El propio Curro Vázquez, en el libro Todas las suertes por sus maestros, de José Luis Ramón, comenta:
"El ayudado por alto parte del mismo concepto que es aplicable a todo lo que en el toreo pretende realizarse con hondura y pureza: al toro hay que engancharle delante, traerle toreado desde antes de que llegue a donde se encuentra el torero, y según va llegando a nuestra jurisdicción hay que crecerse con el cuerpo y llevarlo lo más largo posible. Este tipo de muletazos está dentro del repertorio de los toreros que podríamos denominar clásicos....................Así como en el estatuario hay que esperar hasta que el toro llega al torero, en el ayudado por alto hay una serie de tiempos, o movimientos, que son los que le dan la hondura y la profundidad.....................El ayudado por alto siempre lo he concebido como un semicírculo, en el que hay que enroscarse con el toro. Nunca en línea recta, pero tampoco ajustándose exageradamente al pitón contrario, porque se le lleva al toro menos................La suerte se carga desde el inicio del muletazo, acompañando toda su largura, y según lo llevas toreado, y vas creciéndote, la vas cargando para sentirte cada vez más. Se carga al acompañar el viaje del toro. El ayudado por alto no es un muletazo de castigo................El castigo en este pase, se hace rematando el ayudado por debajo de la pala del pitón"
"El toreo ayudado por bajo lo he practicado con frecuencia porque siempre me ha gustado y ha entrando dentro del concepto del toreo puro y profundo que he tenido a lo largo de mi vida..................El ayudado por bajo tiene dos finalidades fundamentales: la de adorno, si es al final de la faena; o la de poderle y hacerle daño, si es en los momentos de inicio de la misma.....................Este muletazo puede darse con la rodilla clavada en la arena o con ella flexionada; este último tiene la ventaja de que te ayuda a llevar al toro más largo, porque el muletazo tiene más recorrido..............Todo lo explicado al hablar sobre el ayudado por alto respecto al momento de cargar la suerte, que se produce a lo largo de todo el desarrollo del muletazo, también vale para el ayudado por bajo. La principal diferencia es que si en aquél se crecía para arriba, el torero ahora debe crecerse hacia abajo, es decir, debe hundirse en la tierra, asentarse plenamente en la arena.........................Entre los toreros que mejor he visto torear a dos manos está, sin duda, Antonio Bienvenida, que lo bordó"
"Los ayudados a media altura participan del mismo concepto de poder y someter al toro que los que se realizan por abajo. La muleta debe sacarse, siempre que el toro lo permita, por debajo de la pala del pitón, porque rematando por abajo y llevándole muy toreado, siempre se le puede mucho más..................El peso va hacia abajo, hacia la cadera y la pierna, y no hacia arriba, el brazo y el hombro"
En el montaje superior, la foto de la derecha, más que un ayudado por alto es un estatuario. El propio Curro Vázquez, en el libro Todas las suertes por sus maestros, de José Luis Ramón, escribe sobre el estatuario:
"El estatuario parte del mismo concepto técnico que el ayudado por alto, que es el de ayudar al toro por arriba cuando las fuerzas de éste son escasas. La diferencia con el ayudado por alto está, en primer lugar, en el recorrido del toro, ya que en el estatuario es mucho más limitado; no se carga la suerte y al toro se le lleva muy poco. No es que no se le lleve, pero se hace de una manera más corta, con un ligero movimiento de los brazos y los codos. La imagen primordial del estatuario es la quietud que el toreo transmite, sobre todo si es capaz de ligar varios de ellos sin enmendarse................Manolete comenzaba el noventa por ciento de sus faenas por estatuarios"
Manuel Vázquez Ruano, Curro Vázquez, nació en Linares (Jaén) el 1 de mayo de 1952. Tomó la alternativa el 12 de octubre de 1969 en la plaza de Vista Alegre, de manos de José Fuentes, quien le cede la muerte del toro Batanero, de la ganadería de Barcial. La confirmación de su alternativa, que a la vez suponía su debut en el madrileño ruedo de Las Ventas, tuvo lugar el 15 de mayo de 1970, apadrinado por Antonio Lomelín, con José Falcón de testigo de la ceremonia, estoqueando al toro Bailandito, de la vacada de Alonso Moreno de la Cova.
