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GRABADOS, CORRIDAS ANTIGUAS, CUADRILLAS Y OTROS PROTAGONISTAS DE LA FIESTA




......En la plaza de toros roja como un clavel
se repetía en silencio y fuerza el rito,
y luego la gota corría boca abajo
hacia los manantiales de la sangre,
y así fue y así fue la ceremonia,
el hombre pálido, la sombra arrolladora
de la bestia y el fuego
entre la muerte y la vida bajo el día sangriento.
                    
                                                                                                                        Pablo Neruda


Sobre la arena pálida y amarga, la
vida es sombra, y el toreo sueño.

                                                                          Gerardo Diego


La hermosa fiesta bravía
de terror y de alegría
de este viejo pueblo fiero.....
oro, seda, sangre y sol.

                                                           Manuel Machado


Falta alamar o seda por su traje,
no brío por tu brazo que convierte
la lanza en caña, el peso de la muerte
en ligereza y salto de abordaje.

José García Nieto
(Canta la gloria anónima, sin brillo, del monosabio. Comentario de Andrés Amoros en Toros y cultura)




GRABADOS




















































































 











 


 








































CORRIDAS ANTIGUAS
















 










CUADRILLAS



¡Encanto luminoso de las corridas!....
Entre mantillas blancas y madroñeras,
las rosas en los senos son como heridas,
e incendian los claveles las cabelleras......

Como mantos reales llevan prendidas
del mantón de Manila, las primaveras
de pájaros y rosas de oro floridas,
a sus bustos morenos, las cigarreras.

Y cuando las cuadrillas riman su paso
al son del pasodoble, vivo y sonoro,
alegre como el vino de Andalucía.

cada traje es un iris de seda y raso,
que a los besos de llamas de un sol de oro,
se derrite en cien iris de pedrería.

Francisco Villaespesa. La cuadrilla



Vibra el clarín llamaradas.
La brisa insinúa el paso
y el jardín de tres espadas
abre sus flores de raso.
Furioso el son en las flores
embiste y brillos tenores
encarniza al alamar.
Sombra. Donaire. Desgaire.
Y girando por el aire
vuelan las flores al mar.

                                     Gerardo Diego. Paseo de las cuadrillas




Quiero cantar la cuadrilla ordenada,
la lanzadera, el tapiz de la lidia,
hilos de plata y de seda que tejen
la trama de un cuarto de hora.

Quiero exaltar el honor subalterno,
sólo empeñado en labrar pedestales.
Toda la luz al idílico espada.
Corónele el riesgo medido.

                     Gerardo Diego. Himno a los subalternos



Y cuando las cuadrillas
riman su paso
al son de un pasodoble,
vivo y sonoro,
alegre como el vino de
Andalucía,
cada traje es un iris de
seda y raso,
que a los besos de
llamas de un sol de oro
se derrite en un iris de
pedrería.


Francisco Villaespesa



Un prodigioso mágico sentido,
un recordar callado en el oído
y un sentir que en mis ojos sin voz veo.
Una sonora soledad lejana,
fuente sin fin de la que insomne mana
la música callada del toreo.
Querida cuadrilla, pleguemos los capotes, despidámonos del público, y salgamos de esta
plaza sin hacer ruido.

                                         José Bergamín. La música callada del toreo

























SUBALTERNOS

Gloria a vosotros, infantes ligeros,
duros, trabados jinetes de hierro,
gloria a los que alzan al cielo los brazos,
al cruel Abraham sin indulto.

Quiero cantar la cuadrilla ordenada,
la lanzadera, el tapiz de la lidia,
hilos de plata y de seda que tejen
la trama de un cuarto de hora.


Quiero exaltar el honor subalterno,
sólo empeñado en labrar pedestales.
Toda la luz al idólico espada.
Corónele el riesgo medido.

Órdenes claras -registros tenores-
urge y apremia vidente el maestro.
Y sacrificio de juicio y de impulso
le ofrenda al instante el acólito.
........................................
...........................................
Claros, oscuros varones de raza,
ejecutores, heraldos, ministros:
sueños de gloria, ambiciones volaron
y os quedan la vida y la muerte.

