Cabecera de texto comun para todas las páginas

NOTA INFORMATIVA:

CON MOTIVO DEL CENTENARIO DE LA MUERTE DE JOSELITO EL GALLO, HE PUBLICADO UN LIBRO EN EL QUE SE RECOGEN TODAS SUS ACTUACIONES EN LA PLAZA VIEJA DE MADRID, VISTAS POR LA PRENSA.

PODÉIS ENCONTRAR MÁS INFORMACIÓN DEL MISMO, ASÍ COMO ADQUIRIRLO, EN EL SIGUIENTE LINK : https://joselitoenmadrid.com/


Este Blog nace como un homenaje a todos aquellos que, a lo largo de la Historia del Toreo, arriesgaron y en muchos casos entregaron sus vidas, tratando de dominar a la Fiera.

viernes, 16 de noviembre de 2018

JOSELITO EN EL TOREO AL NATURAL


En esta entrada podrás encontrar el trabajo que he realizado sobre:

"JOSELITO EN EL TOREO AL NATURAL"

Es un trabajo pensado para pasarlo con el PowerPoint, aunque aquí aparece en formato PDF. Por esta razón, las imágenes prevalecen claramente sobre el texto.




Para acceder a él sólo tienes que colocarte encima de la frase siguiente y pinchar en el enlace que aparece asociado a ella.

JOSELITO EN EL TOREO AL NATURAL



JOSELITO y BELMONTE. MANO A MANO


En José estuvo el soplo
y en Juan la brasa:
y en los dos encendida,
la llamarada.

Por eso fueron
José y Juan, los dos juntos,
todo el toreo.

                                                       Seguidillas toreras de José Bergamín









En esta entrega he querido recrear un mano a mano entre Joselito y Belmonte































Robert Ryan, en su obra El Toreo de capa, escribe: "Después de Belmonte, quien se siente torero lo ha de expresar a la verónica; esto, mejor que nadie, lo intuyó el propio rival de Juan, el primer espada de su célebre mano a mano, Joselito el Gallo, heredero de la escuela tradicional que tan escasamente admitía el torero a la verónica.......................Gallito, ante el lance ejemplar de Belmonte, pasó de ser un torero que apenas, y deficientemente, se empleaba en la verónica a ser el maestro que consumó su expresión artística en ella. Si Rafael el Gallo desde siempre había aconsejado a su hermano menor que refrenara el tempo de su toreo, José llegó a la despaciosidad, se recreó en la despaciosidad, al torear a la verónica. "En sus últimos años templaba que era un asombro. Mejor, quizá, que Belmonte", llegó a decir Rodolfo Gaona..............................Si la verónica de Belmonte, a lo largo de su larga vida de torero, fue siempre la misma, la verónica de José evolucionó constantemente, porque él, después de Juan, fue un creador en esa suerte.......................La verónica de sedeño poderío, la que obliga al toro, que se apoya hacia adelante y avanza y avanza, tuvo su primera plenitud en Joselito................................Muerto José a edad temprana, en los años veinte y treinta, la época de oro de la verónica, y en décadas posteriores, mucho toreros desarrollaron su personalidad en la verónica explorando matices descubiertos por Joselito"













Robert Ryan, en su obra El Tercio de Muerte, escribe: "En el pase de molinete, llevando al toro con el dorso de la mano, el diestro gira en sentido contrario a la embestida, enrollando la muleta a su talle, terminando la suerte con la tela caída verticalmente, ésta, y el diestro, en posición de citar en la suerte natural................En la mano derecha de Juan Belmonte el molinete se moderniza, pase a una jerarquía superior, porque él acentúa no el giro, sino el pase. Belmonte, en el cite, adelanta la muleta y trae al toro despaciosamente, adelantando su pierna izquierda, templando con la cintura, el brazo y el busto, acompasando la embestida como en un pase de trinchera idealizado, ejecutado hacia la cadera, la cadera que roza el costillar del toro, la cadera que acentúa el giro al molinete......................La ejecución belmontina desnuda el molinete de su antigua razón de ser, el adorno, doblando la trayectoria de la embestida angustiosamente hacia el castigo: un castigo repetido, acentuado, por Joselito el Gallo y después por Domingo Ortega"















Robert Ryan, en su obra El Tercio de Muerte, escribe: "La muleta de José, siempre un instrumento de poder, lo fue también en el pase natural: un pase natural más largo de trazo que el de Juan (se refiere a Juan Belmonte), si más corto en contenido, más corto en la reunión, más breve en el tiempo..................Fue en este pase que José más asumió el reto belmontino y el consejo familiar, de Rafael (se refiere a su hermano Rafael el Gallo), de templarse: "José.........., se puede torear una mijitita más despacio". Esto lo logró José plenamente, llegando en la ejecución a una similitud física con su lance a la verónica..................En su natural apoyaba la punta del estoque en la tela de la muleta a lo largo de la suerte con un movimiento acompasado de brazos que componía la figura en verónica. A este acompasamiento, que él sentía como armonía, ante la censura de la crítica José se vio obligado a dejarlo, dejando atrás el estoque, el brazo derecho fuera del pase, ligeramente doblado, ligeramente alzado el codo, éste aún en armonía con el brazo izquierdo, porque Joselito era un Gallo, y como tal sentía el pase también en la cintura y en redondo, en tandas de tres o cuatro naturales ininterrumpidos, como su padre el señor Fernando y su hermano Rafael"





"Don Indalecio", en La Tauromaquia en el siglo XX, primer cuaderno. En el número 3 de Cuadernos Taurinos, dentro de la colección Grana y Oro, pgs. 63 a 67, escribe sobre Joselito y Belmonte:

"Al retirarse Ricardo Bombita y seguirle como sombra al cuerpo Rafael González (Machaquito), surgen los derrotistas, los lacrimógenos, y se preguntan: ¿Qué va a pasar aquí? ¿Qué será de la Fiesta?.................En este caso, a la temporada de 1913 iba a sucederle la Edad de Oro del toreo. Al joven prodigio de diecisiete años, nacido para el toreo, con todas las condiciones necesarias y aun sobrantes para empuñar el cetro de la Fiesta, venía a emparejársele una figura extraordinaria, con aptitudes para torear como nadie había toreado. ¿Cómo quieren ustedes que sea el rival, el competidor de Joselito el Gallo?, podían preguntarse los aficionados más exigentes. Y el aficionado más inefable, el más optimista, el más soñador, podía haber respondido: ¿Os convendría uno como Juan Belmonte? Y a unos y otros convino, ¡ya lo creo que convino! ¿Quién podía soñarlo mejor?...........Juan Belmonte es un torero mal conformado, enfermizo, poco cuidadoso de sus facultades, con piernas de trapo. Rigoleto le llaman no pocos, en son de mofa. ¡Sí, sí……., Rigoleto!........Con una alternativa desdichada, la misma tarde en que torearía por última vez su padrino Machaquito……….Y el 2 de mayo de 1914, con un faenón al que cerró plaza, tras de una tarde magistral de Joselito, se encarama Juan en la más alta cumbre y deja boquiabierto, con el faenón dicho, hasta al mismo presidente, que se queda pasmado y no concede la oreja que todos los pañuelos solicitan……….En España hay más corridas de toros que nunca………., precisamente por ver torear a José y a Juan……….. ¿quién no fue injusto en aquella época, en que uno tenía que ser joselista o belmontista?................España desbordada. No hay más que josefismo y belmontismo en la nación. Los intelectuales fruncen el ceño…………Joselito, nacido para torero, se encuentra con que hay que fijarse en el compañerito aquel que no sabía para qué había nacido. A lo mejor, para intelectual, que es la lo que le tiran sus aficiones. Mas como Joselito puede con todo, puede hasta con la manera de torear de Juan, que es una manera no apta para menores, y que no consiste sólo en meter la barbilla en el sobaco para dar las verónicas, ni en salir, desgarbadote, con la muleta a rastras y  con la pierna no menos arrastrada también………Van pasando las temporadas……..¿Se cansa ya la gente? En algún sitio comienza a oirse el “¡Que se vaya!”……..Y no en una plaza cualquiera de escasa importancia……., sino en la de Madrid………Tal le ocurre a Joselito. Y antes, a Belmonte, en terna con Gaona y con Gallito, a Rodolfo y a José les alientan: “¡Solos!” ¡Solos!.........Joselito, obediente, se marcha y no vuelve. Porque ha adquirido un compromiso para torear en Talavera de la Reian el 16 de mayo de 1920. Y cumple su palabra. De Talavera no vuelve: lo vuelven. Y Juan se queda solo; y hace mutis y medios mutis. Y cuando abre un paréntesis de torero en activo, se encuentra más seguro, más dominador, más sabio. Algo así como si Joselito, su rival, su amigo, su buen compañero, a espaldas de sus enconados partidarios……..le hubiera dejado en testamento su sabiduría magistral……..Pero desde el 16 de mayo de 1920, con la muerte del uno, la Edad de Oro del torero se había terminado. Podemos asegurarlo los que la vimos; los que no hablamos de memoria……….Si…..,os digo que los que pudimos conocer la Edad de Oro de José y Juan, nos consideramos felices por haber vivido aquellos tiempos."


José Alameda, en su libro Los arquitectos del toreo modernoCapítulo I, escribe:


"Los resultados del afinamiento del toro (tipo estándar, líneas redondeadas, encornadura más reducida) comenzaron a verse en los años que precedieron a la Primera Guerra Mundial, cuando se estaban yendo Bombita y Machaquito, cuando ya eran matadores El Gallo y Gaona, cuando empezaban Joselito y Belmonte……………Frente a este toro nuevo se encontraron Gallito y Belmonte. Y aquí surge la primera paradoja. Gallito, que era sabio, no lo entendió y siguió toreando como antes. Belmonte, que no sabía nada, atinó a obrar en consecuencia…………..Sin duda, esto se debió a que Gallito, torero de amplia escuela, conocedor de toros los secretos del oficio, creyente en las reglas, se atuvo, sin más, a la aplicación de éstas. Por el contrario, Belmonte, ajeno a toda tradición taurina, hizo, ingenua y sencillamente, lo que pudo y, al actuar sin prejuicios técnicos, descubrió que a este toro, que ya no era e mismo de tiempos de Guerrita, se le podía torear de otra manera, más cerca, más ceñido, sujetándolo para ligar las suertes…………….Gallito entró a la profesión completamente formado. Belmonte, del todo informe. Lo que les sucedió a ambos, quizá se explique con el axioma del biólogo Von Uexküll: “Tener estructura impide crear estructuras”. Joselito, el torero cabalmente estructurado, no podía añadir nada, ni a sí mismo, ni al toreo. Belmonte, el torero por hacer, no sólo creó su propio arte, sino que, con él, empezó a crear la estructura del torero moderno……………Como es bien sabido, todos pensaron que Belmonte era poco menos que un loco, mas en pensarlo estaba la verdadera locura, ya que Belmonte era el más cuerdo, el que actuaba con apego a la realidad, es decir, en consonancia con el toro que positivamente existía……………..Quien menos lo comprendió fue Guerrita. De ahí, su conocida frase sobre Belmonte: “El que quiera verlo debe darse prisa” Como diciendo: la matará un toro, porque así no se puede torear……………Gran paradoja. Guerrita que, al hacer posible el toreo moderno, hizo posible a Belmonte, fue el primero en negar el toreo belmontino. Como un padre que no reconociera a su hijo”


 
En el libro El Sabio y el Fenómeno en la temporada de 1914, escrito por Juan Guillén Sotelo, el aficionado granadino D. Eladio Pericás, escribe:

“JOSELITO: Estupendo conocedor de los secretos del toreo; torero que ejecuta a maravilla cuantas suertes son conocidas, y las de su vasto repertorio especialmente en los dos primeros tercios, y a la hora suprema, aunque imperfecto en la ejecución del volapié, es sin embargo el espada a quien menos duran los toros.

