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NOTA INFORMATIVA:

CON MOTIVO DEL CENTENARIO DE LA MUERTE DE JOSELITO EL GALLO, HE PUBLICADO UN LIBRO EN EL QUE SE RECOGEN TODAS SUS ACTUACIONES EN LA PLAZA VIEJA DE MADRID, VISTAS POR LA PRENSA.

PODÉIS ENCONTRAR MÁS INFORMACIÓN DEL MISMO, ASÍ COMO ADQUIRIRLO, EN EL SIGUIENTE LINK : https://joselitoenmadrid.com/


Este Blog nace como un homenaje a todos aquellos que, a lo largo de la Historia del Toreo, arriesgaron y en muchos casos entregaron sus vidas, tratando de dominar a la Fiera.

sábado, 4 de enero de 2025

CÚCHARES, ¿PRECURSOR DE RAFAEL EL GALLO?

 

CÚCHARES ¿UN PRECURSOR DE RAFAEL?

En mi libro sobre “Joselito El Gallo en la plaza vieja de Madrid” me atreví a calificar a Joselito como el nuevo Guerrita, tras comprobar que toda una serie de comentarios sobre el toreo de Guerrita eran aplicables, sin sufrir la más mínima modificación,  al toreo de Joselito.

En el caso de Cúchares y Rafael la equiparación no es tan patente pues hay algunos aspectos que claramente los diferencian (Rafael, a diferencia de Cúchares, apenas hace uso de la mano derecha en su toreo de muleta y las espantás de Rafael no aparecen en ningún momento en Cúchares), pero sí que me atrevería a considerar a  Cúchares el precursor de Rafael El Gallo, pues muchas de las consideraciones vertidas sobre Cúchares y sobre su toreo encajarían perfectamente en Rafael, sobre todo en su faceta de torero heterodoxo.

Y ahora, intentando justificar mi afirmación anterior, permitidme el siguiente juego: voy a ir desgranando toda una serie de aspectos de Rafael y de su toreo y los voy a refrendar con los comentarios, reproducidos literalmente (de ahí las comillas), referidos no ya a Rafael sino a Cúchares (intentando aligerar voy a omitir las fuentes) :

SU BIOGRAFÍA

·       “Nace en Madrid; sus padres se trasladan pronto a Sevilla y fue considerado el prototipo del toreo sevillano” // “Por haber sido trasladado en edad tempranísima a Sevilla, cuna de toda su familia, y haber sido allí criado y educado, debe considerársele como sevillano”.

·       “Hijo de torero… emparentado por todos los cuatro costados con gente de arte y viendo siempre torear, no podía ni debía ser otra cosa que torero”.

SU PRECOCIDAD

·       “Niño precoz, conocedor de todos los secretos de la lidia y muerte de reses bravas sin haber salido de la infancia”.

 

CIERTOS RASGOS DE SU CARÁCTER

·       “Simpático, ingenioso, dotado de gran inventiva” // “Vivaz y oportuno en las respuestas”.

·       “Desprendido, tiraba de su bolsillo para ayudar as los más necesitados” // “Inclinado a hacer obras de caridad y filantrópicas” //”Benévolo hasta la debilidad con sus inferiores y dependientes, inclinado a la protección de los desvalidos, accesible a todas las exigencias” // “Su conducta desprendida y ejemplar, siempre que se necesitó su concurso, merece un elogio”.

·       “Su esplendidez no consintió que al final de su vida dispusiera de la fortuna a que era acreedor su trabajo”.

 

SU ESPÍRITU BURLÓN

·       “Hay quien afirma que Cúchares se burla, se mofa del toro, del toreo, de la lidia tradicional”

·       “Entre los adornos que prodigaba se contaban el quitar al toro las banderillas una a una”.

 

 

 

 

 

SU ESPECIAL CONEXIÓN CON LOS PÚBLICOS

·       “El sólo en la lidia pretendía divertirse y divertir al público, y a fe que lo conseguía”

·       “El vulgo, a quienes en la plaza les gusta ver a un torero hacer monadas con las reses, aplaudían indudablemente a Cúchares, porque éste era juguetón, mañoso y divertido” // “Desempeñando el niño su aventura con la extremada complacencia de los espectadores”

·       “Gran conocedor de las características de los toros, también era experto en las reacciones colectivas de los tendidos” //”Lidiaba con salero y habilidad a los toros y a los públicos, como gran conocedor que era de las querencias de los bichos y de las manías de las gentes” // “Aparte de tener cualidades, entendía perfectamente a su público”.

