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NOTA INFORMATIVA:

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Este Blog nace como un homenaje a todos aquellos que, a lo largo de la Historia del Toreo, arriesgaron y en muchos casos entregaron sus vidas, tratando de dominar a la Fiera.

sábado, 20 de febrero de 2021

TOREROS EN LOS SIGLOS XVIII y XIX. I





“Coincidiendo con el cambio dinástico, en el inicio mismo del siglo XVIII, tienen lugar en España dos procesos simultáneos: una profunda crisis de identidad nacional y la aparición de un nuevo espectáculo, la fiesta de toros, tal como la conocemos en la actualidad. Espectáculo derivado de la función real de los Austrias, pero cuyas características multiclasistas y el proceso dialógico y de identificación entre el espectador y el lidiador le llevan a convertirse en una seña de identidad nacional que perdura hasta nuestros días”


"Comenzar diciendo que lo que diferencia a ambos siglos es el actor taurino o, si se prefiere, el protagonista taurino: un hábil y noble caballero en el XVII y un hombre de la más baja extracción social en el XVIII, que torea a pie. No ellos, sino sus trasuntos respectivos, intercambiarán su papel protagonista con el cambio de siglo: el caballero se transformará
doblemente: varilarguero (picador) o rejoneador; y el chulo de estribo se convertirá en primer espada, media 
espada, sobresaliente, banderillero o peón de brega. Ese cambio de protagonista, ya lo hemos dicho, supone un cambio fundamental en el contenido de clase de la fiesta y en el proceso de identificación de su doble sujeto, lidiador-
público"

"Pero otro protagonismo va también a tener lugar: es en el siglo XVIII cuando el toro empieza a ser valorado en su individualidad, que se hace extensiva a sus hermanos pertenecientes a su misma ganadería, apareciendo factores de identificación: el nombre del propietario de la vacada, su ubicación geográfica, sus marcas y los colores de su divisa, incluso su nombre (Areva, 1954). El toro pasa de ser un ente anónimo al que se infringen todo tipo de tropelías y cuyo carácter dentro de la fiesta es subsidiario, como simple vehículo del lucimiento, a ejercer un papel coprotagonista y, desde el punto de vista de la preceptiva, a gozar de unos ciertos derechos

"España adquiere así a nivel mundial el marchamo de nación madre de la fiesta de toros, país taurino por excelencia y los españoles aparecen ante los ojos de los viajeros de finales del XVIII y del XIX como unos pintorescos personajes identificables como toreros. Ni que decir tiene que estos planteamientos, simplemente intuidos, llenaron de pavor a la gran mayoría de la intelectualidad ilustrada del XVIII"

"Los toreros, manteniendo su actuación colectiva, se jerarquizan. Uno de ellos adquiere así carácter protagonista, mientras el resto pasa a tener una consideración subsidiaria. De
nuevo, este proceso de individualización tendrá una notable dimensión identificativa. No es con cualquier torero con el que el espectador se identifica, sino con el primero de ellos, con el matador.  Además, un protagonista demanda un antagonista. Este no puede ser otro que el toro, que adquiere también una nueva valoración, sobre la base de su bravura y trapío, aspectos que remiten de forma inmediata a sus congéneres, a su estirpe ganadera. Es ahora
cuando tiene lugar un proceso de depuración tanto sígnica como ritual. El enfrentamiento hombre-toro se convierte en un duelo a muerte. Uno de los dos contendientes tiene forzosamente que morir. Será, en la inmensa mayoría de los casos, el toro; pero la posibilidad de morir del torero es lo que le suministrará su grandeza. Tendrá el valor supremo de encarar la muerte por tan sólo un momento de gloria y de renovar esa autoafirmación en el valor toro tras toro, tarde tras tarde. El torero deviene así un héroe nacional pues su heroísmo es, precisamente, posible por ser español. Su heroicidad así, se extiende haciendo copartícipes de la misma a sus compatriotas"

"Todo este proceso se lleva a cabo en el corto espacio de un siglo. Surge así un espectáculo que no se parece a ningún otro y que levanta tanto entusiasmo como indignación. No
existe otro que haya sido capaz de inspirar tanto al conjunto de las artes: música, ballet, pintura, escultura; tantas obras literarias: narrativas, teatrales, cinematográficas; que haya desarrollado una jerga lingüística propia tan abultada e incluso una estilística en sus crónicas"

"Bien mirado, no es extraño que Los Toros surgieran en el siglo XVIII y en España. Son, sin duda, la respuesta irracional a una pretendida —sólo pretendida— racionalidad. Nacen en una
nación incapaz de romper amarras con el pasado, con la añoranza de periclitadas grandezas. Forman parte de ese casticismo suicida, de esa autoafirmación masoquista en lo irracional. Contra ellos poco o nada podían hacer los timoratos bienpensantes del XVIII, salvo contemplar unas veces con mal disimulada admiración y otras con sincero horror como, en el duelo mortal recién inaugurado, como algunos de sus compatriotas convertían la muerte propia y la del astado en el más increíble de los espectáculos"

“Toros y sociedad en el siglo XVIII”. Alberto Sánchez Álvarez-Insúa



FRANCISCO ROMERO (1700-1763)

Montaje publicado en lafiestaprohibida.blogspot.com

"Primero de este apellido: / base de una dinastía / que aportó a la torería / un personal escogido. / Mucho tiemo ha transcurrido / ya; desde que florecieron; / mas tal renombre adquirieron / por su indudable valer, / que aun hoy quisieran hacer / todos, lo que ellos hicieron" 

Dibujos de Redondo y texto publicados en El Toreo Cómico de 17/03/1890



Nota:Para algunos autores los retratos de Francisco Romero pertenecerían en realidad a su hijo Juan Romero.
Tampoco hay acuerdo en cuanto al lugar y a la fecha de nacimiento. Unos la sitúan en Ronda, en 1700 y otros en Málaga el 12 de mayo de 1695.
Incluso hay autores como Diego Ruiz de Morales y Fernando Cisneros Manrique que, sin cuestionar su existencia, ponen en duda su papel como figura de la tauromaquia de su época.




"El año de 26. se evidencia por Noveli, que todavía no se ponían las Vanderillas a pares, sino cada vez una, que la llamaban Harpón. Por este tiempo empezó a sobresalir a pie Francisco Romero, el de Ronda, que fue de los primeros que perfeccionaron este Arte, usando de la Muletilla, esperando al Toro cara a cara, y a pie firme y matándole cuerpo a cuerpo; y era una cierta ceremonia, que el que esto hacía llevaba calzón y coleto de ante, correón ceñido y mangas atacadas de terciopelo negro para resistir a las cornadas... Asi empezó  el estoquear".

Nicolás Fernández de Moratín. "Carta histórica  sobre el origen y progresos de las fiestas de toros en España", dirigida al príncipe napolitano Francesco Pignatelly. 25 de Julio de 1776.  

"Introdujo Romero cuantiosas mejoras en la lidia de a pie... pero la mas principal, y a la que debían tributo todas las demás, era a la de matar los toros cara a cara con la ayuda del estoque y la muleta"

Santos López Pelegrín. "Apuntes biográficos de los diestros que más se han distinguido en el arte de torear". 1842

 "Creemos, y no sin fundamento, que la invención de matar toros pie a tierra y cara a cara, con la ayuda del estoque y muleta, se deba al extraordinario arrojo y singular valentía del célebre Francisco Romero".

Fernando G. de Bedoya (1802-1860). "Historia del Toreo", 1850

"Hombre de grande valor, de excelentes facultades físicas, y ducho en los lances con toda especie de ganado bravo... Al fin llegó a saber Francisco que su hijo Juan toreaba con la desenvoltura y el aplomo de un maestro... comprendiendo que dejaba asegurada la sucesión honrosa de sus triunfos en el coso hispano, y retirándose á descansar de sus faenas, en cuanto la edad disminuyó sus pródigos recursos, y pudo convencerse de que el heredero de su nombre lo sería también de su fama, llevándola á las creces del mérito y de la popularidad con la fundación de una escuela clásica de toreo".

José Velázquez y Sánchez. "Anales del toreo", 1868

“El año 1726 se evidencia por D. Nicolás Rodrigo Noveli, que escribió una cartilla de torear, que todavía no se ponían banderillas á pares, sino cada vez una, que la llamaban harpón. Por este tiempo empezó a sobresalir á pié Francisco Romero, que fue de los primeros que perfeccionaron este arte, usando de la muletilla, esperando al toro cara á cara y á pié firme, y matando cuerpo á cuerpo, y era una cierta ceremonia que el que esto hacia llevaba calzón y coleto de ante, correon ceñido y mangas atacadas de terciopelo negro para resistir á las cornadas...El primer diestro, el verdadero lidiador, el que con su maestría constituyó aquella diversión en arte, fue Francisco Romero, fundador, por decirlo así, de una familia… Todos los ratos de ocio los dedicaba a ir al matadero a jugar con las reses… Después de dar a conocer en Ronda el uso de la muleta, invención suya, para poder presentarse frente á frente del toro, irritarle y vencerle con la astucia… Poco a poco fue inventando nuevas suertes, y entre ellas las de matar recibiendo, progreso que pareció asombroso a cuantos lo presenciaron" 

Julio Nombela. "Pepe Hillo: memorias de la España de pan y toros"  1871

“Sin mas elementos que los que la práctica le suministraba, introdujo Romero cuantiosas mejoras en la lidia de á pié…, la más principal, y á la que debían rendir tributo todas las demás, era á la de matar toros cara á cara con la ayuda del estoque y la muleta… Romero la practicó con el mejor éxito, por cuanto seguidamente reclamó la ocasión de probarlo… Presentóse Romero en la plaza con un traje a propósito, el cual consistía en calzón y coleto de ante, correón ceñido y mangas acolchada de terciopelo negro… Romero realizó su proyecto en medio de los vítores más completos  de la admiración de los espectadores… Algunos comparten los descubrimientos y adelantos de éste, con un tal Manuel Bellón, que era natural de Sevilla, y que su práctica en el capeo de reses la había adquirido en país africano”

José Santa Coloma. “Apuntes biográficos de los matadores de toros”. 1877 


"Si diestro fue capeando reses, no lo fue menos parcheándolas y poniendo rehiletes... Niegan unos, al paso que otros afirman, que Francisco Romero fuese o haya sido el primero que diese muerte al toro cara a cara con el estoque y la muleta… Es verdad que antes de Romero mataron otros caballeros toros a pie, a veces de una sola estocada; pero no consta en parte alguna que lo hicieran con muleta… El modo de matar con el auxilio de la muleta es noble, porque al hombre, colocándose frente a frente del toro, le ayuden más su inteligencia y serenidad que las armas de que se vale… La vida tauromáquica de este gran hombre fue una serie no interrumpida de aplausos y admiración... No hay noticia de que sufriese cogida grave, ni herida de consideración...  Francisco Romero murió de edad avanzada, querido de cuantos le conocieron, y con la aureola de los bravos y de los 
inteligentes".

José Sánchez de Neira. "El Toreo. Gran Diccionario Tauromáquico", 1879

“De Ronda había de ser el primer mozo bueno del pueblo que inventó el toreo a pie y mejoró la suerte de trapo y espada. Hay quien afirma que este caballero que tuvo la gloria de democratizar el toreo, se llamaba Francisco Romero, y florecía allá a principios del siglo XVIII.- Lástima grande es que no sepamos en qué año, en qué día y en qué hora, y hasta en qué momento le echó al mundo la brava mujer su madre, que brava debía ser cuando enriqueció a su patria con un tal hijo… El matadero fue la puerta por donde emprendió la marcha que debía seguir… Aficionado a las reses en el matadero, se le ocurrió la idea de que podía matarse a pie a los toros, inventando el engaño por medio de la muleta, y la muerte por medio de la espada… Se tuvo por loco a Curro Romero por los caballeros maestrantes, cuando estos le oyeron decir que él se atrevía a matar peto a peto a un toro, con trapo y estoque… Lástima grande es que no hayan quedado detalles del tráfago de Romero con los toros; pero consta sí, que los mató por la cerviz frente a frente, engañándolos con el trapo”

Manuel Fernández y González. “Las glorias del toreo”. 1879


“Francisco Romero. Vió la luz en 1700 o 1705 en Ronda… Fue, según se dice, el que en su tiempo perfeccionó más la suerte de matar toros, inventando como auxiliar poderoso para consumarla, el empleo de la muleta; pero únicamente con aquellos toros que se le venían, pues el recurso de ir a buscarlos y evitar su cornada a tiempo de meter el estoque, estaba reservado a otro… Algún arte y muchas cosas buenas y nuevas revelaría, cuando se sabe que entusiasmó a todos los públicos andaluces que presenciaron sus faenas, y que fue el primer torero a quien se pagó por trabajar… Según dicen los datos que la vista tenemos, nuestro biografiado murió de más de noventa años en el mismo pueblo que le vió nacer”

D. Leopoldo Vázquez, D. Luis Gandullo y D. Leopoldo López de Saá, bajo la dirección de Rafael Guerra, Guerrita.  “La Tauromaquia”. 1897


"Romero pasa por ser el inventor de la muletilla y el primero que mata cara a cara los toros. Lo primero está desmentido por testimonios gráficos irrebatibles, a más del de la Cartilla de torear, de la biblioteca de Osuna, que ya habla del lienzo con que se daba la estocada de ley. Esta, por otra parte, es la que Romero daba cara a cara, y que se preceptuaba, pues, treinta o cuarenta años antes de dedicarse al toreo... Resumo, pues, esta discusión desposeyendo a Romero de su cualidad de inventor de tal instrumento de lidiar (se refiere a la muletilla)  y de tal suerte básica del toreo; pero no hay razón para no asentir a que fuera de los más estimables de su tiempo y el que en el ámbito de su región diera más vuelo e importancia por su indudable habilidad al toreo de a pie".

José María de Cossío. "Los Toros". 1943


"No están de acuerdo sobre quien fuera el primero que practicó la suerte de matar con espada y muleta. Unos, y parece que son los mejor enterados, afirman que fué Francisco Romero, padre de Juan, también torero, y abuelo del famoso Pedro y de sus hermanos Antonio -que murió en la plaza de  Granada- y José... No es extraño que los más concedan a Francisco Romero la primacía, no sólo porque brilló más que sus contemporáneos, sino principalmente porque fué el primero que consumó la suerte de recibir... Demostró siempre el valor necesario para esperar a la res, sereno y tranquilo, sin mover los pies, y hundirle la espada en los rubios al realizarse el cruce".

Natalio Rivas. "Toreros del Romanticismo". 1947


"Primer matador de toros, jefe y patriarca de la famosa dinastía taurómaca rondeña...que en su juventud aprendió el oficio de carpintero de ribera, que se aficionó a la fiesta de los toros, ofreciéndose a los señores maestrantes de Ronda como auxiliar o paje en las fiestas que éstos celebraban en la plaza de su propiedad... siendo durante algún tiempo el “chulo” más apreciado por su mayor eficacia e inteligencia… Al retirarse los nobles a quienes servía, decidió hacerse profesional como torero de a pie... Se le atribuye la invención de la muleta... Prestó preferente atención a la suerte de estoquear... practicando generalmente la de recibir, la más grandiosa suerte de la tauromaquia, caída, por desgracia, en el más completo olvido por los espadas del día... A Francisco Romero debe, por tanto, la tauromaquia, el progreso de ordenar la lidia y el de practicar la suerte de recibir citando de frente, desterrando la media vuelta, base del sistema primitivo de matar las reses que no morían de los rejones".   

Bruno del Amo, Recortes. "La Tauromaquia en el siglo XVIII". 1951

"La dinastía de los Romero de Ronda, que tanta importancia tuvo en la historia del toreo español, se inauguró con Francisco Romero... Hay quien afirma que fue suya la invención de, a la hora de matar, recibir a los toros cara a cara con la ayuda del estoque y de la muleta, aunque parece ser que esta suerte es anterior a Romero, que la perfeccionó de los toreros navarros, vascongados y andaluces, y la ejecutó por vez primera en la plaza de Ronda, el 15 de agosto de 1752. Fue un hombre de una serenidad pasmosa y es fama que acabó su vida, luego de treinta años de ejercicio del toreo, sin la cicatriz de una sola cornada".

Néstor Luján. "Historia del Toreo". 1954

"Francisco fué de los primeros que mató frente a frente a un toro. Inventó la muleta, que fué en sus comienzos un lienzo blanco, cogido por medio de un palo. El lienzo blanco, con el tiempo, evolucionó al color rojo, a cuenta de que al ser manchado el blanco con la sangre del toro, hería la susceptibilidad del público, motivo por el que se cambió de color... Fué el fundador y patriarca de una Dinastía, que con el tiempo daría a Ronda el alto honor de ser la Cuna del singular y noble arte del Toreo".

José Antonio Guerrero Pedraza. "La dinastía rondeña de los Romero". 1990

"La corrida dieciochesca de nuevo cuño se orientará en dos direcciones: juegos de habilidad y desarrollo de la lidia. El primer representante de esta segunda dirección, que acabará imponiéndose, será Francisco Romero, iniciador de una dinastía taurina, continuada por su hijo Juan Romero y culminada por su nieto Pedro Romero, el creador de la escuela rondeña (Recortes, 1951). Francisco, que había sido carpintero de ribera, se contrató como chulo de los maestrantes de Ronda para las fiestas de toros que éstos organizaban en la plaza de toros de su propiedad. Cuando dichos caballeros renuncian a su actividad taurina, Romero se convierte en toreo de a pie profesional, planteándose la necesidad de generar una teoría del mismo. Crea así el primer traje de toreo, inventa la muleta y, sobre todo, da inicio a la muerte del toro, frente a frente, en la suerte de recibir, abandonando la inicial de “la media vuelta” en rueda de capeadores. Mata pues solo y “cara a cara”. Su actividad debió iniciarse a principios de los años veinte. En 1725 y 1726 torea en Madrid y su retirada pudo tener lugar entre 1735-40".

      Alberto Sánchez Álvarez-Insúa. “Toros y sociedad en el siglo XVIII”

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LA DINASTÍA DE LOS ROMERO




Montajes publicados en lafiestaprohibida.blogspot.com

"Del esforzado personal rondeño / que con noble y plausible emulación / en llevar el toreo puso empeño / a su más esmerada perfección"

José Romero visto por Redondo. Dibujo y texto publicados en El Toreo Cómico de 19/05/1890 

Nota:Para algunos autores los retratos de Francisco Romero pertenecerían en realidad a su hijo Juan Romero.


Hay un total acuerdo en destacar la importancia, que para el desarrollo del toreo, tuvo la dinastía de los Romero. Hasta que llegaron ellos, la figura del torero no estaba tratada de manera individual; el protagonista era el rejoneador al que acompañaban auxiliares o peones de la faena. Ni siquiera se le llamaba torero a caballo sino Don Rejoneador tal y sus peones. Se sabe que Francisco Romero, abuelo de Pedro Romero, era auxiliar o peón de los caballeros de la Maestranza y ya su hijo Juan Romero empezaría la labor como una profesión, ya actuaba en la Maestranza de Sevilla con una cuadrilla propia. Juan Romero tuvo siete hijos, de los cuales cuatro fueron toreros. Gaspar, AntonioJosé y PedroGaspar murió toreando en Salamanca en 1773 y Antonio murió en Granada de una cogida en 1802. José Romero fue un gran torero; mató al toro que dio la muerte a Pepe Hillo en 1801, sin embargo la tradición taurina reconoce como autor de este hecho a su hermano Pedro. La última vez que toreó, estando ya retirado, fue en Madrid en 1808, a la edad de 73 años.


"Juan Romero se procuró afanosamente una selecta cuadrilla de picadores y banderilleros, capaces de sostener la emulación que preveía en futuras excursiones; no perdonando medio ni sacrificio con tal de incorporar á su hueste cuantos hombres superiores encontró disponibles... El público madrileño recibió al diestro de Ronda y a su cuadrilla con entusiasmo; porque las lidias de maestranzas andaluzas se efectuaban con un orden y una regularidad desconocidos... Juan Romero, no sólo asentó en Madrid su reputación de espada y gefe de una singular cuadrilla, sino que en Zaragoza, Pamplona, Valencia y Murcia, oscureció los recuerdos de sus antecesores... Hasta que el lidiador sevillano Joaquín Rodríguez (Costillares) se abrió paso en la carrera, con un prodigio de facultades y un portento de nuevas tácticas, Juan recorrió los cosos españoles sin rivalidad que amenguara el lucimiento de su trabajo… Llegó á la avanzada edad de ciento dos años, según nota que poseo, y añade que Mariana, su esposa, falleció de ciento cinco"

"José Romero, al decir de los antiguos aficionados, era un torero seco, inteligente, que sabía cumplir todas sus obligaciones en cada caso de la lidia, pero sin ángel, poética expresión del pueblo andaluz para indicar la falta de esa atracción y ese gracejo, que al mérito real lo suben de punto"

"Antonio Romero, el menor de los hijos de Juan Romero... poseía una dosis de valor que no igualaban con mucho las demás facultades que requiere la profesión de torero; pues ni era tan ágil como José, ni tan fuerte y seguro como Pedro. Así se explican sus frecuentes tropiezos, y algunas cogidas de cierta consideración... pereciendo trágicamente en la plaza de Granada, en la tarde del cinco de Mayo de 1802, en el acto de citar al toro para la suerte de recibirle"

José Velázquez y Sánchez. "Anales del toreo", 1868

"Juan Romero fue el hijo mayor de Francisco Romero (y por tanto, hermano del gran Pedro Romero)... Heredó de su padre el valor y la destreza para torear, y perfeccionó mucho este arte... Madrid, le distinguió tanto, que casi siempre,  mientras él pudo trabajar, le tuvo ajustado, hasta que su hijo Pedro, lumbrera del toreo, que empezó a brillar en el último tercio del pasado siglo, vino a sustituirle dignamente... Murió Juan Romero en su casa tranquilamente a la avanzada edad de ciento dos años"

"José Romero fue hijo de Juan Romero, y por consiguiente hermano del célebre Pedro Romero... retirado Pedro Romero, y toreando José de segundo espada, con Pepe Hillo, tuvo éste la desgracia de morir en la tarde del 11 de mayo de 1801, y José la precisión de concluir con el toro a quien el desgraciado Hillo había ya dado una media estocada contraria, y lo consiguió de dos estocadas bien dirigidas"

"Gaspar Romero fue hermano del célebre Pedro, que en muchas plazas de Andalucía trabajó como espada en unión de José y Antonio, y también de su cuñado Jerónimo José Cándido, notable diestro que debió su educación torera al afamado Pedro. No era como éste, ni mucho menos, el Gaspar en cuanto a inteligencia; así que la historia se ha ocupado poco de él, y faltan datos sobre sus circunstancias. Se asegura que murió en la plaza de Salamanca en 1802.”

“Antonio Romero fu el hijo menor de Juan Romero... En 1789 le dio su hermano Pedro la alternativa en Andalucía, y figuró como matador en las fiestas reales celebradas en Madrid cuando la jura del rey Carlos IV. A pesar de que su hermano José la tomó un año más tarde, Antonio le cedió siempre su antigüedad, sin duda no sólo por ser su hermano mayor, sino porque realmente era más antiguo toreando y además, es posible tuviera en cuenta que José fue bastante tiempo media espada, y él no desempeñó nunca dicho cargo en la cuadrilla de su hermano Pedro... Retirado éste, murió desgraciadamente Antonio tres años después, o sea, el 5 de mayo de 1802, en la plaza de Granada, citando al toro para recibirle.”
  
José Sánchez de Neira. "El Toreo. Gran Diccionario Tauromáquico", 1879

“Juan Romero, que avanzó el toreo, inventando las banderillas, y creando la gente de a caballo, es decir, los picadores… Bajo el reinado de Francisco Romero, los de capa habían usado arpones, que clavaban en la cervíz del toro, lo que venía a ser la continuación del antiguo rejoncillo… Juan Romero inventó un arpón más ligero, y lo hizo adornas con cintas de colores, de donde la banderilla… Juan Romero fue el primer diestro que toreó en la corte”

Manuel Fernández y González. “Las glorias del toreo”. 1879


“Juan Romero. Natural de Ronda e hijo del célebre Francisco, nació en 1722… Atenido a su oficio de carpintero, vivió veintidós años, hasta que un día y como por sorpresa se mostró torero valiente y lleno de recursos para la lidia… Se sabía que podía haber algo más que el arrojo desmedido. Algo más hermoso que la temeridad sin límites. El verdadero arte… Allí podía haber algo más. El adorno. Pero el adorno sobrio, parado… Comprendió que el torero para lidiar con buen resultado tenía que poseer ante todo el conocimiento de la fiera, y a ello se dedicó… Adivinó que al torero le estaban reservadas muchas y muy merecidas victorias en otras suertes que no fueran precisamente la suprema, y se lanzó hacia lo desconocido con una fe imponderable… No cabe duda que fue el precursor de la escuela llamada rondeña…Pasó largas temporadas en Madrid, que admiraba su destreza y lo hizo su toreo favorito. Murió centenario en su pueblo natal”

“José Romero. Hermano segundo de Pedro; profesó la escuela de éste; pero figuró siempre en el campo contrario como medio espada de Pepe-Hillo, que le dio la alternativa de matador en 1790. Este diestro fue el que, al morir Hillo, recogió su muleta y su espada, y dio fin del toro Barbudo… Falleció pasado el año 1820, sin que podamos precisar la fecha exacta”

“Gaspar Romero. Hermano de Pedro también, pero lidiador de segundo término. Dicen algunos que murió a consecuencia de una cornada en la Plaza salmantina en 1802, pero esto no debe ser exacto, pues ni en la parroquia a que pertenece y pertenecía la Plaza en que se celebraban las corridas, ni en el Hospital, se encuentra documento que lo acredite”

“Antonio Romero. Hermano de los anteriores, y el menor de todos, recibió la alternativa de manos de su hermano Pedro en 1789, pero cedió a José su antigüedad como matador. Fue valiente y habilidoso; siguió las huellas de Pedro en su modo de torear, y murió en la plaza de Granada el 5 de Mayo de 1802, al citar a un toro para recibirle”

 D. Leopoldo Vázquez, D. Luis Gandullo y D. Leopoldo López de Saá, bajo la dirección de Rafael Guerra, Guerrita.  “La Tauromaquia”. 1897



Juan Romero. Hijo de Francisco, el fundador de la “dinastía taurómaca rondeña”... Su nombre es anunciado en los carteles con tipo grueso que se destaca de todos los demás, aplicándole el calificativo de famoso… Juan Romero fue maestro de sus hijos Juan Gaspar, José y Pedro, a todos los que llevó en su compañía durante algún tiempo... En 1775 presenta en Madrid a su hijo tercero, Pedro, el que había de ser el diestro cumbre del arte de torear, el matador de toros insuperado… La última temporada que torea Juan Romero en Madrid es la de 1778; sirve las corridas con su hijo Pedro y Francisco García (Perucho)... Juan Romero está considerado como uno de los grandes lidiadores del siglo XVIII, reputado por maestro y, como tal, respetado por todos los lidiadores de su tiempo.
 

 Fue José Romero Martínez el segundo hijo de Juan Romero... Desde 1780, en que Pedro ocupa el primer lugar de los diestros de su tiempo, tiene constantemente a su lado a sus hermanos José y Antonio, los que le acompañan como banderilleros… Retirado Costillares en 1790 y Pedro Romero en 1799, quedan de primeros mantenedores de la fiesta José Delgado (Illo), Francisco Garcés y José Romero… pero circunstancias adversas para el arte hacen que los dos primeros sucumban el año primero del siglo XIX, quedando únicamente José como figura destacada en los comienzos del siglo decimonono... José Romero fue un matador de toros de primera categoría.

Antonio Romero. Fue el más joven de los hijos de Juan Romero... Desde 1780 acompaña a sus hermanos Pedro y José como banderillero... Viene a Madrid en 1780 –corridas reales- y figura como media espada, siendo agregado a la cuadrilla de José Delgado… Impuesto por su hermano Pedro, trabaja de tercera espada en Madrid los años 1791, 92 y 93; ausente unos años, vuelve en 1797, torea también las temporadas de 1798 y 99, se ausenta de nuestra plaza, muriendo en la de Granada en 1802.
   

Bruno del Amo, Recortes. "La Tauromaquia en el siglo XVIII". 1951


"Sucesor en gloria y fama de Francisco Romero, fue su hijo Juan, nacido en Ronda, en 1722. A pesar de la oposición de su padre, Juan consiguió demostrar bien pronto su habilidad y maestría, con lo que convenció a su padre para que lo incorporase a su cuadrilla y pronto se distinguió por la extraordinaria y brillante cristalización de sus facultades realmente prodigiosas. Al retirarse su padre, Juan Romero fue el encargado de adaptar la escuela rondeña a los gustos de los diferentes públicos españoles... Parece que fue el primero que organizó las cuadrillas de matadores. A partir de él, el matador es jefe de cuadrilla y monta del modo siguiente la lidia de los toros que se ha comprometido a estoquear: primero los castiga el picador de vara larga; luego, zaheridos con los rehiletes por parejas de peones o chulos y sin ninguna otra alternativa, tras un trasteo de la mayor brevedad, reciben la muerte en manos del espada... Durante mucho tiempo, fue Juan Romero el torero más completo y más solicitado en España hasta la aparición de su hijo Pedro, con el cual la escuela rondeña alcanzó su máximo esplendor... Se retiró, pues, Juan Romero al verse debidamente sustituido por su hijo Pedro, y murió, según es fama, a la edad verdaderamente avanzada de ciento dos años".


Néstor Luján. "Historia del Toreo". 1954

"Un período de transición tiene lugar en los primeros años del tercer tercio de siglo. Sus representantes más destacados serán José Cándido Expósito (1734-1771) y el hijo de Francisco Romero, Juan... Juan Romero, hijo de Francisco Romero y padre de toda una dinastía de toreros (inaugurando así un sistema familiar que llega hasta nuestros días) tuvo la desgracia de ver morir en 1773 al mayor de sus hijos, Juan Gaspar, en la plaza de Salamanca.
Años más tarde, morirá también en el ruedo, en Granada, e lmenor de ellos: Antonio. (Recortes, 1951)" 

Alberto Sánchez Álvarez-Insúa. “Toros y sociedad en el siglo XVIII”


" José Romero fué un torero honesto y como serrano que era, algo reservado. Fué un excelente profesional. Tuvo la enorme desventaja de que lo compararan con su hermano PedroJosé fué un gran matador y manejaba con maestría la muleta... Goya lo inmortalizó en un retrato, al igual que a su hermano Pedro"


"Antonio Romero y Martínez fue el hijo menor de Juan de Dios Romero. Su hermano Pedro le dió la alternativa el año 1789. Fue contratado como matador en Madrid en las fiestas reales cuando juró como rey Carlos IV.... Antonio acompañó en muchísimas ocasiones a sus hermanos Pedro José, desempeñando con limpieza y elegancia su labor en los ruedos... El día 5 de mayo de 1802, en la plaza de toros de la Real Maestranza de Granada citando a un toro de la ganadería del Marqués de Tous para darle muerte, este le ocasionó una cornada, tan grave, que falleció a consecuencia de ella"

"Gaspar Romero y Martínez, como todos sus hermanos, era natural de Ronda. Toreó en muchas plazas de España, en unión de sus hermanos Pedro, José y Antonio y de su cuñado Gerónimo José Cándido.... Pocos son los datos que tenemos de este miembro de la Dinastía de los Romeros, aunque se asegura (no hay dato formal que lo confirme) que murió en la plaza de toros de Salamanca el año 1802"


José Antonio Guerrero Pedraza. "La dinastía rondeña de los Romero". 1990


José Romero fue un torero excepcional, que por desgracia fue eclipsado por la figura, aún mayor, de su hermano menor, Pedro Romero… Alcanza sus momentos más brillantes en los años 1801, 1802 y 1803. En 1804 decide abandonar el toreo en una corrida celebrada con motivo del casamiento del príncipe de Asturias… José Romero fue un torero inteligente, sobrio y seco, de carácter difícil, que llenó con decoro y eficacia una época del toreo. Un torero singular, un personaje raro, tremendamente español, y una gran figura en la historia del toreo. El destino –tantas veces cruel- lo ha relegado a un segundo plano, simplemente por el hecho de la trágica muerte en el ruedo de su maestro José Delgado, Pepe-Hillo, y de la gloria inalcanzable lograda por su hermano menor, Pedro Romero

Jorge Laverón. "Historia del Toreo". 1996






Joaquín Rodríguez, COSTILLARES (1729-1800)









Montajes publicados en lafiestaprohibida.blogspot.com


"Tan capital interés / que de cien años después / aún se admira y enaltece / que esto en justicia merece / el que inventó el vuelapiés. / Figura, cuya aureola /lanza tan vivos reflejos / que ilumina desde lejos / la tauromaquia española"

Dibujo de Redondo y texto publicados en El Toreo Cómico de 11/08/1890


El lidiador cuya vida

he prometido trazaros,
en el arrabal nació
que llaman de San Bernardo.
..........................

Joaquín Rodríguez llamóse

y dos veces bautizado,
el nombre de Costillares
por apodo le dejaron.
........................

Las crónicas nos refieren

que el matador aplicado
comenzó a hacer en las suertes
prodigios adelantados.

Allí aprendió a conocer

de los bichos los engaños,
y consiguió de tal modo
ir siempre el bulto salvando,

que en poco tiempo le vieron

ser torero consumado,
para honra del arrabal
que llaman de San Bernardo.
........................

Mas vino al fin Costillares,

mozo de ciencia y de garbo,
como hijo del arrabal
que llaman de San Bernardo;

y trajo la nueva suerte

que volapiés han llamado,
ensanche al arte taurino
con su inteligencia dando.

Enseñó que la muleta,

como se halle en buenas manos,
debe trastear al bicho
y en buen lugar colocarlo.

Y el saber de Costillares

el tiempo lo ha acreditado,
que todo cuanto él dijera
se está en el día ejecutando.
........................
Más para eterna desgracia
decretó su signo malo
que en lo mejor de sus días
concluyera su trabajo.

Le salió un tumor horrible

en la palma de la mano,
que por su destreza y gracia
el mundo tenía asombrado.
.....................
Tales son, lector querido,
los apuntes que he guardado
del hijo del arrabal
que llaman de San Bernardo.

Romances



"Suerte de la Estocada a Volapié. Esta fue inventada por el famosísimo torero de nuestros días Joaquín Rodríguez (alías) Costillares"

     Pepe-Hillo

"Joaquín Rodríguez (vulgo) Costillares, hizo inmortal su nombre entre los toreros y aficionados, no solo por su destreza poco común, y un profundo conocimiento, sino por la invención de la estocada a vuela pies. En efecto, esta nueva suerte que vino a enriquecer la tauromaquia, es digna por sí de los mayores elogios, y no deja perder de vista la maestría de su autor"


             Francisco Montes Paquiro

"Costillares era el sol caminando al ocaso, Romero y Pepe-Hillo nacían entonces para el arte"

    Sánchez de Neira

--------------------------------------

“Costillares, Romero y Pepe Hillo, es un triunbirato de buenos lidiadores; cada uno tiene sus particulares que le granjean su merito. Costillares las vanderillas, y el conocimiento (que los ignorantes llaman cobardía) Romero, la capa, intrepidéz inconsiderada, (que los suyos llaman valor) Pepe Hillo, lo atrevido y juguetón (que el vulgo llama monadas)... En conocimiento, reglas, desembarazos, y libertad, para lidiar, es menester taparse los ojos, o confesar que excede Costillares á los dos”

Francisco Fernández. Diario de Madrid, 25 de noviembre de 1789


"Esta (la suerte del volapié) fue inventada por el famosísimo torero de nuestros días Joaquín Rodríguez (alias Costillares). Consiste en que el diestro se sitúa en la muerte del toro, ocupando cumplidamente su terreno, y luego al cite de la muleta humilla y se descubre, corre hacia él poniéndosela en el centro y, dejándose caer sobre el toro, mete la espada y sale con pies"

"Tauromaquia o arte de torear de Pepe-Illo". 1796


"Costillares regularizó su manejo para que la muleta ampliase la defensa del matador, hasta el extremo de trastear a las reses, arreglarlas, y ponerlas en sazón para la muerte. Respecto a la manera de matar, no se conocía otro método que el de recibir a los toros armado con la espada; pero el que se aplomaba o no embestía por resabios que había adquirido, la sufría por el brazo de un profano, que a impulsos de una lanza larga a que daban el nombre de punzón, era cobardemente atravesado…Tal era la costumbre en usanza por la época de la aparición de Joaquín Rodríguez: este concibió un nuevo recurso para evitar que las reses sucumbiesen al rigor de una mano incompetente… y puso en práctica la suerte de volapiés, que produjo el resultado que se ansiaba… Estas son en resumen las mejoras, que Joaquín Rodríguez introdujo en el toreo… Así pasaron muchos años, y Rodríguez ya no era solo matador de toros, sino maestro de otros que ansiaban abrazar la profesión del toreo… Por este tiempo se le formó a Costillares un tumor en la palma de la mano derecha, que le privaba de estoquear, y por ello se vio precisado, bien a su pesar, a abandonar la profesión, de lo que se le originó una constante tristeza que aumentándose progresivamente terminó sus días después de poco tiempo, con el pesar de no haber elevado el arte de la lidia a mayor altura, pero con la satisfacción de que su puesto quedaba dignamente reemplazado por los famosos Pedro Romero y José Delgado"

"Costillares, respetando la suerte de recibir, tanto por las dificultades que ofrece, cuanto por lo airosa e importante, inventó la de volapiés, de todo punto precisa para las reses que llegan aplomadas al último tercio de la lidia, o para las que pinchadas más de una vez, buscan su defensa aconchándose a los tableros, y e inutilizan para aquella primera… Estableció bases para que esta profesión perdiese el carácter de bárbara y osada, y adquiriese lo competente a un arte... No cabe más perfección que la inventada con la muleta por el inolvidable y siempre aventajado Joaquín Rodríguez (Costillares):  este diestro, tan justamente considerado, dio a ésta toda la defensa en su manejo que posible es para conseguir el principal objeto a que fue adoptada, el cual consiste en pura defensa para el diestro, y siendo esta toda la misión de la muleta no cabe más método ni otra escuela"

Fernando G. de Bedoya. "Historia del Toreo". Madrid,1850

“La superioridad de Costillares en la lidia tenía el doble fundamento de la predisposición natural y la familiaridad extraordinaria con todo género de reses vacunas... No se le puede negar a Costillares la teoría y la práctica del volapié, y el trasteo de muleta que hizo de lidia corriente a los animales que se defendían y tapaban en el período final de la lucha… En Andalucía se inauguró la suerte de recibir por la condición brava y boyante de sus generosos brutos, y el mismo volapié de Joaquín Rodríguez, Costillares, más que maña contra defensas malignas, fue recurso contra los bichos parados, que teniendo aun voluntad briosa, carecieran de suficiente empuje para el arranque… Joaquín Rodríguez, según lo describen las tradiciones de su época, era hombre de buena presencia, aspecto serio y reposado; de carácter formal y algún tanto melancólico, de excelentes costumbres y dado a piadosas devociones. No tuvo sucesión de su matrimonio, y dejó a sus parientes una modestísima fortuna.”

José Velázquez y Sánchez. "Anales del Toreo", 1868

“Joaquín Rodríguez (Costillares). Regenerador del toreo. Autor de la suerte de volapié… Se le titula, con justicia, regenerador del toreo, y á nadie más que á la suerte de su invención se debe la altura en que este ejercicio se halla colocado… Costillares regularizó el manejo de la muleta para que ampliase la defensa del matador hasta el extremo de trastear á las reses, arreglarlas, y ponerlas en sazón para la muerte… Puso en práctica la suerte de volapié para los toros que se aplomaban… A la vista de Costillares, nadie espresaba otras sensaciones que las del asombro que les inspiraba el diestro lidiador… Se le formó á Costillares un tumor en la palma de la mano derecha, que le privaba de estoquear, y por ello se vió precisado, bien á su pesar, á abandonar la profesión”

José Santa Coloma. “Apuntes biográficos de los matadores de toros”. 1877 



"La notabilidad en el modo de torear de Costillares no consistía precisamente en que la lidia fuese más o menos brillante, de mejor efecto que las de otros, sino que en este hombre especial se advertía siempre mucha reflexión para ejecutar... Estudiaba detenidamente la índole de los toros, y les daba la lidia que creía convenirles; pero nunca igual… Con unas reses era ligero, juguetón y atrevido… Con otras, pausado, reflexivo y calmoso… Rara vez hacía lo que los demás matadores acostumbraban… Era muy notable en el trasteo con la muleta y en las suertes de capear; pero por nada merece tanto el título de maestro como por la invención del vuelapiés... Su triunfo fue completo: nadie entonces ni después ha encontrado defecto que poner a suerte tan lucida y segura... Hasta modificó los trajes de torear, reemplazando la faja al ancho cinturón de cuero, y añadiendo caireles y alamares a las chaquetillas y chupillas, que las hicieron más vistosas... Tuvo Joaquín Rodríguez la desgracia de que se le formase un tumor en la palma de la mano derecha, que le impidió tomar el estoque y le hizo retirarse forzosamente del toreo" 

José Sánchez de Neira. "El Toreo. Gran Diccionario Tauromáquico", 1879

“Costillares era hijo de otro Costillares, matachín en el matadero de Sevilla… Criaron al muchacho en el matadero y le destetaron con un cuerno por lo cual hubiera sido difícil que no saliese torero… Era Costillares de grandes facultades, bien proporcionado, de buena cara y gracia, y de corazón negro, como era menester para su oficio… Costillares fue un progreso para el toreo; él había inventado con buen suceso muchas suertes que aumentaban la seguridad de la lidia, y la daban más lucimiento, haciéndola más variada y más vistosa… Tenía además la soltura, la agilidad y la buena gracia que tanto realzan a un diestro… Para toros aplomados y sin piernas, inventó Costillares el volapié… Inventó también, en unión de Juan Romero, los quites o salvamentos para los picadores… Después de muchos años de triunfos, adoleció de un tumor en la mano derecha que le impedía de todo punto estoquear, y hubo de retirarse del redondel a despecho suyo”

Manuel Fernández y González. “Las glorias del toreo”. 1879


“Con Costillares la tauromaquia toma nuevo impulso… Costillares opone el instinto á la fuerza, la inteligencia del hombre al formidable arranque de la fiera, y el arte aparece, conserva ciertas suertes y logra transmitirlas sin gran esfuerzo… el torero sevillano había nacido para serlo…Costillares sustituyó el antiguo cinto de cuero por la taja, hizo más airosa la cofia ó redecilla y adornó con alamares y caireles las chaquetillas, creando así un traje de plaza que no existía y estableciendo diferencias entre éste y el de calle. Verdadero innovador, dio á la lidia otro derrotero, la normalizó… se propuso tener cuadrilla propia, eligió la gente que más le plugo, y consiguió que todos le prestasen obediencia y respeto… Ajustaba la faena á las condiciones de la res, y á ella subordinaba todos sus actos en el circo… Y como le ocurriera frecuentemente que un toro llegase á la muerte apurado por completo de facultades y no hiciera nada en absoluto por el lidiador, inventó el volapié, evitando así los medios poco decorosos (valga la frase) y sobradamente repulsivos que otros empleaban para dar fin con el bicho en estos casos. "No he inventao na, solía decir. El vuelapiés lo han inventao los toros; me pedían esa muerte y se la he dao"

Pascual Millán. “La Escuela de Tauromaquia de Sevilla y el toreo moderno”. 1888    


“Joaquín Rodríguez, Costillares. Con él el toreo entró en una nueva fase… Tal vez no fuera suya la invención del volapié, sino una perfección de la suerte, efectuada o intentada a lo menos por el Africano… Fácil en el manejo del capote, pasaba mucho a la manerar rondeña, que fue la madre del toreo, y se estrechaba con los toros… Su preocupación principal era la adopción de un recurso para evitar que fueran desjarretados los toros que se quedaban, y, por consiguiente, no podían ser recibidos… Introdujo también algunas modificaciones en la indumentaria de los lidiadores… Murió de edad avanzada en Madrid el 27 de Enero de 1800”

D. Leopoldo Vázquez, D. Luis Gandullo y D. Leopoldo López de Saá, bajo la dirección de Rafael Guerra, Guerrita.  “La Tauromaquia”. 1897


“¿Qué podía hacerse entonces con un toro que, aculado a las tablas, no arrancase, poco ni -mucho, en dirección al engaño? Matarle al desjarrete o de cualquier manera, siempre deslucida para el espada y el público. Así estaba él arte, cuando el gran Costillares inventó el volapié, es decir, el modo de matar a los toros que nó se arrancan

La astuta destreza, la que recaba del valor intrínseco del torero, de su agilidad y de su ligereza, medios suficientes para burlar los embroques del toro, imponiéndose a éste, sin darle tiempo para defenderse, reunió en torno de Costillares a los aficionados que miran en primer término al torero.

