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NOTA INFORMATIVA:

CON MOTIVO DEL CENTENARIO DE LA MUERTE DE JOSELITO EL GALLO, HE PUBLICADO UN LIBRO EN EL QUE SE RECOGEN TODAS SUS ACTUACIONES EN LA PLAZA VIEJA DE MADRID, VISTAS POR LA PRENSA.

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Este Blog nace como un homenaje a todos aquellos que, a lo largo de la Historia del Toreo, arriesgaron y en muchos casos entregaron sus vidas, tratando de dominar a la Fiera.

lunes, 11 de junio de 2012

PACO OJEDA. Faenas imaginadas






















Francisco Manuel Ojeda González, Paco Ojeda, nació en Sanlúcar de Barrameda (Cádiz) el 6 de octubre de 1955. Debutó con su público en su ciudad natal el 27 de junio de 1977.

Su primer triunfo sonado fue la presentación con picadores en Barcelona, el 22 de julio de 1978. Salió a hombros tras cortar las dos orejas y el rabo de cada uno de sus novillos. En Sevilla, en su debut, sale a hombros por la puerta del Príncipe el 20 de mayo de 1979.

Tomó la alternativa el 22 de julio de 1979 en el Puerto de Santa María, donde El Viti le entrega estoque y muleta ante José Luis Galloso, para cederle la muerte del toro Rompeluna de la divisa de Carlos Núñez

Confirmó la alternativa en Madrid el 25 de julio de 1982, ceremonia en la que actuaron José Luis Parada y Francisco Regajo (Gallito de Zafra), como padrino y testigo, respectivamente, del protocolo, estoqueando al toro Canastillo de la ganadería de Cortijoliva.

Uno de sus triunfos más sonados tuvo lugar la tarde del 12 de octubre de 1982, en Sevilla, donde salió a hombros por la Puerta Grande, tras cortar cuatro orejas a un encierro de Manuel González que estoqueó en solitario.

En 1983 actúa en 84 corridas, cortando 119 orejas y 11 rabos. Triunfa en San Isidro tras haberlo hecho en Valencia, Sevilla y Córdoba. Vuelve a salir por la Puerta del Príncipe en Sevilla y por la Puerta Grande, en dos ocasiones , en Madrid. Es la temporada cumbre, para el torero y para los ojedistas, que son legión.

En la segunda mitad de la década, los percances y accidentes le obligan a reducir el número de actuaciones, con temporadas irregulares y éxitos aislados.

En 1986 sorprende a todos saliendo a los ruedos como rejoneador. Tras varios años de alternar con los cavaleiros portugueses y sus compañeros españoles, vuelve a vestir de luces e 1991-

En Francia ha sido tan ídolo, quizá más, que en España.


Cossío escribe:

"Espada al que le costó años el situarse en posición privilegiada, la gran personalidad que ha aportado al toreo de hoy en día está basada en su quietud, el inverosímil terreno que pisa y en la ligazón de los pases, difíciles facetas en las que este torero es un auténtico maestro. Bien es cierto que tal forma de interpretar el toreo no es posible realizarla con cualquier tipo de astado, pero incluso con los menos aptos intenta lo imposible y su labor raramente es deslucida"

Juan Antonio Polo, en su obra El Toreo Contemporáneo, escribe:

"Quien realmente conmocionó el mundillo taurino fue el sanluqueño Paco Ojeda.......................La fuerte personalidad y el carisma que muestra Ojeda en el ruedo y la gran estética de que aparece revestido su toreo, basado tanto en la verticalidad y quietud absoluta que guarda en todo momento -pese al inverosímil sitio que pisa ante los astados-, como en el poderoso mando y exquisito temple con que, merced a un matemático juego de brazos y muñeca, consigue ligar muletazos con una limpieza total en un palmo de terreno, cautivan a los públicos....................Sin embargo a Ojeda le ha faltado la ambición necesaria para convertirse en el torero de época que muchos creyeron ver en él.....................Hay que reconocer la profunda huella y la patente influencia que su toreo ha ejercido en los modos de hacer de sus compañeros. Ojeda se inscribe en el escaso número de diestros que -como Belmonte en su tiempo o Manolete en el suyo- ha dejado su impronta, con un cierto matiz revolucionario, en la evolución de las formas de torear"

