BELMONTE A TRAVÉS DE
LAS CRÓNICAS
Desde que
hace unos cuantos años comencé a adentrarme en el estudio de la tauromaquia
antigua, opté, desde los inicios, por priorizar la inmediatez de las crónicas
al estudio más distante y reflexivo de los libros.
En esta
misma línea voy a aproximarme al toreo de Belmonte, resaltando algunos aspectos
de su toreo que han ido tomando cuerpo tras la lectura minuciosa de dichas
crónicas.
UN TORERO CON UNA
MARCADA EVOLUCIÓN
Tras un
recorrido minucioso, respetando el orden cronológico, por las diferentes crónicas
de todas y cada una de las actuaciones de Juan Belmonte a lo largo de su vida
taurina, que tengo reflejadas en mi blog lafiestaprohibida,
hay un aspecto que iba haciéndose más y más patente, conforme iba avanzando en
sus temporadas: la marcada evolución de su toreo.
Esto nos
hace preguntarnos: ¿A qué Belmonte nos estamos refiriendo? Pues el Belmonte
primigenio, siempre al borde del precipicio, en nada hacía presagiar el
Belmonte lidiador y seguro de sus últimas temporadas.
En muchos
casos, al igual que les ocurrió a los públicos que presenciaron su toreo, yo
también me he visto arrastrado por la fascinación de ese Belmonte inaugural,
que hizo su aparición en el escenario taurino ligero de equipaje. Ese Belmonte
que se enfrenta a la fiera sin otros armas que su genial intuición y un valor
rayano en la temeridad.
Y es ese
Belmonte, que llenó de estupefacción y pasmo a los que presenciaron su toreo,
el que he intentado vislumbrar a través de los cronistas, y el que voy a tratar
de acercaros con la mayor fidelidad posible.
Y ahora,
permitidme una digresión. Al confrontar las crónicas de las novilladas de su
presentación en Madrid, Joselito es
ya el maestro que todo lo sabe (“En Joselito no apunta un torero grande. Ya lo
es”, comenta Don Modesto en su crónica
de El Liberal), mientras Belmonte es
el fenómeno que casi todo lo ignora (“Fenómeno, sí. Belmonte es un fenómeno…
Esperemos si ustedes quieren, pero entre tanto digamos ¡Ahí va un fenómeno!”,
escribe Mangue en su crónica de El País).
A pesar de que Belmonte declara que venía a demostrar que el
axioma de Lagartijo: “Cita al toro,
y, cuando éste se arranca, o te quitas tú o te quita el toro”, no era tan
evidente como parecía: “Te pones aquí, y no te quitas tú ni te quita el toro si
sabes torear” nos dice el maestro; lo cierto es que, al menos en sus inicios,
precisamente porque Belmonte no se quita, y
tal vez porque, remitiéndonos a sus propias palabras, no sabe torear lo
suficiente, el toro lo quita en muchos casos.
Lo cierto es
que en sus temporadas de novillero resultó cogido en numerosas ocasiones y la
muerte estuvo rondándole en cada corrida, y si se libró de ella fue por su
buena estrella, jamás desmentida.
El mismo
Belmonte era consciente del enorme riesgo al que se exponía en sus inicios:
“Había algo a favor mío: la conmiseración que se tiene hacia el hombre que va a
perecer”
Me he
entretenido en hacer un recuento de sus cogidas.
En 1912, de
25 novilladas que toreó, resultó cogido en 10, y en muchas de ellas varias
veces.
En 1913,
después de firmar más del centenar de contratos, sólo pudo torear 36 tardes,
debido a la cantidad de porrazos, golpes y cogidas que sufrió. En esas 36
tardes, resultó cogido en 13 de ellas.
En las
cuatro novilladas que torea en Madrid, en 1913, resulta cogido en todas ellas,
en dos ocasiones toreando de capa y en otras dos al entrar a matar.
Hay una portada
del semanario satírico The Kon Leche
del 29/06/1914 donde se ve a Belmonte lanzado al aire por las astas del toro,
titulado LA SUERTE DE BELMONTE, en el que se lee: “…que no es ni la verónica,
ni el molinete. Es la de la voltereta, conocida de todos los públicos”:
Con el paso
del tiempo, y a media que sus conocimientos técnicos se van afianzando, con el
inestimable magisterio de Joselito,
el número de cogidas disminuye drásticamente.
Ya Bruno del
Amo, Recortes y Marcelino Álvarez, Marcelo, en Toros y Toreos de 1915, escriben: “Vemos con gran satisfacción que
progresa en el Arte, pues no solo ha matado muy bien algunos toros, sino que
está más seguro en el ruedo y los bichos no le echan mano con la frecuencia que
en sus comienzos”
En 1917, en
99 corridas que toreó, sólo sufrió 4 cogidas.
En 1919, en
110 corridas que toreó, sólo sufrió 6 cogidas.
MUCHAS DE ESAS COGIDAS
SE PRODUCEN AL ENTRAR A MATAR
Efectivamente,
así se refleja en las crónicas de las temporadas de 1912 y 1913.
En su
primera novillada en Valencia, celebrada el 26/05/1912, ya resultó cogido, al
entrar a matar al sexto toro: “Belmonte, que hacía su debut, […] al matar el
sexto fue enganchado y recibió una cornada en la pantorrilla” (ABC)
En su triunfo
en Sevilla el 21/07/1912, resultó cogido al entrar a matar a sus dos toros:
“Tercero […] Dio una estocada algo caída, siendo suspendido y derribado […]
Sexto […] Fue cogido al dar una estocada sin puntilla” (ABC)
En Morón de
la Frontera, el 17/09/1912: “Belmonte fue cogido al entrar a matar al cuarto” (El Toreo)
En Écija, el
21/09 1912: “Sexto… el diestro se entrega al matar, dando una estocada que resulta
trasera y saliendo el diestro empitonado y volteado, pero ileso (ABC)
En Morón de
la Frontera, el 07/10/1912: “Al matar el primero fue cogido y volteado
aparatosamente” (El Toreo)
En las
cuatro novilladas que torea en Madrid, en 1913, resulta cogido en todas ellas,
en dos ocasiones toreando de capa y en otras dos al entrar a matar.
En la
crónica de Dulzuras en ABC, de la
segunda novillada que torea en Madrid, el 10/04/1913, leemos: “Con el estoque
no es nadie Belmonte […] Si no se enmienda al matar, si no baja el brazo de la
muleta en el momento de acometer […] no será nadie como espada y echará muchos
jarros de agua fría sobre los entusiasmos que produzca momentos antes”.
Hay varias fotografías en las que se aprecia
claramente este defecto, de llevar la muleta alta en el momento de entrar a
matar: Nuevo Mundo del 17/10/1912 / Arte Taurino de 31/03/1913 de la
novillada del 26/03/1913 / La Unión
Ilustrada del 13/04/1913 de la novillada del 31/03/1913 en Sevilla / La Lidia del 05/05/1914, de la Corrida
de Beneficencia celebrada en Madrid el 03/05/1914, que refleja en momento en el
que resultó cogido al entrar a matar al cuarto toro.