Para convencerse de que Joaquín Rodríguez, cuyo inmenso mérito me guardaré muy bien de discutir, pertenecía: a la clase de toreros astutos, no hay sino fijarse en que inventó el volapié, es decir, una suerte por sorpresa y que, con mucha razón, califica Pepe Illo de cierta y segura con los toros aplomados, y Montes, de muy fácil y segura con las referidas reses, y en que Pepe Illo (el de las monadas) fué discípulo predilecto de Costillares… A Costillares hay que colocarlo en el grupo sevillano. No tiene otra colocación quien inventó una suerte que sorprende al toro y de la cual hay que salir con todos los pies…Un partidario de Costillares lo coloca como invencible en las banderillas.

De la competencia entre Romero y Costillares nacieron, pues, como queda dicho, los dos llamados toreos diferentes que se disputaban entonces, siguieron disputándose en lo sucesivo y se disputan todavía en la actualidad los aplausos del público”.

Antonio Peña y Goñi. “Lagartijo y Frascuelo y su tiempo”. Entre 1900 y 1920?


“De José Cándido- que enseña los quiebros, galleos, etc., nacen los grandes banderilleros, como Costillares, Curro-Guillen, Cuchares y el Gordito, que están enseñados a cuartear. De Pedro Romero nacen Montes, el Chiclanero, Cayetano y Domínguez , que no sobresalen como banderilleros, y son algunos de ellos banderilleros detestables. La escuela de matar de Pedro Romero, es decir, la de recibir toros, muere en realidad con el Chiclanero y Domínguez. La escuela de matar de Costillares, subsiste completamente en la actualidad”.

Antonio Peña y Goñi. “Lagartijo y Frascuelo y su tiempo”. Entre 1900 y 1920?


“Da forma al toreo de capa. Esboza el lance que luego se ha de llamar verónica… También hace Costillares de los pases sueltos, con que nace el toreo de muleta, un todo armónico. Lo que ahora se llama ligar la faena encuentra en él su primer antecedente. Además, inventa el volapiéEs, pues, el primero que va en busca del toro con la espada, sin esperar que venga el toro por él… Desde él se inicia el vigor artístico de las suertes... Con todo eso, Pedro Romero no le da beligerancia. Los rondeños sienten desdén por los sevillanos, a quienes tienen por demasiado ligeros y superficiales… Un accidente –el de aparecerle un tumor en una mano- le aleja de los ruedos”

César Jalón. “Grandezas y miserias del toreo”. 1933


"La importancia de Costillares en la historia del toreo es decisiva. Se le tiene por inventor del volapié y así lo atestigua José Delgado en su Tauromaquia. Es cierto que el matar los toros yéndose a ellos era suerte antigua, pero sin duda Costillares la perfeccionó y regularizó como suerte de recurso. Asimismo se le atribuye la invención de la verónica, debiendo entenderse que lo que debió hacer fue regularizar el lance de frente, imprimiéndole su estilo propio. También fue fundamental su inventiva en el juego de la muleta, que antes tan sólo se utilizaba para retener la atención de los toros y defenderse con ella en el acto de herirles, y Costillares la convierte en instrumento de trasteo, dando lugar con su iniciativa al desarrollo del verdadero torero de muleta" 

José María Cossío. "Los Toros". 1943

"La obra de Costillares ha sido de una transcendencia sustancial y decisiva, pues construyó un sistema nuevo, sobre el cual descansa todo el arte taurino... Varió la indumentaria de los toreros... Inventó la verónica... Introdujo la formación de cuadrillas, sometidas a la disciplina del maestro... Pero donde Costillares demostró ser un verdadero genio del arte taurino fué en la transformación radical y absoluta del último tercio de la lidia... la regulación y el adecuado empleo de la muleta... y la invención de la estocada a volapié para matar a los toros aplomados y sin la codicia necesaria para embestir en el instante del cite... "No he inventao ná. El vuelapiés lo han inventao los toros. Me pedían esa muerte y la he dao"

Natalio Rivas. "Toreros del romanticismo". 1947

La fama de que gozó este lidiador, el renombre de torero cumbre de su tiempo y el que se le recuerde hoy con la aureola de los elegidos, se debe principalmente a su invención del volapié, con lo que evitó el desagradable espectáculo que ofrecía la muerte de los toros faltos de poder para acudir al cite del espada... La suerte del volapié fue considerada como recurso, y así lo era en realidad, ya que no se empleaba sino en ciertos casos, cuando los toros llegaban muy agotados a la muerte, pues no siendo así, la única suerte que se practicaba era la primitiva de recibir… Del volapié de Costillares se hizo antaño una modificación, apareciendo la suerte de “arrancar”, que inició Antonio Sánchez (el Tato) y continuó Salvador Sánchez (Frascuelo), elevando su categoría por el valor con que la ejecutaban… Joaquín Rodríguez (Costillares) fue una de las lumbreras del arte de torear.

Bruno del Amo, Recortes. "Historia de la Tauromaquia del siglo XVIII". 1951


 "Con Costillares, torero inteligente, se da el primer paso hacia la sistematización de la lidia y hacia la creación del mecanismo de las suertes. Es evidente que no inventó ni la verónica ni el volapié -matar a toro parado-, si por inventar se tiene la idea de ser el absoluto creador de estas suertes, pero en cambió las usó de un modo inteligente y eficaz, reguralizó su empleo y las perfeccionó técnicamente hasta hacer su uso indispensable para los toreros posteriores .Por otra parte nunca pretendió haber inventado el volapié. En una ocasión afirmó: "No he inventao ná. El vuelapies lo han inventao los toros. Me pedían esa muerte y se la he dao". (Había toros que llegaban aplomados al final de la lidia y no se podían matar en la suerte de recibir, única conocida en esa época)... A Costillares se debe el manejo de la muleta como arma ofensiva y defensiva, según el carácter de la lidia que al toro le pretende dar el espada. Antes de él, la muleta ha sido un engaño cuyo uso iba encaminado a evitar la cornada en el instante de entrar a herir o a retener al toro en esta suerte, cuando estaba desparramado. Costillares la convierte en un arma de trasteo y pone la primera base para lo que será el toreo de muleta... Bajo su influencia empezó a desplazar a los varilargueros y picadores a segundo plano... Varió también el traje de torear"

Néstor Luján. "Historia del Toreo". 1954


"Fue el inventor del volapié… Perfeccionó la suerte de banderillas por los dos lados. Mejoró asimismo el manejo del capote. Inventó lances que embellecieron el toreo. Su afán de transformación llegó hasta variar la indumentaria e introducir la chaquetilla con bordados, el calzón corto de seda y la faja de colores… Otra de las novedades introducidas por Costillares fue la formación de cuadrillas, sometidas a la disciplina del maestro. Hasta entonces la empresa contrataba directamente a los picadores y banderilleros. Costillares reclutó personalmente a sus picadores y banderilleros, organizó la cuadrilla e impuso el orden en la lidia al someterse éstos a su autoridad. Pronto le imitaron los demás compañeros… Dice el competente escritor Pascual Millán que de no haber existido Pedro Romero, Costillares sería, sin disputa, la primera figura de la tauromaquia”

Jorge Laverón. "Historia del Toreo". 1996

La aportación de Costillares a la moderna tauromaquia se apoya en una serie de claves puntuales:

1. Perfeccionamiento de suertes fundamentales del arte de torear. A Costillares se le atribuye la invención de la verónica y del recurso del volapié, matar a toro parado.

2.  Manejo de la muleta como arma ofensiva y defensiva. El torero de San Bernardo la convierte en instrumento de trasteo, con lo que sienta las bases del toreo de muleta actual.

.  Aplicación de un tipo de lidia para cada toro, en función de las condiciones de éste.

4.  Desplazamiento del protagonismo de los varilargueros. El matador se sitúa con Costillares en el centro absoluto desde el que gira la lida completa.

.  Variación ostensible del traje de torear y sus accesorios.

.  Primeros visos de profesionalización de la Fiesta.

Ángel Cervantes Velarde. La revolución de Costillares. 2005 


"Con Costillares el duelo a muerte, el matar o morir, se perfecciona a la vez que se adultera: cuando el toro llega a la muerte falto de fuerzas, cuando ya no hay que aguantar la
embestida en la suerte de recibir, sino provocarla, Costillares inventa el volapié, en el cual, como su propio nombre indica, los pies vuelan en dirección a los cuernos del astado mientras que la vista y el brazo —que se ha hecho solidario con el acero y finaliza en la punta del
estoque— están fijos en el morrillo, buscando el hoyo de las agujas... En su inicio se consideró
—con toda justicia— al volapié como una estocada de recurso. Si posteriormente se impuso y es hoy prácticamente la única forma de matar los toros (con ligeras variaciones) es porque, tras la retirada de Pedro Romero, la fiesta eligió la ley de la ventaja, es decir, que el toro llegue a la muerte aplomado y con una absoluta falta de fuerzas"

Alberto Sánchez Álvarez-Insúa. “Toros y sociedad en el siglo XVIII”




JOSÉ CÁNDIDO Expósito (1734-1771)

Montaje publicado en lafiestaprohibida.blogspot.com


"Sólo se sabe que nació en Chiclana... El famoso estoqueador sevillano Lorenzo Manuel fue su maestro… Con sólo su ancho sombrero en una mano, y un afilado puñal en la otra, mataba a los toros esperándoles a pie firme, dándoles salida con la izquierda, como ahora se hace con la muleta, y descargando el golpe con la derecha en el sitio del descabello… Suerte lindísima, asombrosa, que aunque no siempre saliera bien, sólo intentarla acredita a un diestro… Inventó el salto de testuz, que algunos atribuyen a Lorenzo Manuel, y el asombro de los que le vieron no conoció límites

… ... Desde que hay en España corridas de toros, la ciudad del Puerto de Santa María ha celebrado todos los años tres o más fiestas de dicha clase el día de San Juan e inmediatos al 24 de junio… Llamando entonces la atención en España José Cándido, claro es que había de ajustársele a cualquier precio… El 23 de junio de 1771 se celebró la primera corrida… salió el sexto, grande, cárdeno y de gran cornamenta… Fue bravo y seco con los picadores, y en una de las veces en que persiguió a Juan Barranco, viendo Cándido que iba ya a los alcances de él, se interpuso, y llevóse tras sí al toro… Pero no había entonces en las plazas el cuidado y limpieza que ahora… Debido a esto, el infeliz Cándido se resbaló en la sangre de un caballo, y dio tan tremendo golpe, que quedó en el suelo sin sentido… Saltó por encima la fiera, e inmediatamente se revolvió… Entonces el toro, enganchándole por los riñones, que le atravesó, le levantó en alto, se le pasó de una a otra asta, y le tuvo colgado de un muslo, en que le dio otra cornada, hasta que le arrojó a gran distancia sin sentido… Nadie pudo evitar la catástrofe… Buscóse un médico y no se encontró ninguno en todo el pueblo… Melchor Conde despachó en seguida un bote a Cádiz para que viniesen cuantos se encontrasen de más fama, y entre tanto, le sacramentaron e hizo testamento, que en resumen contenía las claúsulas siguientes:


“Que se repartiesen a los pobres las ropa, alhajas y dinero que llevaba en aquel día sobre sí.
“Que por su alma se dijesen mil misas, y a cada una de sus hermanas se le diese una dote de tres mil trescientos reales.
“Y para su mujer e hijo, sus casas, viñas, posesiones, ganado vacuno, yeguas y cabras, cinco mil y pico doblones en dinero, alhajas y cuanto le pertenecía”

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Murió a la vista de los doctores que de Cádiz vinieron, a la una de la noche del día 24, o sea siete horas después de su desgraciada cogida… José Cándido, gloria del toreo, murió sentido de cuantos le conocieron, y especialmente de los toreros que con él trabajaron… No conoció la envidia… Era su deseo únicamente agradar al público, y llamando la atención con su trabajo, adquirir para su hijo (el también torero Jerónimo José Cándido) una fortuna… Ambas cosas consiguió”

José Sánchez de Neira. "El Toreo. Gran diccionario Tauromáquico", 1879

“José Cándido, que se hizo dueño del espectador, porque unía al valor sereno una asombrosa agilidad…Inventó el salto de testuz, que algunos atribuyen á Lorenzo Manuel, y el asombro de los que le vieron no reconoció límites…Y no paró aquí lo excepcional de José Cándido. Para rendir un toro y echarlo, no necesitaba capote, ni otro engaño de esta clase; bastábale su castoreño. ¡ Parece increïble! Ninguno de estos hombres que así se agarraban á los toros, tuvo cogidas de importancia; medían tan bien sus fuerzas, tenían tal conocimiento de la extensión de sus facultades, que más que un bárbaro alarde de agilidad ó valor, diríase que resolvían ante el público un problema matemático cuya solución conocían de antemano. Cierto es que Cándido murió de resultas de una cogida; pero no la sufrió en ninguna de las suertes descriptas. Fué uno de tantos accidentes desgraciados. El diestro, al correr, resbaló en la sangre de un caballo, cayó al suelo, derrotó el toro, hizo carne, y momentos después yacía expirante en la arena el que poco antes la cruzaba recogiendo aplausos”.

Pascual Millán. “La Escuela de Tauromaquia de Sevilla y el toreo moderno”. 1888  

  

“José Cándido. Vió la luz en Chiclana, y fue el torero más vivo, más alegre y más elegante de su época. Fue la contraposición de Martín Barcáiztegui, Martincho… Dominaba en él la serenidad y la condición de ver llegar los toros como nadie… Suspendía el ánimo con su prodigiosa habilidad. Su cintura, flexible como un junco, se prestaba maravillosamente para ejecutar el quiebro… Era un gran conocedor de las reses y poseía la intuición de lo que podía valer el capote en unas manos como las suyas, y sabía también que sus facultades eran muchas... A él se debe el salto de cabeza a rabo… Murió toreando en el Puerto de Santa María en 1771”

 D. Leopoldo Vázquez, D. Luis Gandullo y D. Leopoldo López de Saá, bajo la dirección de Rafael Guerra, Guerrita.  “La Tauromaquia”. 1897

César Jalón, en su libro Grandezas y miserias del toreo, desarrolla la idea de que los adalides de la escuela sevillana (José Cándido, Pepe-Hillo, Curro Guillén , El Tato...) mueren sin sucesión. Todo el mundo les aplaude; pero nadie les imita. Los alaban y no los copian. Dejan en la historia el eco de su nombre, pero no la huella de su arte. Refiriéndose a José Cándido, escribe:


"La crítica de su tiempo lo define como torero de recortes, saltos y demás alegrías en que había de forjarse el toreo sevillano. A él se atribuye el invento del salto del trascuerno -que era quizá de su maestro Lorencillo- y la suerte del puñal, que otros achacan al limeño Zeballos. Suerte en la que el sombrero de toquilla hacía las veces de muleta y distraía al toro, para clavarle, en tanto, el puñal... Su muerte fue algo casual: resbaló en un charco de sangre, al hacer un quite, y el toro le dió tres cornadas: dos en los riñones y una en un muslo. Falleció al día siguiente"

César Jalón. "Grandezas y miserias del toreo". 1933

"Sabemos por Moratín que fue discípulo de Lorencillo, "que enseñó al famoso Cándido"... En Sevilla he visto su nombre en carteles de 1762, 1764 y 1771. Aunque críticos posteriores han juzgado que se hacía notar más por su valor y voluntad que por su maestría, José Daza, su contemporáneo, le juzga eminentísimo. "Persuádome -dice- que si Pedro Romero los hubiera visto, y andando algún tiempo en compañía del Melchor y el Cándido, aprendería de ellos lo que ahora no sabe...Y también les importaría mucho el haberlo logrado a Joaquín Costillares y Joseph Hillo"

José María de Cossío. "Los Toros". 1943

"Aprendió de un limeño matar a los toros, citándolos, dándoles salida con la mano izquierda, sin más engaño que un sombrero ancho, y al realizar el encuentro, clavarles un puñal en el sitio del descabello... Agrandó su celebridad practicando el salto del testuz, que aprendió de su maestro Lorencillo... En cuarteos, recortes y quiebros fué maestro inteligentísimo... Murió en el Puerto de Santa María el 23 de junio de 1771, por la cornada que le infligió el sexto toro al intentar auxiliar al picador Juan Barranco"

Natalio Rivas. "Toreros del Romanticismo". 1947

"Fue el primer lidiador de categoría que murió en el ejercicio de su arte... José Cándido fue uno de los grandes lidiadores del siglo XVIII, tal vez inferior en unos grados a los colosos Costillares, Illo y Pedro Romero, pero muy próximo a éstos. José Delgado, que le vio torear, dice de él: “Vino Cándido para abrir la puerta a la finura y seguridad de las suertes”… Y en otro lugar de su obra La tauromaquia, añade: “Cándido aprendió de Lorencillo la destreza y la finura, pero superó al maestro por su arrojo al ejecutar las suertes que le enseñaron, y otras con sólo verlas una vez ejecutar; por eso se le ha llamado el incomparable”… Se le ha tenido por inventor de las suertes del “puñal” y “salto del testuz”. La primera parece la vio ejecutar a un indio peruano en la plaza gaditana, y desde entonces la hizo él y con gran fortuna… El salto del testuz lo practicaba su maestro Lorencillo antes de que Cándido se dedicase al toreo; lo que sí cabe en lo posible es que realizase la suerte con mayor habilidad, tal vez por ser su naturaleza más diestra o superar en facultades al maestro Lorenzo Martínez".

Bruno del Amo, Recortes. "Historia de la Tauromaquia en el siglo XVIII". 1951

"Disfrutó de gran predicamento; fue una primera figura legítima y un torero seguro, ni rondeño ni sevillano, sino de una tendencia ecléctica que caracterizó más tarde a algunos grandes toreros del siglo XIX, sin excluir al famosísimo Francisco Montes; o sea, que desarrolló un toreo largo y variado, en el que se dieron, de consuno, la severa disciplina y el adorno".

Don Ventura. "La Tauromaquia en el siglo XIX". 1951

José Cándido, según cuenta el competente escritor don José de la Tixerapracticaba bien la suerte de recibir, y sin más engaño que un sombrero en la mano izquierda mataba al encuentro con soberana limpieza. También destacó en el salto del testuz: En los medios, y a una distancia de 15 o 20 pasos del toro, lo alegraba para provocar su arrancada, y cuando el animal tiraba al derrote, Cándido daba el salto de cabeza a rabo, apoyando ligeramente el pie en la testuz... Cándido fue también maestro en cuarteos, quiebros y recortes... José Cándido tuvo una muerte trágica. Toreaba en el Puerto de Santa María, el 23 de junio de 1771. Al salir el sexto y entrar en la suerte de varas, acometió furioso al picador, Cándido se interpuso y lo sacó con la capa, pero resbaló en un charco y se dio tan fuerte golpe que perdió el sentido. El toro se revolvió ligero y corneó horriblemente al espada. Su muerte heroica está recogida en coplas y romances:

En el Puerto murió el
Cándido,
y allí remató su fin;
le mató un toro de Bornos
por librar a Chiquilín.”

Jorge Laverón. "Historia del Toreo". 1996

"Un período de transición tiene lugar en los primeros años del tercer tercio de siglo. Sus representantes más destacados serán José Cándido Expósito (1734-1771) y el hijo de Francisco Romero, Juan. Corresponde al primero de ellos el triste privilegio de ser el primer espada muerto como consecuencia de una cogida en los ruedos, aunque muy probablemente debió existir algún otro precedente en lidiadores de menor renombre. José Cándido debutó en Madrid el 25 de mayo de 1757 y entre sus habilidades estaba la lanzada a pie y el subirse al caballo para enarbolar la vara de detener. Como dato diremos que en 1764, siendo ya primer espada, cobraba 2.400 reales por corrida, 1000 más como gratificación por banderillear y el importe de los toros concedidos (es decir, su renta como carne). Su cogida mortal tuvo lugar en el Puerto de Santa María el 23 de junio de 1771 al intentar un quite"

Alberto Sánchez Álvarez-Insúa. “Toros y sociedad en el siglo XVIII”







José Delgado Guerra, PEPE-HILLO (1754-1801)













Montajes publicados en lafiestaprohibida.blogspot.com




"Pepe-Hillo es fama que acudió la víspera de la corrida al arroyo Abroñigal, con el deseo de ver los toros que habían de lidiarse. Aun parece que advirtió al mayoral que le reservara el toro Barbudo, que al día siguiente le causaría la muerte"


Daniel Tapia. "Historia del Toreo"




Joseph-Hillo, Joseph-Hillo,
el de la peineta grana,
que a marquesas enamoras
y en los cosos toros matas.
Joseph-Hillo, Joseph-Hillo,
no vayas hoy a la plaza,
ni en la calesa te subas
ni te relíes en la capa
que alfombra fue del chapín
de la Duquesa de Alba….

Fernando Villalón

El arte del toreo
fué maravilla
porque lo hicieron juntos
Ronda y Sevilla.

Unieron dos verdades
en una sola
con Illo y con Romero
Sevilla y Ronda.

De Sevilla era el aire
de Ronda el fuego:
y los dos se juntaron
en el toreo.

Y como se juntaron
los dos rivales
no habrá nada en el mundo
que los separe   /...

José Bergamín. Seguidillas Toreras

En Lavapiés o el Barquillo,
manolas con redecilla
cortejan a Pepe-Hilo
que es la espuma de la villa

     Emilio Carrere


Más no podré olvidar tu triste historia,
que aunque postró tu vida horrible fiera,
eterno vivirás en la memoria.

De un soneto a su muerte


Hombre tanto en la suerte
desgraciado,
cuanto animoso en la difícil
suerte.
¿Cuántas veces en brazos de
la muerte
te dio el espectador por
arrestado?
Lidiador, que a las fieras
presentado
con arte y gracia osabas
atreverte,
despreciando el peligro de
exponerte,
por agradar a tanto
apasionado.
¿Qué mucho que tu muerte yo
temiera
si para ti guardaba yo mi
gloria?
Escena tal, ¡oh, nunca yo la
viera!
Mas no podré olvidar tu triste
historia,
que aunque postró tu vida
horrible fiera,
eterno vivirás en la memoria.

Versos recogidos por García de Bedoya, que he encontrado en el libro "Historia del Toreo", de Jorge Laverón


EPITAFIO

"Pasajero, aquí yace sepultado
aquel famoso "Illo", aquel torero
que habiendo sido siempre celebrado,
tuvo al fin desgraciado paradero:
Detén el paso; míralo postrado.
No celebres su orgullo lisonjero;
pues toda gloria vana desfallece
y el que busca el peligro en él perece"

Versos recogidos en el libro "Historia del Toreo", de Fernando G. de Bedoya.


“José Delgado fue un torero de encargo, y más general de cuantos se ha conocido, y no es necesario haberle visto para juzgar así de él. No hay más que fijar la vista sobre las heridas que recibió, y las suertes que se deben a su invención, y notaremos que son las más difíciles y espuestas que se conocen en el toreo; y esto no es capaz de hacerlo sino el que tuvo mucho valor y muy grandes conocimientos”.

Franciso Montes (Paquiro)

“Costillares, Romero y Pepe Hillo, es un triunbirato de buenos lidiadores; cada uno tiene sus particulares que le granjean su merito. Costillares las vanderillas, y el conocimiento (que los ignorantes llaman cobardía) Romero, la capa, intrepidéz inconsiderada, (que los suyos llaman valor) Pepe Hillo, lo atrevido y juguetón (que el vulgo llama monadas)… á Pepe Hillo le falta alcance, y le sobra determinación, é intrepidez, y ceguera”

Francisco Fernández. Diario de Madrid, 25 de noviembre de 1789


“Esta alma grande y generosa reunia las circunstancias que deben adornar á un buen torero, y que pasamos á detallar ligeramente.

La primera virtud es el valor, sin el cual nadie puede abrazar tal profesión, porque al ponerse delante de la fiera no debe pensarse mas que en concluirla, y hacerlo con gracia, con maestría, sin torpeza.

La segunda es la serenidad para mirar el vicho y cuadrarse á su frente, porque fallando aquella, todo es bulla, coraje, ceguedad, riesgo continuo y desgracias inevitables, como la esperiencia lo ha probado en muchas y repetidas ocasiones.

La tercera es tener buenos pies, no para huir (acción indecorosa en el que mata) sino para afirmar los pasos, ó falsearlos á tiempo en los escapes, córtes, vueltas y riesgos para burlar la acometida de la fiera y salvar el cuerpo el lidiador.

La cuarta consiste en el arte y manejo de la muleta, con la que provoca, le corta, le atrae, le sujeta y le hace estar á raya, humillando su altiva cerviz, hasta que preparada la fiera á la muerte le dirije la estocada sin peligro.

Y la quinta la seguridad del pulso y empuje del brazo derecho, para acertar y penetrar recia y profundamente la estocada.

Estas son las cualidades indispensables de un buen lidiador, y estas las mismas que poseía ROMERO ; sin perjuicio de otras prendas accidentales que le acompañaban, cual era la estatura, la fuerza, la agilidad y la robustez; y llamo accidentales, porque no está en manos de ningún torero adquirirlas, si bien recomiendan al que las tiene.

 Perogrullo y Fierabrás. “Fastos tauromáquicos”. 1846 



"Siendo un torero general que poseía todas las suertes conocidas hasta entonces, y algunas otras debidas a su invención, siempre se le veía ejecutar la que más reclamaba la condición del toro, por expuesta y difícil que pareciese: es indudable que estas propiedades se encuentran rara vez en una sola persona, y de aquí la excelencia del torero… A una voluntad de hierro unía un corazón a toda prueba; a un buen deseo agregábase el estímulo de su antagonista. Nada demuestra con más exactitud la verdad de nuestra narración, que las innumerables cogidas que tuvo y el número de heridas que recibió... José Delgado (Hillo) reunía a su buen trato social, una gracia particular,  que le hacía apreciable entre sus infinitos amigos y conocidos, y aun entre muchas personas notables por su rango y jerarquía, que se disputaban la vez en tributar obsequios al torero: esta posición, ciertamente envidiable, era la que disfrutaba Pepe Hillo, con más el favor de todos los que valían en la corte de las Españas"

Fernando G. de Bedoya (1802-1860). "Historia del Toreo". Madrid, 1850


Velázquez y Sánchez, que pudo recoger versiones muy próximas de su carácter, no le retrata muy halagüeñamente. He aquí sus palabras:

"Hijo de la ínfima plebe, criado en la rusticidad de la más crasa ignorancia, sin especie alguna de enseñanza elemental, desenvuelto en el trato soez de las clases menos cultas, indiscretamente franco por desconocer los límites de la expansión afectuosa, propenso a la vanidad como todo improvisado en el comercio de gentes distintas, decidor y jactancioso al estilo del vulgo andaluz, desenfrenado en sus afectos y antipatías por falta de ese hábito de vencer sus pasiones que crea un educación regular... Concediendo de buen grado que Hillo tuvo gracejo meridional, viveza de comprensión y hasta cierto tacto en sus maneras y porte, nunca justificaría por sí el empeño de tantos hombres de supremas y ventajosas posiciones por conocerle, trabar con él amistades calurosas, constituirse en acérrimos partidarios de su escuela y contribuir con la inflamada muchedumbre a su apoteosis"

“José Delgado, Hillo, vino a comunicar a los adelantos del toreo una brillantez poética con su tipo de valentía heroica, inimitable gracia, y simpatía universal; compitiendo con dos rivales de la talla y el prestigio de Rodríguez y Romero, y sobrepujándolos verdaderamente en la estimación y el halago del público...  Delgado sobornaba al público con ese gracejo, esa soltura y esa atracción, que suplen la mitad de las condiciones necesarias para el éxito… Heróico, diestro, ingenioso, infatigable, Delgado no se sacia jamás de las aclamaciones del pueblo, y cuanto más vitoreado se cuenta, más comprometido se cree a redoblar sus esfuerzos para promover el entusiasmo… Hillo no entiende cumplido su encargo en el arte si no agrega el capeo de espaldas,… Su ardimiento y su excitación en el circo explican en Delgado, tan inteligente y tan listo en la briega, el número considerable de cornadas recibidas, que una relación de aquellos tiempos hace subir a veinticinco antes de la tragedia de Madrid en 1801... José Delgado era la viva imagen de su época en cuanto a sus costumbres… En la capilla del Baratillo pasaba la mañana en los días de lidia… y yo he oído cantar un motete de esta devota práctica, concebido en estos términos:

“¡Qué lástima me ha dado
de ver a Hillo,
rezando en la capilla
del Baratillo!”

Para sus discípulos y subordinados era un ídolo, y esto prueba su excelente índole. Antonio de los Santos y José Romero le lloraron como a un tierno padre, y Manuel Sánchez (Ojo gordo), su banderillero, … solía decir con vivo enternecimiento, refiriéndose a Hillo: -“No se le podía tratar sin quererlo, porque era de lo que no hay en el mundo.”

José Velázquez y Sánchez (1826-1880). "Anales del Toreo". Sevilla, 1868

“José Delgado (Hillo). Bajo la dirección de Costillares se colocó José Delgado (Hillo). Increíble parece la rapidez con que el discípulo se impuso de las reglas que Costillares había establecido en la lidia, y más dudoso aun la perfección con que las ejecutaba, con espanto del mismo maestro , que, convencido de su especialidad, trató desde luego de utilizar la primera ocasión para hacerle figurar como su segundo Difícil nos sería esplicar el método de la lidia de Hillo, puesto que siendo un torero general que poseía todas las suertes conocidas hasta entonces , y algunas otras debidas á su invención, siempre se le veia ejecutar la que mas reclamaba la condición del toro, por espuesta y difícil que pareciese. Es indudable que estas propiedades se encuentran rara vez en una sola persona, y de aquí la escelencia del torero, cuyos apuntes nos ocupan… A una voluntad de hierro, unía un corazón á toda prueba; á un buen deseo, agréguese el estímulo de su antagonista. Nada demuestra con más exactitud de nuestra narración que las innumerables cogidas que tuvo y el número de heridas que recibió… Ahí está demostrado su valor sin ejemplo, que no sólo aventajaba á la inteligencia, sino que esta carecía por lo regular de fuerza para, contenerle en los peligros... Reunia á su buen trato social, una gracia particular que le hacia apreciable entre sus infinitos amigos y conocidos , y aun entre muchas personas notables por su rango y gerarquía, que se disputaban la vez en tributar obsequios al torero . Esta posición, ciertamente envidiable, era la que disfrutaba Hillo, con más el favor de Lodos los que valian en la córte de las Españas”.

  José Santa Coloma. “Apuntes biográficos de los matadores de toros”. 1877 



"Ningún toreo en ninguna época ha tenido, como éste tuvo en su tiempo, tanta aceptación, tanta popularidad, ni tanto prestigio en todas las clases de la sociedad, que le consideraban, atendían y obedecían sólo por tenerle contento y oírle, y cambiar con él sus palabras… Su gracia personal, su lujo en el vestir, su generosidad con los desvalidos, su esplendidez con sus compañeros, y más que nada, su valor y destreza en la lid, hicieron de él, como ahora se dice, el niño mimado de su época… Exaltado siempre su amor propio, aventurábase como nadie, y por eso fueron infinitas las cogidas que tuvo, y más de dos docenas las cornadas que recibió… En el año 1800, uno antes de su desastrosa muerte, dictó y publicó con su nombre un libro titulado La Tauromaquia o Arte de torear, que es mejor y más extensa de los hasta entonces publicados… Hemos dicho que lo dictó, porque Delgado no sabía escribir, y solamente trazaba su mano firmas mal hechas que dicen: “Joseph Hillo”, y que son las que ponía en sus contratos…Pepe Hillo murió a los treinta y tres años"

José Sánchez de Neira. "El Toreo. Gran diccionario Tauromáquico". Madrid. 1879

“José Delgado (Hillo). Era buen mozo, desarrollado, fuerte, ágil; en fin, de buen trapío, y sobre todo, valiente, arrojado y soberbio… Pepe-Hillo había nacido con el alma levantada; y como el valor enaltece a los más humildes, no había nada que le espantara, y amaba el peligro: cuanto más feroz era el bicho delante del cual se ponía, más se crecía.. –A ti hay que pararte los pies, muchacho- le dijo Costillares, que se lo llevó de banderillero en su cuadrilla… Tras la retirada de Pedro Romero, ningún diestro podía competir con Pepe-Hillo. El público le adoraba, porque estaba fascinado por su valor… Su muerte fue un acontecimiento terrible para el pueblo de Madrid… A las corridas que siguieron a la en que pereció Pepe-Hillo, apenas asistió gente: se llegó a temer que con Pepe-Hillo hubiesen muerto las corridas de toros…Era una celebridad, un ídolo del pueblo, un afecto para altos y bajos… Pero descartando aquel valor ingénito y hasta podemos decir que absurdo, por lo grande, de Pepe-Hillo, queda un buen torero, pero no de espantar, infinitamente inferior a Pedro Romero, y aún a Montes y al Chiclanero y a Cúchares… Más que un gran torero, era un gran matador con desgracia, y que lo que más que todo ha contribuído a su gran celebridad, ha sido lo horrible  de la cogida a que sucumbió y el valor de que dio muestras en ella; valor inconcebible en un hombre agonizante, valor que espanta”

Manuel Fernández y González. “Las glorias del toreo”. 1879


Pepe-Illo. Dechado de gracia, manantial de chistes, rebosando buena sombra hasta por los alamares de la chaquetilla, rumboso cual ninguno, caritativo, vestido con riqueza, echando siempre, como dice el vulgo, toda la hacienda sobre su persona… pero con un defecto terrible, la vanidad elevada á los límites de lo absurdo. Quería siempre ser el primero, el único; consideraba los triunfos de los otros como un despojo eme se le hacía, y se empeñaba en suertes peligrosas, sin mirar más que á su temerario valor, que le tuvo como pocos, y haciendo caso omiso de los consejos de la prudencia, constantemente desoídos por él. De aquí el sinnúmero de cogidas…  No: no era posible la lucha con Romero…Pepe-Illo llevó á la plaza ese mal entendido antagonismo, esa clasificación de escuelas, esa división del arte en sevillano y rondeño que costó más de una catástrofe, y que es, al par que la mayor de las negaciones, el más incalificable de los absurdos… Se propuso hacer algo que Romero no hubiese hecho, y publicó un Arte de torear. El, que no sabía escribir y que tan mal dictaba, no tuvo reparo en poner su nombre en un libro que no era suyo… Pepe-Illo, como se sabe, murió en la plaza. Su muerte fué universalmente sentida, porque pocos diestros llegaron á contar más simpatías entre el público”.

Pascual Millán. “La Escuela de Tauromaquia de Sevilla y el toreo moderno”. 1888    


"Pepe-Illo en cambio (está comparando el toreo de Pepe-Illo con el de Pedro Romero) siempre estaba en movimiento durante la lidia: no dejaba de practicar ninguna suerte: por conseguir un aplauso llegaba a la temeridad... alegraba la plaza con sus jugueteos y arriesgadas habilidades, y como poseía un valor invencible y una voluntad de hierro, a pesar de las graves heridas que le causaron los toros, cada vez que salía al circo apenas restablecido se le veía con mayor ceguedad y desprecio de la existencia pegarse a la fiera y con más brío olvidar una nueva cogida"

Manuel Chaves, marqués de Tablantes. Prólogo de la "Tauromaquia de Pepe Hillo". 1894 

“Ninguno alcanzó tanta popularidad; de ningún otro se habló tanto… Y, sin embargo, Pepe-Illo distó mucho de ser un gran torero. Como valiente, aunque fue hasta lo temerario, no tuvo el brutal arrojo de Martincho; como lidiador, ni recibió toros a lo Romero, ni creó suertes, a semejanza de Costillares, ni enriqueció la tauromaquia con ningún adelanto. Firmó un arte de torear que no había escrito… Su popularidad se debe a que reunió todas las condiciones distintivas de nuestro carácter, a que fue el verdadero D. Juan de la época"

Pascual Millán. “Tipos que fueron”. 1894


“José Delgado y Guerra. Hillo. Es lo probable que le llamaran Josefito o Josefillo, y que, andando el tiempo, esto constituyera un alias que tan célebre llegó a ser… En su carácter precipitado entraba más el amor propio que la reflexión, y muchísimo más el valor que el arte, a pesar de ser grande el que demostraba… Desde joven se distinguió por su desmedido arrojo… Tenía el adorno de Cándido, la confianza de Martincho, la serenidad desesperada del Africano y la escuela de Costillares. Solamente había uno que le hacía sombra: Pedro Romero. Contra él dirigió sus tiros, pero contra Pedro Romero no había competencia posible… El amor propio cegaba a José Delgado… Ante el valor increíble de Hillo no había corazón que no latiera apresurado temiendo una catástrofe a cada momento… Recibía toros en regla, aunque usaba esta suerte menos que la del volapié, en que superó a su maestro. Su manera de capear era elegante, juguetona, y nunca parada y sobria, como la de su antagonista rondeño. Recortaba que era un primor, y su flexibilidad le valía mucho para quebrar a los toros… Los grandes le festejaban y el pueblo le convertía en ídolo suyo, y él alternaba por igual con plebeyos y nobles, porque tenía la elegancia y la fastuosidad de los aristócratas y el alma del pueblo. Por eso causó su muerte una sensación general, y por eso fue tan llorado… Sufrió más de 20 cogidas, y algunas de mucha gravedad. Bajo su nombre se publicó, con el título de La Tauromaquia, un notable arte de torear”

D. Leopoldo Vázquez, D. Luis Gandullo y D. Leopoldo López de Saá, bajo la dirección de Rafael Guerra, Guerrita.  “La Tauromaquia”. 1897


“He aquí el torero de más nombradía entre los muchísimos que figuran en la historia, y, desde luego, el de mayor popularidad en su época. Porque “Pepe-Illo” gozaba de carácter jaranero; dadivoso, jovial, gallardo; torero, en una palabra. Torero al tipo clásico, en el ruedo y en la calle. Su amistad se la disputaron tirios y troyanos; las mujeres le llevaban en palmitas; y todo sonreía a aquel buen mozo de garbosa y gentil apostura, verdadero héroe popular de la segunda mitad del siglo XVIII. Su trágica muerte… dio pábulo a la que la leyenda tejiera alrededor de la figura del torero una serie interminable de coplas y romances, artículos, poesías, folletos, pinturas, obras teatrales y recientemente hasta películas, que han hecho su memoria imperecedera y su nombre inmortal... Por su valor, su desenvoltura, su alegría y su gracia en la arena, la afición no dudó en enfrentarle a su maestro (Costillares) –mejor torero que él- en una competencia, que tuvo su continuación en la ya más enconada y dura que durante muchos años sostuvo luego con Pedro Romero –el verdadero primer “monstruo” de la torería-, maestro formidable, pero más seco y mucho menos simpático que el sevillano, que se llevaba de calle a los públicos. Su torero colorista y vistoso dio origen a la llamada escuela sevillana, de la que fue considerado fundador… Pepe-Illo toreó numerosísimas corridas y fueron muchas las cogidas graves que sufrió a lo largo de su vida torera… Fue la primera figura notable del toreo muerta por cornada en una plaza de toros. Su trágico fin conmovió a la afición de España entera... Y alguna duquesa lloró sobre su cadáver”

Carlos de Larra, Curro Meloja. "Grandes maestros de la Tauromaquia". 1945

"Fué Pepe-Hillo, con absoluta preferencia, el torero popular y querido... La factura de Hillo era graciosa, juguetona y afiligranada, en la cual intervenían más los pies que los brazos... El lance de capa llamado de frente por detrás fué invención suya... Valiente, hasta la temeridad, acometía todas las suertes, sin reparar en dificultades ni peligros, y lo mismo recibía a los toros que los despachaba a volapié... Sus audacias en la brega, muchas veces innecesarias, fueron motivo de que recibiera numerosas heridas, y, a la postre, la causa de su muerte, ocurrida en la plaza de Madrid, en la tarde del 11 de mayo de 1801, en el momento de entrar a matar al toro Barbudo, de una ganadería de Peñaranda de Bracamonte... Cinco años antes de morir José Delgado, el 1796, dictó a su íntimo amigo don José de la Tijera, porque apenas sabía escribir su nombre, un folleto titulado La tauromaquia o arte de torear, en el que consigna multitud de reglas para torear a pie y a caballo, que es de lo más completo que en su género se ha publicado"

Natalio Rivas. "Toreros del Romanticismo". 1947

"El primer encuentro de José Delgado (Illo) con su eterno rival Pedro Romero, lo tuvo en 1777, en la plaza de Cádiz; allí comenzó una titánica lucha que había de durar en período culminante doce años, hasta las corridas reales de 1789, en Madrid, donde quedó plenamente demostrada la superioridad del diestro de Ronda sobre los sevillanos Illo y Costillares...Agradó a los madrileños el estilo de torear movido y alegre de Illo, así como su valor y la habilidad demostrada ante las reses... Torea en varias ocasiones con Pedro Romero, al que en su constante afán de vencer, se arroja a temeridades que son causa de numerosas cogidas, las que le restan facultades, pero no valor, pues José Delgado (Illo) fue diestro de enorme valor... José Delgado (Illo) fue inventor de la suerte “de frente por detrás”, y dio su nombre a la obra La tauromaquia o Arte de torear, impresa en Cádiz en 1796".
   
Bruno del Amo, Recortes. "Historia de la Tauromaquia del siglo XVIII". 1951


"Pepe-Hillo era el torero de las suertes ruidosas, el toreo de esfuerzo, la hazaña desorbitada, el primor más extraordinario, la realización de cosas inauditas, una constante acumulación de lances imponderables, la alegría, lo alado y suave. Cree en la estética del milagro permanente, en una magia taurina donde los alardes se sucedan como por un don del cielo concedido a su toreo... Fue el tipo de hombre fachendoso, de una jactancia pavorosa, con una seguridad en sí mismo injustificada, pues no respondía con su arte ni con sus conocimientos y condiciones físicas a su voluntad y a su incandescente sed de gloria... Topó siempre a pecho abierto con las astas que le buscaron el alma hasta veinticinco veces en cogidas graves. La última fue mortal de necesidad... Cuantas suertes se conocían en los toros, quiso no sólo practicarlas, sino practicarlas mejor que nadie, con una palpitación sangrienta y a la vez alegre y propia".

