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martes, 24 de abril de 2012

MANOLETE. Verónicas y Medias Verónicas

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No. La vida y su símbolo el toreo
no son cadena, no, de ultimidades......
Toda la vida es casi y es apenas.
Con un soprendente cambio de perspectivas, Dios aparece ahora como un maestro que dirige a su cuadrilla)


"Déjalo estar", repite el Sumo Diestro
a su peón de brega y de guadaña.

(Para cualquier hombre, una hora es, siempre, la penúltima, y suplicamos todos que se nos deje concluir la faena, ya iniciada)



Señor, Señor, aplícanos la venda.
Ciéganos de esperanza peregrina.
Que la faena se cumpla y no se entienda
de tan plena y redonda y cristalina.

   (Para seguir viviendo necesitamos, todos, olvidarnos de que Islero resopla ya, esperándonos, en la plaza de Linares)

Verónica de olvido abre su capa.

Gerardo Diego. La penúltima
(Con gran finura evoca Gerardo Diego La penúltima: la tarde
que toreó Manolete en Santander, antes de salir para Linares. Comentarios de Andrés Amorós en Toros y Cultura )




Y esa mirada tuya hacia la altura,
tu desdén tan señor, tan soberano;
ese correr la mano
ciñéndose la muerte a la cintura,
son nobles gestos de la tierra maja
que sabe en esta hora
contemplar a los cielos soñadora
y pasarse la muerte por la faja.

.......................................


Ceñido, modelado por el viento
--el huracán del toro sobre España--,
combado al torvo aliento,
pero en la tierra dura de la hazaña
con profundo cimiento,
tú, Manolete, tú, espiga señera
o chopo de brillante calofrío,
solo del ruedo en la ancha paramera,
junco varado en caudaloso río.

Pulido por el ímpetu caudal
que derrama la esclusa del chiquero,
madurando torero,
con lenta granazón de cereal.

Solo, en la soledad más admirada;
solo, en la soledad más combatida...
San Sebastián de la plural mirada
Ganándole a la Muerte la partida
con pedestal de carne bien lidiada.

Domando, con rigor de silogismo,
la selva de furores de las reses.
Severo monumento de ti mismo
Vaciado en el profundo senequismo
de todos los toreros cordobeses.

                                                 
                                                         Federico Muelas: Oda a Manolete






Andar es muy fácil.

Lo difícil es andar sin premura.

Pasear por el miedo del ruedo

grave y con figura.


Cuando un cordobés es torero

su capa es la túnica.


Esencia y decencia:

las dos cosas juntas.


¿Quién ha visto, si no es entre sueños,

la estatua segura,

arriscada de gracia, de arte y de celo,

crispada de angustia,

caminar paso a paso, despacio,

buscándole sitio a su tumba?



                                           

                                                                                                        Pedro Garfias


Él era el viento que al pasar excita
con su táurica voz devastadora.
Él era el sol con alamar de aurora
que a la luna de agosto dio su cita...........

Y el río mismo que a rondar invita
con espuma de amor su ciudad mora...........
y la piedra romana, emperadora,
que envidia fue del Puente y la Mezquita...........

Parco en reír, discreto en elocuencia.
Mucho hablar de él sería irreverencia.
Pregonó la muleta más que el hombre.
La Historia a la Leyenda dio su fuero...........
Y así fue "Manolete", un niño, un hombre...........
Manuel Rodríguez Sánchez: ¡Un torero!

                                   Rafael Duyos. En el primer aniversario de su muerte


Si tú morir no quisieras
Yo sé que no hubieras muerto:
Que ángeles te daban guarda
Con finos sables de acero.
.......................................
.....................................
Temblaba en la taleguilla
El raso y el oro viejo.
Temblaba la arena parda
Con un crujir de mil miedos.
Tembló el viento en la muleta
Y los olés en el viento,
Y en los tendidos temblaron
Corazones y pañuelos
Solo tú estabas tranquilo,
Solo tu estabas sereno
Bordando por naturales
Sin un temblor, sin un gesto.
La tarde estaba prendada
De ti, Manuel, del maestro.
Un miura sobre la arena,
Y en tres palmos de terreno
-Austera, sobria, magnífica-
Tu gran lección de toreo:
Lección de ciencia, de arte,
De valor y de salero.
Y al final el gran resumen,
El impecable compendio:
“De cómo se mata a un toro
y cómo muere un torero” 

Enrique Riús Zunón. A Manolete


Escucha el verso, Córdoba, buscando las estrellas.
¡Nada de romancillos con ángeles toreros!
¡El que ha muerto tenía los ojos pensativos,
como dos pozos negros!

Hay que llorarlo, Córdoba, como pasa tu río
bajo los arcos altos de tu puente, en silencio.
Y hay que estar en su muerte, como él ante los toros,
elegante y sereno.

Nada de romancillos, Córdoba, ni cantares.
Un medio tono lleno de tristeza en el verso.

Son las siete doradas de su tarde infinita.
Ha dejado el capote de brega, y en silencio,
con un gesto tranquilo de victoria y descanso
ha tomado el capote del último paseo
Y se ha marchado erguido, contra la tarde quieta,
de espaldas a las rosas, y -¡por fin!- sonriendo………..

                                                                                         José María Pemán



Y te vas recto, recto
¿como el río a la mar?
A la mar de muerte
tus alamares van.

No como el agua dulce
que duda y vuelve atrás
antes del trago amargo
de efervescencia y sal,

sino como la bala
que ciega y recta va
al blanco que la hechiza
con pupila fatal,

tú, bala de ti mismo,
vas a la muerte imán,
proyectil, línea, héroe,
alma, sin paso atrás.

La balanza equilibra
la suerte y la muerte igual.
“Islero” a Manuel reta.
Manuel a su isla va.

Rodeados de sombra
de espesa inmensidad,
solos allá en su isla
se entrecruzan en paz.

                           Gerardo Diego. Adios a Manolete 




Pero el honor de la roca
obliga a clavarse,
eje absoluto.
Y la muleta resbala
su rojo enigma de ala
sobre la sierra de luto.

                                            Gerardo Diego, sobre el pase estatuario de Manolete




Estás tan fijo ya, tan alejado,
que la mano del Greco no podría
dar más profundidad, más lejanía
a tu sombra de mártir expoliado.



Te veo ante tu Dios, el toro al lado,
en un ruedo sin límites, sin día,
a tí que eras una Epifanía
y eres un estoque abandonado.



Bajo el hueso amarillo de la frente,
tus ojos ya sin ojos, sin deseo,
radiográfico, mítico, ascendente,



fiel a tí mismo, de perfil te veo,
como ya te verás eternamente,
esqueleto inmutable del toreo.



José Alameda. A Manuel Rodríguez, Manolete









Se aventó tu puñado de ceniza
bajo el sol doloroso de un verano......
La cruz de la espada, aún en tu mano,
es un cirio de acero que agoniza......
Notaste que la carne se rompía
entre la mies de oro de la seda......
Supiste que era tu última moneda,
y compraste el derecho a ser poesía.



Rafael Herrero Mingorance.  La estocada de Linares




Hay un rumor. El ángel de la muerte,
por tu estatua de luz ya cautivado,
su vuelo ha detenido, y ha plegado
su ala oscura de amor por mejor verte.



Oh cadencia de valle y sangre fuerte,
cómo unís para el lance serenado
la belleza del toro ardiente, airado,
y el delicado brío que en tí vierte



la rosa de la tarde. El aire espía
tu navegar de bronce bajo el cielo,
la espuma de tu clara morenía.



Hermosa vida arde en este suelo,
y hermosa crece ya la melodía,
rumorosa pasión de toro en vuelo.



José Luis Cano. A la muerte de Manolete.





Queda un pensar en ti por los tendidos.
La maestría exacta de una suerte
no te deja volver. No has de moverte
de tu estatua de gestos conseguidos



en doliente lidiar. Esclarecidos
descubres los enigmas de tu muerte,
mientras la arena, fría de no verte,
guarda la soledad de los gemidos



por ti, que señoreas en la luna
del bravío animal apacentado
en las feroces hierbas del delito.



Si te mecieron en la enhiesta cuna
de dos pitones, esta tarde has dado
el pase de morir que queda escrito.



Enrique Badosa. Elegía a Manuel Rodríguez Manolete







Como tu misma tierra, naciste sin sosiego.
Dulce es siempre la vida donde el peligro empieza.
Tu corazón, como una lenta rosa de fuego,
al arder te iba dando soledad y tristeza.



Soledad porque nadie te seguía a la muerte;
soledad en el hielo de tu última hora;
tristeza de ser hombre, tristeza de saberte
hecho de enamorada ceniza triunfadora.



Por eso eras el clásico poema y su medida,
el número en que tiene la sangre sus fronteras,
la víspera de un sueño donde todo se olvida,
la delgadez de un ala y su silencio eras.



Y ahora, cuando te ciegan las sombras de repente,
no podemos creernos sin tu estrella brillando.
Nunca encontré mi verso para ti suficiente,
y ante tu muerte tengo que mirarme cantando.



Ya sé que nada cuenta mi palabra en tu cielo,
que se alza desde un pozo de llantos encontrados:
pero siente algo tuyo dándole fuerza al suelo
ahora que veo a España creciendo en sus sembrados.



Y esto vengo a decirte: cómo estás en nosotros,
en los que un día vimos tu andariega amargura;
cómo ya contaremos para que cuenten otros
y diremos los tiempos que diste a la hermosura.



Como un toro se extiende la patria en qué naciste;
yo la veo llorando por la gloria que escalas;
pero hay un sol de oro que eternamente viste
a los dioses heridos de muerte entre las alas.



Así sobre las lágrimas, el laurel y los nombres
queda el dolor más alto coronando tu suerte;
porque ardiendo, muriendo, con sus hombres más hombres,
está el toro de España más vivo con tu muerte.



José García Nieto. De La elegía a Manolete


Pero allí estaba Islero
negro toro. ¿Qué vaca en agrio prado
te dio la fría leche envenenada.....?


Llevadme, amigos, entre pasodobles,
bajo los miradores de madera,
a desplegar las alas de la capa,
a deshojarme en pétalos
de naturales..........



 "Se hiciera un mito de su dura pena, / se hiciera un rayo de su verde estoque..."

                                                                               Francisco Umbral




Se le vio caminar entre fusiles.
Antonio  Machado

A él también se le vio caminar entre cuatro
banderilleros tristes de olivares y noche,
por la vereda turbia que conduce a la muerte
entre charcos de sangre y luz de escalofrío
que la noche de agosto, ya en silencio, desbasta.

Porque el cuerno afilado del destino aguardaba
en la esquina del mundo, donde se llega siempre
despacio, como llega, inexorable y clara,
la hora de los clarines y el grito de la gente 
y el perfil ya borroso del peón de confianza
que mete el puño sucio en la cueva profunda
de la herida y ya todo
es dulce y frío y sube por las venas del muslo,
sobre el hule manchado por otras sangres viejas.

-David, ¿dónde está el toro? Pelu, ¡cómo me duele
esta tarde la pierna! 
No veo, don Luis. Pinturas, échame otro capote
encima, que la noche
está fría en este campo
de escarcha de la muerte.

                                                                              Santos Domínguez



Cuando saliste a la plaza
como un sol en su apogeo,
siendo cumbre del toreo
lo eras también de tu raza.
Hoy la muerte te desplaza;
pero emplaza el hecho cierto
de tu recuerdo despierto,
que mantendrás en la lid
para ganar, como el Cid,
batallas, después de muerto.

Adriano del Valle. Brindis póstumo a Manolete


Allí naciste torero
porque lo quiso tu sino
con tu tristeza de sauce
y tu empaque de obelisco.

Facistol, centras el ruedo
como quien sostiene un libro;
si del "Guerra" la sentencia
la estampa de "Lagartijo".

Córdoba al velar tu sueño
vela al mejor de sus hijos.

Adriano del Valle

                                  

¡Cuántos siglos prensados cual dorados racimos,
¡oh Manolete hasta llegar a tu muleta!
¡Cuánta herida y mugido hasta tu pase de oro!
¡Qué pedestal de sangre te sustenta!

Bisontes de Altamira, abultados en ocre,
¿soñaron tu verónica que da alas a la seda?
Negros toros ibéricos, incendiadas las astas,
murieron sin la gloria de tu arena.
...................................
...................................
Ya está el toro en el centro; paso a paso, despacio
te acercas al asombro de su embestida ciega
y deshojan su empuje dieciséis naturales
como pétalos rojos que en el aire se quedan.

