En Pozoblanco los bronces,
tuvieron color de arterias,
el día se volvió noche
y empezaron las tinieblas.
Cuando se muere un torero,
las horas se vuelven negras.
Mario Cabré
Se viste de luces por primera vez en agosto de 1962 en Barbate. Actúa sin picadores hasta el 28 de junio de 1964, en que lidia su primera novillada en Cádiz. Su presentación en Sevilla, en la primavera de 1966, fue un éxito impresionante, que hizo que repitiese al domingo siguiente con un lleno de bandera.
"El autor de este libro -comenta Fernando Claramunt en su Historia del Arte del Toreo- presenció la segunda de sus novilladas con picadores en la Maestranza sevillana. El fervor del público será impresionante. Los vivas a la madre que lo trajo a este mundo y al curo que lo bautizó parecían parte de la faena de muleta, que había sucedido a un toreo de capa emotivo y prodigioso y a unos pares de banderillas que pusieron al público de pie. Sus compañeros de cartel quedaron borrados por "Paquirri"
Antonio Bienvenida se dispone a darle la alternativa, en Barcelona, el 17 de julio de 1966, pero la ceremonia debe repetirse porque en su primer intento recibe una cornada antes de serle cedida la muerte del toro.
Tomó la alternativa el 11 de agosto de 1966 en la plaza Monumental de Barcelona, cuando Paco Camino, en presencia de Santiago Martín (el Viti), le cedió la muerte de Zambullido, de la ganadería de Urquijo.
Confirmó su doctorado en Las Ventas el 18 de mayo de 1967, apadrinado por Paco Camino, con José Fuentes de testigo de la cesión del toro Alelado, de la ganadería de Juan Pedro Domecq.
La estadística es impresionante: en 1967 lidia 80 corridas; en 1968, 81; en 1969, 79; 1970, 75; 1971, 81; 1972, 95; 1973, 70; 1974, 94; 1975, 74; 1976, 50; 1977, 86; 1978, 79; 1980, 67; 1981, 59; 1982, 51; 1983, 39; 1984, 47; en conjunto, entre novilladas con picadores y corridas, actuó en 1.379 tardes, cortó 2.111 orejas (incluida la del toro que le mató) y 218 rabos.
En el año 1972 ocupa el primer puesto en el escalafón torero.
Sufrió no pocos percances. Los más graves son: Zaragoza, 1965; Pamplona, 1969; Fréjus, 1970; México D.F., 1970; Salamanca, 1971; Morelia, México, 1971; Caracas, 1971; Cartagena de Indias, 1978; Sevilla, 21 de abril de 1978, gravísimo.
Falleció en Córdoba tras la cogida sufrida el 26 de septiembre de 1984 en Pozoblanco, por parte del toro Avispado, de la ganadería de Sayalero y Bandrés. Sus últimas palabras forman ya parte de la Historia del Toreo:
"Doctor, yo quiero hablar con usted. La cornada es fuerte. Tiene al menos dos trayectorias, una para acá y otra para allá. Abra usted lo que tenga que abrir, lo demás está en sus manos. Y tranquilo, doctor"
Cossío escribe:
"La altísima cotización que alcanzara fue el lógico producto de un pundonor sin límites, un valor a prueba de cornadas, una técnica perfecta y un dominio de todos los tercios preciso, amén de unos deseos de complacer a los públicos dignos de todo encomio. Con su ejemplar muerte, plena de dignidad y sufrimiento, ha entrado en el terreno mítico reservado a los elegidos"
"La altísima cotización que alcanzara fue el lógico producto de un pundonor sin límites, un valor a prueba de cornadas, una técnica perfecta y un dominio de todos los tercios preciso, amén de unos deseos de complacer a los públicos dignos de todo encomio. Con su ejemplar muerte, plena de dignidad y sufrimiento, ha entrado en el terreno mítico reservado a los elegidos"
Vicente Zabala, en su obra Grandes Maestros del Toreo, escribe:
"Paquirri fue un matador de toros de gran alcance. Se conocía el oficio de pe a pa. Torero largo y poderoso, era difícil de juzgar para un crítico que tenía que verle muchas tardes por esas plazas, pues, al no ser un torero de inspiración, su trabajo se hacía monótono y fatigaba la vista de quien estaba obligado a presenciar sus actuaciones tarde tras tarde.................Sin embargo, el aficionado sencillo encuentra en los toreros como Paquirri la garantía de un alto porcentaje de ver algo, porque lo cierto es que la regularidad de Francisco Rivera fue su gran virtud. Matador seguro, era mejor estoqueador de los que se le ha reconocido, porque hacía la suerte del volapié con gran honradez, matando siempre por arriba, por el hoyo de las agujas, en una época en la que ya empezaba a consagrarse la infamia tremenda del bajonazo"
