“El Cordobés”
- ¿lo ves?,
¿no lo ves?-
no es lo que es,
es lo que no es.
“El Cordobés” es un estratega
y de tanto como se entrega
y se arrima
las balas le pasan por encima.
“El Cordobés”
es el toreo al revés
y es el mechón de través
y la muleta rabieta veleta
pero sujeta
- derecha, izquierda - a la escondida rima
que de eco en eco canta y se aproxima.
“El Cordobés”
es el bordón reñido con la prima
y la mecánica muñeca
que tuerce y quiebra la embestida seca.
“El Cordobés”
es el toreo en inglés,
en danés
y en pequinés
y en volapuk y sin mover los pies.
¿Si no te quitas tú te quita el toro?
A “El Cordobés” el toro no le quita.
“El Cordobés” imita la mezquita
menos cuando andando, andando
se va del toro y es Pasos Largos con todo el alijo
por Sierra Morena
- “adiós, mi hijo”,
dice a mi lado una chilena -.
Él es rural y tónico y sonoro.
Bendito sea “El Cordobés” de oro
y sus salidas por Úbeda carrera
y cuando sale el sol por Antequera.
“El Cordobés” hereje
excomulgado sin concilio exprés
por su tejemaneje
y porque suma: dos y dos son tres.
“El Cordobés” de puja y de subasta,
de espaldas y al trasluz, al sesgo, al bies,
que se inventa con casta
el toreo que es porque no es.
“El Cordobés” no sabe ya si existe
y se palpa y se suena y se jalea y
en rapto como Elías por el cielo se pasea.
Y tú, recalcitrante negativo y triste,
vete a ver al fenómeno y al noúmeno
y apúntate catecúmeno
de la flámula y la fe de “El Cordobés”.
De “El Cordobés
ay,
que en San Sebastián le cantan ¡bai!
y que en Bilbao le gritan ¡es!
¿Y en Málaga? Por supuesto, ¡oui!, ¡ja!, ¡yes!
“El Cordobés”
podría ser un gran torero
pero él prefiere ser un ente
terráqueo y refulgente:
“El Cordobés”.
Gerardo Diego. El Cordobés dilucidado
Todo torero tiene su luz y su sombra,
pero a veces su sombra no responde
-corresponde-
a la luz de sus luces
y si en ella tropieza cae de bruces
y vestido de calle se borra, se despinta.
.........................................
Y El Cordobés que llega sonriente,
se sienta entre la gente,
le dan una guitarra
y la rasguea y canta -voz agrilla-
una copla campera, no flamenca.
..........................................
El Cordobés de paisano
corresponde exactamente
a Manolo de luces,
es él, el ente
y solo.
Es
-¿lo ves,
no lo ves?-
(¿lo retrato?
¿lo maltrato?)
es un gato montés.
Gerardo Diego. El Cordobés de paisano. de El Cordobes dilucidado
El propio Manuel Benítez, en el libro Todas las suertes por sus maestros, de José Luis Ramón, comenta:
"Yo, gracias a Dios tengo mi muñeca izquierda, que está rota de tirar tanto de los toros. Tengo un tendón completamente desplazado de hacer el juego de muñeca toreando al natural....................Según mi concepto, la serie de naturales debe estar compuesta de cinco o seis pases y el remate con el de pecho................El torero no debe perder pasos hacia atrás, sino que debe atacarle para delante con una serie de movimientos de la cintura y la cadera..................Con la izquierda yo he podido mucho a los toros. Se ha dicho que los reventaba, y es verdad.................Templar con la mano izquierda, ver pasar los pitones del toro, que no te toquen la muleta, pasártelo tan cerca que no quepa ni el aire, colocarle para ligar cinco o seis pases......es muy difícil"
A Juan Belmonte le preguntaron por "El Cordobés" en su época de novillero. Su respuesta fue:
"Pues que ha toreado en Córdoba sin caballos, ha llenado la plaza hasta la bandera y ha cobrado cuarenta mil duros"
Manuel Benítez Pérez, el Cordobés nació en Palma del Río (Córdoba) el 4 de mayo de 1936. Había heredado de su padre el apodo de el Renco por el que era conocido, pero para torear en sus primeros tiempos utilizó el de Palmeño en recuerdo de su patria chica.
José Luis de Córdoba, en su libro Córdoba en la historia del toreo, escribe:
"Salvo esporádicas salidas a los ruedos de Talavera de la Reina y Loeches, su iniciación taurina tuvo por escenario la plaza de Los Tejares, de Córdoba, el 15 de mayo de 1960.............lidiando novillos de Francisco Amián. Permítasenos transcribir un párrafo de nuestra crónica de aquella tarde, titulada La tila por las nubes: "El público, nervioso -tila, tila-, se miraba asombrado. ¿Se trata de un chalado o de un inconsciente? Nosotros simplemente decimos: se trata de un chaval que quiere ser torero. Si Dios le ayuda -y esta tarde Dios veló constantemente por él- lo será, porque a torear se aprende, a matar, también. Lo que no se aprende es a tener un corazón así de grande..........Que es, precisamente, lo que tiene de sobra Manuel Benítez Pérez".....................El Cordobés armó la revolución en novilladas sin caballos y consiguió que en pleno mes de agosto se pusiera en la plaza de Córdoba el insólito cartel de No hay billetes............Con picadores se presentó también en Córdoba, el 16 de octubre de 1960, en una novillada patrocinada por la Hermandad de la Virgen de las Angustias.............En el año 1962 llegó a alcanzar el record de 109 novilladas...............Su despedida como novillero fue en Murcia, el 23 de mayo de 1963, con ganado de Eusebia Galache...................Fue El Cordobés un toreo singular, desde luego nada ortodoxo. Pero no por ello hemos de dejar de reconocer sus méritos, que los tuvo, frente a sus defectos, de los que también adolecía...........Fue el torero que supo desatar más enconadas pasiones. Este ha sido, sin duda, uno de sus mayores méritos"
El 3 de junio de 1961 torea en Granada una novillada de postín con Armando Conde y Antonio Medina. Los novillos son de Juan Belmonte. Quiere poner banderillas citando de rodillas y recibe una cornada de pronóstico muy grave.
Tomó la alternativa en la nueva plaza de Córdoba el 25 de mayo de 1963 apadrinado por Antonio Bienvenida y actuando de testigo José María Montilla, con toros de la vacada de Samuel Flores y cortando las dos orejas del toro Palancar,negro, que abrió plaza.
Confirmó la alternativa en Madrid el 20 de mayo de 1964, al cederle Pedro Martínez (Pedrés), en presencia de Manuel García (Palmeño), la muerte del toro Impulsivo, de la divisa de Benítez Cubero. Aquella tarde, Manuel Benítez resultó herido de gravedad al muletear el toro del doctorado.
Después de la alternativa ha sido el torero más taquillero de su época, el que más cobraba por actuación y el que hizo subir los honorarios de sus compañeros y de los subalternos. Los demás toreros no podían con él, pero decían al unísono "¡Qué dure El Cordobés!"
. El Cordobés, anunció su retirada, inesperadamente en el mes de febrero de 1967. Pero desistió de su propósito, a instancias de un grupo de empresarios, que no dudaron en ir en peregrinación hasta la finca del torero, Villalobillos, para tratar de convencer al diestro de que su pretendida ausencia de los ruedos representaría poco menos que la ruina de la fiesta.