Alcanzó un resonante triunfo el 18 de septiembre de 1982 en Madrid, cuyas puertas siempre se le abrieron generosamente, al cortar las dos orejas de un astado de la vacada de El Torero, con la consiguiente apoteósica salida a hombros por la Puerta Grande. Se retiró definitivamente del toreo el 4 de octubre de 2002, en la plaza de Vista Alegre de Madrid, compartiendo cartel en un mano a mano con El Juli.
Alcanzó un resonante triunfo el 18 de septiembre de 1982 en Madrid, cuyas puertas siempre se le abrieron generosamente, al cortar las dos orejas de un astado de la vacada de El Torero, con la consiguiente apoteósica salida a hombros por la Puerta Grande. Se retiró definitivamente del toreo el 4 de octubre de 2002, en la plaza de Vista Alegre de Madrid, compartiendo cartel en un mano a mano con El Juli.
Cossío escribe: "Torero un tanto frío, de medido valor, con deficiente manejo del acero, su buen gusto al emplear capote y muleta en sus tardes inspiradas merecieron que ocupara mejor cotización de la que, al menos hasta ese momento, ha logrado alcanzar"
Fernando Claramunt escribe: "Las fluctuaciones de las contratas, las del ánimo del torero y de sus resultados artísticos le han valido algunas zumbas y apodos cariñosamente bromistas: "torero de otoño", entre otras cosas. Cuando se siente inspirado "borda el toreo", "lo dice" y casi hace brotar lágrimas a los degustadores del más puro arte. Suele figurar en las principales ferias y se le espera con agrado en todas las plazas. Ha permanecido en buen lugar ante los aficionados a lo largo de muchos años, tanto se torea mucho como si no, sin que su exquisita calidad haya sido puesta en duda"
Carlos Abella escribe: "Cuando llega el momento de calibrar y valorar la personalidad taurina de Curro Vázquez, es preciso afirmar con rotundidad que ha sido uno de los más puros intérpretes del toreo clásico, ejecutado con gran claridad, sentido del temple y del gusto. Su verónica ha sido magistral, por la belleza de su vuelo y por la lentitud con la que siempre ha querido pasar a los toros. Ha toreado a veces mejor a la verónica en los quites, porque en ellos ha encontrado -como pasa a los mejores lanceadores- un toro más atemperado y suavón. No ha sido muy variado con el capote, cosa que es comprensible en un torero que ha dominado tanto y tan bien el lance fundamental con el capote. Su muleta ha tenido siempre el toque de calidad, el trincherazo estético y una armoniosa conjunción de clase y técnica. Porque CurroVázquez ha tenido siempre recursos para andar bien con todos los toros y como gran clásico ha toreado con gran hondura al natural, rematando la series siempre con un pase de pecho de gran concepto natural, sin forzar la figura, como todo su toreo. Ha sabido adornarse con elegancia antes de entrar a matar, suerte esta en la que ha sido fiel a los toreros de este corte. El Curro Vázquez de las buenas tardes ha sido un torero con aroma, que le ha andado muy bien a los toros, que conocía el secreto del toreo a dos manos y que en mi opinión ha tenido más hondura y ha toreado mejor con la mano derecha que con la izquierda. También ha sido frecuente que la inspiración adornara sus grandes faenas, con un bello kikirikí o con un torero pase de la firma y que dejara por todo el ruedo ese toque personal que es la torería."
Jorge Laverón, en su Historia del Toreo, escribe:
Fernando Claramunt escribe: "Las fluctuaciones de las contratas, las del ánimo del torero y de sus resultados artísticos le han valido algunas zumbas y apodos cariñosamente bromistas: "torero de otoño", entre otras cosas. Cuando se siente inspirado "borda el toreo", "lo dice" y casi hace brotar lágrimas a los degustadores del más puro arte. Suele figurar en las principales ferias y se le espera con agrado en todas las plazas. Ha permanecido en buen lugar ante los aficionados a lo largo de muchos años, tanto se torea mucho como si no, sin que su exquisita calidad haya sido puesta en duda"
Carlos Abella escribe: "Cuando llega el momento de calibrar y valorar la personalidad taurina de Curro Vázquez, es preciso afirmar con rotundidad que ha sido uno de los más puros intérpretes del toreo clásico, ejecutado con gran claridad, sentido del temple y del gusto. Su verónica ha sido magistral, por la belleza de su vuelo y por la lentitud con la que siempre ha querido pasar a los toros. Ha toreado a veces mejor a la verónica en los quites, porque en ellos ha encontrado -como pasa a los mejores lanceadores- un toro más atemperado y suavón. No ha sido muy variado con el capote, cosa que es comprensible en un torero que ha dominado tanto y tan bien el lance fundamental con el capote. Su muleta ha tenido siempre el toque de calidad, el trincherazo estético y una armoniosa conjunción de clase y técnica. Porque CurroVázquez ha tenido siempre recursos para andar bien con todos los toros y como gran clásico ha toreado con gran hondura al natural, rematando la series siempre con un pase de pecho de gran concepto natural, sin forzar la figura, como todo su toreo. Ha sabido adornarse con elegancia antes de entrar a matar, suerte esta en la que ha sido fiel a los toreros de este corte. El Curro Vázquez de las buenas tardes ha sido un torero con aroma, que le ha andado muy bien a los toros, que conocía el secreto del toreo a dos manos y que en mi opinión ha tenido más hondura y ha toreado mejor con la mano derecha que con la izquierda. También ha sido frecuente que la inspiración adornara sus grandes faenas, con un bello kikirikí o con un torero pase de la firma y que dejara por todo el ruedo ese toque personal que es la torería."
