo, ha pasado a la historia por ser el precursor de Juan Belmonte…………destacando por lo poco que se mueve y lo cerca que está del peligro. Entusiasma al público por su toreo de brazos…………..El toreo de piernas se convierte en toreo de brazos con Juan Belmonte, pero es Montes el primero en ponerlo en práctica y está revolución taurina –la de más honda repercusión en la historia- fue percibida por el público y la crítica de Sevilla en el lejano 1896”

Cossío enjuicia al infortunado diestro: Junto al academicismo de Antonio Fuentes y el arte dominador, pero movido y de mediana calidad de Ricardo Torres, Bombita Chico, el toreo paradísimo de Antonio Montes marcaba una orientación que había de prevalecer años más tarde en Juan Belmonte."







Robert Ryan, en su libro El Tercio de muerte, escribe:



"A los toreros salidos del matadero sevillano, casi todos, a partir de Cúchares, la tradición les apunta el adorno de hincar una rodilla en el trasteo: adorno que adopta Montes a la expresión de su maestría, como revela la reseña de su trasteo triunfal al toro Dormido, de don José María Albareda, careto, buenas puntas, boyante blando con muchísima ley, en la plaza de Cádiz, el 10 de julio de 1842:



"Lo mató Montes de una por todo lo alto recibido, después de pasarlo y repasarlo de multa con muchísima gracia, y hasta con una rodilla en tierra..........."





Andrés Amorós, en su Diccionario de Tauromaquia, escribe:



"Fue un toreo trianero, estilista, desigual, con una belleza dramática. Al hecho de ser sordo se achacaba su impasibilidad ante el toro. Si se confiaba, clavaba los pies en la arena y toreaba con las muñecas, lo que luego llevó a su perfección Juan Belmonte"











NUEVO MUNDO 



MUNDO GRÁFICO

















PALMAS Y PITOS 




THE KON LECHE




Joselito, Cocherito de Bilbao y Belmonte en el patio de cuadrillas de la Plaza Vieja de Madrid el 6 de julio de 1919. Joselito lleva el capote negro de paseo, por la muerte de su madre


Castor Jaureguibeitia Ibarra, Cocherito de Bilbao, nació en Bilbao el 20 de diciembre de 1876. Probó diversos oficios, como ebanista y mozo para servir carbón, llegando a ser un experto conductor de coches, de donde proviene su apodo.

El 10 de octubre de 1897 pisó por primera vez el ruedo de la plaza de Bilbao.

El 2 de septiembre de 1900 se presenta en Madrid con novillos de Pérez de la Concha. Hasta 1903 torea cada año alrededor de 30 novilladas.

Tomó la alternativa en Madrid el 16 de septiembre de 1904 de manos de Antonio Fuentes, junto con Bombita y Machaquito, con toros de Ibarra.

De su labor de aquella tarde nos queda el siguiente comentario de Dulzuras: "El trabajo del principiante fue tan afortunado que la afición, de buen grado, le otorgó el título de doctor......No se puede pedir a uno que empieza mayor acierto y seguridad en la ejecución de casi toda clase de suertes. En las verónicas, en los quites y corriendo los toros se mostró consumado maestro, y con la muleta y estoque estuvo afortunadísimo"

Daniel Tapia, en su Historia del toreo, nos aporta los siguientes datos biográficos:

"En 1905 viene a México y al año siguiente no actúa en Madrid por diferencias con la empresa. En 1907 un toro de Pérez Tabernero, al que toreaba en Burgos, le infirió una grave cornada en el pecho........"Es un torero largo y completo -dice Cossío-, pero de escasa personalidad........Las innovaciones suyas como la de poner las banderillas de cuatro en cuatro y hasta de seis en seis, son bien típicas de su concepción tosca de la gracia".........En 1909 torea en Perú y México y su temporada del año siguiente en España ha de considerarse como la más brillante de su vida torera............El invierno de 1910 a 1911 regresa a México, donde vuelve a actuar en 1912. A partir de esta fecha puede darse por iniciada su decadencia, y conviene señalar que el rápido ascenso de Joselito y Belmonte a los primeros lugares de la torería perjudicó a Cocherito más que a ningún otro diestro"

El 6 de julio de 1919 se despidió del público de Madrid.

Se cortó la coleta el 31 de agosto de 1919 en la plaza de su natal Bilbao, después de dar muerte al toro Corchete, de don Argimiro Pérez Tabernero, con el que realizó una gran faena rematada con una gran estocada.

Falleció en el Sanatorio de Guadarrama el 28 de febrero de 1928.


F. Bleu, pseudónimo de Félix Borrell, en su libro Antes y después del Guerra, escribe:

"Mientras estos dos diestros (Manuel Mejías y Rodolfo Gaona) provocaban en Madrid las discusiones con que ser recibe lo antivulgar, Cocherito de Bilbao, se afirmaba como hombre listo y como torero práctico en las plazas de provincias..................Castor Ibarra, con un trabajo de conjunto muy igual y no despreciable, son contadas las corridas que él se descompone..................Dista de ser perfecto en sus suertes, pero se las arregla con lo que da de sí su travesura y la destreza adquirida en el trabajo tranquilo y poco apasionado de las plazas provincianas. Torea, banderillea y mata con la habilidad suficiente para sostenerse dignamente donde está y para aumentar las escrituras de año en año. Es uno de los matadores que mejor, más modestamente y con más constancia defiende su categoría. Y entre los de segunda fila, es de los más iguales que yo he conocido"



"Don Indalecio", en el número 3 de la colección "Grana y oro", titulado "La Tauromaquia en el siglo XX", escribe:

 
"(Pgs. 32 y 33)……..Fue un torero conocedor de su profesión, sin personalidad y demasiado serio. Pero ocupó un magnífico puesto dentro de la segunda fila……..Tomó la alternativa en Madrid el 16 de septiembre de 1904, con Antonio Fuentes de padrino y con Bombita y Machaquito de testigos, con toros de Ibarra………De ahí en adelante ocupó un sitio discreto, toreó bastante cada año, todo lo sabía hacer bien en su oficio, aunque seriamente y sin personalidad………..Su retirada casi definitiva fue el año 1919, primero en Madrid y más tarde en Bilbao……..En Madrid, como punto final a una carrera muy importante, le fue concedida una oreja……….Una proposición digna de estima le hizo volver a vestir el terno de caireles en Bilbao el 10 de octubre de 1920, para un mano a mano con Manolito Chicuelo……….Fue Cástor J. Ibarra un torero muy enterado de todo. De todo, menos de que en el arte de torear es precisa una cosa para el triunfo definitivo: tener personalidad y una chispita de gracia."


Enrique Minguet "Pensamientos", en su libro Cosas taurómacas, editado en 1905. Pgs. 69 y 70, escribe:



"No fue para el de Bilbao mala del todo la temporada de 1905………Cocherito de Bilbao, aunque es uno de los diestros que matan poco, es de los que más torean, de los que se colocan mejor durante el primer tercio y de los que aprovechan en la lidia todos los viajes de las reses para ejecutar alguna suerte; en calidad de rehiletero Cástor hace bastante más que cumplir, pues por lo general con los palos en la mano, merced a su buen estilo y arte, consigue que la suerte de parear le proporcione bastante aplausos."


Enrique Minguet "Pensamientos", en su libro Divisas y Coletas, 1908. Pgs. 115 y 116, escribe:

"Después de una vida novilleril excelente tomó el diestro bilbaíno la alternativa………..Cocherito es un torero fino, un torero serio, que se asemeja a los toreros clásicos; cumple en todos los tercios y por lo general es de los diestros que saben sin desplantes bufos, obtener el aplauso justo de la sana afición…….Cástor ha flaqueado siempre en el momento de atacar con el sable. Ahora dicen ha subsanado este defecto. Si es así, no cabe duda, llegará en poco tiempo a ver que sus contratas aumentan considerablemente."