En sus mejores años torea en España 55 corridas en 1963; 72 en 1964; 111 en 1963; 74en 1966; 119 en 1967; 70 en 1968 y 64 en 1969.
En 1970 logró batir todos los records llegando a actuar en 121 corridas y en 1971 torea 87 tardes.
Tras otras retiradas, no cumplidas, decidió cortarse la coleta definitivamente el 30 de abril de 1988, en Córdoba, encerrándose en solitario con seis toros de los Herederos de Carlos Núñez, en corrida a beneficio de la Cruz Roja.
José García Fernández, en su libro Tauromaquia de el Cordobés, publicado en 1970, escribe:
"Los rasgos principales de su "tauromaquia" son:
1º. Quietud de los pies, verticalidad, inmovilidad en las suertes y hacer seguir fielmente la trayectoria del engaño al toro.
2º. Hacer girar al toro en arco muy cerrado y próximo a la verticalidad del diestro, el cual permanece en la cara del toro durante el tiempo del lance, esto es, no le despide a gran distancia como es lo clásico, sino que le obliga a evolucionar en terreno suyo, llegando a veces a la circunferencia completa.
3º. La forma de mandar en la Tauromaquia del Cordobés consiste en no separarse del toro, dejándolo muy cerca para ligar los pases sucesivos.
4º. El cite es con la capa o la muleta retrasados, ciñéndose siempre sin despedir al toro lejos.
5º. También es personal en el Cordobés la manera de dirigirse al toro, con gran decisión al inicio de la faena, deteniéndose en la cara del animal sin más preámbulo, ofreciéndole la tela. Es decir, que no le llama desde lejos, ni tantea, ni le alegra agitando la muleta, ni se detiene a corta distancia para avanzar a pequeños pasos"
6º. Desenvoltura fuera de lo corriente que prende en el graderío y establece una conexión asombrosa. Se complementa con gestos y muecas, de sorprendente efecto hipnótico sobre las masas: ordenarse o alterar el flequillo, rascarse la cabeza y guiñar el ojo al público y a los compañeros.
Cossío escribe:
"Se podrá discutir sobre la calidad del toreo del diestro de Palma del Río, pero no sobre su categoría y significación en el planeta de los toros durante los pasados años sesenta. Cierto es que buscó toda serie de alivios para llevar a término sus planes y con que él nació y murió una heterodoxa concepción de la forma de entender el toreo, opuesta radicalmente a las normas clásicas. Su forma de interpretarlo, aparte de "saltos de la rana" y otras extravagancias similares, se basaba en una inmovilidad absoluta frente a la fiera, lo que producía en los públicos indudable emoción. El atornillar las plantas de los pies sobre la arena era el factor básico y esencial de su personalidad...................Aunque nunca figuré en las filas de sus intransigentes partidarios he de reconocer, que con el tiempo, toreó en ocasiones con cierto clasicismo, lo que, por cierto, no era apreciado por sus fanáticos, que preferían el puro tremendismo"
La conclusión es clara, comenta Fernando Claramunt :
"Si el toro obedece y el Cordobés no sigue las normas clásicas es que ha inventado una nueva tauromaquia. Mandando a menos de medio metro de los pitones ha roto con el estilismo y ha creado un estilo propio. La base de todo ello es no mostrar miedo, no mover un músculo y permanecer en el terreno del toro mucho más tiempo que todos los toreros precedentes"
El mismo Fernando Claramunt, en su Historia del Arte del Toreo, escribe:
"¿Se puede hablar del arte de "El Cordobés". Algunos críticos lo negaron rotundamente y llegaron a no querer hablar nunca con Manuel Benítez. Antonio Ordóñez dijo que pensaba reaparecer para enseñarle a torear. Sin embargo, reconoció más tarde que, aparte de los saltos acrobáticos, tenía un juego de muñeca prodigioso, pisaba un terreno muy comprometido, muy cruzado y se arrimaba todos los días, con todo tipo de toros. La competencia era imposible. Miguel Mateo "Miguelín" saltó al ruedo, a cuerpo limpio, vestido de calle, para demostrar ante el público de Madrid que lo que estaba haciendo "El Cordobés" con el toro no tenía mérito ninguno. Tocó al toro y le acarició el testuz, pero no convenció a nadie y el público, negando la evidencia, siguió aplaudiendo a Manuel Benítez................Por otra parte, Manuel Benítez para hacer su toreo necesitaba reses apropiadas, para decirlo moderadamente, reses no demasiado ofensivas................Pepe Alameda lo incluye al término de su libro Los heterodoxos del toreo...............Reconoce que nunca estuvo abúlico. Lo encuentra cojitranco y chaplinesco, pero "con la tremenda fuerza estético-dramática de todo lo que se realiza in extremis"....................Largo y complejo es el análisis de los factores que intervienen en el ascenso, esplendor y decadencia del fenómeno taurino y social que ha sido Manuel Benítez"
José Alameda, en su obra Los heterodoxos del toreo, escribe:
"Digo que El Cordobés es técnicamente un caso simple, porque lo fue en extremo, en el extremo del toreo de línea "natural", sin asomo alguno de toreo "cambiado" o contrario. "Natural" es la técnica del que torea en línea con el toro, en la rectitud del toro y liga el toreo en redondo. "Cambiada" es la técnica del que torea sesgado, yendo hacia delante con el toro, sobre la base de muletazos de trinchera, de la firma, de pecho y sus derivados.....................El Cordobés sabía y podía quedarse quieto, pero no andarle al toro. Por eso, cuando tenía que avanzar o recolocarse, o buscar su sitio, lo hacía descompuesto...................Pero en cuanto llegaba a la línea de centro con el toro, toda maquinaria "cordobesista" se ponía a ritmo y el toro, metido por el carrusel de un toreo en redondo que parecía mentira, circulaba en torno a la figura del torero, como si le hubieran dado cuerda......................La total ausencia del toreo "cambiado", cuyos resortes son prácticamente imprescindibles para el tejido conjuntivo de la lidia, hacían que El Cordobés apareciera como un incapaz. Pero cuando penetraba en el terreno donde podía colocarse para el toreo de línea "natural", este se producía puro, al desnudo, con la tremenda fuerza estético-dramática de todo lo que se realiza in extremis"
Juan Posada escribe:
"El Cordobés se sale por la tangente. Con ayuda del toro disminuido, desde los pitones hasta la casta, a la vez que su volumen, aparta de las mentes de las masas el concepto del toreo clásico. Los Dominguín, Ordóñez, Camino, Viti, Puerta, etc, todos excelente toreros, quedan relegados a segundo término......................Lo que les hace el Cordobés a los toros es absolutamente nuevo, heterodoxo y válido para la generalidad, cansada de ser despreciada y tratada de inculta por los tendidos..........................¿Fue torero de época? Pues si. Lo que no quiere decir que fuera un gran torero, ni mucho menos. Aunque no tan malo como algunos pretenden.......................Aparte de su personalidad y atractivas formas toreras para el espectador neófito y extraño, les hacía cosas a los toros que nadie se atrevía a realizar.....................¿Emocionaba El Cordobés?, preguntarán. Posiblemente, no. Pero excitaba..............La mejor prueba es que, a veces, cuando toreaba ortodoxamente aburría a la mayoría de los espectadores, que le pedían el salto de la rana........................El Cordobés aplicó la técnica de siempre. Sólo que la vistió con ropas de actualidad. Desde el principio se le advirtió un gran sentido de la orientación en la plaza. Se colocaba en buen sitio y manejaba los engaños con astucia y conocimiento. Conforme pasaron los años adquirió verdadera pericia. Alargaba muchos los pases. Al final de los mismos, un giro de la muñeca hacía que los toros se ciñeran a su cuerpo, aunque el inicio hubiera sido fuera de cacho. Sus largos brazos le permitían bajar la mano y llevar a los toros muy embebidos, sobre todo a los toros francos y de larga embestida. Con los otros utilizaba su tauromaquia personal..................El secreto de El Cordobés, se basaba en la facilidad y el valor de cruzarse al pitón contrario, con casi todos los toros"
