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jueves, 23 de febrero de 2023

UNA APROXIMACIÓN AL TOREO DE BELMONTE A TRAVÉS DE LAS CRÓNICAS

 




BELMONTE A TRAVÉS DE LAS CRÓNICAS

Desde que hace unos cuantos años comencé a adentrarme en el estudio de la tauromaquia antigua, opté, desde los inicios, por priorizar la inmediatez de las crónicas al estudio más distante y reflexivo de los libros.

En esta misma línea voy a aproximarme al toreo de Belmonte, resaltando algunos aspectos de su toreo que han ido tomando cuerpo tras la lectura minuciosa de dichas crónicas.  

 

UN TORERO CON UNA MARCADA EVOLUCIÓN

Tras un recorrido minucioso, respetando el orden cronológico, por las diferentes crónicas de todas y cada una de las actuaciones de Juan Belmonte a lo largo de su vida taurina, que tengo reflejadas en mi blog lafiestaprohibida, hay un aspecto que iba haciéndose más y más patente, conforme iba avanzando en sus temporadas: la marcada evolución de su toreo.

Esto nos hace preguntarnos: ¿A qué Belmonte nos estamos refiriendo? Pues el Belmonte primigenio, siempre al borde del precipicio, en nada hacía presagiar el Belmonte lidiador y seguro de sus últimas temporadas.

En muchos casos, al igual que les ocurrió a los públicos que presenciaron su toreo, yo también me he visto arrastrado por la fascinación de ese Belmonte inaugural, que hizo su aparición en el escenario taurino ligero de equipaje. Ese Belmonte que se enfrenta a la fiera sin otros armas que su genial intuición y un valor rayano en la temeridad.

Y es ese Belmonte, que llenó de estupefacción y pasmo a los que presenciaron su toreo, el que he intentado vislumbrar a través de los cronistas, y el que voy a tratar de acercaros con la mayor fidelidad posible.

Y ahora, permitidme una digresión. Al confrontar las crónicas de las novilladas de su presentación en Madrid, Joselito es ya el maestro que todo lo sabe (“En Joselito no apunta un torero grande. Ya lo es”, comenta Don Modesto en su crónica de El Liberal), mientras Belmonte es el fenómeno que casi todo lo ignora (“Fenómeno, sí. Belmonte es un fenómeno… Esperemos si ustedes quieren, pero entre tanto digamos ¡Ahí va un fenómeno!”, escribe Mangue en su crónica de El País).

 

 UN TORERO AL QUE AL PRINCIPIO LE COGÍAN MUCHO LOS TOROS

A pesar de que Belmonte declara que venía a demostrar que el axioma de Lagartijo: “Cita al toro, y, cuando éste se arranca, o te quitas tú o te quita el toro”, no era tan evidente como parecía: “Te pones aquí, y no te quitas tú ni te quita el toro si sabes torear” nos dice el maestro; lo cierto es que, al menos en sus inicios, precisamente porque Belmonte no se quita, y  tal vez porque, remitiéndonos a sus propias palabras, no sabe torear lo suficiente, el toro lo quita en muchos casos.

Lo cierto es que en sus temporadas de novillero resultó cogido en numerosas ocasiones y la muerte estuvo rondándole en cada corrida, y si se libró de ella fue por su buena estrella, jamás desmentida.

El mismo Belmonte era consciente del enorme riesgo al que se exponía en sus inicios: “Había algo a favor mío: la conmiseración que se tiene hacia el hombre que va a perecer”

Me he entretenido en hacer un recuento de sus cogidas.

En 1912, de 25 novilladas que toreó, resultó cogido en 10, y en muchas de ellas varias veces.

En 1913, después de firmar más del centenar de contratos, sólo pudo torear 36 tardes, debido a la cantidad de porrazos, golpes y cogidas que sufrió. En esas 36 tardes, resultó cogido en 13 de ellas.

En las cuatro novilladas que torea en Madrid, en 1913, resulta cogido en todas ellas, en dos ocasiones toreando de capa y en otras dos al entrar a matar.