Enrique Minguet "Pensamientos", en su libro A volapié, 1910. Pgs. 30 a 32, escribe sobre la temporada llevada a cabo por el maestro en 1910:


"Cocherito de Bilbao fue uno de los que en la temporada de 1910 consiguió dar un gran avance en su carrera. Muchas son las corridas que Cástor Ibarra toreó en la temporada que terminó; su nombre fue incluido en las ferias de mayor importancia…….Cástor venció en 1910……La labor ejecutada por el diestro bilbaíno resultó verdaderamente excelente……..La figura de Cocherito en la torería contemporánea es una de las más completas; el clásico modo que tiene de torear este diestro, su verdadero arte y valentía, consiguieron llegase a ser un torero completo de verdadero mérito……..En el circo madrileño actuó en una corrida, y eso fue en la de Beneficencia, en la cual demostró su gran adelanto."

Enrique Minguet "Pensamientos", en su libro Pases de castigo, 1912. Pgs. 215 a 218, escribe:


"Después de haber toreado bastantes corridas agregado a la cuadrilla de Ramón Rovira y de Juan Román, debutó como espada en Bilbao el 10 de Octubre de 1897, en cuya fiesta obtuvo  un éxito, el cual se repitió en cuantas tomó parte……..El día 2 de Septiembre de 1900 se presentó ante la afición madrileña, dejando buen sabor de boca………Su doctorado, el día 16 de Septiembre de 1904 en Madrid, de manos de Antonio Fuentes y estoqueando reses de Ibarra, fue uno de los más justos por hallarse el torero en sazón………Su primer toro se llamaba Zambombito, negro, echándole a rodar de un buen volapié, tras una buena faena de muleta……..Cocherito ha recibido graves cornadas………El espada bilbaíno es verdaderamente clásico: ejecuta el toreo verdad, manejando capote y muleta con soltura y adorno, notándose en la ejecución un completo dominio y un exacto conocimiento de lo que trae entre manos; con los avivadores es elegante y encuentra pronto toro, porque parea bien de todos modos y en todas formas; con el sable cada día hace más, dando muchas veces grandes estocadas…….A Cocherito siempre se le ve torear a gustos de todos, porque en su trabajo pone el mayor interés y la voluntad más grande que se conoce."


El mismo Enrique Minguet "Pensamientos", en su libro Los clásicos del toreo, editado en 1913. Pgs. 56 a 61, escribe:

“Es otro de los toreros que merece también incluírsele en el grupo denominado “Los clásicos del toreo”……….Fue fiel imitador de la escuela clásica que posee el gran Antonio Fuentes…….Sus éxitos como novillero en la plaza de Madrid fueron ruidosos……..Pocos han sido lo toreros que llegaron a la categoría de matadores de toros tan cuajados, tan hechos, en una palabra, tan completos, como llegó Cástor Ibarra (estuvo ocho años de novillero)…………Torea quieto, erguido, para y manda; rehuye de encorvamientos, parea admirabilísimamente y torea de capa a la perfección, la flámula en sus manos es movida con maestría, y algunas veces con adorno, propinado a veces estocadas que nadie puede mejorarlas; es un torero completo: torea, banderillea y mata; posee conocimiento de cuanto ejecuta, domina su arte dentro de lo torero corto que es………..Como siempre he sido partidario de aquellos toreros que torearon al toro; como quiera que jamás me agradó ver al bicho torear al torero…….., Cocherito es de mis toreros, de mis clásicos……….Torea y para separando las piernas sólo y exclusivamente lo preciso para recargar la suerte, y por lo  tanto merece el calificativo de buen lidiador, y Cocherito es eso: un buen lidiador, un buen torero, uno de los mejores y más completos de cuantos en la época contemporánea visten el traje de luces"


Luis Uriarte, en su libro Figurones taurómacos, editado en ¿190.?, en las páginas 47-48, escribe:

 
 "Cocherito no es una lumbrera del arte tauromáquico; aunque tampoco un cualquiera. El serio repertorio de su toreo no es muy extenso; pero sí  lo suficiente para llenar a satisfacción su cometido en los tres tercios de la lidia. Es un torero bastante completo y muy seguro……¡Ah! También puede presumir de innovador. ¡Ahí han quedado los pares dobles de Cocherito! ¡Nadie los mueva!"

"Claridades", en el Album del Abono de Madrid de la temporada de 1914, escribe:
"Nació en Bilbao; fue en una notaría un escribiente notable; aprendió ebanistería y hacía muebles de rara perfección; aprendió a guiar coches y fue un cochero expertísimo; vio que con todas esas cosas no salía de pobre y quiso ser torero ¡y lo fue! Un toreo de voluntad, de valor……….No es “Cocherito” un torero de raza, con la postinería y sensibilidad de los toreros andaluces, pero pocos toreros como él conocen el mecanismo del toreo y ejecutan todas las suertes con tal seguridad…….¡Nadie como el que conozca el sitio y los movimientos de todas las suertes del toreo!.........”Cocherito” torea de capa, de muleta, banderillea y mata con más ley y más estilo que muchos de los que ahora se tienen por fenómenos………Además, “Cocherito” es un hombre bueno, formal y todo corrección."


Maximiliano Clavo, "Corinto y Oro", en su libro Se fueron Bomba y Machaco. Otra época del toreo, Pags. 120 a 123, editado en Madrid en 1914, escribe:

"El hombre de Bilbao  desempeña un papel de importancia en los tres tercios de la lidia; es decir, que torea, banderillea y mata, y las tres cosas, sin llegar a las fronteras de la sublimidad, las hace con facilidad y buen estilo……..Cochero veroniquea casi siempre quieto, aguantando bien y despidiendo a los toros con soltura en los vuelos del capote…….En quites, está bien: oportunidad, adorno y repertorio……En banderillas, también, dominando la suerte del cuarteo. En este capítulo tiene también su pecadillo: lo de los pares dobles; con ello demuestra únicamente que tiene fuerza en los brazos; pero el toreo no es un arte de fuerza, sino de emoción y belleza….¿Con la muleta? Cástor ¡Jaureguibeitia! Ibarra es un buen muletero. Torea con sosiego, con inteligencia y con eficacia y es muy difícil que ningún toro le haga andar de cabeza. Tampoco es fácil que ponga al público de pie, porque no es de los toreros que emocionan, aunque de vez en cuando se aprieta lo suyo……..Es un buen muletero y se le puede ver a conciencia porque es inteligente, tiene repertorio, se adorna casi siempre a tiempo……¡sabe torear!.......Cocherito es también un muy aceptable matador…..El estilo de Cocherito con la espada, es éste: se perfila, generalmente, por el cuerno derecho, arranca deprisita, juega bien la mano de la muleta, suelta un poquito el brazo, con gran habilidad, para que el defecto no se note mucho, y hiere, sin pasar apenas el pitón, logrando medias estocadas que casi siempre surten el efecto deseado; caso contrario, apela al descabello, recurso que domina mucho, a semejanza del gran Ricardo Bombita."



Según Cossío:

"Fue un torero largo y completo, pero de escasa personalidad.....Fue un torero seco, pero de los mas completos que hemos conocido; un torero bueno, un banderillero pronto, fácil y certero y un matador segurísimo; su voluntad y su vergüenza profesional han sido insuperables....Dejo el recuerdo de su seguridad en el ruedo y de su concepto exacto de la lidia"

La opinión de Nestor Luján es similar en muchos aspectos a la de Cossío:

 "Cocherito de Bilbao fue un torero de un gran talento imitativo, sin personalidad, que gozó de un fácil mimetismo......Tímido, habilidoso y servil, imitó al Gallo, a Belmonte, a Joselito y ocupó un destacado lugar en los carteles por sus facultades y entusiasmo. Fue un torero seco y completo, de una rotundidad maciza"



Jorge Valerón, en su Historia del Toreo, escribe:



Cocherito de Bilbao. Cossío hace esta definición de él: Ha empezado la boga de toreros de estilo depurado y Cocherito tiene facilidad evidente para remedar ciertos aspectos de este toreo, interpretando con la falta de gracia correspondiente a un torero norteño” 

F. Bleu hace este juicio sobre Castor: Con un trabajo de conjunto muy igual y no despreciable, son contadas las corridas que él descompone. Dista de ser perfecto en las suertes, pero se las arregla con destreza. Torea, banderillea y mata con la habilidad suficiente para sostenerse dignamente. Es uno de los matadores que mejor y con más constancia defiende su categoría”


