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NOTA INFORMATIVA:

CON MOTIVO DEL CENTENARIO DE LA MUERTE DE JOSELITO EL GALLO, HE PUBLICADO UN LIBRO EN EL QUE SE RECOGEN TODAS SUS ACTUACIONES EN LA PLAZA VIEJA DE MADRID, VISTAS POR LA PRENSA.

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Este Blog nace como un homenaje a todos aquellos que, a lo largo de la Historia del Toreo, arriesgaron y en muchos casos entregaron sus vidas, tratando de dominar a la Fiera.

martes, 15 de mayo de 2012

CURRO ROMERO. Verónicas






Cante y canto es el toreo:
Es cante en Rafael de Paula
Y canto en Curro Romero.

                                      José Bergamín. De "La música callada del toreo"


Esa música, ese canto,
ese melodioso eco,
que escuchamos con los ojos
y con los oídos vemos.

Esa soledad sonora
de musicales silencios.
Ese inaudito, invisible,
saber que es sabor del tiempo.

Esa ilusión del sentido
-saber y sabor toreros-
es en Romero y en Páula
quintaesencia del toreo.

                                          José Bergamín. De "La claridad del toreo"





Y... ¡viva el verde alamar!
¡Vivan el valor y el miedo!
¡Y viva el "quiero y no puedo"!,
por... lo que pueda pasar,
¡Y viva el callado andar
de ese Albéniz giraldero,
o Almotamid muletero,
color alquimia y habano,
que en el ferial sevillano
se llama Curro Romero!

                        Francisco Montero Galvache



Curro Romero,
olor de romero.
Diego Puerta,
color de huerta.
Paco Camino,
frescor de molino.
....................
Y aun queda el octavo niño
de Écija, bosque de torres,
sartén de julios y agostos:
Jaime Ostos.

Gerardo Diego


“Curro Romero es un gran torero, qué duda cabe: está lleno de experiencia y habilidad, sabe al dedillo los secretos de su oficio, y en su prestancia, en su manera de presidir la cuadrilla, de saludar, de brindar, de citar al toro, de llamarlo al engaño, de adornarse, revolar el capote o adelantar la muleta, se trasluce mucho del regocijo, el señorío y la elegancia de sus paisanos. Pero ver torear a Curro en la Real Maestranza es un espectáculo que se desdobla en dos: el del toreo y el del amor compartido y exhibido sin vergüenza…………He visto torear a Curro Romero en muchas plazas, en buenas o malas tardes; pero sólo en la Maestranza, y sólo a él, lo he visto torear haciendo al mismo tiempo el amor con tanta gente”


Mario Vargas Llosa. Del pregón pronunciado en Sevilla, el 23 de abril de 2000, en el teatro Lope de Vega, para inaugurar la Feria. Del libro El sentimiento del toreo, de Carlos Marzal,1986.






"El único que me interesa es Curro Romero. Es diferente a todos, aunque todavía no he descubierto si lo que hace es torear o acompañar a los toros; de cualquier manera, es distinto"

                                                                                                                         Juan Belmonte Campoy


"Pero cómo voy a matar una corrida de Miura si me da miedo hasta darle la mano a don Eduardo"

                                                                                                                           Curro Romero

"Mi público preferido es el del tenis, que siempre está en silencio"

                                                                                Curro Romero






"La lentitud, la hondura, la desgana, / la gracia en ese puro ofrecimiento / incorpóreo. Sublime sacrificio / de la pierna contraria, sueño inmóvil / cuando ya nada importa morirse toreando / con la mano muy baja y la muñeca rota / en mitad de la suerte dormida y vencedora".