Carlos Abella escribe:
"El Cordobés traicionó la estética del toreo, vulneró la belleza de los lances, hizo de lo accesorio de su toreo el reclamo más populista y demagógico que hasta entonces se había visto en una plaza de toros..................Para los aficionados a los toros, recordar aquel tiempo es volver a evocar una pesadilla. Porque pesadilla era verle lancear a la verónica.................Y cómico resultaba ver que un torero tan valiente -porque El Cordobés lo era y mucho- perdiera el valor a la hora de entrar a matar. Su presencia en los ruedos significó uno de los períodos más negros de la historia del toreo..................Sí es cierto que en estos últimos años han surgido voces dispuestas a reivindicar algún detalle de su peculiar tauromaquia, como era su valor ejemplar y su excepcional juego de muñeca con la mano izquierda: lo primero le sirvió para hacer un toreo de "parón", que impresionaba por su quietud y estoicismo. Lo segundo, le permitió ligar inverosímiles series de naturales ejecutados en un palmo de terreno.......................El Cordobés como fenómeno social fue, insisto, nocivo para la Fiesta. Como torero es tan respetable como cualquiera, con sus virtudes y defectos..................Hay que recordar que fue un desastre con el capote, con el que careció de repertorio; fue el torero más antiestético de todos los tiempos, despreció cuanto de hermoso hay en la lidia de un toro bravo y fue una absoluta nulidad con la espada. Cierto es que aportó la novedad -ya desarrollada en parte por Manolete- de citar a pies juntos, y con la muleta retrasada -jamás adelantó la muleta- tirar de los toros, llevándolos hacia atrás, girando levemente la muñeca para engarzar el siguiente muletazo...................Pero el aficionado cabal tuvo que escuchar que se calificara de "revolucionario", algo que nada tenía que ver con el arte de torear"
Paco Aguado, en su libro Figuras del siglo XX, escribe:
"Pero aquel mito de populismo se convirtió poco a poco en un torero cuajado. Tras cientos de volteretas y percances, aquel melenudo logró dominar el sitio que obsesivamente les pisaba a los toros, ahondando en el camino una quietud que fue santo y seña de su arrollador concepto..............y (en los medios) atornillaba los pies, encontrando en la inmovilidad su expresión más emotiva, siempre un poco más allá del lugar que pisaba la zapatilla de su paisano Manolete. Y allí permanecía con una extraordinaria capacidad de aguante que le permitía alargar a placer el número y la extensión de los muletazos de cada serie. Intenso, angustioso y vital, nadie había llegado tan lejos por entonces en la ligazón prolongada, la espiral cada vez más cerrada en torno al eje de sus muñecas, especialmente la deformada de su prodigiosa mano izquierda"
César Jalón, en su libro Memorias de Clarito, escribe:
"Porque no sabe -al menos hasta la fecha- torear de capa. Sus batimanes, encorvado el cuerpo sobre las piernas y los brazos remedando los bruscos torniquetes de un tranviario, son la negación del arte del capote. Porque tampoco hasta la fecha sabe matar, y pincha alargando el brazo a la de Dios le valga. Porque dista también de ser un muletero completo ni estilizado. Pero tantea con valeroso empeño a los toros; los prueba acá y allá, y tan pronto le dejan, o logra que le dejen, colocarse en su sitio, ¡ah!, entonces.......él se hace llama y yesca el público................Su sitio está trazado en el vórtice de la hoguera y al borde del abismo; al rafe de las astas. Se mete allí. Pega los pies al suelo como los pájaros a la vareta enviscada. Y al igual que el pájaro en la liga, ya no se mueve de su tersa figura otra cosa que las alas: el ala de la muleta que su muñeca guía, con prodigioso juego, en una angostura inconcebible. Erguido, inmóvil, impasible en tan expuesto lugar, traba los pases sin movimiento de sus piernas ni enmienda de una pulgada de terreno, en el punto vulnerable donde todos rectifican y se enmiendan. Y es en ese arriscado momento cuando, por obra de la emoción y evidencia del contraste, su distinta personalidad provoca el entusiasmo del público, verdaderamente justo en la explosión y desmedido acaso en sus dimensiones...................Dentro de estos dos términos, "mérito innegable y aura desorbitada", se encierra, creo yo, la síntesis crítica de El Cordobés"
"Su faena de muleta -su única molla-, a ratos dominante y armónica a ratos deslavazada y sucia, en parte erguida y en parte contorsionada, se adultera con efugios efectistas y latiguillos tragicómicos que galvanizan y subyugan al grueso de los cosos repletos...................Generalmente desde que satisfice mi curiosidad rehúyo las corridas de El Cordobés. Hoy, sin embargo, feria de Sevilla -¿quién se queda en el hotel un día sevillano de oro y azul?-presencio asombrado, embebido, embelesado, la "revelación" de El Cordobés en una tarde, no de padre y muy señor mío, sino de a mí me pesa, pésame señor................Se suceden superándose dos faenas de muleta, decorosamente rematadas por el estoque, a dos toros de don Carlos Núñez -su futura ganadería predilecta-, bravos, de la viva y boyante bravura de la divisa tarifeña; y bien hechos, bien armados; con el trapío todavía exigido en la Maestranza. ¡Toros y torero! Arte serio y buen arte. Unidad de medida. Apretura, reposo y mando. Ligazón y remate de los pases. Clasicismo y.........clase. "¡Santo Dios! -me reconvengo contrito-, yo estoy equivocado. ¡Es un artista! ¡Es un tío!"......................Sin escalar tamaña cima, mas a muy respetable altura -superior a la altura de los demás-, raya en su acceso a la feria de Bilbao. Nulo el capote. Algo más flaca, aunque decidida y certera la espada. Sí; pero la muleta se explaya y arrebata al público bilbaíno, el menos contaminado de turismo y, aun cuando reblandecido -como todos los antiguos públicos temibles-, muy apegado aún a la tradición del toreo.......................Mas he aquí, por lo menos a mi ver, que en esto para la nueva historia y recomienza, corregida y aumentada, la historieta. El Cordobés, reidentificado con su masivo vulgo, prefiere filosóficamente hablarle en necio; torear en necio por siempre jamás amén...................Atrás, pues, aquellas faenas irreprochables -¡es más expuesto y menos celebrado el toreo bueno!- , la muleta cordobesa, sin otro prólogo que algún lance de capa horro de gracia artística o alguna chicuelera desangelada, ni otro epílogo que el sartenazo de la espada, ora volviendo el semblante ora alargando descaradamente el brazo, ha esterotipado un seminuevo modelo de faena para todos los días y para todos los toros. Comienza por una fase de apaciguamiento -pases emboruñados o medios pases de espantavillanos- a la que sigue, siempre que el toro haya agotado su última partícula de genio, una segunda fase alabada de clásica, considerada mejorcita dentro de la gravedad porque lleva "embarcado" al enemigo, y lo lleva despacio, aunque se a costa de un esforzado retorcimiento de la figura. Y a partir de este punto de sazón -¡y aquí es Troya!- la obra desemboca en los anhelados y suspirados números del circuito....................El engendra las suertes y los públicos las cargan. Y el sistema ha dado por fruto que de sus faenas ya no importa si son buenos unos momentos y otros infelices. Priva en los espectadores la ansiedad porque llegue su número. Unos, los más, para aclamarlo; otros, los menos, para silbarlo"