"Al entrar a matar me cogió... igual que a Manolete"
Dibujo de Martínez de León
“Belmonte matando el segundo toro”
Novillada de su presentación como
novillero en Madrid, 26/03/1913
Fotografía y pie publicados en Arte Taurino, 31/03/1913
Belmonte al ser cogido al entrar a
matar al cuarto toro
Corrida de Beneficencia. Madrid, 03/05/191
Fotografía de Cortés, publicada en La Lidia, 05/05/1914
UN TORERO CON UN FÍSICO
PRECARIO Y UNA FIGURA NADA AGRACIADA
En muchas
crónicas, se atribuyen muchas de estas cogidas a sus precarias condiciones
físicas:
En la
novillada de su debut en Valencia, celebrada el 26/05/1912, y que supuso el
primer aldabonazo en la trayectoria de Belmonte, el crítico Ricardo García K-Hito, escribe: “Cuando vimos al frente
de las cuadrillas a Belmonte con su andar cansino, arrastrando los pies,
pronosticamos la tragedia. A ese pobre hombre lo va a matar un toro. ¡Si no
puede andar!... Transcurrió la tarde en un ¡ay! prolongado. ¡Que lo mata! ¡Que
lo va a matar!”
La tarde de
su presentación en Madrid, el 26/03/1913, Don
Pepe en su crónica de Palmas y Pitos,
escribe: “Este es un chico desmedrado, torpe al andar, sin facultades de ningún
género…”
En la
tercera novillada en Madrid, celebrada el 10/06/13, podemos leer en las
crónicas: “El diestro no tiene piernas y forzosamente ha de ser achuchado, por
no poder recobrar su terreno con la prontitud necesaria, cuando el momento
apura. Así no se puede torear […] Lo
único que se cierne toreando en estas condiciones, es una cornada” (Don
Modesto, en El Liberal) / “Ayer, desde que asomó por la puerta de
caballos, pudo advertirse su extraña laxitud […] Está flojísimo para resistir
la brega dura de corrida tras corrida” (Paco
Media Luna , en El Toreo) /
“Sexto […] Sale Belmonte a muletear, visiblemente destrozado de las piernas […]
Ayer daba pena verle desmedrado,
agotado, sin fuerzas para hundir el estoque. Esto parece un atentado contra la
resistencia física de un hombre” (Mangue,
en El País)
En la cuarta
novillada en Madrid, 12/06/13, en la que resultó cogido por sus dos toros y no
llegó a estoquear ninguno, podemos leer en las crónicas: “Belmonte sale a
torear sin poder […] En los dos toros, al acabar, no pudo irse, y allí le
atropellaron los dos. Sus facultades no le permiten torear en las condiciones
que torea […] Para andar entre los toros hay que tener exuberancia de
facultades, y hoy por hoy no las tiene” (Dulzuras,
en ABC) / “Belmonte no debe volver a pisar las plazas
con la inferioridad de facultades que todo el mundo ha notado y que él mismo ha
reconocido en la frase de dolor de infinita amargura que recoge de sus labios
un periódico de anoche: -¡Que pueden más que yo!” (Mangue, en El País)
/ “Belmonte se nos apareció como la última
vez; cansado y roto por los viajes; maltrecho ya antes de que los toros le
maltrataran […] y con muchas probabilidades de que sucediera lo que pasó” (Paco Media Luna, en El Toreo)
Dulzuras en The Kon Leche de 14/07/1913, escribe: “Lo esencial es que cuide sus
facultades físicas, sin las cuales no puede ser nadie; no olvide que para parar
hay que poder marcharse, y que los toros tienen más poder que los hombres”
En el texto publicado en El
Mentidero de 13/12/1913, podemos leer: “Insistimos en que el muchacho es un
gran torero, con hechuras y toreo propio; pero de una gran desigualdad, que
lucha con su pobreza física y que no puede finiquitar un toro de una estocada,
porque no tiene fuerza en el brazo ni para matar un mosquito”
En la
corrida celebrada en Ciudad de Méjico el 01/02/ 1914, en la que reaparecía tras
una cogida en una tienta, leemos: “Su debilidad manifiesta, su falta de
piernas, nunca como ahora visible, hicieron que por primera vez se vieran en
esta plaza de El Toreo los desusados
burladeros, puesto que Belmonte no podía saltar la barrera” (Solfa, en Palmas y Pitos, de 02/03/1914)
En otras
crónicas se hace referencia a su poca agraciada figura:
En la
novillada de su debut en Valencia, celebrada el 26/05/1912, Olegario Cifre
escribe en El Radical: “El ¡alma mía!
es una verdadera birria […] tiene un hombro más alto que otro, se gasta una
boca como para tragarse de un bostezo todos los miles de espectadores que caben
en la Plaza […] Este torero, que parece una máscara, es de Sevilla, del propio
Triana, se llama Juan Belmonte”
En la
crónica de Don Modesto (José de la
Loma) en Nuevo Mundo, de la segunda
novillada en Madrid, celebrada el 20/04/1913, leemos: “Confieso que la
aparición del fenómeno en el redondel me produjo muy mal efecto. Aquella insignificante
figura de hombre, encorvada y torcida, que andaba descompasadamente con las
notas de la charanga, no podía encerrar una tan enorme cantidad de torero como
por así se propalaba. No podía ser un genio de coleta y taleguilla quien tan
poco tenía que agradecer a la madre Naturaleza”
Don Ventura, en Toros y toreros de 1919 escribe:
“Rigoletto fue llamado por algunos cuando
apareció en la escena tauromáquica, comparando la antiestética figura del
personaje de la ópera de Verdi con la del gran torero sevillano”.
UN TOREO QUE SE
TRANSFIGURA
Hay toda una
serie de comentarios de los cronistas de la época, referidos a sus primeras
novilladas, que inciden en la transfiguración (no ya transformación) que tiene lugar cuando Belmonte se coloca
delante del toro. Estamos ante una hipérbole, nada infrecuente por otra parte,
cuando se trata de ensalzar las virtudes del trianero, que eleva a Belmonte al
territorio de lo divino, dotándolo de la capacidad de obrar milagros: “Su feble
figurilla contrahecha se transfigura heroica ante las reses”, se llega a leer
en una crónica.
He
encontrado otras dos crónicas donde, de manera explícita, se menciona el
término “transfiguración”:
En la
crónica de Don Pepe, escrita en Palmas y Pitos, de la segunda novillada
de Belmonte en Madrid, celebrada el 10/04/1913, podemos leer: “Este tipo
contrahecho, desmedrado, que se transfigura gloriosamente cuando está cerca del
toro”
En un
artículo de Paco Pica-poco, en Palmas y Pitos de 10/05/1915, titulado El héroe de la temporada, leemos: “Ese
muchacho escuálido, de piernas torcidas y mentón saliente, que al avanzar al
encuentro de la fiera […] se transfigura y se convierte en un gallardísimo
mancebo de formas esculturales, dignas de ser perpetuadas en el mármol, por un
Fidias o un Praxísteles”
Existen,
además, multitud de crónicas en las que, aunque no aparece de forma explícita
la palabra transfiguración, su contenido apunta claramente en esa dirección.