"Paquirri fue un matador de toros de gran alcance. Se conocía el oficio de pe a pa. Torero largo y poderoso, era difícil de juzgar para un crítico que tenía que verle muchas tardes por esas plazas, pues, al no ser un torero de inspiración, su trabajo se hacía monótono y fatigaba la vista de quien estaba obligado a presenciar sus actuaciones tarde tras tarde.................Sin embargo, el aficionado sencillo encuentra en los toreros como Paquirri la garantía de un alto porcentaje de ver algo, porque lo cierto es que la regularidad de Francisco Rivera fue su gran virtud. Matador seguro, era mejor estoqueador de los que se le ha reconocido, porque hacía la suerte del volapié con gran honradez, matando siempre por arriba, por el hoyo de las agujas, en una época en la que ya empezaba a consagrarse la infamia tremenda del bajonazo"
Juan Antonio Polo, en su obra El Toreo Contemporáneo, escribe:
"Paquirri fue un torero largo y dominador, variado con el capote, discreto banderillero, gran muletero y extraordinario estoqueador. Sus espléndidas facultades físicas y la suficiencia y facilidad con que realizaba las suertes restaron emoción a su toreo, al tiempo que un importante sector de la afición le censuró siempre la carencia de una vena artística acusada. No obstante, la profesionalidad, el pundonor y el afán de lucha de Paquirri le mantuvieron en primerísima línea desde la fecha de su alternativa, sin que las graves cornadas sufridas a lo largo de su carrera afectaron al valor y a la seguridad con que siempre se enfrentó a los toros"
Fernando Claramunt, en su Historia gráfica de la Tauromaquia, escribe:
"Su entrega era total, sin reservas. De ahí la altísima cifra de actuaciones.....................En una plaza de provincia, en tierras secas y ásperas de Castilla, en tarde de broncas, se llenó el ruedo de botes y residuos alimenticios. No se podía torear. Paquirri se llevó al toro al centro del ruedo en un pequeño círculo orillado de basuras y allí realizó una faena para sí mismo y para el toro. Lo que el astado pedía y lo que el torero sentía por dentro. No cabía mayor torería, mayor reciedumbre ni más arte en aquel marco de desperdicios. Muy por encima de la muchedumbre embrutecida, en otro mundo, estaba Paquirri y su toro a lo suyo. Fui testigo y doy fe...........................Nadie gozó de una simpatía comparable, de tal popularidad en lo sentimental. Hubo matadores de más enjundia, de mayor trascendencia para la Fiesta. Pero el puente que une al Espartero y Paquirri define a los dos como pilares fundamentales y expresión de un sentimiento popular que sólo ellos dos recogieron como santos depositarios, como intermediarios entre la pesadumbre cotidiana y el gozo imaginado..................En las gradas de su pedestal soñado brujulean Reverte y su novia, con el pañuelo bordado, los cuatro picadores y Reverte en medio. Nadie más"
El mismo Fernando Claramunt, en su Historia del Arte del Toreo, escribe:
"Al igual que a otras grandes figuras del toreo, se le regateaban méritos en las últimas temporadas, se le censuraban los altos honorarios. Venía a reprochárselo algún entrevistador en la misma puerta de cuadrillas, que tanto respeto y meditación deberían inspirar. "Sí, pero me justifico", le oímos responder.......................Si recordamos los rigurosos criterios enunciados por el escritor Guillermo Sureda Molina para considerar a un diestro verdadera figura del toreo, es evidente que "Paquirri" cumple con todos ellos, y en grado sumo, para proclamarle con todo merecimiento en el más alto lugar entre sus compañeros.....................La entrega era total, sin reservas. De ahí la altísima cifra de actuaciones y el tributo de las cornadas. En Madrid dolía tanta severidad con