Juan Posada escribe:

 "Aparece un revolucionario, Paco Ojeda, que prueba el neoencimismo. Más depurado........................Paco Ojeda destaca sobre todos. Busca las inmediaciones de los pitones desde el comienzo. Tras el primer o segundo pase, deja la muleta puesta cerca de las orejas del animal. Lo fuerza a revolverse. Allí lo espera otra vez, al final de la curva................Y la res pasa. Y Ojeda, impertérrito, repite. Se lo enrosca a la cintura y, si el animal se para, cansado, él prosigue, a dos dedos de los pitones. Un volcán. La gente, como en el circo romano, salta, brazos al aire"

Fernando Claramunt, en su Historia gráfica de la Tauromaquia, escribe:

"¿Qué  aporta Ojeda al toreo de su tiempo? ¡El sitio! Gritan los aficionados a coro. El sitio único, la proximidad al pitón, los pies bien clavados en la arena, la inmovilidad de las piernas y el sabio juego de brazos y muñecas, el temple y el talento para embeber la embestida en las telas. Ha entendido mejor que muchos compañeros de su generación al toro tardo, "regordío" de los años ochenta. Series largas de pases por uno y otro lado o sólo por uno de ellos, con los pies bien quietos. En los años cincuenta el toro trazaba un círculo. Ahora, porque Ojeda quiere, traza dos, en forma de ocho. Placer de la redondez, regusto de la espiral, del sacacorchos de la angustia en pases interminables.................Forma parte de la leyenda de Paco su comprensión de los animales.................Los caballos hablan con él y le escuchan con recogimiento y gravedad. Los toros y Paco Ojeda forman una pieza escultórica, una unidad psicológica y mítica....................Aporta a la Tauromaquia la técnica adecuada para torear animales que apenas embisten desde lejos. Su encimismo es más estético, en general, que el de los tremendistas y ha lucido como novedad. Algunos aficionados prefieren al Ojeda que cita de largo a la verónica y carga la suerte, codilleando adrede o no, según proceda..................Otros se recrean en el "ultraojedismo" que anula las distancias"

El mismo Fernando Claramunt, en su Historia del Arte del Toreo, escribe:

"El diestro de Sanlúcar estaba muy bajo de cartel cuando le vimos resucitar en Madrid en una corrida estival con toros grandes, rigurosamente en puntas........................Usa técnicas distintas para el animal que se viene de lejos. Lo recibe con el compás abierto y cargando la suerte. Pero el Ojeda más Ojeda es la estatua vertical que añade una estética nueva a la emoción del encimismo. Las tauromaquias de los ochenta y de los noventa están influidas por esta forma de torear"

Carlos Abella escribe:

"De la observación minuciosa del ejercicio cotidiano de su toreo, se apreció la que iba a ser su gran limitación: su personal toreo de"parón", de ampuloso adorno y de sorprendente aguante en los cites y en los remates de los muletazos, su toreo en tirabuzón -en ocho-, exigía el toro parado, sin fuerza,que no repitiera ni exhibiera el menor afán por seguir la muleta con codicia. Los aficionados no nos entusiasmábamos con su toreo sino con el sitio que pisaba. Lo importante en Ojeda no era cómo toreaba sino cómo citaba, cómo se adornaba después de torear, y cómo se quedaba en el sitio al concluir una serie para ligar el pase de pecho u otro remate. Lo bueno de Ojeda era lo que envolvía el toreo, no el toreo en sí. Y eso sí, impresionaba ver cómo dejaba que los toros le rozaran los muslos y cómo conseguía ligar dos o tres muletazos sin enmendarse. Además era lamentable en un torero de su categoría que casi nunca rematara las verónicas de saludo con la media, siempre con una revolera. Nunca le vi dar una media verónica"