Voy a enumerarlas por orden cronológico:
Ya en la
novillada celebrada en Castellón el 05/05/1912, en la que actuó como
sobresaliente; D. Vicente Calvo, empresario de la Plaza, comenta: “Redondillo, banderillero, me dijo que
todo lo que había hecho Belmonte aquella tarde era de torero muy grande, no
extrañándose que el público le hubiera tomado por loco, ya que en Belmonte no
casaba lo desmedrado de su figura ni la pobreza de su traje con las faenas que
había realizado”
En la
novillada de su debut en Valencia, celebrada el 26/05/1912, el crítico Ricardo
García, K-Hito, escribe: “Ese
desmedrado hombrecillo, cuando le embestía la res, sufría una profunda
metamorfosis, al extremo de adquirir gallardía y prestancia”
En su debut
como novillero en La Maestranza de
Sevilla, el 21/07/1912, Federico García Sanchiz, en The Kon Leche del 26/01/1913, escribe: “¡Pobre Belmonte! Sus
compañeros se adornan con seda y oro […] Juan, el infeliz, desaparece en un
traje que le prestaron, con arrugas […] y no alardea en el desfile; y su
quijada resalta, expresando la memez. He ahí el muñeco de las pantomimas; el
títere lamentable […] Su sombra asemeja la de un payaso. Pero luego […] Hasta
su corral de Triana condujéronle en alto, vivas y gorras a las nubes”
En su debut en Madrid como novillero, el 26/03/1913, podemos leer en las crónicas: “Es bajo de estatura, asimétrico de hombros, poco airoso cuando no está en funciones. Pero, señores, cuando abre el capote o juega la muleta aquella figurilla vulgareja se crece, se agiganta, se elegantiza” (Mangue en El País) / “Con Belmonte sufrimos una desilusión en cuanto al tipo. Se nos había antojado un trianero jacarandoso y gallardo… y nos encontramos con un torerito de no aventajada estatura, quizá hasta desproporcionado y mal avenido de líneas; ¡pero si tendrá el demonio del chico cosas de torero bajo la piel, que apenas entró en funciones, nos hizo olvidar la catadura para aplaudir el arte!” (Juan de Invierno en El Toreo)
En su
segunda novillada en Madrid, celebrada el 10/04/1913, podemos leer: “Su figura,
poco estética, se agiganta en cuanto se acerca a la res, y la guapeza del
artista borra la insignificancia del físico del hombre” (Mangue, en El País).
UN TORERO CUYA APARICIÓN CAUSÓ ESTUPOR
Desde sus inicios, uno de los comentarios más repetidos en
las crónicas de sus novilladas, es el profundo asombro, el estupor, que su
aparición produjo en los públicos, totalmente perplejos ante lo insólito, ante
lo nunca visto.
Estupor, que va estrechamente unido a la sensación de
inminente tragedia que preludiaba su toreo. “Belmonte hacía entrar a la
Tragedia por la puerta de caballos cada vez que hacía el paseo”, llega a decir Paco Media Luna del Belmonte de sus
inicios, en una crónica publicada en El
Toreo.
Don Modesto, en su crónica en El Liberal de la novillada celebrada en
Madrid el 12/06/1913 (su última novillada en Madrid), escribe: “Así no se puede
torear –gritaban como energúmenos, pero rojos de entusiasmo, miles de voces. Y
sin embargo, así torea Belmonte. Así viene toreando en todas partes”.
Paco Media Luna, en su crónica de El Toreo, sobre la
corrida celebrada en Madrid el 02/05/1914, donde cortó la primera oreja en
Madrid, escribe: “Belmonte es algo inexplicable… Produjo tal estupefacción, tal
asombro, que hubo instantes en que el público, poseído de un indescriptible
entusiasmo, no podía ni aplaudir”.
Sobre esta misma corrida, Don
Modesto, escribe en El Liberal:
“Lo de Belmonte no tiene precedentes en la historia de la tauromaquia… ¿Fue un
sueño? ¿Una quimera? ¿Una alucinación? Sí, eso fue. La trágica alucinación de
un cerebro enfermo”.
Antonio Soto en Belmonte:
sus grandes temporadas, escribe: “Ninguno sorprendió a las muchedumbres,
ninguno les causó la sensación admirativa que les produjera la aparición de
Belmonte. Y era lógico que así sucediera porque le vieron ejecutar con
facilidad maravillosa lo que venía señalándose como imposible”.
He querido ir un poco más allá y al intentar descifrar qué
era exactamente, en el caso del toreo de Belmonte, lo que provocaba esa
reacción de estupefacción en los públicos, he llegado a la siguiente reflexión,
que me vais a permitir exponeros:
Es como si la desmedrada figura de Belmonte incrementara el abismo ya
existente entre el poderío físico del hombre y la fiera, haciendo que el
triunfo de la inteligencia y de la inspiración sobre la fuerza bruta, que es en
definitiva la esencia del toreo, se adentrara en el caso de Juan en el
territorio de lo milagroso.
Y pensándolo bien, como no va a causar estupor un hombre que,
tarde tras tarde, adentrándose en territorios reservados a lo divino, se
transfigura y obra milagros.
UN TORERO CORTO, PERO
INTENSO
Desde sus
comienzos como novillero, nadie vio en Belmonte un lidiador, depositario de los
secretos de la lidia y con un amplio conocimiento de las suertes del toreo,
como lo era Joselito, sino un torero
de limitado repertorio, un especialista, que hace pocas cosas, pero que las que
hace las hace como nadie.
Su toreo
tiene como pilares la verónica, el natural, el pase de pecho y los ayudados por
alto; y como añadidos los pases afarolados y los molinetes, toreo de adorno que
poco aportaban a su toreo trágico, como muy bien supo ver José Alameda, quien
llegó a poner a la misma altura el molinete de Belmonte y el salto de la rana
del Cordobés.
Ahora bien,
su valor estoico impregna las suertes de una intensidad emocional que consigue
provocar entre los aficionados auténticos escalofríos. “Esa temeridad impávida,
propia de los predestinados, hace sentir un escalofrío misterioso”, se puede
leer en una crónica de sus inicios.
“Hablando a
los que entienden de medidas longitudinales, diremos que siendo Joselito torero largo y Belmonte torero corto,
éste entusiasmará siempre más que aquél porque es la verdad […] Joselito,
con respecto a Belmonte, nos parece uno de esos artistas habilísimos que
arrojando puñales los clavan donde quieren, sin exponer nada y llenando a los
espectadores de admiración por su destreza; el otro, en cambio, lo expone todo,
despertando la admiración por eso mismo, porque se mete entre las puntas
aceradas evitándolas a fuerza de sangre fría y de valor”. (Paco Media Luna, en su
crónica de El Toreo de la Corrida de
Beneficencia, celebrada en Madrid el 25/04/1915, y que supuso un gran triunfo
para Belmonte)
“Tres son las cosas que hace este tan traído y
llevado Belmonte en forma que no se pueden mejorar: la verónica, el pase
natural y el de pecho. En estas tres suertes le concedo todo lo que le conceda
el que más, sin parar en Excelencia, sino llegando a Majestad y hasta Santidad
si es preciso”. (Dulzuras, en The Kon Leche del 14/07/1913)
“El
repertorio no es grande, pero sus papeletas se las sabe cómo nadie”. (Eduardo
Muñoz, N. N. en la crónica de El Imparcial sobre la corrida de su
alternativa, celebrada en Madrid el 16/10/1913)
“Tiene, sí,
dos o tres cosas que le hemos visto hacer como nadie, y son la verónica, el
pase natural, el pase de pecho, el recorte en los quites y un pase de molinete
que es muy suyo […] De lo demás no le hemos visto nada ni regular siquiera. Es
un especialista del toreo, y en esa especialidad hace lo que nadie”. (Dulzuras, en Toros y toreros de 1913).