él......................Existe un penúltimo "Paquirri", el de las revistas del corazón con motivo de su segunda boda, en coche de caballos enjaezados a la andaluza, vestido él de corto, majo y jacarandoso. La nova, tonadillera; de romance ella y él, en olor de multitudes enfervorizadas como por ningún otro torero desde los tiempos de Manuel García "El Espartero". Ni Reverte ni nadie. Del "Espartero" a "Paquirri" nadie gozó de una simpatía comparable, de tanta popularidad en lo sentimental. El puente que une a "Espartero" y "Paquirri" define a los dos como pilares fundamentales de un sentimiento popular situado en algún lugar superior, donde la pesadumbre cotidiana y las frustraciones colectivas de los españoles no llegan y todo es hermoso.............En las gradas de su pedestal pueden brujulear Reverte y su novia, la del pañuelo bordado con cuatro picadores y Reverte en medio. Nadie más...............En nuestra piel de toro, cada vez menos española, de 1984, un mozo de Barbate mira al público en un lance de capa y un momento después se le empieza a escapar la vida por el hueco de una cornada. En un país tecnológicamente estúpido, tercermundista en la hora de la verdad, se nos muere "Paquirri". Todo el mundo posee un televisor, pero no se dispone de un helicóptero para salvarlo. Tiene, como "Manolete", una muerte española"
Carlos Abella escribe: "Ante todo hay que decir que fue un diestro poderoso y dominador, de valor sólido, completo en cuanto que dominó el concepto global de la lidia y de sus tres tercios, aunque no fuera un gran estilista con el capote, demostrara ser un banderillero más espectacular y poderoso que puro, y su muleta fuera empleada de acuerdo con las normas clásicas, pero con un punto de destemplanza. Sí fue, sin duda, el más rotundo y demoledor estoqueador de su generación.........................Con el tiempo, Paquirri muestra una cada vez mas competente técnica y ha ido templando la rapidez con la que ejecutaba las suertes, aunque los públicos acudían a verle atraídos por la espectacularidad de sus largas cambiadas a porta gayola, sus pares de banderillas ejecutados con más poder que pureza y su actitud en el ruedo, vibrante, deportiva y basada en sus poderosas facultades. Pese a ello, los toros le cogen con cierta frecuencia"
José Luis de Córdoba, en su libro Córdoba en la historia del toreo, escribe:
"Paquirri fue uno de los toreros que gozó en Córdoba de la admiración y simpatía de los aficionados y del público en general. No era, ciertamente, un torero de acusada personalidad, pero lo hacía todo, con capote, banderillas, muleta y estoque, y solía hacerlo bien, con facilidad y con total entrega, con alarde de facultades físicas y de dominio de sus enemigos. Acaso aquí -en esa confianza en sí mismo de que en ocasiones hacía gala- haya estribado la razón de su fatal percance. Sin entrar en consideraciones de si, como aficionados y críticos de la fiesta, estábamos o no identificados con la manera de interpretar el toreo del diestro gaditano, nunca dejaremos de reconocer su valor sin trampa y su férrea voluntad de triunfo, su condición de torero poderoso; su gracia y su alegría. Y, sobre todo, su honradez"
Rafael Ríos Mozo, en su Tauromaquia fundamental, escribe:
"Yo creo, sinceramente, que este torero equivocó su apodo, ya que en lugar de Paquirri debió escoger el apelativo de Facultades, aunque es justo reconocer que este último ya había sido usado por varios diestros...................Francisco Rivera es un muchacho que más parece un deportista que un torero, sobre todo cuando le vemos andar hacia atrás con la misma facilidad y rapidez que para adelante y saltar la barrera con una agilidad verdaderamente prodigiosa......................Tras su presentación en Sevilla en 1966, siguió triunfando por esas plazas con un toreo rápido, casi eléctrico, y con un estilo de banderillero que, si exceptuamos el para al quiebro, nunca ha pasado de vulgar...................Ha obtenido bastantes triunfos, tanto en América como en España, pues su estilo