Gregorio Corrochano, en su libro La edad de oro del toreo, en el capítulo titulado De las memorias inéditas de un redactor de ABC, escribe las siguientes crónicas:


Madrid: La décima de abono. Seis de Pablo Romero. “Cocherito”, “Manolete” y Paco Madrid (ABC, 7 de junio de 1915)……………..Cocherito salió torear convaleciente de una operación quirúrgica sufrida recientemente en un pie………..En el primero hizo una faena de muleta que no fue de lucimiento, pero sí de inteligencia y eficacia, pues toda ella se redujo a bajar la cabeza del toro, que en aquel momento crítico la tenía como cuando salió, y salió encampanado. Los pobrecitos picadores no supieron ahormarle con un par de puyazos delanteros. Media estocada un poco torcida, de la que dobla el toro, después de un ratito de aburrimiento……..En el cuarto toro estuvo Cocherito lucido, apretándose y estirándose mucho en algunos muletazos, en los que pasó el toro completo de cabeza a rabo. Una faena que hace tres o cuatro años, no más, la hubiésemos coreado con olés; pero hoy……¡Hemos visto tanto y tan inconcebible de poco tiempo a esta parte!..............Además, hizo la faena solo, solo también al estilo de hace unos años, mandando retirar un poco la cuadrilla. Hoy se torea más que solo, aislado, con la cuadrilla entre barreras o pegada a las tablas, y de esta relación que, sin querer, establece el público, nace esa frialdad con que se acogen faenas buenas como esta de Cocherito de Bilbao, que antes levantaban un tempestad de aplausos y frases jaleadoras y ahora se miran con indiferencia o arrancan palmas aisladas que nada dicen; y después de matar de un pinchazo y dos medias estocadas, mejor la última, en la que el matador hizo mucho y el toro poco, pues se le quedó, se va el toreo tristemente a la barrera un poco desanimado, pues él mismo otras veces, en análogas ocasiones, ha escuchado muchas palmas y hasta ha dado la vuelta al ruedo……….Eran otros tiempos, Cochero, y no habíamos visto torear como se torea hoy…….En el sexto toro hizo un gran quite, no de pinturería y filigrana, sino de oportunidad y peligro. Aquí oyó la ovación de la tarde”



“La última de abono (16 de junio de 1919) fue una mala corrida. Cocherito, Pacomio y Limeño torearon ganado de Llen. Cocherito, cojo de las dos piernas, como él mismo nos dijo, fue el único que dio nota de valiente. Sus faenas de muleta, serenas, tranquilas, de torero que conoce su oficio. Al primero le dio un gran pinchazo; luego pinchó dos veces más de peor manera, y media estocada, seguida de un descabello. En el cuarto, después de la faena sosegada y seria de que antes hicimos mención, se perfiló fuera, y así arrancó; pero el hombre enmendó a tiempo su yerro, y ya con el viaje emprendido se metió dentro, tan dentro, que el toro lo empujó y no le dejó pasar; el estoque quedó un poco trasero, por lo que no rodó el toro instantáneamente, y hubo necesidad de recurrir a un certero descabello. Cocherito dio la vuelta al ruedo, y al acabar nos dijo satisfecho:

-Me alegro haber quedado bien; es el último toro que mato en Madrid. Me despido en Bilbao, después de feria. No puedo con las piernas. Estoy cojo de las dos………..A estos toros de Cochero los banderillearon valientemente, metiéndose de una manera asombrosa, Armillita al primero y el Sordo al cuarto. Oyeron las mayores ovaciones de la tarde. Estos toros no estuvieron muy bravos, pero fueron noblotes, se dejaron torear”


  
En el mismo libro encontramos la crónica escrita por Gregorio Corrochano el día de la despedida de Cocherito de Bilbao:

Madrid: La despedida de “Cocherito”. Una tarde de buena voluntad (ABC, 7 de julio de 1919)……………….El 16 de septiembre de 1904 se celebró la 14ª corrida de abono. El cartel decía: “Espadas: Antonio Fuentes, Ricardo Torres (Bombita chico), Rafael González (Machaquito) y Cástor Ibarra (Cocherito de Bilbao), que tomará la alternativa”…………Los ocho toros pertenecían a la ganadería de Ibarra de Sevilla. Dicen unas notas que respaldan el cartel de donde tomo estos datos: “El primero, Zambombito, de buen tipo. Cochero toma los trastos de manos de Fuentes, y después de torear muy tranquilo y parado, entra derecho y da una estocada en lo alto, que vale una ovación. Ya es matador de toros Cocherito de Bilbao”………….Quince años lo ha sido, y en los quince supo mantener su personalidad. Ni fue un torero que apasionó por las maravillas de su arte, ni fue un toreo que provocó conflictos. Ni entusiasmó, ni indignó. Siempre fue discreto. Conocedor de su oficio, trabajó lo mejor que pudo, y cuando hizo falta sacar el pecho, lo sacó. Hace pocos días, muy pocos, con la despedida ya premeditada,………le salió a Cocherito un toro bravo de Albaserrada…….y Cocherito, sin corridas que contratar, sin esperar ya nada de aquella tarde, le dio al toro la lidia que merecía, y se dejó coger, pues dejarse coger es arrimarse y aguantar sin facultades las rápidas acometidas de un toro bravo de mucha fibra…….No todo ha de ser negocio; torear solamente con mieras a la contrata es cosa que tiene sus excepciones, y Cocherito era una excepción…………Cocherito, la víspera de su retirada, fue cogido porque le salió un toro bravo, y en vez de huir, quiso torear como en sus años mozos………Satisfecho puede estar Cocherito de su despedida en Madrid………….la plaza llena, y rompiendo las blancas filas de los sombreros de paja, las manchas negras de las boinas, que le anunciaban los paisanos, los amigos que desde  Bilbao vinieron……….Cocherito vino a despedirse dignamente……..Cocherito dijo “adiós” animoso, trabajador y optimista, como dijo “buenas tardes” hace quince años, cuando le dio Fuentes la alternativa…………..Cochero toreó solo, tranquilo y valiente al primero, que además de manso y soso era burriciego; dio unos pases de pecho con la derecha, muy buenos, y mató de dos pinchazos, media estocada y un descabello, que se aplaudieron. El cuarto estaba emplazado……Allí en los medios, le toreó Cochero, poco y bien; le obligó a embestir lo necesario para igualarle, y en cuanto lo consiguió le dio media estocada con gran facilidad y remató con un descabello. Éste fue el toro de la despedida y el público de Madrid le concedió la oreja al bilbaíno, para que cuando la cabeza de este toro adorne los  salones del Club Cocherito, de una mirada se dé cuenta el visitante del éxito con que se despidió de Madrid su torero favorito………….Salió a torear, no a pedir. Salud, Cocherito
 
















































Paso a paso frente al morro
y el morro que no se arranca.
Y se estremece Cascorro
y todo el barrio se atranca.
Ya embistió. Pastor espera,
abre y alza la bandera.
Quieras o no, bronco y bravo,
pasan bajo el pabellón
treinta arrobas de emoción
desde el pitón hasta el rabo.

Gerardo Diego. Natural por alto. A Vicente Pastor. Del libro La suerte o la muerte


"Pastor es el torero de los grandes quites"

"Vicente Pastor, rápidamente, inesperadamente, se nos presenta con tan admirables hechuras de torero y de matador de toros, que si no se detiene en la cuesta y continúa la marcha ascendente con la misma fuerza motriz, es posible que tengamos que rectificar algunos juicios respecto a quiénes pueden ostentar hoy con mejores derechos el título de "primeros" en la lidia de reses bravas"
                                                                                               José de la Loma, Don Modesto



Vicente Pastor y Durán nació en Madrid, en el barrio de Embajadores, el 30 de enero de 1879. Después de cursar las primeras letras se dedica al oficio de guarnecedor de coches.

Aficionado a la fiesta, en las corridas de novillos a cuyo final se corrían embolados, bajaba al ruedo y con su blusa intentaba torearlos. El 24 de marzo de 1895, en una novillada se incluyó un becerro de la ganadería de Isidro Esteban para la cuadrilla de jóvenes principiantes, en la que figuraba como matador el ya popular Chico de la Blusa, Vicente Pastor, matador de novillos. 