“Juan
Belmonte es un torero corto, pero tan perfecto en lo que hace, que nadie puede tildarle
en lo más mínimo […] pues creo que las poquitas cosas que el trianero hace con
los toros no hubo nadie que las realizase desde que existe el arte de lidiar
reses bravas”. (Pensamientos, en el Anuario Taurino de 1913).
“Belmonte
ejecuta tres o cuatro suertes como nadie, pero en las 47 restantes, suponiendo
que haya 50 suertes exactamente, cualquier diestro de alguna categoría le hará
un taco”. (El Barquero, en el El
Mentidero de 13/12/1913.)
“Lo que
Belmonte hace con los toros es muy poco […] Pero no puede negarse que practica
muchas suertes de capa y muleta como ni viejos ni jóvenes recuerdan haber visto
ejecutar a nadie”. (El Doctor Anás,
en Palmas y Pitos de 29/11/1914).
UN TORERO QUE
NECESITABA SU TORO
Si tenemos
en cuenta que tal como Belmonte entiende el toreo, el toro es el cómplice, el
barro del que se va a valer para modelar su obra de arte, no nos resultará
extraño comprobar que sólo algunos toros, muy pocos, van a avenirse a
representar ese papel. Bien es verdad, que a medida que avanzan las temporadas,
ese número reducido de toros de Belmonte se irá ampliando considerablemente.
No es de
extrañar, por tanto, que en muchas crónicas de sus inicios se repita la frase:
“A Belmonte no le salió su toro”.
De Don Pío es el siguiente comentario, cargado
de ironía, aparecido en El Liberal de
25/04/1916: “De Belmonte, caso único en el toreo de predisposición favorable
del público, no se podrá decir nunca que está mal, sino que no le salió su
toro”.
“Negar que
Belmonte adolece de deficiencias, que las pone más de manifiesto cuando no le
salen bichos a su estilo, sería ridículo”. (Don
Criterio, en The Kon Leche del
23/03/1913).
“A Belmonte
no le salido su toro […] Quiere hacer igual con todos los toros, y aún no está
enterado del terreno que pisa” (Dulzuras,
en ABC de 11/06/1913).
“El muchacho
no ha tenido esta tarde precisamente esos toros que necesita para el
escándalo”. (J. R. de Castro, en Palmas y Pitos de 20/10/1913)
“No salió el
toro de Belmonte, y mientras no salga, todo ese conglomerado de sensaciones no
podrá estallar en honor del fenómeno de Triana […] Si a Belmonte le echáis un
toro que no entre franco al capote, que no obedezca al lidiador, en una
palabra, que no se deje torear, pues ni Belmonte es Belmonte, ni fenómeno, ni
nada”. (Don Modesto, en El Liberal de 14/04/1914)
“El fenómeno
necesita que le salga su toro […] Sólo es inmenso, grande, inconmensurable,
cuando ejecuta con el toro ideal, que es el suyo”. (Minuto, en Palmas y Pitos
de 26/07/1915)
Veamos ahora
los comentarios de dos cronistas en los que aparece ya la figura del Belmonte
lidiador de su etapa de madurez:
“Antes, para
obtener el éxito, Belmonte necesitaba que le saliese su toro; ahora no, en
todos los toros demuestra lo que es, y en todos los toros, por lo general, logra
hacer un trabajo adecuado a su categoría”. (Pensamientos,
en el Anuario Taurino de 1917)
“Ha
demostrado una seguridad y un dominio ante las reses que no tuvo en la época de
su mayor auge […] Domina hoy Juan a los toros como nunca, y, además está como
estoqueador a una altura a la que no han llegado muchos que pasaron por
especialistas de la estocada”. (Don
Ventura, en Toros y Toreros de 1926).
SU TOREO DE CAPA: LA
VERÓNICA …
Su toreo de capa se limita prácticamente a la verónica y a la
media verónica.
Se trata de
una verónica de manos altas y ya desemparejadas, aunque en su primera época no
son infrecuentes las verónicas en las que las manos están prácticamente a la
misma altura y el maestro se limita a despedir al toro, siguiendo la estela de
las verónicas de Machaquito y Bombita (Madrid. Corrida de la Prensa de
1910), y de la primera época de Rafael
el Gallo (Madrid, 02/05/1911. Toro de Trespalacios) y del propio Gaona (Ciudad
de Mejico, 18/10/1908).
Como muestra
he incluido una de las verónicas a un novillo de Santa Coloma, en su
presentación como novillero en la Plaza de Madrid, el 26/03/1913:
Fotografía publicada en Nuevo Mundo, 03/04/1913
Belmonte
mantuvo las manos altas en la verónica hasta el final de su carrera, cuando los
grandes toreros a la verónica ya las habían bajado (Gitanillo de Triana muere en 1931; Cagancho toma la alternativa en 1927) y recibió alguna que otra
crítica por ello.
Recorte, en su crónica de La Libertad de la corrida de
inauguración de la Plaza de las Ventas, celebrada el 21/10/1934, escribe:
“Aficionados hubo que, cegados por modernismos, hicieron el reparo de que Juan
torea con el capote con la mano alta”
No nos debe
extrañar este comentario, si tenemos en cuenta que uno de los componentes de la
terna era Joaquín Rodríguez, Cagancho.
Bien es
verdad, que en algunas fotografías del final de su carrera, incluso antes:
(Madrid el 16/05/19. Toros de Pablo Romero / Burdeos, 14/07/27. Toros de los
herederos de Vicente Martínez), la altura de las manos, sobre todo la que da
salida al toro, había descendido considerablemente: Festival de Utrera de 1935
y su corrida de despedida de Madrid del 22/09/1935:
Una verónica de Belmonte el día de su
despedida en Madrid, 22/09/1935
Dibujos de Martínez de León
Quiero
resaltar un aspecto que ha llamado mi atención al hacer un seguimiento
exhaustivo por los dibujos y las fotografías del toreo de Belmonte a la
verónica. Me refiero a que las manos altas en su toreo a la verónica (lo mismo
le ocurre a Joselito) no dependen
para nada de la mayor o menor humillación del toro al que se enfrenta:
Verónica de Belmonte a un toro de D.