Santi Ortiz, en su libro Lances que cambiaron la Fiesta, escribe:
"Manuel Benítez llega a erigirse en torero de época y es, por encima de opiniones de tirios y troyanos, el indiscutible amo de la década......................Cuando convenció a todo el mundo fue el día que abrió la Puerta del Príncipe aquella temporada de 1964.........Aquel 20 de abril fue un lunes histórico en los anales de la Fiesta...........la buena actuación del primer día iba a quedar borrada por la de esta tarde memorable............Impávido, sin permitirse extravagancia alguna, con el temple de los elegidos y un juego de muñecas -su mágica y deforme muñeca zurda- de terciopelo, escribiendo sobre el dorado albero maestrante una de las páginas más rotundas del toreo nuevo. En ella, la muleta consigue la hegemonía cimera que ya apuntara en el sentir de Manolete. De Manuel a Manuel -veintítrés años justos separan este rabo del que Manolete cortara al toro de Villamarta-, la Fiesta se prepara para dar otro salto, y otro torero con aire de Mezquita vuelve a pisar terrenos de angustia para encadenar, sin enmienda de sus zapatillas, tandas de naturales de hasta ocho muletazos. Ya en su primero ha marcado su pauta y no ha tocado pelo por culpa de la espada, pero el mercurio de la tarde ha subido en las gradas hasta alcanzar temperatura de entusiasmo, que se trocará en auténtica locura cuando desgrane su faena al sexto toro. El pase circular cordobesista, modelo de mando y de dominio, haciendo girar al burel en torno a su fajín a base de temple y de cintura........es solo la salsa del "gazpacho" que le forma al núñez con la izquierda............no es otra cosa que un nuevo torero de época; un torero que se arrima a los toros hasta darles con los muslos en los cuernos, pero que no los ahoga, sino que tira de ellos, llevándolos muy largos hasta rematar los muletazos inmaculadamente, quedándose perfectamente colocado para ligar el pase siguiente en un terreno de angustia que en su serenidad se vuelve de maestría. Un torero que tiene más cuerda que ninguno y una personalidad arrolladora...............Cuando la estocada da con el toro en tierra ya hace rato que azotan el aire los pañuelos. Y el presidente, don Tomás León, currista militante y nada sospechoso de cordobesismo, no lo piensa dos veces y saca ¡a la vez! los tres moqueros...............Es que me emociono al recordarlo..........Esa tarde no se despeinó, toreó con un temple de prilvilegio, y con ese sentido de la responsabilidad propio de las auténticas figuras del toreo, supo estar a la altura de las circunstancias y acallar a todos los que cantaban su fracaso por adelantado. Y al mes justo, reventó Madrid y paralizó España"
El historiador francés Bartolomé Bennassar, en su Historia de la Tauromaquia, escribe:
"No habiendo sido nunca un partidario del Cordobés ni apreciado jamás su estilo, ni ciertos detalles de su toreo -los "saltos de la rana" que ejecutaba de rodillas me han parecido siempre de una tremenda vulgaridad-.........es imposible olvidar el espectáculo de Benítez avanzando hacia un toro muy bien armado, de 500 a 550 kilos, con una desenvoltura increíble, doblándolo, enrollándoselo a la cintura, como por ejemplo en Bilbao, en 1964 y 1965, frente a toros de marqués de Domecq. Dos críticos taurinos, que no se contaban entre los admiradores del Cordobés sino más bien al contrario.........nos referimos a Paco Tolosa y El Tío Pepe, hicieron en 1964 y 1965, para la revista Toros, las reseñas de estas corridas...........Paco Tolosa vio, en 1964, un toro de 560 kilos, bien armado, al que llevó "siempre muy toreado, tirando de él" en una serie con la derecha que causó sensación, "grandes pases de pecho", "dos magníficos naturales ligados con el de pecho sin solución de continuidad". Y concluye, se trataba de un TORO, con mayúsculas. Por su parte , J-P. Darracq, ha visto en 1965, "el gran toreo", el toreo auténtico, incluyendo tres soberbios naturales" para, más tarde, verle "hacer lo que quería" a su segundo enemigo de 575 kilos...........En pocas palabras, si es cierto que el Cordobés se mostró con frecuencia vulgar, si lidió toros pequeños y de poco respeto en muchas plazas de pueblo, ante públicos ignorantes, también lo es que cuajó en muchas ocasiones grandes faenas, gracias a un autodominio absoluto, a un aguante fuera de lo común, a un juego de cintura de una soberbia elasticidad, a una muñeca muy fina y a una capacidad de fascinación sobre el animal que sería inútil negar. ¿Cómo si no se hubiera impuesto en Sevilla, el 20 de abril de 1964, ante un público tan opuesta a su manera de concebir el toreo? El Cordobés fue un auténtico fenómeno, a pesar de su casi nulidad con el capote y la rareza de sus estocadas a ley. No fue un artista pero nos guste o no, ha sabido, en alguna ocasión, dominar y matar verdaderos toros"
Domingo Delgado de la Cámara escribe:
"Cuando Manuel Benítez se retiró por primera vez en 1971, se cerró la historia del toreo moderno. Y desde entonces estamos inmersos en el toreo posmoderno, que no es más que la repetición virtuosa de lo ya mil veces visto. Y en esta tauromaquia posmoderna las revoluciones son imposibles. Por una razón: porque Benítez ya se había metido en todos los terrenos, llegando a invadir completamente el terreno del toro. Y, por otra parte, El Cordobés distorsionó la estética torera hasta lo inimaginable. Y así hizo imposible cualquier ulterior intento revolucionario....................................... Siempre he dicho que El Cordobés fue la consecuencia de Manolete. El uno era elegante y el otro zarrapastroso, es verdad. El uno tenía clase, mientras las maneras del otro eran de una zafiedad total. Pero la tauromaquia de ambos se basa en los mismos conceptos: la quietud, la ligazón y la mano izquierda. Manuel Benítez lleva las ideas de Manolete a sus últimas consecuencias. Todavía más quieto, todavía más ligado y todavía mejor mano izquierda. Un torero portentoso, con un aguante y un mando únicos........................................... La mayoría solo supo ver las melenas, la risa de hiena y el salto de la rana. Y no se dieron cuenta de que todo eso era lo accesorio y no lo fundamental. Lo fundamental era un valor brutal que le permitía pasarse al toro muy cerca y ligar ¡diez naturales y el pase de pecho! como quien lava. Su zurda ha sido de las mejores de la Historia. Y ahí están las imágenes para quien las quiera repasar. Por ejemplo, las del Atanasio con el que cortó por primera vez en Madrid dos orejas en el 64; las del Torrestrella y el Marqués de Domecq de Bilbao; las del Núñez al que cortó el rabo el Sevilla... En estas tardes no hubo rana. No la necesitó. Eso era la traca final. La base de sus triunfos siempre fue la quietud y la mano izquierda. Se arrimaba más que nadie y podía más que nadie. Por eso mandó en el toreo de su tiempo.......................................Se equivocan, pues, los que dicen que El Cordobés fue solamente un fenómeno publicitario. El toro no entiende de fenómenos publicitarios porque no lee los periódicos. Hubo muchos toreros por aquellos años que creyeron encontrar un filón explotando las maneras irreverentes y chabacanas de Benítez. Ninguno llegó a nada. No se daban cuenta de que eso era la anécdota, porque lo esencial y la base del éxito del Cordobés era el valor, la quietud, la ligazón y la mano izquierda"