Torea dos corridas más en el Puente de Vallecas, y en 1896 aparece de nuevo como espada, integrando la cuadrilla de Jóvenes Barceloneses, formada por Antonio Armengol. En 1897 toma parte en siete corridas de novillos en Carabanchel, Aranjuez y Talavera. 

Se presentó en novillada formal en Madrid, el 13 de febrero de 1898, matando sólo el tercer novillo, ya que se hizo de noche y entonces no existía alumbrado en las plazas de toros. En esta misma novillada se incluía también la lucha de un toro con un elefante. Repitió en Madrid el 4 de septiembre. En 1899 torea varias novilladas en provincias y una en la capital. En 1900 lo hace en las principales plazas, entre ellas Sevilla, y dos en la corte, el 9 de septiembre y el 4 de noviembre, con buen éxito en ambas.

Tomó la alternativa en Madrid el 21 de septiembre de 1902, de manos de Mazzantini, que le cedió la muerte del toro Aldeano, cárdeno y bragao, de la ganadería de Veragua. Mató al primero de una estocada, después de una aplaudida faena de muleta y a los otros dos, con gran acierto. A partir de esta fecha deja de usar el apodo de Chico de la Blusa, apareciendo su nombre.

En 1906 se embarcó para América, toreando en Lima buen número de corridas. A su regreso a la península, sus éxitos se suceden. En Madrid torea con mucha fortuna las temporadas de 1907, 1908 y 1909. Este último año, el 30 de mayo, toreó una corrida de Miuras en Madrid, llenándose la plaza, no obstante torear aquel mismo día, en Aranjuez, Bombita y Machaquito.

El 2 de octubre de 1910, en Madrid, se enfrenta a un toro de Concha y Sierra, manso aunque no peligroso, al que torea con arte y mata de una estocada, cortando la oreja de Carbonero, primera que se concedía en la plaza de Madrid, tras muchos años de verse suprimido en Madrid ese galardón.

1911 fue su mejor año; lidió 51 corridas, generalmente con resultado halagüeño y marchó a Méjico, donde su actuación fue tan excelente con en España.

En 1914 baja el número de sus actuaciones debido, sin duda, a la presencia en los ruedos de Joselito y Belmonte, que se llevan al público que hasta entonces se entusiasmaba con Pastor, el Bomba o Machaquito.

El 29 de abril de 1914, en Sevilla, hizo en el cuarto toro una faena temeraria, después de haber recibido un revolcón que la oportunidad de Belmonte, con quien alternaba, evitó que tuviera consecuencias más graves.

El 25 de julio de 1916 es cogido por un miura al entrar a matar, perdiendo algunos festejos.

Se despidió de los toros en Madrid, en la corrida del Montepío de Toreros, del que era presidente, el 23 de mayo de 1918, estoqueando el toro Cabrero, de Veragua, que brindó a Don Alfonso XIII.

Falleció en su Madrid natal, donde era una verdadera institución, el 30 de septiembre de 1966. 


Enrique Minguet, "Pensamientos", en su libro Divisas y Coletas, 1908. Pgs. 111 y 112, escribe:

"El antiguo Chico de la Blusa llegó al doctorado precedido de una gran popularidad……..Su alternativa en Madrid fue un verdadero acontecimiento, y es que Vicente hubo demostrado ya en largo ajetreo excelentes condiciones de matador de toros, esto, no obstante, a poco de tomar la alternativa empezó a decrecer su fama, estuvo relegado de la plaza madrileña………….Hace dos años salió de su olvido y claro está, llegó a colocarse entre los primeros, pues sabido es que este diestro ejecuta el último tercio de manera excelente; aprendió a torear, y ya no resulta lo torpe que antes."


 Enrique Minguet "Pensamientos", en su libro A volapié, Pgs. 24 y 25, escribe sobre la temporada realizada por Vicente Pastor en 1910:


"Vicente Pastor, el matador de toros colosal…..,consiguió éxitos ruidosos (1910); los antiguos aficionados batieron palmas varias tardes en honor del antiguo Chico de la Blusa,……..Las ovaciones que se le dieron a Pastor fueron de las más justas, de las más entusiastas, de las que no se olvidan jamás. El modo que tiene de entrar a matar es sencillamente colosal: derecho, con los pies juntos y fija la vista en el morrillo; por eso las estocadas que propina son, por lo general, enormes. Algunos censuran que el diestro dé un salto al herir, salto que, si bien es verdad le da con frecuencia, también hay que reconocer no le ejecuta en otras ocasiones………Cada torero tuvo su tranquillo, cada uno mató empleando su ventaja, su manera, y claro es que siempre resultó mejor el que siendo valiente, supo torear a dos dedos de los pitones, entrar derecho y colocar el sable en el centro del morrillo."


El mismo Enrique Minguet "Pensamientos", en su libro Pases de castigo, 1912. Pgs. 205 a 208, escribe:



"El primer apodo que usó Vicente fue el de Chiclanero…….Figuró en la cuadrilla de Jóvenes barceloneses, capitaneada por don Mariano Armengol, debutando en Madrid como novillero el 13 de Febrero de 1898, en cuya tarde se anunció la lucha del toro Sombrerero con el elefante Nerón……….Las buenas temporadas que tuvo Pastor como novillero hicieron concebir esperanzas de que tan pronto se doctorase sería una primera figura, pero no fue así: en cuanto Vicente adquirió el doctorado, toreó corridas en menor precio, hasta que Mosquera vino de empresa, contrató a Pastor y éste demostró lo mucho que vale………En la actualidad marcha en lugar primero…….Las cogidas que ha tenido fueron pocas y nada graves…….


Vicente Pastor es un diestro valiente…..; toreando de capa queda bien, y con la muleta está cerca de los toros, entusiasmando a todos cuando torea a la fiera con la mano izquierda, por dominar los pases que con dicha mano se ejecutan…….Como matador de alternativa es colosal; mata mucho y bien………El 2 de Octubre de 1910 se le concedió la oreja del toro Carbonero, de Concha y Sierra."


Luis Uriarte, en su libro Figurones taurómacos, editado en ¿190.?, en las páginas 28-32, escribe:




 

"No sé quienes, creo que los fantasiosos hijos de Sevilla, le llamaron sordao romano por su seriedad……….Tiene, de paisano, hechuras de cura protestante…….Es el as de espadas, a cuyo puesto ha llegado dando saltos…….Vicentillo es buen matador y buen torero; es uno de los poquísimos que pueden con toda clase de toros. Su arte, como su temperamento, es brusco, ceñudo, incapaz de un gesto alegre. Triunfa sin esbozar una sonrisa, y hasta se me antoja que aprieta los labios para disimular el regocijo interior: es la seriedad personificada. Toda su obra se puede condensar en una palabra: voluntad."







L. Moya de Arpí, en El Album del Eco Taurino. Madrid, 1912, escribe:



"Vicente Pastor es un filósofo de la vida. Algo adusto por fuera, pero muy humano por dentro………Vicente Pastor ha sentido intensamente todas las emociones que puede experimentar el que vive del público. Halagado primero, cuando novillero; despreciado, después, y nuevamente ensalzado al correr de los años, cuando surgió en su nueva etapa. Y aun hoy mismo, cuando ha llegado a ser lo que jamás pensó, ha sentido otro amargor más brutal todavía, al ver que el público, nunca harto y satisfecho, exijíale más de lo que aquél podía dar……..Afortunadamente para él, Vicente no ha salido de su paso, ni ha sentido el vértigo de la gran altura."