El terreno del toro ya es tuyo. ¡Y qué terrible
esa arena arrancada a su mar de violencia!
¡Qué tierra movediza donde pones tu estatua
con un reto de muerte que, erizado, te aprieta!

Ya es intangible el toro. ¡Ya es inútil la malva!
La fina flor del campo y el Betis que la riega,
sólo la muerte puede eternizar su giro
cuando, cuadrado, el rayo fulminador le acecha.

¡Qué tempestad de plata en su jardín de entrañas!
¡Qué vidrio en su mirada cuando inmóvil se queda
destruido por dentro y, por fin, se derrumba
humillando a tus plantas su almenada cabeza!

Luego, amaranto y oro, o de manzana y plata,
das el giro al anillo, el trofeo en tu diestra,
como brasa de sangre. Y parece la plaza
un velero arbolado de pañuelos que vuelan.


Dos mil años de lidia sobre esta piel de España
(¡oh cráteres de luna de su redonda tierra!)
hasta ti, Manolete, que das ritmo y medida
al anárquico empuje del instinto y la fuerza.


Yo saludo al torero más valiente del ruedo.
Saludo el abanico difícil de tu izquierda,
que hace al toro satélite, luna de tu oro antiguo,
con órbita de estrellas.

Y saludo en ti a Córdoba, olivares y ermitas,
surtidor de azulejos hoy cubiertos con tierra.
¡Quien te dio esa elegancia de califa sin trono,
de Almanzor que no vuelve, que es desdén y nobleza!

Agustín de Foxá. Del poema A Manuel Rodríguez "Manolete"



"...En los palcos del cielo tiembla el brío
y hay un ardor que sube de la tierra.
Del olivar de Córdoba ha llegado
un viento antiguo que la tarde estrena."

José María Alfaro


"¡Qué gloria ser de Córdoba y torero!"

Alfredo Marquerie


Se hiciera un mito de su pura pena,
se hiciera un rayo de su verde estoque
............................................

Francisco Umbral


Está Manolo en pie, junto a la fiera,
clavado por las mismas zapatillas
que no han de ver el aire con la suela.
Porque trajiste cuando así ganabas
en tu capa de sol y primavera
yo levanto mi copa entre los tuyos,
Manolo, por tu estoque y tu muleta.

José María Alfaro


Ya se apagaron los olés
y la muerte por Linares
va encendiendo sus faroles.
¡Ay, campanas, qué agonía,
las campanas de Linares,
cuando doblan noche y día
con un son de soleares!

Copla de Rafael Farina




"vertical en el centro de los siglos, solitario y estoico"


"Y yo rezo por ti, leve torero,
que eres al fin, definitivo soplo"

Antonio Olivar Belmás






"Mientras usted anda doblándose con el toro, ya llevo dos docenas de pases naturales"

                                                           Manolete a Domingo Ortega


En Las memorias de Clarito (César Jalón), podemos leer la siguiente anécdota:

"Es 24 de julio, cuarta de feria y tercera de Manolete, y vuelvo a la habitación a decirle ¡hasta luego!, cuando, vistiéndose, le aprieta Camará los machos de la taleguilla.

_¡Tengo miedo!_ musita Manolete.

_¿Usted? ¿Con lo que se arrima?_ se extraña un visitante admirador.

_Pues, por eso, porque me arrimo........"


“La vida que hacemos es peor que la de los anacoretas”


Manolete. Recogido en el libro El torero. Una visión inédita, de Juan Antonio Pérez Mateos.














César Jalón, en su libro Memorias de Clarito, escribe:

"La estatua -vívida- de Manolete ofrece el capote levemente desmadejado en sus brazos prodigiosos, a escasa altura del suelo, y cuando ve prendida a la res, echa a andar el engaño a paso lento. En la revuelta -cargada al lado izquierdo-, el hombre, como valiéndose de ser enjutísimo, disminuye la distancia hasta fundirse con el toro. Al remate, se tropiezan. Y el torero, que conserva su capa asida por una punta, se la echa al brazo y recorta en los que mal cabe una brizna. El escalofrío arranca a los espectadores un clamor......."






































"Manolete era un matador fuera de serie. El mejor que yo he visto"

                                                                           Pepe Luis Vázquez


Manuel Rodríguez Sánchez, Manolete, nació en Córdoba el 4 de julio de 1917. Hijo del también matador de igual nombre y apodo. El padre, casado en segundas nupcias con la viuda de Rafael Molina ("Lagartijo chico"), falleció cuando Manuel tenía seis años.

Ya por los años del 1929 al 1934, tomó parte en varios festivales benéficos en la provincia de Córdoba y becerradas en Arlés y Nimes, Málaga y Barcelona. El domingo de Resurrección de 1931 figura en una novillada de Gamero Cívico, y corta una oreja. Dos años más tarde ingresa en el espectáculo taurino "Los califas", y recorre varias provincias.

Vistió por primera vez el traje de luces en la plaza de Córdoba, el 12 de agosto de 1933, toreando un eral en una corrida nocturna, organizada, precisamente por el que más tarde había de ser su apoderado, el ex-matador de toros Jose Flores Camará. Volvió a torear en el coso cordobés el 1 de octubre del mismo año, ya en festejo diurno..

Se presentó en Madrid el 1 de mayo de 1935, en  Tetuán de las Victorias, con novillos de Esteban Hernández, alternado con otro novel mejicano llamado Silverio Pérez, y ninguno de los dos, salvando la forma de estoquear a sus novillos del diestro cordobés, hizo vislumbrar la menor posibilidad de que llegarían ambos a las figuras tan extraordinarias que fueron.

La presentación con picadores tuvo lugar en la plaza cordobesa de Los Tejares, el 25 de julio de 1935. Su presentación en Sevilla fue el 26 de mayo de 1938, repitiendo con gran éxito el 5 de junio y el 9 de octubre. Ya por entonces le apodera el ex torero cordobés José Flores Camará, que se propone extraer de Manolete el mayor jugo posible a sus muchas virtudes toreras.

Ya en la temporada de 1939 está considerado como primera figura de la novillería. Se despide como novillero en el Puerto de Santa María, el 25 de junio de 1939, lidiando reses del Conde de la Corte.

Tomó la alternativa en Sevilla el 2 de julio de 1939 de manos de Manuel Jiménez Chicuelo, que le cedió la muerte de Mirador (en la ganadería había sido bautizado con el nombre de Comunista), negro, de la ganadería de don Clemente Tassara (Parladé), al que cortó las orejas, y actuando de testigo Rafael Vega de los Reyes, Gitanillo de Triana II.

Hay una anécdota sobre la alternativa de Manolete, relatada por Filiberto Mira en su libro "Vida y tragedia de Manolete", que ilustra perfectamente la opinión que sobre el maestro tenían sus compañeros de profesión:

"Día de la alternativa en Sevilla, 2 de julio de 1939. Respetuoso siempre, le pregunta al padrino Chicuelo, en el instante de la entrega de los trastos:

_¿Está mejor el toro por el lado derecho, no maestro?
_Sí, pero tú eres Manolete y serás capaz de sacarle naturales. Mucha suerte, tocayo _ le responde Manuel Jiménez"

Confirmó la alternativa en Madrid, en la corrida de la Beneficencia, el 12 de octubre del mismo año, de manos de Marcial Lalanda, lidiando toros de Antonio Pérez, con Juan Belmonte Campoy, que también confirmó su doctorado en esa fecha. En esta corrida, Juan Belmonte lidió a caballo un novillo.
El triunfo de Manolete en el sexto toro de aquella corrida histórica fue de tal calibre que hizo claudicar a todo el público.

Veamos algunos fragmentos de la crónica del crítico Ricardo García "K Hito" de esa tarde:

"Manuel Rodríguez, natural de Córdoba la sultana, hijo de aquél Manolete de nuestros tiempos, trae un temple, una lentitud y una suavidad en el manejo de la tela que causa asombro. ¿Cabe torear con más sosiego y finura que el nuevo artista cordobés?.............Sigo maravillado y ya han pasado algunas horas desde que Manuel Rodríguez, entre dos luces, bordó en el gran bastidor del redondel, los pases de muleta perfectísimos, candenciosos, finos, correctos, primorosos............El público estaba de pie, con la boca abierta. Nos habían hablado de un Manolete matador de toros, que cruzaba limpiamente y calaba a los astados por las agujas...............Los que destacan con el acero no torean, generalmente. ¿Qué musas inspiraron ayer a ese mago del toreo? Pero demos de lado a las musas. Esa labor no se improvisa. Puede ser lo de ayer algo único. No obstante, quien firma eso tiene el pulso firme y sereno. Es, sencillamente, un calígrafo de la tauromaquia.........Su trabajo fue de adorno, afiligranado, churrigeresco, del  barroco más sutil. Y en el segundo, su faena rebosó austeridad y eficacia. Para todos los gustos................Con el capotillo lleva al toro a paso lento; lances de plano suaves, meritísimos y de singular belleza........"

"Aquella temporada de 1939, escribe José Luis de Córdoba en su libro Córdoba en la historia del toreo, Manolete finalizó bien pronto su campaña -solo cuatro corridas más- pero de la siguiente -1940- puede decirse que arranca la etapa triunfal de Manuel Rodríguez Sánchez. A partir de este momento Manolete es clamorosamente aclamado y apasionadamente discutido. Había llegado a la cúspide por el propio impulso de su arte, de su personalidad, de su estilo y de su pundonor. Es decir, que consiguió de nuevo para Córdoba el cetro de la fiesta y fue proclamado por el público y la crítica, como el Califa III de la Tauromaquia..................Toreó 509 corridas de toros y 36 novilladas..............Manuel Rodríguez Sánchez recibió, a título póstumo, la Cruz de la Beneficencia, que fue impuesta sobre el féretro que contenía el cadáver. Manolete estaba propuesto para dicha consideración por sus frecuentes desinteresadas actuaciones en festejos de tipo altruista, sobre todo en las corridas a beneficio del Hospital General de Madrid"

En 1943 obtiene un triunfo inconmensurable en la Feria de San Juan de Alicante, hasta el punto de que un prestigioso crítico le arrojó una hoja de su cuaderno de notas después de haber escrito en ella: "Monstruo, monstruo, monstruo por la gracia de Dios".

El 6 de julio de 1944, en la plaza de las Ventas, en corrida de la Prensa, alternando con El Estudiante y Belmonte Campoy, consigue el éxito más grande de su carrera con el sobrero de la ganadería de Pinto Barreiros, llamado Rátón.

En la Feria de Sevilla de 1945 se enfrentan Manolete y Arruza, y aunque todos reconocen el valor inmenso del mejicano, tienen que rendirse ante la evidencia del toreo de Manolete, que no admite parangón con nada ni con nadie. El cronista Manuel Murga de la Vega la llamó en las páginas de El Correo de Andalucía, la Feria de Manolete.


"La tarde de San Pedro (Alicante, 1945) -nos comenta Fernando Claramunt en Burladero de enfermería- Manolete viste de hoja seca y plata. Al salir el toro sexto, de pelaje claro, jabonero, con embestida poco franca, los aficionados tuercen el gesto. "No va a hacer nada el matador" empiezan a decir por los tendidos. Pero Manolete aguanta inmóvil las embestidas descompuestas y, paulatinamente, consigue que el toro siga el ritmo que le impone su muleta. Tras unos pases muy suaves y lentos con la mano derecha llegó una serie apretadísima de "manoletinas", cada vez más angustiosas, hasta que, en una de ellas, el toro prendió por la ingle al torero, lanzándolo al aire, a gran altura. Al caer, quedó inerte, boca arriba. Lo llevan sin conocimiento a la enfermería. Los doctores Claramunt (padre del escritor) y Guillén encuentran fractura completa de la clavícula izquierda................No volvió a torear hasta el 6 de agosto en las fiestas de la Virgen Blanca en Victoria. La feria de julio en Valencia perdió aliciente sin la presencia de Manolete y lo mismo sucedió en muchas plazas españolas que hubieron de modificar sus carteles"



En el otoño de 1945 viaja por primera vez a América, donde es esperado con mayor expectación que torero alguno de la historia. Se presenta en la capital mejicana con Silverio Pérez, que le confirma la alternativa, y Eduardo Solórzano. Los toros fueron de la ganadería de Torrecilla y el de la cesión de trastos se llamaba Gitano. Escribe un cronista que: "después de rematar Manolete una serie de pases naturales eternos, la multitud prorrumpió en un alarido como jamás se había escuchado en la plaza de El Toreo". Su segundo toro, de nombre Cachorro, lo hirió gravemente al iniciar un lance con el capote. Fue tan feliz su presentación en Méjico, que se dijo que Indalencio Prieto, dirigiéndose a otro espectador inmediato, aseveró: "El único español que no ha hecho el ridículo en Méjico"

Falleció el 28 de agosto de 1947, en Linares, al resultar cogido al entrar a matar a Islero, de la ganadería de Miura. Completaban el cartel Gitanillo de Triana y Luis Miguel Dominguín. La cogida fue doblemente dolorosa, ya que pensaba retirarse al finalizar la temporada.