Hay una portada del semanario satírico The Kon Leche del 29/06/1914 donde se ve a Belmonte lanzado al aire por las astas del toro, titulado LA SUERTE DE BELMONTE, en el que se lee: “…que no es ni la verónica, ni el molinete. Es la de la voltereta, conocida de todos los públicos”:



Con el paso del tiempo, y a media que sus conocimientos técnicos se van afianzando, con el inestimable magisterio de Joselito, el número de cogidas disminuye drásticamente.

Ya Bruno del Amo, Recortes y Marcelino Álvarez, Marcelo, en Toros y Toreos de 1915, escriben: “Vemos con gran satisfacción que progresa en el Arte, pues no solo ha matado muy bien algunos toros, sino que está más seguro en el ruedo y los bichos no le echan mano con la frecuencia que en sus comienzos”

En 1917, en 99 corridas que toreó, sólo sufrió 4 cogidas.

En 1919, en 110 corridas que toreó, sólo sufrió 6 cogidas.


MUCHAS DE ESAS COGIDAS SE PRODUCEN AL ENTRAR A MATAR

Efectivamente, así se refleja en las crónicas de las temporadas de 1912 y 1913.

En su primera novillada en Valencia, celebrada el 26/05/1912, ya resultó cogido, al entrar a matar al sexto toro: “Belmonte, que hacía su debut, […] al matar el sexto fue enganchado y recibió una cornada en la pantorrilla” (ABC)

En su triunfo en Sevilla el 21/07/1912, resultó cogido al entrar a matar a sus dos toros: “Tercero […] Dio una estocada algo caída, siendo suspendido y derribado […] Sexto […] Fue cogido al dar una estocada sin puntilla” (ABC)

En Morón de la Frontera, el 17/09/1912: “Belmonte fue cogido al entrar a matar al cuarto” (El Toreo)

En Écija, el 21/09 1912: “Sexto… el diestro se entrega al matar, dando una estocada que resulta trasera y saliendo el diestro empitonado y volteado, pero ileso (ABC)

En Morón de la Frontera, el 07/10/1912: “Al matar el primero fue cogido y volteado aparatosamente” (El Toreo)

En las cuatro novilladas que torea en Madrid, en 1913, resulta cogido en todas ellas, en dos ocasiones toreando de capa y en otras dos al entrar a matar.

En la crónica de Dulzuras en ABC, de la segunda novillada que torea en Madrid, el 10/04/1913, leemos: “Con el estoque no es nadie Belmonte […] Si no se enmienda al matar, si no baja el brazo de la muleta en el momento de acometer […] no será nadie como espada y echará muchos jarros de agua fría sobre los entusiasmos que produzca momentos antes”.

 Hay varias fotografías en las que se aprecia claramente este defecto, de llevar la muleta alta en el momento de entrar a matar: Nuevo Mundo del 17/10/1912 / Arte Taurino de 31/03/1913 de la novillada del 26/03/1913 / La Unión Ilustrada del 13/04/1913 de la novillada del 31/03/1913 en Sevilla / La Lidia del 05/05/1914, de la Corrida de Beneficencia celebrada en Madrid el 03/05/1914, que refleja en momento en el que resultó cogido al entrar a matar al cuarto toro.





                                          "Al entrar a matar me cogió... igual que a Manolete"

                                                            Dibujo de Martínez de León

“Belmonte matando el segundo toro”

Novillada de su presentación como novillero en Madrid, 26/03/1913

Fotografía y pie publicados en Arte Taurino, 31/03/1913



Belmonte al ser cogido al entrar a matar al cuarto toro

Corrida de Beneficencia. Madrid,  03/05/191

Fotografía de Cortés, publicada en La Lidia, 05/05/1914


UN TORERO CON UN FÍSICO PRECARIO Y UNA FIGURA NADA AGRACIADA

En muchas crónicas, se atribuyen muchas de estas cogidas a sus precarias condiciones físicas:

En la novillada de su debut en Valencia, celebrada el 26/05/1912, y que supuso el primer aldabonazo en la trayectoria de Belmonte, el crítico Ricardo García K-Hito, escribe: “Cuando vimos al frente de las cuadrillas a Belmonte con su andar cansino, arrastrando los pies, pronosticamos la tragedia. A ese pobre hombre lo va a matar un toro. ¡Si no puede andar!... Transcurrió la tarde en un ¡ay! prolongado. ¡Que lo mata! ¡Que lo va a matar!”