F. Bleu, en su libro Antes y después del Guerra, escribe sobre la faena que Vicente Pastor llevo a cabo con el toro Carbonero:

"Al llegar al final de la temporada de 1910, la sorpresa del principio y el beneplácito posterior se trocaron en admiración al verle matar el toro Carbonero, de Concha y Sierra, en la tarde del 2 de octubre. En aquella faena concurrieron una porción de circunstancias lo bastante singulares para que se hiciese interesantísima. Por un extremo, la mansedumbre del animal, castigado con banderillas de fuego, y lo nervioso, reservón y de sentido que se mostró en varas y palos. Por otro, la resolución y la maestria del torero para tomarle en los medios de la plaza y embravecerle con soberbios naturales y obligados por bajo. Y, finalmente, la imponderable guapeza del matador para hundirle la espada en el preciso sitio de la muerte instantánea y hacerle rodar en el geométrico centro del palmo de terreno en que acababa de darle desde el primero hasta el último pase de muleta...............Es decir, un ramalazo de toreo histórico; un resplandor, una visión de arte frascuelino; un trabajo de conjunto y de detalle no visto en mucho tiempo; algo olvidado en las plazas de toros y en que intervenía por partes iguales la destreza y el valor. Hecho emocionante que sacudía las fibras cardíacas del espectador, arrojo consciente y equilibrado, transformación de las condiciones del toro mediante un trasteo requerido para el caso, impresión sugestiva y honda de dificultades y de peligros contrarrestados por el torero y por el matador .....................Nada le faltaba a la faena para ser completa...............La oreja del toro Carbonero era el símbolo de la resurrección de los antiguos gustos tauromáquicos"



"Cachete", en el Album del Abono de Madrid de la temporada de 1914, escribe:
"Poco a poco, por arte de encantamiento, a guisa de figura del Comendador, paréceme que se me presenta Vicente Pastor, el bravo y pundonoroso espada. Viste rico traje de luces verde y oro, su cuerpo erguido espera con impaciencia el momento preciso de meter el capote con oportunidad, o la “espá” con su acreditada maestría. La cara del lidiador no puede tener un tinte más serio del que ostenta, en balde espero una sonrisa; todo en este torero es seriedad, ¡qué miedo!.....Hágome cuenta que lo estoy viendo en el ruedo entendiéndoselas con los toros, e inmediatamente aprecio en él sus vastos conocimientos en entrar a los quites con la precisión y sabiduría de Mazzantini; llevar la lidia con orden, manejar la muleta con la zurda dando excelentes pases de castigo, y como final, le “veo” entrar a matar cobrando cada estocada que calificamos de monumentales, estilo también de aquel don Luis, “que valía lo menos dos”, que dicen en el Tenorio."


Maximiliano Clavo, "Corinto y Oro", en su libro Se fueron Bomba y Machaco. Otra época del toreo, editado en Madrid en 1914, escribe:

"Vicente Pastor no es el diestro de hace cuatro años……Vicente Pastor ha perdido su personalidad……….Todos los que hemos contribuido a la enorme elevación del León de Castilla, sabemos que el ex Chico de la Blusa puso su pabellón a una inconmensurable altura, por sus formidables espadazos. ……¿Os acordáis de que revisteros y aficionados convinieron unánimemente en que Pastor era el LEGÍTIMO SUCESOR DE FRASCUELO?.....También hacía lo suyo con la muleta, dando unos parones que asustaban y lo hacía también en quites, en los que recordaba a Mazzantini, porque pisaba el terreno de los toros. Todo contribuyó a su legítimo éxito, todo; pero su personalidad, su VERDADERA PERSONALIDAD la adquirió por sus formidables volapiés. No es posible olvidarlo: igualaba los toros, avanzaba todo derecho y despacio, y al tiempo de dejarse caer en el morrillo, el público, entregado a una profunda sensación, exhalaba un grito ronco, como un rugido ¡¡¡huuum!!! Y cuando acababa el sonida se veía el estoque enterrado en el morrillo……..En lo de las estocadas, Vicente ha mermado mucho; pero en otras cosas Vicente se ha multiplicado en gran cantidad……..Está en el ruedo como en su casa. Y cuando torea de capa, cuando hace los quites –algunos dificilísimos- y en las faenas de muleta le veréis tranquilo, sobrio, ágil, habilísimo….¡dominador!......Bajo este nuevo aspecto tenemos a Vicente Pastor como una gran figura del toreo…….El revistero de toros fortalece el juicio que le merece este diestro con una frase que ha oído en varias tertulias taurinas: “En el drama de la tauromaquia, Vicente Pastor es el primer actor DE CARÁCTER”…….Vicente tiene un alma que es una negación para el romanticismo del arte en todas sus manifestaciones……Vicente no es un enamorado del arte; no tiene temperamento de artista; ¡NO TIENE AFICIÓN A LOS TOROS!....Es una paradoja inconcebible, pero de una realidad definitiva…….En su intimidad, Vicente apenas habla de toros, no quiere, no le gusta……Estando libre, no va a los toros…….Vicente Pastor es un caso de escepticismo demostradísimo. No quiere hablar de toros…….No se entera, o procura no enterarse, de qué ganadería son los toros que ha de torear en una corrida; jamás se ha preocupado de los cornúpetos que le toquen en el sorteo…….”que no quiere ver los toros antes de la corrida, ¡NI RETRATADOS!, que harto trabajo tendrá con verles en la plaza cerca de él”………No sólo es enemigo de alardear de su profesión, tan propicia a ello, sino que le fastidia la exhibición, y por eso, fuera del deber, huye siempre del ambiente público….No busca nunca un aplauso; por el contrario, parece que le molestan……Nunca parece que en sus hazañas busque la orgullosa consecuencia del triunfo, sino el frío impulso de la voluntad; no va al toro empujado por el entusiasmo, sino por el deber. Vicente Pastor es un caso de estoicismo…..¡Vicente Pastor no nació para ser torero!"



Gregorio Corrochano, en su libro La edad de oro del toreo, en el capítulo titulado De las memorias inéditas de un redactor de ABC, escribe las siguientes crónicas:

La vergüenza de un torero (ABC, 15 de abril de 1914)…………..Un día, un lidiador de los del montón, de los que no toreaban más de 15 corridas durante el año, estoqueó un toro con rectitud y guapeza, y en la plaza brilló un relámpago de optimismo……….La faena se repitió. Dos toros más cayeron estoqueados magistralmente, saliendo muertos de los vuelos de la muleta cuando el matador transponía el costillar………Otro día nos enteramos de que el formidable matador les llegaba siempre a los toros con la muleta plegada en la mano izquierda, que abría en la cara, desafiante, bravo, moviendo el trapo en la embestida con tal acierto, que dejaba  a la burlada fiera hecho un garabato. ¿Estoqueador seguro y torero sobrio y clásico? Esto era ya demasiado……….Y, de repente, con esa vehemencia que nos caracteriza, lo pusimos en el pedestal para adorarlo como a un dios……Nos dedicamos a sacarlo todas las tardes en hombros, pero no hasta el coche, según costumbre, sino hasta la Puerta de Alcalá………Una tarde, rompiendo moldes y tronchando la majestad rígida, inflexible, única, de la plaza de Madrid, le concedimos a este torero el honor de cortar la oreja de un toro……Madrid bajaba de un pedestal, se ponía al nivel de las provincias, descendía de categoría, para elevar a un ídolo………El ídolo fue consagrado……..Todo en él nos parecía excepcional: que viviese en casa con ascensor, que quisiera mucho a su madre, que no se riese nunca……….Este torero –ya no hace falta decirlo- era Vicente Pastor


"La suerte de matar (ABC, 24 de junio de 1914).................Vicente Pastor
también ha matado bien algunos toros; pudo matar más si se hubiese corregido de un defecto que parece insignificante, y es, sin embargo, de mucha importancia, por ser defecto inicial: nos referimos a la manera de perfilarse. El público, que reconoce en Pastor un estoqueador pronto y seguro, dice que no tiene más defecto que perfilarse de frente; luego no se perfila, y éste es su defecto, porque si para atacar derecho no hace falta perfilarse, para salir limpio por el costillar si hace falta. De haberse corregido de esto, Pastor, que es un toreo completo, que reúne excepcionales condiciones, hubiese llegado a ser mucho más de lo que es, y hay que tener en cuenta que es una primera figura”