El escritor taurino "K-Hito", testigo de la tragedia, lo cuenta sencillamente en su libro "Manolete ya se ha muerto":

"........Ya tenía todo ganado Manolete. Con una estocada hábil, entrando de prisa, hubiera podido acabar. Ya tenía en las manos las orejas de la res. Pero entonces vino lo sorprendente. Manolo se perfiló a poca distancia del miura. Lió la muleta, arrastró el pie izquierdo, y centímetro por centímetro fue clavando el acero en el morrillo del toro. Duró aquello demasiado. Se le vieron marcar todos los tiempos de la suerte suprema. Ni entró a matar con el morlaco pegado a los toriles, ni la res se le vino encima de modo que él no pudiera evitarlo. Nada de eso. El toro tuvo tiempo de prenderlo por el muslo derecho. Lo elevó un palmo del suelo y, Manolete, girando sobre el pitón, cayó de cabeza. Cogida sin aparato. Quedó el espada entre las patas delanteras del miura, que optó por seguir a un capote. Manolete, aún en el suelo, se llevó la mano a la herida. Toreros y asistencias acudieron con toda rapidez y lo tomaron en brazos. Equivocaron el camino de la enfermería y tuvieron que rectificar. Manolete iba pálido, intensamente pálido" 


Hay una anécdota que se le atribuye a Rafael Guerra, Guerrita, cuando sus partidarios le contaron que habían visto torear a Manolete primorosamente con el capote y pegarle al toro seis verónica y media sin enmendarse. No terminaba de creerse la versión Rafael Guerra.
-¿Seis verónicas y media, decís?
-Sí, maestro.
Desconcertado y escéptico, el patriarca se regodeó en uno de aquellos silencios que anticipaban graves sentencias.
-Lo que no puede ser no puede ser y además es imposible.
Sus admiradores consiguieron animarlo para que asistiera a una actuación de Manolete...........Cuentan que Rafael estuvo a punto de perder el hable de tanto jalear al nuevo califa.


"Don Indalecio", en La Tauromaquia en el siglo XX. Segundo cuaderno. En el número 4 de Cuadernos Taurinos, dentro de la colección Grana y Oro, pgs. 25-28, escribe:


"…..De 1939 hasta 1947, la afición española, casi la del mundo entero, vive la etapa de Manolete sin derecho a opción………..Muchos, muchísimos aficionados estuvieron “enmanoletizados” durante la vida profesional del cordobés, y los espectadores vieron en Manuel Rodríguez y Sánchez un caso único en la historia del toreo, sin antes ni después………….Como toreaba Manolete no había toreado nadie ni volvería a torear. Era el mejor torero de todas las épocas. Decir lo contrario era incurrir en sacrilegio……………..Manolete, como torero, era de un valor estoico y de una honestidad profesional ante el toro poco frecuente. Claro es que los toros con los que había de enfrentarse eran sometidos a una previa selección, como jamás se había conocido, y a su matador le presentaban pocos problemas para resolver. Por eso, sin apartarse de la faena grande cada tarde, a fuerza de grandeza, el torero incurría en la monotonía……….Con el capote no fue Manolo un toreo excepcional. En las verónicas, casi siempre daba un paso atrás. En cambio, la media verónica llegó a realizarla a la perfección, siquiera en su última temporada apareciera la mancha de darla completamente de perfil, para soltar la mano al pasarle cerca el toro en el remate, en el que soltaba la mano como en un vulgar recorte…………Con la muleta, admitida la pérdida del primer tiempo del pase, admitido el toreo de perfil, que es lo que los de antaño llamaron torear “fuera de cacho”, tolerado el “ángulo muerto”, de buena ley los adornos por “manoletinas”, con el reparo en esos adornos de la prodigalidad, con olvido de lo fundamental en el toreo; como prodigalidad sin importancia hubo después en los pases “mirando al tendido”………..Un mérito extraordinario tuvo Manolete…….y fue éste el de ser un concienzudo matador. No fue un estilista de la estocada, ni un matador grande y emocionante, a lo Algabeño, el del siglo XIX. Pero fue un matador honradísimo y bueno, al que, ni por excepción, vimos nadie hacer cosas feas al atacar, ni despachar a sus enemigos a pellizcos. Fueron muchos los toros, desde su aparición en los ruedos, a los que Manuel Rodríguez mató de un sola estocada, yéndose detrás del acero………..Manolete no fue banderillero, ni intervino en los demás momentos de la lidia. Eso de enfrentarse con el toro desde su salida del toril, no estuvo hecho para Manolete. Fue Manuel un solista magnífico, un virtuoso de un solo instrumento. La batuta de la dirección no la empuñó nunca, como se la habíamos visto empuñar a Joselito y a Ortega, y, más lejano en el tiempo, a Ricardo Bombita………….¿Habíamos empezado a contentarnos con los “divos” desde los tiempos de Juan Belmonte? Pues admitido estaba Manolete, desconocedor del toro con el que había de contender cuando salía con la muleta."

Néstor Luján escribe en su Historia del Toreo:

"Manolete representa en el toreo la sublimación del estilismo, como Pepe Luis es el esfuerzo por imponer este estilismo a las formas antiguas del toreo...........Manolete, esforzado y estoico, logra consolidar un estilo que forzosamente tenía que herir la concepción del toreo de los severos aficionados tradicionalistas y desagradar, por su sobriedad, al público mayoritario..........Manolete fue un gran muletero y el mejor estoqueador, entre los grandes toreros artistas de los últimos tiempos. Su arte es elegante y clásico en el sentido estético de la palabra. Fue un clásico esencial, porque en su toreo hizo de la elegancia una necesidad. Su estilo fue de un equilibrio absoluto entre sus fascinadoras posibilidades plásticas y sus conocimientos técnicos..........Si Joselito llegó a ejecutar a la perfección todo el estilo antiguo de torear, Manolete toreó perfectamente, impecablemente, al modo moderno..........Su mérito ha sido crear un estilo y ejecutarlo luego de una manera despersonalizada, sin apoyarse en la fácil sugestión de su persona y de su gesto...........Es clásico en el sentido de que nada sobra en él..........Manolete, en la suerte, lleva al toro ceñido, embarcado en el engaño, con la capa o la muleta limpia, los brazos exactos movidos armónicamente, toda la figura en su punto, sin contorsión vacía ni gesto vano. Encadena con un ritmo lento los pases, construye la faena sobriamente, templa y rompe al toro con la muñeca, se adorna poco, con sobriedad y un tanto de desgarbo; mata con decisión y eficacia. Cita muy en corto y templa y domina.......Su arte es triste, sin alegría, sin que nunca dé la sensación de que se va a ver algo nuevo, de que va a improvisar, de que su faena va a ser algo extraordinario..........No es un torero largo de repertorio, pero sí con una personalidad extraordinaria. Su lentitud, su lento pasarse el toro, permite apurar las posibilidades plásticas de la suerte.........La estética de la ausencia de esfuerzo es otra de las aportaciones de Manolete al toreo, y con ello produce una enorme impresión de maestría"

Cossío escribe sobre él:

"La base de su formación puede decirse que fue la estocada, y el resto de su actividad taurina no perdió nunca este cimiento ni olvidó el diestro esta su primera conquista en la lidia de los toros........Su valor impasible y su muñeca inconmensurable conseguían que se enseñoreaba así sobre el toro..........Su repertorio de suertes estuvo reducido a las esenciales del toreo.......y en pases de adorno fue de una sobriedad ejemplar.........Prodigó y dio nombre a la manoletina, sin título valedero a mi entender, pues antes que él se habían dado en el toreo, y diestros como Victoriano de la Serna tienen acaso más derecho a reclamar su paternidad............El toreo de frente era cosa ya olvidada; Manolete llega en esto al término de la manera.........La posición normal de su toreo era el cuerpo de perfil avanzado, y la muleta detrás del cuerpo.........Manolete era capaz de enfrentarse con toda clase de toros..........al mostrar su valor y su arte con toros cuajados, como tantas veces hiciera, quita toda eficacia polémica sobre su valía taurina al hecho de que muchas veces no fuera el enemigo tan considerable. El vacío que dejó en la fiesta no será posible llenarlo.......Manolete no ha habido más que uno en la fiesta y fuera de la fiesta"

Gregorio Corrochano escribe:

 "Manolete se iba a los toros en rectitud, con la muleta en la mano izquierda. Subrayamos en rectitud para la ruta, que aconseja Montes, y para diferenciarla de los que quiebran la recta para ira al pitón contrario. Si ir al pitón contrario es una necesidad, un recurso para que embista un toro tardo, a Manolete no le hacía falta este recurso. Manolete lo resolvía tomado decidido el terreno del toro, adentrándose hasta donde hiciera falta, como el que asalta una fortaleza, y allí dentro peleaba y los toros le embestían en rectitud, como quería Montes, el de la más bella y escolástica Tauromaquia. Acaso le separaba de Montes el no respetar el deslinde de los terrenos del toro y del torero; por eso le cogieron tanto, como al Espartero, como a Belmonte, porque son terrenos vedados, en los que hay que entrar a lo furtivo.....................Así toreaba Manolete. No le hacía falta ir a buscar el pitón contrario, porque llegaba hasta donde había que llegar, según las piernas del toro. Este era su secreto, su peligroso secreto........................Manolete empezaba el pase por la mitad, prescindía de la primera parte, que es citar con la muleta adelantada, y mantenerla así hasta que la tome y se embarque en ella el toro; esto lo suplía, peligrosamente, toreando a cuerpo limpio hasta que llegaba el toro a la retrasada muleta, y aquí, ya pasado el toro, empezaba el pase donde otros lo cortan. Esta segunda parte del pase, que es la más eficaz de la faena, porque es la que más quebranta al toro y la que decide el remate, encierra toda la personalidad de Manolete y todo el procedimiento discutible de su toreo, discutible pero muy peligroso, para lo que hacía falta su tranquilidad de estoico para ver venir y ver llegar a los toros..................Yo prefiero, pero esto no deja de ser una preferencia escolástica, adelantar la muleta, adelantar la pierna y torear hacia adelante, como toreaba Ortega........................pero no llamo truco al toreo de perfil, aunque prefiera el otro...................A Manolete se le permitió un toro hasta entonces no tolerado. Con esto es con lo que soy intransigente"

"Tenemos la sospecha de que la fuerte personalidad del torero velaba la personalidad del matador, hasta eclipsarla...............El público no se dió cuenta -ni aún la cátedra de la afición- del gran matador de estilo que era Manolete. Así, mientras su toreo se jaleaba hasta la hipérbole, apenas se quedaba meción de sus estocadas. La misma explicación que circula de la cogida de su muerte nos confirma en el tema: "Se echó encima del toro"......................Naturalmente, se echó encima del toro, como un gran matador que era....................Manolete mataba a los toros como deben matarse. La misma cogida es de un gran matador de toros"

José Alameda, en su libro El Hilo del Toreo, comenta:

"Si la preguerra la domina Domingo Ortega, la posguerra la enseñorea Manolete.............Manolete mandó en su época como no mandaron en la suya ni siquiera Guerrita, ni siquiera Joselito............Manolete fue un torero sumamente definido, casi exclusivamente de línea "natural". El toreo natural es el que deja venir al toro, para terminar llevándolo hacia atrás y hacia adentro y es la técnica del que torea en línea con el toro, en la rectitud del toro y liga el toreo en redondo...................De ahí que, cuando remataba una serie en redondo, solía hacerlo con un molinete, suerte banal, en realidad una evasiva para evitar el pase de pecho, y que cuando por excepción daba este, le resultase tan esquemático, tan rígido. Manolete no sabía dar el pase de pecho, porque es un pase cambiado, y por eso remata sus series con un molinete.............. Podía ejecutar, por supuesto, el toreo cambiado o contrario, pero no lo sentía, no le daba expresión...........En el orden técnico, los enemigos de Manolete le reprochaban principalmente, su toreo de perfil.........Manolete, indudablemente, no se situaba de perfil por ventaja. Se situaba así por dos razones que me parecen claras. Primera, que sentía y realizaba el toreo de "línea natural", en el que es fundamental que el toro venga por su terreno, o se le haga venir por su terreno, sin expulsarlo. Segunda, que esa colocación era un medio para poder llegar más cerca, para aproximarse a un tipo de toros quedados, que requieren un cite sumamente en corto. Y así eran, en su mayoría, los que salían al ruedo en su época, en su momento..........Por donde quiera que se le vea, el toreo de perfil de Manolete era un riguroso sistema, no una pícara estratagema.................Manolete fue un torero sin fantasía, pero con una lógica irrefutable. Y al servicio de ella, un valor y una fuerza de carácter que llevaron un sistema, y hasta una linea completa del arte -el toreo "natural"-, a una cúspide de eficacia hasta entonces no sospechada: esa línea del toreo cuyo desarrollo hemos visto a través de la historia, del silencio de Pedro Romero al silencio de Manolete"



El mismo José Alameda, en su libro Los arquitectos del toreo modernoCapítulo V,  escribe: 



 "Pero ¿y Manolete?...........Su toreo no tendría explicación, ni hubiera tenido posibilidad, sin el acortamiento de distancias de Belmonte, ni el trazado circular, con alternación de terrenos, de Chicuelo……….Ahora bien……….¿Aportó algo Manolete, dejó algo nuevo en el campo impersonal de la técnica, algo objetivo, separable de su persona, utilizable por los demás como sistema o modo de resolver algún problema de la lidia? ¿Añadió algo a la arquitectura que había tomado el toreo con Belmonte, Chicuelo y Ortega, o fue la suya una grandeza personal, residente en el tino para medir, en el temple para desarrollar, en la honradez para cumplir y en la expresión dramática que daba aquella trascendencia anímica a su toreo, cualidades geniales, pero que tenían que morir con él, porque sólo vivían con la presencia y la figura?....................¿Qué aportó Manolete?.......Por lo pronto, una manera de “obligar”, o sea, de hacer arrancarse al toro que no viene. Y esto no sólo porque se le acercó más (que eso sería cuestión de grado y no de sustancia), sino porque lo hizo por el camino recto, reparando una desviación en la que había caído los demás por vía imitativa: la de cruzarse mucho en el cite. La manera de “obligar” avanzando en sentido oblicuo, era apropiada en Belmonte, por la dramática contradicción interna de su toreo, ya explicada; pero vacía de sentido en los demás, que vinieron después a torear en redondo y que habían dado en ella por mimetismo. (Sólo tuvieron razón de usarla Ortega y Arruza, que torearon poco en redondo y caminaron por otras rutas de la arena, como también lo hemos señalado.)…………….Manolete plantea bien la cuestión: si estoy cuadrado con el toro, en el sitio justo, lo que tengo que hacer es ir reduciendo la distancia, pero nunca corregir la posición, porque si ésta es la buena, cualquier otra que tome ha de ser necesariamente inexacta, y más si, al desplazarme, voy cambiando incesantemente de punto, porque entonces habré trocado mi punto bueno, mi justo centro, por un rosario de inexactitudes, como Esaú su primogenitura por un plato de lentejas. Recuérdese que lo que hizo el hermano de Jacob fue perder, literalmente, su “buena posición”………….No quiere decir esto que, a veces, el cite oblicuo, cruzado, no tenga sentido. Lo tiene cuando el torero se cruza así para mejor enhilarse, porque el toro, al ver avanzar al torero, vuelve a enderezarse con él y, en ocasiones, queda con este recurso mejor centrado, en más preciso paralelismo. Pero esto reza con los que en un principio se central mal y tienen que remediar un defecto, no con Manolete ni con los auténticos buenos toreros………….Además, todo el que sepa torear se dará cuenta de que tal desplazamiento tiene otra quiebra, porque si bien es cierto que de esa manera puede uno a veces situarse mejor con relación al toro, en cambio se descoloca con relación a los terrenos de la plaza, cosa que un buen lidiador, que tenga “el toreo en la cabeza”, no debe perder nunca de vista……………Los mejores toreros son los que corrigen menos, porque el toreo es un “arte en el tiempo”, como la música, y el buen ejecutante no corrige, sino que atina. Tiene la intuición de la nota justa (el “sitio”) y del pulso para mantener el sonido (el temple)."


En el Capítulo VII de mismo libro, José Alameda, escribe:


"Manolete no se situó de perfil por gusto o por ventaja, sino como un medio para poder llegar más cerca, para aproximarse a un tipo de toros quedados, que requieren un cite sumamente en corto. Y así eran la mayoría de los que salieron al ruedo en su época, en su momento……………Bueno es zanjar el paso a una previsible objeción, la de que Manolete también se situaba así para torear desde largo. Naturalmente. Porque su toreo tenía unidad de sistema……….No se ve por qué había de utilizar un modo para torear de largo y otro para torear en corto. Lo técnico es un sistema que, sin salirse de él, sirva para resolver todas las posibilidades……….La prueba de que Manolete estaba en lo justo es que su colocación primitiva le servía para torear desde cualquier distancia, incluso la mínima, sin que para eso tuviera que corregir ni su postura ni su línea de relación con el toro. A un palmo, o a diez metros, su sistema era igualmente valedero………..Antes de Manolete, lo común para torear al natural era avanzar hasta una distancia determinada, más allá de la cual, sin el toro no venía, el torero desistía del pase, resolviendo el caso frecuentemente con un medio muletazo, casi un chicotazo por delante, a fin de buscar una nueva situación del astado y volver a empezar………….No recuerdo que esto le sucediera a Manolete. Cuanto tomaba su centro con el toro, no solía tener que rectificarlo. Y si citaba para un pase natural, lo daba, aunque para ello tuviera que ir reduciendo la distancia hasta prácticamente suprimirla. No era solamente resultado de su valentía, sino de algo más importante, una técnica justa………………..En función de aquella posibilidad última, la de obligar al máximo, reduciendo la distancia al mínimo, se justifica el sistema de Manolete. Que eso era, un riguroso sistema y no una pícara estratagema……………..En tan apuradas dimensiones, no hay territorio, ni da tiempo, para, estando de frente, ir abriéndose y perfilándose conforme se va embarcando al toro, cosa que en cambio puede hacerse desde más largo, en distancia cuya amplitud permita el desarrollo del primer tiempo del pase, lo que se llama tender la suerte. Manolete sacrificaba ese primer tiempo, es cierto, pero en cambio toreaba a muchos más toros. Ya hemos visto que en el toreo lo que se gana o amplia por un lado, se reduce o pierde por el otro, lo que acaso es ley, no del toreo, sino de la vida……………….Lo que no resulta lícito es atribuir a Manolete la intención torcida (“trucosa”) de buscarse una facilidad, un alivio, con el toreo de perfil, cuando es evidente que lo que buscaba – y encontró- era un medio para llegar más cerca, hasta un límite que, en otra posición, hubiera sido imposible, si es que se quería torear pasándose al toro y no por delante"
 
 


En el Capítulo X del mismo libro, José Alameda escribe:


“En definitiva, no importa a nuestro tema si Manolete fue más o menos “puro” (suponiendo que esto de la “pureza” no se también un pseudoproblema),  la cuestión es si aportó algo a la evolución del toreo………….Ya hemos visto que aportó una forma de “obligar”, acercándose al toro un paso más que sus predecesores. Ahora bien ¿de dónde procedía? ¿Cuál es, taurinamente, su origen? ¿Con qué corriente entronca? O, dicho de otro modo, ¿a qué línea pertenece Manolete?.................Algunos, yéndose por la vertiente fácil de las apariencias, lo relacionan con Belmonte, sin duda porque ambos han sido los toreros con más expresión, lo que yo llamo “trascendencia anímica”, en toda la historia del toreo. Pero, aparte de que en este aspecto arrojaban una tonalidad distinta, son, en cuanto a su técnica, más bien opuestos. Manolete no es afín a Belmonte, sino que, en cierto sentido, se contrapone a él……………El único parentesco entre Belmonte y Manolete es el de la fuerza espiritual que de ambos trascendía, cual si su toreo estuviese henchido de alma y este soplo interior escapara hasta rodearlos como un halo. Distínguense de los demás por su mayor fuerza expresiva, pero hemos de reconocer que la expresión de cada uno de ellos era de diversa índole y esto, creo yo, debíase a que también de originaba en distinta fuente………….En tanto que en Belmonte parecía desprenderse un fuerza dramática, de Manolete parecía desprenderse una cierta llama mística………..En Belmonte había drama, porque había lucha interna. Hemos examinado ya la contradicción, diremos dialéctica, que hacía del toreo de Belmonte un drama técnico antes que humano. Y es natural que en esa pugna, sin salida, su toreo, con la caldera a toda presión hasta llegar al rojo, adquiriese tonalidades dramáticas sin precedente. Belmonte era el torero problema. Por eso mismo, tan literario, pues no hay drama sin conflicto, ya sea el de Belmonte, o el de Edipo……….Lo de Manolete era otra cosa. Torero lógico, sin conflicto alguno en el planteamiento técnico de su arte, tenía sin embargo una expresión de suma grandeza. Provenía ésta de su actitud moral, de la tensión sostenida, que lo mantuvo en perenne afán de cumbre, angustiosamente alargado hasta la cima. Manolete fue el torero aspiración, como una llama que asciende. Se le ha llamado alguna vez el torero de El Greco. Pues lo era, pero más que por su traza física por su ética estricta, que lo elevaba como puro espíritu, como forma que se levanta………Belmonte, mientras tanto, tenía su drama en la tierra, en los “terrenos”……….Con una licencia de fácil pedantería helenista, podemos decir que Manolete era el torero del ethos y Belmonte, el torero del pathos……………….O bien, tomando el lenguaje de Eugenio D’Ors, afirmar que Manolete, el ascendente, es un “forma que vuela”; Belmonte, el ahondado, una “forma que reposa”. Este quiere hincarse en la tierra; aquél escaparse al cielo. Hermosamente ha dicho de ellos el poeta Pedro Garfias:


Uno sigue su camino,

y otro el camino de Dios.


La aportación técnica de Manolete, su forma de obligar, tuvo significación no sólo porque acortaba una distancia, sino porque lo hacía en rectitud. Esto no hubiera sido posible si Manolete hubiera estado en la línea del Belmonte, ya que, tal y como Belmonte entendía y practicaba el toreo, su cite oblicuo, su provocación en cruce, estaba cargado de razón…………..El hecho es que Manolete procedía de la misma línea que Chicuelo……….Y tan lo es que el primero en saberlo era el propio Manolete………..Corría el mes de febrero de 1946, cuando tuve ocasión de hablar con Manolete sobre este tema……………….al oírme decir que yo encontraba mucha similitud entre su forma de torear y la de Chicuelo, volvió hacia mí sus ojos que revelaban una complacido sorpresa:
-Así es- dijo sin titubear. La gente no suele verlo, porque la gente no se fija en esas cosas, pero ese es mi toreo. Yo creo que el torero debe mantenerse lo más posible en su centro, en la línea. Y, en eso, el mejor que yo he visto ha sido Chicuelo…………Lo que pasa –añadió- es que parecía que el Diablo le escogía los toros. Toro malo que venía en aquellos encierros le tocaba a él. Y como no peleaba mucho……….Se comprende que, para la mayoría, resulte difícil advertir la similitud técnica de Manolete y Chicuelo bajo sus evidentes diferencias de figura, temperamento y conducta, que se traducían en un gran contraste de expresión………..Pero dentro del proceso del toreo moderno, pueden distinguirse claramente dos líneas o rutas que, si bien e influyen a veces mutuamente, conservan en lo profundo muy definido su trazo………………Una es la del toreo en cruce, de los lidiadores que caminan, toreo con traslación: Belmonte, Ortega, Arruza………….Otra es la del toreo “en la línea”, en que el torero busca ser centro y eje, toreo sin traslación: Chicuelo y Manolete”



 


Fernando Claramunt, en su Historia gráfica de la Tauromaquia, escribe:

"Nadie ha vuelto a pasear aquella dignidad vestida de luces, aquel saber estar ante el toro y ante el público. Entrega absoluta. Vergüenza profesional a carta cabal...................Dejemos los aspectos técnicos a los críticos y a los taurinos entendidos....................El recuerdo vivo de Manolete...............va asociado con la suave firmeza del torero para manejar capa y muleta. Amalgama de brío y armonía; de ahí el temple......................La violencia del toro, el nerviosismo de los compañeros servían de contrapunto a la serena decisión del torero, dispuesto, era evidente, a convertir en arte, en belleza, todo lo que pudiera suceder en el ruedo....................La emoción, el sentido del riesgo constituía el otro ingrediente fundamental....................¿Qué no daba pases de castigo para dominar y ahormar los toros antes de empezar la faena de muleta? Manolete respondió a esta objeción -que venía de algún maestro ilustre del toreo- diciendo simplemente: "Mientras otros están haciendo eso, yo llevo ya una docena de naturales". Era verdad. Y el toro iba dominado. Hacía faena a todos los toros. No necesitaba el suyo, como se dice de determinadas figuras "de arte"..................Manolete, torero de emoción, de valor, de técnica (la suya, heterodoxa hasta su llegada e imposición), era también un torero de arte y un estoqueador de indiscutible calidad"

El mismo Fernando Claramunt, en su libro La mirada del torero, escribe:

"Vamos quedando en España un número reducido de aficionados que vimos torear a Manolete. Contarlo no basta. Tampoco sirve de mucho que los jóvenes aficionados contemplen videos de Manolete. No dan idea de su grandeza, de su majestad, de aquella elegancia que no era de este mundo y de su manera de torear que combinaba el dominio, el arte y el valor, digan lo que digan sus adversarios de entonces y los de ahora. Quizás lo resuma una respuesta del matador Manolo Escudero. Le he preguntado quiénes eran en su época los cinco, y en todo caso los diez, primeros. Me contestó que no había ni cinco ni diez. Sólo uno y después todos los demás. Parecidas palabras me dijeron, no hace muchos años, ante la misma pregunta, El Choni, Parrita y Manolo Martín Vázquez, ahijados suyos de alternativa. Saludó mil veces, incluso desde el balcón del hotel frente al mar, en mi ciudad de Alicante. Esa tarde "K-Hito" le llamó por primera vez "Monstruo por la Gracia de Dios" y le arrojó al paso de su triunfal vuelta al ruedo el cuaderno de notas, porque ya no podía escribir nada; ya no era un crítico, sólo un manoletista en éxtasis"

El escritor Carlos Septién, que firmaba con el pseudónimo "El Tío Carlos",  escribe:

"Manolete no rompe las reglas de torear...............no es un rebelde contra la ortodoxia y los principios de la tauromaquia..............no es un genio arbitrario que haya creado un arte propio quebrantando las líneas sustanciales del toreo: no es un falso revolucionario. Manolete es un revolucionario auténtico........................Manolete trae a la tauromaquia un nuevo concepto del arte de torear.................Para nosotros existen dos modalidades de orden técnico en el toreo manoletista: una, el cite enhilándose con el toro y anulando la distancia entre el animal y el torero; otra, la perfección del último tiempo de los pases.............Manuel Rodríguez ha dado al remate y la ligazón de los pases la máxima belleza hasta ahora conocida: nos ha revelado la estética del tercer tiempo.....................Del paso evolutivo de Ortega tomó la formulación de que es posible realizar con todos los toros una misma faena. Y se su propio genio sacó el principio básico de su arte y de su escuela: esa faena única consiste en dominar a todos los toros haciéndoles pasar frente al cuerpo del torero. Y para lograr la plena realización de su hallazgo, Manolete hizo dos cosas: simplificar el toreo a sus lances y pases esenciales y marchar hacia el toro cuando el toro no venía hacia él. Así quedó creada la escuela moderna del toreo, punto el más alto que se haya alcanzado en el correr del arte"

"Recoge de la tradición el principio de que el toro debe ser dominado antes de ser utilizado como motivo de escarceos bellos; recoge de lo moderno el afán de plástica, la ansiedad estética"

Rafael Ríos Mozo, en su Tauromaquia fundamental, escribe:

"Su toreo se fue depurando de tal modo que la sencillez constituía su mayor impronta. El capote, que empezó siendo un grave hándicap para él, terminó por dominarlo de un modo elegante, que si bien no llegaba a la categoría de los grandes artistas de la capa, sabía manejarlo con honradez, hondura y dignidad...............Con la muleta solía doblarse con muy pocos toros; solamente con aquellos que era imposible torearlos sin esos pases de castigo previos.............Normalmente, solía empezar sus faenas con unos estatuarios, pero con unos estatuarios tan especiales que el toro, ante el dulce girar de aquella muleta, volvía una y otra vez, sin que el toreo abandonara la misma postura con que inició el trasteo.............Después abría un poco al toro,y, fuese éste bravo o manso, dócil o peligroso, citaba al natural, al natural tipo Manolete, que a mí particularmente no me gustaba por razones de estética, pero que tenía un mérito impresionante. El dejaba la muleta retrasada si el toro era pronto y la adelantaba si el animal era tardo en la embestida; pero en uno u otro caso, desde que el astado entraba en la jurisdicción del trapo escarlata, pasaba en un suave semicírculo por todo el cuerpo del torero, que como mandaba le permitía ligar los pases sin solución de continuidad..................Luego se echaba la muleta a la derecha y los redondos tenían la misma clase que sus naturales; y, para final, venían las manoletinas, en las que el diestro se colocaba la muleta sujeta por las dos manos a la espalda y hacía que el toro pasase una y otra vez bajo el arco de aquella tela escarlata, como si el animal estuviese hipnotizado por el dominio del gran torero..............Y, por último, llegaba la hora de matar. ¿Cómo mataba Manolete? En esto están de acuerdo manoletistas y antimanoletistas, en que el diestro de Córdoba era un virtuoso con el estoque en la mano; tan virtuoso, que quiso el destino que dejase su vida en Linares al practicar de manera irreprochable la suerte de matar"

El gran aficionado Mariano de la Riestra, en su libro La fiesta de los toros, escribe:

"Cualidad sobresaliente de este torero fue su valor: un valor frío y estoico, que amparaba una gran conciencia y responsabilidad de sus deberes en atención a los crecidos honorarios que llegó a cobrar. Así, salía siempre dispuesto a hacer cuanto supiera y pudiera..................................Toreaba bien de capa y mucho mejor de muleta; se apreciaron sus progresos, hasta dominar las dos por igual. No le preocupaban las condiciones del toro; salía a lucirse, y lo mismo toreaba al manso que al pastueño. No era, ni mucho menos, torero largo; su "disco" era único y sonaba siempre igual.............................Toreaba lo mismo con ambas manos, tal vez mejor con la izquierda, y era más decoroso que la generalidad de sus compañeros con la espada, favoreciéndole la estatura. Con la muleta estaba muy cerca, aunque lidiaba algunas veces más de perfil, marcando mucho la salida, lo que hacía más corto el pase.............................Lo que en él aprecie de bueno no obsta a lo que exagerado tenía y manifestaba al señalarse a sí mismo como el primero y excepcional. Acaso con el tiempo pudiera haberlo sido; pero paisanos suyos, fueron Lagartijo, Guerrita y Machaquito, y cada uno en su estilo, le fueron superiores.........................No conocía el ganado, no fue lidiador y no demostró la afición de aquellos; estaba ausente de la plaza, excepto en su toro, y sin brillo en la lidia; tuvo un gran público "taquillero", que no es precisamente lo mejor de la afición"

Juan Pedro Domecq, en su libro Del toreo a la bravura, escribe:

"El toreo de muleta va a ir ganando en importancia, pero habrá que esperar hasta 1939 para que su desarrollo vuelva a tener otra fuerte sacudida con la llegada de uno de los toreros fundamentales en el devenir de la Fiesta: Manuel Rodríguez Manolete....................Manolete le da otra vuelta de tuerca a la evolución del toreo; con él se acortan las distancias. Es el primer torero que se deja llegar al toro, para después torearlo por abajo, ligando verdaderamente los pases. Su tauromaquia es corta -naturales, derechazos ,pase de pecho, la personal manoletina y la espada-, pero todo ello en unas distancias nunca vistas y ligando los pases con continuidad ante un gran número de toros.................La emoción siguió subiendo a pesar de que el espectador se encontraba ante un toro más pequeño, debido a la gran escasez que se padeció tras la Guerra Civil. Pero cuando un torero se deja llegar al toro tanto como lo hacía Manolete, no hay toro pequeño ni faena sin emoción. Y su final no fue más que la muestra del nivel de su entrega. Por ello mandó en su época"


César Jalón, en su libro Memorias de Clarito, escribe:

"Tardes y tardes he de ver a este pájaro cuellillargo "desplegar la muleta, atusarse el plumón malo de la muda, y peinado y erguido como un rey, como una estatua de mármol, como un huso de marfil, sin una arruga en el traje ni un frunce en la talla del rostro, imperturbable y magnífico citar desde al lado del asta, esperar, consentir que el toro se le hunda y estrelle en la muleta, y tirar tan poco que parezca el toro pegado a ella cuando lo está despegando, o que se le despega apenas, cuanto está pegándosela...........La lleva y la trae, va y viene, serena y naturalmente, terse y nítida, majestuosa y alada, para que los pases, entonados con su figura, salgan a su imagen largos, muy largos y sin arrugas. ¡Toreo de oro de ley, original y de primera mano, que se corona con estocadas superiores: a veces de irreprochable ejecución; a veces un poco alta la muleta, pero siempre centrado el toro con el pecho y pecho adelante......! Encajada la suerte suprema en sus normas inmutables de apretura y esmero"

"La polémica en torno de las máculas y deficiencias técnicas del toreo de Manolete............nunca cesará. Leeremos: "Codillea" "Su posición perfilada -exagerado por su muleta el perfil que recomendara Guerrita a favor del desahogo y ligazón del lance de capa-, el cuerpo adelante y la muleta atrás, roba a la suerte el primer tiempo de atraer el toro a jurisdicción; "lleva la suerte hecha""......................Bien, amigos. Pero el paso del toro, obseso, por delante del cuerpo descubierto a tomar la muleta desplegada en su zaga emociona bárbaramente, porque "¿y si desvía la vista y se detiene? Y no siempre Manolete se perfila al rafe del pitón; también llama desde lejos. Y también, si es preciso, domina lentamente por bajo, aunque mire impertérrito desde su alta y enhiesta faz. Mas a fin de cuentas, "robando" un tiempo y por añadidura, "codilleando", sus largos brazos y su muñeca portentosa han venido a dar los pases más largos de la historia. Como el otro insigne "codillero" (se refiere a Belmonte) vino a "enseñar a los toreros a torear".................................Lo innegable es que Manolete ha saltado ese espacio, ese medio paso, ese escalón relabrado por los imponderables del genio que separa con proporciones abismales del buen torero, y aun del gran artista, al artista llamado fenomenal. Lo palmario es que, sin demérito para los toreros grandes, macizos, poderosos, académicos, que sostienen el hilo clásico del toreo -Marcial y, aun más acusado, Ortega en esta coyuntura- surge otra vez de improviso el fenómeno "fuera del caz establecido, fuera de escuela, fuera de serie, cuya sensibilidad -su grano de locura - acaso necesita ignorar las tauromaquias de los maestros tradicionales". Y que de nuevo todas las definiciones metafóricas -"el liarse el toro a la cintura", "lancear sin enmendarse", "torear en un terreno sin terreno"- alumbradas por la crónica belmontina esmaltarán la crónica de Manolete. Y yo mismo reproduciré algún día mi hipérbole del reinado de Juan: "el toreo está tan lleno de Manolete como los cielos y la tierra de la voluntad de Dios". "El toreo va a tomarse del hacer de Manolete como se toma la miel de los aromas del campo.......".......................Manolete -para mis sentidos un nuevo Belmonte-, despejando la incógnita, ha vivificado el tajo de mi pluma"

"¡Así no se ha toreado nunca!"-: otra vez el toreo entra por los nuevos cauces de un genio, y otra vez un torero genial se apodera de la época y hace época de él"..................De la envergadura de su prodigiosa mano izquierda manan, como el agua del venero, los pase naturales -piedra angular de su muleta- más limpios y desmesurados de que haya fe hasta el día..................Inmóvil, carismático presenta el engaño a los toros -ora sesgado, ora plano- en angustiosa cercanía; terca y tranquilamente, ni más ni menos que el pescador su cebo al pez. Y cuando consigue que piquen, su brazo izquierdo, descolgado de la estatua, tira tenuemente a lo largo, sin que el cuerpo se le altere en más que el levísimo e inapreciable quebrar de la cintura. Los pases, ligados, religados, compiten entre sí mientras reducen a cero la codicia del toro; punto muerto en que el torero le ofrece el refresco de las manoleras, no de su invención, pero de su sello y nombre. La realidad del drama vibra disimulada por su calma y por su bella sencillez. Para postre, mata valerosamente, olvidado el perfil, dando el pecho y con aire de estoqueador correcto y pundonoroso. Mata arriesgándose a ser muerto. Y un día lo es.................Legará a la historia su única y estelar figura, sin epígonos ni escuela. Sus escasos continuadores aciformes convertirán la estatua en estaca; la hierática seriedad en tristeza, y de los vicios de la época que sombrearon las excelsas virtudes manoletinas solamente perpetuarán -acrecentándolas- las taras................Belmonte hizo un toreo para todos y para todos los siglos; Manolete, un toreo para él solo que fulgura poco más de un lustro........"