La tarde de su presentación en Madrid, el 26/03/1913, Don Pepe en su crónica de Palmas y Pitos, escribe: “Este es un chico desmedrado, torpe al andar, sin facultades de ningún género…”

En la tercera novillada en Madrid, celebrada el 10/06/13, podemos leer en las crónicas: “El diestro no tiene piernas y forzosamente ha de ser achuchado, por no poder recobrar su terreno con la prontitud necesaria, cuando el momento apura. Así no se puede torear […]  Lo único que se cierne toreando en estas condiciones, es una cornada”  (Don Modesto, en El Liberal) /  “Ayer, desde que asomó por la puerta de caballos, pudo advertirse su extraña laxitud […] Está flojísimo para resistir la brega dura de corrida tras corrida” (Paco Media Luna , en El Toreo) / “Sexto […] Sale Belmonte a muletear, visiblemente destrozado de las piernas […]  Ayer daba pena verle desmedrado, agotado, sin fuerzas para hundir el estoque. Esto parece un atentado contra la resistencia física de un hombre” (Mangue, en El País)

En la cuarta novillada en Madrid, 12/06/13, en la que resultó cogido por sus dos toros y no llegó a estoquear ninguno, podemos leer en las crónicas: “Belmonte sale a torear sin poder […] En los dos toros, al acabar, no pudo irse, y allí le atropellaron los dos. Sus facultades no le permiten torear en las condiciones que torea […] Para andar entre los toros hay que tener exuberancia de facultades, y hoy por hoy no las tiene” (Dulzuras, en ABC) /   “Belmonte no debe volver a pisar las plazas con la inferioridad de facultades que todo el mundo ha notado y que él mismo ha reconocido en la frase de dolor de infinita amargura que recoge de sus labios un periódico de anoche: -¡Que pueden más que yo!” (Mangue, en El País) /  “Belmonte se nos apareció como la última vez; cansado y roto por los viajes; maltrecho ya antes de que los toros le maltrataran […] y con muchas probabilidades de que sucediera lo que pasó” (Paco Media Luna, en El Toreo)

Dulzuras en The Kon Leche de 14/07/1913, escribe: “Lo esencial es que cuide sus facultades físicas, sin las cuales no puede ser nadie; no olvide que para parar hay que poder marcharse, y que los toros tienen más poder que los hombres”

En el texto publicado en El Mentidero de 13/12/1913, podemos leer: “Insistimos en que el muchacho es un gran torero, con hechuras y toreo propio; pero de una gran desigualdad, que lucha con su pobreza física y que no puede finiquitar un toro de una estocada, porque no tiene fuerza en el brazo ni para matar un mosquito”

En la corrida celebrada en Ciudad de Méjico el 01/02/ 1914, en la que reaparecía tras una cogida en una tienta, leemos: “Su debilidad manifiesta, su falta de piernas, nunca como ahora visible, hicieron que por primera vez se vieran en esta plaza de El Toreo los desusados burladeros, puesto que Belmonte no podía saltar la barrera” (Solfa, en Palmas y Pitos, de 02/03/1914)

En otras crónicas se hace referencia a su poca agraciada figura:

En la novillada de su debut en Valencia, celebrada el 26/05/1912, Olegario Cifre escribe en El Radical: “El ¡alma mía! es una verdadera birria […] tiene un hombro más alto que otro, se gasta una boca como para tragarse de un bostezo todos los miles de espectadores que caben en la Plaza […] Este torero, que parece una máscara, es de Sevilla, del propio Triana, se llama Juan Belmonte”

En la crónica de Don Modesto (José de la Loma) en Nuevo Mundo, de la segunda novillada en Madrid, celebrada el 20/04/1913, leemos: “Confieso que la aparición del fenómeno en el redondel me produjo muy mal efecto. Aquella insignificante figura de hombre, encorvada y torcida, que andaba descompasadamente con las notas de la charanga, no podía encerrar una tan enorme cantidad de torero como por así se propalaba. No podía ser un genio de coleta y taleguilla quien tan poco tenía que agradecer a la madre Naturaleza”

Don Ventura, en Toros y toreros de 1919 escribe:

Rigoletto fue llamado por algunos cuando apareció en la escena tauromáquica, comparando la antiestética figura del personaje de la ópera de Verdi con la del gran torero sevillano”.