El cronista sevillano Filiberto Mira, tras presenciar la actuación de Ojeda en la Maestranza, en la que se encerró con seis toros de Manolo González, y en la que salió por primera vez como matador de toros por la Puerta del Príncipe,  escribe:

 "Nunca hasta él se había visto templar tanto en tan corto espacio. Ni conseguir tan largos y hondos pases en terreno tan exiguo..................Su éxito en Sevilla el 12 de octubre de 1982 convulsionó el toreo. A partir de esa fecha "se ojedó" el arte de la emoción"

Alfonso Navalón, crítico de Diario 16, analizó la actuación de Ojeda en Madrid, el 30 de mayo de 1982:

"Pero el mozo tiene gancho, tiene lo que los demás no tienen: personalidad, y con eso lo tapa todo. ¡Hay que ver lo que tapa! Una faena al hilo del pitón, una muleta gigantesca. Naturales citando con el cuerpo, haciendo el arco. Pases enganchados casi todos..............se va como un león detrás de la muleta. Está mentalizado para que no se le escape un triunfo por dudar con el estoque. Ahí se vuelca aunque algo trompicado"

Robert Ryan, en su libro El toreo de capa, escribe:

"El quite por altaneras es un conjunto de dos lances cuya originalidad se halla en la armonía con que conjuga dos suertes tan diferentes como la chicuelina y la villaltina.............Se trata de una innovación de Javier Liceaga..............que dio a conocer la suerte con gran lucimiento la tarde de su presentación en la plaza México, el 5 de junio de 1964, con el novillo Altanero, de Zotoluca..................En España, el quite por altaneras encajaba maravillosamente con la quietud de Paco Ojeda, quien llegó a conjugar la chicuelina y la villaltina quizá sin saber del antecedente mexicano"

El aficionado Ignacio Aguirre escribe:

"Creo que hay que juzgar a Ojeda como lo que es: un torero con empaque, de fuerte personalidad, distinto de la monotonía y uniformidad imperantes, pero corto de repertorio e incapaz de solventar los problemas que plantean los toros con dificultades...............Se creó un halo casi de leyenda en torno a un matador corto de recursos, con cierta torpeza en el manejo de los engaños, pero con un estoicismo hierático que transmite electricidad en los tendidos cuando sale el toro y hace su toreo"

José Antonio del Moral, en Cómo ver una corrida de toros, escribe:

"Paco Ojeda es un gran creador y un particularísimo artista, inventor de suertes y descubridor de hallazgos técnicos -en su caso mejor expresados que concebidos- por la tremenda fuerza de su expresión corporal........Torero corto e intenso, de trazo curvo, brazo bajísimo y largo, e inverosímil capacidad de ligar unas suertes a otras sin moverse del sitio donde inicia la primera. Esto es único e inimitable, pese a sus imitadores"


Joaquín Vidal escribe:

".......Despierta tan efímeras cuestiones como el unipase y ese empalme de  pases de pecho que constituyen su especialidad, si bien el padre del curioso invento no es Paco Ojeda sino Dámaso González, con la diferencia, nada desdeñable, de que como González es bajito y desastrado, no le luce mucho, mientras que Ojeda es espigado, marchoso y por eso luce más"

El propio Ojeda, en una larga entrevista a Diario 16, declara:

"Ni soy el Mesías prometido, ni Juan Belmonte resucitado, ni he inventado el toreo...............soy un torero que tiene como horizonte acercarse lo más posible a la pureza sin engañar a nadie, ni a mí mismo"

Joaquín Vidal, en la crónica para El País de la corrida celebrada en la Maestranza el 15 de abril de 1988, escribe:

 "La plaza entera estaba de pie, enardecida, cuando Paco Ojeda se pasaba por delante al quinto toro de la tarde, clavadas las zapatillas en la arena. Y cuando ya el alarde parecía haber llegado a su posibilidad infinita, y Ojeda se descaraba a un palmo de los pitones, firme e impasible el ademán, la muleta en ristre hecha un cartucho, volvía, de súbito, a citar el pase natural, a empalmarlo con el cambiado, y así una vez y doce, o las que fueran. La gente se llevaba las manos a la cabeza y creía estar soñando. Una vez y doce -las que fueran- el toro pasaba por delante del torero estatuario, en seguimiento continuo de la muleta que se movía a vaivenes de precisión. El triunfo era clamoroso y el torero lo solemnizaba con una prestancia épica..................Después del estoconazo, que le costó una voltereta, Paco Ojeda dio una clamorosa vuelta al ruedo con las bien ganadas dos orejas en las manos, aferrándolas igual que si fueran un tesoro. Seguramente lo son. Un triunfo así en la Maestranza vale lo que una fortuna y le supondrá rentabilidades máximas cara a la temporada que sigue y a futuras ediciones de la feria"

Juan Pedro Domecq, en su libro Del toreo a la bravura, recuerda una anécdota con Paco Ojeda, muy esclarecedora de la manera de enternder el toreo de este diestro:

 "Cuando pienso en Joselito y Belmonte, recuerdo algo que me sucedió con Paco Ojeda. Toreábamos ambos en un tentadero, en casa de mi tío Salvador Domecq, ganadería de El Torero; Paco se "peleaba" con una becerra, intentaba hacer algo que no le salía, y constantemente era cogido. Le comenté que lo que intentaba hacer parecía imposible, los terrenos que yo había aprendido requerían una cierta distancia entre el animal y el torero, y cuando ésta se perdía, había que retroceder unos pasos para volver a tomar la posición correcta. Paco me constestó: "ya aprenderé" y guardé silencio. Pasó el tiempo, tomó la alternativa, tuvo un bajón en su cotización, para posteriormente triunfar en Madrid un mes de agosto y explosionar el 12 de octubre de 1982 en Sevilla. Había conseguido torear como él quería; había hecho posible lo que me parecía imposible. Fui a verle después de la corrida para decirle simplemente: "el genial eras tú y yo era lo habitual". A partir de entonces nos hicimos grandes amigos......................Pues Belmonte vino a decirle eso a Joselito: Se puede torear de una forma distinta a lo habitual....................."

Y añade:

 "Paco Ojeda, con su toreo curvilíneo y su ligazón en un terreno inverosímil hasta ese momento del natural y el pase de pecho. Esta forma de torear y estos terrenos van a influir de forma notable en el toreo que se realizará a partir de entonces. Por ello, para mi, Ojeda es el último gran innovador en la evolución de la Tauromaquia"


Jorge Laverón, en su Historia del Toreo, escribe:


Paco Ojeda. En 1983 arrasa en San Isidro y acaba la temporada el primero en el escalafón. Luego ha seguido en activo con muchos altibajos y muchos descansos. José Antonio del Moral, en su obra Cómo ver una corrida de toros, lo define así: Torero corto e intenso, de inverosímil capacidad para ligar las suertes sin moverse del sitio. Un gran creador y un particularísimo artista”




Domingo Delgado de la Cámara, en su libro Revisión del toreo, escribe:

"Paco Ojeda tenía todas las cualidades para ser un torero de época y, desde luego, mandar en el toreo de los ochenta. Sus maneras rompedoras y su genial personalidad debían haberle impulsado al máximo estrellato y, por obra y gracia de Paco Ojeda, los años ochenta tenían que haber sido auténticamente extraordinarios. Pero no. Ojeda es un ser abúlico y desganado al que no le interesan tales gestas"