"Manolete, como Belmonte, trajo al arte de los toros en lo estético su impresionante transfiguración a la hora de ejecutar. Y en lo técnico, un avance dentro del terreno de ejecución que ya en Belmonte parecía inverosímil, y una nueva norma para sortear y despedir el peligro del nuevo atolladero en que su genio lo constreñía y encerraba. Manolete, que no era robusto como un Pedro Romero, ni guapo como Reverte, ni apuesto como Lagartijo, ni esbelto en la medida proporcionada de Fuentes, acertaba en lo más arriscado de su toreo, gracias a su valor digno y sereno, a mantener solemnemente la figura envuelta en un halo de hierática majestad. Y a mantener con un dominio insuperable, pareja  de naturalidad de su figura, la naturalidad en la manera dentro de una angostura en que nadie había soñado que cupiese el toreo tan largo al natural. Jamás un peligro así de cierto e inminente se vio vestido, en toda la historia del arte, de tan tranquila corrección ni tan elegante empaque...............Manolete, sin embargo, no ha caído toreando al filo de los abismos improvisados por su genio. Ha caído en una suerte clásica que él ejecutaba clásicamente: la suerte suprema. En la suerte de la verdad, que ni la verdad de su toreo ni su inmarcesible pundonor le permitían rehuir ni falsear.....................Del toreo de Manolete queda influido -influenciado- todo el toreo moderno"

Más adelante, en el mismo libro, César Jalón, escribe sobre la cogida mortal de Manolete:

"Picoteando acá y allá en la prensa diaria y en las publicaciones semanales, recapitulo la cogida.......................Islero, corniprieto, bragado, buen mozo............aprendió en banderillas. Desarmó. Cortó las salidas. Llegó al último tercio avisado y tendente hacia adentro...............La faena valiente, angustiosa, porque el toro tomaba bien el engaño por el lado derecho pero se revolvía y quedada a ras del torero por el izquierdo.....................cogió dos o tres veces el pitón del toro por la mazorca y empalmó unas cuantas manoletinas antes de igualarlo. Lo que hizo en la suerte contraria, que era la propia. Mas demasiado afuera demasiado distante de la querencia de las tablas. Se perfiló un poco lejos, y en vez de rápidamente atacó despacio, con su peculiar prestancia y rectitud, que nunca apeló a un tranquillo disculpable -y disculpado- en los toreros de gran estilo..................El toro, alto de cara, le esperaba "viéndole venir". Y cuando llegó, despreciando el vaciado de la muleta hacia una querencia inexistente por lejana, se quedó en el centro de la suerte; suspendió a Manolete por la pierna derecha, y lentamente -a pulso, como calan los toros- lo giró en el asta antes de despedirlo. Manolete cayó de cabeza al suelo, y el toro pasó por encima de él tras un capote que lo llamaba. Estaba también herido de muerte, y un par de vueltas bastaron a derrumbarlo. Le llevaron a Manolete orejas y rabo a la enfermería"


César Jalón, en este mismo libro, escribe sobre la "pretendida" competencia entre Manolete y Arruza:

"Lejos, por tanto, de la confrontación un estilo diverso u opuesto al de Manolete..................Hay, todo lo más, en Arruza un contraste, un contrapunto, un contraluz; un valeroso y atosigante "desorden, contorsionado y antiestético", contrafigura de la cuidada plástica -ritual de misa cantada- y orden académico con que Manolete oficia y entona sus arias.....................Disienten sin competir, forma y fondo; modo y figura. Manolete, alto, seco, mirado, molesto por una mota de polvo, por una greña, se atusa el cabello y reajusta el vestido  como primera providencia al levantarse de un revolcón. Arruza, alto, esbelto, musculado, ágil, cimbreante............., con su bucle caído sobre su despejada frente y el delantero de la taleguilla tinto en sangre de toro..................Y cuanto al fondo, al sistema, mientras Manolete, una aguja catedralicia, gradúa para su toreo rectilíneo la corta distancia y aquilata la norma de sus ayudas solemnes; sus redondos redondeados y sus naturales perfectamente rematados al girar de su muñeca -que él entiendo clave del arco y meollo del toreo-, Arruza para su toreo ondulado invade el terreno; se cruza y entrecruza; recarga la suerte; se dobla y redobla como una anguila; se friega en la refriega; se vuelca en el toro; multiplica los pases, los adornos (el codo apoyado en el testuz simulando el teléfono, la arrucina, con el brazo sosteniendo la muleta por la espalda), los desplantes............No que carezca de mérito la labor tenaz y emocionante de Arruza.............no que deje de ser un interesantísimo toreo sui generis, precursor de un género aparte; pero ese su toreo, magníficamente definido en los Ensayos taurinos de Guillermo Sureda -"crispado, deportivo y congestionado"-, y su antiesteticismo no resisten comparaciones con el rigor estético y la perfección rigurosa de Manolete. "Arruza, torero de cintura; Manolete, torero de muñeca; si nadie puede negar -sentencia Sureda- que Arruza es un torero, nadie puede negar que no es torero"


Santi Ortiz, en su libro Lances que cambiaron la Fiesta, escribe:

"Si Belmonte fue el padre del toreo moderno, el primer diestro moderno -e el más antiguo torero contemporáneo- fue Manolete......................Manolete encarna la culminación de la revolución belmontina; mas es conveniente precisar que, como antes Belmonte, Manuel encontró una fórmula propia y personalísima para hacer el toreo....................El "Monstruo" de Córdoba aglutina todos los elementos del toreo belmontino, los recicla según su manera de entender el arte y clausura su episodio evolutivo para abrir otro nuevo, pisando unos terrenos vedados hasta entonces y marcando las pautas del toreo actual..............
Sin parecerse en nada (toreo sensual, caliente y patético de Juan frente a la verticalidad, hieratismo y sequedad del diestro cordobés), late en ambos toreros un misterio común. Los dos pertenecen a esa clase de estafermos que la Naturaleza construye adrede para que luego, transfigurados ante el peligro, se conviertan en prodigiosas encarnaciones del genio. Los dos tratan ante el toro de interpretarse a sí mismos en contraposición de los diestros que se esfuerzan por ser intérpretes del toreo. Los dos se erigen en motores de cambio del arte de la lidia, pues, lejos de aceptar las reglas establecidas, tratan de imponer las que les dicta su corazón.................Manolete impone la dicción de su misterio a pesar de los defectos de las reses, y , a base de aguantar y consentir en un sitio que ningún otro torero de su tiempo es capaz de pisar, les corta las orejas a la mayoría de ellas. Manolete, haciendo buena la profecía belmontina, enseña al público que es posible estar bien con el noventa por ciento de las reses y supera el aforismo de que "cada toro tiene su lidia", imponiendo su personal faena a bureles de toda condición y estilo....................Uno nace en la misma senda que el toro abre y ambos se enfrentan al toro desde la perspectiva de la magia; porque lo mismo que Ortega y Joselito fueron dos toreros lógicos, Belmonte y Manolete lo son mágicos...............la magia y la lógica presentan dos formas de encarar el arte completamente distintas.................Ya estamos de nuevo entre lo apolíneo y lo dionisíaco, que, en este caso es otra manera de decir lo mismo..................Manolete no fue el inventor del toreo ligado; pero, aun no siendo ni con mucho el primero que los practica, sí el primero que lo convierte en clave esencial de su tauromaquia. Desde que triunfara la concepción de su arte, es la tanda de pases, y no el muletazo aislado, la unidad básica de la fiesta..................Tal vez fuera esta concepción del arte la que le impone romper con la curvada geometría belmontina y adoptar la recta que le permita ligar mejor los muletazos. Desde tal concepción, Manolete gusta de convertirse en eje que, sin apenas enmienda, haga pasar una y otra vez la embestida del toro...........El prolongar al máximo esas tandas es la razón técnica de su toreo perfilero................El toreo de perfil es tan legítimo como cualquier otro, siempre que se haga con pureza...............Si toreaba así es porque así lo sentía, porque su concepción hierática y verticalista del toreo le llevaba a ello; pero nunca como ventaja..............Por dejar el engaño a la altura del cuerpo, más bien retrasado, Manolete escamoteaba la primera parte del muletazo. Sin embargo, citando de esa forma, permmitiendo con enorme aguante que los toros se estrellaran en la tela sin dejársela enganchar, Manolete era capaz de llevarlos con lentitud y rematar el pase allá  donde la máxima extensión del brazo pudiera permitirle..............consiguió dar los pases más largos- en duración- de la época. El natural manoletino, por ejemplo, es inmarcesible. Fuste y basamento de su arte muletero, su natural adquiere un empaque y una categoría sin parangón en el pretérito..................Manolete era un torero corto, si por tal entendemos al diestro de reducido repertorio....................Manolete configuró su toreo con las suertes fundamentales, a las que dotó de majestad y empaque personalísimos, y huyó del adorno como de la histriónica afectación tan común a los diestros de su primera época...............Manolete fue un diestro eminentemente muletero. Su carencia de gracia y duende para el toreo de capa hace que se limite, percal en mano, a ejecutar la verónica y la media, rompiendo excepcionalmente esta norma al quitar por gaoneras en muy contadas ocasiones. No obstante, la solemnidad de su verónica -compás ligeramente abierto, trazo suave, erguida y quieta la planta y bajísimas las manos- fue un monumento al arte capotero. Así como monumental fue su intransferible media verónica: escultural, rematada al costado, plena de autenticidad y ajena al mínimo esfuerzo..............Sin embargo, hay que reconocer que el capote pierde brillo en sus manos.............la capa manoletina no deja de ser un minúsculo capítulo comparado con el de su excelsa muleta.............Es el inicio de una traslación definitiva del centro de atención de la lidia a su tramo postrero"

"El prototipo de faena de Manolete consta de tres pilares fundamentales: el ayudado por alto estatuario, su grandioso natural y la manoletina. Abrochados con su soberano volapié.....................El estatuario de Manolete -obligada introducción a su tauromaquia y verdadera estatua con pedestal de albero- lo ejecutaba el cordobés en el tercio y sin cruzarse con el toro, con el que se colocaba al hilo del pitón y fuera de distancia, para ir acercándosele con pasos laterales y sin buscar nunca el pitón contrario; así continuaba hasta que el burel se le venía. ¿Qué lograba con ello?......Que el toro le "cantara" la distancia a la que se arrancaba y si apretaba para dentro o se escupía de la suerte. Por otra parte, al dejarlo pasar bajo su muleta sin marcarle el viaje, podía detectar perfectamente cuán larga o corta era su embestida y en qué grado se revolvía.........................La manoletina, único adorno que prodigó Manolete, y al que dio nombre no por inventarlo -que ya antes lo habían dado el mexicano Pepe Ortiz, Victoriano de la Serna y Domingo Ortega-, sino por la enjundia que adquiere en su muleta, cumple también una función técnica nada despreciable. Interpretada al final de la faena, cuando el toro está harto de pases por bajo y hace difícil la igualada porque tiende a defenderse metiendo el hocico entre las manos, consigue un efecto corrector que ahorma su cabeza, levantándosela, para facilitar la tarea de cuadrarlo correctamente para la muerte...............La espada fue lo auténticamente genuino del diestro cordobés.........siempre, incluso en su oscura alborada novillera, brilló con luz propia su clásico y valiente estilo de matador. Manolete solía perfilarse en corto y con la mano de la espada a la altura del corbatín. Arrastraba luego la plegada muleta y se iba con tanta verdad como elegancia detrás del acero, despacio, marcando los tiempos, dejándose ver, para enterrar en los rubios el acanalado acero de su estoque......................Según la tesis de Pepe Alameda, que he llegado a hacer mía, Manolete adolecía de un defecto técnico que le costó muchas cogidas entrando a matar y, tal vez, la mortal de Linares.................Todos los toreros con fama de buenos matadores, desde Luis Freg a José Miguel Arroyo (Joselito); de Nicanor Villalta a Espartaco; de Rafael Ortega a Jaime Ostos o PacoCamino, presentan una peculiaridad común: han llegado con la mano al pelo antes de que la cabeza del toro alcance la altura de sus cuerpos. Y  lo han conseguido, porque todos presentan, a la hora del embroque, totalmente extendido el brazo de la muleta.............En Manolete se advierte una diferencia esencial. Cuando llega con la mano al pelo ya está su cuerpo al alcance de los pitones. Y lo que es fundamental: en todas las ocasiones Manolete ha retrotraído el brazo -codilleando-, pegándoselo al cuerpo...............Con tal defecto gestual era bastante probable que los toros lo cogieran. Islero, que tenía el resabio de vencerse por el pitón derecho -el que hay que sortear a la hora de matar-, lo tuvo fácil; el resto lo puso el infortunio"