Juan Contreras
Corrida celebrada en Madrid,
02/05/1915
Dibujo de Ricardo Marín. El Liberal, 03/05/1914
Dibujo de Ruano Llopis, publicado en La
Lidia, 11/09/16
Dibujo de Roberto Domingo, publicado
en Toros y Toreros, 02/10/1917
Dibujo de Ricardo Marín, publicado en ABC, 30/06/1925
Dibujo de Ricardo Marín, publicado en
ABC, 01/01/1928
Verónica de Belmonte al novillo Marinero, de Santa Coloma
Novillada de su presentación en
Madrid, 26/03/1913
Fotografía publicada en Arte Taurino, 31/03/1913
Verónica de Belmonte al novillo Flor de lino, de Anastasio Martín
Novillada celebrada en Madrid,
10/04/1913
Fotografía de Rodero, publicada en Arte Taurino, 15/04/1913
Verónica de Belmonte a un toro de D.
Juan Contreras
Corrida celebrada en Madrid,
02/05/1914
Fotografía publicada en Nuevo Mundo, 07/05/1914
Verónica de Belmonte en la feria de abril de Sevilla de 1915
Verónica de Belmonte a Zambombito, de D. Juan Contreras
Corrida celebrada en Madrid,
08/05/1915
Fotografía de M. de los Reyes. La Lidia, 10/05/1915
Verónica de Belmonte a su segundo
toro, de Salvador García Lama
Corrida celebrada en Madrid, 29/04/17
Fotografía de Alfonso. Nuevo Mundo, 04/05/1917
Verónica de Belmonte a un toro de
Pablo Romero
Corrida de la Prensa, celebrada en
Madrid, 30/05/1917
Fotografía de Baldomero. La Lidia, 04/06/1917
Verónica de Belmonte a un toro de
Gamero Cívico
Corrida celebrada en Madrid,
07/10/1917
Fotografía de Alfonso. Mundo Gráfico, 10/10/1917
Verónica de Belmonte a su primero, Sabanito, de la ganadería de Pablo
Romero
Corrida celebrada en Madrid,
01/06/1919
Fotografía publicada en El Fígaro, 17/05/1919
Verónica de Belmonte ¿al toro Oficial, de D. Vicente Martínez?
Corrida de Beneficencia. Madrid,
13/06/1919
Fotografía de Baldomero. La Lidia, 16/06/1919
Verónica de Belmonte a un toro de la
viuda de Soler
Corrida de la Cruz Roja. Madrid,
25/06/1919
Fotografía publicada en El Fígaro, 26/06/1919
Verónica de Belmonte a un toro de D.
José Bueno, antes Albaserrada
Corrida celebrada en Madrid,
20/06/1920
Fotografía de Alfonso. Nuevo Mundo, 25/06/1920
Verónica de Belmonte a un toro de
Coquilla
Corrida celebrada en Madrid,
08/10/1925
Fotografía de Portela. ABC, 09/10/1925
En la
mayoría de las verónicas de Belmonte (como en las de Joselito) el lance se ejecuta con los dos pies de puntillas, como era
lo habitual en aquella época:
Dibujos de Ricardo Marín
Sólo en los
últimos años de su carrera encontramos fotografías en las que uno de los pies o
incluso los dos están asentados totalmente sobre la arena: Pamplona, 09/07/1927
/ Barcelona, 10/07/1927 / Valencia, 17/09/1927 / Barcelona, 02/10/1927 /
Tentadero de D. Juan Manuel Urquijo, 1929 / Pamplona, 10/07/1934 / Madrid,
21/10/1934 (inauguración de Las Ventas) / Madrid, 22/09/1935 (despedida de
Madrid).
Verónica de Belmonte. Dibujo de Martínez de León
Belmonte lanceando a la verónica a un
toro de Pablo Romero. Pamplona, 09/07/1927
Fotografía publicada en toreoenredondo.blogspot.com
Verónica de Belmonte en la corrida de
inauguración de la Plaza de las Ventas. Madrid, 21/10/1934
Fotografía de Rodero, publicada en Crónica, 28/10/1934
De todas
formas, hay testimonios fotográficos que indican que en años posteriores se
seguía toreando a la verónica de puntillas: Pepe Bienvenida. 1933 / Vicente
Barrera. Fallas de Valencia de 1935.
Belmonte
liga los lances a la verónica dando lugar a series de verónicas.
En la
crónica de N. N. en El Imparcial, de la novillada de su
debut en Madrid, celebrada el 26/03/1913, podemos leer, sobre las verónicas sin
enmendar al novillo Renegado, de
García de la Lama: “Belmonte saluda al segundo con cinco excelentísimas señoras
verónicas, quietos los pies y mandando con la seda, hasta asustar de puro
parado, sereno y valeroso”
En la
crónica de Don Modesto en El Liberal, de su última novillada en
Madrid, celebrada el 12/06/1913, podemos leer sobre las verónicas sin enmendar
al novillo Pasiego, de Esteban Hernández: “¡¡Cinco verónicas sin enmendarse!!
¡Se dice y no se cree! [...] Ayer, Belmonte, que es con el capote en la mano el
mayor fenómeno que ha pisado la arena del redondel, dio al cuarto toro cinco
verónicas sin enmendarse […] Esta faena es la más grande que se ha realizado en
la Plaza de Madrid desde el día de su inauguración, que fue por el año 1874”
En esta
novillada, como consecuencia de las dos cogidas que sufrió no llegó a estoquear
ningún toro, por lo tanto lo de la faena más grande tiene que referirse a su
toreo de capa.
Esto me da
pie a expresar mi total acuerdo con José Alameda cuando subraya que donde el
toreo de Juan alcanza sus mayores cotas, hasta llegar a la genialidad, es en el
toreo de capa.
Ya en su
debut como novillero en Valencia, el 26 de mayo de 1912, Olegario Cifre en su
crónica de El Radical escribe: “Yo he
visto torear a Belmonte de capa y todavía no he logrado salir de mi apoteosis
[…] Metió el muchacho hasta cinco lances a la verónica tan suaves, tan
graciosos, tan emocionantes, a puro de estrecharse cada vez más con el enemigo,
que en la Plaza se oyó un alarido y el público se puso en pie como por un
resorte”
Crónica de Don Modesto en El Liberal de la corrida de la alternativa de Belmonte, celebrada
en Madrid el 16/10/1913: “En su manera de torear de capa […] no tiene ni ha
tenido igual nunca […] Es un asombro […] Belmonte torea de capa como no ha
toreado nadie. Y tanto es así, que los buenos toreros de hoy dicen que, como
torea Belmonte, no se puede torear. Que es lo mismo que decir que el trianero
torea como no se ha toreado nunca”
Recortes y Marcelo, en Toros y toreros
de 1914, escriben: “Adquirió celebridad por su forma de torear de capa, ceñido
y clásico en muchos momentos de la lidia; estilo que entre los aficionados
despertó grandes entusiasmos, colocándolo a una altura inverosímil”
Enrique
Minguet, Pensamientos, en el Anuario
Taurino de 1914, escribe: “Toreando de capa escuchó las mayores ovaciones que
se dieron a torero alguno, pues es cierto que la ejecución de la verónica la
lleva a la práctica del modo más perfecto que he conocido”
… Y LA MEDIA VERÓNICA
Belmonte, al
interrumpir el toreo por verónicas no buscó alivio a la manera antigua, con una
larga, sino que recogía la verónica
suavemente en torno a sí, en torno a su cadera, dando lugar a la media
verónica.