BELMONTE: Tarea difícil es para todo aficionado el apreciar las condiciones de este misterioso artista. ¿Se puede dudar de que con sus aptitudes físicas, no muy pródigas en facultades, elemento indispensable para tan arriesgada profesión, no es un fenómeno?; sin embargo suprimo este adjetivo en lo que respecta a juzgarle como torero. Fenómeno, no. Misterioso, sí. Jamás he visto, ni la historia lo recuerda, a un torero tan emocionante, tan brutalmente artista, sin sujeción a reglas, catecismos, ni cartillas, que todo cuanto hace lo ejecuta como nadie, con el sello sui géneris, patrimonio exclusivo de los genios, en que pone todo su corazón por agradar, con un valor tan positivo, tan frío, tan verdad, que no solo enloquece a las multitudes, sino que al establecer la lucha entre la vida y la muerte, produce la emoción propia del espectáculo, tan bello y fiero como emocionante y misterioso.”

En el mismo libro encontramos estos comentarios de Don Miquis sobre Joselito y Belmonte:

“A mi juicio, en el toreo de Joselito domina la belleza, mientras en el de Belmonte impera la bondad. El clasicismo en éste; el modernismo en aquél. […..] Joselito, artista consumado. Juanito, artista genial. El primero generaliza; el segundo especializa. El Sabio ejecuta como técnico perfecto. El Fenómeno, se inspira y crea. Aquél aprovecha todas las ventajas; éste desafía las desventajas y las vence.[…..] Gallito Chico es un torero lleno de saber, conocedor completo del arte, que atrae y seduce con sus filigranas exquisitas. Belmonte asusta con su arrojo y asombra con su arte. […..] La belleza en la ejecución, llega en Gallito a los límites de lo sublime, sin traspasarlos. La verdad y la bondad del trabajo de Belmonte, entran de lleno en la esfera del heroísmo. [-----] Gallito, como técnico, es más completo aún, si se me aprieta, que aquel maravilloso maestro llamado Rafael Guerra. […..] Belmonte ha logrado, con su toreo de brazos y de cintura, librar las acometidas de las fieras de un modo y en un terreno, donde antes NADIE se atrevió a torear. […..] Tal es el secreto a voces de sus triunfos y el fundamento de su sobrenombre.”

En el epílogo del mismo libro, el escritor taurino Claridades, escribe:

Joselito y Belmonte, siendo los dos toreros excepcionales cada uno en su estilo (el buen estilo para mí es el del segundo) no pueden entablar juntos una competencia efectiva, porque los dos son dos toreros de clase diametralmente opuesta. El uno es la cantidad, el otro la calidad, el uno representó el toreo de adorno, el otro el de pureza en la ejecución de las suertes. Uno es el toreo de placidez, el otro el de emoción. […..] Belmonte torea más a ley, con mejor estilo que Joselito; éste ejecuta más suertes del toreo, conoce más el terreno que pisa que aquél. [……] El que quiera ver la fiesta plácidamente, regocijándose con suertes vistosas, con bonitos juegos de muleta y banderillas; el que no sienta verdaderamente la fiesta sino por lo que tiene de alegre y bullidora y riente, se irá con Joselito. [……] El que guste de la emoción, de todo sport de peligro, el que admire la destreza serenamente trágica del torero que se juegue la vida, el que se deleite y sepa conocer la pureza de toda suerte realizada, se irá con Juan Belmonte. […..] En la etapa del toro actual, desde Guerrita a nuestros días, dentro de ese toreo de piernas y de adornos, que ha constituido hasta ahora la cúspide del toreo moderno, Joselito es un glorioso sucesor. Belmonte un innovador peligroso. [……] Joselito es el muchacho aplicado y listo que a fuerza de estudios y de constancia llega a dominar la técnica de su arte; es un técnico admirable a quien le falta en parte esa lucecita interior que constituye la inspiración. [……] Belmonte es un iniciado, un torero todo inspiración y corazón. [……  Preguntadle al Trianero el modo de realizar sus suertes prodigiosas y os dirá que él mismo no lo sabe: hacedle igual pregunta a Joselito y os explicará con precisión matemática como se debe realizar una suerte para no ser cogido. [……] Joselito busca el adorno, se enmienda con gran vista hasta en el lance al natural. Belmonte lleva al toro toreado hasta en el capotazo de farol, suerte hasta ahora nada más que de adorno.”



César Jalón, en su Memorias de Clarito, escribe:

"Sobre el pavés del triunfo sin precedentes de una epopeya de Belmonte, pasaba luego Joselito su apisonadora veinte tardes seguidas. Y una sola jornada belmontina, una tanda de lances sola, derrumbaba como un castillo de naipes, con el asombroso sobresalto de lo desconocido y nuevo, la soberbia edificación gallística de media temporada...................Entre el gallismo o belmontismo intransigente, un criterio ecléctico declarando al uno "más extenso" y "más intenso" al otro, hubiera conciliado la grandeza de ambos rivales y quizá suavizado los vientos y las mareas de la pasión........................Pero la fórmula transaccional echada a volar -"Joselito más torero y Belmonte más artista" se venía al suelo. Pues en el modo de hacer belmontino no se trataba tanto de la depuración estética -aunque gozase, naturalmente, de una estética peculiar- como de haber transformado, revolucionado los fundamentos y preceptiva técnica del toreo. El avance en el terreno; el prender los toros en el engaño con la mano baja para que, humillados y embebidos, consintiesen a los brazos -con olvido absoluto de sus febles piernas- estrechuras, templanzas y obediencias hasta entonces inimaginables en el trazado y mando de las suertes de capa y  muleta, colocaban, dentro de un análisis correcto, por encima del estilista al torero revolucionario y genial................Sin perjuicio de aceptar la novísima fórmula armónica de que fuese "Belmonte el dominio del arte y Joselito, el arte del dominio"...............Nada por tanto, de "Joselito más torero y Belmonte más artista". Joselito, torero y artista; el más artista del toreo de la época fechada en Guerrita. Y Belmonte, artista y mucho más que torero: instaurador de una divisoria tan señalada en la cronología del arte de torear"


"Porque Joselito sabía y podía matar. Un buen muletero tiene a su alcance el matar a buena ley. Belmonte "cogió en seguida el sitio" para hacer decorosamente la suerte. Hería un poco delantero; mas con derechura y tino. Quien domine con la muleta ata a ella tan entregado al toro que éste parece decirle: ¡Mátame! Y Juan cortaba a veces la faena "porque estaba viendo al toro muerto en la muleta"

"Las llamas de las pasiones joselista y belmontista se inflamaban por el contraste, no de escuelas, sino de estilos. O si se quiere, por la pugna entre clasicismo y romanticismo. Del toreo tradicional con el revolucionario que, por sus méritos, pronto se tornaría clásico. Del toreo perfectamente canónico de Joselito, que hacía exclamar: "¡Así se torea!", frente al de Belmonte, influido del élan de toda genuina obra de arte, salpicado de los defectos del genio, que arrancaba a los doctos el grito de "¡Así no se puede torear!", para que luego únicamente se haya podido torear así. O parecidamente.........Las calificadas virtudes clásicas birlibirloquescas -ligereza, agilidad, rapidez- hanse trocado vicios protervos, y aquel que no toree despacio no será considerado verdadero artista. Sin que el propio Joselito escape a este imperativo categórico del nuevo toque, ya asimilado por él a ciertos lances de su capa, alzada, sí, con los codos en alto -al modo del pase de los ki-ki-ri-kí-, pero metida en los estrictos vericuetos del ajuste y acomodada en lo posible a las lentitudes del temple belmontino. Sin que tampoco escape su predestinado seguidor, el valenciano Granero, al tributo a la despaciosidad, culminante en sus memorables pases en redondo al santacoloma de Madrid"

"-¿Cómo no acabas con Belmonte?- le gruñe el déspota cordobés (se refiera a Guerrita) a José-. A mí no me hubiera durado una siesta........Ignora que Joselito gobierna el timón de la industria; pero no el del arte, cuyos derroteros penden del índice de Belmonte. Y Joselito le contesta: "A usted le hubiese durado como a mí. Yo estoy bien tardes y tardes y los públicos salen de la plaza diciendo: "Esta tarde ha estado mal Belmonte; pero ya vendrá la suya" Y cuando llega, se abre crédito para otro montón de tardes. Yo triunfo en noventa; él en cinco. Sus cinco invalidan mis noventa. Ni lo puedo borrar, ni usted lo hubiese borrado"

"Jamás hasta ahora entrechocaron dos tan diversos métodos toreros, ni jamás rivalizaron sobre el podio dorado de los ruedos dos figuras tan dispares en genealogía, porte y arte, ni tan gemelas en grandeza..........Joselito, torero de abolengo, hijo y hermano de toreros -los Gallo- se educa en el sistema tradicional: se empapa del toreo reglado en las plazas y en los libros de tauromaquia por los maestros seculares, desde Romero, Costillares, Hillo, Paquiro y Chiclanero hasta Lagartijo y Guerrita...........Belmonte, hijo de un tendero, alumbrado en las misteriosas soledades del genio, no tiene otro antecedente ni otro guía que su intuición -inspiración- genial...........Alto, elástico, vigoroso, perfecto de cuerpo y de saber, conformado para vivir y triunfar eternamente de los toros, Joselito cautiva a la afición experta, en cuyo sentimiento admirativo cosquillean la euforia y la alegría: "¡No hay cuidado!".Belmonte, bajo de estatura y de color, endeble, levemente adrubado, vacilante en el filo del abismo abierto a sus pies por unas novísimas y escalofriantes normas, enciende en las multitudes un ardoroso frenesí -un terremoto-, en el que vibra mezclado y confundido con la admiración, el temor: "¡Lo va a matar un toro!"................Jamás pareja alguna de las formadas al calor del público -auténtico fautor de las parejas- había conseguido como ésta encarrilar las pasiones en un doble cauce de gloria al ídolo y respeto al adversario. Sostenida la fiesta sobre el puntal clásico de Joselito, que lleva a buen puerto todas las corridas, en tanto él entretiene a los públicos, el toreo de Belmonte, que al principio era un verso suelto, va entramado su poesía épica. Algunos toros, citados desde una cercanía desusada, caminan mecidos en el engaño como nunca se vió. Son despegados y despedidos de la apretada reunión sin prisa ni violencia, al compás -al temple- de su propio compás, moderada al máximum la velocidad de su ímpetu. Con el mandar a los toros el látigo se ha hecho guante. No hay ya que entrenar el físico para correr, sino el ánimo para resistir. La quietud, la apretura, la templanza, presiden toda su obra"