Nestor Luján. "Historia del Toreo". 1954

Illo y Romero fueron dos antagonismos integrales en la vida y en la profesión. Dos arquetipos de actitud ante el mundo y la vida. Dos arquitecturas opuestas; dos espiritualidades contrarias; dos mentalidades encontradas; dos concepciones toreras refractarias y adversas. Por lo tanto, dos expresiones artísticas pugnaces, es decir, dos estilos antagónicos o, lo que es lo mismo, dos escuelas diferentes… Todo el temperamento de Pepe-Illo es, como su arte, puro sevillanismo, alegre y jacarero, desenfadado, jactancioso y jocundo. Al revés de Romero, quera en cuerpo, alma y conducta, la serenidad, la armonía, el equilibrio… Illo fue el torero. Romero, el lidiador. Uno era el artista para multitudes indotadas; otro, para minorías selectas… Illo entusiasmaba a los espectadores; Romero maravillaba a los aficionados… Illo era la pasión desmandada; Romero, la ponderación comedida… Justamente en ellos surgió el choque de las dos eternas escuelas del arte de torear, llamadas desde entonces, escuela rondeña y escuela sevillana… Las escuelas del toreo seguirán existiendo mientras haya un torero que lidie los toros en actitud estática y otro en actitud dinámica. Mientras unos toreen a base de brazos y otros a base de pies. Mientras para unos lo fundamental sea la ética y para otros la estética. En tanto unos afronten la verdad heroicamente y otros la soslayen con bulerías… Lo rondeño y lo sevillano seguirá siendo eterna realidad, como lo es la clasificación  de los artistas en clásicos, y románticos…”

Edmundo G. Acebal. “Joselito y Belmonte. La edad de oro del toreo”. 1961

"La primera competencia seria, enconada y duradera, fue la que sostuvieron José Delgado, apodado Pepe-Hillo y Pedro Romero... Eran dos toreros de distinto corte y, en cierto sentido, complementarios. Pepe-Hillo fue un torero largo, alegre, dominador de fáciles recursos, espectacular, con una punta de picardía en todo cuanto ejecutaba, con un toreo desflecado y dinámico. Pedro Romero, por el contrario, era un torero serio, sobrio, reposado, con un valor recio y sostenido, lleno de contención y sabiduría. El primero no mataba bien; el segundo fue un gran estoqueador en la suerte de recibir. En aquel tiempo se podía sostener algo que hoy, debido al eclecticismo en que han caído las escuelas del toreo, resulta imposible: Sevilla y Ronda, frente a frente. El toreo fácil, luminoso y movido, frente al quehacer reposado, desnudo de adornos y fundamental. Aplicando un esquema orsiano -y perdonen la pedantería- podríamos decir: las formas que se elevan, en competencia con la formas que pesan. O, en otro orden de cosas, el chascarrillo frente a la esencia"

Guillermo Sureda. "Tauromagia". 1978


Pepe-Hillo en la plaza lo intenta todo y todo lo realiza. Agilidad, valor y gracia son la base de sus triunfos. Ejecuta con arte cuantas suertes practicaban los demás y a ellas añade otras de su invención, como torear con el capote a la espalda, de frente por detrás... Una gran aureola, no superada por torero alguno, lo rodea. Todas las clases sociales le atienden y se lo disputan. El pueblo le erige en su ídolo. Las clases altas lo contemplan con simpatía como producto ejemplar de su tiempo. Pepe-Hillo era decidido y jactancioso al estilo del vulgo andaluz, tenía gracejo meridional, viveza de comprensión y cierto tacto en sus maneras y porte. Era espléndido y desprendido, derrochador hasta de su sangre. Tuvo en su vida taurina hasta 28 cogidas, muchas de ellas, graves”

Jorge Laverón. "Historia del Toreo". 1996

"Ni Costillares ni Pepe-Hillo pudieron nunca con Pedro Romero. A José Delgado Hillo, más que a Costillares se debe la creación de la denominada escuela sevillana, frente
a la rondeña de Romero. La sevillana fue la escuela del gracejo, frente a la profundidad rondeña, de un torear movido y alegre, de valentía despreocupada y habilidad
temeraria. Esta diferencia de planteamiento se trasladó incluso a la vida privada, Romero fue hombre de una sola mujer; mientras que Hillo inauguró la simbología: torero igual a virilidad y hombría. La vida afectiva de Pepe Hillo fue sin duda intensa y sus conquistas pertenecieron, donjuanescamente hablando, a toda la escala socialincluyendo a la alta nobleza femenina. El valor alocado de José Delgado, sus arriesgadas intervenciones ante los cuernos contempladas desde el tendido por ojos femeninos, debieron ser sin duda adecuada preparación para otras lides. Pese a tanto arrojo Hillo nadaba y guardaba la ropa. Era valiente, alocado, temerario, pero elegía toros pastueños y huía del recio ganado colmenareño, cosa que indignaba a Pedro Romero. No obstante, su popularidad fue inmensa, toreando en Madrid casi todas las temporadas hasta su trágica muerte el 11 de mayo de 1801 que hizo
derramar ríos de lágrimas a más de una duquesa y de tintaen forma de poemas populares y cultos, romances de ciego y pliegos de cordel. Pero no podemos olvidar su labor como teórico: Pepe Hillo dictó su célebre obra —pues era analfabeto— titulada La Tauromaquia o Arte de torearcuya primera edición fue impresa en Cádiz en 1796, reeditándose luego con variaciones después de su muerte, y que constituye el más célebre tratado taurino (Torres, 1996)".

Alberto Sánchez Álvarez-Insúa. “Toros y sociedad en el siglo XVIII”

Tanto en la época de Pepe-Yllo como en la de Montes, la suerte de matar es la que empezaba a interesar más a los públicos. Frente al torbellino de las capas y las varas llega el sosiego intenso de la muleta y la quietud emocionante de la preparación de la estocada. Se produce una polarización entre la corrida –su propio nombre indica dinámica y multitud– y la estocada –que requiere la calma del toro y la tensa quietud del matador que hace frente al toro solo, donde mide al enemigo cara a cara–, cuando el matador se sobrepone a sí mismo y se enfrenta a la muerte sin ayuda. Un hombre cumplirá la heroicidad de hacer frente a un toro al que ya le han presentado batalla caballos, picadores, banderilleros y capeadores, sin haberlo vencido. Dotado no de un arma de caza sino de un estoque, una espada de combate entre hombres, angosta y fina, con la cual sólo se puede herir de frente, dando la cara, sin tomar ventajas. En un momento en que del pueblo emergen individualidades capaces de dotarse de un aura heroica, el estoque, la suerte de la muerte adquiere una significación emocionante. Por eso escribirá José Delgado que la acción de matar a los toros es «sin disputa la más interesante por todas sus circunstancias, y en la que los expectadores cifran toda su satisfacción"

Pedro Romero de Solís. PAQUIRO Y PEPE-YLLO. EL TOREO ESCRITO. Revista de Estudios Taurinos. 2006 



PEDRO ROMERO Martínez (1754-1839)












Montajes publicados en lafiestaprohibida.blogspot.com.

"En cada ramo especial / de la humana producción / ha habido en toda ocasión / algún ser excepcional. / Y en la afición nacional / que nuestro esfuerzo propala / la celebridad señala / con sitio de preferencia / a esta veraz eminencia / de la taurómaca escala"

Dibujo de Redondo y texto publicados en El Toreo Cómico de 22/09/1890










"Pasea la gran plaza el animoso
mancebo, que la vista
lleva de todos, su altivez mostrando;
no hay corazón que esquivo le resista.
Sereno el rostro hermoso,
desprecia el riesgo que le está esperando;
le va apenas ornando
el bozo el labio superior, y el brío
muestra y valor en años juveniles
del iracundo Aquiles.
Va ufano al espantoso desafío,
¡con cuánto señorío!
¡qué ademán varonil! ¡qué gentileza!
Pides la venia, hispano atleta, y sales
en medio con braveza,
que llaman ya las trompas y timbales"
"
No me miró Jasón tan fieramente
en Colcos embestido
por los toros de Marte, ardiendo en llama,
como precipitado y encendido
sale el bruto valiente
que en las márgenes corvas de Jarama
rumió la seca grama.
Tú le esperas, a un numen semejante,
sólo con débil, aparente escudo,
que dar más temor pudo:
el pie siniestro y mano están delante,
ofrécesle arrogante
tu corazón que hiera, el diestro brazo
tirado atrás con alta gallardía;
deslumbra hasta el recazo
la espada, que Mayorte envidiaría"
...........................
Tu gloria llevaré del Occidente
a la Aurora, pulsando el plectro de oro;
la patria eternamente
te dará aplauso, y de Aganipe el coro

Nicolás Fernández de Moratín. A Pedro Romero, torero insigne

(Formado en el clasicismo, el poeta ve al torero como a un héroe griego. Elige como metro la alternancia clásica de endecasílabos y heptasílabos, utiliza un léxico culto, acumula epítetos, perífrasis, metáforas encadenadas, alusiones mitológicas. Comentario de Andrés Amorós en Toros y Cultura)

Ronda te ronda la faja
que hace breve tu cintura.
Esguince de línea pura,
sota de cualquier baraja.
La Plaza es una rodaja
de limón, ¡tan amarilla!
La Maestranza de Sevilla,
chica como una moneda,
se hace perfumada seda
soñando tu zapatilla.

Qué arrebolera de encaje

espumando tu chorrera;
qué gracia repajolera
rindiéndole vasallaje
al alamar de tu traje.....
Qué desazón sólo verte
echar, cara o cruz, tu suerte
y pasar, burla burlando,
tras tu capotillo blando
cincuenta arrobas de muerte.

Yo bien que te lo decía,

dueño del mejor estilo,
que era ese poco sigilo
para tanta Andalucía;
que era muy grande alegría
para tan pequeño suelo....
Cambiaste tu terciopelo
por el percal de la historia
y en hombros vas de la gloria
por esos cosos del cielo.

 Fausto Botello. Décimas a Maese Pedro Romero


Serranía redonda,

plaza de Ronda.
Y la luz del toreo
mide su onda.

Es primavera apenas,

duerme el albero.
Yo piso tus arenas,
Pedro Romero. /....

Gerardo Diego. Plaza de Ronda

Dicen que hubo un torero
que cuando hacía el paseíllo
el sol perdía su brillo.
Se llamó Pedro Romero.

Anónimo

Cuando Pedro Romero

pisa la plaza,
no hay otro hombre en el mundo
de mejor planta.
¡Anda moreno,
no te quite la novia
Pedro Romero!

Seguidillas


Recojamos alguna de sus máximas que nos pueden aproximar a su concepción del toreo:

"Más se hace en la plaza con una arroba de valor y una libra de inteligencia que al revés"


 "El lidiador no debe contar con sus pies, sino con sus manos" (se refiere, por supuesto, a sus brazos)..."


"Parar los pies y dejarse coger, este es el modo de que el toro se consienta y descubra" (quiere decir, naturalmente, hasta el punto de que el toro crea que ha cogido al torero).


"Más cornadas de el miedo que los toros"


"El matador nunca debe saltar la barrera, ni huir con espada y muleta"


"El cobarde no es hombre. Para torear se necesitan hombres"


La interpretación que José Alameda hace de estas citas es que Pedro Romero "preconiza un torero de aguante, en que el diestro no abandona su terreno, ni expulsa del suyo al toro. Toreo de reunión, no de expulsión. El toreo de línea natural, opuesto al toreo cambiado.


Para Pedro Romero, su oficio era el de matador de toros, y en la gran división que pudiera establecerse entre los diestros de todo los tiempos, de matadores o toreros, Romero ocuparía el primer puesto entre los matadores.


"Armé la muleta..., me presenté a una distancia regular citando (al toro) y a una de las citas que le hice me arrancó; yo me cambié y lo recibí a muerte"


"La capa, bien manejada, es como el embeleso de los aficionados inteligentes; es como la raíz de todas las otras suertes; es en la que más brilla el conocimiento del lidiador"




“Parar”, es el modo necesario a la demostración del valor y que se puede juntar a la destreza”

           Pedro Romero



“Costillares, Romero y Pepe Hillo, es un triunbirato de buenos lidiadores; cada uno tiene sus particulares que le granjean su merito. Costillares las vanderillas, y el conocimiento (que los ignorantes llaman cobardía) Romero, la capa, intrepidéz inconsiderada, (que los suyos llaman valor) Pepe Hillo, lo atrevido y juguetón (que el vulgo llama monadas) Romero, aventaja en fuerza á los dos… Romero, por su naturaleza, robustéz, y corpulencia, no hay duda que supera á los referidos” 

 Francisco Fernández. Diario de Madrid, 25 de noviembre de 1789


“POR LA MAÑANA. El primer Toro fue de la bacada de D. Joseph Gijón, de Villarrubia de los Ojos de Guadiana: entró á 14 varas, y á 10 banderillas , no hirió caballos, y lo mató Pedro Romero á la primera estocada… El quarto Toro fue de Colmenar Viejo, entró á 16 varas, y á 6 banderillas; mató 3 caballos á la quinta, sexta y duodécima varas; lo mató Pedro Romero á  la primera estocada…El sexto fue de Gijón: entró á 14 varas, y á 7 banderillas, e hirió otro caballo de muerte. Lo mató Pedro Romero a la primera estocada. POR LA TARDE. El primer toro fue de Gijón; entró a 7 varas y 8 banderillas. Lo mató Pedro Romero á la primera estocada… El quarto de Colmenar Viejo, entró ligeramente á una vara y á banderillas de fuego. Lo mató Pedro Romero á la primera estocada… El séptimo, de Alcázar de San Juan, entró á 16 varas y a 10 banderillas: á la quarta y sexta vara remató los dos caballos ya heridos. Lo mató Pedro Romero á la primera estocada… El decimo toro de Gijón, último de varas, entró á 13 de éstas y á 7 banderillas: mató dos caballos a la tercera y quinta vara. Lo mató Pedro Romero á la primera estocada".

                                                                                                   Un curioso. 


De la crónica de la corrida celebrada en Madrid el 17 de junio de 1793. Diario de Madrid del 20 de junio de 1793.

"Lidiador consumado en cuanto al conocimiento de las reses, y que poseía un valor a toda prueba para ejecutar la suerte que más reclamaba la condición de los toros... jamás huyó del toro cuando con ella adornaba su mano izquierda, y siempre hizo que la res obedeciese a su impulso... El motivo de su celebridad… la más principal, la de que por mucho tiempo no hubo ejemplo, fue la de liar su trapo y recibir toros a la muerte: nadie le aventajó en serenidad, ninguno le excedió en confianza, pocos pararon tanto los pies…"El matador de toros, decía, debe presentarse al bicho enteramente tranquilo, y en su honor está no huirle nunca teniendo la espada y la muleta en las manos: delante de la res, continuaba, no debe contar con sus pies sino con las manos; y una vez el toreo derecho y arrancando, debe parar a aquellos y matar o morir.”¡Parar los pies, muchachos, y dejarse coger, que es la manera de que los toros se consientan y se descubran bien!"... Las facultades físicas del lidiador que nos ocupa, fueron ciertamente un elemento muy poderoso para su lucimiento; puesto que reuniendo las de alta estatura, ligereza y unas fuerzas hercúleas, contaba con las más indispensables dotes; pero si el corazón, y la inteligencia del arte y de los toros no le hubiese acompañado, ¿habría conseguido tanta aceptación y tan justo nombre? Creemos que no".

Fernando G. de Bedoya. "Historia del Toreo"Madrid, 1850

“Hijo de Juan y nieto de Francisco, Pedro Romero será siempre la principal figura del toreo español; porque si no inventó suertes especiales, ni lances de lidia, como Costillares, Hillo y Guillén, elevó el arte a un clasicismo de reglas y procedimientos, que conserva el sello de su incomparable escuela en los últimos discípulos de su inteligente dirección, Francisco Arjona Guillén y Manuel Domínguez... Pedro Romero no era un mero continuador de la escuela de Ronda; escuela de valor sereno, ceñida y sosegada en todos sus lances... Romero vió a los diestros de Sevilla, y su privilegiada inteligencia alcanzó la forma de adherirse  todo lo útil y lo conveniente de aquella ingeniosa tauromaquia... 
En 1799, y a la edad de cuarenta y cinco años, Pedro Romero se retiró a descansar de sus reñidas campañas en los principales cosos españoles… Este hombre extraordinario falleció en Ronda, en diez de Febrero de 1849, a los noventa y cinco años de su edad"

José Velázquez y Sánchez. "Anales del Toreo". Sevilla, 1868

“Pedro Romero. Poseía todas las suertes conocidas en la muleta… Jamás huyó del toro cuando con ella adornaba su mano izquierda, y siempre hizo que la res obedeciese a su impulso… La razón de su celebridad fue la de LIAR SU TRAPO Y RECIBIR TOROS A LA MUERTE. Nadie le aventajó tanto en serenidad; ninguno le escedió en confianza; pocos PARARON TANTO LOS PIES… Las facultades físicas del lidiador que nos ocupa, fueron ciertamente un elemento muy poderoso para su lucimiento… Pero si el corazón y la inteligencia no le hubiesen acompañado, ¿habría conseguido tanta aceptación y justo renombre? Creemos que no… Réstanos hablar de sus vastos conocimientos de los toros, en lo que ciertamente no era menos aventajados… En la plaza era  sumamente cuidadoso para evitar desgracias, defensor de sus compañeros… Romero trabajó desde los años de 1771 hasta los de 1799 y mató 5.600 toros… El 10 de Febrero de 1839, cerró los ojos á la luz del mundo”


José Santa Coloma. “Apuntes biográficos de los matadores de toros”. 1877 


 "Su toreo, es decir, su modo de torear, era parado, tranquilo, sereno y ceñido, preparando a su antojo a las reses para la muerte con sólo la muleta, y haciendo los quites a los picadores oportunamente, pero con calma y sin acelerarse… Su competencia con Pepe Hillo aumentó cada vez más la fama de Romero… El mérito principal de Romero consistía en saber preparar los toros con la muleta para la muerte… Era una cosa especial, en la cual llegó a hacer tanto y a veces más que Costillares… En cuanto a estocadas, era mucho más seguro que cuantos le habían precedido… Y eso que su afán dominante era siempre el de recibir los toros… Pero ¡de qué manera! Clavados los talones en el suelo y haciendo el quiebro de muleta con ésta únicamente para dar la salida, no con el cuerpo… Conocedor en extremo del instinto y condiciones de las reses, practicaba con ellas solamente las suertes a que su índole se prestaba… Según opinión de cuantos han escrito acerca de su vida, Romero, en el plazo que hemos dicho de menos de treinta años, mató cinco mil seiscientos toros, la mayor parte recibiéndolos. ¡Y cuesta ahora tanto trabajo recibir uno! ¡Y pasan años sin que veamos tan magnífica suerte!"

José Sánchez de Neira. "El Toreo. Gran diccionario Tauromáquico". Madrid, 1879

“Pedro Romero. Lidiador de buena raza, con unas facultades poco comunes, conocedor de todas las suertes que se practicaban en aquel tiempo, con una gran mano izquierda, afortunado y seguro en las estocadas, ciñéndose a los toros, llevándolos con la mano por donde quería...; pero su principal mérito, lo que durante mucho tiempo le hizo el rey de los toreros, el inimitable, fue el de liar la muleta y recibir, y el que ningún torero ponía los pies como él; gran cualidad, que era la gran razón de su supremacía: el aplomo y el valor… En Pedro Romero, a nuestro juicio, la primera cualidad era el valor; él le había permitido desarrollar todas sus otras cualidades”

 Manuel Fernández y González. “Las glorias del toreo”. 1879


“Pedro Romero. Podía llamársele un genio…Desde su aparición en la plaza, los demás diestros vieron en él un temible rival… Pretender la lucha con Romero era pretender un imposible. Todas las ventajas estaban de parte del torero rondeño… tenía tal grandeza de ánimo, tal fe en su superioridad, que no convirtió nunca la plaza en palenque de rencillas y mezquinos empeños, no hizo alarde de sus extraordinarios recursos para humillar á un compañero. Ni los aplausos agenos le mortificaban, ni los propios le envanecían. No conocía la envidia. Hacía lo que creía necesario, sin que en sus cálculos entrase para nada la desmedida sed de conquistar palmas…Oportuno en los quites, siempre en su puesto, no repitió jamás suerte hecha por un compañero: porque si este había sido aplaudido en ella, podía creerse, al intentarla Romero, que envidiaba aquellos aplausos y los buscaba para sí; y si había pasado en silencio, porque no quería ganar lauros donde otros habían fracasado. Huía siempre de estas lecciones dadas en público… se comprometió á matar cualquier toro que pastase en el campo. Y aquí estriba su superioridad. El no veía nada que no pudiese vencer con el arte; los otros sí.Sin acudir á su magistral manera de recibir, en cuya suerte ha dicho la última palabra; sin llegar á aquel manejo de muleta, en el que no tuvo competidor; prescindiendo de sus volapiés con los toros que completamente agarrados al suelo se mantenían á la defensiva; con sólo lo acertado de su faena en todos los momentos; con sus asombrosos quites, que parecían providenciales, habría suficiente para que la figura de Romero destacase sobre las otras".

Pascual Millán. “La Escuela de Tauromaquia de Sevilla y el toreo moderno”. 1888    


"Era Romero en su oficio la antítesis de su competidor (se refiere a Pepe-Illo): delante de los toros era todo en él sangre fría, serenidad y cálculo: pasaba a las fieras muy ceñido y con una precisión que admiraba, manejaba el estoque con una seguridad pasmosa, y cuando tenía la roja capa entre sus manos, mientras el bruto en torno suyo se revolvía, corneaba y arremetía con la rapidez del rayo, él, con el rostro inalterable, sin mover apenas los pies y mostrando una inconcebible calma, le fatigaba y rendía con solo su inteligencia y pasmoso valor"

Manuel Chaves, marqués de Tablantes. "Tauromaquia de Pepe-Illo".1894


“Pedro Romero. Nació en Ronda el 19 de Noviembre de 1754… Temperamento ardiente, y al mismo tiempo inalterable sangre fría, golpe de vista rápido, notable estatura, fuerza, inteligencia de las condiciones de los toros, todo lo reunía y todo lo puso en juego para hacerse el torero más grande de su época, quizá el mejor de cuantos han existido… Su toreo era especialísimo. Parado, ceñido, elegante, toreo de brazos serio, pero sin estar desprovisto de aquellas alegrías demostradas por José Cándido. Siguiendo el ejemplo de Costillares, no se precipitaba jamás… Además era un lidiador verdaderamente inspirado… Su muleta no era ya solamente el recurso, sino el adorno. Mataba a los toros recibiendo casi siempre, perfilándose con el pitón izquierdo; auxiliándose únicamente con la muleta para el cite, y dando tan certeras estocadas, que era rarísimo el toro que no caía a sus pies casi instantáneamente… No sufrió cogida alguna, y eso que, según dicen, despachó la enorme cifra de 5.600 toros…En 1830 fue director de la Escuela de Tauromaquia de Sevilla… Murió en Ronda el 10 de Febrero de 1839”

D. Leopoldo Vázquez, D. Luis Gandullo y D. Leopoldo López de Saá, bajo la dirección de Rafael Guerra, Guerrita.  “La Tauromaquia”. 1897


“Pedro Romero es, en mi concepto, la figura más gigantesca del arte de lidiar… La seriedad, la calma, la sangre fría: hé ahí al hombre. La posesión absoluta de todos los secretos del arte y del profundo estudio de las condiciones de los toros; hé ahí al lidiador. Las facultades del lidiador están en relación directa con el temperamento del hombre, para formar un todo perfecto; hay equilibrio, hay unidad, hay fusión. Las circunstancias especiales que rodearon su existencia, su misma longevidad, hacen de Pedro Romero una figura sin par, cuyos rasgos más esenciales pueden determinarse mejor que los de otro torero cualquiera. En el apogeo de su gloria, a los 45 años de edad, cuando el descenso de facultades se hallaba cercano y los toros no le habían castigado  apenas, Romero deja la profesión y se retira a su casa”.

Antonio Peña y Goñi. “Lagartijo y Frascuelo y su tiempo”. Entre 1900 y 1920?


“De José Cándido- que enseña los quiebros, galleos, etc., nacen los grandes banderilleros, como Costillares, Curro-Guillen, Cuchares y el Gordito, que están enseñados a cuartear. De Pedro Romero nacen Montes, el Chiclanero, Cayetano y Domínguez , que no sobresalen como banderilleros, y son algunos de ellos banderilleros detestables. La escuela de matar de Pedro Romero, es decir, la de recibir toros, muere en realidad con el Chiclanero y Domínguez. La escuela de matar de Costillares, subsiste completamente en la actualidad”.

Antonio Peña y Goñi. “Lagartijo y Frascuelo y su tiempo”. Entre 1900 y 1920?


"Su alta estatura le hacía dominar la fiera; el buen corte de su persona le daba presteza de una parte y exactitud maravillosa para todos sus movimientos. La fuerza que mandaba en sus jarretes, le hacía siempre mejorarse sobre el toro, y con el poder de su muñeca remataba instantáneamente al toro más pujante en cuanto la punta de la espada tomaba cebo en el cerviguillo. Si a esto se añade ánimo y corazón a toda prueba, que no le dejaba conturbarse en medio del trance más peligroso y arte y habilidad inagotables, que le sugerían recursos en los mayores apuros, se tendrá idea de lo que fue aquel dechado y modelo del circo español"

Estébanez Calderón. 1926

“Los biógrafos le llaman el Fénix de los torero… Ni la fama de Costillares ni el crédito de Pepe-Illo resisten la lucha con el rondeño. Pedro Romero, cobra más, y siendo más moderno, obliga a que se sortee el turno de los espadas… Se apaga Costillares, y Pepe-Illo, el torero largo, muere en la Plaza de Madrid el primer año del siglo XIX… Entre tanto, la escuela rondeña prevalece; como se había agigantado la figura de Pedro Romero... Su escuela, sobria, pero maciza, que ha previsto todo el toreo, que ha pasado por todas las suertes y ha tanteado todos los toros, le permite aceptar por igual las reses andaluzas y castellanas”.  

César Jalón. “Grandezas y miserias del toreo”. 1933


"Él llena veinticinco años de historia taurina y es uno de los nombres toreros al que no pueden empañar el recuerdo de un fallo o de un fracaso profesional. Entre las grandes figuras que en cada época han sido como antenas que han recogido toda la atención y todo el entusiasmo, puede apostárselas con cualquiera en preeminencia, y así al toreo se le llama arte de Pedro Romero, como puede llamársele con idéntica justicia, arte de Paquiro, de Lagartijo, de Guerrita o de Joselito; que sólo en estos colosos encuentra par o referencia de comparación sin salir desventajoso"

José María de Cossío"Los Toros". 1943


“Dios le había dotado de una arrogante figura, una agilidad y una gallardía extraordinarias, junto a un valor nada común y una inteligencia torera privilegiada… Toreaba de todas las maneras conocidas hasta entonces, y mejor que nadie, y matando debía ser algo extraordinario en aquellos tiempos en que la estocada era a la que verdaderamente se daba importancia… Voluntariamente, y cuando su fama y categoría no habían descendido lo más mínimo, se retiró de los ruedos en 1799. En tan prolongada vida taurina, Pedro Romero sufrió poquísimos percances y todos carecieron de importancia, lo que, aparte de una suerte grande, prueba su maestría y su habilidad enormes por todos reconocidas. Ya retirado, el rey don Fernando VII fundó la Escuela de Tauromaquia de Sevilla, nombrando director a Jerónimo José Cándido; pero Pedro Romero, alegando su antigüedad y merecimientos, logró que se le diese a él tal cargo. Y allí desarrolló su magisterio con  igual dignidad y brillantez que en las Plazas de Toros”

Carlos de LarraCurro Meloja. "Grandes maestros de la Tauromaquia". 1945

 "Pedro Romero ha sido el matador de reses bravas que ha consumado la suerte de recibir con perfección no igualada, y menos, superada por nadie... Fundador de la que se llamó escuela rondeña...  Preconizó e impuso el toreo de capa y muleta reposado, serio y tranquilo, sin floreos ni preciosismos, fiando la eficacia de la lidia al empleo de los brazos. "El que quiera ser lidiador -decía- ha de pensar que de cintura para abajo carece de movimientos"... Su concepto de la fiesta consistía en que los toros salen al ruedo exclusivamente para ser muertos, con sujeción a las reglas del arte. Todas, absolutamente todas las suertes, deben estar subordinadas a que las reses lleguen a la muerte en condiciones de que el matador las despache artísticamente... En números redondos, mató cinco mil seiscientos toros... siendo tan concienzudo y seguro su toreo, que no sufrió ninguna cornada grave"

Natalio Rivas. "Toreros del Romanticismo". 1947

"Aquí tenemos… al coloso del siglo XVIII, al que destacó de los diestros cumbres de su tiempo, al maestro insuperable de su época... fue banderillero y media espada con su padre en 1773; Juan Romero lo presenta en Madrid en 1775, y desde esta fecha hasta el año 1799, en que voluntariamente se retiró de la profesión, fue el diestro más solicitado por los organizadores de las corridas, el que más toros mató -5.500 en veintiocho años de matador- y el único desde que existe la fiesta que no visitó una enfermería, pues los toros no le hicieron derramar una gota de sangre. Mató muchos toros por no poderlo hacer sus compañeros; a el no tuvieron que matarle ninguno. Su retirada la hizo en pleno triunfo, pletórico de vida y facultades y cuando aún no había en él el menor síntoma de decadencia" 

Bruno del Amo, Recortes. "Historia de la Tauromaquia del siglo XVIII". 1951

 "Pedro Romero fue un torero de unas facultades físicas extraordinarias, con una fuerza literalmente hercúlea. Conoció como nadie en su época la intensidad de un buen trasteo y supo prepararse los toros de una manera magnífica. Practicó muchísimo y con rara perfección la suerte de recibir, mató también al encuentro y ejecutó en muchas ocasiones el volapié que había inventado Costillares, y lo consumaba con la misma limpieza y habilidad que el maestro sevillano. Toreando, lo hizo con notable elegancia y mucha sobriedad, a pesar de que la brega de la época era movídísima, llena de accidentes inesperados y de inseguridades... La seguridad de Pedro Romero debió ser importantísima y su orgullo tremendo, seco, de una altivez increíble. No a la manera vanidosa y displicente de Pepe-Hillo, sino de un modo tajante, con un empaque velazqueño, con una insolencia de prócer"

Néstor Luján. "Historia del toreo". 1954

Illo y Romero fueron dos antagonismos integrales en la vida y en la profesión. Dos arquetipos de actitud ante el mundo y la vida. Dos arquitecturas opuestas; dos espiritualidades contrarias; dos mentalidades encontradas; dos concepciones toreras refractarias y adversas. Por lo tanto, dos expresiones artísticas pugnaces, es decir, dos estilos antagónicos o, lo que es lo mismo, dos escuelas diferentes… Todo el temperamento de Pepe-Illo es, como su arte, puro sevillanismo, alegre y jacarero, desenfadado, jactancioso y jocundo. Al revés de Romero, quera en cuerpo, alma y conducta, la serenidad, la armonía, el equilibrio… Illo fue el torero. Romero, el lidiador. Uno era el artista para multitudes indotadas; otro, para minorías selectas… Illo entusiasmaba a los espectadores; Romero maravillaba a los aficionados… Illo era la pasión desmandada; Romero, la ponderación comedida… Justamente en ellos surgió el choque de las dos eternas escuelas del arte de torear, llamadas desde entonces, escuela rondeña y escuela sevillana… Las escuelas del toreo seguirán existiendo mientras haya un torero que lidie los toros en actitud estática y otro en actitud dinámica. Mientras unos toreen a base de brazos y otros a base de pies. Mientras para unos lo fundamental sea la ética y para otros la estética. En tanto unos afronten la verdad heroicamente y otros la soslayen con bulerías… Lo rondeño y lo sevillano seguirá siendo eterna realidad, como lo es la clasificación  de los artistas en clásicos, y románticos…”

Edmundo G. Acebal. “Joselito y Belmonte. La edad de oro del toreo”. 1961


“ La excepcional categoría, que tuvo como torero Pedro Romero, queda reflejada en el siguiente texto de Fernando García de BedoyaEn la corte adquirió bien pronto las simpatías de todos los aficionados inteligentes que veían en él a un lidiador consumado en cuanto al conocimiento de las reses y que poseía un valor a toda prueba… Pedro Romero dominaba todas las suertes conocidas con la muleta con tanta perfección que pocos le han aventajado. Jamás huyó del toro cuando con ella adornaba su mano izquierda. Siempre hizo que la res obedeciese a su impulso. Pero, sin embargo, el motivo de su celebridad y la razón más principal de la reputación, que tan justamente se le concede en la historia del toreo, fue la de liar el trapo y recibir toros a la muerte. Nadie le superó en serenidad, ninguno en confianza, pocos pararon tanto los pies. Las facultades físicas del lidiador fueron portentosas; pero el corazón y la inteligencia de su arte con los toros le hicieron alcanzar tan grande aceptación y tan justo renombre”

Jorge Laverón. "Historia del Toreo". 1996

"Y llegamos ya al que sería el más grande torero de todos los tiempos, casi podría afirmarse que el primero y el último de los matadores: Pedro Romero. Con él, el toreo se individualiza al máximo: espada y astado frente a frente, en un duelo que debe saldarse con la muerte de uno de los contendientes. Un duelo sin ventajas, con las mismas armas, el único aceptable... Con
Romero, el toreo descubre su contenido trágico, su semiología, que no es otra que la muerte. Luego el juego se irá corrompiendo, y el toro, aplomado, falto de fuerzas, destrozado por lo que se denomina lidia, llegará a la muerte prácticamente inerme. De Pedro Romero queda lo que los taurinos llaman natural, el pase sobre la mano izquierda con el estoque en la derecha, es decir, listo para matar (salvo que ahora todo es falso: el estoque es de palo y el natural ya no es la preparación para la muerte del astado, el poner al toro en suerte para la estocada, sino un pase de lucimiento que los panegiristas al uso bautizaron, con una cursilería
mayestática, como tarro de las esencias, cuando sería lo mismo si el toro, ya irremediablemente derrotado, no estuviera, como en el toreo de salón). El toreo de Pedro Romero puede resumirse como sigue: el diestro avanzaba con el estoque en la derecha y la muleta en la izquierda. El toro, enteroatacaba, y Romero, con unos cuantos pases, lo paraba un momento —el tiempo suficiente para montar el estoque— y luego, la fiera, por propia decisión o por un ligero movimiento de la muleta, se arrancaba con toda su fuerza. Romero la
esperaba, a pie quieto, descubierto, dejándose ver. Sólo en el último momento la muleta se desplazaba a la derecha, el cuerpo quebraba hacia la izquierda y el toro desconcertado, se ensartaba en la espada. A su izquierda quedaba su matador incólume, evitada la cornada en el último momento. Era la suerte de recibir. Romero mató en su inmensa mayoría por ese procedimiento y a la primera, más de seis mil toros. Ningún otro volvería a hacerlo jamás.... salió, como ya se ha dicho incólume en todos los duelos. Deja la profesión el 20 de
octubre de 1799, sin que los toros hayan logrado sacarle
una gota de sangre"

Alberto Sánchez Álvarez-Insúa. “Toros y sociedad en el siglo XVIII”



Francisco Herrera Rodríguez, CURRO GUILLÉN (1783-1820)


Montaje publicado en lafiestaprohibida.blogspot.com



Si en un tiempo se lloró
por la desgracia fatal
que ocurrió con Pepeíllo,
lloremos hoy otra igual.

Repítase el sentimiento,
aunque es un sugeto vario,
pues en diciendo Guillén
fue en su Arte Relicario.

Nos quitó un Toro perverso
ya su celebrada espada,
su muletilla, tan diestra,
y su posición salada.

Copia de un fragmento de un pliego suelto sobre la muerte del diestro, de autor anónimoLos toros. T.III, de José María de Cossío.


"Bien puede decir que ha visto
lo que en el mundo hay que ver
el que ha visto matar toros
al señor Curro Guillén"

Copla

Si en un tiempo se lloró
por la desgracia fatal
que ocurrió con Pepe-Hillo,
lloremos hoy otra igual.

Repítase el sentimiento,
aunque es un sujeto vario,
pues en diciendo Guillén
fue en su arte relicario.

Nos quitó un toro perverso
ya su celebrada espada
y su muletilla tan diestra
y su posición salada.

Coplas



"La verdad es que a Guillén le falta bastante para ser un torero completo; que tiene muchas pretensiones, y éste es un defecto grandísimo, pues cuando esto sucede no bastan las reglas  ni el saber, porque todo se ejecuta sobre supuestos falsos. Sus volapiés son en general largos y en los toros arrancados para poco los pies, de donde resultan las estocadas atravesadas o poco profundas, tendidas horizontalmente o flojas. Todo lo notará usted, particularmente en los toros castellanos, a los que todos ellos tienen aprehensión, unos más, otros menos"

Folleto titulado "Juicio crítico de los toreros escriturados en Madrid en el año 1816"

Francisco Guillén era valiente, entendido, decoroso, entusiasta de su reputación, gallardo, y querido de las damas; y sabiendo apreciar justamente sus valores, nunca les demostró descolorido el rostro, sobre el cual fijaban sus encantadoras miradas, ni pudo permitirse que su figura apareciese en la huida menos garbosa de lo que él la apreciaba en el aguardo.
Este aventajado torero, jamás dio muestras de verse atacado por el más leve temor a una res: completo lidiador, banderilleaba sin haberlo aprendido; picaba sin ser caballista... y finalmente mataba toros con la ayuda de su inimitable mano izquierda, de una manera pasmosa; y todo esto ¿a quién es debido? A su extraordinario valor; a la apreciación que de sí mismo tenía... Tan repetidas fueron las ocasiones en que a la primera estocada dejó Curro tendida la res a sus pies, que ya aquel tino parecía casi instintivo, y tenía cierto carácter providencial de imposible explicación Innumerables y a cuan más entusiastas eran los aplausos que por ello recibía". 

Fernando G. de Bedoya. "Historia del Toreo"Madrid, 1850


Heredero de la inmensa popularidad de Pepe Hillo, Guillén por una fatal predestinación tuvo también su final catástrofe en la plaza de Ronda en el infausto día 20 de Mayo de 1820; produciendo esta horrorosa tragedia la misma sensación de espanto y repugnancia que causó el siniestro de Delgado en Madrid… Juan León, su amante discípulo, decía de Francisco Herrera Rodríguez : -Aquel hombre valía solo más que su cuadrilla junta, y en los apuros más grandes que se le presentaban era cuando se le ocurría mandar “¡fuera gente!-… Era Curro Guillén de gallarda y gentil figura. Vestía con el esmero y el lujo de los majos de entonces. Su carácter franco, leal, rumboso, galante y exento de pretensiones y exigencias, secundaba la impresión favorable de su aspecto. Su valor, destreza, serenidad y gracia, no conocían paralelo en la apreciación de aquellos espectadores admirado… Para mayor identidad de Curro Guillén con Pepe Hillo, el horror y el sentimiento de su prematuro y doloroso fin retrajeron al pueblo de su afición a las lides por algunos años.”


José Velázquez y Sánchez. "Anales del Toreo"Sevilla,1868

“Francisco Herrera Guillén. Era valiente, entendido , decoroso, entusiasta de su reputación, gallardo y querido de los demás ; y sabiendo apreciar justamente sus favores; nunca les mostró descolorido el rostro , sobre el cual reflejaban sus encantadoras miradas; ni pudo permitirse que su figura apareciese en la huida menos garbosa de lo que él la apreciaba en el aguardo. Así podremos decir, sin temor de equivocarnos, que este aventajado torero, jamás dio muestras de verse atacado por el más leve temor á una res: completo lidiador, banderilleaba sin haberla aprendido ; picaba sin ser caballista ni conocer por principios la entidad de la suerte; y finalmente mataba toros con la ayuda de su inimitable mano izquierda, de una manera pasmosa, y todo esto; ¿á quien es debido? á su extraordinario valor, á la apreciación que de sí mismo tenia… No solo desempeñaba Guillen el cargo de matador, sino que también banderilleaba con una destreza extraordinaria, y queriendo ser completo en su arte, picó por primera vez un toro en Cádiz… Corpulento, ágil, forzudo y de un valor á toda prueba, contaba con los medios para dar á su espada una impulsión más que suficiente para quedar airoso en todas las suertes que al toro se le colocase. Perito en el arte, comprendía que una estocada bastaba para dar muerte al bicho, y que esa debería ser la primera… Repetidas fueron las ocasiones en que á la primera estocada dejó Curro tendida la res á sus pies…Citaremos también, ya que de sus condiciones como lidiador hablamos, la afición que más dominaba á Guillen. Esta reducíase á conocer las reses en sus terrenos, y persuadirse de sus cualidades , sorteándolas sin el auxilio de burladeros y en parajes escabrosos, en lo cual gozaba infinitamente, si atendemos á la frecuencia con que asistía á las dehesas destinadas á criaderos de ganado”.

José Santa Coloma. “Apuntes biográficos de los matadores de toros”. 1877 


“Francisco Herrera Rodríguez (Curro Guillén). De nadie puede decirse con más razón que de este torero, que le viene de abolengo el ejercer la profesión que tantos lauros le proporcionó durante su vida, y que le causó la muerte prematuramente… Fue hijo del acreditado Francisco Herrera Guillén (Curro), matador de toros a principios de este siglo y finales del anterior… Nieto de Francisco Herrera, notable matador de toros que precedió a Pedro Romero… Y fue su madre, Patrocinio Rodríguez, hija de Juan Miguel Rodríguez, tío del famoso Costillares, y hermana de los banderilleros Cosme y José María… De modo que por ambas líneas, paterna y materna, le venía de casta ser torero… Al presentarse en las plazas como jefe de cuadrillas, su fama se extendió tanto, que era buscado con empeño por lo mucho que animaban su toreo y su destreza… Contribuían también a ello, además de sus recursos en la lidia, su gallarda figura, su lujoso vestir, su rumboso porte y su serenidad en los trances más apurados… Trajo a la arena el prestigio que le dieran sus antepasados, y hasta conservó el mote de Curro Guillén, sin llamarse Guillén, como no fuese en cuarto lugar de apellidos; sacó partido de su graciosa figura, se esmeró siempre en complacer al público, y de este modo le fue muy fácil simpatías justísimas y adquirir excelente fama, que conservó hasta el fin de su vida"

José Sánchez de Neira. "El toreo. Gran diccionario Tauromáquico"Madrid, 1879

“Francisco Guillén. El matadero y su padre y sus parientes y su asistencia a las corridas formaron al joven para la profesión de debía abrazar. Apenas cumplidos los quince años, empezó en la plaza de Llerena por todo lo alto; es decir, no como un chulillo incipiente, sino como matador de toros. La audacia y la estimación de sí mismo eran las cualidades que más sobresalían en el adolescente torero… Ayudaban a Curro unas grandes facultades, una musculatura de león, un valor a toda prueba, un grande instinto y un atrevimiento que, como veremos, acabó por serle fatal… Hay que tener en cuenta que no sólo era Curro matador, sino que banderilleaba a maravilla, picaba poderosamente y en las suertes de capa era extremado… Curro Guillén fue un torero del género de Pedro Romero. Alto, robusto, fuerte, ágil y entendido como él y como él valiente, dominaba a las reses. Las trasteaba de mano maestra y las mataba generalmente de una estocada… Pero era como Pepe-Hillo, temerario y descuidado, defectos capitales que al fin le fueron funestos, puesto que le mató un descuido. Era la tarde del 20 de Mayo de 1820 y trabajaba en Ronda”

Manuel Fernández y González. “Las glorias del toreo”. 1879


“Fue Guillén un diestro valiente hasta la exageración, distinguiéndose más por su toreo de adorno que por la seriedad en la lidia. No era su especialidad la de recibir toros y un empeño de matar recibiendo, al que le llevaron las bajas pasiones de ciertos aficionados, le produjo la muerte en la plaza de Ronda… Curro Guillen, encarnizado enemigo del rey José y sus secuaces, que se había batido contra ellos y tenía probada fama de patriota, no pudo torear en algunas capitales de España, especialmente en Madrid, cuando Bonaparte mandaba como dueño y señor. Tuvo que emigrar á Portugal, donde ejerció su profesión, y no regresó á España hasta el año 1815 , que revocada por Fernando VII la orden prohibiendo las corridas de toros, y libre nuestro suelo de la dominación francesa, pudo presentarse en él sin temor á un cobarde atentado”.

Pascual Millán. “La Escuela de Tauromaquia de Sevilla y el toreo moderno”. 1888    


“Francisco Herrera Rodríguez (Curro Guillén). Nació en Utrera el 13 de Octubre de 1775. Fue un gran conocedor de las reses, hábil lanzador y muy práctico en todas las faenas que con los toros se practican en el campo. Con el capote siguió la escuela sevillana, alegre y de adorno. Con el estoque fue tan maestro, que al salir un toro del chiquero, e imitando a José Cándido, lo vació con un sombrero y lo descabelló… Un toro de Cabrera, al que intentó recibir, estimulado por unos aficionados imprudentes, le mató en la Plaza de Ronda el 20 de Mayo de 1820. Curro Guillén era tenido por uno de los hombres de su profesión que más han descollado por su ingenio vivo y chancero”

D. Leopoldo Vázquez, D. Luis Gandullo y D. Leopoldo López de Saá, bajo la dirección de Rafael Guerra, Guerrita.  “La Tauromaquia”. 1897


“Hay siempre, eso sí, el toreo serio y el toreo de monadas, que renacen en Jerónimo José Cándido y en él desdichado Curro Guillen. Con el primero se van los aficionados; con el segundo la masa general del público.