UN TOREO QUE SE TRANSFIGURA

Hay toda una serie de comentarios de los cronistas de la época, referidos a sus primeras novilladas, que inciden en la transfiguración (no ya transformación) que tiene lugar cuando Belmonte se coloca delante del toro. Estamos ante una hipérbole, nada infrecuente por otra parte, cuando se trata de ensalzar las virtudes del trianero, que eleva a Belmonte al territorio de lo divino, dotándolo de la capacidad de obrar milagros: “Su feble figurilla contrahecha se transfigura heroica ante las reses”, se llega a leer en una crónica.

He encontrado otras dos crónicas donde, de manera explícita, se menciona el término “transfiguración”:

En la crónica de Don Pepe, escrita en Palmas y Pitos, de la segunda novillada de Belmonte en Madrid, celebrada el 10/04/1913, podemos leer: “Este tipo contrahecho, desmedrado, que se transfigura gloriosamente cuando está cerca del toro”

En un artículo de Paco Pica-poco, en Palmas y Pitos de 10/05/1915, titulado El héroe de la temporada, leemos: “Ese muchacho escuálido, de piernas torcidas y mentón saliente, que al avanzar al encuentro de la fiera […] se transfigura y se convierte en un gallardísimo mancebo de formas esculturales, dignas de ser perpetuadas en el mármol, por un Fidias o un Praxísteles”

Existen, además, multitud de crónicas en las que, aunque no aparece de forma explícita la palabra transfiguración, su contenido apunta claramente en esa dirección. Voy a enumerarlas por orden cronológico:

Ya en la novillada celebrada en Castellón el 05/05/1912, en la que actuó como sobresaliente; D. Vicente Calvo, empresario de la Plaza, comenta: “Redondillo, banderillero, me dijo que todo lo que había hecho Belmonte aquella tarde era de torero muy grande, no extrañándose que el público le hubiera tomado por loco, ya que en Belmonte no casaba lo desmedrado de su figura ni la pobreza de su traje con las faenas que había realizado”

En la novillada de su debut en Valencia, celebrada el 26/05/1912, el crítico Ricardo García, K-Hito, escribe: “Ese desmedrado hombrecillo, cuando le embestía la res, sufría una profunda metamorfosis, al extremo de adquirir gallardía y prestancia”

En su debut como novillero en La Maestranza de  Sevilla, el 21/07/1912, Federico García Sanchiz, en The Kon Leche del 26/01/1913, escribe: “¡Pobre Belmonte! Sus compañeros se adornan con seda y oro […] Juan, el infeliz, desaparece en un traje que le prestaron, con arrugas […] y no alardea en el desfile; y su quijada resalta, expresando la memez. He ahí el muñeco de las pantomimas; el títere lamentable […] Su sombra asemeja la de un payaso. Pero luego […] Hasta su corral de Triana condujéronle en alto, vivas y gorras a las nubes”

 En su debut en Madrid como novillero, el 26/03/1913, podemos leer en las crónicas: “Es bajo de estatura, asimétrico de hombros, poco airoso cuando no está en funciones. Pero, señores, cuando abre el capote o juega la muleta aquella figurilla vulgareja se crece, se agiganta, se elegantiza” (Mangue en  El País) /  “Con Belmonte sufrimos una desilusión en cuanto al tipo. Se nos había antojado un trianero jacarandoso y gallardo… y nos encontramos con un torerito de no aventajada estatura, quizá hasta desproporcionado y mal avenido de líneas; ¡pero si tendrá el demonio del chico cosas de torero bajo la piel, que apenas entró en funciones, nos hizo olvidar la catadura para aplaudir el arte!” (Juan de Invierno en El Toreo)

En su segunda novillada en Madrid, celebrada el 10/04/1913, podemos leer: “Su figura, poco estética, se agiganta en cuanto se acerca a la res, y la guapeza del artista borra la insignificancia del físico del hombre” (Mangue, en El País).


UN TORERO CUYA APARICIÓN CAUSÓ ESTUPOR

Desde sus inicios, uno de los comentarios más repetidos en las crónicas de sus novilladas, es el profundo asombro, el estupor, que su aparición produjo en los públicos, totalmente perplejos ante lo insólito, ante lo nunca visto.