"Frente a la carga patética de este toreo de Belmonte palidece el toreo perfecto, sistematizado y sin choque emocionante de Joselito. La técnica es derrotada por el genio; la razón por la pasión. El sistema viene a ser lo que la palabra, y la personalidad lo que el acento. El sistema torero es el orden de una reglas conducentes a armonizar la estrategia y la esgrima con la emoción y la belleza. Y la personalidad es el signo que puntúa los trances para mejor transmitir su intensidad al espectador"

"El uno resultaba más grande junto o enfrente del otro. En la gloriosa temporada de Joselito del 1918 -ausente Juan- se echaba de menos a Belmonte. A las epopeyas belmontinas inmediatas a la tragedia de Talavera les faltaba José..................Del dístico ideal "Mandar en el mundo del toreo como Joselito y torear como Belmonte" se ha roto, por los siglos de los siglos, la primera mitad"

"Desde luego que Joselito y Belmonte -como todos los grandes toreros, partidarios desde el siglo XVIII de los toros condesos- preferían las castas derivadas de la muy célebre de Vistahermosa: los saltillos, murubes, parladés, santacolomas, contreras........Mas no por ello desertaban ante el compromiso obligado de las duras vacadas de ascendencia vazqueña: los miuras, los veraguas, los conchaisierras, los pablorromeros..................La ejecutoria heroica de José y Juan destella en su estadística de toros de Miura..............Todos los años pechaban con ocho o diez corridas de Miura en las ferias más responsables: Sevilla, Valencia, Granada, San Sebastián, Bilbao, Zaragoza...................En Madrid Joselito y Belmonte escatimaron lo posible su ración de miuras. Lidiaron algunos en las corridas denominadas benéficas; como una de Beneficencia o de la Prensa con cuatro de Miura y cuatro de Veragua. Para el abono, para la empresa, solamente una, organizada con Vicente Pastor a fin de acallar ciertos rumores de los pastoristas. Y los acallaron: Pastor resultó el más aperreado"


Santi Ortiz, en su libro Lances que cambiaran la Fiesta, escribe:

"¡El amor propio de José! Siempre presto a saltar tanto en la calle como en la plaza. ¡Ay, José!.......El complementario de Juan; la otra cara rutilante de la moneda de la época más apasionada y apasionante del toreo. El polo natural opuesto a la heterodoxia belmontina. A José, hijo, sobrino y hermano de toreros, le salieron los dientes toreando y viendo torear; a Juan "lidiando" clientas en la quincallería paterna. José, provisto del respeto de su apodo familiar, desarrolla su carrera desde "dentro de la alambrá"; Juan, desde fuera, como furtivo nocturno o gastando fondillos en las tapias de los tentaderos. José ejerce desde siempre de paladín de la tradición; Juan encarna al saboteador de reglas y preceptos. Uno guardará las formas en el menor detalle, vestirá de corto y "olerá" a torero hasta en pijama; el otro vestirá a la inglesa, fumará en pipa y llegará al sacrílego tijeretazo que le cercene la coleta -seña, entonces, de identidad y actividad torera- cuando estaba en su máximo apogeo y sin pensamiento alguno de retirarse. José es un torero largo; Juan, intenso. A Joselito el toreo le entra por la cabeza; a Belmonte, desde las raíces de la tierra. José domina, Juan siente....................José es apolíneo, Juan dionisíaco; aquel es la luz, este las tinieblas. El ying y el yang que dirían en China. Sin embargo, su extensa y rica competencia, a ambos enriquece. La tradición se aviene al arte nuevo; la revolución aprende de las normas. José se acerca a Juan y este a José. Y entrambos elevan el toreo a su más alta cúspide a través de una competencia que desgajará a España en dos mitades, en dos banderías irreconciliables..............que desbordará la pasión extramuros de las plazas de toros: gallistas y berlmontistas, sus espadas en alto -y nunca mejor dicho-, mantendrá en versión corregida y aumentada la pugna entre frascuelistas y lagartijeros de la primera época dorada del toreo....................No deja de ser un sarcasmo cruel del destino que fuera José, el domador de toros, el cerebro más preclaro de la historia, aquel de quien decían que para cogerlo había que tirarle un pitón, el que muriera víctima de los toros en plena juventud, mientras que Juan, presunta víctima inmolada en aras del toreo nuevo, el de "quien quiera verlo que se dé prisa", tuviera que apretar el gatillo con su mano septuagenaria para irse de este mundo. A veces pienso que es como si los toros también hubieran tomado partido en el asunto y optado finalmente por el nuevo arte que Juan trajo a la Fiesta. Porque Bailaor, al cornear a Gallito en Talavera, acaba con el único nexo capaz de conjugar la tradición evolutiva de la lidia y las revolucionarias formas que irrrumpen con Belmonte. Las demás coletas doctoradas quedan tan lejos del arte belmontino que la encrucijada que representa Juan para la Fiesta se resuelve del toro: el único camino a seguir es el que señala Belmonte con sus modos y formas. Las tablas de la ley taurina colocan como inexcusables mandamientos la canónica terna de infinitivos: parar, templar y mandar. El toreo como goce estético tomará vuelo por sí solo, los estoques se retirarán a un segundo plano, y el estilismo comenzará a brotar suave pero firme. Los pilares del toreo moderno han quedado asentados"



El historiador Bartolomé Bennassar, en su libro Historia de la Tauromaquia, escribe:

"Estos dos sevillanos casi coetáneos -Belmonte sólo tenía tres años más- eran, al parecer, opuestos en todo. José, guapo, esbelto, desde muy pronto seguro de su poderío y de gozar de la consideración de sus compañeros y de los aficionados, había nacido en el seno de una familia taurina, casi una dinastía; a los 13 años era ya considerado un niño prodigio y antes de tomar la alternativa en Sevilla, con tan sólo 17 años.......había realizado durante cuatro años una prometedora carrera como becerrista. Juan, por el contrario, era feo, contrahecho, de aspecto endeble, patizambo, con los brazos demasiado largos, hijo de un quincallero y sin la menor ascendencia taurina; huérfano de madre desde muy joven, frecuentó la amistad de los granujillas de Triana con los que, según él mismo cuenta, se inició en el arte de torear en los cerrados de toros de la dehesa de Tablada, en la otra orilla del Gualdalquivir, hasta donde llegaban atravesando a nado, desnudos, el río. El primero, muy pronto considerado un maestro -hasta el punto que Bombita prefirió retirarse en 1913 ante la imposibilidad de competir con él-, era un verdadero virtuoso de su oficio, heredero de un siglo de tauromaquia, conocedor por instinto de los recursos técnicos del toreo y capaz de juzgar de un vistazo las posibilidades de los toros que debía lidiar; pero también voluntarioso, orgulloso, lleno de amor propio y pundonoroso en extremo, a diferencia de su hermano Rafael. El segundo, fue al principio ridiculizado y zaherido, ya que su forma de torear parecía tan imposible a los críticos y augures que Guerrita, tan dado a las sentencias, decía que había que darse prisa en ir a ver a este loco porque no iba a durar mucho.................Pero los toros ignoraban la opinión de los críticos y tampoco escuchaban a Guerrita, de modo que respetaron al loco y mataron al virtuoso que parecía lidiar, como jugando, las fieras más temibles........................Curiosamente y aunque ambos toreros tuvieron sus partidarios acérrimos, incondicionales, éstos jamás llegaron a enfrentarse por su causa, tal vez porque comprendieron que los dos rivales se estimaban, admiraban y eran amigos"


El escritor peruano Luis F. Odría, en su libro El arte del toreo y los secretos de la lidia, escribe:



Ya que hablamos del toreo clásico (Q.E.P.D.) quiero añadir en un breve estudio, las modalidades de estilo de esas dos figuras cumbres de la torería: Juan Belmonte y García y José Gómez Ortega “Gallito”.


“Joselito es la diversión; Belmonte la emoción”.

“Joselito hacía correr el tiempo más de prisa; Belmonte lo suspendía, lo paralizaba”.

“Joselito se conformó con ser ejecutante; Belmonte revolucionó el toreo creando una nueva modalidad”

“Joselito fue un colorista; Belmonte un clásico”

“Joselito respetó la teoría del pasado; Belmonte creó una nueva teoría”

“Joselito defendió los terrenos del toreo; Belmonte invadió los del toro”

“Joselito se dedicó al toreo por tendencia natural y hereditaria: Belmonte por encargo de la Providencia

“Joselito era un torero largo y de atractiva variedad; Belmonte era un matador completo y de inigualable calidad”

“Joselito consideró el torero como una competencia de habilidad; Belmonte como una trágica ceremonia”


En conclusión:


“Joselito era la tranquilidad personificada, que rayaba hasta la indiferencia; era frío, calculador e indiferente”


“Belmonte era fogoso, apasionado y temerario; y de una vehemencia tal, que era capaz de ofrendar su vida por cualquier nimiedad”


Domingo Delgado de la Cámara, en su libro Revisión del toreo, escribe:

"Si comparamos la presunta rivalidad de José y Juan con la sostenida por Lagartijo y Frascuelo, nos damos cuenta de que la primera no pasó de ser un amago de rivalidad. En primer lugar por duración temporal. La rivalidad sostenida por Lagartijo y Frascuelo duro muchísimo tiempo, concretamente de 1867 a 1890, veintitrés años de leal y reñida competencia..............Joselito y Belmonte, por su parte, torearon juntos de 1914 a 1920, es decir, siete años............Y además, la actitud de Belmonte, admirador número uno de Joselito, hacía imposible la rivalidad. Belmonte siempre reconoció abiertamente la superioridad de Joselito:

"En aquel tiempo Joselito era un rival temible. Su pujante juventud no había sentido aún la rémora de ningún fracaso.......Joselito tenía frente a los demás mortales una actitud naturalmente altiva como de la un dios joven.......Frente a él yo tomaba la apariencia de un simple mortal que, para triunfar, ha de hacer un esfuerzo patético......."