Juan Pedro Domecq, en su libro Del toreo a la bravura, escribe:
"En la ejecución del natural, en El Cordobés se hace patente la cercanía del toro y, sobre todo, su maravilloso juego de muñeca. El toro es dirigido por el vuelo de la muleta, en donde la punta de la muleta de despliega gracias a un movimiento de la muñeca que mantiene al toro embebido en el pase"
Rafael Ríos Mozo, en su Tauromaquia fundamental, escribe:
"El Cordobés es la antítesis del torear...................Quizá como fenómeno sociológico y de masas, interese el estudio de este nombre, que como ya he dicho, cae completamente fuera de la órbita de lo taurino...............No torea, porque colocándose donde él lo hace, pasada ya la pala del pitón, no puede haber toreo, porque éste es pasarse al toro entero poniendo en la ejecución todo el valor y el arte que se posee..................Lo único que ha hecho es transformar la técnica y la estética del toreo en un horrible amasijo con el toro, que lo único que hace es mancharle el traje de luces..............Tengo que reconocer la inteligencia indudable del ciclón de Córdoba, inteligencia que le permitió aglutinar en su persona a toda una verdadera multitud que lo ha tenido como a un ídolo"
Jorge Laverón, en su Historia del Toreo, escribe:
Domingo Delgado de la Cámara, en su libro Revisión del toreo, escribe:
"A El Cordobés le tocó análogo papel en el toreo al de Picasso en la pintura: después de doscientos años de cultura taurina a él le toca "negar" esa cultura y , paradójicamente, volver a lo más primigenio: enseñar el valor ante la fiera sin ningún otro atributo..................Es el más perfecto representante de la tendencia heterodoxa del toreo. El Cordobés es el cubismo taurino.................Es la contestación a grito pelado contra toda una historia esteticista de la Fiesta"
"Lo primero que llama la atención es la economía de movimientos: El Cordobés empleó una quietud absoluta. Lo segundo, el terreno que pisaba: Benítez se mete en unos terrenos prohibidos para todos los demás diestros. Será el primero en llegar a meterse prácticamente dentro del toro................En tercer lugar, una mano izquierda de prodigio, poderosa como ninguna, que hipnotizaba a los toros dándoles series de hasta ¡nueve! naturales y el de pecho. Todas estas cualidades se adoban con unas maneras absolutamente chapuceras y estrafalarias, también absolutamente personales....................Las maneras de Benitez podrán gustarnos o no, pero es de justicia reconocer sus cualidades. Ahonda en el toreo manoletista. La influencia de Manolete en Benítez es notoria; el segundo lleva al extremo los postulados del primero, la misma quietud y la misma ligazón, aunque con una novedad: El Cordobés supo irse al pitón contrario con mucha habilidad, cosa que no hacía Manolete. Ésta es la razón del extraordinario dominio de El Cordobés. La técnica de Manolete y la de El Cordobés era prácticamente la misma, aunque con una estética totalmente distinta: a la solemnidad y seriedad de Manolete -parece sacado de un cuadro de El Greco-, El Cordobés contrapone unos ademanes totalmente prosaicos y chabacanos................., y al parecer totalmente irreverentes...................Que a nadie le quepa duda de que el arma principal de Benítez fue una quietud extrema y una mano izquierda clamorosa. Luego haría la rana, pero antes había dado cincuenta naturales en el espacio que ocupa un ladrillo......................Ciertamente, El Cordobés, a pesar de lo que dice toda la crítica, fue un torero de gran pureza, pues fue capaz de enseñar el valor más firme casi sin otro atributo. El Cordobés no es tanto un corruptor de las normas clásicas cuanto una vuelta al toreo más primigenio, cuando se exhibía el valor sin ambages y sin ningún otro ropaje. ¡Gran torero este Benítez!"
"Se podrá discutir sobre la calidad del toreo del diestro de Palma del Río, pero no sobre su categoría y significación en el planeta de los toros durante los pasados años sesenta. Cierto es que buscó toda serie de alivios para llevar a término sus planes y con que él nació y murió una heterodoxa concepción de la forma de entender el toreo, opuesta radicalmente a las normas clásicas. Su forma de interpretarlo, aparte de "saltos de la rana" y otras extravagancias similares, se basaba en una inmovilidad absoluta frente a la fiera, lo que producía en los públicos indudable emoción. El atornillar las plantas de los pies sobre la arena era el factor básico y esencial de su personalidad...................Aunque nunca figuré en las filas de sus intransigentes partidarios he de reconocer, que con el tiempo, toreó en ocasiones con cierto clasicismo, lo que, por cierto, no era apreciado por sus fanáticos, que preferían el puro tremendismo"
La conclusión es clara, comenta Fernando Claramunt :
"Si el toro obedece y el Cordobés no sigue las normas clásicas es que ha inventado una nueva tauromaquia. Mandando a menos de medio metro de los pitones ha roto con el estilismo y ha creado un estilo propio. La base de todo ello es no mostrar miedo, no mover un músculo y permanecer en el terreno del toro mucho más tiempo que todos los toreros precedentes"
El mismo Fernando Claramunt, en su Historia del Arte del Toreo, escribe:
"¿Se puede hablar del arte de "El Cordobés". Algunos críticos lo negaron rotundamente y llegaron a no querer hablar nunca con Manuel Benítez. Antonio Ordóñez dijo que pensaba reaparecer para enseñarle a torear. Sin embargo, reconoció más tarde que, aparte de los saltos acrobáticos, tenía un juego de muñeca prodigioso, pisaba un terreno muy comprometido, muy cruzado y se arrimaba todos los días, con todo tipo de toros. La competencia era imposible. Miguel Mateo "Miguelín" saltó al ruedo, a cuerpo limpio, vestido de calle, para demostrar ante el público de Madrid que lo que estaba haciendo "El Cordobés" con el toro no tenía mérito ninguno. Tocó al toro y le acarició el testuz, pero no convenció a nadie y el público, negando la evidencia, siguió aplaudiendo a Manuel Benítez................Por otra parte, Manuel Benítez para hacer su toreo necesitaba reses apropiadas, para decirlo moderadamente, reses no demasiado ofensivas................Pepe Alameda lo incluye al término de su libro Los heterodoxos del toreo...............Reconoce que nunca estuvo abúlico. Lo encuentra cojitranco y chaplinesco, pero "con la tremenda fuerza estético-dramática de todo lo que se realiza in extremis"....................Largo y complejo es el análisis de los factores que intervienen en el ascenso, esplendor y decadencia del fenómeno taurino y social que ha sido Manuel Benítez"
José Alameda, en su obra Los heterodoxos del toreo, escribe:
"Digo que El Cordobés es técnicamente un caso simple, porque lo fue en extremo, en el extremo del toreo de línea "natural", sin asomo alguno de toreo "cambiado" o contrario. "Natural" es la técnica del que torea en línea con el toro, en la rectitud del toro y liga el toreo en redondo. "Cambiada" es la técnica del que torea sesgado, yendo hacia delante con el toro, sobre la base de muletazos de trinchera, de la firma, de pecho y sus derivados.....................El Cordobés sabía y podía quedarse quieto, pero no andarle al toro. Por eso, cuando tenía que avanzar o recolocarse, o buscar su sitio, lo hacía descompuesto...................Pero en cuanto llegaba a la línea de centro con el toro, toda maquinaria "cordobesista" se ponía a ritmo y el toro, metido por el carrusel de un toreo en redondo que parecía mentira, circulaba en torno a la figura del torero, como si le hubieran dado cuerda......................La total ausencia del toreo "cambiado", cuyos resortes son prácticamente imprescindibles para el tejido conjuntivo de la lidia, hacían que El Cordobés apareciera como un incapaz. Pero cuando penetraba en el terreno donde podía colocarse para el toreo de línea "natural", este se producía puro, al desnudo, con la tremenda fuerza estético-dramática de todo lo que se realiza in extremis"
Juan Posada escribe:
"El Cordobés se sale por la tangente. Con ayuda del toro disminuido, desde los pitones hasta la casta, a la vez que su volumen, aparta de las mentes de las masas el concepto del toreo clásico. Los Dominguín, Ordóñez, Camino, Viti, Puerta, etc, todos excelente toreros, quedan relegados a segundo término......................Lo que les hace el Cordobés a los toros es absolutamente nuevo, heterodoxo y válido para la generalidad, cansada de ser despreciada y tratada de inculta por los tendidos..........................¿Fue torero de época? Pues si. Lo que no quiere decir que fuera un gran torero, ni mucho menos. Aunque no tan malo como algunos pretenden.......................Aparte de su personalidad y atractivas formas toreras para el espectador neófito y extraño, les hacía cosas a los toros que nadie se atrevía a realizar.....................¿Emocionaba El Cordobés?, preguntarán. Posiblemente, no. Pero excitaba..............La mejor prueba es que, a veces, cuando toreaba ortodoxamente aburría a la mayoría de los espectadores, que le pedían el salto de la rana........................El Cordobés aplicó la técnica de siempre. Sólo que la vistió con ropas de actualidad. Desde el principio se le advirtió un gran sentido de la orientación en la plaza. Se colocaba en buen sitio y manejaba los engaños con astucia y conocimiento. Conforme pasaron los años adquirió verdadera pericia. Alargaba muchos los pases. Al final de los mismos, un giro de la muñeca hacía que los toros se ciñeran a su cuerpo, aunque el inicio hubiera sido fuera de cacho. Sus largos brazos le permitían bajar la mano y llevar a los toros muy embebidos, sobre todo a los toros francos y de larga embestida. Con los otros utilizaba su tauromaquia personal..................El secreto de El Cordobés, se basaba en la facilidad y el valor de cruzarse al pitón contrario, con casi todos los toros"
Carlos Abella escribe:
"El Cordobés traicionó la estética del toreo, vulneró la belleza de los lances, hizo de lo accesorio de su toreo el reclamo más populista y demagógico que hasta entonces se había visto en una plaza de toros..................Para los aficionados a los toros, recordar aquel tiempo es volver a evocar una pesadilla. Porque pesadilla era verle lancear a la verónica.................Y cómico resultaba ver que un torero tan valiente -porque El Cordobés lo era y mucho- perdiera el valor a la hora de entrar a matar. Su presencia en los ruedos significó uno de los períodos más negros de la historia del toreo..................Sí es cierto que en estos últimos años han surgido voces dispuestas a reivindicar algún detalle de su peculiar tauromaquia, como era su valor ejemplar y su excepcional juego de muñeca con la mano izquierda: lo primero le sirvió para hacer un toreo de "parón", que impresionaba por su quietud y estoicismo. Lo segundo, le permitió ligar inverosímiles series de naturales ejecutados en un palmo de terreno.......................El Cordobés como fenómeno social fue, insisto, nocivo para la Fiesta. Como torero es tan respetable como cualquiera, con sus virtudes y defectos..................Hay que recordar que fue un desastre con el capote, con el que careció de repertorio; fue el torero más antiestético de todos los tiempos, despreció cuanto de hermoso hay en la lidia de un toro bravo y fue una absoluta nulidad con la espada. Cierto es que aportó la novedad -ya desarrollada en parte por Manolete- de citar a pies juntos, y con la muleta retrasada -jamás adelantó la muleta- tirar de los toros, llevándolos hacia atrás, girando levemente la muñeca para engarzar el siguiente muletazo...................Pero el aficionado cabal tuvo que escuchar que se calificara de "revolucionario", algo que nada tenía que ver con el arte de torear"
Paco Aguado, en su libro Figuras del siglo XX, escribe:
"Pero aquel mito de populismo se convirtió poco a poco en un torero cuajado. Tras cientos de volteretas y percances, aquel melenudo logró dominar el sitio que obsesivamente les pisaba a los toros, ahondando en el camino una quietud que fue santo y seña de su arrollador concepto..............y (en los medios) atornillaba los pies, encontrando en la inmovilidad su expresión más emotiva, siempre un poco más allá del lugar que pisaba la zapatilla de su paisano Manolete. Y allí permanecía con una extraordinaria capacidad de aguante que le permitía alargar a placer el número y la extensión de los muletazos de cada serie. Intenso, angustioso y vital, nadie había llegado tan lejos por entonces en la ligazón prolongada, la espiral cada vez más cerrada en torno al eje de sus muñecas, especialmente la deformada de su prodigiosa mano izquierda"
César Jalón, en su libro Memorias de Clarito, escribe:
"Porque no sabe -al menos hasta la fecha- torear de capa. Sus batimanes, encorvado el cuerpo sobre las piernas y los brazos remedando los bruscos torniquetes de un tranviario, son la negación del arte del capote. Porque tampoco hasta la fecha sabe matar, y pincha alargando el brazo a la de Dios le valga. Porque dista también de ser un muletero completo ni estilizado. Pero tantea con valeroso empeño a los toros; los prueba acá y allá, y tan pronto le dejan, o logra que le dejen, colocarse en su sitio, ¡ah!, entonces.......él se hace llama y yesca el público................Su sitio está trazado en el vórtice de la hoguera y al borde del abismo; al rafe de las astas. Se mete allí. Pega los pies al suelo como los pájaros a la vareta enviscada. Y al igual que el pájaro en la liga, ya no se mueve de su tersa figura otra cosa que las alas: el ala de la muleta que su muñeca guía, con prodigioso juego, en una angostura inconcebible. Erguido, inmóvil, impasible en tan expuesto lugar, traba los pases sin movimiento de sus piernas ni enmienda de una pulgada de terreno, en el punto vulnerable donde todos rectifican y se enmiendan. Y es en ese arriscado momento cuando, por obra de la emoción y evidencia del contraste, su distinta personalidad provoca el entusiasmo del público, verdaderamente justo en la explosión y desmedido acaso en sus dimensiones...................Dentro de estos dos términos, "mérito innegable y aura desorbitada", se encierra, creo yo, la síntesis crítica de El Cordobés"