Hé aquí lo que dice Neira en la biografía que dedica a Curro Guillen en El Toreo: «Cándido, sorprendiendo al público con la perfecta ejecución de las suertes, según las reglas escritas; Curro Guillen, con sus infinitos juguetes y arriesgados lances; y aunque los inteligentes prefiriesen el concienzudo trabajo del primero, la verdad es que la inmensa muchedumbre gustaba más de las valerosas gracias del rumboso torero, que de la serena y fría exactitud del quebrantado en sus facultades, renombrado maestro»

Antonio Peña y Goñi. “Lagartijo y Frascuelo y su tiempo”. Entre 1900 y 1920?


"Inmediatamente, Jerónimo José Cándido, campeón de la escuela rondeña, y Francisco Herrera Rodríguez (Curro Guillén), de la sevillana, luchan entre sí cada uno con su estilo perfectamente definido, determinando el origen de las dos clases de toreo; toreo severo, sobrio, de poder a poder y toreo adornado, fastuoso, bullidor, de cuarteo"

F. Bleu. "Antes y después del Guerra". 1914

“Desde la frontera del Portugal, salta al palenque Curro Guillén… Es joven, muy fuerte; de extraordinaria vitalidad. Portentosamente fácil su toreo, que es, por añadidura, gracioso, alegre y sencillo, cautiva a los públicos. Con sus excepcionales facultades se adueña del toreo de relumbrón. En apariencia, todo lo vence y todo lo domina… ¡Es el Joselito del siglo XIX…! Emocionante y, sin embargo, seguro de sí mismo en los tercios de la lidia, se permite, empero, barrenar el precepto rondeño –torear para matar- y desnaturaliza la suerte de recibir. Triunfa la escuela, y la estocada perece. Hasta que un mal día, en la plaza de Ronda, un espectador dice: Si eres tan grande, ¿por qué no recibes? Y Guillén, artista de amor propio intenta la suerte en que no estaba ejercitado, y sucumbe”

 

César Jalón. “Grandezas y miserias del toreo”. 1933



"Sin los caracteres de innovación de Jerónimo José Cándido, tenía el toreo de Curro Guillén algo de único de cada época. Indistintamente mataba al volapié o recibiendo, porque su buena estatura le permitía dominar ambas suertes. Con toro, el no ser muy ligero de pies le hacía recibir a todos los toros que se venían, y por ello era muy sobrio en el trasteo de muleta para no agotarlos y lograr que se le arrancaran"

José María de Cossío. "Los Toros". 1943

"Su manera de torear era netamente sevillana... Contratado por la Real Maestranza de Ronda para matar en la corrida señalada para el 20 de mayo de 1820... Se lidiaban reses de don José Rafael Cabrera... El diestro hizo el ademán de entrar a volapié -él no dominaba la suerte de recibir-... El aficionado llamado de apellido Manfredí le gritó ¿Y es usted el rey de los toreros? ¿A que no lo recibe usted? Y Curro, ciego y sin temor al peligro a que se exponía, citó a recibir, y como no diera bien la salida con la mano izquierda, fué enganchado en el muslo derecho. Cayó a los pocos pasos que diera y la res volvió a embestirle, produciéndole una herida tan grave en el vientre, que le ocasionó la muerte casi instantáneamente. El bravo banderillero Juan León, que adoraba a su maestro, se lanzó sobre el toro, agarrándose a los cuernos para evitar la cornada mortal, pero no lo consiguió, salvándose él milagrosamente"

Natalio Rivas. "Toreros del Romanticismo". 1947


"Por los cuatro costados le venía la sangre torera a este matador… Unido su abolengo a una figura agradable de talla regular, a una fisonomía simpática y a un garbo especialísimo, son explicables el renombre y al popularidad que alcanzó en los albores del siglo XIX, porque importa advertir que, además de brío, majeza, rumbo y gallardía, fue un torero valeroso… Tan valiente fue, que sin haber sufrido percances de consideración le vaticinaron sus contemporáneos un trágico fin… Su fama de diestro valeroso y hábil cundió pronto en toda la Península… ¿Fue un astro de primera magntitud? Realmente, no. Nada trajo al torero ni nada perfeccionó, y si los públicos le encumbraron tanto debióse a que, además de valiente, supo hacerse querer por haber acertado a encarnar los matices de aquel tipismo… y porque en aquello seis años últimos de su vida ya no podía vencerle el único que le aventajaba, su maestro Jerónimo José Cándido".

Don Ventura. "La Tauromaquia en el siglo XIX". 1951





Francisco Montes Reina, PAQUIRO (1805-1851)










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"Mientras su planta posó / en las arenas del coso, / a diestro y a valeroso / ninguno le superó. / Siempre en la lucha triunfó / porque dirigió a conciencia; / ofreció escrita la esencia del arte de torear" 

Dibujo de Redondo y texto publicados en El Toreo Cómico de 21/06/1891


Desde que, insignificante casi, se arrancó
del toril, con el espanto pintado en el semblante,
y aceptó la terquedad del picador
y la incitación de las banderillas como


si fuese un juego, ahora su fogosa estampa
se acrece. Mira: en qué tamaña mole
se amontona, desde el antiguo negro odio,
blandiendo su testuz cual puño airado, fiero;

no jugando ya contra uno cualquiera,
no: enarbolando en su cerviz sangrientas
banderillas por detrás de los calados cuernos,
conociendo desde ahora a su enemigo eterno,

aquel que en oro y seda rosa malva
se vuelve de súbito y, como a un enjambre
de abejas que con gesto despectivo sacudiera,
al aturdido por debajo del brazo le deja

libre el paso, mientras sus ardientes miradas
se alzan de nuevo, suavemente conducidas;
y como si aquel círculo, afuera, se remansara
en el destello y oscuridad de sus ojos
y en cada palpitación de sus párpados,


así, imperturbable, sin odio,
reclinado en sí mismo, sereno, sosegado,
hunde su estoque casi dulcemente
en la gran ola que rueda de nuevo
impetuosa a estrellarse en el vacío.

                                           
Rainer María RilkePoema dedicado a la memoria de Francisco Montes Reina "Paquiro" , escrito a la vista de una estampa del torero entrando a matar.



Trocándose Luzbel en negro toro,

con asta y traza fiera cerrar quiso
la puerta celestial del Paraíso
al noble atleta cuya muerte lloro.

El campeón Miguel, su estoque de oro

con su manto le ofrece de azul viso,
los toma al punto, airoso mide el piso
y cita al monstruo con tropel sonoro.

El bufa y ruge, le acomete y cierra;

mas al trapo burlado, grata historia,
truncado el cuello, al golpe atroz se atierra.

El cielo en coro aplaude la victoria,

vomita el dragón fuego y muerde tierra,
y Montes triunfa, entrándose en la gloria.

Serafín Estébanez Calderón. "Luzbel y Montes"




Aun viven en los cantos populares
un Cándido, un Guillén, un Pepe-Hillo,
y el célebre Romero, y Costillares,
que lauros conquistaron a millares
y es eternal de su corona el brillo.

También cedió para un altivo diestro

la fama su laurel rico, esplendente.....
para el ínclito Montes, el maestro,
que fue en el arte con orgullo nuestro
un genio superior....., genio eminente.

Aquella majestad, brío, limpieza

en los pases, recortes y capeo.....
y tanta donosura y gentileza,
y heroico valor, tanta destreza
le hicieron el caudillo del toreo.

El rey de los toreros se apellida

y con justa razón rey se proclama.....
Su nombre ya no muere, pues su vida
en letras de oro se verá esculpida
y tanto durará como su fama.

Alfonso García Tejero. "De Los toros"



En el Café de Chinitas

dijo Paquiro a su hermano:
soy más valiente que tú,
más torero y más gitano.

Canción recogida por García Lorca


En el Café de Chinitas

dijo Paquiro a Frascuelo:
soy más valiente que tú,
más gitano y más torero.


“Ya se murió Curro Montes,
Ya se murió el Chiclanero,
Ya no quedan en el mundo
Arte, valor ni salero”
                                                                     
                  Copla popular

"No se crea que la ligereza del torero consiste en estar moviéndose de acá para allá, de modo que jamás siente los pies; este es un defecto muy grande y es distintivo del mal torero"

                                                                                                                                "Recomiendo que (al citar los toros) nunca se les eche el capote al testuz, sino siempre abajo, para que se acostumbren a humillar bien y descubrirse"

                                                                                                                  
"El verdadero valor es aquel que nos mantiene delante del toro con la misma serenidad que tenemos cuando éste no está presente; es la verdadera sangre fría para discurrir en aquel momento con acierto qué debe hacerse con la res"


                                                                                                                 
"Consiste el cambio en marcar la salida del toro por un lado de la suerte y dársela por el otro. Por consiguiente, solo puede hacerse con la capa, con la muleta o con otro engaño, que así como estos, pueda dirigirse con facilidad y se lleve al toro bien metido en él"


                                                                                                                    "Los galleos se pueden hacer de infinitos modos, en atención no sólo a las circunstancias en que esté el toro y al modo de emprender la suerte, sino a la clase de engaño, al modo de llevarlo. a la clase de remate que se da, etc... El modo de hacerlos es igual en todo, y siguen las mismas reglas. Todos los galleos son sumamente bonitos y se hacen con mucha frecuencia"


        Francisco Montes



“Es indudable que Francisco Montes nació para lidiador de toros, si atendemos a las dotes físicas con que la naturaleza lo adornó... Importante fue para Montes este elemento de educación artística (se refiere a las lecciones recibidas en la Escuela de Tauromaquia de Sevilla); pues sin ellas, tal vez no habría llegado jamás a la altura que ocupó… Esenciales eran a la verdad para un aprendiz de lidia, las lecciones que recibía en el terreno de la práctica, bajo la dirección de los dos maestros Pedro Romero y Gerónimo José Cándido… Francisco Montes no desconoció jamás las obligaciones que como jefe de lidiadores tenía en el redondel, y siempre se le vio fijo en su correspondiente lugar, sin abandonar por eso la atención de que sus subordinados ocupasen así mismo el lugar correspondiente... La capa de este célebre lidiador, es sin disputa una de las más eficaces para los quites a los picadores, … Francisco Montes ha sido objeto de numerosos y nutridos aplausos de cuantos públicos le han visto trabajar con la capa…  Francisco  Montes considerado como matador de toros, deja algo que desear… Ocupándonos de Montes como estoqueador, nada podremos decir que le favorezca: en nuestro juicio y en el de muchos de sus más entusiastas apasionados, no parece el mismo hombre que ha trasteado la res; más claro… El que como él estuvo tan ayudado de la naturaleza, no debió dar jamás estocadas atravesadas… Francisco Montes es y ha sido más torero de genio y facultades que de arte”

Fernando García de Bedoya. "Historia del Toreo"Madrid, 1850


“Al cerrarse la escuela tauromáquica de Sevilla Paquilo era uno de los alumnos más adelantados de aquel centro de instrucción y solo con este título inauguró sus campañas de Andalucía; sacando partido de sus privativas y selectas facultades…  Francisco Montes era un torero de escuela especial, porque su cuarteo, su quiebro, su galleo, sus quites, sus cambios y sus recortes, se fundían en una fuerza hercúlea de piernas y en una ligereza muscular de cintura… Sus saltos de garrocha y al trascuerno, su capeo particular, sus juguetes originales con los toros, y sus rasgos de serenidad y audacia, tenían por explicación estas dotes superlativas; porque al llegar al punto de perfilarse con el testuz y herir en los rubios Paquilo cuarteaba, se escupía de la res, y las estocadas resultaban por lo común atravesadas, en el lado contrario o cortas... Es lo cierto que en el siglo XIX y en Europa ningún nombre ha resonado tanto como el de Francisco Montes, el Napoleón de los toreros,… En una curiosa carta de Pedro Romero, con fecha de Septiembre de 1832, dice el esclarecido espada rondeño lo siguiente: Francisco Montes entró de alumno en la Real escuela de tauromaquia... en el año de 1830… él carecía de miedo y estaba adornado de mucho vigor en las piernas y brazos, lo que me hizo concebir sería singular en su ejercicio a pocas lecciones que le diese, y tal como se ha verificado… A fuer de diestro valeroso y entendido, ejecutaba todas las suertes de espada que dejó escritas en su famoso Arte de torear

José Velázquez y Sánchez. " Anales del Toreo". Sevilla, 1868


“Francisco Montes (Paquiro).  Es indudable que Francisco Montes nació para lidiador de toros, si atendemos á las dotes físicas conque la naturaleza lo adornó; pero también es cierto que si estas facultades no se hubieran herma - nado con algunas cualidades morales, tampoco se habria distinguido tanto, ni merecido el crédito que llegó á disfrutar…  Asegúrase, también por personas regularmente autorizadas, que Francisco Montes era por entonces buscado con avidez para conducir á su terreno á las reses estraviadas, lo cual practicaba con el auxilio de una capa ó manta, consiguiéndola en todas ocasiones de una manera sorprendente , por cuya razón se le atribuye de estas causas, la procedencia de su acierto en el toreo de capa…  que fué sin duda al que más afición le tuvo desde que á la lidia se dedicó… Notable revolución causó Francisco Montes en el arte de torear; notable también fue siempre su sistema que jamás alteró por ningún motivo; pero más notable y extraordinario fue el furor que causó en el público de España durante los buenos tiempos de su carrera taurómaca… Francisco Montes nos merece el juicio de un buen torero en toda la significación de la palabra… No desconoció jamás las obligaciones que como jefe de lidiadores tenía en el redondel… Sus banderilleros, sus picadores, sus dependientes, en fin, se encontraban siempre en su puesto, porque á cada uno de ellos sabia marcárselo con la debida anticipación, señalándole al propio tiempo sus bien entendidos deberes… La capa de esta celebridad taurina fue sin duda alguna la más eficaz para los quites de los picadores… En las suertes llamadas al natural, estuvo Montes, sin disputa, a la altura de su reputación… Con su capote entretenía á la rés y aun la sujetaba según á la voluntad del torero… Considerado Montes como matador de toros, deja algo que desear… La muleta de Montes, por muy perfecta y defendible que fuese, necesitaba el auxilio de su antigua agilidad para complemento del arte… Ocupándonos de Montes como estoqueador, nada podremos decir que le favorezca… No parece el mismo hombre que ha trasteado a la res…Fue un torero de valor, de conocimientos, de serenidad, de buenas suertes…; pero ¿este lidiador aparece siempre que estoquea á la altura del que posee tantas y tan distinguidas cualidades? Creemos que no… Otras veces le hemos visto recibir toros á la muerte de una manera que causaría envidia al mismo Pedro Romero…  Montes fue siempre un toreo de genio más que de arte”

José Santa Coloma. “Apuntes biográficos de los matadores de toros”. 1877 


“Jerónimo José  Cándido, le alcanzó una plaza de alumno, pensionada con seis reales diarios, en la Escuela de Tauromaquia de Sevilla… Le tomó bajo su dirección y le recomendó mucho en 1830 al gran maestro director Pedro Romero... Es imposible describir el entusiasmo que producía en todos los públicos ver trabajar como nunca se había visto, tan cerca de los toros y con tanta seguridad y confianza… Ejecutar con igual limpieza las severas, aplomadas y tranquilas suertes del toreo rondeño, y las ligeras, ágiles y rápidas del arte sevillano... Ver a un hombre que no movía los pies para las verónicas, que paraba para recibir toros, y que lo mismo saltaba al trascuerno que con la garrocha… Sólo en las estocadas recibiendo le adelantó José Redondo el Chiclanero; nadie más… Y no porque Montes se moviese ni se colocase lejos, sino porque, en nuestro concepto, sesgaba demasiado la salida con la muleta, y las estocadas resultaban atravesadas muchas veces… Si notable y sobresaliente fue este hombre incomparable en la ejecución de toda clase de suertes, no lo fue menos en la dirección de la plaza y orden de las cuadrillas, en que rayó a una altura sin igual… Bajo sus inspiraciones y con su nombre se publicó un Arte de torear a pie y a caballo, el más completo, minucioso y bien entendido de cuantos hasta entonces se había publicado… Se ha reconocido en Montes, por escritores anteriores a nosotros, al primer director de lidia"
José Sánchez de Neira. "El toreo. Gran diccionario Tauromáquico"Madrid, 1879

 

“Francisco Montes (Paquiro). Una de las glorias más legítimas del toreo… Paquiro era buen mozo, valiente y extraordinariamente forzudo y ágil. Estas cualidades le hacían perfectamente apto para el toreo. Tenía, además, una vocación decidida… Empezó como era natural por banderillear, y llamó extraordinaria y justamente la atención… Pasó rápidamente de banderillero a matador… Muy pronto llegó a ser el ídolo de los aficionados al toreo a la moda… Era una eminencia con la cual no se podía comparar a ninguno de los que entonces pisaban el circo. El capote era su medio. Asombraba, enloquecía, causaba explosiones de entusiasmo; hacía de los toros lo que quería; parecía su capa una hechicería. Esto, el capote, era la primera cualidad de Paquiro, a las que se unían de una manera inapreciable su figura, su agilidad, su fuerza, su valor sereno y su conocimiento de las reses… En los quites a los picadores era admirable; en cuanto a la dirección de plaza, un sabio. Considerado como matador, ya varía mucho la cuestión. Su muleta no dejaba nada que desear, pero en cuanto a estoqueador ha habido muchos, infinitos que han valido más que él. Pero todos sus defectos los suplía la brillantez de su capote”.

Manuel Fernández y González. “Las glorias del toreo”. 1879


Paquiro fué notabilísimo, porque había nacido para torero , porque tenía condiciones físicas al efecto, porque contaba con una inteligencia nada común, que aplicó al arte de torear, mejorándolo hasta el punto de darle seriedad y clasicismo, y valga la palabra. Únase á esto un carácter altivo, orgulloso, un tanto seco, más propenso á la buena sociedad que á las compañías de los toreros, y se comprenderá la regeneración que el espectáculo había de sufrir con un hombre de tal temple. En la plaza era el amo , mandaba en jefe y veíase ciegamente obedecido. No transigía con movimiento mal hecho; y nadie, por exceso ó defecto en el cumplimiento de su deber, se fué sin enérgica filípica…Montes practicó magistralmente toda clase de suertes: quebraba, parcheaba, recortaba, ponía banderillas, saltaba al trascuerno; con la muleta era una maravilla. Sólo recibiendo toros no llegó á esa altura. En lo único que pudo aprender de Romero, salió deficiente, viéndose precisado á confesar la supremacía de Redondo… Generalmente atravesaba los toros, no sabía cruzar á tiempo, sesgaba mucho la muleta”.  

Pascual Millán. “La Escuela de Tauromaquia de Sevilla y el toreo moderno”. 1888  

  

“Francisco Montes (Paquiro). Había nacido para el arte del toreo, tenía condiciones como pocos, y una inteligencia nada común que aplicó al toreo, dándole seriedad y clasicismo. El espada, según su criterio, no podía concretarse a ser un derribador… sino un artista que ocultara la parte repugnante del espectáculo con la elegancia, con la maestría, con la gracia; ¡que tuviera en perpetuo sosiego el ánimo del espectador, llenándole de admiración al mismo tiempo!, que demostrase su arrojo sin dar inútilmente su vida. Todo esto fue Montes. Por eso creció su fama con una rapidez prodigiosa… Fue el primer matador que antes de serlo no figuró en cuadrilla alguna como banderillero… Alternó por primera vez en Madrid el 18 de Abril de 1831, pudiendo el público apreciar su toreo serio y parado, su dominio de todas las suertes, absolutamente todas, sus saltos de garrocha y al trascuerno y su incomparable trasteo de muleta… Unas calenturas intensas acabaron con la existencia de tan celebrado diestro el 4 de Abril de 1851”

D. Leopoldo Vázquez, D. Luis Gandullo y D. Leopoldo López de Saá, bajo la dirección de Rafael Guerra, Guerrita.  “La Tauromaquia”. 1897


“Con Francisco Montes se inicia la época del renacimiento del toreo… Calificado generalmente hoy con el dictado de el primer torero del presente siglo, no tuvo competencias, no podía tenerlas, porque se sobrepuso inmendiatamente a todos sus coetáneos, y fue causa de que, renaciendo la afición, tornaran las corridas de toros a ostentar toda la animación y lucimiento de que generalmente carecían desde los últimos años del siglo XVIII”

Antonio Peña y Goñi. “Lagartijo y Frascuelo y su tiempo”. Entre 1900 y 1920?


“Se llama Paquilo al principio… Sin padrino ni prosapia torera, con sólo dos meses de alumno en la Escuela de Tauromaquia, consigue llamar la atención del profesor Romero. Le sorprenden a éste sus condiciones portentosas: fuerza, valor, agilidad, pundonor, vista, dotes de mando. Lo va a reunir todo. En este siglo –corre el 1830- no saldrá uno que lo iguale, predice el maestro. Sus dotes de mando cristalizan en una innovación: cuadrilla fija. Hasta él, se improvisaba en la víspera… Según un erudito, no hacía más que lo siguiente: quitar, recortar, quebrar, saltar al trascuerno, banderillear, torear de muleta y matar a volapié… De tal crédito goza Montes y tales amistades tiene, que se da por cierto que Isabel II quiso hacerle conde”

 César Jalón. “Grandezas y miserias del toreo”. 1933

"En Montes confluyen las enseñanzas de la escuela rondeña, procedentes de su más puro representante, pero en desacuerdo con las especiales posibilidades de sus espléndidas facultades físicas, con los recursos y táctica que en su estilo ecléctico había incluido su insigne paisano Jerónimo José Cándido. Este eclecticismo lo representa aún mejor Francisco Montes, y él es la figura inicial de esa cadena de toreros que llamamos generales o largos y en la que son eslabones fundamentales Chiclanero, Lagartijo, Guerrita Joselito el Gallo. En plena posesión de sus recursos inspira las reglas de su Tauromaquia, que redactara López Pelegrín, y ellas vienen en el futuro a constituir el código fundamental del toreo, al que nuevas maneras y estilos no han podido desposeer de su carácter de canon del arte de torear. Montes, por otra parte, al organizar y disciplinar su cuadrillas, convierte la lidia en un juego colectivo, en cuya estrategia cada picador y cada banderillero tiene su misión bajo la dirección suprema del espada"

José María de Cossío. "Los Toros". 1943

"No puede dudarse que Montes nació con la intuición más acabada del arte de torear. El famoso maestro de Ronda (Pedro Romero) adivinó en seguida con ojo certero todo lo que llevaba dentro de sí aquel muchacho garrido, elegante y valeroso que fué en la Escuela de Tauromaquia el más brillante y aventajado alumno. Le bastó contemplar cómo se abría de capa, cómo manejaba la muleta y de qué manera tan clásica y bizarra acometía todos los lances, para comprender que rápidamente había de alcanzar celebridad y llegar a las más altas cumbres de la gloria... No tuvo rival en la autoridad y competencia que desplegó al dirigir la lidia. Era inexorable. En la plaza mandaba imperiosamente, y ¡ay del que no le obedeciera!.. Sus estocadas, a veces, resultaban atravesadas, por sesgar demasiado la muleta para dar salida a la res... El no enmendar error tan saliente dió lugar a que su paisano y discípulo José Redondo (Chiclanero) le aventajase en la suerte suprema"

Natalio Rivas. "Toreros del Romanticismo". 1947

"Se dieron en él la frescura de la juventud, el fuego de la acción, la fuerza creadora y el vivo movimiento de una potencia de inspiración y espontaneidad que le convierten en un ser privilegiado, en un verdadero genio en el arte a que se dedicó, en un lidiador que abrió nuevos horizontes a la fiesta, organizó las cuadrillas tal como hoy están formadas y marcó nuevos rumbos al toreo… Dícese que el asombro de los públicos rayó en el delirio al ver a un torero de vastísimo repertorio, como nunca se había visto otro, que dominaba a las reses de un modo que parecía inverosímil. … Nadie osó competir con él; “su muleta era la más limpia que diestro alguno había desplegado ante la cara de una res”, y tan pagado se hallaba de sus conocimientos, que en 1836 dejó a la posteridad un libro, Tauromaquia completa, que bajo su inspiración escribió uno de los buenos críticos y literatos de su tiempo: Santos López Pelegrín (Abenamar)… Si de algún defecto adoleció el maestro de Chiclana fue el de haber sido un deficiente matador, pues dicen que atravesaba a los toros con frecuencia".

Don Ventura. "La Tauromaquia en el siglo XIX". 1951


"Paquiro fue un torero de unas condiciones como no habrá tenido ningún otro. No sólo porque su osadía felina iba unida a una agilidad maravillosa y un golpe de vista muy certero, sino por el orden que puso en la lidia... Sus capeos eran prodigiosos, sorprendentes, con una tela viva, movediza, encantada, que sabía florearse y esconder el peligro en una sucesión inusitada de unos arabescos intrépidos y, a pesar de todo, esencialmente sólidos... Su capoteo era infatigable, completo.....En cambio con la muleta perdía la magia... Fue el suyo un trasteo seco, yermo, envarado, poco flexible, con un método adusto, aunque eficaz. Un estilo corto y rasgado, sin ingeniosidad. Su modo de herir fue también a veces vacilante, cuarteando, y a pesar de sus inmensas facultades, envasó muchos estoconazos atravesados. Pero su autoridad en la plaza, sus fuerzas inauditas, la habilidad en la lidia, su orden y concierto en todo momento, el portento de sus audacias le aseguraron el lugar del torero completo. Ningún espada de su época pudo igualarle... Como torero de piernas, pocos habrá habido que le igualasen: sostenía la lidia como nadie, en unos músculos de acero que sabían moverse como fiel reflejo de una estrategia oportuna y maliciosa... Montes fue una figura absoluta, en su tiempo"

Néstor Luján. "Historia del toreo". 1954


"La culminación de la primera etapa del toreo a pie, la etapa primitiva,... llega con Francisco MontesPaquiro... Paquiro asume como nadie el carácter de primer actor de la fiesta brava... Francisco Montes toreaba por y para su capote, como dueño y señor, con solo plegarlo o desplegarlo, del toro y de la multitud... El Napoleón de los toreros llegaron a llamarle... Y, sin embargo, Paquiro fue un muletero breve y un estoqueador que con frecuencia atravesaba a los toros... Lo que sucede es que la contextura, el hilván y el equilibrio de la lidia eran otros... En realidad, el toreo de muleta empieza a desarrollarse después con Cúchares... Montes, el de la mirada de acero, el de las piernas de acero, el del acero que atravesaba a los toros, el de la capa mágica, dueño y señor de su época, nos contempla gigantesco, desde la pequeña cumbre de su Tauromaquia completa"

José Alameda. "El hilo del toreo". 1989

"Paquiro, durante su etapa de esplendor, fue un atleta completo, ágil y vigoroso, dotado de piernas de acero y reflejos extraordinarios. Poseedor de un carisma incuestionable, sus cualidades artísticas no le iban a la zaga: fue el verdadero creador del toreo de capa… Fue el primero en practicar de manera regular la verónica… También puso de moda los galleos y los afarolados... La variedad del toreo de Paquiro, a pesar de ciertas deficiencias con la espada, nos permite calificarlo de torero largo, es decir completo, con un repertorio extenso, que sabe hacerlo todo y que puede con todos los toros... Su aportación a la formalización de la tauromaquia fue fundamental… Fue Montes quien definió el desarrollo de la lidia... Paquiro estuvo tan solicitado que llegó a torear la mañana y la tarde del mismo día en la plaza de Madrid" 

Bartolomé Bennassar. "Historia de la Tauromaquia". 1993


“El toreo de Paquiro estaba hecho a base de maestría y de facultades físicas. Al fallar éstas se resiente su toreo… Paquiro era un genial artífice del toreo de capa, y destacaba sobremanera en cuarteos, quiebros, quite, recortes, cambios y galleos. También tuvo enorme maestría en sus saltos al trascuerdo y con la garrocha. Era sereno y audaz, sólo fallaba a la hora de matar. Las estocadas eran  por lo general cortas, contrarias y, a menudo, atravesadas. Como lidiador supo ser autoritario y enérgico. Mandó y mantuvo siempre la preeminencia y la categoría de un primer espada. Supo rodearse de gente escogida y atenta a seguir sus indicaciones, subordinados todos los lances de la lidia a la dirección del maestro. Paquiro supo atraerse el aprecio y la estimación de su cuadrilla y se preocupó de elevar la representación social de los toreros… Montes supo codearse con nobles y ricos y fue accesible al humilde y al indigente… Una necrológica en un diario de la época acaba con estas bellísimas palabras: La sombra de esta celebridad ha desaparecido, pero sus recuerdos quedan

Jorge Laverón. "Historia del Toreo". 1996


Hubo que esperar hasta la aparición de la nueva gran figura del toreo Francisco Montes, Paquiro, de Chiclana (Cádiz), que, aunque nacido en 1805, no se dio a conocer hasta entrado el segundo tercio del siglo. El que el torero llamado a levantar de nuevo el imperio de la torería se diera a conocer en Sevilla con más de 25 años de edad y no tanto toreando en el sentido clásico del término sino realizando ciertas proezas delante del toro, las cuales, según las había definido un cuarto de siglo antes Pepe-Yllo en su Arte de Torear, habría que catalogarlas fuera de lo que se entendía por la actuación canónica de un matador, parece sintomático y revelador. En efecto, se conoce un cartel impreso en Sevilla que anuncia una corrida en la que «Francisco Montes (alias) Paquilo de Chiclana, debe saltar un toro de cabeza a cola», y añade que esa suerte tan «difícil que nunca se ha visto en esta plaza»… Si, en este lugar, se vuelve a recordar que una de las suertes que al maestro le gustó prodigar a lo largo de su vida taurina, fue precisamente el salto con la garrocha es para subrayar que la tauromaquia real de Francisco Montes estuvo muy apegada a gestos arcaicos, a habilidades populares que, en este caso, provenían de los extramuros de Chiclana, de los trabajos en las inmensas salinas que se desplegaban, junto al mar, desde su pueblo hasta las proximidades de Cádiz. Es decir, que desde Pepe-Yllo hasta los comienzos de la época de Paquiro, el toreo no parece haberse trasformado de manera profunda sino, más bien, haber sufrido una regresión. Así pues, no debe sorprender que Francisco Montes, de Chiclana de la Frontera, se dé a conocer en la plaza de toros de Sevilla ejecutando suertes aisladas que corresponden a una tauromaquia de otro tiempo… Pedro Romero le achacaba que, a pesar de sus 25 años, “estaba verde” con la espada. Así, dado que en esa época la suerte principal de una corrida de toros, hacia la que debían ordenarse todas las anteriores, era ya la de matar, la responsabilidad de la muerte de las reses lidiadas caía, por entero, sobre los matadores, que eran jerarquizados, en función de su destreza, en primera, media espada y sobresaliente. La frase de Pedro Romero entiendo que ilustra muy bien las carencias de Montes, el escaso nivel de conocimiento de la profesión con que Francisco Montes ingresó en la Real Escuela de Tauromaquia de Sevilla.

Pedro Romero de Solís. PAQUIRO Y PEPE-YLLO. EL TOREO ESCRITO. 2006 




JUAN YUST (1807-1842)
Montaje publicado en lafiestaprohibida.blogspot.com

"¡Buen modo de parear / castigando y con finura! / El que lo llega a logarar / como Yust, ese asegura / fama y dinero a la par"

Dibujo de Redondo y texto publicados en El Toreo Cómico de 26/10/1891

“En la lidia de reses era Yust de unas condiciones particularísimas para peón, no reconociendo rival en fuerza y ligereza de piernas entre todos los alumnos de los diestros sevillanos… Todo lo emprendía Juan, y lo hacía todo; pero desencajado; violento; fuera de compás en falta de medida –Para los pies, muchacho- le decían sus instructores en balde… Juan León tomó vivo interés en la suerte de aquel joven… Era Yust de elevada estatura y fuerte complexión… capaz de opuestísimos extremos  en su método de lidia, según las circunstancias… Juan se daba poco arte con la muleta; no se plantaba delante de los toros para tentarlos; entraba y salía tomando distancias exageradas; no se creía seguro parando los pies… Ingresó en la Escuela de Tauromaquia de Sevilla… Se afanaba en corregir su inquietud y movilidad… Apenas cumplidos treinta y cinco años, en el apogeo de sus facultades, atacado de un cólico violento, falleció en Madrid el 4 de Setiembre de 1842”

José Velázquez y Sánchez. " Anales del Toreo". Sevilla1868

"De todos los alumnos que recibieron la enseñanza taurina en la Escuela de Tauromaquia, sólo descollaron Montes y Cúchares, como figuras de primer orden. Juan Pastor (el Barbero), y Juan Yust, no pasaron de ser decorosas medianías, que tuvieron alguna tarde de ruidoso triunfo, pero que en general se limitaron a cumplir, sin descomponer el cuadro"

Natalio Rivas. "Toreros del Romanticismo". 1947

"Francisco Montes manifestó en una ocasión: “Juan Yust fue el único torero que pudo haber competido conmigo”… Se trataba de un mozo todo sangre, nervios, impulso y vivacidad; su toreo no podía adaptarse a la pausada ceremonia, a la rigidez de los estrechos límites de la hermenéutica con que algunos concebían la llamada escuela rondeña, y entre esos tales se hallaba el torero Luis Rodríguez, el cual, con sus consejos y admoniciones a Juan, que era sobrino suyo, hizo un flaco servicio al toreo y dio al traste con las singulares disposiciones del muchacho".

Don Ventura. "La Tauromaquia en el siglo XIX". 1951


Manuel Domínguez Campos, DESPERDICIOS (1816-1886)




Montajes publicados en lafiestaprohibida.blogspot.com


"Para matar a un toro recibiendo, debe situarse el matador perfilado con la pala del cuerno derecho........."

Manuel Domínguez


No dobla el burel ni humilla

aunque dicen que está muerto.
Frente a él un famoso tuerto
apura su negra honrilla.
-Cachetero, esa puntilla-
Coge el hierro por la punta
y al juego del jincho apunta
ojo lince de resquicios.
Señor Manuel "Desperdicios"
-plum- al toro descoyunta.

Gerardo Diego. Puntilla al Jincho. Del libro "La suerte o la muerte"

El  apodo de Desperdicios le sobrevino cuando Pedro Romero se fijó en él en la Escuela de Tauromaquia de Sevilla y comentó: "Este muchacho no tiene desperdicio"


Otra explicación más truculenta atribuye el apodo de Desperdicios al heroísmo y hasta el desprecio con que el diestro sevillano se despojó del ojo y otras porquerías que le había quedado colgando a cuenta de una gravísima cornada, diciendo: "Esto sólo son desperdicios"


“Le hemos visto observar con gran interes todas las suertes que al principio le eran desconocidas y salir imitándolas al momento, por difíciles que fueran, cosa que ha llamado la atención por la prontitud con que las comprendia y ejecutaba, y ha hecho decir a mas de cuatro, con razon, que las mejores suertes que ejecutaba Dominguez, no ha podido imitarlas ninguno; y él ha hecho todas cuantas ha visto… Siempre ha citado y a los toros boyantes los ha recibido, sin rehuir jamás los lances por el temor de la exposición. Hay quien dice que ese toreo parado y corto, de legítima escuela, es muy espuesto… Unos aseguran que las cogidas que ha sufrido Manuel Domínguez, son por falta de piés; y otros opinan que son efecto de su valor al citar en la cabeza del toro”

Rafael González. “Biografía del célebre matador de toros Manuel Domínguez”. 1858



"En los albores de su inclinación a la lidia de reses bravas abrió el gobierno la famosa escuela de tauromaquia preservadora, bajo la dirección de Pedro Romero... Manuel obtuvo la plaza de alumno supernumerario… Su serenidad y su firmeza le valieron una atención marcadísima del héroe de Ronda y al advertir este el fruto de su enseñanza en aquella dispuesta criatura redobló sus asiduas lecciones, afinándole en las suertes con empeño tan escrupuloso que llegó a decir, viéndole sortear en todo el rigor clásico de sus reglas. – Este muchacho no tiene desperdicio- ... Después de este hombre memorable (se refiere a José Redondo, el Chiclanero) no conocemos otro intervalo de fausto lucimiento del arte de Romero y Costillares que el período en que Manuel Domínguez, a su regreso de Buenos Aires, recordó a los aficionados antiguos el tipo del toreador en cuanto tiene de noble, esforzado y táctico; sin mistificaciones de su entidad, ni concesiones indebidas a los arbitrarios caprichos de una multitud ignorante"

José Velázquez y Sánchez. "Anales del Torero". Sevilla, 1868

"Notamos en él, sin duda también por falta de piernas, que no era eficaz en los quites, y que en las demás suertes que no fuesen la de recibir no pasaba de ser una cosa regular... Madrid no vio en Domínguez al torero que esperaba, sino a un estoqueador de primera fuerza en determinada suerte, que por lo mismo que es la suprema del toreo, y había y hay cada día menos que la ejecuten, se veía con más gusto... Domínguez, con justicia, formó entre los matadores de primera línea, sustituyendo para ciertas gentes, y en cuanto era posible, al inolvidable Chiclanero... en 1857, en El Puerto de Santa María, un toro llamado Barrabás le hirió tan gravemente, que le arrancó o le echó fuera de su órbita el ojo derecho, peligrando su vida con tan tremenda cornada... No le hizo esta desgracia perder valor, pero sí facultades, sin que sus alardes de arrojo supliesen ya su mermado poder, siendo esto causa de que sufriese continuamente desde entonces frecuentes cogidas"

José Sánchez de Neira. "El toreo. Gran diccionario Tauromáquico"Madrid, 1879

"Consiguió en el Escuela de Tauromaquia de Sevilla una plaza de alumno supernumerario, aprovechando de tal suerte las lecciones que en ella prodigaban los maestros Romero y Cándido, que logró a poco la admiración de sus condiscípulos…Domínguez, cuyos cortés y fino trato le ha captado las simpatías de los aficionados, pertenece a la llamada Escuela rondeña, y practica en toda su pureza las reglas de la misma, habiéndose distinguido siempre por su aplomo y sangre fría, y superando a todos los diestros modernos en la consumación de la suerte suprema del toreo"

J. Sánchez Lozano. "Manual de Tauromaquia". 1882

“Tengo para mí que los que hoy nos presentan á Domínguez como un torerazo al nivel de los grandes maestros que han figurado en primera línea, incurren en evidente exageración. He leído casi la totalidad de los juicios del trabajo que Domínguez practicó en las plazas de España, y de todo ello deduzco que debió ser torero de bravura indomable, muy hábil en los lances de capa, guapo y gallardo en la suerte de recibir, para la que no hace falta agilidad, de que en absoluto carecía, y sí sólo arte y valor sereno; pero en todo lo demás torpe, pesado y poco habilidoso, explicándose por ello las muchas desastrosas faenas practicadas y la repetición de percances horribles que pusieron en grave riesgo su vida. En Madrid no logró nunca una escritura de temporada… Total en su larga vida torera: diez y siete corridas de toros y dos novilladas. Cualquier espada de buen cartel ha toreado en Madrid este número de corridas en una sola temporada, pues no hay que olvidar que todos los espadas que verdaderamente han sido celebridades torearon mucho en Madrid… El matador que no ha hecho temporadas enteras en Madrid, no ha sido verdadero notabilidad en el arte… Domínguez fue, sobre todo, un carácter y esta cualidad le captó grandísimas simpatías. Su amor propio en las plazas era exagerado: no admitía observaciones ni consejos de nadie… Más que un gran torero, fue un gran carácter y un gran corazón”

Luis Carmena y Millán. “Lances de capa”. 1900

“Manuel Domínguez—decía un inteligente escritor que firmaba con el pseudónimo El Lego en el periódico El Tiempo, juzgando al valiente torero la última vez que trabajó en Madrid y estuvo desdichadísimo— fué un torero de campo y no de plaza, y si algo bueno hizo en mejores tiempos, se debió al valor sereno que demostró delante de los toros, sin que jamás le acompañasen facultades y conocimiento de las reglas del arte para dominar con recursos á los que buscaban defensa en las tablas y se huían del terreno franco, único en que él los puede lidiar; y si esto sucedía en la época de su apogeo, hoy que le falta un elemento tan necesario como es la vista, ¿qué puede prometerse con el oficio? Desprestigiarse y nada más.»


Luis Carmena y Millán. “Lances de capa”. 1900


“Las suertes no se ejecutaban donde ahora, como ahora, ni se prodigaban tanto como ahora. Se ha hecho famoso aquel gesto que tuvo Manuel Domínguez una tarde en Sevilla ante Juan León: Señó Juan, ¿no decía osté que no se pueden dar más que tres lances a la navarra seguíos a un toro? Pos, véame, que voy a darle cuatro a éste. Y se los dio, y el gesto ha adquirido la categoría de hazaña"

Federico Alcázar. "Tauromaquia moderna"1936


"....el toreo le debe algunas suertes, como el farol, que él restauró, y el torear de rodillas; pero ello no nos pondría en la pista de lo más esencial de su arte, pues todo lo fue menos un torero adornado o innovador. Es fama que en sus andanzas americanas lo mismo enlazaba las reses con el lazo que les daba muerte en las estancias con el estoque. Pues bien, a la plaza no llevaba miras muy diferentes que de las que le preocuparan en tales faenas de campo.........Todos los cronistas contemporáneos destacan su gran arte en el toreo a la verónica. Creó que a él se debe el estilo de torear citando al toro no de frente, sino de perfil......Sin duda esta innovación daba, junto a su airosa y gallarda figura, una visualidad desacostumbrada a los lances. Por todo ello, su paso por la tauromaquia tiene verdadera importancia; pero el secreto auténtico de sus triunfos, su personalidad de hombre, le coloca en un rango aparte de la técnica y el arte, que sólo se ha de ver reproducido en un matador de su temple y de no inferior valor y personalidad: Ignacio Sánchez Mejías". 