 

EL DIVORCIO ENTRE CRÍTICOS Y PÚBLICO

·       ”Los aficionados más críticos le reprochaban lo que entonces se llamaban monerías”

·       “La faena de Cúchares, que en la plaza causa maravilla, subleva a los más estrictos, que no ve en sus adornos sino vanidad torera… En los círculos más devotos de la lidia severa, la gracia e inventiva del gran torero son juzgadas impurezas, mientras la alegría que siente y transmite al torear, el gusto de torear expresado en sonrisa, es contemplada como una ofensa al arte”.

 

 

 

SU INTUICIÓN Y SU INTELIGENCIA

·       “El éxito de Cúchares se debe a su excepcional intuición ante los toros, la alegría de su toreo y la variedad de su repertorio de capa y muleta”

·       “Su inteligencia para conocer y prevenir las intenciones de los toros era la parte principal”.

 

SU IMPROVISACIÓN

·       “Era perpetua improvisación…..”.

 

SU VARIEDAD EN LOS QUITES

·       “Desenvuelto como pocos alrededor de los toros, activo y eficaz en los quites” // “En su toreo, además de una gran variedad de quites….” // “Variedad portentosa de quites….” // “Sus quites eran siempre en caliente, con un capote vivo, encendido, trabando al toro y cegándolo con el elegante estrépito de sus filigranas”.

 

SU TOREO BARROCO

·       “De Baltasar Gracián tiene Cúchares varios rasgos que pertenecen al Barroco español: la sustitución de la belleza clásica, que él distorsiona, por un arte acumulativo que pretende impresionar los sentidos y la imaginación. Con la capa y la muleta tendía a la exageración y a lo desmedido, como si se tratara de cubrir por completo y dorar un retablo… El señor Curro abusaba de los contrastes, del movimiento, del rebuscamiento, afectación y artificiosidad. Son modos barrocos que se mencionan en los manuales de literatura”.

 

SU TENDENCIA AL ADORNO

·       “Abrió ancho cauce a la exuberancia ornamental” // “Era un prodigio en cuanto a los adornos, desplantes, improvisaciones y gracias delante del toreo, tanto en la capa como con la muleta” // “Los adornos, galleos, lances de navarra y toda la vistosidad de su capa eran, para sus adversarios, un conjunto de monerías” // “… con plétora de adornos” // “Disfrutaba inventando adornos”.

·       “Desbordaba de imaginación y adornos y se le veía divertirse con los toros cuando a él le gustaban”.

 

SU TOREO DELANTE DE LA CABEZA DEL TORO

·       “Una gran parte de sus jugueteos con los toros venían a reducirse en puridad a correr delante de la cabeza” // “En los lances por la cara del toro tenía sus mejores éxitos”.

 

SU ARTE

·       “Es un lidiador de arte “ // “Aprovecha todas las circunstancias de la lidia para lucir su arte” // “Llenó con su arte  una época del toreo” // “Continuará intentando su fuerza de arte hasta en el momento de liar”.

 

SU TOREO COMO UN JUEGO

·       “Es posible que para Curro fuese un juego andar entre los toros”.

 

SU INSPIRACIÓN

·       “En él se veían las consecuencias de una enseñanza clásica y la feliz inspiración del privilegiado instinto” // “Combinaba en su toreo la enseñanza clásica con la inspiración” // “Innovador genial, alegre, revolucionario, inspirado creador”.

 

SU TENDENCIA A LA HETERODOXIA

·       “Un diestro más bullidor que profundo, más divertido que ortodoxo con las enseñanzas de Pedro Romero” // “Era del todo anárquico e independiente respecto a las normas tradicionales del toreo” // “Lo que hacía en el ruedo era saltarse a la torera reglas, cánones y técnicas, atropellándolos todos a impulsos de su inspiración momentánea” // “Pese a los elogios de sus maestros (de la Escuela de Tauromaquia de Sevilla, Pedro Romero y José Cándido), desarrolla luego en los ruedos un torero tan personal, peculiar e intransferible, e incluso tan opuesto al que éstos pudieron enseñarle” // “Un revolucionario, un antagonista de las reglas antiguas y olvidadas que se proponía preservar y recuperar la Escuela” // “Abandonó el fortín de las reglas para hacer su descubierta… en el campo ilegal de lo nuevo, que se opone a lo convencional” 

·       “Cúchares entendió como nadie que no había que tomar en serio la “cartilla” en la que algunos querían encerrar el toreo… Sabía Cúchares que a la Academia hay que entrar, pero para salir”

·       “… convirtiéndose en la primera figura del toreo heterodoxo”.