"Paco Ojeda fue un torero absolutamente original e irrepetible, capaz de torear en la distancia cero, pero con clase...............Paco Ojeda ha sido un torero apasionante..............Hizo añicos todos los tópicos y todas las ideas prefabricadas de la "excelsa" crítica. Y se hicieron un lío. No eran capaces de etiquetar a este torero............Porque Ojeda tenía empaque, pero tenía un quehacer técnico mucho más atrevido que el de los toreros de clase. Los arrimones de Ojeda eran de infarto, pero lo hacía con unas maneras mucho más distinguidas que las de los exhibicionistas del valor hasta entonces conocidos.............Es obvio que en el sitio de Ojeda se habían puesto antes otros toreros (Benítez y Dámaso González, maestros indiscutibles del encimismo). Paco Ojeda lo hacía con tal empaque y tal carisma que hicieron de él un diestro irrepetible.................Por fin había aparecido un torero con el carisma y las cualidades para llenar una época del toreo. Pero este diestro, Ojeda, renunciaba a mandar en la Fiesta...............Y todo esto ¿por qué? Pienso que Paco Ojeda no ha tenido ninguna afición a los toros. No le interesa la profesión torera convencional.............Si abrazó la profesión taurina fue simple y llanamente para salir de la miseria...........Ojeda nunca fue suficientemente ambicioso, y la ambición es fundamental para la lucha en la elite del toreo..................Paco Ojeda me ha producido la misma irritación que actualmente José Tomás............No puedo aceptar que dos toreros de sus cualidades las dilapiden de esa manera"

"¿Cómo toreaba Paco Ojeda? Antes de acortar distancias para hacer su toreo personal, Ojeda realizaba un toreo de corte neoclásico muy bueno. De muletazo muy largo y muy templado, adobado con su reciedumbre física. Las faenas las comenzaba Ojeda llevando al toro muy largo y extrayendo de esta forma toda su embestida. Muletazos templadísimos, formidablemente ligados y de gran empaque. Siempre me gustó el aquilatado sentido del temple de Ojeda y su muleta tersa, plana, sin una arruga. Luego llegaba el toreo en distancia cero, donde Ojeda daba los muletazos más inverosímiles, sin moverse un milímetros del terreno. Pareciá que no había espacio físico para que el toro pudiera pasar......................Ojeda, además, ha sido un torero muy puro, de los que no saben estar mal. Cuando no estaba a gusto se le notaba demasiado y no daba una a derechas. Era el Ojeda torpe que me colmaba de irritación. Pero el día que estaba en vena, aquello tenía otra dimensión. Recordemos aquella faena absolutamente grandiosa al toro Dédalo, de Juan Pedro Domecq, en la Feria de Abril de 1988..................Con la espada no fue un exquisito, pero tenia arranque. Al toro que cuajaba lo mataba. Se tiraba como Dios le daba a entender. Daba un saltito y derecho a la piscina. No era un ortodoxo de la suerte suprema, pero sus estocadas de entrega tenían emoción. Sin embargo, tuvo un capote muy bueno, a la altura de su muleta. Me gustaban mucho aquellas verónicas ampulosas y templadas, de mucho capote.............Paco Ojeda ha sido un genio del toreo. Un torero de la noche. Quizá sus mejores faenas sólo las contemplaron los tomillos y romeros de esos campos a la luz de la luna..............Místico incomprendido, toreaba de noche y en soledad. El gentío de las plazas nunca le inspiró. Paco Ojeda, torero de la noche, como Juan Belmonte"


Francisco Brines, en sus Reflexiones taurinas de un convaleciente, publicado en Quites, nº 2 (1983) y recogido en el libro El sentimiento del toreo, de Carlos Marzal, 1986, escribe:
“La manera de ir Ojeda hacia el toro me causó extrañeza; como si llevara puestos al andar, pausado y solemne, unos invisibles tacones que, con las medias rojas, hacían parecerle a mis ojos una figura artificiosa, diría que dieciochesca, sin que ello pudiera corresponderse con un cuerpo y unas hechuras recias, de fuerte campesino andaluz. Quizás son estas imaginaciones gratuitas, como toda la visión de una faena “vista y no vista” en su rápido transcurrir……………..Hubo un pase de iniciación de una serie, con la derecha, de una belleza larga, honda, en la que la emoción la transmitía el movimiento pausado y majestuoso del torso asentado sobre unas piernas de inamovible pesadumbre, y en la que el brazo trazaba un arco amplio, de luminosa lentitud. Y se superposo en mí alguno de los mejores momentos de un torero que presumo muy distinto: Curro Romero. Fue la imagen que se me quedó grabada. Y sentí de inmediato que estaba ante un torero que poseía lo más raro: personalidad. Otras cosas no sabría aún enjuiciarlas, pues lo mismo que en él vi, en otros toreros lo he rechazado; pero no me atrevería a hacerlo todavía en el caso de Ojeda, pues tengo también por cierto que la técnica existe siempre en función de la personalidad, y es ésta la que la justifica. Estoqueó soberbiamente, sobrado de poderío. Paco Ojeda no dejó en mí la certeza que conlleva el deslumbramiento; sí me ha quedado, y esto no es poco, ilusionada la expectativa”