se presta mucho a la ovación fácil, hasta que en 1973 -año en que escribo estas líneas- ha asentado mucho su toreo, hasta el punto de conseguir el premio de triunfador de la Feria de Sevilla por una faena a una res de los herederos de don Carlos Núñez, en la que hizo el toreo reposado y con mucha ligazón...............Creo que este diestro puede mejorar y, bajo la experta férula de Camará, llegar a un puesto muy elevado. Todo consiste en que toree más despacio y que también dé a su banderillear un punto de más lentitud................Sin ser un toreo de mis predilecciones, creo que puede llegar a ocupar, por facultades y por estilo, un puesto importante en la historia de la tauromaquia"
Jorge Laverón, en su Historia del Toreo, escribe:
Domingo Delgado de la Cámara, en su libro Revisión del toreo, escribe:
"Doctor, la corná es fuerte. Tiene por lo menos dos trayectorias: una p'allá y otra p'acá. Abra todo lo que tenga que abrir y lo demás está en sus manos. Así que tranquilo"............El viril comportamiento de Francisco Rivera en la enfermería de Pozoblanco estaba en consonancia con su trayectoria en los ruedos durante diecisiete años de alternativa. Paquirri fue un diestro de un pundonor extrarodinario. Esta casta le hizo estar en la cumbre desde la retirada de El Cordobés a la aparición de Paco Ojeda y Espartaco. Durante los años setenta el torero más cotizado fue Paquirri, pues tenía una raza y deseo de triunfo poco habituales en aquellos años de desidia torera. Paquirri fue un digno" descendiente" de Joselito............Muy poderoso y dominador, variado con la capa, aceptable banderillero, inapelable con la espada. Hacía un toreo de gusto sobrio bastante aceptable. Si se le encasilló como diestro de estética vulgar fue porque en aquella época la comparación con Camino y El Viti era demoledora. Paquirri fue el mejor de su generación. Con mucho más poderío y más raza que un Manzanares o un Capea............Aún recuerdo la apabullante demostración de poderío que desplegó ante la encastadísima corrida de Torrestrella durante el San Isidro de 1979. Quizá fue la tarde de su vida. Paquirri en sus últimos minutos hizo un servicio impagable a la Fiesta"
"Paquirri fue un torero largo y dominador, variado con el capote, discreto banderillero, gran muletero y extraordinario estoqueador. Sus espléndidas facultades físicas y la suficiencia y facilidad con que realizaba las suertes restaron emoción a su toreo, al tiempo que un importante sector de la afición le censuró siempre la carencia de una vena artística acusada. No obstante, la profesionalidad, el pundonor y el afán de lucha de Paquirri le mantuvieron en primerísima línea desde la fecha de su alternativa, sin que las graves cornadas sufridas a lo largo de su carrera afectaron al valor y a la seguridad con que siempre se enfrentó a los toros"
Fernando Claramunt, en su Historia gráfica de la Tauromaquia, escribe:
"Su entrega era total, sin reservas. De ahí la altísima cifra de actuaciones.....................En una plaza de provincia, en tierras secas y ásperas de Castilla, en tarde de broncas, se llenó el ruedo de botes y residuos alimenticios. No se podía torear. Paquirri se llevó al toro al centro del ruedo en un pequeño círculo orillado de basuras y allí realizó una faena para sí mismo y para el toro. Lo que el astado pedía y lo que el torero sentía por dentro. No cabía mayor torería, mayor reciedumbre ni más arte en aquel marco de desperdicios. Muy por encima de la muchedumbre embrutecida, en otro mundo, estaba Paquirri y su toro a lo suyo. Fui testigo y doy fe...........................Nadie gozó de una simpatía comparable, de tal popularidad en lo sentimental. Hubo matadores de más enjundia, de mayor trascendencia para la Fiesta. Pero el puente que une al Espartero y Paquirri define a los dos como pilares fundamentales y expresión de un sentimiento popular que sólo ellos dos recogieron como santos depositarios, como intermediarios entre la pesadumbre cotidiana y el gozo imaginado..................En las gradas de su pedestal soñado brujulean Reverte y su novia, con el pañuelo bordado, los cuatro picadores y Reverte en medio. Nadie más"