Estupor, que va estrechamente unido a la sensación de inminente tragedia que preludiaba su toreo. “Belmonte hacía entrar a la Tragedia por la puerta de caballos cada vez que hacía el paseo”, llega a decir Paco Media Luna del Belmonte de sus inicios, en una crónica publicada en El Toreo.

Don Modesto, en su crónica en El Liberal de la novillada celebrada en Madrid el 12/06/1913 (su última novillada en Madrid), escribe: “Así no se puede torear –gritaban como energúmenos, pero rojos de entusiasmo, miles de voces. Y sin embargo, así torea Belmonte. Así viene toreando en todas partes”.

Paco Media Luna, en su crónica de El Toreo, sobre la corrida celebrada en Madrid el 02/05/1914, donde cortó la primera oreja en Madrid, escribe: “Belmonte es algo inexplicable… Produjo tal estupefacción, tal asombro, que hubo instantes en que el público, poseído de un indescriptible entusiasmo, no podía ni aplaudir”.

Sobre esta misma corrida, Don Modesto, escribe en El Liberal: “Lo de Belmonte no tiene precedentes en la historia de la tauromaquia… ¿Fue un sueño? ¿Una quimera? ¿Una alucinación? Sí, eso fue. La trágica alucinación de un cerebro enfermo”.

Antonio Soto en Belmonte: sus grandes temporadas, escribe: “Ninguno sorprendió a las muchedumbres, ninguno les causó la sensación admirativa que les produjera la aparición de Belmonte. Y era lógico que así sucediera porque le vieron ejecutar con facilidad maravillosa lo que venía señalándose como imposible”.

He querido ir un poco más allá y al intentar descifrar qué era exactamente, en el caso del toreo de Belmonte, lo que provocaba esa reacción de estupefacción en los públicos, he llegado a la siguiente reflexión, que me vais a permitir exponeros:

Es como si la desmedrada figura  de Belmonte incrementara el abismo ya existente entre el poderío físico del hombre y la fiera, haciendo que el triunfo de la inteligencia y de la inspiración sobre la fuerza bruta, que es en definitiva la esencia del toreo, se adentrara en el caso de Juan en el territorio de lo milagroso.

Y pensándolo bien, como no va a causar estupor un hombre que, tarde tras tarde, adentrándose en territorios reservados a lo divino, se transfigura y obra milagros.


UN TORERO CORTO, PERO INTENSO

Desde sus comienzos como novillero, nadie vio en Belmonte un lidiador, depositario de los secretos de la lidia y con un amplio conocimiento de las suertes del toreo, como lo era Joselito, sino un torero de limitado repertorio, un especialista, que hace pocas cosas, pero que las que hace las hace como nadie.

Su toreo tiene como pilares la verónica, el natural, el pase de pecho y los ayudados por alto; y como añadidos los pases afarolados y los molinetes, toreo de adorno que poco aportaban a su toreo trágico, como muy bien supo ver José Alameda, quien llegó a poner a la misma altura el molinete de Belmonte y el salto de la rana del Cordobés.

Ahora bien, su valor estoico impregna las suertes de una intensidad emocional que consigue provocar entre los aficionados auténticos escalofríos. “Esa temeridad impávida, propia de los predestinados, hace sentir un escalofrío misterioso”, se puede leer en una crónica de sus inicios.

“Hablando a los que entienden de medidas longitudinales, diremos que siendo Joselito torero largo y Belmonte torero corto, éste entusiasmará siempre más que aquél porque es la verdad […] Joselito, con respecto a Belmonte, nos parece uno de esos artistas habilísimos que arrojando puñales los clavan donde quieren, sin exponer nada y llenando a los espectadores de admiración por su destreza; el otro, en cambio, lo expone todo, despertando la admiración por eso mismo, porque se mete entre las puntas aceradas evitándolas a fuerza de sangre fría y de valor”. (Paco Media Luna,  en su crónica de El Toreo de la Corrida de Beneficencia, celebrada en Madrid el 25/04/1915, y que supuso un gran triunfo para Belmonte)