Jorge Laverón, en su Historia del Toreo, escribe:
“Curro Vázquez ha sido un torero de arte. Un estilista, intérprete del toreo más clásico con la mayor pureza. También un torero irregular, que sufrió repetidas cogidas graves y un estoqueador deficiente. En sus últimas temporadas en activo alcanzó la categoría de maestro……….. Toreó en Madrid 68 corridas y cortó 19 orejas y salió dos veces a hombros por la Puerta Grande ”
En Portaltaurino.net podemos leer: "Curro Vázquez es un torero que ha hecho casi toda su carrera al abrigo de la Plaza de Madrid, donde ha sido una de las pocas figuras de los últimos tiempos que siempre ha dado la cara. En 1997, en la plenitud mas absoluta de su carrera decide retirarse. Pero el gusanillo, sus magnificas actuaciones en festivales y el calor del público, han hecho posible la vuelta de Curro a los ruedos. La afición venteña espera con gran expectación su reaparición, pues Curro es un torero capaz de levantar por si solo una tarde e incluso una feria".
Joaquín Vidal, en la crónica escrita para El País de la corrida celebrada en Las Ventas el 30 de septiembre de 1989 con toros de Victorino Martín, y titulada Toreo grande de Curro Vázquez, escribe: "Una cosa es torear y otra pegar pases, decían los apóstoles de la tauromaquia y creían que ya lo habían dicho todo sobre el toreo. Pero les faltó matizar que, además, una cosa es el toreo de ir por casa y otra el toreo grande, que lleva firma. El toreo de firma no lo hace quien quiere sino quien puede, y uno de los que pueden es Curro Vázquez. Nadie le va a descubrir a la afición madrileña, a estas alturas, quién es Curro Vázquez: le conoce de antiguo, le valora y le admira.............La afición saboreó el toreo grande de Curro Vázquez al cuarto toro, y le hubiera dado todo, hasta lo que más quiere en el mundo; por ejemplo, la radio del coche. Sin embargo -dicen la tauromaquia y sus apóstoles- a los toros hay que matarlos bien. La grandes faenas requieren grandes estocadas y Curro Vázquez concluyó la suya metiendo espadazo bajero. Es cierto que, en cualquier plaza de por ahí, con bajonazos dan dos orejas -¡y rabo!: lo que yo le diga-, pero Las Ventas no es cualquier plaza de por ahí..................Hasta lo de la espada, Curro Vázquez toreó al cuarto Victorino como sólo puede hacerlo un diestro que tiene convertido en ministerio su oficio. Instrumentó un surtido de trincherillas de calidad excelsa y desarrolló su obra con asombrosa armonía, manteniendo en perfecto equilibrio arte y hondura, desde los hermosísimos ayudados iniciales, hasta el cascabeleo del kikirikí final. Toreó Curro Vázquez en redondo y al natural más bellamente de lo que merecía aquel Victorino destartalado, que sería facilón porque se tragaba los pases sin decir esta boca mía o con este cuerno te vas a enterar, pero embestía sin casta, por lo que era difícil alcanzar ese punto de emoción que completa la grandeza de una faena cumbre. Y, sin embargo, pues Curro Vázquez citaba dando distancia, embarcaba cargando la suerte, interpretaba los muletazos con inspirada cadencia y, en suma, se sentía torero en el alma, ese punto de emoción lo alcanzó muchas veces y puso a vibrar la plaza de Las Ventas entera, afición estricta, público en general y presidente orejófilo todos a una"
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