José María de Cossío. "Los Toros". 1943

"Era un mocetón de hercúleas fuerzas y de un valor frío que daba espanto. Por ello y por su torpeza de movimiento su toreo era reposado y serio, sin adornos y pinturerías, que no le iban por su poco “ángel”. Sin embargo, fue el inventor de ese lance de capa de ringorrango que se llama farol. Lo que le hizo destacarse en su tiempo y pasar a la posteridad fue su irreprochable manera de ejecutar la suerte de recibir"

Carlos Larra, Curro Meloja. "Grandes maestros de la Tauromaquia". 1945


"Asegura Sánchez de Neira que Pedro Romero, prendado de las excelentes condiciones del alumno, dijo de él que no tenía desperdicio, cuya frase originó, sin duda alguna el alías que siembre fué unido a su nombre... La vida de tan popular lidiador es original y singularísima... Dominguez practicaba la suerte de recibir con arreglo a las máximas de Pedro Romero, con todos los toros que acudían al cite. Y eso no lo hacía ninguno después de desaparecer Paquilo y el Chiclanero... Toreó mientras tuvo facultades, pero éstas quedaron sensiblemente mermadas después de la gravísima cogida en el Puerto de Santa María, que le costó perder el ojo izquierdo"

Natalio Rivas. "Toreros del Romanticismo". 1947

"Si la práctica del toreo consistiera solamente en parar, Manuel Domínguez habría sido una gran figura del toreo; pero como dicho arte no estriba en eso solamente, no fue dicho diestro lo que dice su panegirista, el escritor don Aurelio Ramírez Bernal.  Su pesadez física le restaba agilidad, y por eso se mostró siempre torpón y poco hábil... Su vida fue una ininterrumpida serie de rasgos llenos de serenidad; viejo y tuerto, toreaba dando pruebas de valor insuperable, y demostró siempre poseer una gran carácter y un gran corazón"

Don Ventura"La Tauromaquia en el siglo XIX". 1951


"Su personalidad se halla rodeada de una intensidad novelesca de primera categoría; su modo de ser representa a la escuela rondeña que hemos visto a través de Pedro Romero, de Cándido, pasando por la manera felina de Montes, que es el diestro en el cual la escuela adquiere elocuencia; cobrando profundidad en Chiclanero, y remontándose hasta Manuel DomínguezDesperdicios, que toma un matiz brusco y llameante, sin otra serenidad que la suprema de quebrar, de un modo rotundo y seco, a la fatalidad. Manuel Domínguez fue ejemplo de lo que se ha llamado torero macho: fue hombre de vida tempestuosa y de gesto aguerrido. Jugó siempre una carta en la vida y en la lidia, y ganó por sangre intensa. ....destacó por su descomunal valentía, con su audacia granítica, y, sobre todo, por la palpitante y honradísima manera de matar recibiendo, enterrando el estoque hasta el arriaz... Toreó hasta casi los sesenta años y no perdió jamás la dureza ni la emoción en el trance de la muerte de los toros... Con Domínguez se acaba la cadena de toreros secamente clásicos. A pesar de ello, inventó el farol y el torear de rodillas, y fue un excelente veroniqueador. Fue el primero que inyectó al toreo la belleza plástica de citar de perfil. En él se llevó la rotundidad de los Romero hasta la aspereza brutal"

Néstor Luján. "Historia del toreo". 1954


"Se hace famoso por hacer compatible el toreo serio y sobrio con algunos adornos de su invención: el lance rodilla en tierra, el natural con la rodilla en tierra, y el farol con la capa. Un día volvió a su casa en Madrid desde la plaza diciendo: Hoy he toreado por faroles. Suya es la invención del lance y el término para designarlo... La carrera y la vida de Manuel Domínguez estuvieron a punto de terminar en el ruedo de El Puerto de Santa María el 1 de junio de 1857, tras una tremenda cogida por el toro Barrabás, de la ganadería de Concha y Sierra... El cura se preparaba para darle la Extremaunción mientras la cuadrilla lloraba. Manuel dijo a todos: Limpien ustedes esas espadas que aún no está consumada mi obra... Increíble pareció a los aficionados verle reaparecer en el ruedo de Málaga a los cincuenta y tres días después de la gravísima cogida. Exigió que el ganado fuera también de Concha y Sierra y salió con el mismo vestido de torear que había usado en El Puerto de Santa María"

Fernando Claramunt. "Historia gráfica de la Tauromaquia". 1989

"La suerte del farol es atribuida a Manuel Domínguez, bien como su creador o bien por haberla instaurado definitivamente en el repertorio, aunque los anales del toreo recogen, en un quite de Montes, dos lances  "por cima de la cabeza", ejecutadas en la plaza de Sevilla en 1843... en una suerte que pudo, que debió, tener parecido con la del farol... Lo que es indudable es que a Manuel Domínguez debe esta suerte su nombre y renombre, que la tarde que la dio a conocer en Madrid deslumbró a aquella afición augusta... La luz de su suerte de farol cae sobre la verónica del señor Manuel, aquel lance excelente entre cuya ejecución intercalaba la suerte luminosa: la verónica de Manuel Domínguez, un lance diferente, no de frente al toro sino perfilado en un cite de lujo, bordado, posado en seda en el estudio madrileño del fotógrafo Juan Laurent... Desde el ejemplo de Manuel Domínguez los maestros clásicos de la capa iluminarán con el farol el mejor toreo a la verónica... La tradición señala a Manuel Domínguez como un precursor del toreo de rodillas, mas sin mencionar qué suertes ejecutaba en esa posición"  

Robert Ryan. "El Toreo de capa". 2012


Francisco Arjona Herrera, CURRO CÚCHARES (1818-1868)





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"Lidiador tan especial, / tan gracioso y entendido, / que después de él no ha surgido / otro igual. / De la fiesta nacional / fue ilustre mantenedor, / y aunque dejó sucesor / para su fama taurina.... / hay harina / de otros costales, mejor"

Dibujo de Redondo y texto publicados en El Toreo Cómico de 18/05/1891

Los partidos van llevando
las cosas a tal extremo,
que por si vale más Cúchares
o es mejor el Chiclanero
la mejor tarde del año
vamos a tener un trueno.


Don Clarencio


"Cúchares cada vez va adelantando más, pues hace cosas increíbles....."


 Pedro Romero


"Sigue siendo el mismo Currito, no da importancia a lo que hace, juguetea con los bichos de trapío y de pujanza haciendo creer que son unos chotos"


Juan León

"Innovador genial, alegre revolucionario, inspirado creador"

    Jacques Frances


"De todas las suertes del toreo, la suerte más importante es que le no le coja a uno el toro"

                                                                                                                   

“Para un buen banderillero hay siempre toro, esté como esté y en todas partes”

"A  mi deme usted un sastre que esté veinte años cosiendo con una misma aguja y que no se pinche"

                                                                                                    
Cúchares


"Prepara el puchero, que aluego vuelvo"


      Cúchares a su mujer


"Hija, no creas que todos los toreros son como tu padre. Cuando digo que vuelvo, es que vuelvo. Los demás suelen volver por carta o por alambre"


Curro Cúchares a su hija Salud, novia y futura esposa de El Tato



"Aquí se muere de verdad y no de mentirijillas, como en el teatro"


     Cúchares al actor Julián Romea


"Brindo por , por la mujer de  y por todos los vusitos"


            Brindis de Cúchares a Napoleón III


"El Curro echó las bases de la degeneración según unos, de la transformación según otros, del toreo actual"

Antonio Peña y Goñi

“Admirable y asombroso atronador, matador de tronío y torero atronado. Salta, brinca, corres, capea, banderillea, mata, descabella, adora y saluda y zapatillea a los toros. No se ha hecho ni puede hacerse más, malo o bueno, porque unos aplauden y otros silban. A saber la razón dónde está”

D. Alejandro Latorre.1845


"Arjona, Cúchares: admirable y asombroso atronador, matador de tronío y torero tronado. Salta, brinca, corre, capea, banderillea, mata, descabella, adorna, saluda y zapatillea a los toros. No se ha hecho ni se puede hacer más malo o bueno, porque unos aplauden y otros silban... Joven, con facultades, no es desgarbado, ni con buen cuerpo; sobrado de voluntad y fortuna, es tan celoso de su reputación en la plaza, que por no sufrir que otro se luzca a su vera hasta tirará el capote a la cabeza de la res o le dejará enredado en las astas"

Folleto titulado "Plaza de Toros de Madrid o semblanzas de los toreros escriturados en 1845".

"Cúchares, demasiado pendiente de la galería y del público de sol (gente de-bota) y del público de sombra (gente de-bata). Los adornos, galleos, lances a la navarra y toda la vistosidad de su capa era, para sus adversarios, un conjunto de monerías"

Publicación de 1846

"¿Qué es en Francisco Arjona la muleta? Un elemento de defensa, tan exacto como el que más, y un recurso de inmensa utilidad para arreglar a las reses, preparándolas a la muerte y colocándolas en su verdadera sazón para esta suerte... En el trasteo de las reses aparece Arjona inmejorable y a una altura inmensa... Cúchares es de los espadas que más consienten a los toros y por esa razón le presentan el sitio de la muerte con más confianza...Públicas son también otras especialidades de Arjona  relativamente a la suerte de vuelapiés, la cual prodiga con una consecuencia que explica por lo menos la demasiada confianza con que la ejecuta... Acúsasele a Cúchares de que sus estocadas son de una sola manera... Se le acusa asimismo a Arjona Guillén de prodigar otra de las suertes que le son muy favoritas, cual es la de descabellar... Es sin disputa una suerte de mérito, porque para practicarla sin un inminente riesgo es indispensable toda la seguridad que Francisco Arjona tiene de acertar: por ello nos merece esta suerte la mayor consideración y le damos la importancia que en nuestro concepto tiene" 

García de Bedoya. "Historia del Toreo". Madrid, 1850

"Descollaba como Ulises por su valor sereno y su maravillosa astucia… En él veían la alianza de la intrepidez con la más completa seguridad de ánimo, las alternativas de la agilidad con el aplomo perfecto, las consecuencias de una enseñanza clásica y la feliz inspiración del privilegiado instinto, la gracia que hace al toreo simpático a los ojos de la multitud y el mérito que le recomienda a la estimación de los inteligentes... Galleaba ceñido y corto, como el arte previene; en los quites, cuarteos y lances de capa, no figuraba consumar lo que realmente no había ejecutado; su trasteo de muleta no era solo un elemento defensivo, sino que arreglaba prodigiosamente a los toros para el trance que pedían su condición y circunstancias, y según las ocasiones lo indicaban alternativamente, se iba a las fieras o las aguardaba, hiriendo con resolución, brío y acierto en una y otra de ambas situaciones"

José Velázquez y Sánchez. "Anales del Toreo"Sevilla, 1868

“Francisco Arjona Guillén (Cúchares)… Una cosa se observaba en el método más favorito de Arjona, y era que no copiaba nada de los que veía practicar a sus contemporáneos y esto daba a conocer que estaba enteramente conforme con su sistema…Juzgado este diestro como matador de toros, y como torero en general, no se necesita recomendar su destreza, pues es bien notoria de cuantos le han visto en el redondel… Cúchares fue aventajadísimo en habilidad y digno de figurar en un término privilegiado. Pero considerémosle como lidiador de arte, y procuremos averiguar sus perfecciones y sus defectos. ¿Qué es en Francisco Arjona la muleta? Un elemento de defensa, tan exacto como el que más y un recurso de inmensa utilidad para arreglar á las reses preparándolas á la muerte y colocándolas en su verdadera sazón para esta suerteEn el trasteo de las reses aparece Arjona inmejorable y á una altura inmensa… En el momento de liar no estaba tan perfecto, pero siempre bien colocado; y aun puede disculparse esta circunstancia si se atiende a su escasa talla… Cúchares fue de los espadas que más consintieron a los toros, y por esa razón le descubrían el sitio de la muerte con más confianza… Reconocido es de todos el mérito que Arjona poseyó ocn la muleta… También es público su método en el trasteo…Se le acusaba de que sus estocadas fueron de una sola manera, es decir, dadas en su mayor parte en la suerte de vuelapiés… Se le acusaba asimismo a Arjona de prodigar otra de las suertes que le fueron muy favoritas, cual es la de descabellar”

José Santa Coloma. “Apuntes biográficos de los matadores de toros”. 1877 


"Los aficionados inteligentes, aquellos que saben lo que es el toreo de verdad, se decidieron por el concienzudo Chiclanero, que no llevaba más de siete años de torero y ya era un maestro... El vulgo, la gente menos entendida, a quienes en las plazas les gusta ver a un torero hacer monadas con las reses, aplaudían indudablemente más a Cúchares, porque éste era juguetón, mañoso y divertido; pero no tenía el voto de los entusiastas por la buena escuela...Como director de lidia hay que culparle de haberla desnaturalizado y olvidado, en términos de que hoy ya no se conoce… Nunca se hizo respetar de sus inferiores, que inferiores eran cuantos sus cuadrillas compusieron...Como torero, rayó a gran altura; capeando, nadie ha dado mejores navarras...  fue un buen espada, especialmente en los volapiés, y más que nada en las estocadas a un tiempo, en que alcanzó justa celebridad.” 

José Sánchez de Neira. "El toreo. Gran diccionario Tauromáquico". Madrid, 1879

“Francisco Arjona Guillén (Cúchares). Hemos llegado a un torero excepcional, a un torero que no se parece a ningún otro más que en las generalidades de la lidia, a un torero muy discutido, pero sin razón. Curro Cúchares era (permítasenos la frase) el genio del toreo, si se comprende por toreo el arte de lidiar las reses bravas, el conocimiento de ellas y los medios de engañarlas… Llegó a ser muy pronto, por su disposición natural para el toreo, uno de los discípulos más queridos de Pedro Romero y Gerónimo José Cándido… Era una cosa nueva: una escuela que no se parecía a ninguna escuela, o mejor dicho, que no era escuela. Curro, aparte de las generalidades, era u lidiador de todo punto original. Se veía que, sin equivocarse nunca, daba a cada toro lo que era suyo. En las suertes de capa, en el banderilleo, en los quites era consumado, sin rival; no había situación apurada, para la cual no improvisara un recurso con asombro de los aficionados. Su muleta era perfecta, admiraba, de una precisión y de una potencia extraordinarias; y no sólo de defensa, sino de castigo, de quebrantamiento de los toros, y de tal manera que llegó a decirse que mataba con ellas a los toros antes de estoquearlos. Nadie como él ha tenido tal riqueza y tal variedad y tal novedad de recursos para poner los bichos a la muerte… En situaciones comprometidas le importaba muy poco que le tocasen el cencerro, porque decía: -Peor sería que me tocaran la campana de la parroquia-. En cuanto a recibir, decía que lo que se debía recibir era el dinero… A causa de lo escaso de su talla la suerte de recibir era imposible para Curro… En la suerte del descabello no había nadie ni aun siquiera comparable con él; su seguridad y su fuerza eran admirables… Era un torero de todo punto original, y esto disgustaba en extremo a los aficionados, que estaban metidos hasta los corvejones en la rutina y no sabían salir de ella. El no tenía para nada en cuenta las reglas, hacía lo que mejor se le ocurría, y siempre se le ocurría algo bueno. Era con frecuencia el torero de lo imprevisto… En los cambios en la cabeza era prodigioso: para él no había entableramiento; para él no había picador en riesgo: sus quites eran seguros, y con mucha frecuencia bellísimos… El demostró que el toreo podía ser llevado hasta el alto rango de arte y que podía aplicarse a él el genio. Curro era completamente un artista y tenía la manera de los artistas. Su toreo era completamente original: no se parecía a nada: era el toreo de Cúchares”

Manuel Fernández y González. “Las glorias del toreo”. 1879


“Los maestros de la Escuela de Tauromaquia citan al pensionado Cúchares, con grandes elogios; parece el discípulo predilecto; en él veían un futuro lidiador que había de llevar nuevamente á la plaza la castiza brega de Ro - mero y algunos adornos de Cándido que, por su mérito especial y arriesgada ejecución, podía admitir la escuela del rondeño. Curro Cúchares hizo todo lo contrario. Desplegó un toreo basto, con tranquilla, de relumbrón, contrario en absoluto al de Romero; relegó al olvido la suerte de recibir, saliente especialidad del rondeño; se hizo una manera de matar exclusivamente suya, que no era el volapié propiamente dicho ni la estocada arrancando: era un sablazo al revuelo, como decían los no inteligentes. Los entendidos no sabían clasificarle… Curro Cúchares bastardeaba, digámoslo así, la pureza de los principios que aquellos célebres maestros le inculcaron”

Pascual Millán. “La Escuela de Tauromaquia de Sevilla y el toreo moderno”. 1888  


  ¿Qué clase de torero era Cúchares? ¿A qué escuela pertenecía? Dejemos hablar a los que le conocieron. Opinión de D. José Pérez Guzmán: “Toreaba de capa con defensa, pero con poco lucimiento por la escasa importancia que dio siempre a la pulcritud en los detalles, y su inclinación a la chabacanería… En la suerte que imprimió mayor decadencia, fue en la de matar… La suerte de recibir se abolió casi por completo, y los volapiés tomaron nueva forma, viéndose arrancar al matador en semicírculo en vez de seguir la línea recta… Tuvo fama bien poca justificada en su muleta… Cúchares redujo su uso a cansar y aburrir los toros con ella…, y muchas veces enviarlos al arrastradero con solo un puntillazo dado con la espada. En este acierto fue muy diestro”

Antonio Peña y Goñi. “Lagartijo y Frascuelo y su tiempo”. Entre 1900 y 1920?


"Viene de los Curro Guillén y Costillares... Es habilísimo. Da de lado la suerte de recibir, y mata y torea con tranquillo. En una corrida que preside el Duque de Veragua, el gran Cúchares riñe con Chiclanero por quien ha de matar el primer toro. Redondo lo pasa de muleta, pero Cúchares lo mata al revuelo de un capote"

César Jalón. "Grandezas y miserias del toreo". 1933

"Podemos, debemos creer que Cúchares, en toda la primera parte de su vida, de su toreo, ejecutó a la perfección la mayor parte de las suertes de torear. Y esto le dio nombre y prestigio de maestro. Sin embargo, en los Anales se nos cuentan estas palabras con que el maestro Juan Léon hace a su discípulo cariñosa crítica: Ahí tiene usted a este mozo -dice Juan Leónque continúa toreando para darse gusto a sí mismo, sin considerar que lo están viendo... Que en lugar de darse la importancia que debe y puede como espada y como torero, juguetea con los bichos de trapío y de pujanza, haciendo creer que son unos chotos... Por este hombre ni pasa el tiempo ni roza la experiencia,  siempre es Currito, queriendo torear reses por diversión, y de todos modos, y en todas partes... El mozo se hace un viejo de pronto. Y donde el milagro de la suerte había triunfado, triunfa la habilidosa sabiduría de la trampa para sortearla. El arte divino se hace arte diabólico. La luminosa lucidez se empaña de sombría malicia. La suerte más difícil de torear es salvar la vida.Se cambiaron las tornas... la única verdad es la vida, es vivir, sea como sea; salvar la vida, aunque sea con trampa, o por trampa, escamoteando el peligro... El torero que empezó viviendo de milagro por la verdad, acabó muriendo de mentiras por la trampa; acabó por caer en su propia trampa: la de haber querido vivir de mentira, de mentiras"  

José Bergamín. "El mundo por montera". 1936

Cúcharesadmirable y asombroso atronador, matador de tronío y torero atronado, según la frase feliz de uno de sus biógrafos. chares es la figura representativa de la corruptela en aquella época...Torero mañoso y ventajista, que al desnaturalizar la lidia falsea sin pudor y sin escrúpulo los severos principios del arte. Artista del pegolete, maestro consumado de la martingala, matador de "trampilla" y al revuelo...Toreo anecdótico y marginal el suyo, discurre por todos los vericuetos del arte sin dejar en la historia más que el recuerdo de su nombre y la huella de su genio artístico" 

Federico Alcázar. "Tauromaquia moderna".1936

 
"El paso de Cúchares por el toreo se manifiesta, no tanto en el recuerdo de su arte, como en la permanencia de sus invenciones, tenidas entonces por viciosas, y adoptadas después como normales. De ellas es la principal su prurito de torear con la mano derecha... animando la función, como él decía, procurando la amenidad de las suertes, que no era indispensable fueran exclusivamente encaminadas a preparar al toro para la muerte, como era exigencia de la escuela rondeña, que patrocinaba El Chiclanero. No adivinaban sus censores, que con los lances que a ellos parecían más reprochables, dibujaba rasgos definidos del toreo moderno... Entre los adornos que prodigaba se contaban el de golpear al toro en el testuz con una zapatilla que se quitaba. De mejor ley los usaba otras veces, como quitar al toro las banderillas una a una , o darle con el pie en la cara para obligarle a arrancarse. Todo el toreo de recortes y galleos no tuvo para él secretos, y en estos lances por delante tenía sus mejores éxitos" 

José María de Cossío. "Los Toros". 1943

“¿Qué quiere decir Cúchares? Nadie lo sabe ni lo supo jamás… El caso es que este vocablo quedó de uso frecuente en el lenguaje popular, que lo empleó para significar un gran torero y después amplió la acepción a todo el arte del toreo, denominándole, por antonomasia, el “Arte de Cúchares” ¿Por qué? Tampoco puede saberse, porque la verdad es que el arte personal de “Curro Cúchares” no fue prototipo del buen arte de torear, pues lo que hacía en el ruedo era saltarse a la torera reglas, cánones y técnicas, atropellándolos al impulso de su inspiración momentánea, acaso chavacana y barroca, pero siempre sorprendente y de tan salerosa vistosidad que el estilo –si aquello era un estilo- de “Cúchares” resultaba divertidísimo para el público, que no podía apreciar si había oro u oropel en aquella variedad constante de suertes, lances, quiebros, jugueteos, posturas y hasta saltos que el dinamismo incansable del torero le ofrecía sin interrupción y con garbo singularísimo". 

Carlos de LarraCurro Meloja. "Grandes maestros de la Tauromaquia". 1945

"No he hallado cuál fuera el origen de tan renombrado alias de Cúchares, ni la razón de por qué no conservó el de Costuras, que usó su padre... Fué Francisco Arjona Herrera (Cúchares) un caso típico de aptitudes nativas para la profesión taurina... Está demostrado que llevaba en sí ingénita una extraordinaria capacidad para la lidia... En las cartas de Pedro Romero al conde de la Estrella, sobre el funcionamiento de la Escuela de Tauromaquia de Sevilla, se consigna la precocidad de aquel niño prodigio, que era uno de sus discípulos... Había de ser uno de los más grandes lidiadores de su tiempo... La graciosa movilidad de su estilo, pleno de adornos y filigranas de la más pura escuela sevillana, gustó en demasía al público de Madrid; pero la afición no quedó del todo satisfecha con su modo de dar muerte a los toros. Hacía falta más decisión y empuje que los que él desarrollaba... A pesar de poseer en alto grado lo que podríamos llamar intuición del arte taurino, carecía de autoridad en el redondel. Cuando, por razón de antigüedad, le incumbía la dirección de la lidia, en la plaza reinaba el desorden... En lo que nadie pudo igualarle fué en el capeo a la navarra, que dominó en absoluto. Todos los que le vieron torear convienen en que hizo de esa suerte una verdadera creación... De salado ingenio, ocurrente y generoso hasta la prodigalidad, arrastraba al pueblo en favor suyo, más que por la eficacia de su labor, que indudablemente era de mérito, por sus condiciones de carácter. En su época fué el torero más popular y querido"

Natalio Rivas. "Toreos del Romanticismo". 1947


"Curro Arjona no se pareció a nadie; perdió el respeto a Ronda y Sevilla, hizo chafaldita, tártago y burleta de Romero y Cándido, y demostró hasta la saciedad que no hay escuelas que valgan cuando se trata de burlar las inciertas acometidas  de un toro, en cuyo momento son la intuición, la maña individual, el temperamento, el instinto, las facultades físicas, el gusto particular y las aptitudes privativas de cada uno los factores que se sobreponen a toda enseñanza que pretende llamarse escolástica...Cuando le salía un toro de su gusto, se olvidaba del mundo y de sus monarquías, para divertirse con él y realizar los mayores excesos... Su seguridad y su inteligencia le dieron ejecutoria de torero dominador, aunque, en realidad, más que dominar a los toros, los mareaba" 

Don Ventura. "La Tauromaquia en el siglo XIX". 1951

"Curro Arjona no se pareció a nadie; perdió el respeto a Ronda y a Sevilla, hizo chafaldita, tártago y burleta de Romero y Cándido, y demostró hasta la saciedad que no hay escuelas que valgan cuando se trata de burlar las inciertas acometidas de un toro"

Bruno del Amo, Recortes. 1951


"Era de corta estatura, pero ágil, desenvuelto, mañoso, oportuno y muy dueño de sí en todos los casos que exigían una destreza impávida o una solución graciosa y lucida, que él resolvía con jugosa malicia... Sus quites eran siempre en caliente, con un capote vivo, encendido... Con la muleta no hubo quien le igualase... Con el toro difícil derivaba en una lidia falaz, llena de amaños y defensas... Llegó a ser uno de los más grandes toreros que se hayan conocido".

Nestor Luján. "Historia del Toreo". 1954

Cúchares no ha sido un purista del toreo como Chiclanero. Fué más bien un corruptor. Para él no había –o se las había no les hacía maldito caso- ni dogmas, ni normas, ni leyes de torear. Hacía lo que le daba la real gana, y no le interesaba nada más que divertir al público. En ocasiones, más que un lidiador de toros dijérase de él que era un titiritero. Y, sin embargo, fue un torero extraordinario. Conocía como el que más los secretos de la lidia y los practicaba con un dominio total y absoluto, aunque caprichosamente, habilidosamente, trapaceramente, con una habilidad desconcertante y siempre con ventaja. Por eso apenas supo de cogidas. “Las cornás –solía decir- para los demás”. Su competencia profesional, su capacidad técnica era tal, que torear, para él,  era un pasatiempo”

Edmundo G. Acebal. “Joselito y Belmonte. La edad de oro del toreo”. 1961


"La gracia, el donaire y la sabiduría para sonreir ante el toro tienen sólo un nombre: "el arte de Cúchares", término con el que se designa toda la fiesta de los toros... El viejo Pedro Romero tenía debilidad por Currito en la Escuela de Tauromaquia de Sevilla... La competencia con el Chiclanero fue muy sonada... José Redondo (el Chiclanero) era más sobrio con la muleta y en general mucho mejor estoqueador... Era lógico que gustara mucho su toreo a los aficionados más puros. Cúchares, por su parte, habiendo tenido los maestros más clásicos que cabe imaginar, resultó a la postre un torero nuevo y distinto...Desbordaba de imaginación y adornos, era perpetua improvisación y se le veía divertirse con los toros cuando a él le gustaban. Cuando no, le sobraban recursos para lidiarlos sin mayor agobio. Los aficionados más críticos le reprochaban lo que entonces se llamaban "monerías" y siempre han sido ventajas y marrullerías" 

Fernando Claramunt. "Historia gráfica de la Tauromaquia". 1989

"Cúchares dio el primer paso hacia el toreo de hoy, al romper con la preceptiva que limitaba al de su tiempo... Lo que el toreo es hoy empieza a serlo por él... Abandonó el fortín de las reglas para hacer su descubierta y encontró el territorio en que había de desarrollarse después todo el cultivo del toreo de muleta... Cúchares pasa el toreo como medio al toreo como fin. La muleta no solo vale para preparar al toro a la muerte... Cúchares le quita a la muleta su servidumbre de azafata de la espada. La coloca en el trono. Y hace con ella eso: el arte de Cúchares... Si lo hubiera hecho con angustia, pasaría por un héroe. Pero lo hizo con desenfado y eso no todos lo comprenden... Cúchares personifica en el toreo a la imaginación, que es precisamente lo que más escasea en nuestro tiempo... Al toreo de hoy le hace falta una cucharada de cucharismo... Con Cúchares empieza a cambiar la gravitación del toreo, que ya no se apoyará en las suertes de capa y de varas, sino, como hemos visto, sobre el paulatino desarrollo del toreo de muleta"

José Alameda. "El hilo del toreo". 1989

"Fue calificado por Jacques Frances de innovador genial, alegre revolucionario, inspirado creador... El éxito de Cúchares se debe a su excepcional intuición ante los toros, la alegría de su toreo y la variedad se su repertorio de capa y muleta. Impuso los pases con la mano derecha, lo que constituyó una novedad -esta mano parecía reservada para la espada-, rematando a menudo sus series sobre dicha mano con pases de pecho. Los públicos le perdonaban sus frecuentes marrullerías, sobre todo a la hora de matar, debido a su popularidad, con excepción de los partidarios de su adversario declarado, Chiclanero, que tachaban su toreo de ventajista y demagógico...Tras la muerte de el Chiclanero, Cúchares, que ya no tiene rival a su medida, recurre cada vez más a aliviarse con ventajas y marrullerías, aunque perfectamente consciente de lo que estaba haciendo: El dinero que me dan es dinero robado...Cúchares abusaba de los zapatillazos, de los saltos de todo tipo, de sus ventajas a la hora de matar y de vulgaridades tales, como darle puntapiés al toro o acariciarle el testuz de broma con su zapatilla"   

Bartolomé Bennassar. "Historia de la Tauromaquia". 1993


“El toreo de Curro Cúchares combina la intrepidez con la seguridad; la agilidad con el aplomo perfecto; la enseñanza clásica con la inspiración. Además poseía una especial gracia que le haría simpático a las multitudes"

Jorge Laverón. "Historia del Toreo". 1996


"Curro Cúchares era un prodigio en cuanto a los adornos, desplantes, improvisaciones y gracias delante del toro, tanto con la capa como con la muleta. Fue el primero en alargar las faenas y en prodigar los pases con ella en la mano derecha... En Madrid y Sevilla miraban los aficionados con recelo lo que parecían triquiñuelas de un diestro más bullidor que profundo, más divertido que ortodoxo con las enseñanzas de Pedro Romero. Al llegar el momento de la verdad solía echarlo todo a perder. Por otro lado, en contraste con la pureza taurómaca de su rival (José Redondo, El Chiclanero), Curro era del todo anárquico e independiente respecto de las normas tradicionales del toreo... De Cúchares es este iconoclasta comentario, muy en línea con su manera de ser: ¿Las Tauromaquias de Illo y Montes...? ¡Bah! Esas son historias

Fernando Claramunt. "La mirada del torero". 1999

"Cúchares, muleta en mano es lo nunca visto. Aún dentro del trasteo brevísimo de su tiempo, a más de los dos pases  fundamentales encuentra oportunidad de cambiarse en la cara; de bregar con el toro; de tirar del toro por delante, mudándolo de sitio; de recortar al toro; de pasarlo con la mano derecha; adapta a la muleta la suerte del abanico; adapta el girar al molinillo como en el capeo a la navarra; cita a muleta plegada; castiga de pitón a pitón; se ayuda con el estoque; se sienta; se arrodilla; zapatea al toro; le quita las banderillas; y mientras todo, sonríe... La faena de Cúchares, que en la plaza causa maravilla, subleva  a los más estrictos que no ven en sus adornos sino vanidad torera... Por arte de Cúchares la muleta ya es un instrumento distinto, no sólo de defensa en la muerte, sino de una expresión después de él obligada: un medio que explica por qué se torea... A Cúchares le atribuye la tradición el cambio a muleta plegada, quizá ejecutado anteriormente por Juan León. Indudablemente es Cúchares quien prodiga los cambios con la muleta como ningún otro... Cúchares, que alcanzó justa fama con el estoque, sobrino que era de Curro Guillén, descabelló a mucho toros enteros, como alarde, sin haberles entrado con el estoque" 

Robert Ryan. "El Tercio de Muerte". 2000


"Cúchares, pese a los elogios que recibe de sus maestros (de la Escuela de Tauromaquia de Sevilla), desarrolla luego en los ruedos un toreo tan personal, tan peculiar en intransferible, e incluso tan opuesto al que éstos pudieron enseñarle, que no tiene sentido atribuir su indiscutible fama ni su discutida forma de torear a las enseñanzas recibidas en el Real Colegio. Piénsese además que Cúchares ha pasado a la historia como coleta pionera en librar la muleta de su servidumbre estoqueadora, en realizar con ella cosas de tal enjundia que le valieron colocar su arte -"El Arte de Cúchares"- como antonomasia del de torear. Todo esto lo convierte en revolucionario; es decir, en antagonista de las reglas antiguas y olvidadas que se proponía preservar y recuperar la Escuela... Ni Cúchares ni Paquiro se distinguieron precisamente por su dominio de la suerte de recibir, uno de los legados que mejor pudieron adquirir de Romero... Cúchares ha pasado a la posteridad con el sello de mal matador; relegó al olvido la suerte de estoquear recibiendo y se hizo de una manera de matar exclusivamente suya: una mezcla de volapié y estocada arrancando, que sus detractores, con su mijita de intención, denominaban al revuelo"

Santi Ortiz. "Lances que cambiaron la Fiesta". 2004



José Redondo Domínguez, EL CHICLANERO (1819-1853)






Montajes publicados en lafiestaprohibida.blogspot.com



Ya se murió Curro Montes,
Ya se murió el Chiclanero,
Ya no quedan en el mundo
Arte, valor ni salero

 Copla popular

Los partidos van llevando

las cosas a tal extremo,
que por si vale más Cúchares
o es mejor el Chiclanero
la mejor tarde del año
vamos a tener un trueno.


Don Clarencio



Venid conmigo sus amigos fieles,

seguidme todos los del pueblo ibero
a colgar en su túmulo laureles,
a llorar en su tumba al Chiclanero.

Presurosos venid, mi voz os llama;

y al dejar en la huesa el polvo inmundo,
separadle primero de la fama,
porque la fama pertenece al mundo.


Antonio Guzmán


" Soy un torero redondo, como mi apellido"

    José Redondo, El Chiclanero


"Soy más valiente que tú y mejor torero, sobre todo con la espada"

          El Chiclanero, a su maestro Montes



El Chiclanero dijo en cierta ocasión en Sevilla: “Yo no toreo hoy porque estos toros no tienen cinco años, y yo soy un matador de toros, no un novillero”. Recogido en el libro "El toreo. Una visión inédita", de Juan Antonio Pérez Mateos.




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Francisco Montes se declaró su protector, eligiéndolo desde luego para banderillero de su cuadrilla… Son incalculables los triunfos que este diestro adquirió en cuantas plazas se presentaba, en la suerte de banderillas principalmente… En 1842 apareció Redondo con el carácter de media espada, de la cuadrilla de Francisco Montes… No fue efecto de la casualidad el acierto con que Redondo desempeñó su cometido de matador; era un tino instintivo, de imposible definición, pero de cuya existencia no puede dudarse... Redondo es ágil y de excelente figura en la plaza; por esta circunstancia, sabe atraerse las simpatías del público, las que conserva y experimenta aumento, siempre que en los quites a los picadores, practica la suerte de galleos... La suerte de matar, la ejecuta Redondo, bien recibiendo, bien a volapié, pero de cualquier modo, siempre en su terreno: da muy buenas estocadas, generalmente hablando, y es de los que más paran los pies cuando la situación de la res lo permite"

Fernando García de Bedoya. "Historia del Toreo"Madrid, 1850



"El discípulo de Montes a los pocos meses de práctica en los circos... se hizo un banderillero sin rival en soltura, ejecución y gracia; juntando en grado superlativo estas condiciones en la entrada, centro y salida de los lances; familiarizándose con todas las maneras de entrar, llegar y salir a la cabeza de los toros...En la muerte de los brutos no podía llevarse a mayor grado la aplicación del principio aquel de Pedro Romero –a los toros se debe dar lo que ellos piden-...era sobrio en el juego de muleta, que nunca en sus manos pasó de medio auxiliar para inmediatos fines... se arrancaba derecho y corto al volapié y a la media vuelta con los bichos recelosos o reparados...Puede muy bien decirse que fue el torero último de la buena escuela; porque reunió en su persona, y en raro conjunto, las dos escuelas de nuestra tauromaquia; siendo bravo y sereno para aguardar y recibir, como los espadas de Ronda, y ágil y listo para provocar suertes vistosas, por el estilo de la escuela sevillana."   


José Velázquez y Sánchez. "Anales del Toreo"Sevilla,1868

“Redondo fué ágil y escelente figura en la plaza; por esta circunstancia supo captarse las simpatías del público. Practicó la suerte de galleos y quites á picadores como pudiera atribuirse al más distinguido de los diestros pasados y presentes. La suerte de matar la ejecutaba Redondo, bien recibiendo, bien á volapié, pero de cualquier modo, siempre en su terreno. Daba muy buenas estocadas, generalmente hablando, y fue de los que más pararon los pies cuando la situación de la res lo permitía. Ultimamente, este aventajado diestro fue uno de los más notables de aquella época, y con mayor motivo de la presente, si existiera”

José Santa Coloma. “Apuntes biográficos de los matadores de toros”. 1877


"
Si alguna vez se han visto reunidos en un torero la inteligencia en el arte con el complemento de una buena figura y una extremada gracia, han sido en José Redondo (El Chiclanero)... El entusiasmo que sólo su presencia en la plaza causaba entre los aficionados es indecible; bien es verdad que torero de más sal, de más garbo y de mejor planta no es posible pintarlo. Y si a esto se añade que su manera de torear era fina, elegante, sosegada hasta la pausa delante de los toros, más de arte que de piernas, se comprenderá muy bien que era merecida su fama y justa su reputación... Siempre se iba a dar muerte a los toros con mesurado continente, con aplomo y serenidad, son saber, parándose derecho, presentando el trapo con línea recta con la cadera izquierda, arrimándoselo a los morros de la res, y despidiéndola dándole salida larga o cambiándose sobre la cabeza con serenidad... Esto decía un inteligente aficionado en 1845 ...El Chiclanero era sobrio en el juego de la muleta, que nunca en sus manos pasó de medio auxiliar para inmediatos fines...  Redondo no se apartaba un momento de la severa escuela de Romero, y cuando más, a imitación de Montes, galleó con el capote al brazo. En los quites a los picadores nunca usó las verónicas, sino las largas... José Redondo era, además, un buen director de plaza, y a su excelente cuadrilla la tuvo siempre muy subordinada y muy atendida... Más que temerario arrojo (y en esto disentimos del señor Velázquez), demostró siempre valor frío, pero seguro... El arte era lo primero"

José Sánchez de Neira. "El toreo. Gran diccionario Tauromáquico". Madrid, 1879


“José Redondo (el Chiclanero). Tenemos entre las manos un torero clásico… Tenía un instinto segurísimo y le favorecía en extremo su elegancia nativa… Era bien parecido, alto, esbelto… Ya no iba a la zaga de Montes; ya se le había sobrepuesto, según decían sus amigos… Y tenían razón en cuanto matador, en cuanto a torero completo. Joselito recibía siempre que el toro era de recibo, y no usaba del volapié y del descabello sino cuando no se podía hacer otra cosa. Se le veía siempre correcto, siempre en las buenas reglas, siempre fácil, como si el toreo hubiese estado en su naturaleza. Hacía todos los primores del sorteo, y los hacía con mucha gracia. Banderilleaba como un ángel, y en bonituras y trabajo de adorno competía con Cúchares”

Manuel Fernández y González. “Las glorias del toreo”. 1879


“Conocidas las condiciones de Cúchares y Redondo, ¿era posible una competencia? ¿Hay competencia posible entre lo cómico y lo bello? No; la victoria tenía que decidirse inmediatamente a favor del Chiclanero, como se decidió en seguida, reconociéndolo así con actos un tanto equívocos su mismo competidor”

Antonio Peña y Goñi. “Lagartijo y Frascuelo y su tiempo”. Entre 1900 y 1920?


El reinado de la escuela rondeña, y cuando no de Ronda, de Chiclana, legó siempre algún sucesor. Y ya Pedro Romero señala el suyo en el gran Montes…Tampoco Montes, hijo de Chiclana y discípulo de la buena escuela de Ronda, se va sin sucesión. La halla en su paisano, el formidable José Redondo, con quien llega el arte de lidiar reses bravas a la época clásica: todo es en esa fase equilibrio, orden y justeza en la lidia. Se torea bien; se banderillera mejor, y la lidia toda se endereza a preparar el instante supremo; pero a prepararlo por modo brillante”

César Jalón. “Grandezas y miserias del toreo”. 1933


 "El Chiclanero es uno de los pocos lidiadores que en la historia de la Tauromaquia ha merecido el adjetivo de completo, entendiendo por esto su habilidad para el cumplimiento de todas las suertes. El puso en juego todo lo que su maestro (Paquiro) le enseñó en la escuela de Chiclana, ecléctica y general, refínándola aún más y dándola mayor espectacularidad... En el volapié fue José Redondo único e innovador. Le dio un realce sorprendente por el movimiento airoso que imprimía a los hombros al armarse para la muerte, al mismo tiempo que arrastraba el pie izquierdo"

José María de Cossío. "Los Toros". 1943

El Chiclanero.Torero completísimo, lo hacía todo, y, además, muy bien; como con su gracejo peculiar decía él mismo, era “reondo”, igual que su apellido…Completo con la capa, con las banderillas, con la muleta y con la espada. Con ésta, sobre todo, logró ser el mejor de su época, practicando la suerte de recibir como muy pocos y la de volapié como nadieUnido todo ello a su garbosa figura y a la gracia y simpatía con que se producía dentro y fuera del redondel, nada de extraño tiene que sumara una enorme cantidad de partidarios. Mantuvo una reñidísima competencia con Cúchares, al que venció la mayoría de las veces, por ser su toreo mucho más verdad que el del señor CurroMimado por los públicos y amigo de juergas y francachelas, a las que se daba de continuo, vio minada su salud de tal modo, que murió tuberculososo cuando contaba treinta y cinco años de edad. El hecho tuvo lugar en Madrid, el 28 de marzo de 1853... Puede afirmarse que ha sido uno de los diestros que han dejado más profunda huella en el toreo, pues a todas sus envidiables cualidades unía la de estar orgulloso de su profesión… no tolerando que nadie pusiera en duda que era todo un matador de toros, pero de verdaderos toros con toda la barba”

Carlos de Larra, Curro Meloja. "Grandes maestros de la Tauromaquia". 1945

"Era José Redondo (el Chiclanero) un torero excepcional, una cumbre ingente y dominadora para quien el arte taurómaco no tuvo dificultades... Era un torero completo, como no ha habido ninguno, si se ha de creer a todos los que han ejercido la crítica taurina... En general, su toreo se caracterizó por la severa austeridad que distinguió a los rondeños, hasta el punto  de que en raras ocasiones utilizaba la verónica para hace el quite, prefiriendo la clásica larga, que instrumentaba con toda perfección... En quites, banderillas, y en general en todas las suertes, su repertorio era inacabable y selecto... En banderillas casi siempre sesgaba o pareaba de frente... Y llegada la hora de matar, era un verdadero prodigio. La muleta en sus manos parecía que tomaba vida... Siempre que los toros se prestaron a ello los recibió a toda ley... Recibía los toros a la muerte con la perfección y serena justeza que los recibiera Pedro Romero y acometía y consumaba el volapié tan limpiamente como Costillares".

Natalio Rivas. "Toreros del Romanticismo". 1947



"Mozo de figura garbosa y de buena planta, la gracia y el salero con que lo hacía todo cautivaban a los públicos... Con el capote y las banderillas era una notabilidad; con la muleta solamente podía superarle Montes –aunque el Chiclanero toreaba con más elegancia y finura- , y con el estoque superaba el discípulo al maestro, porque si practicando la suerte de recibir era una eminencia, nadie le aventajaba en la del volapié y en las de recurso...En las plazas producía general entusiasmo: no fue, tampoco, rondeño ni sevillano, sino que concilió ambas doctrinas (¿) en un eclecticismo muy personal...Fuera de la plaza necesitaba el ruido, el color de las sensaciones enérgicas y los placeres fuertes, y de no haber rendido tanto culto a Venus y a Baco, de no disipar su salud con exaltaciones amatorias, de no vivir tan deprisa, habría aumentado su celebridad"

Don Ventura."La Tauromaquia en el siglo XIX". 1951 

"La muerte de los toros tal como la ejecutaba Chiclanero era poderosa, casi infalible. Como banderillero ha sido uno de los mejores que se han conocido... Chiclanero era un torero largo y serio. Conocía a la perfección todas las suertes con la capa... Con la muleta era sobrio, muy subordinado a la idea de preparar el toro para la muerte"

Néstor Luján. "Historia del toreo". 1954

Chiclanero fue uno de los lidiadores más completos de la Historia. Con la capa y muleta, fino y elegante como el que más. Con los garapullos, inmejorable en su tiempo. Con la espada, magistral en la suerte de recibir, que nadie superó, y estilista consumado en el volapié. No podía pedirse más. Lástima que su carácter le malvendiera, porque era esquinado, curvilíneo, casi ingobernable”

Edmundo G. Acebal. “Joselito y Belmonte. La edad de oro del toreo”. 1961



"Como banderillero destacaba muchísimo en todas las modalidades, superando a cualquier rehiletero veterano... José Redondo era más sobrio con la muleta y en general mucho mejor estoqueador que Cúchares... A las alegrías y monerías de Cúchares sabía oponer airosos recortes capote al brazo, muy variado y armonioso toreo de capa y una forma garbosa de rematar los quites. Tras lucirse como nadie en las banderillas, tomaba espada y muleta para con un brevísimo trasteo en el que estudiaba bien al toro entraba a matar tal y como el toro pedía, es decir, recibiendo a los boyantes y entrado a volapié a los más parados o recelosos, con un arrojo que levantaba a los públicos de los asientos"

Fernando Claramunt. "Historia gráfica de la Tauromaquia". 1989

"Es probable que, visto con los ojos de su tiempo, en puro presente, El Chiclanero superase a Cúchares. En un momento dado, supera a todos: recibía a los toros mejor que su maestro Paquiro... Pero visto con ojos históricosEl Chiclanero no nos sirve para nada. ¿Puede residir la grandeza en una perfección formal sin un más allá? Fue una culminación, sin duda, pero dentro de un colosal inmovilismo, que no nos lleva a ninguna parte... Descanse en paz... La historia sigue su marcha..."