                                                                            Santos Domínguez




En el libro Todas las suertes por sus maestros, de José Luis Ramón, Curro Romero comenta:

"Cuando se ejecuta la verónica con pureza no hay trampa posible, lo mismo que si toreamos con la panza de la muleta con la mano izquierda. Eso es maravilloso. Yo gozo mucho toreando lo mismo con el capote que con la muleta, pero donde creo que de verdad me siento es con el primero................Siempre he cogido el capote muy cortito, con las manos bastante cerca de la esclavina. Es evidente que toreando así, con el capote pequeño, se le dan al toro más ventajas, y el torero tiene que resolver toreando con la cintura. Siempre he procurado torear con las muñecas y con la cintura...................A lo animales hay que poderles desde un primer momento, y esto se consigue andándoles para adelante................La culminación de ese movimiento hacia fuera está en rematar el lance hacia dentro y no hacia fuera. Esto es importantísimo..................Para que el toreo sea profundo y hondo hay que cargar la suerte. Esa ha sido siempre mi forma de entender el toreo. Desde que empecé he sentido que hay que echar el pecho para delante. Cuando lo haces así, y te vas detrás del capote, la verónica surge pura y entregada"



















Francisco Romero López, Curro Romero, nació en Camas (Sevilla) el 1 de diciembre de 1933.  Inició su carrera de torero en la plaza de La Pañoleta de Camas el 22 de agosto de 1954. Se presentó en Sevilla en una tarde de 1957, y su éxito fue tan apoteósico que todos los que lo presenciaron lo recuerdan como una de las efemérides más importantes de la Maestranza. El 18 de julio de 1958 se presentó en Madrid, en la lidia de seis novillos de don Alipio Pérez, con Adolfo Aparicio y el colombiano Vázquez II. No fue muy afortunada su primera aparición en el ruedo de Las Ventas.

Tomó la alternativa el 18 de marzo de 1959 en Valencia, de manos de Gregorio Sánchez, estoqueando en compañía de Jaime Ostos, toros del conde de la Corte. El de la ceremonia se llamaba Vito. No fue muy brillante ni mucho menos su actuación y ya hasta en la misma Sevilla estaba abocado al hundimiento total, cuando con dos toros de Peralta, en la Feria de Abril, realiza dos faenas verdaderamente memorables, que le colocan de nuevo en el candelero.

Confirmó la alternativa en Madrid el 19 de mayo del mismo año, cediéndole Pepe Luis Vázquez el toro Lunito, de doña Eusebia Galache de Cobaleda, y actuando de testigo Manolo Vázquez. La corrida tuvo que suspenderse por la lluvia, después de lidiado el cuarto toro.

El 19 de mayo de 1966 logró la proeza de cortar ocho orejas a seis toros en La Maestranza de Sevilla.

Con alrededor de 900 corridas toreadas en su carrera, se despidió de los ruedos en un festival realizado en La Algaba (Sevilla), el 22 de octubre de 2000, donde cortó dos orejas. Sin embargo, la última vez que se vistió con traje de luces fue en Murcia, el 10 de septiembre de 2000, corrida en la que alternó junto a Julián López «El Juli» y Pepín Jiménez, y donde se torearon toros de la ganadería de Luis Algarra.


El mismo Curro Romero, al recibir en abril de 2008 la medalla de oro de las Bellas Artes, comenta:

"El toreo es misterio y haya que dejar que lo sea, sin reglas, propiciando los momentos de extrañeza absoluta. Son esos en los que estás delante de la cara del animal y de repente te conviertes en aire, en lámina, en mirada. Solos el toro y tú. Sin ver ni escuchar nada más............Eso es la armonía. Y miras de frente al bicho y su mirada te habla, te dice cosas, te da sus claves, porque los toros embisten y cogen con los ojos"


Antonio Díaz Cañabate escribió en ABC una crónica de premonitorio título:

"Ya vi a Curro Romero": "Llega el quite de Curro Romero. Se ha callado el run-run. La incógnita se va a despejar. Curro Romero cita al toro. Han cambiado el tercio. Una verónica. Es la brisa que templa al sol. ¡Cómo nos acaricia el arte! Los olés sevillanos estallan..............Otra verónica. ¡Josú! ¡Asín se torea! Un recorte ¡Er niño viene güeno! ¡Es un torerazo!, aventuran los que ya dan por resuelto el problema.....................¡Menuda polvareda ha levantado con sólo dos lances!