"Su faena de muleta -su única molla-, a ratos dominante y armónica a ratos deslavazada y sucia, en parte erguida y en parte contorsionada, se adultera con efugios efectistas y latiguillos tragicómicos que galvanizan y subyugan al grueso de los cosos repletos...................Generalmente desde que satisfice mi curiosidad rehúyo las corridas de El Cordobés. Hoy, sin embargo, feria de Sevilla -¿quién se queda en el hotel un día sevillano de oro y azul?-presencio asombrado, embebido, embelesado, la "revelación" de El Cordobés en una tarde, no de padre y muy señor mío, sino de a mí me pesa, pésame señor................Se suceden superándose dos faenas de muleta, decorosamente rematadas por el estoque, a dos toros de don Carlos Núñez -su futura ganadería predilecta-, bravos, de la viva y boyante bravura de la divisa tarifeña; y bien hechos, bien armados; con el trapío todavía exigido en la Maestranza. ¡Toros y torero! Arte serio y buen arte. Unidad de medida. Apretura, reposo y mando. Ligazón y remate de los pases. Clasicismo y.........clase. "¡Santo Dios! -me reconvengo contrito-, yo estoy equivocado. ¡Es un artista! ¡Es un tío!"......................Sin escalar tamaña cima, mas a muy respetable altura -superior a la altura de los demás-, raya en su acceso a la feria de Bilbao. Nulo el capote. Algo más flaca, aunque decidida y certera la espada. Sí; pero la muleta se explaya y arrebata al público bilbaíno, el menos contaminado de turismo y, aun cuando reblandecido -como todos los antiguos públicos temibles-, muy apegado aún a la tradición del toreo.......................Mas he aquí, por lo menos a mi ver, que en esto para la nueva historia y recomienza, corregida y aumentada, la historieta. El Cordobés, reidentificado con su masivo vulgo, prefiere filosóficamente hablarle en necio; torear en necio por siempre jamás amén...................Atrás, pues, aquellas faenas irreprochables -¡es más expuesto y menos celebrado el toreo bueno!- , la muleta cordobesa, sin otro prólogo que algún lance de capa horro de gracia artística o alguna chicuelera desangelada, ni otro epílogo que el sartenazo de la espada, ora volviendo el semblante ora alargando descaradamente el brazo, ha esterotipado un seminuevo modelo de faena para todos los días y para todos los toros. Comienza por una fase de apaciguamiento -pases emboruñados o medios pases de espantavillanos- a la que sigue, siempre que el toro haya agotado su última partícula de genio, una segunda fase alabada de clásica, considerada mejorcita dentro de la gravedad porque lleva "embarcado" al enemigo, y lo lleva despacio, aunque se a costa de un esforzado retorcimiento de la figura. Y a partir de este punto de sazón -¡y aquí es Troya!- la obra desemboca en los anhelados y suspirados números del circuito....................El engendra las suertes y los públicos las cargan. Y el sistema ha dado por fruto que de sus faenas ya no importa si son buenos unos momentos y otros infelices. Priva en los espectadores la ansiedad porque llegue su número. Unos, los más, para aclamarlo; otros, los menos, para silbarlo"
Santi Ortiz, en su libro Lances que cambiaron la Fiesta, escribe:
"Manuel Benítez llega a erigirse en torero de época y es, por encima de opiniones de tirios y troyanos, el indiscutible amo de la década......................Cuando convenció a todo el mundo fue el día que abrió la Puerta del Príncipe aquella temporada de 1964.........Aquel 20 de abril fue un lunes histórico en los anales de la Fiesta...........la buena actuación del primer día iba a quedar borrada por la de esta tarde memorable............Impávido, sin permitirse extravagancia alguna, con el temple de los elegidos y un juego de muñecas -su mágica y deforme muñeca zurda- de terciopelo, escribiendo sobre el dorado albero maestrante una de las páginas más rotundas del toreo nuevo. En ella, la muleta consigue la hegemonía cimera que ya apuntara en el sentir de Manolete. De Manuel a Manuel -veintítrés años justos separan este rabo del que Manolete cortara al toro de Villamarta-, la Fiesta se prepara para dar otro salto, y otro torero con aire de Mezquita vuelve a pisar terrenos de angustia para encadenar, sin enmienda de sus zapatillas, tandas de naturales de hasta ocho muletazos. Ya en su primero ha marcado su pauta y no ha tocado pelo por culpa de la espada, pero el mercurio de la tarde ha subido en las gradas hasta alcanzar temperatura de entusiasmo, que se trocará en auténtica locura cuando desgrane su faena al sexto toro. El pase circular cordobesista, modelo de mando y de dominio, haciendo girar al burel en torno a su fajín a base de temple y de cintura........es solo la salsa del "gazpacho" que le forma al núñez con la izquierda............no es otra cosa que un nuevo torero de época; un torero que se arrima a los toros hasta darles con los muslos en los cuernos, pero que no los ahoga, sino que tira de ellos, llevándolos muy largos hasta rematar los muletazos inmaculadamente, quedándose perfectamente colocado para ligar el pase siguiente en un terreno de angustia que en su serenidad se vuelve de maestría. Un torero que tiene más cuerda que ninguno y una personalidad arrolladora...............Cuando la estocada da con el toro en tierra ya hace rato que azotan el aire los pañuelos. Y el presidente, don Tomás León, currista militante y nada sospechoso de cordobesismo, no lo piensa dos veces y saca ¡a la vez! los tres moqueros...............Es que me emociono al recordarlo..........Esa tarde no se despeinó, toreó con un temple de prilvilegio, y con ese sentido de la responsabilidad propio de las auténticas figuras del toreo, supo estar a la altura de las circunstancias y acallar a todos los que cantaban su fracaso por adelantado. Y al mes justo, reventó Madrid y paralizó España"
El historiador francés Bartolomé Bennassar, en su Historia de la Tauromaquia, escribe:
"No habiendo sido nunca un partidario del Cordobés ni apreciado jamás su estilo, ni ciertos detalles de su toreo -los "saltos de la rana" que ejecutaba de rodillas me han parecido siempre de una tremenda vulgaridad-.........es imposible olvidar el espectáculo de Benítez avanzando hacia un toro muy bien armado, de 500 a 550 kilos, con una desenvoltura increíble, doblándolo, enrollándoselo a la cintura, como por ejemplo en Bilbao, en 1964 y 1965, frente a toros de marqués de Domecq. Dos críticos taurinos, que no se contaban entre los admiradores del Cordobés sino más bien al contrario.........nos referimos a Paco Tolosa y El Tío Pepe, hicieron en 1964 y 1965, para la revista Toros, las reseñas de estas corridas...........Paco Tolosa vio, en 1964, un toro de 560 kilos, bien armado, al que llevó "siempre muy toreado, tirando de él" en una serie con la derecha que causó sensación, "grandes pases de pecho", "dos magníficos naturales ligados con el de pecho sin solución de continuidad". Y concluye, se trataba de un TORO, con mayúsculas. Por su parte , J-P. Darracq, ha visto en 1965, "el gran toreo", el toreo auténtico, incluyendo tres soberbios naturales" para, más tarde, verle "hacer lo que quería" a su segundo enemigo de 575 kilos...........En pocas palabras, si es cierto que el Cordobés se mostró con frecuencia vulgar, si lidió toros pequeños y de poco respeto en muchas plazas de pueblo, ante públicos ignorantes, también lo es que cuajó en muchas ocasiones grandes faenas, gracias a un autodominio absoluto, a un aguante fuera de lo común, a un juego de cintura de una soberbia elasticidad, a una muñeca muy fina y a una capacidad de fascinación sobre el animal que sería inútil negar. ¿Cómo si no se hubiera impuesto en Sevilla, el 20 de abril de 1964, ante un público tan opuesta a su manera de concebir el toreo? El Cordobés fue un auténtico fenómeno, a pesar de su casi nulidad con el capote y la rareza de sus estocadas a ley. No fue un artista pero nos guste o no, ha sabido, en alguna ocasión, dominar y matar verdaderos toros"