 “Tres son las cosas que hace este tan traído y llevado Belmonte en forma que no se pueden mejorar: la verónica, el pase natural y el de pecho. En estas tres suertes le concedo todo lo que le conceda el que más, sin parar en Excelencia, sino llegando a Majestad y hasta Santidad si es preciso”. (Dulzuras, en The Kon Leche del 14/07/1913)

“El repertorio no es grande, pero sus papeletas se las sabe cómo nadie”. (Eduardo Muñoz, N. N. en la crónica de El Imparcial sobre la corrida de su alternativa, celebrada en Madrid el 16/10/1913)

“Tiene, sí, dos o tres cosas que le hemos visto hacer como nadie, y son la verónica, el pase natural, el pase de pecho, el recorte en los quites y un pase de molinete que es muy suyo […] De lo demás no le hemos visto nada ni regular siquiera. Es un especialista del toreo, y en esa especialidad hace lo que nadie”. (Dulzuras, en Toros y toreros de 1913).

“Juan Belmonte es un torero corto, pero tan perfecto en lo que hace, que nadie puede tildarle en lo más mínimo […] pues creo que las poquitas cosas que el trianero hace con los toros no hubo nadie que las realizase desde que existe el arte de lidiar reses bravas”. (Pensamientos, en el Anuario Taurino de 1913).

“Belmonte ejecuta tres o cuatro suertes como nadie, pero en las 47 restantes, suponiendo que haya 50 suertes exactamente, cualquier diestro de alguna categoría le hará un taco”. (El Barquero, en el El Mentidero de 13/12/1913.)

“Lo que Belmonte hace con los toros es muy poco […] Pero no puede negarse que practica muchas suertes de capa y muleta como ni viejos ni jóvenes recuerdan haber visto ejecutar a nadie”. (El Doctor Anás, en Palmas y Pitos de 29/11/1914).


UN TORERO QUE NECESITABA SU TORO

Si tenemos en cuenta que tal como Belmonte entiende el toreo, el toro es el cómplice, el barro del que se va a valer para modelar su obra de arte, no nos resultará extraño comprobar que sólo algunos toros, muy pocos, van a avenirse a representar ese papel. Bien es verdad, que a medida que avanzan las temporadas, ese número reducido de toros de Belmonte se irá ampliando considerablemente.

No es de extrañar, por tanto, que en muchas crónicas de sus inicios se repita la frase: “A Belmonte no le salió su toro”.

De Don Pío es el siguiente comentario, cargado de ironía, aparecido en El Liberal de 25/04/1916: “De Belmonte, caso único en el toreo de predisposición favorable del público, no se podrá decir nunca que está mal, sino que no le salió su toro”.

“Negar que Belmonte adolece de deficiencias, que las pone más de manifiesto cuando no le salen bichos a su estilo, sería ridículo”. (Don Criterio, en The Kon Leche del 23/03/1913).

“A Belmonte no le salido su toro […] Quiere hacer igual con todos los toros, y aún no está enterado del terreno que pisa” (Dulzuras, en ABC de 11/06/1913).

“El muchacho no ha tenido esta tarde precisamente esos toros que necesita para el escándalo”. (J. R. de Castro, en Palmas y Pitos de 20/10/1913)

“No salió el toro de Belmonte, y mientras no salga, todo ese conglomerado de sensaciones no podrá estallar en honor del fenómeno de Triana […] Si a Belmonte le echáis un toro que no entre franco al capote, que no obedezca al lidiador, en una palabra, que no se deje torear, pues ni Belmonte es Belmonte, ni fenómeno, ni nada”. (Don Modesto, en El Liberal de 14/04/1914)

“El fenómeno necesita que le salga su toro […] Sólo es inmenso, grande, inconmensurable, cuando ejecuta con el toro ideal, que es el suyo”. (Minuto, en Palmas y Pitos de 26/07/1915)

Veamos ahora los comentarios de dos cronistas en los que aparece ya la figura del Belmonte lidiador de su etapa de madurez:

“Antes, para obtener el éxito, Belmonte necesitaba que le saliese su toro; ahora no, en todos los toros demuestra lo que es, y en todos los toros, por lo general, logra hacer un trabajo adecuado a su categoría”. (Pensamientos, en el Anuario Taurino de 1917)

“Ha demostrado una seguridad y un dominio ante las reses que no tuvo en la época de su mayor auge […] Domina hoy Juan a los toros como nunca, y, además está como estoqueador a una altura a la que no han llegado muchos que pasaron por especialistas de la estocada”. (Don Ventura, en Toros y Toreros de 1926).