José Alameda. "El hilo del toreo". 1989

"José Redondo había sido "descubierto" por Paquiro en 1838, quien lo incorporó a su cuadrilla. Excelente banderillero, su fama creció a partir de entonces rápidamente pero, ingrato y pretencioso, rompió con Paquiro en 1844, desafiando, al año siguiente, a Cúchares. Su toreo era austero, clásico, completo: dominaba todas las suertes de la lidia, realizando con el capote quites de antología. Indiscutiblemente muy superior a Cúchares con la espada, ejecutaba, con idéntica maestría, tanto el volapié como la suerte de recibir. Pero juerguista y violento, El Chiclanero llevó una vida disoluta que arruinó su salud y le hizo fracasar muchas tardes. Carecía igualmente de la fantasiosa inventiva de Cúchares" 

Bartolomé Bennassar. "Historia de la Tauromaquia". 1993



“José Redondo el Chiclanero, toreó con gran acierto en 1847, lo que acrecentó su fama, y más aún su soberbia, lo que llevó a decirle al mismísimo Montes: Soy más torero que usted y que todos los que llevan coleta… El Chiclanero es un torero de grandes facultades físicas y desarrollados conocimientos. Domina el arte a la perfección y su toreo adquiere personalidad propia, una armonía particular. En 1851 se inicia su decadencia minado por la tisis"

Jorge Laverón. "Historia del Toreo". 1996

"El Chiclanero alcanza en la lidia el equilibrio de una rara perfección, con acento y bizarría en la muerte...Fue el Chiclanero, tan austero, tan parco, antiguo en el trasteo, en un sentido moderno un verdadero coreógrafo del momento de matar, el último creador de su empaque definitivo... Aunque quede en los anales como el último gran artífice de la suerte de recibir, el último espada que tarde tras tarde puso honor en matar a pie firme, es del volapié de el Chiclanero del que arranca el estilo del estoqueador moderno" 


Robert Ryan. "El Tercio de Muerte". 2000

"Sin embargo, ahí tiene usted a José Redondo (El Chiclanero), que nunca piso la Escuela (se refiere a la Real Escuela de Tauromaquia de Sevilla) ni pudo aprender de Pedro Romero la suerte de recibir, y la ejecutaba a ley, para envidia de su maestro Montes que, pese a su soberbia, no tenía más remedio que reconocer la supremacía estoqueadora de su paisano: Yo no sé qué tiene ese niño -decía- para traerse los toros a la punta del estoque y que se le maten solos tan a ley"

Santi Ortiz. "Lances que cambiaron la Fiesta". 2004






CAYETANO SANZ Pozas (1821-1891)




Montajes publicados en lafiestaprohibida.blogspot.com


"Dentro del gran contingente / de lidiadores y diestros, / ocupa un lugar preferente / entre los buenos maestros. / Hoy del arte retirado / el que ayer fue maravilla, / querido y considerado, / casi olvida su pasado / oculto en Villamantilla"

Dibujo de Redondo y texto publicados en El Toreo Cómico de 27/01/1890


Dibujos de Redondo publicados en El Toreo Cómico de 25/09/1891, con motivo de su fallecimiento el 21 de Septiembre de 1891



"Aún quedaban patillas por la sierra"

        Gerardo Diego


"Cuando el gran Cayetano cruzó la pajiza arena..."
                                                          
     Federico García Lorca


"Como Cayetano toreando, nadie"

            Paco Frascuelo



"En 1844, se comprometió a trabajar en una función de toros que tuvo lugar en la plaza de Aranjuez, los cuales pertenecían a la ganadería de Veraguas: el duque se interesó en su favor, y lo recomendó al cuidado de José Calderón (Capita), célebre banderillero y aventajado lidiador… Sanz fue ajustado el año siguiente de 1845 como banderillero de número, siempre bajo la dirección del citado Calderón… En 1849 fue escriturado Cayetano como espada y en alternativa de un célebre lidiador llamado Francisco Arjona Guillén: fue bien recibido del público… Ocupándonos del año de 1850… solo diremos que ha cumplido hasta a donde sus fuerzas y conocimientos han alcanzado…En nuestro juicio aún no es ocasión de aventurar una opinión que Sanz puede aun dejar desmentida, puesto que estos son los momentos en que se está organizando el matador de toros: tiene vicios que corregir y cosas notables que admirar, pero no existe aún en él esa metodización competente que crea al matador. En el concepto de muchas personas autorizadas valdrá mucho; en el nuestro...  creemos que no debe separarse de su director Calderón (Capita), y en este caso su porvenir será halagüeño, y su crédito excelente.”


Fernando García de Bedoya. "Historia del Toreo".Madrid,1850


"Cayetano Sanz ha luchado, no poco seguramente, por rebasar esa línea que separa a los diestros notables de las celebridades propiamente históricas en su especialidad; alcanzando de sobra en su buen juicio, y en la modestia que resalta entre sus buenas cualidades, que para sobresalir entre sus compañeros de profesión necesitaba más arrojo y firmeza, teniendo ya bastante dosis de táctica y pericia… Aceptado Sanz, como corresponde en justicia, con lo bueno que tiene, y sin exigirle más de lo que puede dar de sí y posean otros, diremos que su renombre está satisfactoriamente extendido por los todos los ámbitos de España y que su recuerdo se conserva con estimación en las capitales y poblaciones de mayor valía de nuestro país… La escuela particular de Cayetano ni ha fijado en la defensa las miras del diestro, cual dicen que sucedía a Geromo (Jerónimo José Candido), ni conspira a la ofensa con maliciosa ventajas, como solía procurárselas Cúchares en sus últimos tiempos"


José Velázquez y Sánchez. "Anales del Toreo".Sevilla,1868

"Recuerdo y recordaré siempre la admirable muerte que dio Cayetano al primer toro de la corrida de Beneficencia verificada el jueves 2 de junio (de 1870). Era el bicho berrendo en castaño y pertenecía a la ganadería de Don Antonio Hernández; se llamaba Listón. LLegada la hora de matar, Cayetano, que encontró al bicho muy noble, lo toreó de muleta de modo pasmoso, girando sobre los talones y siempre con la mano izquierda, al natural y de pecho... La ovación que alcanzó Cayetano es una de las más grandes que he visto en Madrid... No olvidaré nunca aquel maravilloso trasteo"

Antonio Peña y Goñi. Sobre al faena que le hizo Cayetano Sanz al toro Listón. 1870

"El pase natural, que hoy se prodiga hasta generalizarse, nació seguramente con Cayetano Sanz, según deduzco de un relato de la época: Era la tarde del 2 de junio de 1872; corrida de Beneficencia en Madrid. Cayetano, después de brindar, ordenó a los espadas y peones que quedaran entre barreras, y solo en la plaza, y para mayor lucimiento en los medios, sin abandonar la muleta de la mano izquierda, girando los talones de las zapatillas, pegados uno al otro los dos pies y con el cuerpo erguido y flexible, dio seis naturales y dos de pecho ideales para una soberbia estocada arrancando, de la que salió Listón, de Hernández, muerto sin puntilla.... Cayetano Sanz toreó al natural como hoy lo entendemos, fue el precursor que luego habían de seguir Lagartijo y Frascuelo, que alternaron con él, alcanzándole en su vejez. Lagartijo recibió la alternativa de Cayetano Sanz, y Frascuelo perteneció a su cuadrilla"

Gregorio Corrochano. Sobre la corrida de Beneficiencia celebrada en Madrid en 1872


“Cayetano Sanz. Los aficionados sensatos que conocen su carrera tauromáquica, han presenciado después todas las peripecias por que ha pasado el lidiador, llegando en su carrera al bien merecido nombre de toreador de arte, al estremo de llamarle el toreo fino… En muy cortos intervalos ha dejado de trabajar en la plaza de Madrid… En la córte, justos los aficionados é inteligentes, le han preferido siempre á ese cúmulo de matadores que al juzgarles en conciencia en la plaza de Madrid se han visto desvanecidas sus ilusiones… Tiene un eterno agradecimiento al difunto José Calderón (Capita), porque á él debe sus adelantos”

José Santa Coloma. “Apuntes biográficos de los matadores de toros”. 1877

 "Muertos ya Montes y Redondo, quedó designado por el voto unánime de todos los inteligentes como el maestro y profesor de la buena escuela, es decir, del toreo verdad, del que pudiéramos llamar clásico... No ha habido quien le aventaje en los lances de capa a la verónicanavarrasde tijera, y sobre todo, de frente por detrás, ni en los pases de muleta al natural y de pecho; y en cuanto a la ejecución de las suertes de matar, le son comunes todas tal cual están escritas, distinguiéndose mucho en la de recibir, que nadie, después de el Chiclanero, ha ejecutado con tanto arte, aunque la hayan hecho con más valor... Cayetano, sin embargo, tiene, como toda persona, graves defectos, y uno de ellos, que no es el más pequeño, es el de ser tardío en ejecutar…Nace esto de que recuerda perfectamente que para hacer una suerte mal es mejor no hacerla, y si el toro no se coloca bien, o está muy aplomado, o se acuesta a un lado, mientras no lo coloque, le tercie a las tablas o le componga la cabeza, no se irá a él aun cuando se le eche la plaza encima… Cayetano, como Montes, tiene el defecto de ser hombre que pocas veces mata de una sola estocada, sin que acertemos a explicarnos en qué consistía esto, porque él llega con fe y la mayor parte de las veces ahonda, tirándose o esperando por derecho… A pesar de sus años, le sucede lo que los renombrados León y el Morenillo, que mataban toros siendo sexagenarios; bien es verdad que para esto hay que tener presente que es torero de inteligencia, y no ha fiado a los pies lo que deben hacer las manos, que al fin se cansan menos que aquéllos.”


Sánchez de Neira. "El toreo. Gran diccionario Tauromáquico"Madrid,1879


"Cayetano Sanz, que fué un torero clásico, no tiene en la historia el mismo crédito taurómaco, por ejemplo, que Curro Cúchares, que fue un torero barroco...Cayetano, que fue un excelentísimo torero, pero un deficiente matador, la ejecutaba con más habilidad que decisión. Tenía poca seguridad en el momento de meter el brazo; pero en la colocación y cite era de una elegancia suprema. Explicaba la suerte diciendo que, "una vez cuadrado el toro, se le cita enfilando el cuerpo y adelantando al mismo tiempo la pierna izquierda; se le empapa en los vuelos de la muleta,se embragueta un poco y se vacía, cruzando el brazo derecho sobre el izquierdo, resultando la estocada recibiendo en el momento en que el toro humille, sin perder el diestro su posición hasta dejar clavado el estoque. Hasta este momento no puede decirse en realidad que se ha consumado la suerte de recibir."

Federico AlcázarTauromaquia moderna".1936

"Fue maestro indiscutible en los lances de capa a la navarra, verónica, de tijera y sobre todo de frente por detrás. En esta especialidad no tenía rivales en su tiempo. En los pases de muleta al natural y de pecho lucía sobremanera, ayudado de su estatura y gallardía...desmejoraba algo cuando se le presentaba un toro manso y poco presto al lucimiento... A la hora de la muerte flaqueaba y estropeaba en ocasiones magníficas faenas. Tardo y lento en decidirse, en la suerte de recibir logró buenas estocadas, aunque no con mucho valor, sí con el primor de un Chiclanero"

José María de Cossío. "Los Toros". 1943

Cayetano Sanz. Alto, esbelto, arrogante, juncal; bello su rostro moreno y varonil, al que dan más prestancia y más majeza los madroños sedosos de unas patillas negras, encanto del Madrid isabelino... Los madrileños –y más las madrileñas- abren paso a su paso y abren calle en la calle a su torero; porque Madrid tiene su torero y lo proclama con orgullo... Su toreo, que al principio es alegre, zaragatero y movido, y después, cuando Cayetano se encuentra a sí mismo, se convierte en parado, lento, armónico y majestuoso. Y este estilo armoniza tan bien con su figura prócer, y adquiere, a través de ella, tan grandiosos aires de elegancia, que la afición traduce en entusiasmo su sorpresa, porque, en verdad, jamás había visto torear así. Su capote es aristocracia, gracia y soberanía. Su muleta despliega también bellezas mayestáticas. Cayetano, en cambio, es un mal matador, defecto capital en aquellos tiempos. Sin embargo, los públicos se lo perdonan, ante la belleza arrogante y perfecta de su toreo, y le sostienen como figura grande de la Tauromaquia durante más de veinticinco años, de los cuales dieciocho consecutivos es “matador de temporada” en Madrid, y en su plaza torea en su vida nada menos que 325 corridas”

Carlos de Larra, Curro Meloja. "Grandes maestros de la Tauromaquia". 1945

"Cayetano Sanz brilló como pocos en el manejo de la capa y la muleta, pero no pasó, como espada, de una decorosa mediocridad"

Natalio Rivas. "Toreros del Romanticismo". 1947

"Fue el toreo artista de la era isabelina… Aleccionado por el famoso banderillero Capita, que fue un maestro, llegó a torear con una elegancia inimitable en su tiempo, tanto manejando el capote como la muleta, y de no afligirse al entrar por uvas o al contender con toros que ofrecían alguna dificultad, habría sido una figura de mayor relieve… Pero sus deficiencias en la suerte suprema (aumentadas desde que el día 2 de junio de 1856 sufrió en Madrid una cogida muy aparatosa del toro Pedroso, del duque de Veragua) no empañaron el alto prestigio adquirido como torero artista, y tanto cartel tuvo en Madrid como en provincias, incluso en Andalucía. En la capital de España, singularmente, fue elemento poco menos que indispensable durante muchos años."

Don Ventura. "La Tauromaquia en el siglo XIX". 1951

"Cayetano Sanz fue un torero embrujador con la capa y la muleta, buen banderillero... muy conocedor de las reses y afilado en la brega, ágil y pletórico de facultades. Su estilo ha quedado como el de la elegancia proverbial. Lidió y trasteó con serenidad y con un gesto amplio y de gran soltura. Más flojo matando, se cubrió mucho y hubo de entrar casi siempre varias veces para tomar la estocada honda y definitiva. Suntuoso en sus trajes de torear, grave y afectuoso en el trato, fue un cumplido caballero que se recuerda en los anales de la Fiesta como el diestro cuya distinción ha causado más sensación en el público, por ser una elegancia instintiva e indefinida que nadie sabía concretamente a qué era debida, pero que marcaba indeleblemente cuantas cosas hacía Cayetano Sanz en la plaza y que, sin ser un torero apasionante, le ha señalado en el recuerdo de una manera inmarcesible. Pues, como dijo Paco Frascuelo, el hermano del gran matador: "No nubla a mi razón el cariño de mi hermano Salvador, que fue un gran matador, pero como Cayetano toreando, nadie, ni antes ni después de su muerte".Cayetano Sanz fue un clásico absoluto; es decir, el torero que menos gestos innecesarios, capotazos excesivos y trasteros grandilocuentes ha prodigado en el historia de la lidia. Su mesura y su arte llegaron casi a demostrar que la elegancia es una necesidad; sólo por esto quedó como modelo de clasicismo"

Néstor Luján. "Historia del toreo". 1954


"Un precursor debió de tener Lagartijo, en cuanto a su muy cacareada elegancia, y parece que fue Cayetano Sanz...Con Cayetano se empieza a hablar de la elegancia, que parece culminar en Lagartijo y tener sus derivaciones inmediatas en Antonio Fuentes y Rodolfo Gaona... La de Cayetano es una elegancia sobria, castellana, con un matiz más costumbrista...Tal es el precedente de la de Lagartijo, no estrictamente cordobesa, sino finamente romana...Pero ahí está el peligro; en la plasticidad, en lo escultórico, que conduce a concebir el toreo estáticamente, a confundirlo con la estatuaria. La reducción de esta tendencia al extremo origina el posturismo, con olvido de lo que hemos calificado como la belleza transcurrente del toreo, su vivencia en el tiempo... En fin, lo importante es retener la idea de que la elegancia, acaso para algunos sea un valor del arte, pero es un valor secundario y peligroso... Es frecuente que los historiadores señalen al madrileño Cayetano Sanz como el precursor del moderno toreo de capa, aunque envuelto todavía en un repertorio de suertes que más bien parecen rescoldo del toreo primitivo que distinto amanecer del arte. Pero, aún dentro de esa abigarrada comunidad, la verónica empieza ya a tomar relieve" 

José Alameda. "El hilo del toreo". 1989

"Cayetano Sanz y Pozas, al que llamaban Petronio de la Arganzuela.... El aristocrático pintor Madrazo lo inmortalizó en uno de los más bellos retratos de la época romántica... Mientras otros corretean y dan cabriolas frente a los embolados, Cayetano se para con ellos, lancea de capa y remata con finura ante las astas... En 1856 los madrileños le vieron torear en redondo hasta seis pases en los medios o en las tablas después de mandar retirarse a banderilleros y picadores... Alternaba con Pepete la trágica tarde de la muerte de éste... El 15 de octubre confirma en Madrid la alternativa a Rafael Molina (Lagartijo).... Acompaña, ya veterano, muy dignamente en tardes brillantes a la nueva pareja Lagartijo-Frascuelo. La edad le obliga a retirarse, no la afición ni su pundonor"

Fernando Claramunt. "Historia gráfica de la Tauromaquia". 1989


“Muertos Montes y el Chiclanero, la prensa de Madrid proclama que el entronque con el toreo clásico de aquellos grandiosos lidiadores estaba en la concepción artística de Cayetano… Cayetano fue un torero elegantísimo con capa y muleta y algo medroso con el estoque. Siempre conservó sus facultades físicas. Fue hombre inteligente, sobrio y supo administrar sus dineros, justísimamente ganados en los ruedos de toda España y especialmente en el de Madrid, donde fue ídolo”


Jorge Laverón. "Historia del Toreo". 1996

"Con Cayetano Sanz, en su Madrid, se introduce en el tercio de muerte el ideal de la faena cumbre, ya no el trasteo brevísimo,austero, ya no el adorno despreocupado y rebelde, sino un momento de soledad ahondado en una calidad de embestida.... Al torear en redondo, Cayetano Sanz creaba un toreo propio de la muleta. Un toreo que guía al toro sobre la huella de su propia embestida cuya trayectoria se repite y se repite, cada pase en relación directa, como continuación, con el anterior, cada pase que anticipa la dimensión del siguiente... Fue Cayetano Sanz quien acentuó la faena decimonónica precisamente por su arte en ligar los pases, el natural en redondo y el natural con el de pecho, creando de los pases un conjunto; y del conjunto un cuadro plástico a la vez que sinfónico. Porque fue Cayetano el primero en dar al toreo de muleta un sentido musical, el primero en componer el trasteo, en crear una armonía basada en la escala expresiva de los pases, con comprensión de cada suerte como una nota emocional. Alrededor de Cayetano Sanz, alrededor de su cintura, la embestida del toro entra en la línea curva, esboza el círculo, del toreo moderno... Cayetano Sanz liga seis naturales en redondo en la plaza de Madrid y causa asombro"

Robert Ryan. "El Tercio de Muerte". 2000


"Como Cayetano toreando, nadie, decía Paco Frascuelo. Ni su hermano Salvador, ni Lagartijo. Nadie, y no sólo lo decía por el arte de Cayetano, sino en recuerdo de sus lances únicos con la capa a la espalda, aquel modo suyo derivado de la suerte al costado por detrás... Gaona, durante su cuarta temporada española, comenzó a torear al modo de Cayetano...Su capa estaba destinada a restaurar olvidados vuelos al arte. Tan olvidados que la crítica madrileña acabó bautizando con el nombre de gaonera el lance de Cayetano Sanz, el más grande torero que ha dado la capital de España...El clásico quite de Cayetano Sanz, tal y como lo aprendió Gaona de Ojitos, era un conjunto de cuatro suertes diferentes: la primera, un medio farol para echar la capa a la espalda; la segunda, la suerte de Illode frente por detrás; la tercera, a la manera ahora denominada gaonera, pasando el toro ante el pecho; la cuarta, un recorte al molinete, llevando la capa recogida a una mano"  


Robert Ryan. "El toreo de capa". 2012






José Dámaso Rodríguez y Rodríguez, PEPETE (1824-1862)

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Pepete salió a la plaza
como un torero valiente.
Por salvar a un picador,
un toro le dio la muerte
                              
Copla popular

… Saltó al ruedo el tercer toro.
Negro, con la piel tan fina,
que el sol resbalando brillo
de agua corriente fingía.

Ya está Pepete en la arena.

Ya la fiera lo divisa.
Ya hasta el momento suspende
su irremediable caída.

Pepete, como la tarde,
de azul y de oro vestía.
El ala de su capote
revolaba en sangre viva.

¡Qué bien plantado! ¡Qué firme

su arrogancia bien nacida!
Las grandes patillas negras
y la cintura de avispa.
De negro carbón los ojos,
la mano morena y fina.
Como sombra la mirada
de la reina le seguía.

¡Dadme, dadme la garrocha!

¡Quiero ser bandera viva
que en el cielo de esta tarde
flamee su gallardía!

Flotó su cuerpo en el viento.

¡Oh, mariposa cautiva,
clavada por el instante
de la tarde en la vitrina!


Debajo, el toro buscaba
su bella presa perdida.


-¡Que se repita la suerte!-
la reina a voces pedía.
-No la repitas, Pepete!
¡Pepete, no la repitas!
El toro ya está avidado,
y en ello te va la vida.

Nuevamente hendió los aires,
pez de seda en agua limpia
de sol de mayo…
La fiera
le aguardó inmóvil, erguida.
Cinco veces hundió el cuerno
en aquella llama viva.
Disuelto en los cinco chorros
se le escapaba la vida.

Ya se lo llevan del ruedo
con rumbo a la enfermería.
Ya son de vidrio sus ojos
y de cera sus mejillas.
Amarilla flor tronchada
se deshoja su sonrisa…
Sangre y tarde, sobre el ruedo
en claveles florecían.

           Federico Muelas

Alegoría

Pepe-Hillo murió; cabe su fosa

gigantesco laurel brotó altanero,
algunas hojas sobre el Chiclanero,
de otras Montes ciñó la sien gloriosa.

No por eso su pompa majestuosa

perdió el laurel, y con amor sincero
dulce arrimo prestaba al Sombrerero,
Yust y Juan León paz deleitosa.

Un día quiso Dios en su profundo

inexcrutable juicio, que la fama
no dejase a Pepe-Hillo sin segundo.

Llamó a José Rodríguez y hoy lo aclama

en su sepulcro con dolor el mundo
que del árbol aquel cubre una rama.

José Carmona Jiménez. A la muerte de José Rodríguez "Pepete"




"Rodríguez como banderillero fue guapo, listo y largo en la postura de los rehiletes; pero sin afinar la suerte ni en los envites, ni en los arranques, ni en el encuentro con los toros, ni en la salida de la cabeza... le veíamos clavar muchos pares, entrando y saliendo con presteza por un lado y por otro del testuz, sabiendo aprovechar todos los elementos favorables; pero ningún accidente particular y fuera de lo común demostraba en él, como en Redondo, Trigo y Antonio Carmona, al banderillero de primera línea elevado al rango de matador... más bravo que entendido y haciendo consistir el toreo en el arrojo más que en las tácticas cautelosas... ganándose las simpatías de la concurrencia por esa fe en su pujanza, por esa despreocupación en sus faenas y ese atrevimiento de intentarlo todo sin curarse de los peligros de su audacia...viéndosele con pena arrostrar terribles y voluntarios riesgos, empeñando en trazar una línea que nadie osara pisar al lado suyo, a menos que no aceptara un duelo a muerte en una pugna feroz e insensata" 

José Velázquez y Sánchez. "Anales del Toreo".Sevilla, 1868

“José Rodríguez (Pepete). El gran desarrollo de sus fuerzas físicas unido á su rudo ó indómito carácter, y el estímulo de los consejos y advertencias que le daban los principales lidiadores cordobeses, le indujeron á resolverse á ser torero… Pepete fue siempre más bravo que entendido, y de aquí el desconocer las tácticas cautelosas de la tauromaquia… En el año de 1858 puede fijarse la verdadera época de su apogeo y sus contratas á la altura de los matadores de primera clase… En 1861 se consintió tanto en su toreo de poder á poder, que tuvo algunas cogidas en las que fue herido: principalmente las citadas cogidas fueron en la brega de los quites, capeos, quiebros y juguetes; pocas en la muerte de los toros… Murió en Madrid el 20 de Abril  de 1862, al ser cogido por el toro Jocinero, de Miura”

José Santa Coloma. “Apuntes biográficos de los matadores de toros”. 1877


"Al que haya visto despacio lo que es el barrio de la Merced en Córdoba no le extrañará seguramente la determinación de Pepete...En el barrio de la Merced han nacido los que se llamaron Rodríguez, los Bejarano, los Luque, los Fuentes y los Molina, a finales del siglo anterior y a principios del presente...José Rodríguez fue un banderillero regular, y nada más, por espacio de tres o cuatro años… Cuarteaba bien, paraba y clavaba en regla, es decir, con buen arte; pero no medía bien los tiempos. Se anticipaba al tomar la suerte y retrasaba en las salidas...había en él sobrado valor, mejor diremos arrojo, muchas facultades, grandes deseos, pero escasos conocimientos...¡Lástima de hombre!...Un descuido le costó la vida; pero no pudo perderla más noblemente… A costa de la suya salvó la de su compañero…¡Rasgo sublime, muy común en los toreros!”    

José Sánchez de Neira. "El toreo. Gran diccionario Tauromáquico". Madrid, 1879


Pepete. Fue un buen banderillero que cuarteaba bien, paraba y clavaba en regla, aunque no medía con exactitud los tiempos. Como banderillero trabajó con aceptación en las cuadrillas de su paisano Antonio Luque el Camará, Redondo y Cúchares, hasta el año 1850 en que le dio la alternativa en la plaza de Sevilla Juan Lucas Blanco… Trabajó por primera vez en Madrid, el año de 1852… Recorrió las más importantes plazas de provincias, alcanzando triunfos más por su temerario valor que por su inteligencia, y en 1862, por su desgracia, fue contratado por la empresa de Madrid el día 20 de Abril… Su muerte causó honda impresión en toda España; las Cortes se ocuparon de la supresión de las corridas de toros y en la prensa se sostuvieron polémicas acaloradas sobre el mismo asunto. Desde el año de 1801, en que ocurrió el triste fin de Pepe-hillo no había muerto ningún lidiador en la plaza de Madrid… Pepete fue un torero que suplía su escasa inteligencia con su sobrada voluntad, grande deseos de complacer, sus muchas facultades y un arrojo temerario. Con frecuencia practicaba la suerte de recibir”

 José R. Alfonso Candela (Don Cuarteo). “Córdoba taurina”. 1895 


“José Rodríguez (Pepete). Por su modo de matar un buen éxito ha alcalizado. Mas no es nada comparado con el que aun ha de alcanzar”.

 Francisco Soto Fernández. “Perfiles taurinos”. 1896


José Rodríguez (Pepete) 

Empezó de mozalbete 

en el arte embarullado; 

pero logró estar cuajado 

José Rodríguez, Pepete

Ya quisieran más de siete 

llegar á donde él llegó. 

Luego un poco se encogió 

y toreando en Fitero, 

este modesto torero 

su trágica muerte halló

Manuel Serrano García-Vao. "Toros, toreritos y torerazos". 1902  



"Vivió por guapo en el toreo y le mató su ignorancia. Resuelto, brusco, con aliento de titán en oposición a un cerebro de mediana inteligencia, hízose sin embargo camino, llegando a merecer el dictado de diestro temerario" 

Ramírez Bernal (1849-1911)

"Pepete era en compendio un matador seco en el trasteo, que todo su interés lo ponía en dar la estocada, y que ésta fuera de efecto rápido, seguro, esperando o a volapié, hasta apretar en los huesos, o hundirla radicalmente en los blandos"

José María de Cossío. "Los Toros". 1943 

"José Rodríguez (Pepete) murió en la corrida celebrada en Madrid el 20 de abril de 1882, por una cornada que le propinó el miureño Jocinero y que le destrozó el corazón... Madrid entero sintió el horror de la tragedia. Desde el 11 de mayo de 1801, que murió Pepe-Hillo, víctima de una tremenda cogida, no había sucedido desgracia semejante en la plaza de la corte, y, por tanto, era muy raro el madrileño que la había presenciado. Eran sesenta y un años los transcurridos, y de los que vieron el triste suceso la casi totalidad habían muerto... Aumentaba el terror el ser Pepete popularísimo, y aunque como lidiador era basto, por su guapeza y valentía era admirado y querido... La ganadería de Miura, fundada por don Juan Miura en 1842 y continuada por su hijo don Antonio, no había ocasionado ninguna víctima en los veinte primeros años de su existencia. La primera fué Pepete."

Natalio Rivas. "Toreros del romanticismo". 1947

"Fue el primer diestro que ostentó este apodo… Si como tuvo arrojo y fuerza muscular hubiera tenido inteligencia, habría sido un astro taurómaco. Pero únicamente se distinguió por su temeridad y lo atropellado que andaba por el ruedo. En fin, que no le entró el toreo en la cabeza...Murió en la plaza de Madrid el 20 de abril de 1862, compartiendo cartel con Cayetano Sanz,  tras haber sido cogido por el miura Jocinero, berrendo en negro y capirote, que cogió a Pepete cuando éste se disponía a hacer un quite... A los diez minutos murió en la enfermería... Su esposa fue hermana de la madre de Guerrita "

Don Ventura. "La Tauromaquia en el siglo XIX". 1951


"Durante algún tiempo fue banderillero de Chiclanero y a su lado adquirió lo poco que llevo a poseer, en cuanto a conocimientos técnicos....Fue un lidiador envarado, estropajoso y torpón con la muleta, sin grandes condiciones para la brega ni para el trasteo de muerte. Bravísimo, sin afinar ninguna suerte, no llegó ni a ser buen peón. Pero su indomable temeridad le granjeó numerosas simpatías y le sostuvo algún tiempo, incluso ante una personalidad férrea e intrépida, como la de Manuel Domínguez. Su aplomo invencible ante los lances más expuestos, crecía cuanto más tropiezos experimentaba. Juan León, que en toda esta época fue la inteligencia más vivaz y gráfica que tuvo el toreo, decía que Pepete practicaba un toreo de poder a poder, posible con toros nobles y francos, y suicida con un toro algo picardeado... Pepete despreció siempre el toreo de filigranas de Cúchares: creyó ser el continuador de Chiclanero, pero en realidad fue solamente un artista basto y torpe. No supo hacer otra cosa que consentir brutalmente al toro y aguantarle con peligro de su vida... Banderillero osado, salía rebotado del trance, en muchas ocasiones, por anticiparse al tentar la suerte y retrasarse en las salidas; matador bravísimo, más de una vez resultaba cogido por ceñirse demasiado y por recrearse tras la espada sin vaciar con una muleta viva y eficaz"

Néstor Luján. "Historia del toreo". 1954


"José Dámaso Rodríguez y Rodríguez "Pepete I" fue el fundador de una dinastía taurina... Este continuó la mal llamada escuela cordobesa, sencilla y ruda, de valor y de pundonor, por encima de la técnica y el arte... de él arranca precisamente una gloriosa dinastía taurina cordobesa: la de Manolete


José Luis Córdoba."Córdoba en la historia del toreo". 1980

"Cuentan que el primer Pepete fue diestro montaraz, excesivamente recio y rigurosamente temerario. Lidiador de patillas en forma de hacha y capote de paseo que al ceñirlo le cubría desde la rodilla al cuello. Se le ve en las añejas litografías con enorme arrogancia de torero macho...El denuedo le dio fama a este primer Pepete en aquellos años decimonónicos en los que brillaban El ChiclaneroCurro Cúchares y Cayetano Sanz. Con éste alternaba la tarde en la que Jocinero le quitó la vida" 

Filiberto Mira."Manolete, vida y tragedia". 1984

"Representa el ejemplo más adecuado de lidiador basto, zafio, sin arte ni gracia...Los historiadores del toreo coinciden en lo esencia: el sino de un emplazado, sombrío en su andadura torpe hasta un final lamentable...En la evolución, si puede hablarse de tal cosa, entre el matarife y el matador de toros, Pepete permanece más cerca del primero...Su valentía es más bien despreocupación, desprecio del peligro. La perfección de maestros como Manuel Domínguez le provocaba el deseo de imitarlos, saliendo malparado...Con la muleta y la espada quería ceñirse como el gran Manuel Domínguez. Pero se ceñía todavía más, aunque sin arte ni técnica. Juan Léón lo definió gráficamente: "Pepete torea de poder a poder"    

Fernando Claramunt. "Historia gráfica de la Tauromaquia". 1989


“De José Rodríguez Pepete se ha escrito que “vivió por guapo en el toreo y lo mató su ignorancia”. Pepete era un torero de los denominados “jabatos” por valientes, entregados y luchadores, que en la plaza de Madrid, el 20 de abril de 1862, al hacerle un quite a un toro de Miura, con el profético nombre de Hocinero, salió empitonado por el pulmón. Cuando el toro le soltó, se encaminó hacia la barrera desplomándose cerca de ella sin conocimiento. Lo recobró en la mesa de operaciones y preguntó: “¿Es algo?” Era la muerte. Con esta tragedia dio comienzo la fatal trayectoria de la divisa de Miura”


Manuel Ríos Ruiz. "Aproximación a la Tauromaquia". 1990





Antonio Sánchez, EL TATO (1831-1895)


Montaje publicado en lafiestaprohibida.blogspot.com


Toro Peregrino, de la ganadería de D. Vicente Martínez, que cogió al Tato en la Plaza de Madrid el 7 de Junio de 1869
Cogida del Tato por el toro Peregrino en Madrid, de la ganadería de D. Vicente Martínez, el 7 de Junio de 1869.

"El Tato da seis pases naturales, cuatro con la derecha, uno por alto y una corta a volapié en dirección de atravesar; otra en hueso a volapié también, y un gran volapié de los que él da, siendo cogido con el asta derecha, suspendido y volteado, sin hacer caso del diestro cuando cayó"

Boletín de Loterías y Toros. Faena de muleta de El Tato al toro Peregrino. 

"Ya sale la cuadrilla de los toreros
El Tato y el Gordito son los primeros"

Copla


El segundo, Cantarico,
fue matado por el Tato,
que del tamaño de un pito
es mozo de garabato
para extender el trapito.

Quintilla, tras una actuación de El Tato en Cádiz, el 10 de julio de 1853


"Matar, lidiar, y aun torear barato
lo puede hasta el nacido en Compostela,
mas no ose enfrentarse con El Tato"

Gerardo Diego



"El Tato por su juventud, por su graciosa figura, por su genio alegre y bullicioso, por el contraste de su toreo listo y pródigo en animados efectos con la gravedad y comunes trámites de otras escuelas, y  por una atracción simpática, que lo propio influía en las clases superiores que en las ínfimas en declarado favor de aquel afortunado mancebo, tuvo raros y propicios términos de descollar entre los matadores de primera línea"


José Velázquez y Sánchez. "Anales del Toreo".Sevilla, 1868

“Antonio Sánchez (El Tato)… Más de una vez le había visto Curro Cuchares y no dejó de agradarle, y decidió, con el beneplácito de sus padres, agregarle á su cuadrilla en clase de puntillero. Cuchares, con la frecuencia que la Índole de una res le permitía, le hacia salir con el capote á correr al toro y otras á parear. Observando el maestro que no hacia grandes progresos, ni con el capote ni con los palos, comprendió que el muchacho tenia más inclinación á la muleta y el estoque… En 1335 se separó de Cúchares , llevándose los mejores ginetes y banderilleros de su cuadrilla, cuya acción fué desaprobada por sus amigos y considerada por su maestro como una negra ingratitud… Por el año 1859, Antonio Sánchez se hallaba en todo su apogeo y solicitado por todas las empresas… cerrando esta temporada con 45 corridas sin accidentes que lamentar… Seria prolijo enumerar las muchas cogidas que ha tenido, sin que por ello se le notara variar su sistema de tomar siempre, á los toros á la hora de la muerte, cortos y en el arranque derecho”

José Santa Coloma. “Apuntes biográficos de los matadores de toros”. 1877


"Hizo siempre cuanto pudo y estuvo en sus facultades por complacer al público, consiguiendo captarse muy pronto sus simpatías... Mucho debió también a su esbelta y graciosa figura,  a su bonita cabeza, y más que nada a su juventud, porque los primeros años en que usó el estoque parecía un niño animoso que no podía con dicha arma y muchísimo menos con un toro...Se hizo bullidor en la arena, galleaba con gracia, daba vueltecitas en la cabeza del toro y hacía otras monadas que, si no demostraban grandes conocimientos en su profesión, arrebataban al público... Echó los cimientos de su reputación, especialmente, arrojándose como nadie en la suerte de volapié" 


José Sánchez de Neira. "El toreo. Gran diccionario Tauromáquico". Madrid, 1879


Paréceme estarlo viendo todavía, con su pelo rizado, su cara de un blancomate, admiración de todas las ellas, su gallarda figura, sus andares graciosos..Antonio Sánchez, el vencedor del Gordito, el que hundió para siempre en el polvo a la gloria del arte, como los sevillanos llamaban pomposamente a Antonio Carmona..Estaba entonces en la plenitud de sus fuerzas; contaba a miles los partidarios; tenía el ángel en toda su figura, y bajo aquel aspecto de niño grande, detrás de aquellos hermosos ojos, de aquella dulce sonrisa, se ocultaba el valor legendario de los héroes españoles…Era el verdadero tipo de torero, abnegado, generoso, desprendido, noble…Por eso fue tan popular..Todo cuanto ganaba lo invertía en el propio atavío y en socorrer a los necesitados…Nadie tuvo mejores trajes, ni joyas que superasen a las suyas.

Pascual Millán. "Trilogía taurina", 1905

"El Tato mataba más que el Gordito...Su volapié tenía personalidad, elegancia y visualidad, al decir de sus contemporáneos; pero aún en él era desigual, y algunas veces torpe...Por su gallarda figura y su simpatía, por sus esplendideces y su don de gentes, formó a su alrededor un partido numeroso, que le admiraba en la calle y le aclamaba con delirio en la corrida"

F. Bleu. "Antes y después del Guerra". 1914

"Fue el Tato un matador y torero en una época de transición, y une, con su contrapunto del Gordito, los tiempos de Cúchares y Redondo con los de Lagartijo y Frascuelo. Aunque comienza a hacerse notar por sus galleos y recortes dentro de la manera de su suegro Cúchares, pronto se sobrepone a estas suertes su estilo de matar al volapié, sobre todo dando tablas. Esta especialidad constituye para la posteridad su personalidad verdadera, habiendo llegado su destreza de matador a convertirse en proverbial" 


José María de Cossío. "Los Toros". 1943

"Fue El Tato un torero torpón con capa y muleta, aunque muy valiente, y un matador, siempre certero y de gran estilo. Sus perfectas estocadas fueron tan famosas que todavía cuando a alguien se le desea un rápido fin, suele decirse :Anda, y que te mate El Tato. Su rivalidad con El Gordito hizo reavivar la pasión en el toreo... Antonio no pasó de ser un valiente, muy castigado por los toros, por su escasa maestría, aunque con la espada en la diestra tuviera usía y hasta excelencia”  

Carlos de Larra, Curro Meloja. "Grandes maestros de la Tauromaquia". 1945


"Pocos toreros han demostrado desde su niñez una afición tan decidida y resulta como Antonio Sánchez (el Tato)... Aunque nunca llegó a ser una cumbre con la capa y muleta, lanceaba con tales gracias y donaires y ponía banderillas con tanta justeza y arte, que desde el primer día conquistó las simpatías del público madrileño. Ayudaban mucho a ellos las cualidades físicas de su persona... Si se añade que su valor rayaba en la temeridad y su vergüenza torera enorme, se comprenderá que prontamente fuera popularísimo... Remataba los toros a volapié, con un valor tan decidido y con tal perfección, que arrancaba los aplausos a raudales... El 7 de junio de 1869, en corrida celebrada en Madrid, el toro Peregrino, de la ganadería de don Vicente Martínez, a la tercera vez que entró a matar le cogió, produciéndole una herida en la pierna derecha... Hubo que hacer la amputación por debajo de la rodilla, que soportó con un valor asombroso".

Natalio Rivas. "Toreros del Romanticismo". 1947

"Antonio Sánchez tuvo una característica que labró su personalidad: su forma de matar los toros en la suerte del volapié, a la cual imprimía un sello especial, consistente en que, antes del envite, daba una patadita, y entraba luego con tal denuedo, elegancia y gentileza, que el entusiasmo del público se producía simultáneamente. El volapié le dio superioridad entre sus compañeros; pero se trataba de un volapié que ya no era el de las reglas escritas por Pepe-Illo y Montes, sino que exigía la colaboración de la res, que ésta hiciera algo por el matador, iniciándose así la ejecución de la estocada arrancando, que ed lo que, en realidad, vemos practicar hoy... Tres cosas influyeron para labrar su fama: el volapié, la simpatía y su rivalidad con el Gordito...Fue el Tato corto con la muleta, pues toreaba con ella atropelladamente, por lo común...A su falta de ligereza en las piernas para salir de la suerte de matar con desahogo hay que atribuir la cogida que le dejó inútil... La suerte suprema le debe mucho, pues él fue quien principalmente desterró el inmoderado uso que se hacía del metisaca, como si se tratara de un procedimiento digno de aplauso." 

Don Ventura."La Tauromaquia en el siglo XIX". 1951 


"Antonio Sánchez, el Tato, cuyo nombre ha quedado en la historia del toreo como el de uno de los toreros más gallardos que se han conocido... Su emperejilada elegancia, sus gestos en la plaza, la manera de dar el paseíllo, la arrogancia de su figura, todo predisponía en su favor y producía un irreflexivo y loco entusiasmo en el público... Muy parco en el trasteo de muleta, con mucho donaire y malicia en los adornos de capa, borroso y sin limpieza en las banderillas, se especializó en la muerte de los toros al volapié. Para ello, citaba muy en corto, daba una clásica patadita y entraba muy recto, se cerraba contra el toro, y practicaba la suerte de una manera arrojada; tenía el defecto de vaciar sin empapar totalmente al toro... Asombra la cantidad de puntazos y heridas que recibió por matar e este modo a sus toros...Y todo porque, como decía Cúchares "vaciaba a los toros con el cuerpo" y no con el engaño"


Néstor Luján. "Historia del toreo". 1954

“De acuerdo que con capa, muleta y banderillas era una mediocridad, que se embarullaba más de la cuenta y que acaso por esto su suegro pensase más que nadie en él, cuando le decía a su hija: “No todos los toreros pueden decir como tu padre: güervo, y güerven”. Pero las pinturerías y alegrías que Antoñito le echaba a las cosas y la patadita con que anunciaba sus grandiosas estocadas, enfebrecía a las gentes y volvía loco a los espectadores”.

Edmundo G. Acebal. “Joselito y Belmonte. La edad de oro del toreo”. 1961



"Mimado por los públicos, muy celebrado por las estocadas que propina, si bien en los trasteos con la muleta se le censura el uso de la mano derecha y el toreo movido... Con la muleta nos cuentan sus contemporáneos que toreaba encorvado y movido, con poco dominio, lo que en ocasiones podría dar un aire de inseguridad y riesgo que aumentara la emoción en los tendidos. 
Con la capa, los galleos, recortes, adornos garbosos y valentía no admiten discusión... El capote del Tato seguía la escuela de Curro Cúchares por lo adornado, pero le imprimía una nota de gravedad y hombría más recia... El fuerte del Tato era la espada en la suerte del volapié, que perfeccionó más allá de la técnica de Costillares y de José Redondo... Por otro lado se le criticó su labor como director de lidia, para lo cual carecía de cualidades y aplomo en el mando" 

Fernando Claramunt. "Historia gráfica de la Tauromaquia".  1989

"Antonio Sánchez, El Tato, fue un estoqueador muy interesante para sus contemporáneos. Incluso, de mucha personalidad. Famosa fue su patadita, con la que se apoyaba sobre el pie derecho antes de arrancar a volapié. Pero eso no pasa de ser una anécdota... El Tato es una figura romántica y doliente, que no dejó más que la estela melancólica de su desgracia"

José Alameda. "El hilo del toreo". 1989

"En los quites, el galleo y jugueteos con el capote consistía el mejor resorte de su buen éxito"

Daniel Tapia. "Historia del Toreo". 1992

"El Tato tenía un valor sin límites y manejaba el estoque con habilidad y rapidez. Especialmente preocupado por su apariencia, usaba trajes de luces muy suntuosos, su escaso dominio de la muleta hacía que su toreo resultase excesivamente movido...A pesar de sus espectaculares manifestaciones, la competencia entre El Tato y Gordito no había sido capaz de tapar las limitaciones artísticas de estos dos hombres ni tampoco sus debilidades técnicas. Su rivalidad no pudo hacer olvidar a los aficionados aquella otra mucho más apasionante que durante algunos años había enfrentado a los partidarios de Cúchares con los de El Chiclanero

Bartolomé Bennassar. "Historia de la Tauromaquia". 1993


"El Tato, después de haber sido el mozo mejor plantado y mejor vestido de toda España, el más enjoyado, cuyos brillantes y cadenas de oro causaban envidia al marqués de Salamanca tan lleno de deudas, acabó tristemente y cojo, como empleado del matadero de Sevilla. En la corrida que celebraba la nueva Constitución Liberal un toro le alcanzó y fue preciso amputarle la pierna. Soportó la dolorosa intervención sin quejarse. Al terminar los doctores, el torero mutilado lanzó una inolvidable frase: "¡Adios Madrid!"