Cuando los éxitos de este tal Belmonte empezaron a molestar a Joselito, José, rey absoluto del toreo, mandó a su gente buscar en el campo las corridas más serias y de más cuajo. Así, con el toro serio y duro, acabaría con ese Belmonte tambaleante y de oficio incipiente. Belmonte, listo como nadie, hizo exactamente lo que todos le desaconsejaban, pero que él sabía que debía hacer: reconocer la superioridad de José y pedirle árnica. No cometió la estupidez de un Bombita, o, unos años después, Martín Vázquez o Camará. Ellos aceptaron el envite y lo perdieron................Belmonte fue mucho más ladino. Mandó a José un emisario con el siguiente mensaje: "José, si tú quieres, mañana mismo acabas conmigo. Pero piensa que juntos podemos ganar mucho más dinero del que jamás puedas imaginar" (Díaz Cañabate. "Panorama del toreo hasta 1978"). José se lo pensó y aceptó el juego. Juego, pues rivalidad, como hemos visto, era imposible. Además, Juan siempre se plegaba cucamente a los deseos de Joselito. Sabía muy bien qué era lo que le convenía: "Lo que haga José, bien hecho está (Ibídem)", repetía en cuanto le venían con un problema. Esto es cualquier cosa menos una rivalidad o competencia.................Era una lucha entre los partidarios de la estética del toreo hecho hasta entonces y los partidarios de la nueva estética. Pero en el ruedo poca competencia. La superioridad de Joselito era abrumadora. Éste quedaba por encima casi siempre. Mientras, a Belmonte le cogían muchísimo los toros y no era capaz de dominar a los difíciles. Joselito triunfaba cada tarde, mientras Belmonte justificaba una temporada con dos o tres faenas geniales, cuando tenía la suerte de que le saliera un toro muy noble..................Más bien hubo ósmosis entre los dos toreros. Juan aprendió de José la técnica para defenderse de los toros, y José fue poco a poco asimilando de Juan el nuevo estilo"

"Si Belmonte hubiera llegado a la Fiesta sin la compañía de Joselito y sin su contagiosa influencia, el toreo no hubiera evolucionado como lo hizo, pues Belmonte pudo desarrollar su nueva estética solamente cuando aprendió a torear enseñado por Joselito. Esto no lo digo yo, lo dice el propio Juan Belmonte, que fue el más acérrimo partidario de Joselito. Sin José probablemente el belmontismo hubiera durado un suspiro: El Espartero y Antonio Montes, auténticos precursores de Juan, se quedaron en nada, carne en los cuernos de los toros"



José Bergamín, en su libro La claridad del toreo, escribe:

"Joselito fue, es, en la memoria inolvidable de su toreo, para mí, su más grande, extraordinaria, figura artística: Juan Belmonte su más admirable, incomparable figura humana. Lo que José trajo al toreo fue, es, suprema figuración de un arte; lo que trajo Juan, de viva verdad humana"

"Cuando yo escribí El Arte de Birlibirloque, poco después de la muerte del joven torero Joselito, y expresamente dedicado a su memoria, me interesaba el espectáculo taurino como claro, luminoso exponente de una dramática dialéctica española en el tiempo, en la historia, que yo simbolizaba entonces afirmativamente en la figura prodigiosa de Joselito; oponiéndole, como viva contradicción, la no menos mágica de otro torero: Juan Belmonte. De un lado Joselito, ponía toda la luz, la gracia, la destreza, la agilidad y maestría, el arte y la belleza. Del otro, Belmonte, la fealdad y torpeza, la oscuridad sombría, la trampa o truco mentiroso, la falsificación de un arte. Joselito, el milagro de la inteligencia, la alegría; Belmonte, la tristeza, la tramposa emoción del instinto ciego, tenebroso y mortal. Si uno angélico, el otro diabólico, etc. Es decir, que extremaba expresivamente los símbolos para polarizar con ellos la totalidad del juego mágico y prodigioso que el toreo nos ofrece: todo su horror y maravilla" 

En la misma línea de exaltación del toreo de Joselito y muy crítico con la manera de entender el toreo de Belmonte, podemos leer en el mismo libro de Bergamín:

"Lo más lamentable de Belmonte es que toreó siempre a la funerala: muy despacio y torcido"

"El Arte de Birlibirloque de torear, a través del todo siglo XIX que lo inventó, fue un arte barroco -y clásico por tanto- más que romántico (aunque fuesen románticos personalmente algunos toreros). El toreo se hizo romántico, tal vez por primera vez, con Juan Belmonte, que, "apagando sus luces inmortales", lo convertía en espectacular exhibicionismo lamentable de su riesgo mortal; confundía al torero con el toro en un melodramático empeño triste, quejumbroso, horripilante. espantoso truco y trampa de la verdad......................Rafael el Gallo era un torero único, al que no se podía seguir: un torero genial. Joselito murió muy pronto, muy joven, y las generaciones siguientes del toreo ya no lo vieron, ni pudieron aprender de él los secretos de su arte maravilloso. Juan Belmonte quedó como única figura magistral. Y el toreo siguió sus huellas dolorosas sobre la arena. Se hizo pesado, lento, retorcido, sensiblero, sentimental......., sin gracia, sin alegría. triste, melancólico, melodramático..............................El feísmo se hizo categoría estética para los toreros; y se exageraba la impotencia, el desgarbo, el retorcimiento, el parón tancredista y apayasado"


Más adelante, en el mismo libro, José Bergamín continúa con el análisis comparativo entre el toreo de Joselito y Belmonte:

"El caso es que uno y otro se correspondían, se completaban y se complementaban en la plaza. Y que ninguno de los dos hubiera sido tanto el que era, lo que era, lo que fue, sin el otro. El angélico y arcangélico Joselito sin el diabólico o endemoniado Juan. Aquél, la pura, transparente, inteligencia viva. Este, el poseído, el tenebroso y poderoso engendrador de misterio (del "duende") que hacía posible, subrayándola, su más luminosa expresión. Los dos juntos, los únicos y solos, eran de verdad el toreo, todo el toreo..........................................Y aún osaría que si uno fue Mozart (Joselito) el otro fue Beethoven (Belmonte)...................Si hay algo que puede llamarse sustantivamente "la música" o "el toreo", me parece evidente que lo que la música nos dice al oído por la voz purísima, casi infantil, angélica o divina de Mozart, es distinto de lo que nos dice por la honda, desgarrada, a veces sollozante, humanísima, y endemoniada de Beethoven. Y lo que nos dijeron por los ojos el mozartiano Joselito y el beethoveniano Belmonte también es muy distinto, si igualmente en uno y otro fue el toreo como canto y cante -como música- de maravillosa soledad"

"Antes, Joselito, prodigio, maravilloso artista creador de un estilo único de torear que era casi una dicción poética luminosa para el pensamiento. A su lado y después, solo y único, Juan Belmonte, que arrastró consigo, como un capote por la arena, esa oscura sombra de sí mismo, esa ansiedad y desasosiego, inquietante, de su propio destino mortal"

El mismo José Bergamín, en el libro El arte de birlibirloque, escribe:

"En el arte de birlibirloque de torear, Joselito era una inteligencia, y Belmonte un temperamento, una caricatura. La expresión de una enfermedad: el casticismo españolista característico. Los nombres de Joselito y Belmonte polarizaron visiblemente la pugna tradicional española de lo clásico y lo castizo"

"Las virtudes afirmativas del arte de birlibirloque de torear, son: ligereza, agilidad, destreza, rapidez, facilidad, flexibilidad y gracia. Virtudes clásicas: Joselito.
Contra estas siete virtudes hay, en efecto, siete vicios correspondientes. pesadez, torpeza, esfuerzo, lentitud, dificultad, rigidez y desgarbo. Vicios castizos: Belmonte castizo hasta el esperpentismo más atroz y fenomenal"
Joselito toreaba clásicamente, para el universo: por el gusto de torear. Belmonte ha toreado, castizamente, para el público; y a disgusto: pour l'Espagne et pour le Maroc"

"El predominio de la línea curva y la rapidez son valores vivos de todo arte (Joselito). El de la lentitud (morosidad) y la línea recta, son valores muertos invertidos (Belmonte)."

"El arte no puede ser artificial, como el estilo no puede ser estilizado. El arte tiene su propia naturaleza artística, y , naturalmente (artísticamente), su graciosa naturalidad, que es la más pura perfección artística. El artificio, por el contrario, es siempre afectación. En el arte de birlibirloque de torear, Belmonte fué la afectación artificiosa; Joselito, la artística naturalidad; volvía el arte birlibirloquesco de Pepe-Illo a su inocencia bella, clásica, anterior a la caída casticista: con toda la fuerza y la gracia primitiva del más nuevo renacimiento"

"¿Toda revolución es un retroceso? No. Todo retroceso es una falsa revolución: un fracaso; una evolución rota, una tradición revolucionaria estropeada, interrumpida; un nacimiento o renacimiento malogrado, cortado en flor: la novedad. Belmonte fue una mala revolución; Joselito, un renacimiento"


El escritor mejicano Xavier González Fisher, en el artículo titulado La dialéctica y los toros, aparecido en la revista Gaceta Taurina de junio de 1997, escribe:

"Será Joselito quien retome las ideas de Guerrita en forma intuitiva, pues en primer término, continuará la tradición iniciada por el de Córdoba en cuanto a la posibilidad de escoger ciertos toros para sus actuaciones, y así como el Califa prefirió a los de Saltillo y Veragua, veremos que el de Gelves tirará mejor con los de Colmenar, en concreto, los de Vicente Martínez. Pero en lo sustancial, veremos que practica el toreo en redondo, sobre todo por naturales, continuando con una tradición que de momento pareció perdida en las manos de su hermano Rafael y de Bombita, Machaquito y Pastor..............................Por su parte Juan Belmonte...................sería la contraparte de Joselito, pues su toreo no se apoyaría en unas facultades físicas privilegiadas, pero aportaría a la tauromaquia el hecho de torear a la verónica ya no llevando la manos altas al final del lance, sino echando al toro para atrás y procurando recuperar solo el terreno necesario para ligar el siguiente lance. Tanto influyó su forma de torear con la capa, que cinco verónicas que ligó sin enmendar en Madrid son leyenda todavía hoy, ochenta y dos años después. Con la muleta, era un frascuelista puro, torero que fue calificado por "Don Pío" como: ".......torero efectista, de los profesionales del pase de trinchera.....", es decir, como un torero que solo buscaba la igualada para tirarse a matar"

"Enlazando el lenguaje de Hegel con el de Spengler, podemos decir que el toreo de Joselito era "faústico", es decir, abierto, expansivo, derivado de la seguridad que da el conocimiento de las condiciones de los toros y en cuanto a procedimientos, continuador de la síntesis guerrista, que en esas fechas ya era la TESIS de una nueva tríada dialéctica que buscaría llegar al absoluto; Belmonte, podríamos decir que era "mágico", es decir, cerrado, misterioso, que apoyaba su toreo en un profundo sentimiento, que le hacía parecer patético, es decir, la ANTÍTESIS de José."


Rafael Ríos Mozo, en su libro Tauromaquia fundamental, relata la siguiente anécdota:

"Primavera del año 1962.............En un coche van dos personas: Juan Belmonte y el notario y escritor taurino Luis Bollaín.................El coche cruza la carretera de Gelves, del Gelves de Joselito el Gallo.................Don Luis le dice a Belmonte, indicándole con el dedo:
-Ahí, ahí hemos decidido que vaya el monumento de Joselito
Juan entonces le apretó fuertemente la pierna a Bollaín y, como hablando consigo mismo, dijo:
-Joselito y Belmonte..........La edad de oro. ¿Triunfó el poderío? ¿Ganó la profundidad? No lo sé, nadie sabe nada.......-Y volviéndose más a don Luis, con un gran dejo de amargura, concluyó:
-De lo que estoy seguro es que donde de verdad me ganó la pelea Joselito fue en Talavera.