Madrid: La undécima de abono. Seis de don Vicente Martínez. Pastor, “Gallito” y Belmonte. (ABC, 14 de junio de 1914)……………….Vicente Pastor, ese torero que dicen que se va………..cuando torea con Gallito y Belmonte,………pelea con el optimismo de ellos y con entusiasmos tan juveniles como los de estos jóvenes. Se le ve en la plaza que no pierde el aplomo, pero sí su sobriedad, y el maestro siempre seguro, siempre doctrinal, tiene a veces calaveradas de alumno de primer año……Ayer estuvo rabioso y valiente, como si acabase de tomar la alternativa. Con el capote se apretó y dobló a los toros hasta hacerles crujir los huesos, metiéndose en terreno comprometido, dando así a su maravillosa brega eficacia y emoción. Un viejo maestro con arrestos de principiante; ¿se puede pedir más?.........Con el capote estuvo insuperable. Con la muleta, inteligente en el primero, haciendo la faena en tablas…………..En el cuarto…….llegó al toro con la muleta plegada en la mano izquierda hizo una primera parte de faena superior, mandando y castigando bien, corriendo la mano por todo el toro en los pases por alto, cerca y valiente, sereno y bravo, con la sobriedad del viejo y las locuras del joven; en un pase fue desarmado, y encorajinado paró al toro golpeándole con la mano el testuz. Entró a matar decidido y derecho, hizo mucho el toro por él y resultó la estocada un poco trasera. Murió el toro y estalló la ovación……..Es un maestro valiente y pundonoroso, que pone en su épica que dicen de decadencia toda la bravura de un principiante. Ayer estuvo hecho un jabato"


"Don Indalecio", en la Tauromaquia en el siglo XX (Primer cuaderno), dentro de los Cuadernos Taurinos de la colección Grana y Oro, pgs. 27 y 28, escribe:


"Su carrera la hizo hilo a hilo, como hombre serio, con cara de las que no llegan al público, pero sí con hechos, que, realizados con perseverancia y honestidad torera, consiguen el propósito anhelado……….Descollante en la lidia de embolados de la plaza madrileña de fines del pasado siglo, vestido con una larga blusa de trabajo, le salió de ella la popularidad y el apodo que utilizó de novillero: el Chico de la Blusa………….Sus campañas primeras, esta es la verdad, no fueron demasiado lucidas………Un triunfo extraordinario conseguido en su tierra el 2 de octubre de 1910, al estoquear el toro Carbonero, de Concha y Sierra, del que le fue concedida la oreja por aclamación unánime de los espectadores……..le abrió las puertas de la primera categoría………Fue el ídolo de Madrid, que siempre aspiró a un gran torero, y en Vicente Pastor lo encontró a partir de 1911, enfrentándolo con Machaquito, en tanto a Bombita lo echaban a reñir con Rafael el Gallo………Vicente Pastor fue un torero completo, gran muletero, director de lidia concienzudo y estoqueador seguro, al que se le pretendió encontrar y afear el tranquillo de un salto para salvar habilidosamente el pitón de los sustos. Tal defecto, de serlo, no implicaría sino ese afán de los meticulosos de descubrir los defectos con microscopio. Con la muleta fue un torero dominador, que supo llegarles a los toros con el engaño en la zurda……….Sus innegables condiciones, su seriedad, pudo hasta con la chirigota sevillana de llamarle “er sordao romano”. Y en Sevilla se ganó la tercera oreja concedida en aquella plaza, tras las otorgadas a Joselito y a Belmonte. Claro es que también de Sevilla se trajo para su casa de la calle Embajadores, donde “había ascensor”, según Don Modesto, después de la feria de abril de 1917, una importante cornada de un miura, que le restó facultades y le inclinó a la retirada el 23 de mayo de 1918………Vicente Pastor y Durán, tardío, pero seguro, conservará un nombre respetado en tanto haya aficionados que lo vieron y en tanto haya biografías taurinas hechas con imparcialidad."

César Jalón, en sus Memorias de Clarito, escribe:

"Vicente Pastor, contrafigura del Gallo, varonil, valiente, pundonoroso, técnico conzienzudo y eficaz no ungido de la gracia artística, tampoco lanzó su guante a nadie, ni quiso otros antagonistas que los toros. Mientras los madrileños, enardecidos por el auge del antiguo Chico de la Blusa, le azuzaban contra Machaquito, él departía fraternalmente acodado en la valla o sentado en el estribo con el estoqueador cordobés..................A cada cual lo suyo, es verdad que su toreo -calcado de su carácter: seco y serio-, de buena mano izquierda, solía redondearse con la espada. Como en tributo a Mazzantini, su padrino de alternativa en 1901, atacaba rectamente a volapié, sino que con el reproche crítico de un pequeño salto para ganarle la cara al toro en el embroque.................La plaza de Madrid poco menos que lo "exclusivizó". Pues encajaba poco en provincias, hasta que Sevilla reconoció su valía, bien que guaseándose de su rígido paso palmípedo y tan antiandaluz: "¡Er sordao romano!............................Pastor llegó al corazón de los madrileños, sin que su popularidad le envaneciera ni le inmutase. Considerado y circunspecto, era un hombre cabal y un buen compañero"

"En una ocasión, apremiado para que confesase haber sido un torero valentísimo, susurró: "En la plaza, yo creo que sí" Hubo de aclarar su apoderado que, tan pronto Vicente veía su nombre en los carteles, se encerraba en casa sobrecogido y no hablaba ni con él hasta después de las corridas. Y por eso decía que "en la plaza, sí"

El gran aficionado Mariano de la Riestra, en su libro La fiesta de los toros, escribe:

"Me complace reconocer que Vicente Pastor me interesó y satisfizo como torero. Tenía facultades y honestidad profesional; hacía siempre lo que podía y, en ocasiones, más de lo que debía; sus tardes malas no pueden achacarse a dejadez; si no estaba mejor era porque honradamente no podía. Toreaba bien con la capa, aunque sin brillantez; era oportuno en los quites y dirigía acertadamente la lidia, haciéndose respetar; su pelea con el toro era seca y eficiente. No sobresalió en banderillas; pero manejaba bien la muleta, empezando frecuentemente sus faenas con un pase alto con la izquierda y de cerca; eran ajustados y precisos sus naturales y los de pecho y procuraba arreglar y preparar las reses para la muerte que ejecutaba con soltura, aunque algunas veces con el alivio de dar un salto para pasar el pitón y hería recto y derecho. Se discutía qué suerte practicaba mejor: si el torear de muleta o matar; no entro en pugna porque creo que en todo dio lo que pudo. Para mí, la bondad de su estoque era similar a la de su muleta"


Rafael Ríos Mozo, en su libro Tauromaquia fundamental, escribe:

"A este famoso torero madrileño podemos encajarlo en el tipo de lidiador puro, es decir, del que busca por encima de todo la eficacia antes que el brillo. Desde que salía al toro estaba pendiente de lo que había que hacerle al animal, y una vez enfrentado con éste ponía en práctica sus maneras dominadoras, alcanzando sobre todo desde la mitad de su carrera las cumbres de su toreo................Es de señalar que cuando la aparición de Joselito y Belmonte en el firmamento taurino, mandaron a su casa a buen número de toreros, él continuó adelante, sin desmerecer nada al lado de los fenómenos.................Fue el conocido pleito de Bombita y Machaquito con el empresario don Indalecio Mosquera sobre los miuras (pretendían aumentar los honorarios de los toreros cuando lidiaban ganado de dicha vacada, basado en que por la leyenda de esos toros se permitía a los empresarios elevar el precio de las localidades)  el que le dio la oportunidad a Vicente para destacar. La ausencia de los carteles madrileños de la pareja de moda hizo que incluyeran al valeroso torero madrileño en los carteles de abono..............En 1910, otro hecho sensacional vino a culminar de manera definitiva su carrera como matador de toros. El día 2 de octubre es anunciado para torear en Madrid cinco toros de Guadalest y uno de Concha y Sierra. Su actuación fue apoteósica, sobre todo en el cuarto, manso y fogueado, al cual le hizo una lidia perfecta en todos los tercios, acabando con el toro de una gran estocada. La plaza de Madrid vibró como pocas veces había vibrado y a Vicente le concedieron la primera oreja que se daba en el coso de la capital de España. A partir de entonces fue el torero preferido de la plaza de Madrid, y más tarde, en tiempos de Joselito y Belmonte, continuó sosteniendo su prestigio frente a aquellos dos colosos...........................Ha sido este diestro un gran ejemplo de pundonor en los ruedos, y se le ha querido comparar con Machaquito. Indiscutiblemente, toreando con la muleta era muy superior el madrileño al cordobés, ya que frente al movido trasteo machaquista, impuso una quietud y un aplomo verdaderamente admirables.............En cambio, en la estocada Machaquito le ganaba, ya que Pastor no se perfilaba, sino que dando el frente al toro, acechaba a éste para clavarle al salto. Machaco, no siendo tampoco un estoqueador completamente ortodoxo, le daba mayor emoción y peligro a la suerte suprema................Pero de una u otra forma, Vicente Pastor fue un gran torero, para el que le viene mejor el apodo de El soldado romano que el de El chico de la blusa..................En su vida privada permaneció célibe y vivió siempre con su madre y hermanas. Cuando falleció en 1966 ostentaba el decanato de los matadores de toros"