En otra crónica Cañabate escribe:

 "Torea a la verónica. Echa la pierna adelante, cimbrea el cuerpo, carga la suerte, estira los brazos, pero le falta algo. Quizá le sobre la lluvia...............El toro está difícil. Curro Romero se ha percatado de ello. No cesa de llover................Curro no pretende vencer las dificultades del toro. No es un luchador............"

Suárez-Guanes, currista convencido, recuerda en su libro sobre la historia de la plaza de toros de Madrid:

"En terrenos entre el 9 y el 8, iba dibujando aquel sevillano de aire agitanado, un hacer perfecto que era mezcla de mimo, dulzura, suavidad, tersura sin igual de su tela de franela"

Carlos Abella escribe:

 "La leyenda de Curro Romero se ha forjado en el ruedo. En las luces y las sombras de su toreo y en la peculiar idiosincrasia de su personalidad humana. Y en algo que ha sido poco valorado: en el valor que hace falta para permanecer en activo tantos años -más que ningún otro torero en la historia- basando su toreo en el arte y no en el dominio o la técnica...................Muchos aficionados no han valorado en su justa medida la dureza con que los toros han castigado al torero de Camas.....................Lo cierto es que tampoco ha sabido ocultar su temor ni su miedo al entrar a matar o al citar con su dubitativo pulso.................No hay antecedente semejante en la historia del toreo de torero que durante tantos años haya conseguido mantener la llama sagrada de su creatividad y que la tan taurina frase de "se le espera" se haga realidad una tarde y otra.......................Ni Chicuelo, ni el propio Pepe Luis -su más inmediato antecesor en este fervor- consiguieron hacer del corazón de los sevillanos y de los madrileños un órgano de extrema sensibilidad y de eterna comprensión"

Paco Aguado, en su libro Figuras del siglo XX, ha escrito con gran perspicacia:

 "Romero siempre necesitó su toro, un toro que se desplazara, que quisiera tomar el engaño sin regatear esfuerzos ni exigiendóselos a él. Un toro que comenzó a ser cada vez menos frecuente.....................Fue aquel "parón" del toro de los 70 el culpable de que los éxitos del "Faraón" se espaciaran más, pero también, paradójica y evidentemente, el que facilitó su permanencia en la profesión hasta los 65"

Clarito, que aún alcanzó a verle, escribe:

"Gran tipo desde luego......................y puestos a torear, los toros de larga embestida le hermosean el viaje y los remisos le atosigan. Pero muy compuesta la figura, el armonioso movimiento de los brazos, su ritmo, su cadencia, consigue con los toros que colaboran al remate de las suertes, lances y pases que le crean una fantástica personalidad y un sonoro romance"


El poeta cordobés Luis Jiménez Martos escribe:

"Puede ser que la magia empiece por la sandunga del nombre y apellido en los que las letras bailan por sevillanas y repiquetean las castañuelas de gusto. La magia continúa por la índole indudablemente aristocrática de su pereza. Alguna vez torea de modo inolvidable. Las demás no hace nada. Es decir, no trabaja....................Curro siente y expresa la voluptuosidad exquisita de la santa pereza del sur. Quienes se lo lleven a hombros por las calles de Sevilla tampoco trabajan en ese momento. Cumplen un rito, llevan un santo en una procesión. Es un asunto de devoción, de tener mucha fe y de cultivar la virtud de esperar. Los feligreses de la parroquia en que oficia Curro Romero son héroes y mártires de una santa paciencia que ni el mismísimo Job pudo soñar"

Fernando Claramunt, en su Historia gráfica de la Tauromaquia, escribe:

 "A finales de los años cincuenta se llenaron las plazas del perfume sevillano de las verónicas de Curro Romero..................Es un sevillano que se expresa a través del "duende" más que de la gracia. Por eso, con la capa entronca más con el Andaluz, Juan Belmonte o Antonio Montes que con toda la pinturería de Chicuelo, Pepe Luis, Pepín o Manolo González. Hondura, misterio, solemnidad. Menos gitano que Cagancho y los Vega de los Reyes, pero con ecos de su faraónica jerarquía..................Curro, calladamente, depura su ya acendrado toreo puro, clásico, hondo"......................El toreo se alejaba con velocidad vertiginosa de sus cánones en la década de los sesenta y arrastraba a muchos profesionales en la vorágine encimista, tremendista, de pases circulares, toreo de espaldas, saltos de rana, etc. Pero Curro estaba "donde debía estar". Por eso le llovieron cornadas graves"....................Curro es la elegancia, el empaque, la lentitud......................En los últimos ochenta ver torear a Curro Romero es más que un rito........................Se sale con un acto de contricción y arrepentimiento, pero se vuelve a ir a la corrida siguiente con el ramito de romero y la esperanza renovada, por si Curro quisiera...................De pronto un par de lances, un pase de muleta nada más, y todo reverdece. De nuevo, primavera sevillana. Duende y tarro de Curro"


El mismo Fernando Claramunt, en su Historia del Arte del Toreo, escribe:

"Según todos los indicios, sólo hay un Curro en el mundo, y todo lo demás es accesorio. De todos los ismos desde la posguerra hasta hoy, es el de mayor duración. "El Faraón de Camas", por ser irrepetible, se ha sucedido a sí mismo durante varias décadas. No es el que más corridas ha toreado cada año, ni todas han sido éxitos apoteósicos. Pero sus salidas en hombros de Sevilla y Madrid, además de otras plazas de categoría, dan fe de su buen hacer en tardes de inspiración. El currismo es una forma de ser, sentenció un juez en un proceso que se hizo famoso, en el cual una parte era currista y la otra se permitió faltar al respeto a este credo..............¿Movió hilos invisibles entre bastidores Francisco Romero para que existiera este culto hacia su persona y su arte? ¡No, y mil veces no! Con soberana independencia ha permitido que unos y otros dijeran lo que hayan querido decir. El propio torero se asombra delante de un periodista: "El año que bien ya serán cuarenta y dos ferias de Sevilla seguidas. ¡Qué barbaridad!"......................La trayectoria de Curro nos hace recordar la de Rafael "El Gallo". Uno y otro toreros han sido divinos y geniales, no sólo para los sevillanos. Con menos sabor gitano que el divino calvo, "Cagancho" o los Vega de los Reyes, pero con ecos de su faraónica jerarquía, su duende andaluz no ha perdido sabor al llevarlo más arriba de Despeñaperros. No ha mudado con el aire ni con los años, al contrario. La decisión, tan sabia como inevitable, de retirarse al ver la voltereta de Morante de la Puebla, a fines del año 2000, pone punto final a una carrera, pero no a una leyenda"


Cossío escribe:

 "Curro Romero pertenece a esa especie de toreros artistas que produce Andalucía, puede decirse que por la gracia de Dios. La calidad de su toreo es extraordinaria, y aun en tardes menos afortunadas, perceptible para el verdadero aficionado. No busca el éxito en excentricidades ni nuevas suertes, sino en la personalidad que presta a los eternos lances de la lidia...................Torero polémico, es defendido a ultranza por sus partidarios, sevillanos en su mayoría, y criticado también con pasión por sus detractores..................Necesita, como los artistas de su cuerda, la presencia de un tipo de toro que no sale con frecuencia a los ruedos. Ello determina sus no escasos fracasos, ya que por falta de técnica o valor no intenta siquiera el conseguir una actuación discreta o digna. La calidad de su toreo, lánguido y majestuoso a la vez, está fuera de toda discusión. Es lamentable que a este Curro Romero no le acompañe el ánimo en tantas ocasiones....................Sus clásicos cuatro mantazos dados con el pico de la muleta y la forma inadmisible de entrar a matar fueron la parte negativa de su toreo. Pero en ocasiones, destapó su clásico tarro de las más puras esencias"

Juan Posada escribe:

 "Los excesos histriónicos de El Cordobés comienzan a cansar. Los aficionados descubren al sevillano Curro Romero. Aunque sabían de él, apenas se habían percatado, casi ni en Sevilla. Sobrevivió al empuje de El Cordobés. Su particular filosofía del toreo y de la vida hace posible que traspase la barrera del siglo XXI. Curro ha tenido la suerte de que el duende se fijara en él y lo eligiera diestro de sus preferencias. En las tres o cuatro etapas toreras en las que ha actuado ejerció de contrapunto. Sin ser un experto actúa como guardián de la técnica, aunque pueda parecer un despropósito. Como a él no le interesa dominar a un toro que no le gusta, para taparse, la única destreza que practica es la de pellizcar arte. Entonces, a un lado las normas. Torea con el sentimiento, con su compadre el genio, que cuando le ayuda, se estremece la Giralda. Torero corto, muy corto, escalofría a la gente porque la hace soñar. Muchos de sus inacabados muletazos tienen el poder de hacer torear, a su manera, a todos y cada uno de los que presencian sus faenas. Posiblemente no marque pautas, pero su contribución al arte del toreo es inconmensurable..............."

Rafael Ríos Mozo, en su Tauromaquia fundamental, escribe:

"Es éste sin duda, el toreo que más se ha querido en Sevilla de todos los tiempos. El público va a verlo de manera distinta a los demás diestros, con el deseo -pocas veces conseguido- de que haga una faena sublime.................Artísticamente puro, indolente y abúlico, con duende y con miedo; éstas son las características peculiares de este torero....................Lo primero que se requiere para que le cuaje faena a un toro, es que este toro sea subjetivamente el que Curro crea que es el suyo.................no es fácil averiguar cuál es la causa de por qué le hace faena a un toro aparentemente difícil, y también por qué deja ir a una res que está pidiendo pases naturales.................La personalidad de Curro Romero hay que contemplarla desde un punto de vista casi psicoanalítico, ya que en él se dan todos los misterios de la raza gitana -sin serlo- y toda la grandiosidad de los genios................El observará al toro de salida y lo tomará con el capote. Si el astado responde a ese "no se qué", el diestro de Camas bordará las verónicas de una manera perfecta, en que la suerte cargada hacia adelante y el capote a un ritmo justo para templar, nos dará la impresión real de que aquello es distinto, muy distinto a lo que hacen casi todos los toreros actuales. Yo lo definiría como el sentimiento hecho torero...................Luego, con la muleta hará también lo que le ordene su corazón y surgirán los ayudados por alto con la suerte cargada en toda su extensión, los pases con la derecha, de factura casi inimitable, y cuando está en completo son sus naturales inmensos como un cante por martinete, y sus pases de pecho, de pecho auténticos, sacándose el toro por la hombrera opuesta del lado que se engendró.............Todo y mucho más podía decir de Curro Romero; incluso de matar bien, como aquella tarde de mayo de 1966 en Sevilla, en que estoqueó seis toros de seis estocadas y un pinchazo.................Por el contrario, si el toro no responde al estilo que él quiere, se organizará el espectáculo, el mitin, de huídas despavoridas y de metisacas volviendo la cara..............Yo me limito a finalizar el estudio de este diestro con las siguientes palabras: "Hoy torea Curro Romero". Con eso está dicho todo"


César Jalón, en su libro Memorias de Clarito, escribe:

"Curro Romero nace al mundo en 1935 y a la fama -revelado en La Pañoleta-, más por lo que apunta que por lo que remata, en las novilladas de 1958. De su alternativa en las Fallas valencianas, va a feria de Sevilla  y pone allí sus jalones triunfales para un sinfin de ferias y fiestas -sevillanas- hasta más allá del comienzo de los años setenta. Por mayo confirma en Madrid su alternativa, no su rango artístico. Pues que la corrida -"corrida del arte": con Pepe Luis y Manolo Vazquez- se interrumpe a causa de la lluvia cuando fina el tercer toro..................Del bombeado arte de Curro Romero -para mí inétido aún, y nunca tendré ocasión de apreciarlo en todo su esplendor - me quedo ayuno y escasamente me es permitido juzgar sino figura y apariencias. Gran tipo, desde luego. Mas un poco denso; un tanto espeso, como el de aquel Joselito el Algabeño a quien sus facciones, su morenez y su continente recuerdan. Y puesto a torear, los toros de larga embestida le hermosean el viaje y los remisos le atosigan. Pero muy bien compuesta la figura, el armonioso movimiento de los brazos, su ritmo, su cadencia, consigue con los toros que colaboran al remate de la suerte lances y pase que le crean una fantástica personalidad y un sonoro romance.................Medroso -su pusilanimidad incrementada por cogidas en momentos de decisión-, para mayor desdicha de sus tardes desdichadas su robusto cuerpo flaquea con el estoque. No mata nada. Y el contraste de sus facultades físicas con las tímidas y huidizas pinchaduras exacerban el furor de los públicos en el mismo grado que hincha su entusiasmo la mera mención o el simple apuntamiento -no se diga su derroche- de una verónica o un natural de marchamo romeresco...............De los cortos esbozos; de detalles de su gusto depurado; se su toque, ha tenido que alimentarse mi juicio. Después de casado con Conchita Márquez Piquer -yerno del famoso Antonio Márquez- he alcanzado la dicha de tratarlo, pues es personalmente simpático, afectuoso y agradable. Mas nunca la de verle en su plenitud torera. Porque su plenos acostumbran a darse en la ruleta andaluza, por allá bajo, cuando he dejado de ser feriante"



Jorge Laverón, en su Historia del Toreo, escribe:

 
“El incombustible faraón de Camas es uno de los más grandes artistas de la historia del toreo. Genial e irrepetible. El lugar único que ocupa en la fiesta desde hace más de 30 años lo ha ganado con el aroma inconfundible de su arte. Curro Romero, a lo largo de su extraordinaria carrera ha triunfado en todas –absolutamente en todas- las plazas del planeta taurino, y ello a pesar de su irregularidad e inconstancia, de su apatía, de su abulia y del voluntariamente limitado número de corridas toreadas…………………..A Curro Romero, yerno de Antonio Márquez, le hieren mucho y gravemente los toros en sus primeros años de alternativa. Así que Curro, torero primoroso, tiene que echar desde joven mano de los recursos propios de los viejos lidiadores. En su plaza de Sevilla ha toreado más del centenar de corridas y ha salido siete veces en hombros por la histórica Puerta del Príncipe. En Madrid ha toreado 60 corridas y cortado 15 orejas, con cinco salidas por la Puerta Grande


Domingo Delgado de la Cámara, en su libro Revisión del toreo, escribe:

"Si Rafael de Paula ha sido el Curro Puya de los años setenta, Curro Romero ha sido Cagancho. El primero, virtuoso de la estética más bella; el segundo fascinando a todos con su empaque extraordinario................No es un ignorante de la técnica torera como Rafael de Paula. Curro conoce muy bien el oficio y sí que sabe quitarse de encima un toro difícil y ligar el toreo en redondo.................Su personalidad está muy por encima de su bagaje técnico................Sólo usa su técnica para intentar quitarse de en medio al toro que no le gusta. Con este toro no quiere saber nada. Y reserva su arte sólo para el toro bueno, aquel al que se torea con el alma olvidando la técnica............Si Paula fue el sueño apasionado de Belmonte, Curro ha sido la risa de Belmonte en sus momentos de alegría. Un torero menos pasional, menos roto, pero en la misma tradición. Es la cara alegre de la misma historia..........Torero, en suma, de la mejor tradición belmontista................Realiza el toreo fundamental. Sólo después de una buena serie se permite un adorno. Además, Curro no torea a la sevillana, es decir, con los pies juntos, aliviado y a media altura. Torea con gusto clásico y belmontino: pecho fuera, pata p'alante. Ahora bien, lo hace a su aire, sin el dramatismo ni el barroquismo de los gitanos. Con empaque, enhiesto, con muchísima naturalidad, sin ninguna afectación..............Curro ha tenido siempre mucho empaque: una gran elegancia natural que ha tapado muchos defectos y ha magnificado su toreo a veces hasta el exceso.....................Entre las tardes malas, alguna tarde extraordinaria. Éste es el Curro que hemos llegado a conocer todos, el de la verónica mecida y de extraordinaria suavidad, más breve que la de Ordóñez y Paula, pero más templada, más suave............haciendo ese toreo tan suave, sin esfuerzo aparente.................Quiere al toro que simplemente al presentarle la muleta vaya con suavidad. Le pone la mule planita y tira con mucha dulzura, porque el toreo de Curro Romero ha tenido dulzura. Era una caricia, no había ninguna brusquedad, todo era suavidad...............Luego, después del toreo fundamental, en que la ligazón era perfecta (Curro sí que ha sabido quién era Manolete), llegaba un guiño particular al toreo sevillano: una trincherilla, un cambio de manos............Con la espada era calamitoso. Mataba de horribles bajonazos, tan hábiles como indecorosos"