El mismo Fernando Claramunt, en su Historia del Arte del Toreo, escribe:
"Al igual que a otras grandes figuras del toreo, se le regateaban méritos en las últimas temporadas, se le censuraban los altos honorarios. Venía a reprochárselo algún entrevistador en la misma puerta de cuadrillas, que tanto respeto y meditación deberían inspirar. "Sí, pero me justifico", le oímos responder.......................Si recordamos los rigurosos criterios enunciados por el escritor Guillermo Sureda Molina para considerar a un diestro verdadera figura del toreo, es evidente que "Paquirri" cumple con todos ellos, y en grado sumo, para proclamarle con todo merecimiento en el más alto lugar entre sus compañeros.....................La entrega era total, sin reservas. De ahí la altísima cifra de actuaciones y el tributo de las cornadas. En Madrid dolía tanta severidad con él......................Existe un penúltimo "Paquirri", el de las revistas del corazón con motivo de su segunda boda, en coche de caballos enjaezados a la andaluza, vestido él de corto, majo y jacarandoso. La nova, tonadillera; de romance ella y él, en olor de multitudes enfervorizadas como por ningún otro torero desde los tiempos de Manuel García "El Espartero". Ni Reverte ni nadie. Del "Espartero" a "Paquirri" nadie gozó de una simpatía comparable, de tanta popularidad en lo sentimental. El puente que une a "Espartero" y "Paquirri" define a los dos como pilares fundamentales de un sentimiento popular situado en algún lugar superior, donde la pesadumbre cotidiana y las frustraciones colectivas de los españoles no llegan y todo es hermoso.............En las gradas de su pedestal pueden brujulear Reverte y su novia, la del pañuelo bordado con cuatro picadores y Reverte en medio. Nadie más...............En nuestra piel de toro, cada vez menos española, de 1984, un mozo de Barbate mira al público en un lance de capa y un momento después se le empieza a escapar la vida por el hueco de una cornada. En un país tecnológicamente estúpido, tercermundista en la hora de la verdad, se nos muere "Paquirri". Todo el mundo posee un televisor, pero no se dispone de un helicóptero para salvarlo. Tiene, como "Manolete", una muerte española"
Carlos Abella escribe: "Ante todo hay que decir que fue un diestro poderoso y dominador, de valor sólido, completo en cuanto que dominó el concepto global de la lidia y de sus tres tercios, aunque no fuera un gran estilista con el capote, demostrara ser un banderillero más espectacular y poderoso que puro, y su muleta fuera empleada de acuerdo con las normas clásicas, pero con un punto de destemplanza. Sí fue, sin duda, el más rotundo y demoledor estoqueador de su generación.........................Con el tiempo, Paquirri muestra una cada vez mas competente técnica y ha ido templando la rapidez con la que ejecutaba las suertes, aunque los públicos acudían a verle atraídos por la espectacularidad de sus largas cambiadas a porta gayola, sus pares de banderillas ejecutados con más poder que pureza y su actitud en el ruedo, vibrante, deportiva y basada en sus poderosas facultades. Pese a ello, los toros le cogen con cierta frecuencia"
José Luis de Córdoba, en su libro Córdoba en la historia del toreo, escribe:
"Paquirri fue uno de los toreros que gozó en Córdoba de la admiración y simpatía de los aficionados y del público en general. No era, ciertamente, un torero de acusada personalidad, pero lo hacía todo, con capote, banderillas, muleta y estoque, y solía hacerlo bien, con facilidad y con total entrega, con alarde de facultades físicas y de dominio de sus enemigos. Acaso aquí -en esa confianza en sí mismo de que en ocasiones hacía gala- haya estribado la razón de su fatal percance. Sin entrar en consideraciones de si, como aficionados y críticos de la fiesta, estábamos o no identificados con la manera de interpretar el toreo del diestro gaditano, nunca dejaremos de reconocer su valor sin trampa y su férrea voluntad de triunfo, su condición de torero poderoso; su gracia y su alegría. Y, sobre todo, su honradez"