La media
verónica de Belmonte apenas tenía que ver con el capotazo por delante
denominado de la misma manera en el toreo antiguo, y que en realidad no era
otra cosa que un recorte.
Media verónica de Belmonte a un
toro de D. Vicente Martínez, en la corrida celebrada en Madrid, 13/06/1915
Instantáneas de Vilaseca, publicadas
en Mundo Gráfico, 30/06/1915
El propio
maestro, al referirse a una de sus medias verónicas, comenta: “Hubo un momento
en que me sentí envuelto en toro, fundido con él […] Guardo la impresión de que
el toro era una masa moldeable que se plegaba al inverosímil arabesco de mi
cuerpo y mi capote”. Nada que ver, por cierto, con su interpretación del toreo
al natural, donde se limita a despedir al toro.
Dibujos de Martínez de León
Dibujos de Ricardo Marín
Dibujo de Roberto Domingo, publicado en La Lidia, 28/04/1914
Antonio
Reyes, Don Criterio, en la crónica
publicada en El Liberal de la
novillada celebrada en Sevilla el 25/08/1912, escribe: “[…] Y no digo nada en
los quites. Hizo varios a media verónica parando y aguantando de manera
asombrosa, quedándose al final materialmente en la cara” (Antonio Reyes, Don Criterio, en la crónica publicada
en El Liberal de la novillada
celebrada en Sevilla el 25/08/1912)
“[…] También se trae el de Triana unas medias
verónicas que no cabe mejorarlas, que hacen que se le pongan los pelos de punta
al más tranquilo e impávido espectador” (Antonio Reyes, Don Criterio, en The Kon
Leche del 23/03/1913, poco antes de su debut como novillero en Madrid)
“Ovacionado
en los quites, siendo soberbias sus medias verónicas” (Relance, en la crónica de La
Lidia, de la corrida celebrada en Madrid el 02/05/1914)
“¡La escalofriante resurrección de su famosa
media verónica!, a cuyo final, de puro ceñirse tanto, le empuntó, levantó y
derribó el primer toro” (Don Pío en
la crónica de El Liberal de la
Corrida de Beneficencia, celebrada en Madrid el 17/05/1916).
SU TOREO DE MULETA: EL
PASE NATURAL …
Los dos
grandes pilares de su toreo de muleta son el pase natural y el pase de pecho.
Es en la
ejecución del pase natural donde con más frecuencia se insiste, por parte de
los cronistas, en el temple de Belmonte:
“Tres pases naturales dando el pecho,
adelantando el brazo lo justo para que el toro acuda al engaño, consintiendo,
templando, corriendo la mano, recogiendo y girando ¡SOLO! Sobre el pie
izquierdo, como son los naturales, como deben ser los naturales, como fueron
toda la vida los naturales” (Crónica de Durabat
en La Lidia, de la corrida de
Beneficencia, celebrada en Madrid el 25/04/1915, con toros de Murube)
“Desde que
iniciaba el pase hasta que lo remataba había tiempo de fumarse un cigarro […]
Parecía que tenía al toro atado por un hilo invisible, y tiraba, tiraba de él,
hasta arrastrar la mole y pasarla de un lado a otro […]Ni a Belmonte mismo le
vi nunca torear tan templadamente como ayer a este toro” (Crónica de Gregorio
Corrochano en ABC, de la corrida
celebrada en Madrid el 29/04/1917, con toros de García Lama).
Así como en
la media verónica y en el molinete, Belmonte se empapa de toro, toreando al
natural Belmonte se limita a despedir al toro. En muy pocas ocasiones toreó al
natural en redondo:
Natural de Belmonte a un toro de D.
Vicente Martínez. Madrid, 06/10/1927
Apunte al natural de Roberto Domingo,
publicado en La Libertad, 07/10/1927
Naturales de Belmonte
Montaje publicado en lafiestaprohibida@.blogspot.com
Una de esas
ocasiones fue en la corrida de Beneficencia, celebrada en Madrid el 25/04/1915,
con toros de Murube:
Natural de Belmonte a un toro de
Murube. Corrida de Beneficencia. Madrid, 25/04/1915
Fotografía publicada en Palmas y Pitos, 03/05/1915
José María
de Cossío, refiriéndose a la faena de muleta de Belmonte en esta corrida,
escribe: “Fue una faena cumbre, en que por rarísimo acaso en su vida taurina,
toreó al natural en redondo” ((Fotografía de Palmas y Pitos de 03/05/1915):
Las otras
dos crónicas, que he encontrado, en las que se comenta que Belmonte liga los
naturales en series, corresponden a corridas toreadas por Juan en Méjico:
Corrida
celebrada en Ciudad de Méjico el 16/11/1913, ante toros de Piedras Negras: “Dio
cuatro naturales ligados que armaron la revolución” (Heriberto Lanfranchi) /
“¡Vaya si me solivianté! y aplaudí frenéticamente, como lo merecía la hazaña:
cuatro pases naturales girando el diestro sobre los talones […] Esto, hecho con
tanta finura, hacía muchos años que no lo había visto y casi lo tenía olvidado.
No lo había visto desde que, en mis mocedades, miré al señor Fernando Gómez El Gallo”
(Roque Solares Tacubac) / “A su primero le dio cuatro asombrosos pases
naturales sobre la mano izquierda, modelo de pases naturales en verdad” (Palmas y Pitos de 14/12/1913).
Corrida
celebrada en Ciudad de Méjico el 07/12/1913, ante toros de Atenco y Piedras
Negras: “En el último, con la muleta hizo otra faena hermosa, en la que hubo
cinco pases naturales seguidos, inmejorables” (ABC de 31/12/1913).
Se trata de
un natural, en el que el pie de atrás, y a veces los dos, están de puntillas,
tal como hemos comentado que ocurría en el toreo a la verónica:
Pintura de Adolfo Durá
Natural de Belmonte a un toro de
Murube. Madrid, 25/04/1915 // Natural de Belmonte al toro Barbero, de Concha y Sierra. Madrid, 21/06/1917
Dibujos de Ricardo Marín publicados
en El Liberal de 26/04/195 y de
22/06/1917
Natural de Belmonte al toro Chimeneo, de Veragua
Corrida de la Asociación de la Prensa. Madrid, 28/06/1919
Dïbujo de Ricardo Marín. El Liberal, 29/06/1919
Natural de Belmonte
Dibujo de Ricardo Marín. ABC, 01/01/1928
Sólo a partir de 1920 he encontrado fotografías y dibujos donde los dos pies están asentados sobre la arena:
Natural de Belmonte con los dos pies
asentados en la arena. Aranjuez, 04/09/1927
Dibujo de Ricardo Marín, publicado en
ABC, 06/09/1927
Natural de Belmonte con los dos pies
asentados en la arena
Dibujo sin fechar de Roberto Domingo
Pintura de Ruano LLopis
Se trata de un natural en el que desde el cite, la muleta va a media altura:
Cite y natural de Belmonte a un toro
de Albaserrada. Toledo, 28/06/1925
Dibujos de Ricardo Marín, publicados
en ABC, 30/06/1925
Incluso
cuando el toro ha humillado completamente, la muleta sigue a media. Estamos ante el mismo caso que ya vimos en la verónica, y es
que la altura de la muleta en el natural no depende de la mayor o menor
humillación del toro.