Fernando Claramunt. "La mirada del torero". 1999





Antonio Carmona y Luque, EL GORDITO (1838-1920)




Montajes publicados en lafiestaprohibida.blogspot.com



Dibujo de Redondo publicado en El Toreo Cómico de 03/09/1888



Retrato de El Gordito en 1908, publicado en La Corrida de 11/05/1908


"Ya sale la cuadrilla de los toreros
El Tato y el Gordito son los primeros"

Copla

"Carmona había visto en Portugal una colección de quiebros, cuarteos y cambios, que nadie ejecutaba en España con toros de asta libre, y el avisado mancebo comprendió perfectamente que quien llegara a hacer aquellas cosas en un país, donde el estudiante Falces mereció que le pintara Goya en el acto de quebrar a los toros, en medio del coso y embozado en su capa, se elevaría sobre todos sus contemporáneos, como lo hizo Francisco Montes por aquel vigor de piernas y brazos… Antonio Carmona sacó al cambio mucho más partido que el logrado por Francisco Montes del salto de la garrocha... Llevó el cambio hasta la extravagancia, excediendo los límites de la conveniencia... Antonio Carmona no ha tenido predecesores inmediatos ni rivales como banderillero… Con solo bregar corto, franco, limpio y desenvuelto, sin habilidades extraordinarias todavía, se elevó sobre todos y los más aplaudidos... Carmona es la personificación de lo que ha dado en llamarse toreo movido"   

José Velázquez y Sánchez. "Anales del Toreo"Sevilla, 1868

“Antonio Carmona (El Gordito). Respecto á la suerte de banderillas, dando el quiebro, que con tanto lucimiento ha ejecutado el Gordito, que asi como Francisco Montes fué una notabilidad en sus primitivos tiempos en el salto de la garrocha, no lo fué menos Antonio en esta, que bastó vérsela hacer en una corrida en Sevilla en Abrii de 1858, para que la prensa estendiera su fama y las empresas de todas partes procurasen ajustar al mancebo, que á cuerpo gentil, com o dice mi amigo Velazquez, burlaba los toros y los harponeaba con una soltura inimitable. Después que la suerte fué más conocida, la amenizó Carmona, colocando los pies dentro de un aro, atándose las manos, poniéndose grillos como Barcáiztegui, sentándose en una silla frente al toro … y llegó más de una vez, en obsequio de la verdad, á la inconveniencia… El cambio y el quiebro, tal y como deben hacerse casi siempre, los ha ejecutado sin competidor Antonio…No ha llegado á nuestra noticia, que en el tiempo que lleva de matador de toros, haya sufrido cojida alguna de consideración en que la ciencia de curar haya tenido necesidad de emplear sus auxilios. Mucho dice en su consideración esto, puesto que se trata de un lidiador que constantemente estuvo afrontando los peligros… El que ha sabido sobresalir en todas las suertes del toreo, puede muy bien, si quiere, enmendarse más con el estoque y arranca con sujeción estricta á las condiciones del toro que haya de rematar”.    

José Santa Coloma. “Apuntes biográficos de los matadores de toros”. 1877


"Manejaba regularmente la capa y pareaba con gracia... En 1858, practicó en Sevilla públicamente la suerte por él inventada de poner banderillas al quiebro o a cambio, que por lo sorprendente y por lo que tiene de arrojada y serena entusiasmó hasta el delirio a los que la presenciaron... En aquellos primeros años ganó más dinero siendo banderillero, que los mejores espadas matando... Porque era efectivamente asombroso ver a un hombre, en el centro del redondel, atadas las manos unas veces, otras con grillos en los pies, o dentro éstos de un pequeño aro o del hueco de un pañuelo, llamar a un toro, verlo llegar, inclinarse a un lado, y sin mover nada, absolutamente nada, los pies, darle salida por un lado, clavándole los palos y quedándose de brazos cruzados, esperando tranquilo el aplauso... El Gordito, en todas las de banderillas, ha llegado a una altura a que pocos se han acercado, clavando pares de todos modos, siempre bien y con arte... Pero en cambio tiene graves defectos como espada... Su muleta es de defensa, ciertamente, pero de mareo, si se nos permite la frase: su toreo es delicado, esmerado, pero no es fino, ni clásico. Se aparta tanto de Ronda como se acerca a San Bernardo"   

José Sánchez de Neira. "El toreo. Gran diccionario Tauromáquico".Madrid, 1879

"Es un diestro que vale mucho, por más que no quieran concederlo sus contrarios... Toreó en 1854 en Lisboa, y allí entusiasmó a los portugueses con la variedad de clavar rehiletes… Pero donde verdaderamente arranca la celebridad de Carmona es de 1858, en cuyo año dio por vez primera el famoso cambio a cuerpo descubierto, de que se le considera inventor, porque hasta entonces nadie lo había efectuado de esa manera. Sevilla fue la ciudad que primero lo presenció, en las corridas celebradas durante la feria de aquel año, aplaudiéndolo frenéticamente.  Desde este afortunado instante, el Gordo se captó las simpatías del público y se vió solicitado de todos, recorriendo las principales plazas y ejecutando la nueva suerte en medio de las mayores muestras de admiración y afecto... El Gordo es un torero de la Escuela sevillana, que conoce la rondeña y la practica cuando lo estima conveniente. Banderillea magistralmente y maneja la muleta con singular destreza, pero hiere por lo general cuarteando, razón por la cual da pocas estocadas buenas. Este defecto y el de adornar excesivamente las suertes lo ha tenido desde principiante"

J. Sánchez Lozano. "Manual de Tauromaquia".Sevilla,1882

“El Gordito, que no trabaja ya, pero que vive entre nosotros, … Inventor del quiebro, ha sido el primer banderillero de su época, llegando a tal altura, que muy contados sucesores han podido alcanzarle. Como peón y como torero inteligente, ha sobresalido entre todos; como espada, no ha sobresalido nunca. Su muleta ha sido siempre de defensa, su capote inimitable, capaz en todas épocas de parar y dominar a los toros más difíciles”

Deverval. “El mejor espada, Frascuelo”. ¿1887?  


“Antonio Carmona sabía; pero todo lo confiaba al vigor de sus pies; no trajo un estilo serio. Tenía el diestro gran conocimiento de las reses, intuición torera, es innegable, y valido de ello supo echar tierra á los ojos de cierta parte del público, de ese público que se impresiona fácilmente, que quiere en la plaza algo de circo ecuestre, que no goza con el toreo verdad, que se alegra con la animación del ruedo sin dársele un ardite de lo demás. Para los sevillanos, Antonio Carmona fué el número uno, el torero sin rival de aquel tiempo, la gloria del arte, el genuino representante de la llamada escuela sevillana, el jefe indiscutible de ella. Cuando un toro se presentaba bravo y noble, tomando cumplidamente el engaño, sin que en el tanteo diese motivo de alarma, el Gordito estaba en su elemento. ¡Qué pases! ¡Qué cambios! ¡Qué trasteo de muleta hecho en un palmo de terreno! ¡Qué juegos, qué monadas!... Pero si el toro no tenía esas condiciones, si el tanteo no daba lugar á confiarse, se recurría al barullo, á la zaragata, extrañándose á cada momento delante de la cabeza, sin parar nunca, sin rematar los pases, atisbando el momento de dar un estoconazo para salir del compromiso, sin desavío en la persona. Y así pasó el Gordito su vida torera, sin haber tenido cogidas de importancia. Trajo Carmona una especialidad: la de poner banderillas al quiebro; suerte lucida, que indica gran serenidad y requiere vigor excepcional en las piernas y flexibilidad de acero en la cintura. Carmona practicó la suerte á la perfección; pero no pasó mucho tiempo sin que la desnaturalizara; acudió á la silla, y no hubo aficionado regular que se dejara alucinar por tal farsa. La única nota seria de su estilo desapareció al aparecer la silla”.

Pascual Millán. “La Escuela de Tauromaquia de Sevilla y el toreo moderno”. 1888 


 Antonio Carmona (Gordito) 

Con capa y muleta fué 

un diestro de lo mejor, 

con los palos, superior, 

maestro de P y P. 

Matando, de sobra sé 

que no fué de los mejores; 

pero en cambio sus primores 

en monadas y floreos, 

recortitos y galleos,

 fueron siempre superiores. 

Manuel Serrano García-Vao. "Toreros, toreritos y torerazos". 1902  



"El Gordito que, como banderillero, no sólo en la suerte que tantos lauros alcanzara, sino en todas las de clavar los palos, llegó a una altura que pocos consiguieron, como espada, siendo de los de primera línea, no alcanzó igual nombradía……..Hijo, tal vez, de su temperamento y de su mucha agilidad, su toreo era alegre y pecó de poco sentado... El capote y la muleta los manejó con mucha habilidad y lucimiento... No diremos que tenía el clasicismo que algunos aficionados hubieran querido; pero sí aseguramos que era vistoso, elegante y de mucha defensa...En el momento de clavar los estoques era de los que cumplían... A veces se salía de la recta y marcaba demasiado cuarteo al meter el brazo, y otras consumaba la suerte como prescriben todas las tauromaquias"  

Biblioteca Sol y Sombra. Volumen XII. Madrid, 1908  

“Pero no bien Curro Cuchares presenta en Madrid, como discípulo suyo, a Antonio Sánchez, el Tato, y en cuanto éste comienza a estirarse como torero, ejecutando con suma gallardía toda clase de adornos, surge un banderillero excepcional, un verdadero coloso en esta especialidad Antonio Carmona, el Gordito, el cual aplaudido delirantemente al practicar la suerte de su invención llamada «banderillas al quiebro,» empuña estoque y muleta, hácese matador, y establece con el Tato la más formidable de las competencias, de que hay ejemplo en la historia del arte de lidiar. Al llegar a este punto puedo dar fe de los hechos como testigo presencial… En esta competencia, elTato representaba la verdad en la suerte de matar. Eso solo le bastó para vencer a su adversario en Madrid… El volapié verdadero, el volapié mejor, como le llama Montes, fue su única arma, para alcanzar victoria indudable sobre el Gordito.

Joven gallardísimo y desenvuelto; lleno de gentileza y-animación, el Gordito maravillaba a los aficionados, no sólo con el famoso quiebro, sino con las extravagantes suertes en que le hacían degenerar su creador. Antonio Carmona era un torero consumadísimo, dotado de una serenidad de ánimo y de una frescura admirables, maestro en el arte de lidiar, y cuyo temperamento revoltoso y bullidor prestaba a los lances que ejecutaba, movimiento brillantísimo y vistosa exterioridad… Matador de toros no lo fue jamás Antonio Carmona, porque viciado a bullir delante de la cara de los toros, no  supo pararse nunca en el momento de estoquear.

Su naturaleza se prestó a todas las suertes que dimanaban del cuarteo; aprendió a descabellar, a dar puntilla con perfección, y si los recortes, la monadas, el vino bebido delante del testuz, el sombrero colgado en el cuerno, el descabello a pulso y el cacheteo de ballestilla; si los galleos y los recortes de toda especie tuvieron en el Gordito lucidísima ejecución, en cambio esas mismas circunstancias, flor y nata del toreo movido, le imprimieron la huella de un pecado original: el pecado del cuarteo. No pudo parar con la muleta, no pudo arrancar derecho con el estoque… EL vertiginoso bullir de Cármona que hacía aclamar indignado a Pepete:—eso no es torear, sino hacer títeres con los toros, perdió en absoluto su mérito en Madrid, donde elTato primero y Lagartijo y Frascuelo después, evidenciaron ante el público el mérito de la suerte de matar. Y como en ella no tenía defensa el Gordito, todo su toreo calló estrepitosamente. Inútiles fueron los esfuerzos del inventor del quiebro para recuperar su; influencia que había ya perdido en absoluto; todos sus afanes se estrellaron ante la afición guiada hacia nuevos derroteros por los jóvenes campeones del porvenir, por Rafael Molina y Salvador Sánchez”.

Antonio Peña y Goñi. “Lagartijo y Frascuelo y su tiempo”. Entre 1900 y 1920?


"El Gordito pensó que los quiebros a cuerpo limpio que daban a los toros los diestro lusitanos, serían de gran efecto aplicados a los rehiletes...Realmente, eran tan limpios, tan precisos, tan gallardos y tan emocionantes los pares al quiebro de el Gordito, que su nombre se anunciaba en los carteles con letra mayores que los espadas; cobraba más que éstos, y su presencia se hizo indispensable en toda corrida de fuste... Aunque carecía de algo primordial en aquellos tiempos –el valor y arte necesarios para matar los toros a la perfección-, por su toreo alegre, movido y gracioso con capa y muleta y, sobre todo, por su extraordinaria manera de banderillear al quiebro, se colocó rápidamente en primerísima fila... Fue celebérrima la competencia que mantuvo con El Tato"   

Carlos de Larra, Curro Meloja. "Grandes maestros de la Tauromaquia". 1945

"Una larga temporada que permaneció en Lisboa, le permitió fijarse en los quiebros a cuerpo limpio que daban los toreros lusitanos; germinó en él la idea de realizar tales quiebros con las banderillas (suerte que, aunque no era original, pues ya se practicaba en el siglo XVIII, pareció de nueva creación por ser desconocida de los aficionados de entonces), y al ejecutarlos por primera vez en Sevilla en el mes de abril de 1858, promovió un entusiasmo delirante… Su popularidad a partir de entonces fue inmensa... Antonio Carmona tuvo un conocimiento grande de las reses, se adornaba mucho con el capote, las banderillas y la muleta, hasta el extremo de pecar su toreo de excesivamente barroco; pero cuando le salía un toro a su gusto –cosa que ocurría de higos a brevas-, nadie le superaba manejando el rojo engaño. Su punto vulnerable fue el manejo de la espada. Que como torero era superior al Tato, no ofrece discusión, y nadie puede negarle el título de maestro

Don Ventura."La Tauromaquia en el siglo XIX". 1951


"Practicó infatigablemente todas las suertes, y prosiguió su estudio de las condiciones y posibilidades extremas de la agilidad y el juego del engaño en la lidia... Se practicó en una figura que había imaginado, que era el quiebro a cuerpo limpio en la suerte de banderillear, esperando al toro y señalando la salida con el pie...Si como banderillero no ha tenido otro rival que Chiclanero y Joselito, como torero Antonio Carmona dejó mucho que desear. Fue su lidia la que se ha dado en llamar el toreo movido, bailarín y hormigueante de pies que cansa y enerva a los toros...Con la espada cuarteó mucho, y en Madrid, donde toreó en su dilatada vida torera cerca de ciento veinte corridas, por estas considerables deficiencias, no agradó casi nunca su trabajo"  

Néstor Luján. "Historia del toreo". 1954

“La superioridad de El Gordo sobre El Tato se aposentaba en el segundo tercio… Con las banderillas fue Gordito la eminencia más grande de su siglo. Quizá, quizá superior a Guerrita. Además, el muchacho era un verdadero atleta… La fortuna que El Tato no supo encontrar en Portugal, se la trajo Gordito a España en forma de quiebro a cuerpo limpio, con el que se reía de los toros, entusiasmaba a los públicos y le hizo frente al garbo, valor, marchosería y buen arte de matar de Antonio Sánchez… En la suerte de matar, Gordito era un chapucero incorregible”

Edmundo G. Acebal. “Joselito y Belmonte. La edad de oro del toreo”. 1961


"El Gordito era un gran heterodoxo y un gran torero con personalidad definida. Técnicamente introduce en el toreo el quiebro; no sólo con las banderillas, sino como ingrediente en los tres tercios, formado parte de la concepción de la lidia... Lo suyo era siempre espectáculo, alegrías y adornos... Lo de mirar al público tiene en Carmona un precursor... El Gordito pareció dejar sentado que no había torero completo si no dominaba todos los tercios. En el de banderillas fue el primero de su tiempo y han existido pocos que le hayan aventajado"  

Fernando Claramunt. "Historia gráfica de la Tauromaquia". 1989

"A El Gordito más de un crítico y más de un tratadista lo han presentado poco menos que como un titiritero. Pero Antonio Carmona tiene un sitio importante en la historia... Es la personificación del moderno arte de banderillas... Es él quien integra en definitiva el conjunto del toreo, la arquitectura de la lidia, dando jerarquía al segundo tercio, que hasta entonces  venía siendo como la cenicienta del espectáculo, un intermedio abandonado -salvo por excepción- a los chulos de a pie...Hasta que llega Antonio Carmona. Y, al utilizar el mecanismo del quiebro para clavar las banderillas, crea una suerte que deslumbra a los públicos, pero sobre todo tiene la importancia histórica de dar categoría a la labor de banderillas, integrando en definitiva la lidia... Es con Antonio Carmona con quien de verdad se articula la lidia en tres tercios... El Gordito es una figura originalísima desde el punto de vista histórico. Es el único torero que ha logrado estar en primera fila exclusivamente por su labor en banderillas"  

José Alameda. "El hilo del toreo". 1989

"Su precocidad taurina fue extraordinaria... A los doce años mató un becerro en la plaza de Sevilla...el 19 de abril de 1857, en Sevilla, practicó por primera vez el quiebro de rodillas, esperando al toro a pie firme y cuerpo limpio... Impresionó tanto aquello al público, que pronto se extendió su fama y corrió el dicho de PepeteEso ya no es torear, sino hacer títeres con los toros... El 18 de septiembre de 1858 puso en Sevilla un par de banderillas sentado en una silla, y en el mismo mes y en la misma plaza llegó a dar el quiebro con los pies amarrados"  

Daniel Tapia. "Historia del Toreo". 1992
 
"Gordito era un extraordinario banderillero, que causaba sensación con sus pares al quiebro. En su toreo daba riendas sueltas a su imaginación pero mataba muy mal"

Bartolomé Bennassar. "Historia de la Tauromaquia". 1993


"Antonio Carmona el Gordito, uno de los grandes innovadores decimonónicos, es fama que toreó a la verónica brillantemente de rodillas... La tarde más gloriosa de Antonio Carmona acaso sea la del 11 de agosto de 1872, en Jerez de la Frontera... En el quinto toro, Canito, (de Murube) negro, bragado, coliblanco... sus faenas con el capote fueron admirables, y de ellas destacaron tres lances a la verónica hincado de rodillas" 

Robert Ryan. "El toreo de capa". 2012




Rafael Molina Sánchez, LAGARTIJO (1841-1900)















Lagartijo en Andújar, donde vino a presenciar y a asesorar a la presidencia, en la corrida de inauguración de la Plaza que se celebró el 25 de Julio de 1898. Se lidiaron cuatro toros de Trespalacios, que fueron lidiados por Rafael Bejarano (Torerito)











Montajes publicados en lafiestaprohibida.blogspot.com


Dibujo de Redondo publicado en El Toreo Cómico de 15/06/1891, con motivo de su participación en la Corrida de Beneficencia de 1891


Cogida de Lagartijo en la Feria de Julio de Valencia de 1891

Dibujo de Redondo publicado en El Toreo Cómico de 03/08/1891


Dibujos de Redondo publicados en El Toreo Cómico de 26/03/1893, que hacen referencia a las múltiples corridas de despedida de Lagartijo  
Las cuadrillas de Mazzantini, Frascuelo y Lagartijo, en un cuadro de Vázquez Díaz

Rafael Molina Lagartijo. Retrato anónimo. Museo Taurino de Madrid

Retrato de Lagartijo, debido a Enrique Segura


Lagartijo y su cuadrilla en 1887. El retrato fantasma era el de Guerrita, que comenzó en la cuadrilla de Lagartijo, a partir de la temporada de 1885, con el apodo de Llaverito.

Caricatura de Lagartijo, por Daniel Perea

Triunfo de Lagartijo. Dibujo de Daniel Perea


El último par de Lagartijo. Dibujo de Daniel Perea


Madrid: 6 Julio 1899.- Becerrada de la Asociación de Funcionarios civiles. Último par de banderillas puesto por Lagartijo. (Instantánea de Carrión)
Lagartijo y sus subalternos. Óleo de Valdivia

Lagartijo llegando a la Plaza. Dibujo de Luis Ferrant

Lagartijo y el picador José Calderón. 1885. (De la colección de D. Luis Carmena)

Retrato de Lagartijo.

Retrato de Lagartijo con motivo de su participación en la Corrida de Beneficencia celebrada en Madrid el 14 de Junio de 1891

En dicha corrida se lidiaron cinco toros del Duque de Veragua y cinco de D. Antonio Miura

Lagartijo compartió cartel con Cara Ancha, Mazzantini, Espartero y Guerrita.

Dibujo de Redondo representando la cogida que Lagartijo sufrió en la Plaza de Valencia en la Feria de Julio de 1891





Una cogida de Lagartijo en la Plaza Vieja de Madrid. 1885

Dibujo publicado en La Nueva Lidia, 8 de Junio de 1885


Lagartijo dando la puntilla de ballestilla. 1885. Dibujo de G. Palau


Cogida de Lagartijo en la Plaza de San Sebastián, en corrida celebrada el 8 de Agosto de 1886. Dibujo de Alaminos.



Saavedra, Lucano, Séneca,
Córdoba.
Roma canta en la Mezquita,
Guadalquivir medita
el sueño de Abderramán.
La vida, fuerza del sino,
vida en tragedia,
tragedia en juego, Lagartijo:
en las Ermitas
sestean capeadores del Señor.

Miguel de Unamuno. Córdoba



El toreo empezó con Lagartijo.......
Con Rafael Molina, el puro trance
llegó del gesto y de la línea pura,
y la escultura ingrávida del lance.

Fue su toreo amor y arquitectura
en la conciencia de un destino estoico
Barrionuevo lo vio y nos lo asegura"

     Gerardo Diego. De la Epístola a Manolete


¡Qué guapa es la ganadera!
Frascuelo la está brindando
Lagartijo entre barreras
los tufos se está peinando

 Copla

Al pasar San Lagartijo,
se gritaba: "¡Hosanna! ¡Hosanna1"
No hay más que un Dios verdadero
y un Rafael en Epaña.

    Copla 


La vida, fuerza del sino,
vida en tragedia,
tragedia en juego, Lagartijo.

 Miguel de Unamuno


Le canta el pueblo en su cantar sonoro,
le adora como a Dios la tierra baja;
no hay lienzo en marco ni viñeta en caja
que no ostente su busto con decoro.

Rey de la arena, vencedor del toro,
nadie en valor y garbo le aventaba
y lleva entre los pliegues de su faja
la Virgen pura cincelada en oro.

Del Petronio nació junto a la ermita,
y es tan profundo el culto verdadero
que le rinde mi Córdoba bendita,

que cuando al redondel sale el primero
la torre de la arábiga Mezquita
parece que se viste de torero.

Antonio Fernández Grilo. A Lagartijo

Rafael ha descubierto
una manera de herir,
que no la comprende nadie
ni es fácil de definir.

Cuando el toro está cuadrado
no se pone de perfil,
no se tira por derecho;
y, sin embargo, está el chic
en que deja la estocada
en lo alto y hasta allí.

¡Olé por los matadores
que están libres sin lucir!
Guárdeme usted la receta
que la quiero para mí.

Versos referentes a su manera de entrar a matar, publicados en El Loro, de Sevilla, en 1885

I

Lidió con el valor de un espartano;
si no llegó a ser rey de los toreros
matando toros, fue entre los primeros,
el primero, el coloso, el soberano.

El capote de lidia fue en su mano
salvador de infinitos compañeros;
y de los toros, los arranques fieros
dominó con impulso sobrehumano.

En la fiesta en que el pueblo se recrea,
llegar donde otro alguno no llegó,
fue su tenaz, constante, única idea.

El, como César, “vino, vio y venció”…

Si al fin cayó rendido en la pelea,
¡su esfuerzo gigantesco le rindió!

II

Del ancho circo en la candente arena
se destacó gallarda su figura;
ya a nadie es dado rebasar la altura
de que hoy le vemos descender con pena.

Modelo de elegancia, de serena
tranquilidad, de aplomo y de finura,
sólo él causó en el pueblo esa locura
que al héroe y a las masas encadena.

Paseando, llegó donde han llegado
“los pocos diestros que en el arte han sido”…
Sus largas con calor se han celebrado.

¡Hoy se retira, pero no rendido;
tal fue su maestría, que ha logrado
marcharse vencedor, y no vencido!

Manuel Núñez Matute. Dos semblanzas


"Unos saben lo que hacen, y otros hacen lo que saben"

Lagartijo

"En Rafael Molina Lagartijo, hemos visto revivir modernamente ese estilo elegante que se muestra como al descuido y de trapillo en las páginas cervantinas. Ningún torero ha habido más elegante que Rafael Molina"

                                                                   Azorín


“La euritmia de sus líneas era un portento, sobrepasaba en belleza a la estatuaria griega; fue una fuente de belleza que, por desdicha, despreciaron torpemente nuestros artistas, a pesar de tenerla tantos y tantos años ante su vista…”

D. Francisco Alcántara



"Considerado como torero, Molina hace bien lo que hacen todos; pero cuarteando, cambiándose a la cabeza, recorteando en los quites, poniendo banderillas de frente y paso entre paso, haciendo el engaño en la silla, y jugueteando con los toros alegres, gradúa el entusiasmo de fanatismo en todas las plazas...Como diestro ha mejorado en el trasteo de muleta en muy pocos días... Es el término medio en la muerte de los toros entre el Tato y el Gordito; porque ni se arranca y encuentra tan por derecho y arriesgado como Sánchez, ni se remueve y agita en la conformidad que lo hace Carmona; echándose de ver que cuenta con medios suficientes para aprender y progresar"  

José Velázquez y Sánchez. "Anales del Toreo". Sevilla,1868

Lagartijo, ya en la temporada de 1864, siendo banderillero de El Gordito, acreditó ser, no solo un banderillero de habilidad envidiable, sino también un torero de grandes conocimientos en la condición e índole de las reses, y además un diestro con marcadas disposiciones para de él hacer un hábil matador de toros. La primera condición la acreditó en las muchas reses que le tocaron banderillear, en las muchas dificultades que le ocurrieron, y en el desembarazo y lucimiento con que todas las superó… Respecto a la segunda, su capote se hallaba en todas las situaciones de peligro y en todas las en que podía hacerse una suerte de lucimiento: su confianza, su sangre fría y su afición era tal, que improvisaba airosos lances donde y cuando nadie lo esperaba y sus quites en las suertes de varas llamaron tanto la atención que hubieran constituido su reputación si no la tuviera ya bien sentada. La tercera la acreditó en varias ocasiones en que el espada Carmona, su maestro, le cediera para la muerte algunos toros, ya de buen grado deseando su lucimiento, o ya a petición de los apasionados de Lagartijo”.

José P. de Guzmán. “Toreros cordobeses”. 1870


“Rafael Molina (Lagartijo). Perteneció á la cuadrilla del desgraciado José Rodríguez (Pepete), hasta que se incor - poró en la de les hermanos Carmona el año de 1852, con los cuales trabajó en Portugal y otras plazas de importancia…Después de tomada la alternativa ha sostenido, y sostiene hoy, rudas competencias con diestros de alguna reputación, en las cuales, por lo que hemos visto hasta 1877 que terminamos estos apuntes, casi siempre ha salido haciendo tablas, como vulgarmente se dice. Molina, á no dudar, reúne dotes innegables de saber lo que se hace en todas las suertes del arte, pues aun cuando no consuma, ni aun lo intenta, la de matar a toro recibido, consigue muchos aplausos en cuantas plazas se presenta”.

José Santa Coloma. “Apuntes biográficos de los matadores de toros”. 1877


"La oportunidad en los quites a los picadores, el cambio o quiebro poniendo banderillas, y el parear en corto y andando le dieron crédito y reputación...Ve llegar los toros como pocos, y los consiente como nadie… Su muleta no es todo lo buena que debiera y que él pudiera hacer fuese, puesto que algunas veces da pases de defensa y de castigo a la perfección... No sucede esto en la mayoría de los casos en que no concluye los pases, y en aquellos mal llamados pases cambiados, ridículo remedo de los de pecho, que algunos necios aplauden… A veces se encorva al pasar...ni ha aprendido, ni probablemente aprenderá, a recibir toros; suerte principal del toreo, que, por no ejecutarla él y algunos otros matadores, es posible se olvide antes de mucho... La opinión general le coloca hoy entre los primeros y más reputados matadores… En esto no hace el mundo más que justicia, porque Rafael vale mucho, conoce las reses y se arroja al volapié como pocos… Cuando dice “quiero”, se le puede ver; pero ¡si quisiera siempre!"    

José Sánchez de Neira. "El toreo. Gran diccionario Tauromáquico"Madrid, 1879

"Lagartijo es un banderillero superior, que parea magistralmente, quebrando en corto y al paso. Su toreo es muy fino: dá, cuando quiere, pases magníficos, de castigo y defensa que satisfacen al más exigente y se tira á volapié como pocos. Pero no se crea que esto lo hace siempre: con frecuencia se encorva, no remata los pases y de un pasito atrás al herir, en ademan de tomar carrera, lo cual le critican hasta sus mismos amigos con sobrada razón, puesto que se sabe de lo que es capaz... No ha aprendido á recibir y de esperar es que, dadas las circunstancias que le rodean, tampoco lo aprenda en lo sucesivo...Este espada es simpático y afectuoso, pero reservado y poco comunicativo en su trato" 

J. Sánchez Lozano. "Manual de Tauromaquia". Sevilla, 1882

"¿Quién es capaz de dar idea de la soberana elegancia, de la armonía de líneas, de la apostura sin igual, de la gentileza y abandono incomparables, de Lagartijo? Lagartijo torea con el busto. Los pies no hacen sino acompañar los cadenciosos movimientos de una cintura flexible, que imprime a todo el cuerpo ondulaciones llenas de abandono y de gracia. Todo lo reúne. Todo lo que da la Naturaleza y lo que pone el hombre con su esfuerzo individual: la valentía y la elegancia; la tranquilidad y la finura; la vista para ver llegar a los toros, la precisión para consentirlos y el arrojo para despegarlos; la serenidad para apreciar seguramente los contrastes y la viveza para enmendarse en un palmo de terreno; el fondo y la forma, en fin, se dan la mano para hacer de Lagartijo la personificación del torero más perfecto que haya podido existir desde que hay toreros en el mundo"

Antonio Peña y Goñi. 1846-1896 (que militaba en el lado frascuelista) 

Lagartijo, que ocupa actualmente uno de los primeros puestos en el toreo, alcanzado y sostenido con su propio valer, lleva 38 años toreando y continua fuerte y robusto como siempre, estacionado y parado hace algunos años, arrebatando al público en muchas ocasiones, aburriéndole en otras y llevándose tras de su nombre, las simpatías y el aprecio de una gran parte de los habituales apasionados de la afición. A su ligereza inimitable, a la flexibilidad de todos sus movimientos debe el sobrenombre taurino, con el que se le conoce desde su aparición en plaza abierta (Septiembre de 1859). Como banderilleros ha llegado hasta encontrarse con el Gordito, como torero y como peón, tiene facultades excepcionales, ve llegar a los toros, los consiente, los humilla y su elegancia natural borda todas las suertes de capa hasta el extremo de arrebatar al público. Su muleta es buenísima cuando quiere, sobresaliendo en ocasiones dadas, sobre todo cuando preventivamente tira la montera, los pases de defensa y de castigo que ejecuta a la perfección. También suele darlos cambiados y no de pecho y encorvarse y hacer otras cosas cuando se deja en casa la voluntad. Se arroja al volapié como mejor pueda hacerlo otro alguno y hubiese hecho antes de ahora, ha inventado el paso atrás y el cuarteo, sin dejar de herir en la cruz y no ha querido nunca aguantar ni recibir. Es este torero en fin la alegría de la plaza, el rey moderno elegido por algunos, sobresaliente en todo como pocos, pero en su profesión de espada deja algo que desear”

Lagartijo, torero andaluz, con excepcionales condiciones físicas para ser continuador de tan alegre y bonita escuela, es sin disputa alguna la elegancia personificada, el capote más bonito que se presenta en la plaza, el que igualando la maestría de otros varios, añade gracia inimitable a todas sus banderillas y, en fin, el matador también elegante y gracioso, que maneja la muleta con igual confianza y seguridad que cualquier otro… Su escuela es más animada y se presta a variaciones sobre diversos temas, todas alegres, todas sandungueras, todas propensas a la animación y al arrebato de la gente caliente y es indudable que exenta de emociones fuertes, proporciona alegres sonatas de aplausos, justamente prodigados al incomparable garbo del ejecutante… Es inventor de la suerte nueva de atronar los toros con la puntilla”.

Deverval. “El mejor espada, Frascuelo”. ¿1887?  


Lagartijo ponía todo su empeño en recojer la capa allí donde la había perdido. Sien la muerte de un toro no había tenido fortuna, á poco que el siguiente se prestase, quedaba en él á grande altura. De esa época son aquellos grandiosos volapiés en las tablas, entrando corto, vaciando á ley, saliendo de la suerte limpio y rozando los costillares de la res. Siempre, especialmente en los quites, Rafael estuvo en su puesto, sin preocuparse del riesgo que pudiera correr. ¿Había que interponerse entre la fiera y el picador caído? Pues Rafael lo hacía, contando siempre las cornadas como una contingencia de la profesión, que hay que afrontar. El Gordito, sin dejar de cumplir, eso no, los deberes que el oficio impone, no olvidaba el riesgo y procuraba evitarlo, muchas veces á costa del arte. Así es que, mientras Carmona no contaba una sola avería seria, Lagartijo habíalas tenido de importancia. ¡Qué disparidad entre maestro y discípulo!” 

Pascual Millán. “La Escuela de Tauromaquia de Sevilla y el toreo moderno”. 1888    


“Rafael, reúne dotes naturales, que le hacen simpático a todo el mundo; y de ellas, se aprovecha para sus faenas en la lidia. Modesto, aunque celoso de su nombre, no gusta que nadie le aventaje; así es que cuando un torero, por mediano que sea, le emula, entonces Molina luce sus habilidades y no ceja hasta quedar vencedor en toda la línea. Por el contrario, si sus compañeros no le hostigan, se abandona hasta el extremo, que algunas veces recibe censuras de los públicos.

Como torero, indiscutiblemente, es el maestro y el que más vale entre sus compañeros. Del banderillero, huelga cuanto pueda decir; es superior a los célebres de todos tiempos. En el último tercio no hace todo lo que sus amigos quisiéramos: verdad es, que los tranquillos que usa, ha venido a ponerlos en vigor cuando sus gastadas fuerzas no le permiten hacer lo que en los primeros años de su carrera era la admiración de cuantos le vieron. Solo una vez ha intentado la suerte de recibir, y desgraciadamente no la consumó, por echarse fuera. La suerte de atronar los toros con la puntilla, es de su invención; en el ensayo de ella, le ocasionó una cogida una vaca en el matadero de Córdoba… Rafael Molina gana por corrida en la plaza de Madrid, 5625 pesetas, de las cuales le quedan líquidas pesetas 4600”.

Tomás Orts Ramos. “Recortes y galleos”. 1889


“Dícese que es maestro, aun cuando de su escuela no haya salido hasta hoy (que yo sepa) ningún discípulo. No deja de poseer el arte, y durante veinte años ha sostenido su cartel en constante apogeo, y hoy empieza a descender rápidamente, porque Lagartijo sin Frascuelo no resulta, como no puede haber efecto sin causa. Los dos en el circo, complementaban el ideal que en vano sueña la afición constituir en un solo matador; y esta perfectabilidad se formaba con ambos diestros; Rafael era la habilidad, Salvador el valor. Estas dos cualidades juntas en un solo diestro formarían el perfecto matador de toros.

Analizar el trabajo de Lagartijo aisladamente, es descubrir sus defectos, que no son pocos. Con la muleta es un torero mediano (cuando hay quien la maneja con mayor arte y lucimiento) y sí de su modismo al arrancarse a matar se trata, engendra el verdadero volapié una sola vez cada dos años”.

A.  E. Darrabán. “Recortes y capotazos”. 1891


“La historia de Lagartijo es la del toreo en la segunda mitad del presente siglo… La naturaleza le había concedido una inteligencia superior a sus años en el difícil arte de lidiar reses bravas… El aplomo que ha tenido siempre, su elegancia y esa difícil facilidad en la ejecución de cuantas suertes tiene el toreo, han servido para encauzar de nuevo el arte por la buena senda, sosteniéndolo y elevándolo a su primitiva grandeza en medio de la admiración y el aplauso de todos… los públicos todos de España le han visto ejecutar alegres jugueteos, quites arriesgados con elegancia suma, dar largas admirables con marca propia, banderillear rebasando la línea de los que mejor han ejecutado esta suerte, hacer con la muleta faenas artísticas de primer orden y dar estocadas asombrosas con reses de cuantas ganaderías se conocen”

Imprenta de El Enano. “Rafael Molina y Sánchez”. 1893


Lagartijo ha sido el torero que ha ejercido por más tiempo su profesión… Toreó durante cuarenta años, y de éstos veintiocho como matador de alternativa… Con las banderillas en la mano bien pronto oscureció Rafael á todos los más notables de aquella época—y los había muy buenos—igualándose al mismo Antonio Carmona, que fué un coloso en esta suerte. Como estoqueador respondió también á lo mucho que de él se esperaba, compartiendo con el gran Salvador Sánchez (Frascuelo) por más de veinte años el favor y aplauso públicos; y en cuanto á sus gallardías y filigranas toreando, difícilmente podrá llegar nunca torero alguno á la altura que él alcanzó. Sus clásicas é inimitables largas, su elegante juego de muleta y los mil primores que realizaba con el capote, enloquecían al público é hicieron del lidiador un ídolo. Verdad es que el sello artístico que imprimía  Rafael á las suertes, la suprema elegancia con que las practicaba, la entonación, el esplendor, el aroma de su toreo, escapaban á toda descripción…  Lo que hizo Rafael fué fundir en su toreo personalísimo y de atractivo irresistible, el aplomo y la seriedad de la escuela rondeña con los adornos y floreos de la escuela sevillana”.

 Luis Carmena y Millán. “Lances de capa”. 1900


“Por ninguna figura entre las más preeminentes de la tauromaquia, sentí la emoción, el entusiasmo, el delirio que despertaron en mí las incopiables y espléndidas faenas de Rafael Molina… el tipo del torero elegante, sin jactancia ni afectación; el ejecutor de las suertes con un sello de arte y esplendor á que nadie llegó; el rey del adorno, no artificial y preparado, sino espontáneo, natural, ingénito en su figura proporcionada y armónica en todas sus líneas, fué RAFAEL MOLINA. Risa me da cuando hoy veo que se da el dictado de toreros elegantes á personalidades que resultan, al recordar á Rafael, toreros de pandereta. Retirado Guerra, nada queda absolutamente en las plazas que pueda recordar siquiera la obra de Lagartijo. Sus magníficas y majestuosas largas, sus filigranas de muleta variadísimas, su inacabable repertorio en los quites, sus famosas medias estocadas lagartijeras, sus extraordinarios volapiés hasta la taza, sus prodigiosos pares de banderillas en todas partes y de todas maneras… Único torero que no necesitó llegar á ejecutar las suertes para obtener la benevolencia de los espectadores, pues se la captaba solo con pasear su artística figura por el ruedo… Ejercitaba á maravilla el arte de callar, temeroso siempre—pues su instrucción era escasísima—de meter la pata, como él decía”.

Luis Carmena y Millán. “Estocadas y pinchazos”. 1900


“Es de todo punto innegable que Molina tuvo su época de oro que abraza los tres años de 1870 a 1873; después, es decir, al año siguiente apareció con la cierta timidez el paso atrás, y el cuarteo hiriendo a cabeza pasada… Esto no era el arte, eso no era la verdad, y los inteligentes –escasos por desgracia-  señalaron el defecto para que se corrigiese el matador; pero éste no hizo caso de tales advertencias… Rafael tiene una aureola que nadie puede arrebatarle, porque al ponerse a la cabeza de los matadores de toros de su época depuró el arte de la brega, hasta tal punto que es imposible ir más allá porque para enriquecerlo tuvo el genio y la estética en admirable conjunto. No, no ha habido quien le iguale como peón auxiliador y correcto de líneas, oportuno siempre y siempre preventivo. Su manera de torear a punta de capote, de correr ligeramente o pausado, de entrar por derecho y en semicírculo, de parar y consentir a una res, será siempre una invención de la que sólo puede hablarse habiéndole visto y saboreado infinitas veces”

José Ramírez Bernal. “Los grandes sucesos de la vida taurómaca de Lagartijo”. 1901


Rafael Molina (Lagartijo) 

Un matador de verdad, 

pasando fué un gran torero 

y en las largas el primero 

en gracia y habilidad. 

Pasó á la posteridad 

como diestro inteligente, 

y cuando garbosamente 

colocaba banderillas, 

sacaba de sus casillas 

hasta al más indiferente.

Manuel Serrano García-Vao. "Toros, toreritos y torerazos". 1902  


"Rafael nació para torero. El tiempo no ha podido modificar una sola línea de su figura… Ha destacado entre todos; ninguno tuvo una gracia tan llena de vigor, unas proporciones tan estéticas, tan varoniles; un no sé qué superior a los demás… A no existir la estética taurina, él la hubiera creado… Rafael compone un cuadro cada vez que mete el capote... aparece siempre artístico, siempre escultural, siempre dentro de la belleza plástica, siempre dentro de la estética taurina… Rafael ni se da cuenta de ello, porque sus movimientos son naturales, porque no conoce la afectación, porque él es así… Para mí ha sido el torero más grande de estos tiempos... El derroche de estética que esmaltaba todas sus faenas, derroche que enloquecía al público cuando pasaba de muleta, cuando hacía un quite, cuando después de correr al toro a punta de capote, terminaba la suerte con una de aquellas largas que no olvidarán jamás los aficionados antiguos y nunca podrán imaginarse los modernos" 

Pascual Millán. "Trilogía Taurina"Madrid, 1905.


“Caracteres distintivos de su toreo: el valor, sin temeridad; la alegría, sin farándulas; la elegancia, sin amaneramientos; el adorno, sin gárrulos desplantes, y la inteligencia, sin afectación. Su figura, siempre gallarda, tenía mucho de la plasticidad griega… ¿Quién no recuerda aquella manera elegantísima de rematar sus famosas largas?... En él se reunían las esenciales condiciones para obtener aquel brillante resultado: inteligencia, destreza y gallardía. Con las banderillas, dominaba por completo cuantas maneras se conocen de ejecutar la suerte; y bien al cuarteo, de frente, al sesgo o al cambio, Lagartijo, digno discípulo de Gordito, no tuvo rival que pudiera superarle. Algo desigual con el estoque, las tardes que la fortuna le abandonaba suplía con sus profundos conocimientos en el arte las deficiencias de ejecución”

Biblioteca Sol y Sombra. Volumen V. 1906


“Alguien ha llamado a Lagartijo la figura más culminante de la historia del toreo, creador de un modo de torear genuinamente suyo… Con todo el valor, con toda la valentía, que son precisos para sobresalir en tan arriesgada profesión, una inteligencia clara y una comprensión rápida, Lagartijo, porque así lo había querido la Naturaleza, reunía además de tan notables dotes, la de un instinto de tal nobleza artística, que no era en él la lidia de toros ni ese brutal desafió de tu o yo, ni el clownesco espectáculo de la astucia ladina contra la fuerza ciega, sino la lucha caballeresca, si la frase pasa, entre dos enemigos en la que cada cual esgrime todas sus armas, pero sus armas lícitas, que si de traidores intentos veía Rafael hacer uso a su contrincante, no le faltaban recursos para corresponderle en la misma moneda, pues por algo decía él mismo: Con los toros asesinos y ladrones, sólo empleo el juicio sumarísimo

Tomás Orts Ramos, Uno al Sesgo. “Los reyes del toreo” “Lagartijo: su vida, sus hechos, datos”. 1911

"Lagartijo no ha tenido rival con los palos en la mano. Los grandes banderilleros tuvieron y tienen su especialidad. Rafael las reunió todas... El arte de banderillear no tuvo nunca secretos para el bueno de Molina... A impulsos de la corriente y desvanecido progresivamente por los aplausos, llegó a exagerar la nota del adorno; por lo menos fue supeditándolo todo al efecto plástico... La casi completa adhesión del público le perdonaba cien cosas detestables por una buena. Seguro de este cariño, esperaba que llegara el toro apetecido, para recompensarse de los pasados disgustos. A mí no me coge ningún buey, exclamaba cuando estaba mal. Y para él, en esa época, no había más que dos clases de toros: los bueyes, por los que no se dejaba coger, o las contadas babosas que entonces se lidiaba, y con las que se confiaba, estrechaba y lucía" 


F. Bleu. "Antes y después del Guerra". 1914  (un gran partidario de Frascuelo y por lo tanto más crítico con Lagartijo)

 Lagartijo. Lleva en sus venas la sangre de los árabes, y con ella su indolencia proverbial. La apatía y la indiferencia son los rasgos salientes del carácter de Lagartijo… La primera manifestación de las aptitudes toreras de Rafael Molina fue sumamente precoz, y reveló una cualidad que puede llamarse ingénita: el cuarteo… La primera manifestación torera de Lagartijo en la Plaza de Madrid, fué un admirable par de banderillas ál quiebro. Juventud, elegancia y aplomo; todas las cualidades de la naturaleza, y toda la maestría del arte, se mostraron allí de una vez, para realizar la perfección… Un torero colosal, un banderillero único e incomparable y un matador de toros monótono y deficiente por todos conceptos: he aquí el resultado de una crítica serena e imparcial, al estudiar a Rafael Molina, Lagartijo

Antonio Peña y Goñi. “Lagartijo y Frascuelo y su tiempo”. Entre 1900 y 1920?