 

SU TOREO SIN HUELLAS

·       “Tenía un toreo especial, peculiar suyo, que como no se fundaba en ningún precepto y él no lo sabía explicar, era imposible transmitirlo a nadie”.

 

SU TAUROMAQUIA ÚNICA

·       “Creó un arte taurino propio, personal, de orden privativo” 

·       “Asimiló perfectamente las enseñanzas clásicas y luego hizo lo que quiso, inventó su propia tauromaquia” // “Modificó las suertes tradicionales con arreglo a su personalidad”

·       “No se pareció a nadie y demostró hasta la saciedad que no hay escuelas que valgan cuando se trata de burlar las inciertas acometidas de un toro”

·       “No copiaba nada de lo que veía practicar a sus contemporáneos” // “Nada de cuanto habíamos visto practicar a los diestros antiguos constituía el toreo de Cúchares: ni el modo de pasar a los toros, ni el modo de matarlos, ni sus lances de capa se parecían a lo antiguo, a lo tradicional, y hasta el no ser cogido nunca era una diversidad de lo acaecido hasta entonces”

 

LO SUYO ¿ERA TOREO?

·       “Falta saber si lo que había hecho Cúchares con los toros era torear” // “Ejecutó cosas que estaban al margen del arte de torear”

·       “Sorprendente y salerosa vistosidad. Su estilo resultaba divertidísimo para el público, que no podía apreciar si había oro u oropel en aquella variedad constante de suertes, lances, quiebros, jugueteos….”.

·        

SUS PROBLEMAS CON LA ESPADA

 

·       “Al llegar el momento de la verdad solía echarlo todo a perder” // “En la muerte de los toros dejó algo que desear” // “Ha pasado a la posteridad con el sello de mal matador”

·       “Los públicos le perdonaban sus frecuentes marrullerías, sobre todo a la hora de matar, debido a su popularidad”

 

SUS ESTOCADAS CORTAS

·       “Cuando daba una estocada corta, pero que él conocía que era de muerte….”

 

SU DILATADA CARRERA

·       “Su carrera, muy dilatada, se prolongó por espacio de veintiocho años”

 

SUS POCAS COGIDAS

·       “Supo ejercer su profesión sin exponer un alamar, como gran figura cerca de 30 años sin sufrir una sola cornada” // “No se sabe de ningún toro que le lastimara” // “Hasta el no ser cogido nunca era una diversidad de lo acaecido hasta entonces” // “Pese a su habilidad, sufrió algunas cogidas; pero en relación con el enorme número de toros que hubo de matar, es reducidísimo el número de estos accidentes, y muy digna de notarse la mínima importancia de ellos”.

 

 

SU INGENIO

·       “A mí deme usted un sastre que esté 20 años cosiendo con la misma aguja y que no se pinche”

·       “Hija, no creas que todos los toreros son como tu padre, que dice que güelve y güelve”

·       “Señá María (su mujer), que esté lista la puchera, que güervo en cuanto se acabe la corrida

 

Y HASTA SU DESCARO

·       “Con los toros hay que diquelar mucho para co

gerlos desprevenidos”

·       “Con los bichos que buscan dar una desazón, enjamás se acuerda uno del arte para matarlos”

·       “Un aficionado le pidió que matase en la clásica suerte de recibir (que apenas practicaba). Se le oyó responder: Yo prefiero recibir parné

·       “Curro, reciba usted este torito, a lo que Cúchares contestó: Ca, hombre; lo que yo recibo es el parné”

·       “De todas las suertes del toreo, la suerte más importante es que no le coja a uno el toro”

viernes, 3 de enero de 2025

RAFAEL, EL SOSTÉN DE SU FAMILIA

 

Toreabas en Valladolid el 1 de agosto de 1897. Ya tu padre se encontraba muy enfermo y allí te llegaría el telegrama en el que te comunicaban su fallecimiento el 2 de agosto, como consecuencia de un aneurisma y de la dilatación de la arteria aorta. Te encontrabas muy lejos, no por culpa de Sevilla, pues tu sabes mejor que nadie que “Sevilla está donde tiene que estar”, y eso te impidió llegar a su entierro, que se celebró el 3 de agosto. Sí que estuviste presente en los funerales, celebrados en la iglesia de San Lorenzo el día siguiente. ¿Acaso rememoraste que unos meses antes, el 8 de marzo, con su salud ya muy deteriorada, aún te echo una mano en la becerrada de tu presentación en Valencia?