José Bergamín, en su libro La claridad del toreo, intentando resaltar la dificultad que entraña para la mayoría del público saber apreciar la esencia del toreo, comenta una frase de Belmonte a Joselito, al salir juntos de la plaza madrileña, en la que fueron abucheados por el público, la tarde anterior a la muerte de Joselito en Talavera:

"No te importe, José, es que ya lo hacemos tan bien que no se enteran"


Belmonte, en una conversación con Rafael Ortega, Gallito, le cuenta:

"-Yo quería tanto a tu tío José y él a mí que siempre que coincidíamos en el mismo tren nos íbamos uno al apartamento del otro para hablar de toros. Veníamos una vez los dos de torear una corrida y como no le gustaba otra cosa que hablar de toros, le comenté yo que había leído en un periódico que mis partidarios y los de él se habían dado de palos y había habido hasta heridos; y me dijo él: "Juan, éste es el fuego que tenemos que cuidar nosotros mucho, porque si la gente cree que somos tan amigos en la calle, ya no vale; pues ellos creen que somos enemigos tú y yo, tanto fuera de la plaza como dentro. Cuando lleguemos ahora a la estación, ya lo sabes, Juan, tú te vas por una puerta y yo por la otra"


Rafael el Gallo, en una conversación con su sobrino Rafael Ortega, Gallito, comenta:

"Mi hermano (Joselito) era tan buen aficionado como buen torero. Ya sabes el amor propio que tenía, que no le gustaba que nadie estuviera nunca por encima de él; cuando Belmonte toreaba perfectamente uno de sus toros, José llegaba al hotel que se lo llevaba el diablo y no se podía ni hablar con él. Cuando se le pasaba me decía: "¿Te ha gustado la faena de Belmonte a ese toro? Yo le contestaba: "¿Cómo no me va a gustar, José, si lo ha toreado de maravilla?.........Y me respondía: "¡Hay que ver! Es que el día que torea un toro bien, lo torea bien de verdad........"

"Cierto día le hablé a Rafael el Gallo de unas declaraciones de Belmonte sobre mi tío José. Estaba seguro de que le gustaría conocerlas.
-Sabes, Rafael, que hay unas declaraciones que Juan ha hecho a Chaves Nogales, para incluirlas en la biografía que éste ha hecho de él. Te las voy a leer. Escucha:
"En aquel momento Joselito era un rival terrible; su pujante juventud no había sentido aún la rémora de ningún fracaso. Las circunstancias providenciales que le habían llevado gozoso, casi sin sentir y como jugando, al máximo triunfo, que le hacía ser un niño grande, voluntarioso y mimado, que se jugaba la vida alegremente y tenía frente a los demás mortales una actitud naturalmente altiva, como la de un dios joven................En la plaza le movía la legítima vanidad; desde siempre el primero y para conseguirlo se daba todo él a la faena con una generosidad y una gallardía pocas veces superadas............."..............Interrumpí la lectura para hacerle a Rafael una observación:
-Escucha este final, que es lo importante de Juan; mira lo que dice:
"Frente a él, yo tomaba la apariencia de un ser mortal, que para triunfar ha de hacer un esfuerzo patético. Creo que ésta era la sensación que uno y otro producíamos"




Gregorio Corrochano, en su obra Introducción a la tauromaquia de Joselito,  escribe:

"La competencia de Gallito y Belmonte fue absolutamente torera. Eran dos estilos, dos escuelas, dos interpretaciones del toreo, las que dialogaban en el ruedo y chocaban en el tendido..........................Era la competencia entre dos toreros y más aún, entre dos toreos..............................Gallito, el maestro, para el que los toros no tenían secreto, ni había suerte que ignorase, llevaba el toreo en la cabeza......................Fue el maestro. Belmonte cuando salió a torear tenía algunas nociones de tauromaquia........................Belmonte sintió el toreo antes de conocerlo; a esto se debe su gran personalidad y la orientación que le imprimió. Si Joselito llevaba el toreo en la cabeza, Belmonte lo llevaba en el corazón. No queremos simbolizar en el corazón la valentía, sino el sentimiento. El toreo de Gallito asombraba por su maestría, por su extensión, por su dominio, por su difícil facilidad para solucionar cuantos problemas plantea el toro en la plaza. El toreo de Belmonte sorprendía por todo lo contrario, por inexplicable: inquietaba por imposible; dolía verle torear........................Y saltó la competencia......................porque eran, no dos toreros, ni siquiera dos estilos, que los estilos chocan todas las tardes desde que que hay toros; ni dos temperamentos..................sino dos concepciones del toreo, dos interpretaciones las que se enfrentaban..........................Con Gallito y Belmonte se da el caso admirable de que las dos concepciones que tienen del toreo no se conservan aisladas, indiferentes, sino que empiezan por cederse, por comprenderse y acaban por fundirse. Joselito, el maestro, acepta que el toro puede llevarse más ceñido y más templado.......................Belmonte empieza a comprender que los terrenos de la plaza, durante la lidia los poseen proindiviso el torero y el toro, y que es al torero al que le toca deslindar, para saber por dónde anda. Asimila las normas de Joselito..........................Y esto, sin perder ninguno de los dos su personalidad, sin parecerse el uno al otro en ningún momento, sin copiarse.....................Gallito y Belmonte  se estimulaban, se completaban de tal manera, que quien no los viera no vio el toreo completo en una tarde"

El mismo Gregorio Corrochano, en otra parte de la misma obra, escribe:

 "Si la llegada de Joselito al toreo es recibida con asombro, la llegada de Belmonte es causa de confusión y desconcierto. Si en Gallito ve la afición la maestría madura, lograda en una juventud que es casi niñez, en Belmonte ve lo que no creyó nunca que podría ver. De Joselito se dijo: "Éste es el mejor". Lo mejor tiene una relación, aunque superlativa, con lo anterior, y con lo actual; es un grado de una escala...............................De Belmonte se dijo: "Así no se puede torear" Esto encerraba los dos extremos del juicio. Así no se puede torear es una negación. Así no se puede torear, es también la afirmación hiperbólica de lo nunca visto....................Las dos interpretaciones chocaron y discutieron. Los escolásticos, con Guerrita a la cabeza, estaban en un extremo. Los heterodoxos, a los que se sumaron los bombistas sin partido, estaban en el extremo opuesto"

"Gallito conoce todas las suertes, pero como una derivación de su conocimiento de las reses. Ésta es la clave de su toreo; el toro. Belmonte se inclina de salida a la perfección de las suertes. No utiliza otra regla, que más que regla es un estilo, que la de llevar al toro toreado; por intuición o por imperativo fisiológico, al faltarle facultades, tenía por única defensa su toreo. Se daba la maravilla de que cuanto mejor toreaba, más seguro estaba, más alejaba el peligro, porque mandaba más; del toro suelto, sin dominar, sin ir toreado, era del que no se podía defender Belmonte, porque no tenía piernas para enmendarse. Al no poderse enmendar, enmendó el toreo. Acaso todo el toreo de Belmonte es una razón fisiológica. Entonces empieza a hablarse del temple. La teoría del temple puede decirse que es belmontina, tan reiteradamente la practica............................Si el toreo de Belmonte no se podía ver con tranquilidad, lo que hacía Joselito con los toros, su seguridad, su conocimiento de los instintos, de las querencias, de los resabios, de los cambios con la lidia, su anticipación en ser el primero, y a veces el único en la plaza, en verlo, era sorprendente" 


El mismo  Gregorio Corrochano, en su libro La edad de oro del toreo, en el capítulo titulado De las memorias inéditas de un redactor de ABC, escribe la siguiente crónica, dirigida a Claridades (Fernando Gilis Mercet), conocido crítico taurino de la época:


Para “Claridades” (ABC, 21 de mayo de 1914)…………..Dice usted que hemos llamado a Joselito sabio, maravilla, y no sabemos cuántas cosas más; está usted equivocado; ni a Joselito le llamamos Maravilla, ni a Belmonte, Terremoto; les nombramos siempre sin adjetivos; mejor dicho, sin exagerar………..Dice usted que Joselito mata a los mansos que no le gustan de bajonazos censurables; nosotros no solamente no lo hemos ocultado, sino que hemos acompañado la revista donde lo decíamos de un fotografía en al que sorprendimos al espada en el momento del bajonazo…….Pero decir que Bombita tenía más decisión para matar, eso ya es perder los papeles, amigo Claridades……….Gallito es un estoqueador muy seguro, que no tiene más defecto que el de llevar la mano alta; pero ha recibido tres toros a la perfección, uno de novillero y los dos en los que cortó las orejas, y el que hace esto es un matador formidable, que no puede ser comparado con Ricardo, y menos suponerle menos decisión……..Si sólo el hecho –y usted lo sabe bien- de intentar recibir toros es un grado de matador, haber recibido tres es un entorchado…….¡Que no expone! ¿No expone el que domina? Usted dice que domina mucho; pues para dominar hay que exponer; esto es axiomático; el que no expone, toreará con más o menos lucimiento; pero no domina………..No hay quien domine como Joselito; pues la consecuencia es inmediata: no hay quien exponga como él……….Lo que le ocurre a usted –y a muchos- es que le emociona más el toreo que llama “macho”, o sea, el de Belmonte, porque como este torero no domina al toro como el otro, por muchas razones en las que juegan un papel importante las facultades, está usted viendo constantemente el peligro burlado, no por el dominio ni la superioridad, sino por el valor, que en un momento de descuido puede conducir a la tragedia. La emoción esta que usted siente es la de la desconfianza, que ve usted que el toro es el que domina y que el torero lo fía a su gesto gallardo de majeza indomable…….Cuando ve usted a Joselito, ve aquel toro, tan difícil en el segundo tercio, y al que no pudieron llegar por la cara los más hábiles banderilleros, a los cuatro pases ya no es toro, perdió la fiereza, y usted no se emociona, como no se emociona ante la jaula del domador de leones………….Por lo demás, querido Claridades, ¿qué le gusta a usted Belmonte? Y a nosotros; lo contrario sería de un mal aficionado”



Federico Alcázar, en su libro Sánchez Mejías, publicado en 1922, escribe:

“Belmonte es algo aparte de todos los métodos y de todas las reglas. Es algo tumultuoso, anárquico y rebelde. Si quisiéramos buscarle un término de comparación tendríamos que recurrir, en otro género de arte, a Goya, por ejemplo. Belmonte es un inmenso arrebato con toda la impetuosidad del instinto y toda la fuerza de la emoción. En cambio José es Velázquez, la suprema perfección de la técnica, la máxima plenitud del conocimiento, la absoluta y universal belleza”
 

 
 
El mismo Federico Alcázar, en su libro Tauromaquia moderna, publicado en 1936, escribe:
 

"Pero el que ejecutaba la suerte dotándola de sus tres tiempos o atributos esenciales- parar, templar, cargar la suerte y mandar-era el brazo o brazos. Brazo o brazos que van templando al toro desde la iniciación hasta el remate, y la cintura, que salva con sus quiebros los embroques. Esta era la teoría clásica y dogmática, tan clásica y dogmática, que los puristas de la buena escuela llegaron a decir que "Gallito"no podía torear bien no sólo por su escuela-a base de piernas-, sino por ser "duro de cintura".Y algo había de cierto en el reproche, porque José, que tenía una figura airosa, al torear de muleta, sobre todo en el pase natural, se amarraba y corría la mano rápida y violenta, mientras la cintura se quebraba con dificultad y sin garbo. Y, naturalmente, la suerte salía forzada. Que es, aproximadamente, lo contrario de lo que debe ser el pase natural. El cuerpo quieto o mecido suavemente, la cintura quebrada, el brazo suelto-, pero templado, y la mano corrida hasta donde alcanzan la longitud del brazo y el vuelo de la muleta. Pase que Belmonte lo purificó, y La Rosa lo saturó de aquella naturalidad que debió tener en su primitiva encarnación. La suerte salía de la muleta de Belmonte más garbosa, más rítmica, más bella; pero en ninguna de las dos muletas se impurificaban sus esencias y características clásicas."