Robert Ryan, en su libro El toreo de capa, escribe:

"Hay toreros de capa, que en la tradición belmontina emplean la media verónica como firma. En ellos la media adquiere una calidad estilística, delgada y fina en la caligrafía de Manolete, el último gran creador, creador de un perfil, en la media verónica"


Robert Ryan, en su libro El Tercio de muerte, escribe:
"El pase de molinete con la mano derecha, el molinete invertido con la izquierda: dos vueltas completas sobre los pies de Manolete, ambas en el mismo sentido, giradas sobre la derecha mientras el toro pasa hacia la izquierda: vueltas limpias casi de movimiento, Manolete, a pies juntos, eje vertical de molinetes solemnes"


El escritor y poeta José Bergamín, en su libro La claridad del toreo, escribe:

"El toreo se puede hacer bien y decir mal y recíprocamente, hacer mal y decir bien. De esto último citamos como caso ejemplar, por reciente y famoso, a Manolete. Que no toreaba jamás como mandan los cánones -ni rondeños, ni sevillanos, ni cordobeses.......-, pero que decía el toreo con sabroso estilo personalísimo"


Guillermo Sureda, en su libro Tauromagia, escribe:

"Pasan los años y aparece Manolete. Alto, prosopéyico, inmensamente elegante. Inimitable, irrepetible. Su nombre llena de modo absoluto toda una generación. Y Corrochano ha dicho: "Belmonte y Manolete, los dos toreros de más acusada personalidad que yo he conocido........." Quien no haya visto a Manolete no sabe lo que Corrochano quiere decir"


El mismo Guillermo Sureda señala hasta seis puntos fundamentales en la técnica del toreo cordobés: 1) Toreo rectilíneo, sin forzar la trayectoria natural del toro. 2) Toreo de colocación: Frente al toro tardo se cruza muy cerca de él para provocar la arrancada; si el toro es pronto se pone de perfil, a la distancia justa. En uno y otro caso toreaba sin enmendarse. 3) Cite cercano, sin romper la estética del pase ni atracarse del toro ni mancharse la ropa con sangre del astado. 4) Hallazgo del punto muerto de la plaza, lugar donde quedarse quieto, vertical y realizar su faena, sin enmienda de ninguna clase sobre la horizontal representada, por el toro y por la arena, terminando la faena en el mismo terreno en que la empezó y realizó, que suele ser en los medios de la plaza. 5) Toreo de ida, es decir, en un solo sentido mediante series en redondo con pases, todos ellos, por el lado derecho o todos por el lado izquierdo. Antes de Manolete se ligaba cada natural con el pase de pecho. Después, ya no. Los naturales se ligan entre sí. El pase de pecho, el molinete o el abaniqueo vendrán al final de la serie, no antes. 6) Remate cuidadoso y artístico de los pases de muleta, terminados en el momento preciso en que lo requiera cada toro. Es al final de los muletazos de Manolete donde se ve hasta que punto leva toreado al toro, prendido en la muleta.


Manuel Ríos Ruiz, en su libro Aproximación a la Tauromaquia, escribe:

“La concepción del toreo de Manolete fue comentada por Guillermo Sureda Molina con estas palabras: “La técnica taurina, era, antes de Manolete, y en términos generales y un tanto confusos, la adaptación del torero al toro, es decir, consistía en el esfuerzo que hacía el torero para adaptarse al carácter del toro. Sin embargo, después de Manolete no puede admitirse esa definición, porque, precisamente, todo el giro que da él al toreo moderno está en el giro de esta definición, hasta el punto de que la técnica moderna actual habremos de definirla de un modo casi opuesto y, por tanto, como el esfuerzo que hace el torero para que el toro se adapte a su toreo, a su concepción taurina de lidiar.  Si antes el torero era distinto ante cada toro, hoy intenta ser el mismo ante todos los toros. Y en esto radica la revolución manoletística. Yo no sé –continúa Sureda Molina- hasta qué punto se ha calibrado este giro, no ya entre los simples aficionados, sino entre la crítica taurina de la nación. Lo cierto es que sin una visión clara de este hecho no se pueden tener más que ideas periclitadas sobre el toreo moderno, que es el que, por motivos elementales de contemporaneidad que sería obvio insertar aquí, nos interesa conocer”



El historiador francés Bartolomé Bennassar, en su Historia de la Tauromaquia, escribe:

"Casi todos los especialistas están hoy de acuerdo: Manolete toreaba de perfil, llevando la muleta retrasada, por detrás del cuerpo. No adelantaba el engaño para citar al animal, todo lo contrario de los que hacían, por ejemplo, toreros como Antonio Ordóñez, Antoñete o Paco Camino, que aspiraban literalmente al toro y prolongaban su embestida varios metros con pases llenos de profundidad, llevando la muleta a dos o tres centímetros de los cuernos. Manolete se contentaba con imprimir a la muleta un leve movimiento o una ligera sacudida para provocar la embestida. Es por ello por lo que no ejercía un verdadero control sobre la embestida, de modo que si la trayectoria del toro le parecía sospechosa, solamente podía intentar desviarla con un movimiento del brazo o con un golpe de muñeca. Esto explica que Manolete haya sido cogido tan a menudo por los toros y si no sufrió muchas más heridas graves durante su carrera, corta por otra parte, fue porque los toros estaban "afeitados". Toreando así Manolete reducía a la mitad la duración de los pases.............¿Cómo explicar entonces, a pesar de estas carencias, la fascinación del público? El torero cordobés había sabido dar a su toreo un acento muy personal: su búsqueda de la verticalidad, su impasibilidad, lo ajustado de sus pases, hasta el punto que los cuernos rozaban en cada uno de ellos el cuerpo del torero, daban a sus faenas una gran intensidad dramática que alcanzaba su paroxismo en el momento de entra a matar: Manolete ejecutaba la suerte "a cámara lenta", descomponiendo los movimientos, sin trampa ni cartón. Además, Manolete pretendía hacer faena a todos los toros, lo que nadie, ni siquiera Joselito, había creído posible; mejor dicho, no cualquier faena sino su faena. Esta pretensión le honra. Sin embargo, una duda persiste, perfectamente formulada por Joaquín Vidal: "¿Todos los toros tenían faena o solamente los que le preparaba Camará, ya que las faenas no podían ser más que de un repertorio mínimo, con pases instrumentados de perfil y reducidos a un tiempo y medio (en lugar de los tres tiempos "clásicos" de un pase completo)?"......................Manolete fue también, sin duda alguna, uno de los mejores estoqueadores de la historia, por la sinceridad con que realizaba la suerte de matar, sinceridad que fue la causa de su muerte, ya que había visto los defectos de Islero"



Jorge Laverón, en su Historia del Toreo, escribe:


“Manuel Rodríguez (Manolete). Es el torero más importante de la posguerra española. El Califa cordobés marca una nueva época en la historia del toreo. Como Pedro Romero, Lagartijo, Guerrita, Joselito y Belmonte……….tras ellos: Manolete. En la historia han toreado mejor, mucho mejor, diestros como Rafael El Gallo, Félix Rodríguez, Chicuelo, Cagancho, Silverio, Armillita o Pepe Luis Vázquez, pero marcar una época la han hecho muy pocos………………El toreo de Manuel Rodríguez se basa en la quietud, casi en la inmovilidad. Era sobrio, seco, mandón. De figura hierática. Toreaba muy vertical en unas cercanías angustiosas. Clásico con el capote, con la muleta toreaba con gran naturalidad, con enorme hondura, tanto al natural como en redondo. Fue un extraordinario estoqueador. Impuso su toreo, su estilo irrepetible, a todo tipo de toros. Ejerció en la fiesta un mando absoluto. Su mayor rival, Pepe Luis Vázquez Garcés, no fue nunca torero de pelea..............................Cossío termina así su semblanza de Manolete: El vacio que deja en la fiesta no será posible llenarlo. Habrá toreros superiores en saber, recursos, estilo, dominio, que puedan igualarle y aun superarle, pero Manolete, Manolete no ha habido más que uno en la Fiesta y fuera de la Fiesta.......................César Jalón, Clarito, señala: Del toreo de Manolete queda influido, no influenciado, todo el toreo moderno. De su tragedia, ensombrecida y consternada, la fiesta, el toreo está de luto.......................Gregorio Corrochano señala:  Era un estilo discutible pero muy peligroso, para lo que hacía falta su tranquilidad de estoico para ver venir y ver llegar a los toros, para torear en el terreno que toreaba Manolete con su aplomo y quietud……………El público se acostumbró a la corrida de toros sin toros, al toro de pitiminí. Viendo a Manolete ya tenía bastante”


Carlos de Larra, más conocido como "Curro Meloja", en su obra Grandes maestros de la Tauromaquia, escribe:


Manolete. En sus inicios hubo de luchar contra sí mismo, contra su propia figura, larguirucha y rígida, que le asemejaba –según frase unánime de la “guasa” andaluza- a un poste del telégrafo. Pero la vida tiene siempre sorpresas; el poste consiguió escalar los más altos pináculos del triunfo, precisamente por ser un poste, por hacer de poste ante los toros, por torear a todos los toros con la quietud de un poste……………..Puede decirse que “Manolete” ha hecho una revolución en el Toreo, porque ha derrocado normas y tiempos, ha invadido terrenos infranqueables y ha variado la estética del arte de torear. Lo que hace él, ni nada parecido, se hizo jamás con los toros. “Torero de excepción” le llamé yo en cuanto le vi. Ya se lo llaman todos, porque nadie encontraba término de comparación. ¿Joselito?.....¿Belmonte?.....¿Guerrita?.....¿Lagartijo?......¿Mejores o peores? ¡Quien lo sabe, si lo excepcional no admite parangón….! Y “Manolete” es eso: “MANOLETE” EL EXCEPCIONAL”
 


Domingo Delgado de la Cámara, en su libro Revisión del toreo, escribe:

"Siempre he sostenido que el arquitecto del toreo moderno es Manuel Rodríguez, Manolete................La quietud total no se alcanza hasta Manolete................Con un valor temerario será capaz de conjugar la quietud más absoluta con el toreo ligado en redondo siempre con las manos por abajo. Siempre lo hará. Todas las tardes y a todos los toros. Ya lo dijo Belmonte: "Llegará un día en que un torero será capaz de hacer faena a todos los toros". Ése fue Manolete.............A todo ello hay que añadir una personalidad fuera de lo común, y una estética verticalista absolutamente personal.............¡Ah, la estética de Manolete!. A mí me parece magnífica. Manolete salió de un cuadro del Greco para hacer su toreo. Es el arte gótico del toreo, lleno de espiritualidad, elevado hacia el cielo...................Manolete no surgió por generación espontánea. Ni mucho menos. Manolete tuvo un torero referencia, precisamente el que le dio la alternativa: Chicuelo.................Manolete cogió la técnica de Chicuelo. Eso sí, adaptándola a su propia expresión corporal. Y lo que en Chicuelo, torero bajito y de brazos cortos, se interpretaba como gracia sevillana, en Manolete, torero alto y de largos brazos, se interpretaba como estoicismo y sobriedad cordobesa. Pero el toreo era el mismo...................Es evidente que la moda de torear como Belmonte, pero con las manos más bajas que Belmonte.........también influyó en Manolete. Chicuelo tendía al toreo a media altura, Manolete no..................El toreo de manos bajas de Victoriano de la Serna le impactó. Hasta tal punto le impactó, que cogió del repertorio de Victoriano de la Serna la "lasernista", que a partir de entonces pasó a llamarse "manoletina"............También los estatuarios que prodigaba Cagancho. Los estatuarios fueron el modo de iniciar la faena más habitual de Manolete...................Como todas las grandes figuras del toreo, fue un hombre de especial inteligencia. Muy consciente de su excesiva altura, de sus piernas largas y de su porte desgarbado, supo adaptar el toreo a sus especialísimas características físicas............. Manolete adoptó otras maneras, otras formas, basadas en el compás cerrado y en la verticalidad. Siempre con una quietud absoluta....................Con el capote redujo su repertorio a la verónica y la media. Sí. Manolete era un torero corto, como les sucede a todos los virtuosos de las suertes fundamentales, antes que nadie a Belmonte..............Una verónica personalísima, del todo mayestática, muy vertical, con las manos muy bajas. La media a pies juntos todavía nadie la ha sabido copiar...............Normalmente las faenas las iniciaba por estatuarios, absolutamente estoicos y verticales..............Luego llegaba el toreo en redondo, que surgía en series perfectamente ligadas; si con la derecha era bueno, con la izquierda era mejor. Quizá sólo ha habido una mano izquierda comparable a la de Manolete: la de El Cordobés. Sí, sí, la de El Cordobés.................Aunque Manolete citaba con la muleta retrasada, y por ello arriesgando lo indecible, su toreo en redondo era larguísimo, pues llevaba la embestida del toro hasta el final y esto hacía que pudiera ligar los pases sin enmendar el terreno...............series ligadas en redondo, pero ¡no rematadas con el pase de pecho!...............De todas las suertes del toreo fundamental la única que no dominó Manolete fue el pase de pecho. Casi nunca los daba.................Y llegaba el momento de matar...............Manolete fue un místico del volapié. Siempre se iba derecho detrás de la espada apuntando arriba. Cuando alguien le aconsejaba que se aliviase, le decía que no podía porque no sabía matar mal....................Apenas hacía uso de la mano izquierda, pasándose al toro a escasos milímetros de su cuerpo...............Manolete fue un estoqueador fuera de serie. Esto lo reconocen hasta sus mayores detractores"


Antonio Barrios, en el artículo que lleva por nombre ¿Cuál era el toreo de Manuel Rodríguez Manolete?, aparecido en la revista digital Gaceta Taurina de septiembre de 1997, escribe:

"Cuantitativamente era muy corto: la verónica y la media verónica con la capa.........Algunas veces toreaba la chicuelina y se recuerdan quites en Sevilla y Madrid por gaoneras, pero eso era muy esporádico y no formaba parte de su tauromaquia................Con el capote era estático, aunque templaba mucho, sobre todo en la media verónica que la ejecutaba con las manos muy bajas. Creo que a ningún torero la he visto dar mejor...............¿Por qué era estático? Porque siguiendo las normas que introdujo el Pasmo de Triana de que el toreo de piernas lo sustituye por el toreo de brazos, ese "estarse quieto", Manolete lo toma al pie de la letra y no se mueve ni antes ni durante el lance. Entendió y puso en práctica que en la plaza el que tiene que moverse es el toro y que la obligación del torero es quedarse quieto, aguantarlo..................También siguiendo la pequeña revolución de los gitanos, de Curro Puya y de Cagancho, daba los lances con las manos muy bajas....................Hacía con solemnidad el toreo de capa. Su majestuosidad y su quietud era lo que impresionaba al público....................Con la muleta el ayudado por bajo, el natural como pase fundamental de sus faenas, el derechazo, el molinete y las manoletinas.......................Toreo cuantitativamente pobre, pero con mucha clase y profundismo.................Con la espada resultaba un estoqueador formidable, especialmente por la forma en que se entregaba a la hora de matar. Mataba muy despacio, creo que de todos los toreros que he visto matar bien, solamente Joaquín Rodríguez Cagancho lo hiciera a esa velocidad. En general Manolete se perfilaba muy en corto y al pitón contrario. Aunque citaba con la mano izquierda muy baja, como era su toreo, tenía el defecto de irla subiendo y en el momento de la cruz ya la traía entre el torax y el abdomen. Puede ser que ésta haya sido la causa de su muerte"



Felipe Garriges, en su libro Abriendo el compás, escribe:







Manolete, por el contrario (observamos que la supuesta rivalidad Dominguín- Manolete era también conceptual), no se mostraba nada partidario de cargar la suerte y en este sentido se manifestó en varias ocasiones. Según el califa de Córdoba, cargar la suerte era una ventaja que alejaba al toro del torero e “impedía la pureza” de la ejecución. Observe el  lector qué diametralmente opuestos pueden ser los criterios en tauromaquia. Pero vamos a intentar encontrar los puntos de conexión entre todos ellos. Manolete tenía razón, desde su punto de vista. Y es que todos, en este complicado puzzle que intentamos encajar en esta obra, tienen su parte de razón. Manolete acortó las distancias –pues era ahí, cerquita y un  poco en la pala del pitón, donde lo veía claro- y es obvio que con tan poco espacio no se puede adelantar la pierna sin desplazar, como ya hemos explicado. Empero, el maestro de Linares cargaba la suerte “a su manera”: afianzándose en la pierna de salida, aunque no la adelantaba, y dejándose caer hacia atrás al final del muletazo ligeramente; probablemente lo haría para compensar en parte la falta de mando que origina el toreo perfilero, y sobre todo pasándose al toro por la faja. Con ello se demuestra que también se puede cargar la suerte sencillamente cargando el peso del cuerpo sobre la pierna de salida, balanceándolo de una pierna a otra”




Extraigo algunos comentarios que Manolete, le hizo al periodista José María Carretero, más conocido con el pseudónimo de El Caballero Audaz, en su obra El Libro de los toreros:

"Nuestras horas de la temporada son una permanente tortura, siempre con una interrogación: ¿Cómo quedaré en esta corrida?.........¿Me matará un toro esta tarde?...........¿No volveré a ver más a mi madre?. Y sin poder disfrutar de nada, porque todo nos está prohibido.Yo he cumplido hoy precisamente treinta años, y puede decirse que de la vida no conozco nada; ¡pero lo que se dice nada!............¡Manolo, no bebas!..........¡Manolo, no trasnoches!............¡Manolo, fumas demasiado! .....En fin, un suplicio"................."Cuando me puse por primera vez delante de un becerro, tendría yo unos once años"...................."Me hice torero más por necesidad que por afición...............cuando hice el primer año del grado en los Salesianos de Córdoba, mi madre estaba ya en la ruina total y tuvieron que sacarme del colegio. Hasta entonces en mi casa se había vivido muy bien; pero se acabó el dinero y empezaron las contrariedades y los apuros, y no exagero si te digo que el hambre.............Yo me encontré en la calle..........rodeado de una casta de toreros, de primos y parientes que todos eran o querían ser toreros. Aquel ambiente influyó mucho en mi espíritu; pero, sobre todo, el deseo de coger el camino más corto para aplacar las necesidades de mi casa y ver a mi familia salir adelante............Además de todo eso, poco a poco, me convencí en silencio, sin decírselo a nadie, que el toreo era mi destino y mi vocación irresistible, a la que con arte verdadero tenía que consagrar mi vida"....................."Mi padre no me enseñó a torear...........Si cuando murió mi padre apenas tenía yo seis años"................"Mi abuelo Pepete fue también un buen torero y murió en la plaza de una corná que le dio un miura, que, si  mal no recuerdo se llamaba Jocumizo; creo que era más valiente que un perro. Cuando llegó a la enfermería, ya iba muerto"..................."Por muy malo que sea un bicho, yo trato de sacar partido de él, y jamás pienso en que pueda cogerme. Si la muerte me llega, nunca me cogerá en ese momento feo de la cobardía, sino con el gesto rabioso del luchador.............si ha de venir la Muerte, que sea en una tarde de éxito"....................."Cuando yo estoy en la plaza, de lo primero que me olvido es de mí mismo..................no me importa el dinero, ni el triunfo, ni el dolor de la familia..........ni siquiera el público me importa. Yo me divierto a mí mismo aislándome de cuanto me rodea y sintiendo como una especie de embriaguez, que no te puedo explicar, mientras trato de dominar al toro y ver cómo éste va obedeciendo a mi muleta. No tiene el público que agradecerme las tardes buenas"......................"Recuerdo como mis mayores tardes de triunfo, la feria de Valencia del cuarenta y dos y la tarde de mi presentación en la plaza de Méjico"....................."Antes toreaba a gusto en muchos sitios, pero ahora ya estoy fatigado y en muy pocos toreo a placer..................Sevilla y Madrid son los dos sitios donde yo toreo más a gusto"...................."Soy muy soberbio, y yo creo que para mí mismo soy más soberbio que para con nadie"....................."El toreo no es una cosa de risa: es un deporte trágico, y hay que darle la dignidad y el respeto que merece; no buscar los aplausos repartiendo sonrisas a un lado y a otro, como si fuera uno una cupletista...........Hay que darle a la fiesta el sentimiento romántico, dramático y artístico que requiere"....................."El momento de más emoción es cuando sale el toro que tenemos que lidiar; y que puede ser nuestro asesino"....................."Cuando me voy hacia el toro tengo mucho miedo, a montones...............Para dominarlo es para lo que se necesita echar mano de la voluntad, y el toro es menos peligroso mientras más tranquilo se está delante de el"......................"No suelo estar inquieto antes de la corrida"..................."Tengo el cuerpo lleno de cicatrices............en total catorce recosidos...........La dos peores cogidas fueron una que tuve en Madrid y la de Méjico"..............."He tenido dos tardes fatales, una en Soria y otra en Méjico"................"Mis aficiones preferidas con el campo, montar a caballo y, sobre todo, el cante y el baile flamenco; eso me vuelve loco"....................."Del toreo, en general, me gusta más la muleta...........Yo con la muleta en la izquierda me siento más fuerte, más dominador y hasta más seguro..........A lo mejor es sugestión".................."El toreo es un duelo a vida o muerte con el toro...........Si a nuestro oficio le quitan esas gallardías, esas arrogancias y hasta temeridades, si quieres, lo convierten en un deporte blandengue y sin emoción"..................."Torearé el día 26 en Linares, con toros de Miura............Si no me retira antes un toro, cuando termine la temporada me retiro".................."De los toreros mejicanos están Garza, Armillita y Procuna, que para mí es el mejor...............Procuna es un torero que no tiene la elegancia de Silverio ni la escuela de Armillita, pero que es de mucho cuidao: más valiente que un tigre, con un mechó blanco, como yo, que parece un pelícano, se va al toro y, si se le da bien, le coloca cincuenta pases en el mismo morrillo.............Naturales y de todas clases. Pone a la gente en pie, y generalmente hace su faena gritando y bramando el público"..................."He toreado más corridas de Pablo Romero que Joselito y Belmonte juntos, y de Miura todas las que me han echado"................."Me gusta torear con Parrita, Gitanillo de Triana y. sobre todo, Arruza, porque es el que más me estimula".................."Domingo Ortega fue siempre mi torero preferido; pero españoles ahora tienes a Antoñito Bienvenida, a Gitanillo, a Parrita y a muchos buenísimos".................."Me inquieta la muerte............y pienso lo menos posible en ella. Que la muerte venga a su hora, ¡bien está!, pero que nos quite de la vida, nos rompa las ilusiones que tenemos para el porvenir, es una pena y lo que nos inquieta seguramente a todos los que peleamos con los toros"..................."Yo estuve locamente enamorado de una mujer.......Se trato de un amor espiritual......Mi pasión fue una paisana nuestra, de una gran familia de Córdoba............Ella parecía corresponderme...............¡Esta odiosa timidez mía no me dejó jamás declararme a ella! Delante de aquella mujer me pareciá estar delante de una virgen del Cielo y no me atreví a. Y pasaba un año, y otro, hasta que, a mi vuelta de un viaje, me la encontré casada. Cuando lo supe pasé ocho días llorando. Ansí, ¡llorando!, como un niño, y se me puso completamente blanco este mechón"

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