José Antonio del Moral, escribe: 

"El matador de toros Paco Ojeda ha sido distinguido con el Primer Premio Nacional de Tauromaquia............................Por fin se ha hecho justicia con un torero importantísimo no solo por lo que logró profesionalmente, sino por la influencia que tuvo en el toreo posterior a su tiempo.

Ojeda demostró que la distancia corta no estaba  reñida con la hondura ni con la más depurada estética sin renunciar a sus principios, basados en un canon que surgió como un diamante en bruto del toreo furtivo cuando, en el campo envuelto en la obscuridad de la noche, asombró a los pocos testigos que le acompañaban, mostrando que no existían más terrenos que los del torero, siendo éstos los que el toro debía de pisar y a los que habría de plegarse.

Paco Ojeda representa uno de los más honestos ejemplos de la quietud que han pisado los ruedos durante los últimos años,  uno de los más grandes artistas de la historia contemporánea y, por ende, el torero más influyente en los que habrían de venir. Podríamos decir que el más decisivo tras quienes protagonizaron las primeras revoluciones en el toreo, Belmonte y Manolete. Ojeda ha sido y todavía sigue siendo el tercero, el último revolucionario. Porque los que vinieron después de su mismo palo, no son sino meros imitadores aunque no tan definitivos ni tan perfectos. Y es que Ojeda, además de lo dicho, también fue un virtuoso del temple, tanto con el capote como con la muleta. Toreó con indiscutible limpieza y por eso  nunca fue tenido por tremendista pese a lo ajustado que toreó sin moverse del sitio, ni siquiera sin abandonarlo para cuajar muchas faenas que, tras él, no hemos visto hacerlas a nadie. Puede que alguno se aquietara tanto o más, pero casi siempre destemplado. Puede que otros también hayan conseguido pisar esos terrenos y no abandonarlos, pero sin la empacada e imperial personalidad artística del sanluqueño.

Ojeda nos colocó ante una evidencia insospechada porque la conjunción de sus espacios, de sus gestos y de su natural apostura lo convirtieron en prodigio. El prodigio de parecer ejecutar una lenta y noble danza con pasos al mismo tiempo desenvueltos y recogidos, ligados y a la vez sueltos que hacía resurgir al compás de su voluntad y de su inspiración. Así pues, también podemos decir de Paco Ojeda que hay un antes y un después de él.

Su marginalidad personal se correspondió con su originalidad creativa.  Lo que explica la invención taurómaca de Ojeda: un diestro que no heredó el toreo sino que lo inventó.

Cuando surgió, ni sus detractores entre la afición y la prensa, ni la mayor parte de la profesión taurina y hasta sus primeros partidarios más cercanos y entusiastas entre los que me cuento, supimos que estábamos asistiendo a la idealización del toreo furtivo. Pues mientras todos los toreros que habíamos visto hasta la aparición de Ojeda habían llevado las maneras de salón a la práctica, él trajo la práctica al salón"





1 comentario:

  1. Para el UNICO, MAESTRO DE MAESTROS, QUE ES PACO OJEDA, solo dire QUE A ECHO ESCUELA CON ESO TODO ESTA DICHO ,todas las figuritas intenta ESTUDIAR OJEDISMO , pero hay una cosa que no saben QUE PACO OJEDA TOREABA CON EL ALMA Y EL ALMA NO SE PUEDE COPIAR SOLO HAY UNO Y SE LLAMA OJEDA BUENAS NOCHES

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