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martes, 23 de agosto de 2022

RAFAEL EL GALLO VISTO POR ANTONIO IBÁÑEZ GONZÁLEZ (PACO MEDIA LUNA)

 

      EL TOREO DE RAFAEL EL GALLO VISTO POR PACO MEDIA LUNA

 

. Su manera de torear, cuajada de improvisaciones y de gracia: «Las dos faenas que realizó, su manera de torear, cuajada de improvisaciones y de gracia, todo lo que llevó a cabo en la lidia de sus toros, fue sancionado por el éxito y el entusiasmo del público, que debió sentirse satisfecho de haber realizado un sacrificio pecuniario, solamente por ser testigos de una de las mejores tardes del gran torero»

 

. El entusiasmo del público: «Todo lo que llevó a cabo en la lidia de sus toros, fue sancionado por el éxito y el entusiasmo del público»

 

 . Su temperamento especial: «Ayer, por esos caprichos del temperamento especial de este artista, no hubo temores, ni fugas, ni nada que anunciara indecisión»

 

. Su toreo, clásico y modernista: «Fue un toro clásico y modernista, serio y alegre»

 

. Un torero pusilánime… Un toreo valentísimo: « ¡Oh, el Gallo! ¡El pusilánime Gallo! bravo como Roldán, ¡qué bien estuvo!... Jamás se rio tanto de las dimensiones de las cornamentas […] «No hubo lidiador ni en la exaltación de la fantasía popular, ni se vio nunca en la tranquila superficie de una pandereta, torero más arrimado a un toro que lo que estuvo ayer este diablo de miedoso incomprensible» […] «Fue un toreo valentísimo hasta dejar a la  persona a merced del toro, quitando rápidamente la muleta y dejando ver el cuerpo a las dos reses»

 

. Con moverse, hace un cuadro: «Con mover su capote, da un rasgo de vigor al aire; con moverse, hace un cuadro; el rojo de su muleta parece más vivo brillando en sus manos»

 

. Desplantes de no elegida plasticidad: «Solo, poniendo cátedra, haciendo un verdadero mosaico de cosas buenas, de movimientos bellos, de artísticos desplantes de no elegida plasticidad, nos asombró... »

 

. Este sí que es un fenómeno: «Este sí que es un fenómeno… Su grandeza se impuso, sofocando el ansia de censuras. ¡No cabe más! Hasta con las banderillas estuvo colosal... y el público le sacó en triunfo de la plaza por la puerta de Madrid» […] «Si hay un genio en el arte de lidiar toros, es él, no cabe duda

 

. Se le exige todo: «Gallo, este torero peregrino a quien se le exige todo, porque todo lo puede dar, está un poco agotado físicamente… Gallo no es el torero cuco que algunos suponen, sino un torero que hace más, mucho más de lo que puede, valiéndose de su arte supremo»

 

. Este es el Gallo: «¿Estuvo bien? ¿Estuvo mal? ¡Estuvo mal y bien!, pero este es el Gallo» […] «¡Qué pases! ¡Qué elegancia la suya y cuánta sencillez… Luego se reveló Rafael el Gallo: de pronto, un conato de huida… tres pases superiores naturales, erguido, con el tipo del hombre que desafía y burla, no convertido en sacacorchos» […] «El Gallo, como siempre, engañándonos, comiéndose al principio a su toro para huir luego en gentil huida, enmendando al punto con un inesperado pase de pecho colosal o algún recurso artístico de los que él guarda en la maleta de su inspiración inagotable» […]«¡Venga! ¡Venga el Gallo! y se lo pasaremos todo, aunque nos engañe; porque, señores, en el tiempo que él ha estado ausente, la verdad es que no hemos visto más que parodias de faenas realizadas por buenos mercaderes, siempre con prisa de ir del uno al otro mercado» […] «Es el mismo que al saltar la barrera huyendo de un toro en descompuesta fuga, encuentra en el callejón a un empresario que le contrata por lo que quiera, para unas cuantas corridas más»

 

. Sus desigualdades extemporáneas: «Su mérito, su valor innegables, llevan siempre a la zaga sus desigualdades extemporáneas» […] «Hay que transigir benévolamente con sus cosas para verle bien una vez en una temporada, y aun así, no estamos seguros de que no ponga en nuestro entusiasmo y buena fe la mitad del éxito» […] «Rafael, si fuera escultor, haría pucheros de barro y verdaderas filigranas de arte» […] «Rafael es un gran torero, pero ayer distó muchísimo de merecer elogios»

 . Un enigma con traje de luces: «Rafael el Gallo es un enigma con traje de luces, más impenetrable que el que se ofreció  a la sagacidad de Edipo. ¿Quién puede conocer del todo el secreto mérito de este hombre especial, que según el caso y la luz que le hiere, presenta una faceta limpia del valor sin mácula, o la turbia claridad del pavor jayanesco?» […]«¿Puede analizarse a este hombre que da un respingo ante una cucaracha, y ante un toro como el de ayer, grande y fuerte, que le coge y le vapulea, se levanta con el traje rasgado y se acerca más, más que se acercó torero alguno, y en vez de quitarse de en medio al toro con una puñalada de las que suele dar, entra despacio y recto, con inusitada maestría, y larga una estocada que tumba al toro y consiguió una ovación delirante y la concesión de la oreja? No; esta espada es más larga que el escalpelo; esta sagacidad es más sutil que la del análisis» […] «Jamás este enigma vestido de luces se animó de semejante modo» […] «Ayer hubo sólo valor y arte, ¿por qué?... Porque sí; no hay otra razón» […] «Hemos sufrido y sufriremos respecto a él las mismas vacilaciones e inseguridades que el público en masa»


. Indignación y perdón inmediato: «Entre Rafael y el público hay un convenio mutuo de falta y enmienda, de indignación y perdón inmediato. En cuanto el madrileño está cobardón, el público grita ¡que se vaya!; pero la empresa le anuncia para la corrida siguiente,  y el público llena las localidades. El secreto es, que vale más un solo movimiento de su muleta, que todas las filigranas que en los demás se ven»

 

 . ¡Y no dio en toda la tarde ni una espantá!: «Rafael el Gallo estuvo activo durante toda la tarde… ¡Su trabajo, en general, fue todo él bastante aceptable; hubo cosas que se aplaudieron, y no dió en toda la tarde ni una espantá» […] «Gallo estuvo mejor que otros días; menos apático, procurando dar gusto y sin huidas declaradas. Sus intentillos hubo, pero el hombre se dominó»

 

. Como el otro Rafael: «Es una especie de reproducción del otro Rafael, de aquel otro moreno cansado, que con el capote al brazo y la mano sobre la cadera, fijaba en la retina una imagen inolvidable de elegancia»

 

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