"Sic vos non vobis", libando en la brega,
melificáis la colmena de aplausos
y estremecéis las palomas del éxtasis
que nievan sus trémulas alas.

Ya hacéis la ronda en la estela del astro.
Surcan los aires sombreros y flores.
Rueda el reloj de la loca fortuna.
Partícipes sois del triunfo.

Gracias a vuestros incólumes cálculos,
quiebros y brincos, la lidia se fragua,
tercio tras tercio, la fábrica crece
y allá en campanil se remata.

Y si en la lucha resbala el perfecto,
ante el horror  de la luna que humilla,
cómo voláis al socorro en el quite
tendiendo las alas de ángel.

Gloria a vosotros, alfiles, jinetes,
gloria y honor. Que mi verso clásico,
desde el toril al trotar de mulillas
corona os ciña solemne.

                        Gerardo Diego. Himno a los subalternos



Huyendo de las cóleras mortales,
sin temor a lucir su mucho miedo
tablas para el peligro pide al ruedo,
redondos salvavidas terrenales;
mientras el toro alza
la que su frente calza
aviesa media vuelta,
más caliente, más pita y más esbelta.

Miguel Hernández. Toro y peón. De Fragmentos de "Corrida Real"



Porque sonó la hora -¿por qué sonó la hora?-
hemos salido al sueño de la plaza.
El mundo es un redondo abrir de ojos.
El miedo se nos sube a la garganta.

Cruzan los matadores como rayos
felices. Como dioses. De sus capas
llega un aire de triunfo que ya nunca
tocará nuestra frente con su ráfaga.

Ningún sol brilla en este adorno mate
de pasamanería desgastada.
Borrosamente vamos y la pena
hasta la misma sangre vuelve pálida.

-¡Eh, toro! Ayer casi felices
por las dehesas. Casi niños. Cambia
la suerte -¡eh, toro!- aún para peores
quiebros. La suerte va siempre cambiada.

Ahora otros niños, como entonces -¡toro,
eh, toro!-, con su rojo y con su espada
de palo, mendigando entre turistas
ricos, por carreteras blancas.

El mundo es un redondo cerrar de ojos.
El miedo es una sed en la garganta.
Hambre con hambre -¡eh, toro!-. Niño, espera.
Hemos salido al sueño de la plaza.

                            Leopoldo de Luis. Los subalternos.






Aires de león dormido,
ojos teñidos de niebla,
surcos en la frente oscura,
sangre de casta en las venas.
Raso y alamares negros,
negros como su tristeza,
y mil nostalgias de ruedos
y de cielos violetas.
Enjuto y de pecho hundido,
con vieja capa de brega
recuerda plazas y plazas
con toros de sombra y yerba,
burladeros invisibles
y misteriosas arenas,
soles rojos y amarillos,
ardientes como su fuerza.
¿Quién eres, viejo peón?
Dímelo que yo lo sepa.
Dime todo lo que añoras,
noria de triunfos y ferias
heridas de toros negros
y gritos en las barreras.
Corazón, naipe en el aire
y bravura de las sierras,
de esas sierras verde y oro
con las que tú siempre sueñas.
Tu sien se tiñe de plata,
de morado tus ojeras
profundas como la noche,
hincadas como una espuela.
El silencio de tu carne
y tu piel color de tierra
componen en tu figura
una estampa de leyenda.
¿Quién eres, viejo peón?
Dímelo que yo lo sepa
antes de irte gloria arriba,
camino de las estrellas.

                          Romance al viejo peón


Huyendo de las cóleras mortales,
sin temor a lucir su mucho miedo,
tablas para el peligro pide al ruedo,
redondos salvavidas terrenales;
mientras el toro alza
la que su frente calza
aviesa media vuelta,
más caliente, más pita y más esbelta.

Miguel Hernández . Toro y peón




¿Seré yo como el peón,
que invita al toro a embestir,
y en cuanto le ve venir,
teme y huye la ocasión
valerosa de morir?