 

Apenas habías cumplido quince años y te convertías en el sostén de la familia que formaban tu madre y tus cinco hermanos. La generosidad y esplendidez de Fernando Gallo hizo, que a pesar de haber ganado importantes cantidades de dinero (toreó 104 tardes en Madrid), pasara los últimos años de su vida con 500 pesetas mensuales y que a su muerte os dejara, según El Toreo, en “un estado de relativa pobreza”. Y para agravar más la situación, todo hace pensar que la petición postrera por parte de Fernando a Guerrita (la gran figura del toreo en esos momentos) solicitando su ayuda, nunca fue atendida.

Ya tu padre había depositado en ti y en tu capote todas sus esperanzas, cuando en su lecho de muerte le dice a su mujer: “Mientras mi hijo Rafael pueda tener un capote en las manos, no os quedáis sin comer ninguno”

Y ahora no te ofendas, Rafael, pero al verte convertido en “el sostén de la familia”, una vez conocida tu trayectoria posterior –lo cual no deja de ser una artimaña ventajista por mi parte- mi primera reacción fue la de llevarme las manos a la cabeza, sin poder evitar una sonrisa, entre socarrona y escéptica. Claro que -tratando de refutar mis temores- también entra dentro de lo posible el que a esa edad tan temprana todavía no hubieras “aprendido” el arte de despilfarrar los dineros, en el que es bien sabido que llegaste a ser un consumado maestro.

miércoles, 28 de agosto de 2024

¿ARTISTA MÁS QUE TORERO?

 «La faena de muleta al segundo fue propia de una bailarina en candelero… muchas monerías ful y nada verdad que se ajuste a las reglas del toreo» 

                                                  García. Arte Taurino, 04/08/1913


«Rafael el Gallo es el torero de las simpatías y el que más torea sin torear, como nadie sabe hacerlo »

                                       Castoreño El Mercantil Valenciano, 31/07/1926


«¿Se ha podido averiguar todavía si lo que él le hace al toro, es o no torearlo? En Valencia dicen que sí, y por ello -es decir, porque no sabían hacerlo- los toreros de su promoción como Ricardo Bombita, Machaquito y Vicente Pastor tuvieron que irse a casa […] Las improvisaciones coruscantes de Rafael tomáronse como creación de un arte digno de ser incorporado a la tauromaquia moderna […] Y eso, amigos, no es torear. Que conste»

                                                  Riaño, El Pueblo, 15/06/1926


Entre todos los cronistas valencianos, quizá sea Riaño, en sus crónicas de El Pueblo, el que más se significó a la hora de cuestionar el toreo de Rafael, como queda de manifiesto en la crónica anterior.

Hay un comentario, una reflexión más bien, de Gregorio Corrochano, en una de sus crónicas que, desde el momento en que lo leí, quizás porque siempre me atrajo su carácter enigmático, revolotea en mi mente, de manera un tanto obsesiva, cada vez que me acerco al toreo de Rafael. En él, el cronista se atreve a insinuar que, en ocasiones, en el toreo de El Gallo, el artista eclipsa al torero: «Ejecuta el toreo por el arte, poniendo tal cantidad de arte y tan poca de toreo, que hay momentos muchos, en que el toreo no existe y el arte lo suple».

¿Hubo faena? ¿Hubo toreo?, se preguntan los cronistas, al rememorar alguna sus desconcertantes, por singulares, faenas; y las citas de las crónicas de los periódicos valencianos, del inicio del punto, son una buena muestra de ello. No, responden, en el sentido clásico del término, pues ni el toro llegó a pasar en ningún momento, ni hubo un solo pase como mandan los cánones.