"Lagartijo fue un torero completo en la total aceptación de la palabra. En algunas cualidades algún torero habrá podido aventajarle; en el armónico conjunto de aptitudes, condiciones y habilidades, ninguno le ha llegado. Así, si su elegancia personal puede quedar  como canon de la elegancia taurina, su concepción del toreo, que plenamente realizó, puede servir de modelo del toreo integral y completo. Admirable con la capa, jamás superado en las banderillas, muletero al mismo tiempo dominador y artista, matador extraordinario en sus primeros años y habilidosísimo después, podía justificar todos los fanatismos que por él sintieran todos sus partidarios. Pero lo extraordinario no era sustancialmente lo que intentaba y hacía, sino la manera irreproducible, el estilo, lo que de personal e incomunicable transmitía a las suertes vigentes entonces en el toreo"

José María de Cossío. "Los Toros". 1943


"De él se dijo que se podía pagar con gusto el dinero de la entrada, sólo por verle hacer el paseíllo... Valiente, audaz y dinámico en sus comienzos, fue Lagartijo después prudente, reposado y tan cauto que usaba artimañas y martingalas constantes para rehuir el peligro con habilidad, pero siempre con arte... Pero, además, fue un precursor. Hasta él la lidia había sido lucha, caza; con él empezó a ser un juego artístico con plástica y belleza, primer paso hacia la estética del toreo actual"

Carlos de Larra, Curro Meloja. "Grandes maestros de la Tauromaquia. 1945

"Lagartijo fué un torero admirable y genial. Los secretos del arte taurino, tan difíciles de penetrar, los poseyó como ninguno. Adivinaba las condiciones de los toros, sus tendencias y sus instintos, con una exactitud y una precisión que no ha tenido rival. En lo que se llama en la jerga taurina saber andar alrededor de los cornúpetas, era un maestro consumado... Tenía una visión de conjunto amplia y completa de cuanto le rodeaba en la arena durante la corrida. Sus ojos de águila abarcaban en síntesis maravillosa la totalidad de la lidia, y por eso, sobre ser modelo de jefe de cuadrilla, fué el más experto, sesudo y avisado director de plaza. Con la capa y la muleta fué un asombro... Con las banderillas practicó faenas sorprendentes... Donde flaqueó siempre fué al llegar el momento supremo de la muerte. Despachaba los toros bien; pero como en el resto de los tercios llegaba a lo sublime, a lo imponderable, resultaba su labor notablemente desequilibrada. Sin embargo, hizo célebres sus medias estocadas -las famosas lagartijeras- que nadie pudo copiar, pero nunca intentó recibir, y siempre dió un paso atrás al arrancarse, defecto que nunca enmendó y que deslucía extraordinariamente el momento en que el espada tiene que demostrar su maestría... De su planta de torero, todos los elogios que se hagan serán escasos. Nunca contemplé en los ruedos taurinos diestro más gallardo y apuesto".

Natalio Rivas. "Toreros del Romanticismo". 1947

El estilo puro, grave y florido a la par, gentil, flexible, sobrio y afiligranado al mismo tiempo, de Lagartijo... En los diez primeros años de la competencia con Frascuelo, fue éste también un gran matador y un torero de arrestos espectaculares; y después, hombre cauto, inventó lo que él llamaba su medicina, el “paso atrás” al entrar a herir, para hacer menos perceptible el cuarteo. En esta forma, y dando al brazo derecho un giro especial, intuitivo e incopiable, dejaba en lo alto una media estocada a la que se dio el nombre de lagartijera, denominación que hoy emplean algunos como elogio, sin saber que se funda en una ventaja, en un “tranquillo”, y con aquellas medias estocadas se fue defendiendo como matador… cuando no pinchaba más de la cuenta… Y ya que hablamos de inventos, digamos que fue creación suya la larga cordobesa, en cuya ejecución era inimitable... 
Magnífico con el capote, portentoso banderillero, maestro insuperable en sus días con la muleta y hábil matador (después de serlo muy denodado durante dos lustros), así fue Lagartijo...Poco castigado por los toros, solamente sufrió un percance grave, una cornada en el brazo derecho, ocasionado por el toro Charretero, de Bermúdez, lidiado en Madrid el 22 de junio de 1873"

Don Ventura."La Tauromaquia en el siglo XIX". 1951


"Lagartijo fue un torero casi completo... Valiente y con una gracia natural y majestuosa en sus primeros diez años... Sus segundos diez años fueron de características colosales: dominador, artista prodigioso y personalísimo, maestro sobrado en todos los tercios menos en el trance de estoquear, en el que se mostraba hábil, pero poco brillante en ocasiones, aunque en otras tenía una categoría indudable... Por haber hecho de la elegancia una necesidad, ha sido el torero más clásico de la Fiesta... De él arranca todo el toreo moderno, y la visión actual de la Fiesta sólo es una estilización en tono muy menor de la estética del maestro cordobés" 

Néstor Luján. "Historia del toreo". 1954

“Aparte sus innumerables y valiosas cualidades de verdadero artista, Lagartijo tenía para los toros un aliado imponderable: la elegancia y majestuosidad de su figura, el empaque, el donaire, una como gracia helénica que cautivaba y enajenaba a su favor el ánimo de los espectadores. “Verle hacer el paseo –decía Guerrita- vale el dinero de la entrada”… En cuanto a su arte, todo elegancia, señoría, armonía, belleza, en fin, además de estar amparado en una personalidad singularísima e inconfundible, en la que el gesto y la actitud servían de decoración sublime a la gracia, se le podía percibir en todo instante el aliento creador de la inspiración alumbradora de una estética taurina hasta entonces desconocida… En el primer tercio, fuera de esa suerte prodigiosa y de maravilla que fue la larga cordobesa, y de su intervención en quites, irreprochable, certera y valerosa, andaba entre lo mediocre y lo notable. En el tercio consecuente era inconmensurable, hasta el punto de que nadie, ni el Gordito antes, ni Guerrita después, pudieron llegar a las excelsitudes de su belleza, aunque superasen los prodigios de la aptitud física y de la capacidad gimnástica. La majestad, la gracia, la belleza, estaban siempre con él por designio de Dios y de la Naturaleza”

Edmundo G. Acebal. “Joselito y Belmonte. La edad de oro del toreo”. 1961



"En casi todas las parejas hay uno que queda y otro que se pierde; uno que deja huella y otro del que solo queda un registro de hechos... En la de Lagartijo y Frascuelo, lo que queda es lo que trajo Rafael Molina: un sentido estético del toreo... Y la presencia clara de los lineamientos del toreo natural, de plantas fijas, ritmo de brazos y de cintura... sin concesiones a la técnica de expulsión del toro, característica del toreo cambiado o contrario"

José Alameda. "El hilo del toreo". 1989

“Para nosotros, Lagartijo era el maestro supremo por su elegancia indiscutible y aquel conocimiento de las reses que le hacían saber casi exactamente lo que éstas podían dar de sí en la lidia y la que requerían, no bien salían de los chiqueros: para nosotros, Lagartijo era el maestro que todo lo sabe... Lagartijo tenía la elegancia suma que siempre le acompañó y aquella majestad, verdaderamente musulmana, que era característica en él"

Ladislao Redondo. "Guerrita, su tiempo y su retirada". 1989

"El cordobés, muy pronto apodado El Califa, cuenta con la aprobación unánime de todos los historiadores de la tauromaquia. Para Vicente Zabala fue “uno de los toreros más largos y completos de los casi tres siglos de vida de la tauromaquia a pie”. Para Auguste Lafront, “el más grande de los toreros artistas del siglo XIX”. Esta unanimidad se explica fácilmente: torero completo y torero artista, cualidades de raramente aparecen juntas... Muy apuesto, con una gran prestancia y una elegancia a la vez sobria y refinada, este cordobés abrió camino a todos los que han querido hacer el toreo una creación artística más que un combate. Eficaz y brillante tanto con la capa como con la muleta, banderilleaba con gracia y garbo y, con la espada, inventó un recurso, la media lagartijera, media estocada colocada exactamente en la "cruz", de efecto rápido".

Bartolomé Bennassar. "Historia de la Tauromaquia". 1993

“El toreo de Lagartijo estuvo caracterizado por la elegancia y la belleza plástica, y también un enorme valor, orgulloso y distinguido. La suerte de matar fue su punto flaco y ello le valió el escarnio de sus enemigos. Tuvo feroces detractores en Sevilla (Unos fanáticos llegaron a cantarle la siguiente chufla: A la una, a las dos, a las tres / asesino cordobés. Muy dolido por ello, Rafael dejó de torear en Sevilla) y en Madrid, y tuvo que sufrir las rechiflas de los partidarios de Frascuelo… Rafael Molina, Lagartijo, reunió en torno así y a su arte a lo más granado de las artes, las letras, la política y la vida social de su época”

Jorge Laverón. "Historia del Toreo". 1996


"Lagartijo fue un torero largo, más elegante que alegre. Dominaba todas las suertes, incluyendo las banderillas. Aunque no le hacía ascos a ningún toro, mostraba sus preferencias por las ganaderías más suaves: como se ve, no hay nada nuevo bajo el sol. Mantuvo con Frascuelo una dura y larga competencia, de la que se puede afirmar que sirvió para consolidar la fiesta de los toros como espectáculo urbano y moderno"

Andrés de Miguel y José Ramón Márquez. "Adiós, Madrid". 1998


"Ante el valor, físico y de piernas, de Frascuelo; ante la fuerza arrolladora, tan entera de cuerpo, de éste, su rival, tan seguro al empuñar el estoque, Lagartijo acompasa la embestida con la cintura, introduciendo en el pase natural un cimbrear lleno de expresividad, de abandono y de gracia"

Robert Ryan. "El Tercio de Muerte". 2000

"De la larga natural creó Lagartijo la larga cordobesa, cumbre de la tauromaquia decimonónica... Las posibilidades que apuntó Lagartijo al pararse en su larga, al iniciarla muy por delante, al traer al toro desde cierta distancia, toreado, sometido, la calidad arrastrada de su lance, el trazo natural, la capa en el suelo, todo apuntaba a lo que sería el toreo de capa a dos manos, más de medio siglo después de la primera larga cordobesa"

Robert Ryan. "El toreo de capa". 2012




Salvador Sánchez Povedano, FRASCUELO (1842-1898)


















Montajes publicados en lafiestaprohibida.blogspot.com


Retrato de Salvador Sánchez (Frascuelo) en el estudio del fotógrafo francés Jean Laurent. 1865


Retrato de Frascuelo dedicado a su amigo, el crítico musical y taurino Peña y Goñi. 1885


Fama y fortuna de Frascuelo. Litografía de La Lidia


Litografía de La Lidia. 1890


Dibujos de Redondo publicados en El Toreo Cómico de 12/05/1890

Frascuelo en una litografía de La Lidia de Daniel  Perea


Frascuelo en una litografía de La Lidia




Cogida de Frascuelo en Madrid en 1887. Litografía de La Lidia




Lámina de La Lidia representando una cogida de Frascuelo en la Plaza de Sevilla, enmarcada sobre un muro del bar El Lacón.





Dibujo de  G. Palau publicado en La Nueva Lidia, 20 de Julio de 1885






Grabado que nos presenta a Frascuelo en la suerte de recibir


Frascuelo perfilándose para entrar a matar a un buen pavo. 1885

Frascuelo perfilándose. Dibujo de Antonio Casero, publicado en El Ruedo del 5 de enero de 1950

Frascuelo en una litografía de La Lidia, por Daniel Perea





¡Qué guapa es la ganadera!
Frascuelo la está brindando
Lagartijo entre barreras
los tufos se está peinando.

 Copla


La España de charanga y pandereta,
cerrado y sacristía,
devota de Frascuelo y de María.

    Antonio Machado


"El Arte de los Toros
bajó del cielo 
y con los memoriales
vino Frascuelo"

                                    Copla del último tercio del siglo XIX

Dio pases con gran salero,
y de veras le aplaudí.....
Me gusta usted más así
que almorzando con Romero;

Redondilla de Don Éxito (Loma)



Las damas de la grandeza/ se pirran por los toreros/ y dieran hasta el curruco/ por ver matar a “Frascuelo”

A los toros con blanca mantilla/ van en coche con aire triunfal;/ no les cabe el curruco en la silla/ cuando ven a “Frascuelo” matar.

                                                              Coplas



Montera sobre el muslo, pie pequeño, entrecejo/ poblado, el fogonazo del magnesio detiene/ en tu recuerdo al toro y en el sepia tu imagen,/ como tuvo la tarde tu capote en suspenso./ Yo te quito las medias de seda rosa, el luto/ rural de tu corbata, que en la cómoda cubren/ mi peina de carey, mi mantilla de blonda.


              María Victoria Atencia. Retrato de Frascuelo. De su libro "La intrusa"




"Nada de alegrías en Frascuelo. Todo serio. A la hora de matar, a matar de veras. Como se tiraba Frascuelo no se tira hoy nadie"

Azorín, en "Dicho y hecho". Destino 1957



"El arte del toro, sin valor, es como un cielo al que le faltara el Sol; sería cielo, es verdad; pero sin claridad ni hermosura. El que empieza debe mostrar estas tres cosas: valentía, valentía y valentía. El arte se aprende. El valor nace en la criatura, como la seducción en los ojos de las mujeres hermosas"

"El valor, amigos míos, es aquella serenidad que te permite estar delante de la cara del toro como si no existiera"


"Los toros dan cornadas porque no pueden dar otra cosa; para evitarlo no hay más que huir o cortarse la coleta"

"Los toreros se acercan, los toros pegan; éste es el único secreto de las cornadas"

"Si no hay peligro, no hay emoción; y donde no hay emoción no hay corrida de toros posible"


"Hablándose de toreros de alguna fama, es imprescindible, es completamente necesario que la maestría sea compañera del arrojo y que la habilidad vaya unida a la intrepidez"

       Salvador Sánchez, Frascuelo

"Si será güeno Frascuelo que lo quieren acompará conmigo"


Lagartijo


"Aseguran que Cayetano Sanz le ha dado lecciones de toreo, y en el manejo de la muleta Frascuelo nos trae a la memoria al matador más notable de Madrid, a quien imita por lo menos intencionadamente, aunque le supera en arranques y en bríos...Incansable en la briega, parecido a Sanz en la regularidad y aplomo del trasteo, hiriendo mejor y con más arranque...Salvador ha tenido por modelo a Cayetano, y como la escuela de Sanz deriva del tuerto Capa y el mancebo cuenta con más brío que sus predecesores, resulta un matador hábil y resuelto"   


José Velázquez y Sánchez. "Anales del Toreo"Sevilla,1868



“Salvador Sánchez (Frascuelo). Para el año presente de 1877 está escriturado en Madrid… El joven de quien nos ocupamos, hasta en los momentos en que cerramos el resúmen de su vida torera, ha merecido bien de los aficionados, y como ya hemos repetido, brega mucho en la plaza con oportunidad, y más de una vez con lucimiento. Intenta hacer todo lo bueno del arte desde la suerte de matar recibiendo, hasta la de parar los toros con el capote. No dudamos, si la suerte le sigue sonriendo, que se aproxime á la escuela de Manuel Domínguez, á la de Cayetano y aun á la de Carmona el Gordito, únicos á quienes hoy puede consultar”

José Santa Coloma. “Apuntes biográficos de los matadores de toros”. 1877


"
El pueblo de Madrid, tan entendido como el que más, aseguró a Salvador Sánchez un gran porvenir en el toreo desde que le vio entrar a formar parte de la cuadrilla de Cayetano Sanz en el año de 1866... Con tan buen maestro, y con tan espléndidas facultades como la Naturaleza dio a Salvador, mucho debía esperarse de éste, mucho exigírsele; y efectivamente, se le vio detenerse más, pararse en las suertes y tomar el derrotero de la buena escuela... Desde que Frascuelo tomó la alternativa, y aun antes de tomarla, ha hecho con los palos, con el cuerpo, con la capa, con la muleta y con el estoque cuanto otros hayan ejecutado... Si una vez, dos o más, las suertes no han salido bien hechas, no por eso se ha desanimado; ha vuelto a intentarlas, y puede decirse que todo lo ha practicado en ocasiones a la perfección... Ha descuidado algo la muleta desde que no tiene ejemplos activos que imitar, y en la suerte de recibir no es de tan francos movimientos como quisiéramos nosotros... no dando salida suficiente con la muleta... Así y todo, nos daríamos por contentos si todos los matadores procurasen recibir toros como Salvador... Por consecuencia de su valentía y temerario arrojo, han sido varias las cogidas que ha sufrido en distintas ocasiones"    

José Sánchez Neira. "El toreo. Gran diccionario Tauromáquico"Madrid,1879


"Frascuelo es un espada arrojadísimo. Banderillera medianamente: su muleta es defectuosa, pero trastea en corto y se coloca muy bien al tirarse, terminando las suertes con gran lucimiento, cuando se trata de reses que se vienen. Su anhelo de aprender le conduce á intentar frecuentemente la suerte suprema, y aunque no la consuma, por lo general, con sujeción a las reglas del arte, es una muestra de que quiere, y nosotros le aconsejamos que siga con su empeño, pues sabido es que, con tiempo y esperanza, todo se alcanza" 


J. Sánchez Lozano. "Manual de Tauromaquia". Sevilla, 1882

Frascuelo debe a la voluntad el envidiable puesto que ocupa entre los matadores de toros. Su constancia e incansable amor al oficio, le han permitido dominar todas las suertes del toreo… Carece de esa elegancia natural que sirve de adorno y perfil en la mayoría de los lances taurinos, pero suple esa falta irremediable en el hombre, con un valor rayano en la temeridad… Su muleta, de pequeño tamaño, se presenta siempre en corto, ceñida y a menos de dos pasos del toro; no será elegante, pero domina y prepara la muerte a la perfección. Sus estocadas son excepcionales; el solo ha recibido reses; el solo las aguanta confiado en sus aceradas piernas; el solo sostiene la antigua escuela… Su valentía y temeridad, le han puesto varias veces a las puertas de la muerte”

Frascuelo, toreo menos fino que Lagartijo, solo entra en la plaza para lo serio e inmutable; los quites de ordenanza que lleva a cabo, son serios también; y al mover el capote o poner banderillas o ejecutar cualquier suerte, no tiene salero, porque nación sin él, pero la capa lleva por donde quiere y debe llevar al toro… Prepara los toros a la perfección para el fin que quiere darles… Su escuela, es por la tanto, más seria, escuela desnuda de cierta clase de atractivos… Nadie recibía toros, de nadie podía aprenderlo y sin embargo, conociendo el peligro, lo intentó, llegando a consumar la suerte repetidas veces; nadie tampoco pudo enseñarle la estocada aguantando que tan frecuentemente ejecuta y nadie cita a los toros en el centro de la cuna ni tiene su incomparable arrojo al tirarse".

                                Deverval. “El mejor espada, Frascuelo”. ¿1887? 


 Frascuelo demostró desde el primer momento que quería; entraba en el arte con decidida vocación, ganoso de aplausos, y viendo un rival en todo aquél que los alcanzaba. En cuantas suertes se distinguían otros, quiso distinguirse también. Su capote era el primero en los quites; si alguno intentaba arrancar la divisa á un toro, Salvador hacía lo propio; había visto llegar á la cabeza de la res con la muleta plegada, y él nunca la desplegaba hasta allí; vio las ovaciones del Gordito en la silla, y también acudió á ese mueble , abordando á cada paso la suerte creada por Carmona; había presenciado los volapiés del Tato , dando las tablas, y á ellas, quieras que no, llevaba al toro, para demostrar que nada le arredraba; le habían hablado de la suerte de recibir, habíanle dicho que no era torero completo el que no la practicaba, y él la hizo á su modo, recibió toros, saliendo del lance como pudo ; pero poniendo ó queriendo poner de manifiesto que no había nada imposible para él. Y resultó lo que era de esperar: un torero bullidor, incansable, informal, basto, que tenía en más hacer muchas cosas que hacerlas bien; un diestro á quien los aplausos le embriagaban y las censuras ponían fuera de quicio…mas tarde Frascuelo, aleccionado por la experiencia, dejó aquel toreo imposible y llegó al que hoy tiene, serio, seco, concienzudo, con el que ha alcanzado sólida reputación y nombre imperecedero, llegando á colocarse con Rafael Molina en la cúspide del arte y haciendo raya donde solo Lagartijo puede borrarla”

Pascual Millán. “La Escuela de Tauromaquia de Sevilla y el toreo moderno”. 1888    

Frascuelo ha sido la encarnación del valor y del arrojo………Fue hombre á quien ni causaron temor las terribles cogidas que sufrió, ni los años privaron de alegría, dentro de su toreo sin adornos, sino meramente heroico... Fué en vida, y durante el tiempo que ejerció su arriesga profesión, el diestro de mayor arrojo y más temerario de cuantos se han conocido y al que no hicieron mella las infinitas heridas que le produjeron los toros, siendo el hombre que por aquellas circunstancias logró agrupar en torno suyo gran parte de la afición, que con el calor y la pasión que las cosas de toros se discuten, riñó tenaz batalla con los partidarios del fundador de la dinastía de los Rafaeles de Córdoba, el gran Lagartijo

      Ladislao Redondo. "Guerrita, su tiempo y su retirada". 1899

“Un cuarto de siglo de titánica lucha con otro torero, dechado de habilidad, adornado de cualidades ingénitas de lidiador, animoso, elegante, con cientos de miles de partidarios fascinados por su arte supremo, no bastó para deprimir ni en un ápice el alto nivel en que á Salvador colocaran su ardimiento, su valor inquebrantable no superado jamás por torero alguno, y su asombrosa y única manera de estoquear reses bravas cara á cara… Las suertes que eran privativas de él, con él se fueron y nadie las ha vuelto á practicar con su maestría y su valor… Nadie ha pisado el terreno que pisó Frascuelo para consumar estas suertes, ni las ha hecho sin echarse atrás, y de poder á poder, como él las hacía; como no ha habido tampoco quien hasta ahora haya podido igualar la incomparable manera de torear de Lagartijo”.

Luis Carmena y Millán. “Lances de capa”. 1900


“Salvador Sánchez (Frascuelo). Este inolvidable diestro se negó á falsificar en todas las ocasiones las suertes del toreo, su vergüenza torera repugnó siempre el artificio y la traición, y no conoció jamás tretas y. artimañas en la lidia de reses bravas… En 1867, figuró como banderillero á las órdenes de Cayetano Sanz… Frascuelo que en la suprema suerte ejecutó cuantas maneras se conocen de matar toros con un valor sin límites y sin mistificaciones, sostuvo y elevó como pocos el arte en medio de la admiración de todos, alcanzando legítimos triunfos… Fue uno de los diestros más castigados de los toros… Este diestro de vergüenza torera, como contados han tenido, fué el tipo acabado del lidiador de toros dentro y fuera de la plaza”

 Leopoldo Vázquez y Rodríguez. “Biografías de toreros”. 1900-1901


Salvador Sánchez (Frascuelo) 

¿Que quién era el matador 

que tenía más vergüenza de los que lian peinado trenza? 

—Pues el bravo Salvador. 

El que tuvo más valor 

á la hora de matar, 

del que tenemos que hablar 

con muchísimo-respeto: 

porque se llevó el secreto 

de la suerte de arrancar.

Manuel Serrano García-Vao. "Toros, toreritos y torerazos".1902  



"Desde el primer momento se hizo notar por su arrojo; apretábase con los toros valientemente... Nunca se distinguió con los palos; no sabía adornarse, carecía de elegancia y finura... resultó un banderillero vulgar; pero en cambio demostró ser un excelente peón de lidia... Frascuelo hizo de las facultades físicas y el arrojo su escuela de toreo... Es quizá el torero que más cogidas ha sufrido... pero en vez de acobardarle los golpes, dábanle nuevos bríos... Ha llevado el arrojo a lo increíble… Toreando se olvida de todo, hasta de sí propio"     


Pascual Millán. "Trilogía Taurina".Madrid, 1905


"Con Frascuelo había un trípode en el que se asentaba su condición de lidiador de reses bravas; ¿cuáles eran?: voluntad, valor y firmeza de piernas... Frascuelo no aprendió a cuartear, no quiso jamás saber cómo se practicaba eso, y empeñado en partir o esperar en la rectitud con la frente del toro, empleaba una reunión difícil, tremenda, expuestísima... La base del modo de matar de este diestro era la portentosa musculatura de piernas y en brava conjunción al herir bien y derecho, consumando la estocada... Salvador fue un hombre que no dominaba las difíciles situaciones con la muleta, exhausto como era de ingeniosidades, y en cuanto a matar, no entraba en su cacumen los lances de recurso, de tanto mérito como arte... Frascuelo, juzgado con serena e imparcial mirada, fue un torero basto en hechura y en factura. Toreaba muy cerca, no tenía miedo... Cuando mataba Salvador se presentía el drama... De ahí sus cogidas, y de ahí la intensa emoción que sus inolvidables faenas despertaban"  


Aurelio Rodríguez Bernal. (1849-1911)


"Andaba más que corría, pisaba en firme y caía a plomo. Jamás trasteando utilizó la muñeca, ni se dejó los toros delante; templando el brazo, según lo requería la mayor y menor suavidad del animal, le obligaba a traspasar la línea de su cuerpo, a pasar, y aguantando y marcando salida larga, lo recogía en los vuelos del engaño, hasta que la res, o paraba y cuadraba o entraba al pase de pecho, que concluía por destroncarla"


F. Bleu. "Antes y después del Guerra". 1914

“En sus primeros años de matador, descuidó algo el manejo de la muleta y la suerte de recibir no la llevaba a cabo con arreglo a las reglas del arte, sino de una manera muy especial y con grave exposición, pues no daba con la muleta la debida salida, lo cual hizo que el número de sus cogidas no fuese escaso en estos tiempos. Más, desde el año 1880 hizo verdaderos y manifiestos adelantos que le llevaron a consumar todas las suertes con admirable perfección.

Uno de sus biógrafos dice de él: que fue un torero basto en hechuras y factura; que toreaba muy cerca, con coraje, sin temor alguno; pero que, toreando mucho, no podía competir con Lagartijo en este punto. Mas reconoce que cuando Salvador liaba la muleta, todas las respiraciones se contenían para verle arrojarse contra la fiera con un coraje imposible de describir… Reconocen todos no haber visto un torero más arrojado que él y que menos temiera el peligro, al que se entregaba con complacencia. Pero, lo que más admiraba de él, lo que le consagró como el mejor torero de su época, eran sus quites de poder a poder, metiéndose en el terreno del peligro para llevarse a los toros. Finalmente se le reconoce que si como torero tenía algo discutible, como matador no le igualaba nadie.

Su rivalidad con Lagartijo no salió jamás del ruedo”

Curro Algaba. “Salvador Sánchez, Frascuelo”. 19--


Frascuelo. ¿Quién le enseñó a recibir? Nadie, absolutamente nadie. En su desconcertado afán de hacerlo todo, supo que recibir era colocarse delante del toro, citarlo con la muleta y herir a pie quieto; y, sin encomendarse a Dios ni al diablo, se colocó delante de un novillo, lo citó y lo recibió. Carmona lo afirma y su testimonio es irrecusable… Aquella naturaleza de hierro que resistía impávida las fatigas de la brega, aquel arrojo extraordinario que se manifestaba en todas ocasiones despreciando el peligro con temeridad tan ignara como imponente, aquel afán inextinguible de imitación que arremetía con todo y quería dominarlo todo, sin aprendizaje alguno y Con la desquiciada impetuosidad de un tren descarrilado, tenía que causar forzosamente admiración y cariño… El valor, la guapeza: he aquí el capital de Frascuelo… Su figura es la antítesis de la de Rafael. En Lagartijo, todo es armonía, en Frascuelo todo desproporción… La falta de flexibilidad de su cintura y la rigídez y desproporción de su cuerpo, despojan a sus adornos de todo aliciente plástico, de todo encanto exterior. Pero cuando el peligro inminente de un lidiador hace innecesario el adorno y exige presencia de espíritu y el valor a toda prueba, Salvador se manifiesta entonces en todo el esplendoroso dominio de sus incomparables facultades… De ahí sus quites milagrosos… Como banderillero, esto fue, más que nada, un esparcimiento de juventud, en el cual no hizo afortunadamente hincapié el arte de Frascuelo…. El trasteo de Salvador es, generalmente de pies… Si por algo peca siempre Salvador, es por el exceso, y éste le lleva a colocarse, en general, demasiado corto, lo mismo para herir que para torear de muleta… Salvador se mueve, pues, necesariamente, pero en muy poco terreno… Su toreo de muleta es refractario al adorno elegante y fino; toda su belleza está en la poca distancia que separa al toro del matador… La muleta de Frascuelo no es de adorno, pero es de gran castigo… A la hora de herir, Salvador se transforma; su figura adquiere un relieve inmenso… formando una figura admirable en el momento de colocarse para arrancar… La suerte favorita de Frascuelo es un modo de matar toros de su peculiar invención, un término medio entre la estocada recibiendo y la estocada a un tiempo… Así como Lagartijo quiere que los toros vayan sin poder a la muerte, Frascuelo gusta por el contrario de matarlos vivos.

 Antonio Peña y Goñi. “Lagartijo y Frascuelo y su tiempo”. Entre 1900 y 1920?


"Calificaron su toreo de desprovisto de elegancia y reñido con todo aliciente plástico. No era suficiente con que Frascuelo torease y banderilleara aceptablemente y matara como no lo hacía nadie; faltaba la finura de Rafael, los cuarteos, las largas, el brillante aparato de lidia que había acostumbrado al público de Madrid… Rafael, torero fino y elegante, encontraba su competidor en Frascuelo, valiente y buen estoqueador… El toreo de muleta de Salvador era refractario al adorno elegante y fino, al adorno en el que era maestro su competidor. Toda la belleza de sus actuaciones radicaba en la poca distancia que separaba al toro del matador, para lo que se necesita todo el valor que Frascuelo poseía, y con el cual neutralizaba un defecto característico de él: la poca movilidad de sus brazos y piernas… Frascuelo, rigidez y dureza en el transcurso de la lidia, se engrandecía con el estoque… Desconocía voluntariamente los trucos empleados para tomar ventaja a las reses y deshacerse de ellas por procedimientos que le permitieran hurtar el peligro… Como torero, serio, arrojado, inteligente. Como banderillero, valiente. Como matador, sin posible rival".

Luis Antonio de Vega. “Frascuelo”. 1932


"Pocas figuras toreras habrán pisado la plaza de personalidad más acusada y, sobre todo, mejor sincronizadas con un aspecto de la fiesta: el del valor ostentoso y desgarrado. Frascuelo fue sobre todo un torero impávido, que exhibía en la plaza su valor por un puro instinto de majeza, de complacencia, en la seguridad de que no había de fallarle... Todos aparecen unánimes en ponderar su manera resuelta e impresionante de acudir a los quites, sin reparar en terrenos ni otras circunstancias. Eran los quites que llamaban de poder a poder... Como banderillero, ya he consignado que practicaba en sus principios el quiebro, y en silla... Su fuerte eran, sin duda, las faenas de muleta y estoque. En las primeras debió ser sobrio y eficaz, pero con un aplomo e instinto de lo más conveniente y breve... Con el estoque, su personalidad fue cimera entre cuantos especialistas de cualquier época han alcanzado renombre"


José María de Cossío. "Los Toros". 1943



"Frascuelo fue la verdad personificada, la verdad en el ardor de su espíritu, siempre en llama; en la gallardía; en la majeza varonil; en la afición a su arte; en la voluntad, siempre pujante y tensa; en el valor, su valor temerario inconcebible, y sobre todo, en eso que antes se llamaba vergüenza torera. La vergüenza torera de Frascuelo nadie la superó, ni antes, ni después... Por algo fue uno de los diestros más populares que han existido"


Carlos de Larra, Curro Meloja. "Grandes maestros de la Tauromaquia". 1945

"De Salvador afirmo que ha sido el más grande matador desde que murió Chiclanero hasta ahora... Su toreo fué siempre serio, muy parecido, casi similar al de la escuela rondeña, pero sin llegar a la reposada serenidad que emplearon los viejos matadores que cultivaron el clásico estilo romerista... Pero donde  culminó en las mayores alturas fué en la suerte suprema. Desde que desapareció el inolvidable Chiclanero nadie hasta el presente ha dado muerte a los toros con más intrepidez y más arte... Nadie como él ejecutó la suerte suprema con más inteligencia, más gallardía y más limpieza. Hería con todas las de la ley: alto, derecho y hondo... Y si a esta facultad excepcional se añade que muchas veces recibió a los toros de manera impecable, cuando todos, sistemáticamente, utilizaban el volapié, no es extraño que cautivara por entero mi admiración... Es al único que en mis largos años de aficionado he visto practicar tan arriesgado y artístico lance de la lidia, en la forma impecable que aconsejaba el diestro de Chiclana. Este decía: "Para que en la suerte de recibir se cumplan todas las normas del arte, es preciso que al vaciar al toro con la mano izquierda el cuerno derecho roce la guarnición de calzón del mismo lado"... Yo fuí frascuelista incondicional...porque siempre he creído, y de ello no me enmiendo, que sin la suerte de matar, esencial y principalísimo objeto de la fiesta, el toreo no tendría razón de ser".

Natalio Rivas. "Toreros del Romanticismo". 1947

"Frascuelo llegó a la cumbre rápidamente a fuerza de brío, afición, amor propio, valor y vergüenza profesional; llegó por imperativo de su voluntad férrea, nunca enervada ni desfallecida; 
la sangre y los nervios, obrando sobre él, convertían a veces su valor en temeridad, y exacerbado su pundonor, le arrastraba éste a extremos desagradables.. Todo lo que en el toreo supone el esforzado ánimo, tanto en concepto de virtud física como de excelencia del alma, está simbolizado en Frascuelo... Fue un matador asombroso. Como necesitaba que los toros hicieran por él, sus estocadas eran arrancando (¡qué lejos de aquel volapié de Costillares!), casi a un tiempo... Sabido es que fue muy castigado por los toros"

Don Ventura. "La Tauromaquia en el siglo XIX". 1951

"Frascuelo representa, ante la elegancia de Lagartijo, ante el dominio magistral del torero cordobés, la seriedad, la sequedad, la arrogancia y el valor desmedido y resonante, el gesto recio de cuando la angustia hace el vacío absoluto en la plaza y, sobre todo, la audacia en la suerte suprema; la audacia con una palpitación heroica y una rotunda seguridad... En Frascuelo la suerte suprema es el triunfo de una audacia sistemática, del estar siempre más en corto y más ceñido que cualquier otro maestro, al citar a matar... De esta cita dura y solemne, siempre salió triunfador absoluto, porque llegaba, como dijo de él Manuel Domínguezcon la mano hasta el corazón de los toros. Su toreo de muleta y capa fue serio, espeso, parado y sin adornos; en quites, fue osado, y metía un capote seco como un escopetazo, en los trances difíciles para el picador. Toreando de muleta estuvo enteradísimo, dominó mucho; templó bastante y preparó maravillosamente a los toros para la muerte"

Néstor Luján. "Historia del Toreo". 1954


"Torea bien de capa, y, sobre todo, en los quites acude siempre con presteza y pisa terrenos inverosímiles. Con la muleta está bien, pero falto de elegancia. Son muy buenos los pases de pecho y los altos... Matar es su fuerte, y donde brilla ampliamente su temeridad... saliendo muchas veces apurado, y algunas trompicado. Fue el diestro a quien le vi más veces matar recibiendo... Fue Frascuelo un torero de grandísima emoción; causaba verdadero pavor verle entrar a matar"

Mariano de la Riestra. "La fiesta de los toros". 1955

“En el arte de Salvador Sánchez no había elegancia ni señorío, pero sobraba arrojo y pundonor. Lo que faltaba de alegría en los adornos y desplantes le sobraba de emoción en todos los instantes de la lidia… Corajudo y oportuno en los quites; bravo, decidido y brillante con los garapullos, dominador, con poco brillo estético, con la muleta y soberbio, soberano, insuperable e impresionante en esa hora suprema de la verdad en la que tan pocos lidiadores alcanzaron alta categoría. Frascuelo fue el matador de toros más certero y emocionante de la Historia, aunque no fuera de los más estilistas… El incontable número de cogidas, de las cuáles unas veinte fueron graves, proclama la diferencia que en el dominio de la técnica de la lidia o en las aceleradas vibraciones del valor le separaba de su antagonista Rafael Molina”

Edmundo G. Acebal. “Joselito y Belmonte. La edad de oro del toreo”. 1961


"Frascuelo aplicó el concepto antiguo, según el cual torear tenía como fin matar al toro rápidamente, dentro de la más pura fórmula... Contrapunto del CalifaLagartijo, destacó por su brío, afición, amor propio, valor y vergüenza profesional. En una época en que se vislumbraba un cambio de gustos en el público, sus toscas formas chocaban con la exquisitez del cordobés. Muy castigado por los toros, llegó a la gente precisamente por el desprecio al peligro que demostraba cada tarde. Fue el último clásico, en el sentido más estricto. Sus partidarios, los aficionados más ortodoxos, se aferraban a su estilo, conscientes de que sería el último de los heroicos"

Juan Posada. "De Paquiro a Paula". 1970

"En cuanto a Frascuelo, aunque su verdadero sostén estaba en el carácter, lo concibo como muy atenido a los rigores técnicos del toreo, sin las evasiones luminosas, y a veces también caprichosas, que debía de tener Lagartijo... De Frascuelo poco puede decirse, puesto que poco nos han dicho. Y menos sus panegiristas, que parecían tener más ojos para Lagartijo, que para el toreo de Salvador... Casi solo ven las cualidades morales de su ídolo y casi sólo eso cantan: el valor espartano, el carácter indomable, el amor propio, el pundonor... Todo seguramente cierto, pero que no tiene nada que ver con el arte del toreo en sí... De modo que, con toda su fuerza, todo su ímpetu, toda su capacidad de llenar el cartel y la escena... Frascuelo no aparece más que como el contrapunto de Lagartijo

José Alameda. "El hilo del toreo". 1989

"Frascuelo distaba mucho de poseer el brillo de Lagartijo con la capa y la muleta. Su deficiente técnica le acarreó múltiples cornadas, de las que 15 fueron graves. Pero, en cambio, era un lidiador de valor escalofriante, que daba a su toreo una intensidad insólita, que encandilaba a los públicos. Siempre presto a intervenir con sus quites en ayuda de picadores y peones... Era buen banderillero y con la espada netamente superior a Lagartijo: colocaba siempre la estocada hasta la empuñadura, tras ejecutar la suerte con un rigor y una sinceridad absolutas. Este matador de bronce era más un guerrero que un artista... Sus desafíos a Lagartijo apasionaban a los públicos "

Bartolomé Bennassar. "Historia de la Tauromaquia". 1993



“El toreo de Salvador Sánchez (Frascuelo), llamado El Negro por su exultante tez morena, era propiamente un arte popular. No era elegante como Lagartijo, sino tremendamente arriesgado… Fue Frascuelo un torero de gran pundonor y sobre todo una persona extraordinaria, de una nobleza admirable. Así habló de su gran rival LagartijoEl cordobés es el mejor torero que ha parido madre

Jorge Laverón. "Historia del Toreo". 1996

"Salvador Sánchez, Frascuelo, es el arquetipo del torero de la época heroica. Es fama que nunca le volvió la cara a los toros, a los que mataba con mucha exposición y enterrando despacio la espada en el morrillo del animal. Ha pasado a la historia como un torero valiente, de concepto seco y factura poco elegante... Frascuelo ha pasado a la historia por su concepto serio del toreo y de la vida"


Andrés de Miguel y José Ramón Márquez. "Adiós, Madrid". 1998

"Salvador, menos artista que Rafael, era único al montar la espada. Muy en corto, se iba tras ella y tumbaba a los toros con un valor de ley. Azorín, escritor pulcro y comedido, pierde los papeles y exclama¡Como se tiraba Frascuelo no se tira nadie!... Salvador, ante Lagartijo, no tiene otras armas que su valor seco, expresado en terribles alardes; su arrojo ciego al entrar a matar y un pundonor que le llevaba a buscar el peligro con bárbara majeza... Si Salvador sufría algún percance, y tuvo muchas y graves cornadas, las calles de Madrid de enarenaban para que los carruajes no molestasen al herido... Fue un valiente a carta cabal y en modo alguno un artista"    

Fernando Claramunt. "La mirada del torero". 1999




LAGARTIJO y FRASCUELO







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“Cuando Lagartijo Frascuelo aparecen en la arena, ¿qué es lo que encuentran? Muerto el Chiclanero, Manuel Domínguez en la senectud, y Cayetano Sanz sin facultades. La suerte de recibir que se había trasmitido de unos a otros, convirtiéndose, las plazas de toros en escuelas prácticas de tauromaquia, no existe ya, no la practica nadie. Domínguez es el último eslabón de la gran cadena que empieza en los Romeros. ¿Quién puede adiestrar a Lagartijo Frascuelo? Nadie. Queda el Tato para el volapié, pero él último representante de Costillares desaparece prematuramente, cuando Rafael y Salvador comienzan a despuntar”.

Antonio Peña y Goñi. “Lagartijo y Frascuelo y su tiempo”. Entre 1900 y 1920?



“Es posible que sea Lagartijo el hombre más elegante de toda la historia de España, exceptuando a algún aventurero de Flandes… Lagartijo era un romano del principio de la decadencia. Rostro digno de una medalla. Hubiera sido un emperador de Roma… Los hombros romanos de Rafael Molina echaban de menos las vestiduras de Julio César.

Frascuelo era, física y moralmente, el antípoda del gran lidiador de Córdoba. Pequeño, negro, feo. La venas, abultadas y retorcidas como sarmientos… Zampo de la pierna derecha. Resistente, incansable. Cabellos en caracoles. Cejas espesas que cobijaban los ojos de lobo. Era una fiera. Su vergüenza profesional y su amor al peligro hicieron de Frascuelo el lidiador que hazañas más valerosas realizó en la arena. El compañerismo legendario de Frascuelo no ha tenido par en ninguna época del toreo. Muchas veces, por salvar a un compañero, hizo la suerte más difícil de la lidia, dice Peña y Goñi: el quite aguantando por dentro… En ninguna competencia taurina hubo jamás dos toreros de los cuales se pudiera decir: Frascuelo y Lagartijo son los hombres más diametralmente contrarios del planeta”.

Prudencio Iglesias. “La España trágica. Desde Pedro Romero a Belmonte”. 1913


"La figura de Frascuelo en la historia del toreo tiene un realce extraordinario. En la que yo llamo edad moderna de la tauromaquia, comparte con Lagartijo la hegemonía de las lides taurinas. Yo tuve la fortuna de ver trabajar varios años a aquellos dos colosos. De Rafael ya he dicho en reciente ocasión que fué un torero insuperable con capa, muleta y banderillas, y de Salvador afirmo que ha sido el más grande matador desde que murió Chiclanero hasta ahora. Por eso cuando alternaban mano a mano, siempre, por desgraciada que fuera la tarde, el buen aficionado salía complacido de la plaza". 

Natalio Rivas. "Toreros del Romanticismo". 1947

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