Oigamos a Cossío:

"Excelente muletero, seco y castigador, que usaba con preferencia la mano izquierda, entusiasmando a los públicos sus pases naturales por alto y de pecho.....Sin disminuir el mérito de sus estocadas, mejores por el resultado que por la ejecución, creo que su mayor valía fue la de torero severo, honrado y dominador"

Néstor Luján escribe:

"Como artista fue escasamente notable, pero en cambio es el símbolo final del lidiador concienzudo.......que entendía las faenas de muleta como preparación de la muerte del toro y absolutamente ajenas a la idea de adorno artístico que hoy busca el público......Fue un torero basto con la capa, oportuno quites, duro con la muleta, práctico y osado con el estoque. No banderilleó jamás ni se permitió filigranas de adorno. Como matador era imperfecto, pero eficaz"



Jorge Laverón, en su Historia del Toreo, escribe:



Vicente Pastor fue un torero valiente y honesto, auténtico ídolo del pueblo de Madrid……………..Su noble figura ocupó un lugar irremplazable en el corazón de los aficionados de la capital………….Era un torero duro de rostro y expresión. Torero muy serio, muy sobrio, eficaz con el capote y con la muleta pero desprovisto de gracia y galanura. Fue un gran estoqueador: mataba de cerca, despacio, y sin dar el paso atrás………..El pase natural por alto fue su más genuina creación. Un muletazo de gran belleza plástica que nadie jamás repitió.......................En la temporada de 1910 tuvo lugar su más recordada hazaña taurina. Fue en la plaza de Madrid el día 2 de octubre. El toro, Carbonero de nombre, de la ganadería de Concha y Sierra, fue condenado a banderillas de fuego por lo manso y reservón de su comportamiento en varas y en banderillas. Pastor sometió al toro en los medios de la plaza por naturales y obligados por bajo; en cuanto igualó la fiera, entró a matar para hundir la espada en todo lo alto y hacer rodar al cornúpeta en el centro geométrico del palmo de terreno en que acababa de darle desde el primero hasta el último pase de muleta. La conmoción fue inmensa y se le concedió la oreja de Carbonero, primera que se otorgaba en la plaza de la carretera de Aragón. F. Bleu, testigo del suceso, narra el hecho: Fue un resplandor, una visión del arte frascuelino; un trabajo de conjunto y de detalle no visto en mucho tiempo; hecho emocionante que sacudió las fibras cardíacas del espectador; el público se rendía a la grandeza de lo realizado."



Fernando Claramunt, en su Historia gráfica de la Tauromaquia, escribe:

 "Con telas viejas del taller en que desguarnecía coches se hizo una especie de capote. Salió a torear embolados vestido con la blusa propia de su oficio. De ahí el apodo de El Chico de la Blusa......................Destinado a luchar en Cuba se libró de la guerra merced a muchos sacrificios hasta que logró ahorrar las 1.500 pesetas necesarias para pagar a toro que fuera en su lugar....................Tras su alternativa en Madrid, el crítico Don Modesto elogió su actuación y afirmó enfáticamente: "Ha muerto el Chico de la Blusa y ha nacido Vicente Pastor"................A finales de la temporada de 1910 había cortado una oreja en Madrid el 2 de octubre al toro Carbonero, de Concha y Sierra, primera que se concede en Madrid en el siglo XX..................¿Qué aportó al toreo? Honradez profesional inigualable. Oportunidad en los quites...............Sobrio, seco, duro, con capa y muleta. Bravo estoqueador, famoso por el salto que le ayudaba a clavar. En el volapié era -como Machaquito- más emocionante que puro ejecutor de la suerte. El natural rematado por alto, "de pitón a rabo", con los pies bien sentados en la arena, ha quedado para la historia como el pase más representativo de su bagaje"


El mismo Fernando Claramunt, en su libro Los toreros de la Reina Isabel II, escribe:

"El taller de guarnicionero donde fue aprendiz Vicente Pastor estaba muy cerca de la casa de Pío Baroja, a quien, como a otros escritores del 98, irritaban estas cosas. Vicente Pastor era el torero predilecto de la popular Infanta Isabel, cariñosamente conocida como La Chata. Cuando salía de los toros con su dama, en coche descubierto, le decía: "Yo soy de Vicente Pastor, que es el que manda en España. Después del Rey, se entiende". ¿Por qué molestaría esto a los que nos querían europeizar a cualquier precio? El rabiadero entre casticistas y europeístas no ha cesado, ni mucho menos, en nuestro siglo XXI"

Gregorio Corrochano escribe con admiración sobre la faena de Vicente Pastor al toro Carbonero, de Concha y Sierra:

"Vicente Pastor y el toro Carbonero nos enseñaron cómo es fuerte y emocionante el toreo clásico, cuando el valor se une al conocimiento de las reses y al conocimiento de las suertes. Vicente Pastor fue el Frascuelo de su tiempo, por su oportunidad y valor en los quites, por sus faena en tablas y por su decisión al entrar a matar dando el pecho, por derecho y sin el paso atrás. Este toro Carbonero lo hubiera firmado Frascuelo. El toro Carbonero fue manso. Las banderillas de fuego lo hicieron más receloso y de sentido. Se paró en los medios. Allí fue a buscarle Vicente Pastor, y le obligó y le dominó, toreándole por bajo y al natural. La faena fue breve, justa y precisa; nada le faltó para ser completa, y nada le sobró para ser perfecta. El toro cambió. Gran ejemplo de faena de castigo y dominio. Le arrancó a matar por derecho y en corto y dio una estocada hasta el puño. El toro rodó en el mismo sitio donde se había desarrollado la faena . Fue tanta la emoción, que había que darle salida de manera desusada. Se pidió la oreja en Madrid, donde no era costumbre. Y se concedió................................La faena no fue bonita, pero tuvo una gran belleza. Lo bello es superior a lo bonito, tiene más emoción, y más fuerza y más vida. Lo uno agrada, lo otro impresiona. Impresionó tanto, que sobre todas las cosas bonitas que se hicieron aquel año lo que resalta es el toro Carbonero"

José Alameda, en su libro El hilo del toreo, escribe:

"Vicente Pastor y Rafael el Gallo están en los extremos: el uno, seco, sólido, realista; el otro frágil, coruscante, lleno de fantasía. Aquel, valeroso siempre; este, famoso por sus espantadas"


Federico Alcázar, en su libro Sánchez Mejías, publicado en 1922, escribe:


“Comúnmente al valor se le ha confundido con la temeridad, hasta el extremo de emplear como sinónimo su significado [….] Porque la valentía es algo aparte y distinto de la temeridad [….] .El valor es algo sustantivo y fundamental. La temeridad es una cosa adjetiva y circunstancial. La valentía es permanente; la temeridad es momentánea [….] La primera es un acto esencialmente humano [….] La segunda es un impulso animal [….] Fijaos en dos tipos de toreros, el uno valiente y el otro temerario: Vicente Pastor y Machaquito. ¡Cuán distintos son en los momentos de peligro! En Pastor, todo es serenidad, reposo, energía, decisión. ¡Qué sensación da de fortaleza, de impasibilidad, de dominio, de seguridad, de fuerza, de fiereza, de verdadero valor. Miradle bien; no se inmuta, no cambia, no se violenta. Dijérase que es un estoico, que tiene un gesto de sublime indiferencia ante la muerte”