Y es que El Gallo, para el que el toreo clásico no tenía secretos -le habían sido transmitidos más por herencia que por aprendizaje-,se adentraba con frecuencia en episodios de amnesia, en los que, como si de un desafío a los cánones se tratara, parecía disfrutar ignorando todo lo aprendido. He llegado a pensar que no se ha valorado suficientemente la importancia del olvido a la hora de intentar descifrar ciertos rasgos enigmáticos del toreo de Rafael. En ocasiones, puestos a olvidar, hasta se le llegó a olvidar que tenía que matar al toro.

Lo que sí hubo, tienen que reconocer, y a raudales, delante de la cara del toro, fue un fabuloso despliegue de su ilimitada fantasía que, alejándose del clasicismo, embelesó al público con todo su repertorio de adornos, desplantes y filigranas. Todo ello sazonado con una serie de aspectos de su toreo, que nunca le abandonaron, incluso en sus tardes más aciagas: la naturalidad, la elegancia, la variedad, la pinturería, la pajolera gracia, la salsa gitana  y la belleza; siempre la belleza impregnándolo todo.

Y es en esos momentos, en los que afloraba su modo arbitrario de interpretar el toreo, su irrefrenable tendencia a la heterodoxia, en los que, sin renunciar nunca a su torería, se dedicó a ir desgranando, ante los atónitos espectadores, toda una serie de insospechadas improvisaciones; pues la repetición siempre fue para Rafael El Gallo una especie de condena que se resistió a cumplir y de la que huyó horrorizado, como si de una maldición se tratara. 

Y al gran repentizador que siempre fue Rafael, me devolvieron, de manera insospechada, las hermosas palabras de la escritora Fina García Marruz referidas a Quevedo: «Repetir le parece atentar contra la vida, la siempre naciente, mercadear, hurtarle, ser menos que la belleza del fuego, la tierra, el aire».




sábado, 17 de agosto de 2024

... Y DE SU TOREO ARTÍSTICO

                                                ... Y DE SU TOREO ARTÍSTICO


«Rafael Gómez es el torero del porvenir, el único que siente el arte en su verdadera acepción» 

                                          Latigillo. Las Provincias, 09/04/1900


«Rafael es el único torero que aprovecha todos los momentos para dar sensación de arte» 

                                         Un maleta. El Pueblo, 26/07/1904


«Gallo es inimitable y artístico hasta lo sublime cuando está bien» 

                                   Aguaíyo. Diario de Valencia, 30/07/1914


¿Quién nos iba a decir -claro que con El Gallo todo es posible- que la vitola de un puro - uno de esos puros que, junto con los cafés, fueron sus más fieles compañeros-, nos iba a proporcionar uno de sus retratos más certeros: «Elaborado expresamente para el derrochador de arte y de fortuna. D. R. Gómez El Gallo»

Un hombre tan pródigo como él, no pudo por menos que dilapidar aquello que más le sobraba: el arte y los dineros. «El arte incopiable del que hace derroche cuando le da por sentarse a horcajadas sobre la luna» (Don Ventura. Los Toreros en 1916). 


En Rafael El Gallo -y sólo por esto merecería ocupar un lugar preeminente en la historia del toreo- aparecen ya definidos de manera precisa todos los rasgos asociados a lo que más tarde se dio en llamar «toreros de arte»: su rosario de auroras y de ocasos; su horror al término medio, su aversión a la lucha,  su indolencia, su duende, sus deficiencias con la espada, su desenfado a la hora de mostrar su miedo, su gran sentido plástico, su toreo de brazos… y hasta su cohorte de partidarios acérrimos. «En todos los instantes Rafael es el arte, que ha encarnado en su ser… Es el suyo el gesto de la inspiración artística» (José Silva y Aramburu).

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Una de las frases más recurrentes en las crónicas referidas a Rafael es: «realizó una faena artística», que es tanto como decir «una faena bella».  Toda su vida anduvo enfrascado en la búsqueda de la belleza, y hasta llegó a decirse de él, que toreaba sólo por amor al toreo bello. Atrapar la belleza pudo ser el sentido último de su toreo. Claro que, dada su afamada indolencia, no lo veo yendo en pos de la belleza; más bien tendría que ser la belleza la que, incapaz de escapar a su hechizo, acudiera presurosa a su encuentro.

¿Y si fuera el encuentro -que tendría más de encontronazo traumático que de cita apacible- con esa Belleza, con la belleza con mayúsculas que emana del toreo de Rafael, el que, como si de una experiencia mística se tratara, iba a dejar conmocionados, hasta el punto de hacerlos enmudecer, a los perplejos espectadores; y con ellos a sus comentaristas?