"Gallito" y Belmonte cambiaron el rumbo y el sentido de las competencias. A ellos se debe no sólo la época más bella y dorada del toreo, sino el dar a las competencias un carácter y una fisonomía distinta a la tradicional. Hasta "Gallito" y Belmonte no se había dado el caso de una competencia entre dos toreros que no mataban. Al decir que no mataban quiero significar que ninguno de ellos se había revelado como matador, tenia personalidad en esta suerte. Las competencias que registra la historia han surgido del contraste de estilos, no sólo toreando, sino matando; de la oposición entre el matador y el maestro; de la antítesis del valiente y el artista; la emoción de carácter y naturaleza rudimentarias más cercana al susto, y el arte, que también es emoción, pero de más alto linaje. Pero uno de los contendientes, o los dos, han dominado la suerte suprema por la sencilla razón de que a ella se supeditaba toda la lidia; era la última y definitiva expresión del toreo. Lo que no se había dado nunca era una competencia de estilos de torear, prescindiendo de la suerte de matar. Por eso digo que desde la aparición de "Gallito" y Belmonte han cambiado de fisonomía las competencias. Conservan parte del contenido, pero en otro envase. Tienen de común con las épocas clásicas el contraste de estilos, la pugna entre la calidad y la cantidad; pero despojados de la suerte más recia, viril y gallarda de la fiesta: la estocada"


 Debo tanto a la formación de mi espíritu a Ramón Pérez de Ayala-como a Ortega y Gasset, Unamuno y Valle-Inclán-, que al coger la pluma para comentar una frase del autor de Belarmino y Apolonio, parece que voy a entablar un diálogo conmigo mismo. La frase es ésta: "Todo lo que había en "Gallito" era habilidad imitativa; oficio. En cambio, en Belmonte, es la originalidad [....] Belmonte ha sido mejor artista no sólo por haber creado un nuevo estilo, sino por haber ejecutado el toreo más pura y bellamente. Pero José ha sido mejor torero, por estar dotado de una mayor capacidad técnica, por haber practicado el toreo más inteligentemente. Como Vicente Pastor, por ejemplo, era mejor torero que Gaona, pero Rodolfo superaba al madrileño en arte. Planteado el problema en estos términos no se puede decir qué torero es mejor, porque cada uno tiene su prestigio, su nombre y su gloria. Desde luego será mejor el que tenga personalidad y, consiguientemente, estilo, que es el valor supremo del arte. En este sentido es mucho mejor Belmonte. Pero no se puede desdeñar la figura de "Gallito" por no haber tenido espíritu creador, pues le basta con su enorme capacidad torera para quedar en la historia como una cumbre. "Gallito' no tenía el arte excelso de Belmonte,pero no se le puede decir que sólo tenía habilidad imitativa, oficio. En las faenas que yo le he visto había algo más que habilidad imitativa. Había una gran inteligencia, un extraordinario dominio y una decisión y un arte poco frecuentes en el toreo. No era su arte tan depurado y clásico como el de Belmonte, pero era más vario, coloreado, alegre y gracioso."





Fernando Claramunt, en su Historia gráfica de la Tauromaquia, escribe:

"La rivalidad artística de los dos colosos del toreo se establece rotunda y clara en 1914. Los críticos taurinos se alinean en uno u otro bando, siendo los más radicales el gallista Don Pío (Alejandro Pérez Lugín) y el belmontista Don Modesto (don José de la Loma). Ser ecléctico obliga a afirmar, como Pensamientos, que Joselito es el mejor de todos y Belmonte, "torero corto", hace lo que hace mejor que nadie y se ha convertido en ídolo de las multitudes. Si uno es el mejor torero y otro el que mejor torea, ¿cómo decidir? Desde los primeros momentos los aficionados están de acuerdo en que el toreo de José es más variado, más "largo", más técnico y dominador. El de Belmonte requiere "su toro" y en ése supera lo imaginable, sobre todo en la dimensión artística. Técnicamente los aficionados de solera señalan muchos defectos en Juan.....................Frente a esa nube de tormenta que es el belmontismo incipiente estaba el sol radiante, la celeste hermosura de la majestad serena y equilibrada del toreo de Joselito, suma y compendio de todas las normas clásicas del buen toreo.....................Como en el caso de don Quijote y Sancho, muchas cosas han pasado de una a otra personalidad. De Joselito bien se pudo decir que había enseñado a lidiar a Belmonte, es decir, le había transmitido las enseñanzas acumuladas en todas la tauromaquias precedentes, desde Illo y Montes hasta Guerrita. Juan reveló a Joselito que el toreo era un arte y un sentimiento. En realidad esa fue la revolución belmontina.......................Hacia 1917, la competencia entre Joselito y Belmonte se hace cada vez más civilizada. Se han hecho grandes amigos y a veces en el tren acuerdan separarse cuando se acercan los partidarios más exaltados. La forma de torear uno y otro ya no es tan distinta. José procura manejar el capote con la cadencia y el arte de Juan, quien a su vez es menos heterodoxo. Uno y otro reencuentran el toreo clásico y le dan su personal interpretación"



César Jalón, en su libro Grandezas y miserias del toreo, escribe:

"Triunfa Belmonte. Se imponen sus normas. Algunas de las virtudes que en El arte de Birlibirloque se señalan como virtudes clásicas -ligereza, agilidad, rapidez-, descienden al rango de vicios. Y el apuntado como vicio más nocivo, el de la lentitud, se eleva, por el imperio de la nueva escuela a la categoría de principio fundamental. Ya, el que no toree despacio, no será torero. Si el destino hubiese sido menos cruel con Gallito, el Súmum birlibirloquesco torearía ahora despacio. En lo más elemental, en la primera asignatura del toreo -el toreo de capa- despacio toreaba ya.


José Alameda, en su libro El hilo del toreo, escribe:

"Podría considerarse a Belmonte como un torero mágico -cerrado, misterioso- y a Joselito como un torero faústico -abierto, expansivo.............La aparición de Joselito -rey de la luz- produce júbilo................La de Belmonte -señor de las tinieblas-, asombro...............José aparece como una superación -Maravilla, le dijeron.................Juan, como un fenómeno -Terremoto, le llamaron.................En medio está el toro, que determina el primer acto del drama. El toro, ya evolucionado, que permite a Belmonte disputarle su terreno. Y que permitirá a Gallito encontrar nuevos desarrollos hacia el futuro....................Es una hora estelar del toreo. En la que Belmonte demostrará que en lo suyo nadie es capaz de igualarlo -todavía no lo ha sido-; y Joselito que es capaz de encontrar el camino para toda una época"

"José, desde que abre los ojos al toreo, los tiene puestos en Bombita...............Bombita es el que manda, el que ha relegado a su hermano Rafael. Bombita es el torero a vencer................Y Joselito le pelea con sus mismas armas. Las de dominar. O sea, el toreo sobre piernas, diagonal y de compás abierto. Un toreo que José practicaba sobre el mismo molde de Bombita, pero con más facultades físicas y taurinas.............Para vencer a Bombita no empieza por contradecirlo, sino por parecérsele............Tal es su estilo de toreo en los primeros momentos................En eso está cuando lo sorprende Belmonte...............Un torero que, desde el punto de vista de aquellos días, era un torero raro, que se ponía demasiado cerca y al que los toros se quitaban de encima con frecuencia, como un pelele..............Pero los públicos, asombrados, llenaban las plazas para verlo. Por si -como advertía Guerrita- no les quedaba pronto ocasión de verlo más......................Apenas salido de su asombro, Joselito toma una actitud directa, de acción................Si antes, para pelear con Bombita, empezó por ir al terreno de Bombita, ahora, para pelear con Belmonte, va al terreno de Belmonte. Es decir, al terreno del toro................Pero una vez allí, su mentalidad luminosa de torero, empieza a sacar consecuencias sobre los nuevos supuestos................Y el que se inició por el toreo cambiado o contrario, a la manera del Bomba, empieza a descubrir un día que, sin expulsar al toro, dejándolo venir, o haciéndolo venir, por su propio terreno, se puede establecer técnicamente el toreo en redondo. Es decir, el toreo de línea natural..............Ahi está su grandeza. En que por su propia cuenta y no teóricamente, sino en comunicación directa con el toro................dejó las bases objetivas para el desarrollo de la faena moderna en redondo"


El escritor peruano Luis F. Odría, en su libro El arte del toreo y los secretos de la lidia,  escribe:


Ya que hablamos del toreo clásico (Q.E.P.D.) quiero añadir en un breve estudio, las modalidades de estilo de esas dos figuras cumbres de la torería: Juan Belmonte y García y José Gómez Ortega “Gallito”.


“Joselito es la diversión; Belmonte la emoción”.

“Joselito hacía correr el tiempo más de prisa; Belmonte lo suspendía, lo paralizaba”.

“Joselito se conformó con ser ejecutante; Belmonte revolucionó el toreo creando una nueva modalidad”

“Joselito fue un colorista; Belmonte un clásico”

“Joselito respetó la teoría del pasado; Belmonte creó una nueva teoría”

“Joselito defendió los terrenos del toreo; Belmonte invadió los del toro”

“Joselito se dedicó al toreo por tendencia natural y hereditaria: Belmonte por encargo de la Providencia

“Joselito era un torero largo y de atractiva variedad; Belmonte era un matador completo y de inigualable calidad”

“Joselito consideró el torero como una competencia de habilidad; Belmonte como una trágica ceremonia”


En conclusión:

“Joselito era la tranquilidad personificada, que rayaba hasta la indiferencia; era frío, calculador e indiferente”


“Belmonte era fogoso, apasionado y temerario; y de una vehemencia tal, que era capaz de ofrendar su vida por cualquier nimiedad”


Y más adelante, Luis F. Odría, en el mismo libro, escribe:


“En el toreo no abunda la lógica……….Uno de los toreros que más sabía de toros –y esto es otro absurdo- fue precisamente quien más se equivocó al hablar de tauromaquia y al profetizar acontecimientos que todo el mundo con él, pensaba de igual modo. Me refiero a “Guerrita”…………….Entre los augurios que el segundo califa cordobés se permitió hacer en público…………fuera el que decretara la trágica y pronta desaparición del mundo de los toros  de Juan Belmonte. En aquel tiempo, cuando Juan andaba a trompadas y mordiscos con los toros queriendo plasmar aquel mensaje que la Providencia le había confiado, nadie podía dejar de pensar como pensaba Rafael Guerra y todos creían a pie juntillas lo que desde el balcón de su club de la calla Gondomar, había proclamado. Y pasaron los años y se murió destrozado por los pitones de una fiera el más grande lidiador de la historia, cual era José Gómez Ortega; y Juan Belmonte siguió paseando, triunfal, glorioso y poseído de su inmortalidad histórica, por delante del mismo balcón donde se proclama su fatal designio…………………Y es que el toreo es casualidad, acaso, azar lleno de angustia………Y nadie existe, vestido de torero, que pueda decir, como dicen que decía el “Cúchares” a su esposa: “María, prepara la puchera que güervo reseguía