Rafael Ríos Mozo, en su Tauromaquia fundamental, escribe:
"Yo creo, sinceramente, que este torero equivocó su apodo, ya que en lugar de Paquirri debió escoger el apelativo de Facultades, aunque es justo reconocer que este último ya había sido usado por varios diestros...................Francisco Rivera es un muchacho que más parece un deportista que un torero, sobre todo cuando le vemos andar hacia atrás con la misma facilidad y rapidez que para adelante y saltar la barrera con una agilidad verdaderamente prodigiosa......................Tras su presentación en Sevilla en 1966, siguió triunfando por esas plazas con un toreo rápido, casi eléctrico, y con un estilo de banderillero que, si exceptuamos el para al quiebro, nunca ha pasado de vulgar...................Ha obtenido bastantes triunfos, tanto en América como en España, pues su estilo se presta mucho a la ovación fácil, hasta que en 1973 -año en que escribo estas líneas- ha asentado mucho su toreo, hasta el punto de conseguir el premio de triunfador de la Feria de Sevilla por una faena a una res de los herederos de don Carlos Núñez, en la que hizo el toreo reposado y con mucha ligazón...............Creo que este diestro puede mejorar y, bajo la experta férula de Camará, llegar a un puesto muy elevado. Todo consiste en que toree más despacio y que también dé a su banderillear un punto de más lentitud................Sin ser un toreo de mis predilecciones, creo que puede llegar a ocupar, por facultades y por estilo, un puesto importante en la historia de la tauromaquia"
Jorge Laverón, en su Historia del Toreo, escribe:
“Es la primera figura de la década de los setenta. Figura engrandecida tras su heroica y trágica cogida mortal en la plaza de Pozoblanco, el 28 de septiembre de 1884……………….Paquirri fue un torero de valor apoyado en una gran técnica, un torero poderoso y dominador, largo y completo. Magnífico estoqueador, sólo le faltó hacer las suertes con más reposo, gustándose. En definitiva, tener un punto más de gracia, de arte……….En Sevilla toreó 31corridas y cortó 29 orejas con dos salidas a hombros por la Puerta del Príncipe. En Madrid toreó también 31 corridas, cortó 23 orejas y salió seis veces por la Puerta Grande ……….Una gran figura, con los defectos lógicos, que dejó honda huella………En 1972 acabó a la cabeza del escalafón y siempre estuvo entre los primeros hasta el trágico y glorioso final de su carrera”
Domingo Delgado de la Cámara, en su libro Revisión del toreo, escribe:
"Doctor, la corná es fuerte. Tiene por lo menos dos trayectorias: una p'allá y otra p'acá. Abra todo lo que tenga que abrir y lo demás está en sus manos. Así que tranquilo"............El viril comportamiento de Francisco Rivera en la enfermería de Pozoblanco estaba en consonancia con su trayectoria en los ruedos durante diecisiete años de alternativa. Paquirri fue un diestro de un pundonor extrarodinario. Esta casta le hizo estar en la cumbre desde la retirada de El Cordobés a la aparición de Paco Ojeda y Espartaco. Durante los años setenta el torero más cotizado fue Paquirri, pues tenía una raza y deseo de triunfo poco habituales en aquellos años de desidia torera. Paquirri fue un digno" descendiente" de Joselito............Muy poderoso y dominador, variado con la capa, aceptable banderillero, inapelable con la espada. Hacía un toreo de gusto sobrio bastante aceptable. Si se le encasilló como diestro de estética vulgar fue porque en aquella época la comparación con Camino y El Viti era demoledora. Paquirri fue el mejor de su generación. Con mucho más poderío y más raza que un Manzanares o un Capea............Aún recuerdo la apabullante demostración de poderío que desplegó ante la encastadísima corrida de Torrestrella durante el San Isidro de 1979. Quizá fue la tarde de su vida. Paquirri en sus últimos minutos hizo un servicio impagable a la Fiesta"
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