«Y no detallo más porque me encanté y salí del arrobamiento al fallecer el bovino» 

                                                Un maleta. El Pueblo, 27/04/1914


«Aquello no hay quien lo describa. Se necesitan muchos pares de hipérboles para trasladar al papel tan monumental trabajo. Recuerdo como una visión…»

                                             Latiguillo. Las Provincias, 29/07/1914


¡No hay palabras!, hermosa frase, con la que proclamamos, entre impotentes y gozosos, la inefabilidad de su toreo; al igual que lo haríamos ante un verso de San Juan de la Cruz, el Descendimiento de Van der Weyden, o una siguiriya de Manuel Torre.


Rafael,-y seguimos a vueltas con la belleza- a pesar de que en sus primeros años alternó con toreros como Bombita, Machaquito, y Vicente Pastor, esforzados gladiadores de un toreo heroico, cuyas faenas se cuentan por hazañas (como bien lo atestigua su cuerpo cosido a cornadas), nunca pretendió emular su toreo épico y siempre optó por encontrar refugio en el arte, es decir, en la lírica: «A cada pase que pegaba se me caía una lágrima» nos confiesa Rafael, anticipándose a la famosa expresión belmontina de que «se torea como se es».

Y hablando de lírica, estamos ante un torero en el que el dominio - que a lo largo de la historia siempre estuvo asociado a un ejercicio de poderío violento que acababa por quebrantar al toro- tuvo, en su caso, más de caricia que de hostigamiento. 

«Para torear hay que acariciar», llegó a decir el maestro. Todo un tratado de tauromaquia condensado en una frase, que ya apunta a un irreversible cambio de rumbo en la concepción del toreo, que tuvo en Rafael uno de sus más preclaros precursores.


Años antes de que Belmonte reivindicara el toreo como una actividad espiritual -para muchos sigue siendo el pionero- ya Rafael hizo del toreo una actividad artística, y por ende, una actividad espiritual. Y en una época de primacía de la épica, desplazó, me atrevería a decir que incluso de una manera descarada, y quien sabe si para siempre, el fiel de la balanza hacia la estética.


Nos encontramos, sin duda alguna, ante un hito crucial en la historia del toreo; ante una auténtica revolución, -quién se lo iba a decir al bueno de Rafael- que no ha sido suficientemente puesta en valor; quizás porque El Gallo, a diferencia del reflexivo Belmonte, aunque proclive a las sentencias, nunca fue dado a ningún tipo de cavilación y de análisis de su toreo, ni del toreo en general.

Su toreo nunca estuvo acompañado de libreto explicativo alguno, tal vez porque siempre supo, o al menos intuyó, que -como diría el poeta Claudio Rodríguez de la poesía- no es el torero, sino su toreo, el que tiene que hablar. 


jueves, 25 de julio de 2024

...Y DEL IRRESISTIBLE ENCANTO DE SU PERSONA

 ...Y DEL IRRESISTIBLE ENCANTO DE SU PERSONA


«Lo que en otros no es nada, en él, por una gracia innata, resulta bonito»

                                   Un maleta. El Pueblo, 26/07/1914


«Como torea con tanta gracia, nos pareció bueno todo cuanto hizo»

                         Castoreño El Mercantil Valenciano, 31/07/1926


«Él lo representa todo y nada, porque nada es en la torería, pero es más que nadie […] El arte de Rafael es Rafael mismo […] ¡Grande que es uno, Rafael! Más y mejor que la misma torería»

                                 Patillitas. Las Provincias, 31/07/1926


«Ha sido el de Rafael, más que el triunfo del torero, el triunfo del hombre; un triunfo de la simpatía»

                                      Recorte. La Libertad, 31/07/1926



Hay dos comentarios, iluminadores como siempre, de Ramón Gaya, con los que quiero iniciar este punto. Uno referido a Pastora Imperio: «Me di cuenta en seguida de que estaba delante de algo irrepetible [...] comprendí que no se trataba de hacer, sino de ser. Pastora es irrepetible, no en la medida que es irrepetible algo, sino alguien»;  y el otro a Manolete: «De Manolete puede decirse lo mismo que de Pastora, pues su genio no parecía residir en lo que hacía, sino sencillamente en lo que era»

Sin ser su destinatario, siempre he creído que también podrían aplicarse, sin sufrir modificación alguna, a Rafael El Gallo. Pues también en él, las cotas a las que se elevaba su toreo habrían resultado inalcanzables sin la magia que irradiaba su persona. 