Juan Posada, torero y crítico taurino, escribe:

 "Belmonte y Joselito, por diferentes motivos, fueron los padres del toreo actual. José, gracias a Belmonte, descendió del pedestal técnico, casi perfecto. Asimiló su estilo, bajo más las manos, se templó con las arrancadas y saco a relucir su expresión sensorial. Hizo gala de su personalidad, anteriormente oculta tras su poderío. Belmonte aportó, además de las cualidadas emuladas por Gallito, el sentido humano del torero. Se entendía el mensaje de sus lances y pases...............Hasta ahí, los toreros se limitaban a pelear, a lidiar con los toros. A partir de Belmonte comenzaron a crear arte con ellos...............Desde entonces así ha sido y será. ¿Para bien? ¿Para mal? Simplemente, para continuar la evolución...........................Joselito apareció en 1912. Desde el principio, aunque lo admiraban, vieron en él una especie de superación de Guerrita. Y lo era.............Poco a poco, le exigieron más y más. No querían tanto dominio. A veces, a toros que no lo necesitaban. Aspiraban a un as que, aparte de divertir, emocionara. Lo encontraron en Belmonte. A él le perdonaron todo; la falta de técnica, su toreo confuso y anárquico cuando no lograba la genialidad. Incluso ampararse bajo el paraguas de Joselito, en lo que a la elección de toros menores y fáciles se refiere...........................Aquellos años, marcados por la Primera Guerra Mundial, cambiaron la manera de pensar del público. Obviaron la técnica. Se aburrían. Belmonte, el desheredado de la fortuna, bajito y feo, desbancó al héroe, Joselito. Representó al pueblo, allí abajo. El primer campeón del cómic de la vida real. El superhombre del pueblo. Por primera vez, público y afición caminaron al unísono. Los poderosos se inclinaron. Un paria los venció. Mejor aún, los subyugó...................Ganó dos batallas en una: la torera y la social...............Por obra y gracia de Juan, el carácter y el tipo de los toros, se modificaron. Lo facilitó el sentido estético y trágico que él imprimía al toreo. La mayor colaboración de las reses dio lugar a un arte torero más armonioso...............................Belmonte, de humildísima condición, representaba al pueblo. Su contrincante, Joselito, miembro de la aristocracia del toreo, los Gallos, era el preferido de ganaderos y de la gente bien. Al primero le fue más fácil triunfar. Inspiraba simpatía. Joselito maravilla, pero fastidiaba su prepotencia.............................La revolución belmontina enriqueció el toreo. La elevó a rango de arte universal. Joselito, con sus lecciones de buena técnica, marcó el camino y contribuyó a la perfección artística actual"

Juan Pedro Domecq, en su libro Del toreo a la bravura, escribe:

 "El hecho fue que, al observar Joselito el nuevo toreo de Belmonte y el efecto que producía en el público, se dio cuenta de que había surgido algo nuevo y su objetivo, desde el primer momento, fue el hacer posible la tecnificación de esta forma de torear y, por lo tanto, que este nuevo toreo se viera con mayor frecuencia en los ruedos.................Joselito y Belmonte cultivaron una gran amistad. Belmonte se dio cuenta de la profundidad de los conocimientos de la Tauromaquia que tenía Joselito y del interés de su compañero por desarrollar su incipiente tauromaquia. Belmonte se dejó aconsejar y comprendió que eran complementarios; aprendió la técnica de Joselito, le dejó libertad en la elección de los toro a torear y en mucho detalles de contratación. Esta fusión de genialidad y conocimientos es la que hizo nacer la nueva Tauromaquia. Ya no se pretendía simplemente burlar al toro, se pretendía torearlo, es decir, acompañar su embestida con el capote y la muleta mediante el movimiento de los brazos. El movimiento de piernas fue desapareciendo y el toreo comenzó a tener una esencia distinta...............................Belmonte vino a decirle a Joselito: Se puede torear de una forma distinta a lo habitual, y esa diferencia es la que Joselito vio desde el primer momento y puso todo su saber en la Tauromaquia para hacer posible que este toreo llegara a realizarse cuanto antes y con frecuencia. Ése fue el gran secreto de la evolución del toreo antiguo al toreo moderno. Esta transformación no va a ser inmediata, va a necesitar una lenta progresión. Pero el nacimiento, el inicio, surgió de la fusión de los conceptos del toreo de Joselito y Belmonte, y eso supuso un momento grandioso para la Tauromaquia"

Robert Ryan, en su obra El Toreo de capa, escribe:

"Después de Belmonte, quien se siente torero lo ha de expresar a la verónica; esto, mejor que nadie, lo intuyó el propio rival de Juan, el primer espada de su célebre mano a mano, Joselito el Gallo, heredero de la escuela tradicional que tan escasamente admitía el torero a la verónica.......................Gallito, ante el lance ejemplar de Belmonte, pasó de ser un torero que apenas, y deficientemente, se empleaba en la verónica a ser el maestro que consumó su expresión artística en ella. Si Rafael el Gallo desde siempre había aconsejado a su hermano menor que refrenara el tempo de su toreo, José llegó a la despaciosidad, se recreó en la despaciosidad, al torear a la verónica. "En sus últimos años templaba que era un asombro. Mejor, quizá, que Belmonte", llegó a decir Rodolfo Gaona..............................Si la verónica de Belmonte, a lo largo de su larga vida de torero, fue siempre la misma, la verónica de José evolucionó constantemente, porque él, después de Juan, fue un creador en esa suerte.......................La verónica de sedeño poderío, la que obliga al toro, que se apoya hacia adelante y avanza y avanza, tuvo su primera plenitud en Joselito................................Muerto José a edad temprana, en los años veinte y treinta, la época de oro de la verónica, y en décadas posteriores, mucho toreros desarrollaron su personalidad en la verónica explorando matices descubiertos por Joselito"


El gran aficionado Mariano de la Riestra, en su libro La fiesta de los toros, escribe:

"Las competencias son indispensables a la fiesta, pues la emulación hace que cada diestro pretenda superarse y satisfacer a sus partidarios. Es incuestionable que ello exige la coincidencia en una misma época de dos artistas de calidad extraordinaria, y, a ser posible, de arte diferente. Parece que las principales fueron en su tiempo, las de Pepe-Hillo y Pedro Romero, Cúchares y Chiclanero, Gordito y el Tato. Ya en los míos, la de Lagartijo y Frascuelo, Bombita y Machaquito y Joselito y Belmonte. Las anteriores a mi época, si son ciertas las noticias que nos llegaron, eran, en general, agrias, y daban lugar a verdadera enemistad entre los competidores, llegando sus partidarios a las manos en más de una ocasión. Las por mí conocidas fueron modelo de caballerosidad; sólo se ventilaban en el ruedo; fuera de él, los rivales eran amigos, hasta fraternales..................................De la gran amistad que unió a José y Juan tengo referencias por el Alfombrista, mentor desinteresado y buen amigo de Joselito, a quien quería como un hijo. Por él conozco lo siguiente: La Empresa de San Sebastián debía a Belmonte dos corridas del año anterior que no quería abonarle; al pretender contratar para el siguiente año a Joselito, éste puso por condición el previo abono a Juan de aquellas corridas. Como sin el concurso de uno de ellos no se podían celebrar, Uzalayate, gerente de la Empresa, se tuvo que avenir a Belmonte y a contratarle"



Filiberto Mira, en su libro "Vida y tragedia de Manolete", escribe:

"La tauromaquia la convierte Joselito en un súmmum. Es el que absorbe, resume y desarrolla como nadie la totalidad de sus dimensiones. Fue la suprema encarnación del ser lidiador…………………¡Ojo!, una tauromaquia desarrollada sobre el poderío de las piernas, ejecutada con plenitud de facultades físicas y anímicas y teorizada en geometría de ángulos………………..Si coincidente con él no hubiera existido Belmonte, es posible que la tauromaquia se hubiera muerto también aquella tarde del 16 de mayo de 1920, en que Bailaor mató a Joselito. Todo se hubiera consumado al morirse el que todo lo tenía asumido…………..Pero existió Belmonte……………descubridor del toreo. Son conceptos e ideas diferentes. José fue la tauromaquia (ciencia, poder y supremacía del talento del hombre sobre el instinto de una fiera). Juan fue el toreo (sentimiento del hombre que le impulsa a crear arte –bastan muñecas y brazoa- con la emoción que dimana del astado irracional……………Gallito, prácticamente le pudo a todos los toros, porque los dominó y fue el colmo en los cánones de la variedad de las suertes hasta entonces conocidas. Juan necesitó la colaboración del toro, y cuando se la encontraba, pues anulaba hasta al mismísimo José. Este fue el perfeccionamiento, y el de Triana el que demostró que la lidia había que supeditarla al toreo, al que definió como fuerza del espiritu……………José adaptó la preceptiva de la lidia al toreo de Juan. Este insufló en su descubrimiento la técnica de aquél. Sin confundirse ni mezclarse, se fusionaron, y de esta aleación surgió la Edad de Oro…………………..Entiéndase que, en mi concepto, considero la tauromaquia como idea de lidia y al toreo como creación y desarrollo de un sentimiento. Lidiar es resolver, razonando, el problema que presente cada toro. Torear es transmitir belleza con emoción, y esto supone generar lo que llamamos arte. Ambas cosas no tienen porqué estar separadas. Lo ideal es disfrutarlas conjugadas. Ese supremo ideal lo compendiaron Joselito y Belmonte; por ello, esa Edad de Oro ha sido la más gloriosa de todas las épocas que hasta ahora ha conocido la Fiesta"






Guillermo Sureda, en su libro Tauromagia, escribe:



"Joselito, la egregia excepción gitana, decía que el toreo es una pelea. Juan Belmonte, en cambio, decía que el toreo es un sentimiento interior, casi un estado del alma. El primero, largo, calculador, completo; el segundo, corto, hondo y perfecto. Joselito, capaz de resolver en la plaza cualquier problema taurino, de demostrar cualquier teoría: Belmonte, intentando siempre lo nunca visto, un escalofrío nuevo. En definitiva, dos conceptos del toreo frente a frente. el lógico y el mágico....................................Toreros lógicos: toro como enemigo, toreo extenso, asimilación, garbo, inteligencia, lucha -lidia-, lógica, tendencia a lo completo. Apolo..............................Toreros mágicos: toro como amigo, toreo intenso, creación, duende y gracia, toreo emocional, intuición, juego, armonía, sentimiento, tendencia a lo perfecto. Dionisos....................................Hay una anécdota que refleja bien la diferencia que hay entre uno y otro tipo de torero (Se refiere a la diferencia entre toreros lógicos y toreros mágicos). En un hotel de Hispanoamérica, Domingo Ortega habla de toros con varios profesionales del toreo. Y dice: "A los toros hay que doblarlos al inicio de la faena de muleta" En esto, Manolete que baja de su habitación y se suma a la tertulia. Ortega repite la frase, tal vez para que Manolete la oiga. Y Manolete, claro está, la oye, pero hace como si no la hubiera oído. Ortega vuelve a la carga y le pregunta ya directamente a Manolete: "¿Qué opinas tú, Manolo? Y Manolete se lo queda mirando y le contesta, serio por fuera, zumbón por dentro, picado ante la insistencia del toledano: "Que mientras usted se dobla con el toro, yo le he dado ya seis naturales". Se acabó la historia. En definitiva, dos conceptos distintos del toreo: el que cree que el toro es un amigo al que hay que torear y el que cree que es un enemigo al que hay que vencer cuanto antes.............................A raíz de su muerte (la de Joselito), el propio Juan Belmonte dijo lo siguiente: "Los públicos comenzaban a cansarse de nosotros, precisamente por esa sensación de seguridad, de dominio y de eliminación del riesgo que habíamos conseguido dar. Esto era todavía más grave para Joselito que para mí, porque daba aún más que yo la sensación de que toreaba impunemente.............................Generalmente se opina que la edad de oro del toreo corresponde a la época de Gallito y Belmonte, es decir, la comprendida entre los años 1913 a 1920, y eso me parece indiscutible, entre otras razones porque los toreros citados -el mejor y el más revolucionario y apasionante de toda la historia del toreo, respectivamente- son capaces por sí solos de glorificar cualquier época en la que ambos hubieran toreado.............................Cuenta Clarito en sus Memorias taurinas que una tarde, en una taberna, se ponderó delante de Gallito la epopeya de Juan Belmonte con el toro Barbero, en la todavía famosa corrida del Montepío de Toreros del año 1917. Se habló luego de varias cosas y, después de comer, ya con un pie en el estribo del coche que lo conduciría a la estación, le dijo Gallito al gran crítico: "¡Ah, oye! Y que, desde luego, ésa será la faena más grande del toreo; pero ¡el mejor torero soy yo!"


Juan Antonio Pérez Mateos, en su libro El toreo. Una visión inédita, escribe:

Joselito, héroe ortodoxo, clásico, lejano de la heterodoxia de su gran rival Juan Belmonte, aventurero y anárquico, genial, inconsciente, revolucionario, los dos polarizan los sentimientos diametralmente opuestos de la tribu, ambos levantan sobre el cráter de los olés y las verónicas la época más brillante y competitiva del toreo........Se es belmontista porque su forma de interpretar el toreo es muy distinta a la concepción que del mismo tiene Joselito. Belmonte, además, es un héroe por excelencia: tiene, junto a Joselito, todas las características del mismo y, por si fuera poco, es un innovador, un gran revolucionario………..Hasta su llegada, había un terreno que pertenecía al toro y otro al torero. Juan Belmonte los suprime, los funde en un ánimo creativo, en ese ejercicio de orden espiritual que preside su sentimiento en el ruedo. Porque Juan Belmonte, como buen héroe, habita en el mundo de la aventura, que es un “tiempo lleno”, frente al tiempo vacío e intercambiable de la rutina. En esa aventura siempre está presente la muerte."



José Ortega Spottorno, en el prólogo (llamado Paseíllo) del libro de Gregorio Corrochano, La edad de oro del toreo, escribe:



"Joselito, hijo y hermano de toreros, tenía, por tanto, trazado su destino: ser torero. Pero albergaba en su genio el ser uno de los toreros más grandes que han existido. Tras los años que actuó en una cuadrilla de “niños toreros sevillanos”, empezó como novillero en 1912, y cómo sería el clamor que produjo, que pocos meses después, el 28 de septiembre de ese mismo año, tomaba la alternativa en la plaza de Sevilla, de manos de su hermano Rafael. Si éste, apodado el Gallo, era un torero primoroso pero desconcertante (fueron famosas sus espantadas en que tiraba el estoque y la muleta y se negaba a matar), su hermano, al que llamaron Gallito, sería un torero completo, dominador, entendido, con pundonor y afición admirables. Belmonte, que había recibido la alternativa en Madrid, en 1913, de manos de Machaquito, fue un torero de menos facultades pero con un genio creador de suertes y un patetismo emocionante en sus lances y en la inigualable media verónica. Muy justamente se consideraba que realizó en el toreo una revolución copernicana, al hacer que el toro se mueva más en torno al torero que el torero alrededor de toro”


Gregorio Corrochano, en su libro La edad de oro del toreo, en el capítulo titulado De las memorias inéditas de un redactor de ABC, escribe las siguientes crónicas:


Las competencias y las exageraciones (6 de mayo de 1914)……………Entre Joselito y Belmonte se ha establecido –por el público- una rabiosa competencia que no tiene razón de ser, porque cada uno –hoy por hoy- es único en lo suyo……….En este ambiente ha influido poderosamente la retirada de Ricardo Torres (Bombita)…….Los bombistas, un poco dolidos y un mucho derrotados por los Gallos, necesitaban un torero para hacerles la guerra, y surgió Belmonte………Y lo absurdo, lo verdaderamente inconcebible, es que los más acérrimos partidarios del Bomba sean hoy detractores de Joselito, que es el torero que más recuerda a Ricardo. Su toreo abierto de piernas, su dominio con la muleta, lo que manda, lo que castiga y hasta su preparación con banderillas –clavando hay una gran diferencia a favor de Joselito- , es todo, todo, de Ricardo Torres (Bombita)………..Si a esto se agrega que Gallito es más completo y que le quedan unos años por delante para aprender a picar, que es lo único que le queda por hacer, lo lógico hubiera sido que, retirado Ricardo, este gran partido se hubiese puesto del lado de Gallito. Pues no señor; cayeron del lado contrario por antagonismo..................La tarde del 2 de mayo, la más grande que recuerda la afición de esta época, daba vergüenza estar en la plaza de toros de Madrid…….Realizaba Joselito el Gallo la faena más completa que aquí se ha visto: lo hizo todo a la perfección, y los del bando de Belmonte –que, de los dos bancos, es el más intransigente- bajaban la cabeza por no verlo, por no rendirse………Llegó el toreo de Belmonte y éste no hizo todo porque no sabe; pero sí hizo lo suyo, que es torear de capa y muleta como nadie; y entonces, los belmontistas, puestos en pie, increpaban a los gallistas, como si Joselito no hubiese hecho nada. Los gallistas callaban, tampoco querían rendirse”




Madrid: Corrida extraordinaria. Gaona. “Gallito” y Belmonte (ABC, 13 de mayo de 1916)……………….Al salir las cuadrillas se oyeron silbidos. Lo esperábamos. Nos hemos enterado estos días de cosas terribles, inauditas, que no podíamos dejar pasar sin protestar. Gallito y Belmonte se hablan. ¿Pero han visto ustedes qué cinismo de chicos? Torean juntos al año 80 corridas, juntos luchan, juntos corren los riesgos, sufren juntos los halagos o la censura del público; son dos vidas gemelas, paralelas, siempre al lado uno del otro, más que por su voluntad por imposición de la afición soberana, que les ha echado al circo a reñir como dos gallos ingleses; y en vez de guardarse rencor y de morderse y calumniarse, resulta que se hablan. Como se hablaban Lagartijo y Frascuelo, y quizá, como éstos, lleguen a quererse entrañablemente. Es imperdonable. Lagartijo y Frascuelo, que han sostenido la más duradera competencia que en el toreo se ha conocido, eran rivales y amigos; rivalidad noble, caballeresca, leal; rivalidad de artistas; en la plaza, cada cual buscaba su público, destacaba su personalidad; en la calle no eran Frascuelo y Lagartijo, sino Salvador y Rafael, dos amigos, dos hermanos. Y estos mequetrefes no se conforman con ser toreros y ganar dinero; aspiran, además, a ser personas, a ser generosos y nobles; su desvanecimiento les lleva a permitirse sentir afectos. Realmente es intolerable; la afición no puede perdonárselo. Con esta preocupación fuimos ayer a la plaza. Bajo el peso de esta acusación gravísima salieron ellos ayer”







Madrid: “Don Pío” me hace cosquillas (ABC, 16 de junio de 1919)………………….Hace un poco tiempo que Don Pío, gran amigo mío, hombre a quien estimo tanto como admiro, anda lo que se llama buscándome la lengua…………..¿De dónde has sacado, cuitadiño –creo que se dice así-, que soy antigallista?...........Si para ti el arte de Gallito se encierra en estas frases: “¡Kikirikí!”…………si no tiene otra expresión el arte de Gallito, me entrego, soy antigallista. Pero si el toreo de Joselito tiene algún matiz y puede narrarse en el lenguaje que empleamos los demás mortales que vamos a la plaza, entonces no, entonces soy más gallista que tú, sin proponérmelo, sin decirlo, sino en sentirlo y darlo expresión………….Otra concesión que te hago de muy buena gana es que si para ti es antigallista el que no pasa por todo lo que hace Gallito, antigallista soy efectivamente..........No, querido Don Pío; yo no soy antigallista. Si repasaras la colección de mis crónicas, verías un tanto por ciento considerable a favor de Gallito, porque es el torero que está más número de veces mejor, o disimula más cuando está mal………..Además, ¿de dónde has sacado, bribón, tergiversador, sofista, que yo al hablar de Belmonte como torero largo trataba de molestar a Gallito? Trataba únicamente de acabar con un infundio, porque precisamente me refería a una corrida en la que Belmonte había estado completísimo, llevando su estilo de torero excepcional –excepcional, aunque tú no quieras- hasta el momento de la estocada. Yo nunca que hablo de Gallito aludo a Belmonte, ni aludo a aquél cuando de éste escribo. Son tan distintos en todo, que no hay comparación posible; sus características marcadísimas no tienen el menor parecido; quizá todo el interés de los dos, cuando torean juntos, está en el contraste…………….De Belmonte yo quisiera decirte algo  porque mira, Belmonte algunas tardes –tú no te enteras- es tan genial toreando, que toda la plaza, toda menos tú, siente una cosa que no te puedo explicar: porque no me comprenderías. Yo te diría: Belmonte es esto. Y tú preguntarías: Y eso ¿qué es?...........Cuando me niegas que tiene estilo propio y que ha dejado escuela, y te burlas de que yo digo que hasta los chicos que juegan al toro imitan a Belmonte, ¿cómo he de hablarte? No nos enteraríamos; te pasaría lo que a mi amigo el ciego cuando le hablo del color:


-¿Y qué es al azul? ¿Y qué es el cielo? ¿Y qué es lo que nos rodea? ¿Qué es eso que dices de Belmonte……..?........¡Pobre amigo mío; si no ve!”

 


------------------------------------------


"EL DESCANSO"

"Sentados en el estribo, indolentemente, con el cuerpo al desgaire, la cabeza inclinada y la vista perdida entre las arenillas del ruedo, no se percatan, al parecer, de lo que ocurre a su alrededor. Aunque estén codo con codo, apenas se dirigen la palabra. Son momentos de abstracción, en los  cuales no hacen más que pensar........"

Dibujo de Roberto Domingo publicado en Toros y Toreros del 6 de Noviembre de 1917.

Todo parece indicar que se trata de Joselito y Belmonte, aunque en el dibujo no aparecen sus nombres.