 
“Hay toreros que creen que el arte debe ser sobriedad, intensidad, dominio, eficacia, honradez, serenidad, emoción, algo fuerte, profundo y entrañable, como Vicente Pastor y hay otros que estiman que el arte debe ser gracia, donaire, garbo, adorno, alegría, floreo, visualidad, una nota brillante de color, de pompa, de ornamentación decorativa externa y fugaz, como Rafael el Gallo”


Carlos de Larra, más conocido como "Curro Meloja", en su libro Grandes maestros de la Tauromaquia, escribe:

Vicente Pastor. ¡Fuera, fuera todos! ¡Dejad sólo al chico de la blusa!” Así dieron en gritar en la Plaza los madrileños al final de las novilladas invernales de 1893-94, cuando se soltaban, según costumbre, “varios novillos embolados para los aficionados que gusten bajar al redondel”. Entre ellos se destacaba uno, que quitándose su blusa azul, toreaba con ella a los moruchos con valerosísima seriedad. Como nadie sabía su nombre , la blusa sirvió para distinguirle y alentarle, protegiéndole contra la turbamulta de maletillas que le rodeaba. Fue, pues, el propio público, interesado por él, quien puso su apodo a Vicente Pastor, un muchachote recio, moreno y desgarbado……………Vicente –pundonor y tenacidad- puso siempre su honrado empeño en superarse, y de gran matador que siempre fue –pese al salto que daba al entrar- llegó a convertirse en un gran torero: dominador de todos los toros, parándose con ellos y aguantándolos como pocos, y, sobre todo, prodigando la verdad del toreo al muletear casi siempre con la izquierda, magistralmente. Gran director de lidia y atento siempre a ella y al riesgo de sus compañeros, sus quites oportunísimos y muchas veces temerarios, quedaron como modelo. Mermadas ya sus facultades por los años y las cornadas, aunque sin decadencia ni fracaso, decidió retirarse, y lo hizo el 20 de agosto de 1918, toreando en Madrid su última corrida, a beneficio del Montepío de Toreros, que presidía, y matando en ella el primer toro, veragüeño, negro y “Cabrero” de nombre, cuya muerte brindó a Don Alfonso XIII, que quiso presenciar la despedida de su paisano. Y desde entonces vive en su pueblo, como particular, este formidable torero madrileño, ejemplo de honradez profesional, cuyo nombre pasará a la Historia entre los más destacados de todos los tiempos”



Del libro Adiós, Madrid de Andrés de Miguel y José Ramón Márquez, extraigo los siguientes párrafos:

"En la castiza calle de Embajadores, en el portal número 7 vivía el no menos castizo diestro Vicente Pastor, "el único espada madrileño que, con el estoque, ha llegado al nivel de las celebridades de Ronda, Sevilla y Chiclana", en opinión del crítico Natalio Rivas...................Una placa de azulejos firmada con el rimbombante nombre de "El pueblo de Madrid" recuerda al torero, muy querido de sus paisanos, en la casa del célebre ascensor que figuraba como seña de identidad en la tarjeta de visita del diestro. En efecto, se hizo el torero unas tarjetas donde figuraba: "Vicente Pastor, Calle Embajadores 7, 2ª Izquierda, hay ascensor".......................Don Modesto, crítico taurino, popularizó esta frase en sus crónicas y cuando Pastor no estuvo afortunado tituló: "Hoy el ascensor no funcionó"...................Fue Vicente Pastor un hombre retraído y respetuoso, muy enraizado en el barrio que nunca abandonó y que le vio nacer en la calle de Santiago el Verde número 9. Era dueño de una figura no excesivamente agraciada, aunque de gran dignidad. En Sevilla le llamaron "El soldado romano" por la poca gracia que tenía al andar, pero en el ruedo, gracias a su toreo valeroso y dominador, compitió con ventaja con la pareja que formaban el sevillano Bombita y el tercer califa cordobés Machaquito, resistió la irrupción de Joselito y Belmonte y siguió toreando hasta 1918"

Extraigo algunos comentarios que Vicente Pastor, le hace al periodista José María Carretero, más conocido con el pseudónimo de El Caballero Audaz, en su obra El Libro de los toreros:

"Volteretas, achuchones y palizas, los toros me han dado infinidad.............Cogidas de importancia, sólo he tenido cuatro, y, sobre todo, una que me ha hecho sufrir por quinientas"..................."Ya cuando Bombita y Machaco se comenzó el toreo de exposición. Y en los terrenos que se torea hoy no se ha toreado nunca.............Yo no sé dónde van a torear los que vengan detrás de nosotros para oscurecer a los lidiadores de hoy..........No lo sé"......................"Belmonte, la tarde que dice "¡A acercarse!", parece que está fabricando el toreo; Gallito sabe más y tiene más facultades que ha tenido nadie. Ni Guerra ni ninguno supo lo que sabe y hace Gallito. Y El Gallo mayor..............Bueno, cuando Rafael sale con el vértigo de lo superior, no hay quien le iguale. Entonces a mí me gusta más que ninguno"........................"De los antiguos toreros Frascuelo era mi hombre y de mis tiempos, Reverte. Yo era revertista. No se me ocultaba que Guerrita era más largo y sabía un rato más de toros; ¡pero Reverte!.............Para mí era una sugestión; yo no sé si mi admiración la producia el torero o el hombre; el caso es que yo era capaz de matarme por Reverte"....................."Bombita era valiente como un perro y elegante como un duque. Además, muy simpático"........................."Yo me crié sin saber lo que era eso de los toros. Mi oficio era guarnecer coches............A los 15 años no había visto ninguna corrida...............Un domingo se me ocurrió subirme en el estribo del coche de los toreros...............Me colé en la plaza por una ventana y quede maravillado del espectáculo. En aquel momento me entró la locura del toreo. Cuando echaron los embolados, yo fui el primer voluntario que saltó al anillo. Allí, con mi blusa de trabajo, hice locuras ante los toros............Recuerdo que esa semana la pasé chalaó, deseando que llegara el domingo para volver. Y así fue. Ese día llevaba mi capote debajo de la blusa de trabajar...........Quitaron este número de los embolados y lo sustituyeron con un becerro, que mataría el popular Chico de la Blusa...........Cuando se enteraron en casa hubo las consiguientes palizas. Mi padre, que no era manco, me puso tibio"........................"El oficio no lo dejé hasta que pude torear aquí formalmente. Fui torerillo y guarnecedor al mismo tiempo. Toreaba los domingos, y el lunes, a las ocho, estaba en mi taller"......................."Todo lo que iba ganando en las becerradas y novilladas lo apartaba para librarme de quintas"........................."El día de más satisfacción fue el día de la oreja aquí, en Madrid, y que fue con un toro de Concha y Sierra"................."No me han echado ningún toro al corral, pero ha faltado poco"......................"Para mí, la suerte de matar, llegando bien al toro, es la de más cuidao. Yo, desde que sale el bicho, no me preocupo más que del momento de matar. Toda la lidia me la paso preparándolo y corrigiéndole defectos para que llegue suave a la muerte y, sobre todo, no achuche por el lado derecho"........................."Llevo ganado más de un millón de pesetas"

El propio Caballero Audaz escribe sobre la retirada de Vicente Pastor: "Un buen día, y precisamente después de un gran triunfo en Madrid, Vicente Pastor llegó a su casa y le dijo a su apoderado, el simpático Gallardo:
-No me firme usted más corridas y ponga un telegrama a las Empresas con las que tenga compromisos, anunciándoles que no toreo más.
-Pero, ¿por qué Vicente?
-Por esto- dijo Vicente Pastor. Y, tomando unas tijeras, se cortó la coleta y se la entregó a su madre, que lloraba de alborozo.
Aún insistió Gallardo:
-Pero esto es una locura............Y precisamente hoy, que ha tenido usted un éxito enorme, ¡que le ha dado un baño a Joselito!
-Pues por eso -dijo Vicente-. Sólo yo sé lo que me ha costao poderle esta tarde a José............Y como yo ya no estoy en edad ni me encuentro con fuerzas para hacer todos los días lo que hoy, y el no hacerlo sería quedar en ridículo, no vuelvo a coger un capote ni una muleta en todo lo que me resta de vida"

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