También los cronistas valencianos, en los extractos de sus crónicas que figuran al inicio de este punto, ahora sí, referidos a Rafael, apuntan en la misma dirección.


Soy de la opinión, y perdonad mi atrevimiento, de que muchas de las cosas que él improvisaba delante de la cara del toro, muchos de los desplantes y los adornos que llegaron a formar parte importante de su toreo, y que tanto entusiasmaron a los públicos, en las manos de alguien que no hubiera estado ungido con la gracia y el duende de Rafael, sin su hipnótica personalidad, hubieran podido pasar a formar parte del toreo bufo.

Y quizás en el atractivo y la sugestión que siempre emanaron de su persona, se encuentren las claves con las que explicar que fuera El Gallo uno de los toreros cuya ausencia más ha pesado en el ánimo de las gentes.


En Rafael, el enorme vacío que provocó su ausencia sólo pudo paliarse, al menos en parte, con los vívidos recuerdos de sus faenas perdurables. A Rafael se le espera porque se le recuerda. «Es un torero que de tal manera ha sabido hacerse esperar, que todavía se le espera», escribe Gregorio Corrochano. Una vez más aparece el recuerdo en el toreo, en un desesperado intento de eternizar lo efímero.


Y siguiendo con el tema de la ausencia en Rafael, de nuevo acudo a mi admirado Ramón Gaya, en otro comentario sobre Pastora Imperio: «Al marcharse de escena sentí como si de pronto me quedara solo, abandonado, despojado […] Y calculando los pasos que faltaban para desaparecer sufría la emoción de esa hermosura dolorosa, tensa, atirantada, que sólo puede darnos lo que sucede en el tiempo: la música, el baile, los toros».


 Y en este sentido podríamos considerar a El Gallo el patriarca, el pionero, el que inauguró la senda por la que más tarde transitaron toreros del corte de Gitanilllo de Triana, Cagancho, Rafael de Paula o Curro Romero. Toreros de arte a los que, al igual de lo que sucedió con Rafael, por mucho que tardara en llegar su epifanía, siempre se les esperó.



jueves, 18 de julio de 2024

... Y DE SU GRAN CAPACIDAD DE SEDUCCIÓN

                        ....Y DE SU GRAN CAPACIDAD DE SEDUCCIÓN


«Este calvo, infame con el estoque en la mano y de una figura encorvada refractaria a toda sensación de arte, se yergue de tal manera, crece en grado tan superlativo cuando extiende el percal o el trapo rojo que subyuga, atrae de forma tal que, cual movidas por resorte, hace juntar las manos y aplaudir hasta quedar enrojecidas» 

                                             Un maleta. El Pueblo, 18/10/1912


«Yo no sé qué extraña influencia ejerce este hombre sobre los públicos, a los que su arte llega más que el de otros toreros, también artistas» 

                                         Patillitas.  Las Provincias, 30/07/1913


 «Después de esto debiera haberse terminado la corrida» 

                                        Chopeti. El Toreo, 11/05/1914 


«Después de aquello lo más indicado es que el presidente levantara la sesión. ¿Qué más podían hacer los otros infelices pigmeos que superase lo de Rafael el magno?» 

                                         Latiguillo. Las Provincias, 27/04/1914


Extractos de las crónicas de la faena realizada por Rafael El Gallo al toro Nazareno, de Medina Garvey, en la corrida de la despedida de Enrique Vargas Minuto del público valenciano, celebrada el 26 de abril de 1914.

Siempre he visto en Rafael El Gallo, como hombre y como torero, al elegido, al favorito, al que contó con el incondicional apoyo de las gentes, al que siempre cayó en gracia, sin ser gracioso.

Y al intentar clarificar ese trato preferente, que en el caso de Valencia alcanzó sus cotas más altas, he ido descubriendo toda una serie de aspectos que nunca le abandonaron (su irresistible encanto, su gracia señera, su duende gitano, su magnetismo… ), y que acabaron por configurar en él el gran seductor que siempre fue.