Domingo Delgado de la Cámara escribe:
"Cuando Manuel Benítez se retiró por primera vez en 1971, se cerró la historia del toreo moderno. Y desde entonces estamos inmersos en el toreo posmoderno, que no es más que la repetición virtuosa de lo ya mil veces visto. Y en esta tauromaquia posmoderna las revoluciones son imposibles. Por una razón: porque Benítez ya se había metido en todos los terrenos, llegando a invadir completamente el terreno del toro. Y, por otra parte, El Cordobés distorsionó la estética torera hasta lo inimaginable. Y así hizo imposible cualquier ulterior intento revolucionario....................................... Siempre he dicho que El Cordobés fue la consecuencia de Manolete. El uno era elegante y el otro zarrapastroso, es verdad. El uno tenía clase, mientras las maneras del otro eran de una zafiedad total. Pero la tauromaquia de ambos se basa en los mismos conceptos: la quietud, la ligazón y la mano izquierda. Manuel Benítez lleva las ideas de Manolete a sus últimas consecuencias. Todavía más quieto, todavía más ligado y todavía mejor mano izquierda. Un torero portentoso, con un aguante y un mando únicos........................................... La mayoría solo supo ver las melenas, la risa de hiena y el salto de la rana. Y no se dieron cuenta de que todo eso era lo accesorio y no lo fundamental. Lo fundamental era un valor brutal que le permitía pasarse al toro muy cerca y ligar ¡diez naturales y el pase de pecho! como quien lava. Su zurda ha sido de las mejores de la Historia. Y ahí están las imágenes para quien las quiera repasar. Por ejemplo, las del Atanasio con el que cortó por primera vez en Madrid dos orejas en el 64; las del Torrestrella y el Marqués de Domecq de Bilbao; las del Núñez al que cortó el rabo el Sevilla... En estas tardes no hubo rana. No la necesitó. Eso era la traca final. La base de sus triunfos siempre fue la quietud y la mano izquierda. Se arrimaba más que nadie y podía más que nadie. Por eso mandó en el toreo de su tiempo.......................................Se equivocan, pues, los que dicen que El Cordobés fue solamente un fenómeno publicitario. El toro no entiende de fenómenos publicitarios porque no lee los periódicos. Hubo muchos toreros por aquellos años que creyeron encontrar un filón explotando las maneras irreverentes y chabacanas de Benítez. Ninguno llegó a nada. No se daban cuenta de que eso era la anécdota, porque lo esencial y la base del éxito del Cordobés era el valor, la quietud, la ligazón y la mano izquierda"
Juan Pedro Domecq, en su libro Del toreo a la bravura, escribe:
"En la ejecución del natural, en El Cordobés se hace patente la cercanía del toro y, sobre todo, su maravilloso juego de muñeca. El toro es dirigido por el vuelo de la muleta, en donde la punta de la muleta de despliega gracias a un movimiento de la muñeca que mantiene al toro embebido en el pase"
Rafael Ríos Mozo, en su Tauromaquia fundamental, escribe:
"El Cordobés es la antítesis del torear...................Quizá como fenómeno sociológico y de masas, interese el estudio de este nombre, que como ya he dicho, cae completamente fuera de la órbita de lo taurino...............No torea, porque colocándose donde él lo hace, pasada ya la pala del pitón, no puede haber toreo, porque éste es pasarse al toro entero poniendo en la ejecución todo el valor y el arte que se posee..................Lo único que ha hecho es transformar la técnica y la estética del toreo en un horrible amasijo con el toro, que lo único que hace es mancharle el traje de luces..............Tengo que reconocer la inteligencia indudable del ciclón de Córdoba, inteligencia que le permitió aglutinar en su persona a toda una verdadera multitud que lo ha tenido como a un ídolo"
Jorge Laverón, en su Historia del Toreo, escribe:
“Quiérase o no, guste o no,
Manuel Benítez, El Cordobés, es la
figura más emblemática de los años setenta. Seguramente el torero de peor
estilo y sin embargo una gran figura del toreo. El Cordobés aunó a su enorme valor una atrayente personalidad.
Muletero de prodigiosa técnica, torero de maneras toscas, zafias, chabacano en
los adornos………….El fenómeno Cordobés
trasciende el mundo de los toros………Termina el primero del escalafón las
temporadas 1965, 1967, 1970 y 1971………..Cuatro orejas cada tarde en la feria de
San Isidro de 1970, un total de ocho orejas en cuatro toros, constituye el
mayor triunfo de su vida en Madrid. Un hito hasta ahora imbatido………….En las
Ventas toreó 20 corridas, cortó 26 orejas y salió 8 veces por la Puerta Grande ………………El crítico José Antonio del Moral señala: Dio un paso más, superior en quietud y
ligazón a Belmonte y a Manolete, por lo que, gustos artísticos aparte, ha
quedado para la historia como la figura más atrayente de todos los tiempos”
Domingo Delgado de la Cámara, en su libro Revisión del toreo, escribe:
"A El Cordobés le tocó análogo papel en el toreo al de Picasso en la pintura: después de doscientos años de cultura taurina a él le toca "negar" esa cultura y , paradójicamente, volver a lo más primigenio: enseñar el valor ante la fiera sin ningún otro atributo..................Es el más perfecto representante de la tendencia heterodoxa del toreo. El Cordobés es el cubismo taurino.................Es la contestación a grito pelado contra toda una historia esteticista de la Fiesta"
"Lo primero que llama la atención es la economía de movimientos: El Cordobés empleó una quietud absoluta. Lo segundo, el terreno que pisaba: Benítez se mete en unos terrenos prohibidos para todos los demás diestros. Será el primero en llegar a meterse prácticamente dentro del toro................En tercer lugar, una mano izquierda de prodigio, poderosa como ninguna, que hipnotizaba a los toros dándoles series de hasta ¡nueve! naturales y el de pecho. Todas estas cualidades se adoban con unas maneras absolutamente chapuceras y estrafalarias, también absolutamente personales....................Las maneras de Benitez podrán gustarnos o no, pero es de justicia reconocer sus cualidades. Ahonda en el toreo manoletista. La influencia de Manolete en Benítez es notoria; el segundo lleva al extremo los postulados del primero, la misma quietud y la misma ligazón, aunque con una novedad: El Cordobés supo irse al pitón contrario con mucha habilidad, cosa que no hacía Manolete. Ésta es la razón del extraordinario dominio de El Cordobés. La técnica de Manolete y la de El Cordobés era prácticamente la misma, aunque con una estética totalmente distinta: a la solemnidad y seriedad de Manolete -parece sacado de un cuadro de El Greco-, El Cordobés contrapone unos ademanes totalmente prosaicos y chabacanos................., y al parecer totalmente irreverentes...................Que a nadie le quepa duda de que el arma principal de Benítez fue una quietud extrema y una mano izquierda clamorosa. Luego haría la rana, pero antes había dado cincuenta naturales en el espacio que ocupa un ladrillo......................Ciertamente, El Cordobés, a pesar de lo que dice toda la crítica, fue un torero de gran pureza, pues fue capaz de enseñar el valor más firme casi sin otro atributo. El Cordobés no es tanto un corruptor de las normas clásicas cuanto una vuelta al toreo más primigenio, cuando se exhibía el valor sin ambages y sin ningún otro ropaje. ¡Gran torero este Benítez!"
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