Natural de Belmonte al toro Barbero, de Concha y Sierra. Madrid,
21/06/1917
Fotografía de Baldomero. La Lidia, 25/06/1917
Natural de Belmonte a un toro de D.
José Bueno, antes Albaserrada
Corrida celebrada en Madrid,
20/06/1920
Fotografía de Alfonso. Nuevo Mundo, 25/06/1920
Con el paso de los años la muleta desciende:
Dibujos de Roberto Domingo
Cite y natural de Belmonte a un toro
de D. Vicente Martínez. Madrid, 06/10/1927
Dibujos de Ricardo Marín, publicados
en ABC, 11/10/1927
Dibujos de Martínez de León
“Se irguió
arrogante y dio un pase natural, que hizo que se me saltaran las lágrimas. No
vi nada más hermoso, más artístico ni más valiente” (Crónica de Don Modesto en El Liberal de la corrida celebrada en Madrid el 02/05/1914, con
toros de Contreras).
“Da un
natural a todo juego de cintura y muñeca, colosal, estupendo” (Crónica de Mangue en El País, de la corrida celebrada en Madrid el 26/05/1914, con
toros de Olea).
“Segundo […]
Dibuja, dibuja materialmente un soberano pase natural […] Quinto […] ¡qué tres
pases naturales![…] ¡Inmenso, señor, inmenso! ¡Esta es la raíz del toreo bueno!
¡Esta, la solera de lo clásico!” (Crónica de Corinto y oro en La Voz, de
la corrida celebrada en Madrid el
06/10/1927, con toros de los herederos de Vicente Martínez).
… Y EL PASE DE PECHO
En el toreo de Belmonte, la culminación del natural es el pase de pecho, un magnífico pase de pecho, a juzgar por los siguientes dibujos:
Pase de pecho de Belmonte a un toro
de Contreras. Madrid, 02/05/1914
Dibujo de Martínez de León publicado
en Estampa, 05/10/1935 (lo que luego
sería el libro de Chaves Nogales)
Dibujos de Martínez de León
Dibujo de Ruano Llopis
Pase de pecho a un toro de Miura.
Madrid. Corrida de la Prensa, 12/06/1915
Dibujo de Ricardo Marín, publicado en
El Liberal, 13/06/1915
Pases de pecho con la derecha
Dibujos de Ricardo Marín
Pases de pecho con la derecha
Dibujos de Ricardo Marín, publicados
en lafiestaprohibida@blogspot.com
Pase de pecho de Belmonte
Dibujo de Roberto Domingo, publicado
en Toros y Toreros, 30/01/1917
Ayudado por alto y pase de pecho
Pases de pecho con la derecha
Dibujos de Roberto Domingo
Pase de pecho con la derecha
Dibujo de Roberto Domingo
Los
cronistas no escatiman elogios a la hora de referirse a los pases de pecho de
Belmonte:
“Algunos
pases magníficos, los de pecho” (Mangue.
El País. Corrida celebrada en Madrid el 05/04/1915) / “Hubo uno de pecho realmente fenomenal” (Don Modesto. El Liberal. Corrida de la
Prensa, celebrada en Madrid el 12/06/1915) y
“Pases de pecho inmensos” (Durabat.
La Lidia, en la misma corrida) / “Corre la mano, rozando la muleta por el
rabo en los superiorísimos obligados pases de pecho” (Durabat. La Lidia. Corrida celebrada en Madrid el 13/06/1915, ante
toros de Vicente Martínez) / “Dos de pecho capaces por sí solos de restituir
toda la fama que hubiera perdido” “Juanito nos hizo recordar en un pase de
pecho lo que fue el trianero cuando le llamaban fenómeno” (Ada. La Lidia. Corrida celebrada en Madrid el 27/06/1916, con toros
de Esteban Hernández) / “Largó tres pases de pecho abracadabrantes” (Mangue. El País. Corrida celebrada en
Madrid el 09041917, con toros de Benjumea) / “Muletazo de pecho hubo que, sin
exageración, rozaba todo el toro su cuerpo. Completamente parado, derecho,
mandando con los brazos de una manera prodigiosa” (Durabat. La Lidia. Corrida de la Cruz Roja, celebrada en Madrid el
05/06/1917, con toros de Veragua) / “Un natural lento, suave, asombroso; uno de
pecho, en que se hizo el toreo un bloque con la res” (Barbadillo. El Imparcial. Corrida celebrada en Madrid el
24/05/1920, con toros de Gamero Cívico) / “Instrumenta dos pases de pecho
tremebundos que se olean” (El Barquero.
Heraldo de Madrid. Corrida celebrada en Madrid el 06/10/1927, con toros de
Vicente Martínez).
Dibujos de Roberto Domingo
UNA RAREZA: BELMONTE BANDERILLERO
En mi
recorrido por todas las actuaciones de Belmonte a lo largo de su vida taurina,
tan sólo en una ocasión me lo he encontrado banderilleando un toro, o para ser
más precisos, un novillo.
Se trata de
la novillada celebrada en San Sebastián el 12/09/192, en la que alternó, mano a
mano, con Posada, y en la que se lidiaron novillos de Pérez de la Concha.
En dicha
novillada, debido a la grave cogida sufrida por Posada al lancear de capa a su
primero, Belmonte tuvo que lidiar él solo los seis novillos.
En la
fotografía de Lecuona, publicada en Mundo
Gráfico del 25/09/1912, se ve al fondo un caballo muerto y a Belmonte
colocando un par aceptable al cuarto novillo, un poco trasero, con los palos
juntos, y sin cuadrar exactamente en la cabeza del toro, que presenta bastante
humillación.
En la
crónica de esta novillada, publicada en ABC
del 13/09/1912, leemos: “En el cuarto, Belmonte coge los palos y deja dos
pares, marca súper”
Como ejemplo
de la disparidad con que las crónicas reflejan el toreo, en este caso el de
Belmonte, he seleccionado dos extractos de crónicas de esta misma novillada:
“Posadas, al
lancear de capa al primero, fué cogido, volteado y corneado, siendo conducido a
la enfermería [...] Belmonte mató con valentía los seis toros, y fué aplaudido
toreando" (X. El Toreo,
16/09/1912)
“Y en estas
andanzas debutan en San Sebastián, el nene de Tablada y el de Triana […] El
trianero lució en consecuencia todo su repertorio, demostrando que es un
novillero del montón. El fracaso no ha podido ser más evidente. Posadas y
Belmonte no pueden con Joselito ni mucho menos" (The Kon Leche, 15/09/1912).