Considero que en su dilatada carrera de seductor, su conquista más preciada fueron, sin lugar a dudas, los públicos. Esos públicos, que acabaron subyugados por la fascinación,  por el deslumbramiento, que siempre ejerció sobre ellos. Fascinación un tanto misteriosa (el misterio vuelve a sobrevolar la figura de Rafael), pues estamos ante algo de lo que todos hablan y nadie explica. 

Algo por cierto muy característico de El Gallo, pues con él siempre queda la incómoda sensación de que son muchas más las preguntas que las certezas. «Rafael es un enigma con traje de luces, más impenetrable que el que se ofreció a la sagacidad de Edipo» (Paco Media Luna).

Debajo de su aparente campechanería, de sus legendarias ocurrencias y de su gracejo gitano, se ocultaba una persona impenetrable, un celoso guardián de su intimidad, que encontró cobijo dentro de sí mismo, y allí permaneció, totalmente guarecido del mundo exterior.

Me sumo, y de alguna manera me solidarizo, con sus cronistas y estudiosos, cuando acaban por confesarse incapaces de llegar hasta el fondo, conscientes de que sus análisis nunca sobrepasan los aspectos más superficiales, más anecdóticos, de su inextricable personalidad. ¿De qué madera habrán hecho a este torero, desconcertante, incongruente, en el que se suceden de manera brusca, y hasta caprichosa, los mayores descalabros y las más imprevistas resurrecciones?, se llegan a preguntar.
¿Qué secreto albergaba este enigmático diestro para que el público le tolerase lo que a ningún otro torero había tolerado? ¿Por qué, tras una de sus muchas debacles, se celebraba entusiásticamente cualquiera de sus innumerables arabescos? 

A veces se tiene la impresión de que, entre los públicos y Rafael, se hubiera establecido un acuerdo tácito, un pacto secreto, en el que a la más severa indignación le sucediera, como si de un orden natural se tratara, el inmediato perdón. 
Ningún otro torero de su época gozó, ni de lejos, de semejante privilegio. Quizás, porque como decía Gregorio Corrochano: «el genio lleva consigo el régimen de la excepción»
.
Os confieso que, en un desesperado intento por arrojar algo de luz sobre este tema, he llegado a pensar en un brebaje como el responsable último de ese encantamiento. Brebaje que Rafael, como todo gran seductor, no dudaría en suministrar, sin reparo alguno, a sus públicos, con el inconfesable propósito de -tras anular sus voluntades por medio del misterioso hechizo- ganarse su total entrega, su total sumisión.

martes, 16 de julio de 2024

... Y DE LA MALA RELACIÓN ENTRE EL TOREO DE RAFAEL Y LA MUERTE

 «Con Rafael el Gallo la sensación de lo bello es tranquila como la del que contempla un lago suizo o una figura helénica»

                                                         Un maleta. El Pueblo, 28/07/1914


«Nunca ante una faena del Gallo te habrá ocurrido la idea de que la muerte danza siniestramente por allí cerca»

                                                  Patillitas. Las Provincias, 27/07/1926



Los anteriores extractos me ha conducido, tal vez porque se trata de dos planteamientos antagónicos, a un comentario de Paco Media Luna, en el que al referirse al Belmonte inicial, nos dice en una de sus crónicas: «Cada vez que hacía el paseo, hacía entrar a la Tragedia por la puerta de caballos». 

Pues bien, en el caso de El Gallo  bien podríamos decir: «Cada vez que hacía el paseo, hacía salir a la Tragedia de la puerta de caballos».


Y es que Rafael y la Muerte, esa invitada tan indeseada y, sin embargo, tan presente en la Fiesta, nunca hicieron buenas migas, como si  de dos enemigos, irreconciliablemente malquistados, se tratara. 

Ante el toreo alegre, sin asomo de dramatismo, tan alejado de la tragedia, de El Gallo. la Muerte nunca acabó de sentirse a gusto, pues siempre se supo relegada, totalmente fuera de lugar. No es difícil, por tanto, imaginar a la Muerte, acostumbrada como estaba a ejercer de protagonista a lo largo de la historia del toreo, con cara de circunstancias, contrariada, ante el papel secundario que le tocó representar en ese toreo tan festivo de Rafael.

Incluso, lo reconozco, he llegado a recrearme, complacido y hasta con cierta sorna, en contemplar como en su rostro iba apareciendo un gesto adusto, un rictus de amargura, al saberse el patito feo, la nota discordante, en esa jubilosa oda a la vida, que no otra cosa es la tauromaquia de Rafael El Gallo.