Miguel Hernández. Quintilla




Felipe B. Pedraza, en su libro Iniciación a la fiesta de los toros, escribe:

PEONES O BANDERILLEROS


“Los matadores están asistidos por subalternos de a pie (peones o banderilleros), que son asalariados a sus órdenes. Normalmente, las cuadrillas constan de tres peones, clasificados en dos categorías, con cometidos y remuneraciones distintos. Uno de ellos (llamado con frecuencia el tercero) tiene un papel auxiliar: pone un par de banderillas en cada toro y se aplica en las tareas menos comprometidas: protege al picador que no actúa, colabora con sus compañeros en la lidia, apuntilla a la res, etc.) Cada uno de los dos primeros se encarga de recibir y lidiar a uno de los toros de su matador y pone dos pares de banderillas en el otro. Estos subalternos se denominan peones de brega. Su misión es importantísima ya que deben corregir los defectos del toro, atemperar su embestida o, si esto no es posible, descubrir al menos los vicios y resabios. Uno de ellos, por su experiencia y conocimiento de las reses y por su buena relación con el matador, merece el nombre de peón de confianza. Asesora a su jefe y lo representa cuando es necesario…………Si el espada tiene que matar más de dos toros en una corrida, tiene que aumentar el número de peones en la proporción adecuada”


Fernando García Bedoya (1802-1860), en su libro Historia del Toreo, editado en Madrid en 1850, escribe sobre uno de los subalternos más conocidos en los primeros tiempos de la Tauromaquia:


"José Antonio Calderón (Capita)……………(Pag. 293)………….En Carmona, y en la mañana del 6 de abril de 1798, nació José Antonio Calderón……..(Pag. 294)………Llegado a la edad de diez y siete años, se aficionó tanto a la lidia de reses, que no se ocupaba de otra cosa……….Por la propiedad con que Calderón sorteaba a las reses, llamáronle Capita, y por tal se le conoció después en el círculo de los lidiadores……….(Pag. 295)……Transcurrirían los años de 1818, cuando Calderón llegó a la Corte, y en este mismo fue ajustado para trabajar (por primera vez) en la plaza de Bilbao con el matador Francisco Hernández (el Bolero), en cuyas funciones salió herido de gravedad…………En el año de 1821 vino a ocupar una plaza de banderillero efectivo en la cuadrilla de que era jefe el profundo Gerónimo José Cándido. Tres años permaneció Calderón con este distinguido matador de toros, hasta que en el de 1824 pasó a formar parte de la cuadrilla a las órdenes de Juan Jiménez…………En esta época ya se encontraba el diestro enteramente perfeccionado en el toreo, y cada día adquiría nuevos y más interesantes conocimientos que siempre lo han sostenido a una altura de reputación bastante bien aventajada…………., crecieron con la práctica sus buenas cualidades, y en breve llegó a figurar en primer término entre todos los banderilleros de su época; así es, que todos los matadores de más crédito…….lo han tenido a su costado, y jamás desatendieron sus consejos, ni opiniones………..Por otra parte no ha economizado en transmitir sus conocimientos a varios lidiadores………..Esta particularidad, hace honor a Calderón, ………..(Pag. 296)…….Su capa siempre es apreciable para el matador con quien se encuentra, porque lo libra en ocasiones de eminentes peligros, y contribuye en gran manera a su lucimiento."

En el mismo libro encontramos este otro párrafo, donde se hace referencia a subalternos famosos en esa época:




"(Pag. 185)………Viven aún los aventajados José Calderón (Capita), título que mereció por su buen método de toreo de capa; Jiménez (el Cano), es asimismo uno de los que en distintas ocasiones se han distinguido, ya como toreador de capa, bien como banderillero………..Otro no menos célebre que los anteriores vive también, Gregorio Jordán, llegó a inspirar un interés que en la clase de banderillero, pocos han podido conseguirlo"
 


Gregorio Corrochano, en su libro La edad de oro del toreo, escribe en la siguiente crónica sobre la actuación de Manuel García López, Maera,  famoso peón de la cuadrilla de Belmonte:

La feria de Jérez (ABC, 1 de mayo de 1920)……………….Toros de Villamarta, muy chicos………………..Lo único desagradable de la corrida fue la cogida de Morenito de Valencia. Tiene una cornada grande, aunque, por fortuna, no es profunda……………..Maera (peón de la cuadrilla de Belmonte) estuvo valiente al hacerle el quite, valiente al banderillear inmediatamente después de la cogida y valiente en todo momento……..Que es el mejor peón de brega que pisa las plazas…….Sabe lo que traen los toros y tiene valor para ejecutar…………Si hubiera afición a la lidia seria y eficaz, todas las tardes se le aplaudiría con entusiasmo a Maera, porque no hace nada que no esté muy bien hecho”




César Jalón, en sus Memorias de Clarito, escribe:
"Y en marzo (de 1932) se publica que ha muerto en Córdoba, a los ochenta y seis de edad, Juan Molina, hermano de Lagartijo el Grande y padre de Lagartijo Chico. Peón de brega al quien sólo se le ha comparado Pablo Herráiz, sino que éste banderilleaba mejor, incluso al quiebro con los pies dentro de un sombrero de copa. Juan, en la cuadrilla de su hermano y maestro, y Herráiz, sucesivamente en las de Cayetano Sanz y Frascuelo, debieron de sonar en el XIX como en el XX Patatero y Cantimplas. O como Blanquet, el casado con Eloísa, hija natural de Fernando el Gallo, porque el GalloGuerrita y Machaquito tuvieron una hija natural................O como han sonado después -en menor medida, más cortos- Moreno de Valencia y Magritas. Desde luego, como, desaparecidos los toros poderosos, no volverán a sonar ya ningunos otros peores de aquellos que, durante el tercio de banderillas -tercio de observación y de mudanzas-, con su recto y suave toreo por delante, tan distinto del moderno bregar por la esquina, descubrían al matador, y a los aficionados atentos las condiciones en que llegaba el toro a la faena......................"Rafael -dícele Frascuelo a Lagartijo a la postre de una corrida durísima-: hoy debiéramos darle los dos nuestro sueldo a tu hermano Juan". Era endeble rehiletero y no muy ducho peón a una mano; pero en compensación, su capote de brega a dos no ha tenido rival. Hemos alcanzado a conocer a Juan Molina, retirado allá en su casa del barrio torero cordobés, porque, sobre diez años más joven que el Califa, ha habido larga vida"
 





























REJONEADORES








AFICIONADOS


















CRÍTICOS




SORTEO



CABALLOS DE PICADOR


Yo llevaré mi entraña ensangrentada
a abrirla al sol igual que una granada,
entre la plata de los picadores
y la tabla, sin flor, de la barrera.

Agustín de Foxá. El caballo


¡Mira a tus hermanos en lenta agonía
morir entre un bárbaro clamor de alegría!
Para el que aún desgarran en su cuerpo muerto;
para el que aún levantan sobre su estertor,
para el que se dobla con el pecho abierto,
para aquel que corre loco de pavor,
es justo que haya un celeste aprisco.
Sólo entre los hombres hallaron congojas.
¡Que sus almas vuelen y tú las recojas!
¡Dales paz por siempre, Padre San Francisco!

José Manuel Guimerá. De Oración a San Francisco por los caballos muertos en la plaza


El caballo, como el toro,
si el valeroso y es fuerte,
da el pecho al aire y se enfrenta
cara a cara con la muerte.

                                     José Bergamín. De "La claridad del toreo"





ALGUACILILLOS


Los alguaciles de corte
con sus varas en la mano,
a la jineta en rocines
están en fila a los lados.

Duque de Rivas. Del Romance primero de "El conde de Villamediana"


El escritor peruano Luis F. Odría, en su libro El arte del toreo y los secretos de la lidia, escribe:


“La silueta gallarda, a la vez que elegante del alguacil, es algo que va unido estrechamente con el arte de lidiar los toros, dotando a la fiesta de mayor prestancia y colorido. El alguacil, con su sencillo, pero vistoso traje del siglo XVIII, pone sobre el anillo una nota señorial y solemne, a la vez que tradicional y castiza. El alguacil es el encargado de realizar el despeje de la plaza, antes de ejecutarse el desfile de las cuadrillas; dirige el paseo de éstas y, finalmente, hace el acto de recoger y entregar las llaves de los toriles……………Desde la época del Virreinato, existió en las corridas que se realizaban en la plaza de Acho la figura del alguacil. Era conocido con el nombre de “corredor de llave”. El “corredor de llave” –como el alguacil- tenía también por misión presidir el paseo de las cuadrillas, y pedir permiso al juez, para que fuese soltado a la arena el primer toro, solicitando la llave de los chiqueros; siendo, además, el encargado de alcanzar los apéndices al matador que, luego de una faena bien lograda, corte a los cornúpetas”
Añadir leyenda




















CLARINERO

Una nota de clarín,
desgarrada,
penetrante, rompe el aire con vibrante
puñalada.........
Ronco toque de timbal.
Salta el toro
en la arena.
Buja, ruje......
Roto, cruje
un capote de percal.......

Manuel Machado. De La Fiesta Nacional



(Había hecho antes,
a lo sutil, lo primoroso y fino,
el clarín sus galleos más brillantes,
verdadera y fatalmente divino.)

Miguel Hernández. De Citación final



El clarín ululó: y, a lo lejos,
fue a perderse en el aire, alargándose el trémulo son
Un bufido
la solemne presencia del toro anunció.

José Santos Chocano. De Estampas madrileñas




Como el agrío clarín rizó su trino
de metal en el aire, que a raudales
llenaba de oro el sol, y en los timbales
rodó el parche su trueno tamborino,

gritó la turba al ejemplar taurino,
que en la porfiada testa luce iguales
dos retorcidos, cónicos puñales,
y en el crespo testuz un remolino.

Felipe Sassone. De A la lidia de un toro


El clarín, sobre la plaza
abre un quitasol de gritos:
-¡El toro!
(La zarzamora.
Los adelfares del río.
La dehesa. El pasturaje.......)
Media luna en el retinto
testuz, empuja su rabia
detrás de los capotillos.

Adriano del Valle. El toro


Los clarines resuenan
con un grito de rabia
acompasando el ritmo
feroz de la matanza.

Lorenzo Aguilar. De Plaza sola



TORILEROS


La llave del toril, por ser más diestro,
dieron al buen Vergel, y por cercano
deudo de los que tiene so su mano,
pues le tiene esta villa por cabestro.

Conde de Villamediana. Al alguacil de Corte Pedro Vergel












SASTRES

                                               ARENEROS



“Los areneros eran los antiguos arenarios del circo romano, gladiadores y combatientes; enfermeros rápidos para la cogida, transmiten seguridad a los toreros; son, humildemente, las asistencias, los del quite inspirador de la gorrilla, prólogo al sueño de la anestesia si hay cogida. Según un conocido cuento europeo, un viejo dormía a los niños con arena calentita, que les echaba en los ojos cerrados. El arenero tiene la energía de la arena y el rechazo de la sangre; sepultureros de ésta, con el “hondero” –el que coloca entre los cuernos el lazo para el arrastre del toro- despiden la muerte………….Agustín de Foxá poetizaba esa arena del ruedo como si fuera la de una playa: “llena de peligro hasta los bordes de la barrera y se sabe que se puede naufragar en la muerte”
Juan Antonio Pérez Mateos. Fragmento de El toreo, una visión inédita.


PUNTILLEROS



MULILLEROS




Los látigos chasquean,

agitan las mulillas

en su carrera locas campanillas,

y mientras que se orean

las frentes sudorosas

y en el pecho golpean

los corazones, suena

la música torera y sevillana,

y, dejando en la arena

un surco negro y grana,

pasa arrastrado el toro...

Lleva en el fuerte cuerno

un hilillo de oro.

······································



Después, como de un tajo,

la música, la luz y la algazara

cesan en un momento

contra compás... De un golpe el movimiento

se desvanece y para.



Manuel Machado. De La fiesta nacional


Arenas amarillas,
palcos de oro
¡Quién viera a las mulillas
llevarse al toro!