Felipe Garriges, en su libro Abriendo el compás, escribe:

“………de todos los que se visten de luces, uno de los que menos “curran” es Curro. Porque el torero es el arte de los vagos con sensibilidad, un placer del espíritu y no un esfuerzo de los músculos. Con Curro el toreo se convierte en la ceremonia del gusto y del refinamiento, y su muleta se troca en objeto del culto taurómaco. Curro sigue siendo el Faraón en Sevilla y por bien que toree en otro sitio, nadie gozará tanto como él como su público sevillano. Y es que al público maestrante le encanta interpretar las cosas del toreo de forma que nadie pueda entenderlas del todo excepto ellos. Sevilla es una de las plazas que mejor aprecian esos pequeños pero importantes detalles toreros, esas chispitas –siempre fugaces- que se producen en un abrir y cerrar de ojos…………….En Sevilla Curro no torea………..Baila una guajira delante del toro, lo mece con la esclavina de su capote y luego ¡a correr!, si se tercia. Tan honesto es con su arte que si no puede estar bien, no se tapa con oficio, sino que se topa contra el burladero en su desenfrenada huida. O está bien o rematadamente mal, pero nunca aburre. Poco importa su cara macilenta de miedo, que saque la pechuga en exceso, que toree a media altura o que imprima un ligero toque con el pico de la muleta hacia fuera. Ni tampoco que mate en bicicleta y a pellizcos. Poco importa, si se llama Curro Romero y estamos en abril y en Sevilla……………Cuentan que una Feria de Sevilla, después de haber pegado Curro tres petardos de los suyos, fueron a verle unos amigotes, que le dijeron: “Ya está bien, Curro, a ver si te arrimas un poco en la corrida que te queda”, a lo que Curro contestó: “A ver si quiere Dios que me arrime”…..Y no es un chiste; esto demuestra que el trance artístico en el que él mismo se ve también arrastrado es como si no fuera con él”

Robert Ryan, en su libro El toreo de capa, escribe:

"Curro Romero (en la verónica) culmina una estética que en sus primeros años evocaba la de Antonio Fuentes y en sus últimos la de Cara Ancha, aquel maestro que despidió con música Sevilla al verle torear por vez última a la verónica"


Gonzalo Carvajal escribe:

"Curro Romero toreó más despacio que la propia lentitud. Dos toros desorejados por un hombre lleno por el secreto y el duende de saber parar el tiempo"

Vicente Zabala, cronista del diario ABC, refiriéndose a la duodécima corrida de la Feria de Abril de Sevilla del año 1998, titula su crónica: A Curro Romero se le durmieron los brazos a la verónica para soñar el toreo, y escribe:  

"Curro Romero montó un alboroto de tal calibre con el capote que hasta los cimientos de la Maestranza temblaron. Qué manera de torear, qué belleza, qué empaque, qué cintura, qué lentitud, qué arte. Nacían las verónicas ya paradas de sentimiento, y mecían la embestida hasta hipnotizarla. Además, después, Romero dejó pinceladas y muletazos con el empaque y el aroma de su toreo camero y dio una clamorosa y emocionante vuelta al ruedo.