Uno de los pares de Belmonte a un
toro de Pérez de la Concha, en novillada celebrada en San Sebastián el
12/09/1912
Fotografía publicada en Mundo Gráfico, 25/09/1912
LA NOSTALGIA DE PACO MEDIA LUNA POR EL BELMONTE
ORIGINARIO
Me ha
resultado interesante, al releer, por riguroso orden cronológico, las crónicas
de Paco Media Luna en El Toreo, el descubrimiento de su
añoranza hacia el Belmonte inicial; hacia el torero huérfano de recursos, pero
poseído de un valor temerario y el que, en palabras del cronista, “hacía entrar
la Tragedia por la puerta de caballos
cada vez que hacía el paseo”
De nuevo
surge la paradoja, una más, en un arte tan paradójico como el Toreo, y muy
presente en el toreo de Joselito, de
que la maestría ahuyenta la sensación de peligro y con ella se lleva el
escalofrío misterioso que sacudía a los espectadores en los albores del toreo
de Belmonte.
Crónicas de Paco Media Luna en El Toreo por orden cronológico:
“Y ahora
vamos con el fenómeno. Lo es efectivamente; lo es, aun estando mal. Lo es por
derecho propio, porque lo lleva en sí […] Así debió veroniquear Domínguez
(Manuel Domínguez, Desperdicios); así
Cayetano (Cayetano Sanz), así tantos otros” (Madrid, 13/04/1914)
“Belmonte es
algo inexplicable, un hombre que posee la magia especial de un valor misterioso
que magnetiza y subyuga a sus enemigos […] produjo estupefacción, tal asombro,
que hubo instantes en que el público, poseído de un indescriptible entusiasmo,
no podía ni aun aplaudir” (Madrid, 02/05/1914)
“Su valor no
es tan anárquico como antes, ni tan ciego, sino más ordenado y hasta previsor.
Le vimos dar buenas verónicas, pero no con la ciega temeridad de los primeros
días, sino enmendándose en ellas dos o tres veces; escatimando más el físico en
los adornos de remate […] Gustó, pero sin deslumbrar” (Madrid, 07/06/1914)
“Las
verónicas, que fueron buenas, no llegaron a las excelentes y soberbias
verónicas rondeñas de sus primeras tardes” (Madrid, 27/09/1914)
“Juan se
hace conservador, lo cual es muy humano, pero poco vistoso. Ya no es aquél de las grandes, ceñidísimas verónicas
de la escuela rondeña […] Ya son capotillos tirados hurtando el físico […] ya
no son sino por casualidad aquellas medias verónicas” (Madrid, 071015)
“Y vamos con
Belmonte, sombra de aquel Belmonte que hacía entrar a la Tragedia por la puerta de caballos cada vez que hacía el paseo” (Madrid,
24/04/1916)
“Belmonte
vive de la fama de los primeros días, y apenas si de vez en cuando, muy de
tarde en tarde, dice ¡aquí estoy yo! en alguna verónica y en algún muletazo”
(Madrid, 120516)
“Belmonte
[…] no es aquel que enloquecía al público y que le hizo cabalgar un día sobre
los hombros de la fama” (Madrid, 15/05/16)
“Del antiguo Belmonte sólo queda el torero
traqueteado, ya que domina sus nervios y tira a cumplir si puede ser, pero sin
excederse” (Madrid, 10/04/17)
“… ejecutó
tres verónicas morrocotudas y una faena de muleta de las de sus albores”
(Madrid, 29/04/1917)
“No queremos
que exponga demasiado el físico; pero sí el arte soberano con que salió a los
ruedos, haciendo da un alarido de entusiasmo a la sombra de Manuel Domínguez.
No queremos verle a merced del toro […] pero sí burlando a los bichos con
aquellos pases seguros, serenos, tranquilos, que hacía enmudecer al comentario,
para que apareciera a flor de labio la espontánea exclamación de asombro […]
Precaución exagerada […] algún detallito de lo que fue; pero nada más” (Madrid,
04/05/1917)
“Belmonte no pisó la raya de sus antiguos triunfos. Su mágico estilo de
torear a la verónica desapareció para siempre, siendo sustituida por una
veroniquita sobrina carnal de aquéllas, pero enmendándose siempre y dando
bastante salida a los toros” (Madrid, 30/051917)
“Belmonte
tuvo ayer su única tarde, la única tarde totalmente gloriosa de toda la temporada
taurina […] Veroniqueó, mandando y recogiendo como en los tiempos en que se
comía de afición […] dejando resbalar los cuernos por los alamares” (Madrid, 07/10/1917).
LO QUE NO DICEN LAS CRÓNICAS
Ha llamado
poderosamente mi atención, que en
ninguna de las crónicas que he consultado, que son muchas, pues he rastreado
todas y cada una de sus actuaciones, se lee que Belmonte “invade los terrenos
del toro”
Lo que sí
aparece repetidamente en estas crónicas es lo cerca que torea Belmonte, sobre
todo en las faenas de muleta:
“Con la
muleta, después de Bombita, no he
visto a nadie más cerca que a Juan Belmonte” (Olegario Cifre en El Radical. Novillada de su debut en
Valencia, 26/05/1912) / “No es posible torear más cerca” (El Radical, en su despedida como novillero en Sevilla, 15/10/1913)
/ “El público quedó satisfecho de la labor del fenómeno, que toreó
temerariamente como él sabe hacerlo, a dos dedos de los pitones” (The Kon Leche. Corrida celebrada en
Veracruz, 30/11/1913) / “Juanito Cataclismo
nos metió el corazón en un puño, a fuerza de meterse él entre los pitones…” (Don Modesto, en El Liberal. Madrid, 08/06/1914) / / “Trastea de muleta con su
extraordinaria valentía, encima de los cuernos…” (N. N. en El Imparcial, en esta misma corrida) / “… se mete entre
las puntas aceradas evitándolas a fuerza de sangre fría y de valor” (Paco Media Luna en El Toreo. Madrid. Corrida de Beneficencia, 25/04/1915) / “Fueron
dos faenas rebosantes de valor […] porque el diestro muleteó metiéndose entre
las astas” (Clarito, en El Liberal. Corrida de la Prensa.
Madrid, 18/06/1920)
Tampoco he
encontrado ninguna crónica en la que aparezca la frase de que Belmonte, al
citar al natural, “se cruza al pitón contrario”
No deja de
ser extraño, que dos de los que son considerados por muchos autores, como dos
de los pilares sobre los que se asienta el toreo de Belmonte, “invadir los
terrenos del toro” y “cruzarse al pitón contrario”, no aparezcan reflejados en
las crónicas de aquellos que prácticamente acababan de verlo torear.
Permitidme
elucubrar un poco, intentado descifrar el enigma. Pudiera ser que no se tratara
de expresiones al uso en los cronistas de la época.
Lo de
“invadir los terrenos del toro”, podría equivaler para ellos con torear muy
cerca, metido entre los pitones del toro, y eso, como hemos visto, sí que
aparece reflejado repetidamente en sus crónicas.
Más
inexplicable me resulta la ausencia en sus crónicas de referencia alguna a
“cruzarse al pitón contrario”, o alguna otra frase de similar significado; pues
según los estudiosos del toreo de Belmonte, ésta habría sido una de las mayores
innovaciones del trianero, que por fuerza tendría que haber llamado
poderosamente su atención, pues se trataba, nada más y nada menos, que de lo insólito, de lo nunca visto con
anterioridad en la historia del toreo.
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