                                   Gerardo Diego. La suerte y la muerte


Cuando las mulillas trotan
entre trallazos donceles
toda la plaza alborotan
con músicos cascabeles.
Allá van altas de orejas,
jaeces, borlas bermejas,
-¡riau!- a un ímpetu en tropel.
De la tragedia y su lastre,
niñas jugando al arrastre,
dejan puro el redondel.

Gerardo Diego. Las mulillas. Del libro La suerte o la muerte


Cuando se llevan al toro
parece que las mulillas
se lo van llevando todo.

José Bergamín. Al toro







¡Corriendo, los mulilleros
con cuántas banderas vienen,
las campanillas de plata,
de plata los cascabeles!

Arrastran, corriendo, al toro,
corriendo se van y vuelven,
sonando las campanillas,
sonando los cascabeles,
dándole vueltas al ruedo,
corriendo, corriendo, alegres,
y haciendo girar la plaza,
igual que los carruseles!

Adriano del Valle. Los mulilleros
(Un movimiento de alegría irrefrenable impulsa el romance de Adriano del Valla a los mulilleros...............Las repeticiones producen una euforia instintiva, casi animal, de vida que triunfa sobre la muerte..........El júbilo es tan contagioso que todo -la plaza, el mundo entero- gira ya, eufórico. Comentario de Andrés Amorós en Toros y cultura



"Me tiendo en la cama, pero no puedo dormir...........Ah, nunca acabo de matar al toro, nunca acabo de ser arrastrado por esas mulas tristes que dan vueltas y vueltas al ruedo, bajo el ala fría de ese silbido que decapita la tarde como una navaja inexorable........."

                                                                       Octavio Paz









MAYORALES






     
                                         GANADEROS








MATARIFES





NIÑOS TOREROS




El campesino hablaba con su hijo.Al sol estaban, en las gradas últimas
de la plaza. Decía
el padre, señalando: -Aprende
los tiempos
del natural.
El hijo
miraba al ruedo con asombro.
Rozaba el toro la cintura
del hombre de oro, como si tuviera
que rodearlo eternamente, como
si fuera carne de su carne: patria,
costumbre, padre.
Sonreía el padre.
Cuando crezcas…..(Pensaba
en una mañana sin trabajo;
nunca más la fatiga de la esteva
y la gorra en la mano los domingos
al acercarse el amo.)
Rugían todos;
la música subía hacia la tarde
un agrio vino, una gran rosa fúnebre.
……Y el niño, mientras,
soñaba con llegar a hombre:
hombre para algo más que serlo de oro,
para más que matar,
para más que morir
entre los cuernos de la patria herida.

                            Manuel Mantero  ((1930). Corrida de toros. Recogido en el libro Aproximación a la Tauromaquia, de Manuel Ríos Ruiz.







 













ESPONTÁNEOS y MALETILLAS









ENCIERROS

¡Madre, los toros! El río
urge y aprieta sus ondas
de tumulto y vocerío
y espumas negras, redondas.
Se va haciendo embudo el lecho.
Hay que tragar el estrecho,
zancas largas, sanfermines.
Sopla el fuelle. Allá van blusas,
jirones, aspas, esclusas.
Y están tocando a maitines.

                            Gerardo Diego. El Encierro















CAPEAS







TIENTAS


Genio, alegría y aguante
-el secreto de la tienta
está en llevar bien la cuenta-
todo se apunta al instante.
Mete el palo el oficiante
el maestro abre lección,
baila el señorito al son
y a horcajadas en la tapia
cultivan la helioterapia
los mozos de Monleón.

                             Gerardo Diego. La tienta


Recuerdo
que una mañana partimos,
con el alba, al tentadero.
La dehesa olía a vaho,
a hierba reciente. Ebrio,
toreé con la muleta
a una becerra de cuernos
casi ficticios. Cruzaba
ante mi vientre convexo,
y creí que era la gloria
aquella fusión de esfuerzos,
aquel espasmo de encajes
tersos, incólumes. Pero
la gloria, como la vida,
era menos.
Menos que el brillo que hace
que un vivo se crea muerto,
un momento, bajo el sol,
mientras pasa y yerra el cuerno.

Manuel Mantero. De El Tentadero




















VETERANOS


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