Iba la corrida cuesta abajo cuando a Curro se le durmieron los brazos, y se olvidó de todo. Mecía las embestidas a la verónica y las paraba en esculturas calladas. Torear tan despacio, torear así, a un toro de salida no es posible si no se tienen las muñecas partidas. ¿Cómo quieren que luego maten las mismas manos que acarician con tal suavidad el aire y crean monumentos y enamoran, caídas como ayer, cuando cae la tarde? Cuando se cerró la media, la plaza se había convertido en un manicomio, en un maravilloso manicomio. Los oles brotaban desde los tendidos hacia arriba, hacia el cielo, hacia Camas. Bendita locura de seguir toreando a su edad, porque momentos así no los congela ni los cincela nadie más que él, nadie más que Romero. Lo acaecido en la Maestranza raya lo inenarrable. Sería imposible que el cronista con su torpe pluma plasmara con toda la intensidad el éxtasis vivido"

Joaquín Vidal, refiriéndose a la misma corrida, la titula: Ese Curro incombustible, y escribe:  

"Curro Romero torea a la verónica al cuarto toro (Rodríguez Aparicio). Curro es un permanente renacer. Curro Romero se reaviva de sus propias cenizas y aparece de súbito hecho un torero juvenil y rozagante, valeroso y artista que va y pide pelea. Ese Curro Romero exclusivo es incombustible; como el propio arte de torear.Las verónicas con que recibió al cuarto toro fueron gloria bendita. Las verónicas con que recibió al cuarto toro fueron un cúmulo de valor, de técnica, de arte. Y enloquecieron a la afición. El toro se iba suelto, trotaba abanto abriéndose de las tablas y querían intervenir los peones, pero Curro Romero no les dejaba. Curro Romero había visto la condición del toro tan pronto apareció en el redondel. Qué ciencia infusa, qué genio intuitivo posee Curro Romero para conocer la catadura de los toros en cuanto asoman el morro por el portón de chiqueros constituye un insondable misterio. El caso es que según plantaba el toro la pezuña en el albero Curro hacia otro tanto con las zapatillas y ya estaba presente dispuesto a torear. Al cabo de unos cuantos galopes alocados del toro por los medios Curro lo trajo al tercio, le desengañó de sus querencias, le fijó en el engaño, le enjaretó en un palmo de terreno lo menos diez verónicas inmensas y las abrochó con media verónica de cartel. La Maestranza, ya se puede suponer, se convirtió en un manicomio. El gentío alborotado y en pie, unos se echaban las manos a la cabeza, se abrazaban otros y todos se rompían las manos de aplaudir mientras la banda soltaba al viento sus más jubilosos sones. Estaba lanzado Curro e hizo dos quites a la verónica. Uno detrás de otro. Todo el toro había de ser para él. Mecía el lance con una lentitud asombrosa y restallaban estruendosos los ol&ecute;s. Lo malo fue que no había toro. En el segundo quite se acabó el toro. Se acabó sin remisión al tomar la tercera verónica. Tal cual humillaba perdió el control, cayó de lado, se pegó la gran costalada y quedó en desairada posición, patas arriba, sorprendiendo al personal con la innecesaria exhibición de lo del día de la boda. Aún habría más Curro, más toreo, más arte; pero sin toro. De todos modos aquel toreo de capa quedó plasmado para la historia; su regusto, para engolosinar de por vida los más exigentes paladares; sus formas, como ejemplo de lo que es el arte de torear.

El único toro entero de la corrida salió en primer lugar, Curro Romero lo capoteó bien y en cambio con la muleta se limitó a trapacear. Como si estuviera acabado. Pero renació de sus cenizas en cuanto vio salir al cuarto y tras poner boca abajo la Maestranza con las verónicas tomó la pañosa y se emborrachó de torear. Aprovechando la nobleza del toro, y seguramente tambien su invalidez, le dio pases de todas las marcas, varios de ellos rescatados de las tauromaquias añejas. Todos los pegapases juntos son incapaces de dar al cabo de una temporada entera el riquísimo repertorio que Curro Romero desplegó en sólo tres minutos de faena.

Por eso es el faraón. ¿Algo que objetar?"


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