SU TOREO DE CAPA: LA VERÓNICA …

 Su toreo de capa se limita prácticamente a la verónica y a la media verónica.

Se trata de una verónica de manos altas y ya desemparejadas, aunque en su primera época no son infrecuentes las verónicas en las que las manos están prácticamente a la misma altura y el maestro se limita a despedir al toro, siguiendo la estela de las verónicas de Machaquito y Bombita (Madrid. Corrida de la Prensa de 1910),  y de la primera época de Rafael el Gallo (Madrid, 02/05/1911. Toro de Trespalacios) y del propio Gaona (Ciudad de Mejico, 18/10/1908).

Como muestra he incluido una de las verónicas a un novillo de Santa Coloma, en su presentación como novillero en la Plaza de Madrid, el 26/03/1913:



Fotografía publicada en Nuevo Mundo, 03/04/1913


Belmonte mantuvo las manos altas en la verónica hasta el final de su carrera, cuando los grandes toreros a la verónica ya las habían bajado (Gitanillo de Triana muere en 1931; Cagancho toma la alternativa en 1927) y recibió alguna que otra crítica por ello.

Recorte, en su crónica de La Libertad de la corrida de inauguración de la Plaza de las Ventas, celebrada el 21/10/1934, escribe: “Aficionados hubo que, cegados por modernismos, hicieron el reparo de que Juan torea con el capote con la mano alta”

No nos debe extrañar este comentario, si tenemos en cuenta que uno de los componentes de la terna era Joaquín Rodríguez, Cagancho.

Bien es verdad, que en algunas fotografías del final de su carrera, incluso antes: (Madrid el 16/05/19. Toros de Pablo Romero / Burdeos, 14/07/27. Toros de los herederos de Vicente Martínez), la altura de las manos, sobre todo la que da salida al toro, había descendido considerablemente: Festival de Utrera de 1935 y su corrida de despedida de Madrid del 22/09/1935:




Una verónica de Belmonte el día de su despedida en Madrid, 22/09/1935











Dibujos de Martínez de León







TRES VERÓNICAS DE BELMONTE CON LAS MANOS A DIFERENTE ALTURA

Dibujos de Martínez de León









Quiero resaltar un aspecto que ha llamado mi atención al hacer un seguimiento exhaustivo por los dibujos y las fotografías del toreo de Belmonte a la verónica. Me refiero a que las manos altas en su toreo a la verónica (lo mismo le ocurre a Joselito) no dependen para nada de la mayor o menor humillación del toro al que se enfrenta:




Verónica de Belmonte a un toro de D. Juan Contreras

Corrida celebrada en Madrid, 02/05/1915

Dibujo de Ricardo Marín. El Liberal, 03/05/1914




Dibujo sin fechar

Dibujo de Ruano Llopis, publicado en La Lidia, 11/09/16




Dibujo de Roberto Domingo, publicado en Toros y Toreros, 02/10/1917



Dibujo de Ricardo Marín, publicado en ABC, 30/06/1925



Dibujo de Ricardo Marín, publicado en ABC, 01/01/1928




Verónica de Belmonte al novillo Marinero, de Santa Coloma

Novillada de su presentación en Madrid, 26/03/1913

Fotografía publicada en Arte Taurino, 31/03/1913



Verónica de Belmonte al novillo Flor de lino, de Anastasio Martín

Novillada celebrada en Madrid, 10/04/1913

Fotografía de Rodero, publicada en Arte Taurino, 15/04/1913



Verónica de Belmonte a Perindolo, de D. Pablo Benjumea

Corrida celebrada en Madrid, 13/04/1914

Fotografía de Alfonso, publicada en Palmas y Pitos, 14/04/1914



Verónica de Belmonte a un toro de D. Juan Contreras

Corrida celebrada en Madrid, 02/05/1914

Fotografía publicada en Nuevo Mundo, 07/05/1914




Verónica de Belmonte en la feria de abril de Sevilla de 1915




Verónica de Belmonte a Zambombito, de D. Juan Contreras

Corrida celebrada en Madrid, 08/05/1915

Fotografía de M. de los Reyes. La Lidia, 10/05/1915



Verónica de Belmonte a su segundo toro, de Salvador García Lama

Corrida celebrada en Madrid, 29/04/17

Fotografía de Alfonso. Nuevo Mundo, 04/05/1917


Verónica de Belmonte a un toro de Pablo Romero

Corrida de la Prensa, celebrada en Madrid, 30/05/1917

Fotografía de Baldomero. La Lidia, 04/06/1917




Verónica de Belmonte a un toro de Gamero Cívico

Corrida celebrada en Madrid, 07/10/1917

Fotografía de Alfonso. Mundo Gráfico, 10/10/1917



Verónica de Belmonte a su primero, Sabanito, de la ganadería de Pablo Romero

Corrida celebrada en Madrid, 01/06/1919

Fotografía publicada en El Fígaro, 17/05/1919


Verónica de Belmonte ¿al toro Oficial, de D. Vicente Martínez?

Corrida de Beneficencia. Madrid, 13/06/1919

Fotografía de Baldomero. La Lidia, 16/06/1919



Verónica de Belmonte a un toro de la viuda de Soler

Corrida de la Cruz Roja. Madrid, 25/06/1919

Fotografía publicada en El Fígaro, 26/06/1919



Verónica de Belmonte a un toro de D. José Bueno, antes Albaserrada

Corrida celebrada en Madrid, 20/06/1920

Fotografía de Alfonso. Nuevo Mundo, 25/06/1920


Verónica de Belmonte a un toro de Coquilla

Corrida celebrada en Madrid, 08/10/1925

Fotografía de Portela. ABC, 09/10/1925



 



En la mayoría de las verónicas de Belmonte (como en las de Joselito) el lance se ejecuta con los dos pies de puntillas, como era lo habitual en aquella época:



Dibujos de Ricardo Marín


Sólo en los últimos años de su carrera encontramos fotografías en las que uno de los pies o incluso los dos están asentados totalmente sobre la arena: Pamplona, 09/07/1927 / Barcelona, 10/07/1927 / Valencia, 17/09/1927 / Barcelona, 02/10/1927 / Tentadero de D. Juan Manuel Urquijo, 1929 / Pamplona, 10/07/1934 / Madrid, 21/10/1934 (inauguración de Las Ventas) / Madrid, 22/09/1935 (despedida de Madrid).



                                            Verónica de Belmonte. Dibujo de Martínez de León



Belmonte lanceando a la verónica a un toro de Pablo Romero. Pamplona, 09/07/1927

Fotografía publicada en toreoenredondo.blogspot.com



Verónica de Belmonte en la corrida de inauguración de la Plaza de las Ventas. Madrid, 21/10/1934

Fotografía de Rodero, publicada en Crónica, 28/10/1934


De todas formas, hay testimonios fotográficos que indican que en años posteriores se seguía toreando a la verónica de puntillas: Pepe Bienvenida. 1933 / Vicente Barrera. Fallas de Valencia de 1935.

Belmonte liga los lances a la verónica dando lugar a series de verónicas.

En la crónica de N. N. en El Imparcial, de la novillada de su debut en Madrid, celebrada el 26/03/1913, podemos leer, sobre las verónicas sin enmendar al novillo Renegado, de García de la Lama: “Belmonte saluda al segundo con cinco excelentísimas señoras verónicas, quietos los pies y mandando con la seda, hasta asustar de puro parado, sereno y valeroso”

En la crónica de Don Modesto en El Liberal, de su última novillada en Madrid, celebrada el 12/06/1913, podemos leer sobre las verónicas sin enmendar al novillo Pasiego, de Esteban Hernández: “¡¡Cinco verónicas sin enmendarse!! ¡Se dice y no se cree! [...] Ayer, Belmonte, que es con el capote en la mano el mayor fenómeno que ha pisado la arena del redondel, dio al cuarto toro cinco verónicas sin enmendarse […] Esta faena es la más grande que se ha realizado en la Plaza de Madrid desde el día de su inauguración, que fue por el año 1874”

En esta novillada, como consecuencia de las dos cogidas que sufrió no llegó a estoquear ningún toro, por lo tanto lo de la faena más grande tiene que referirse a su toreo de capa.

Esto me da pie a expresar mi total acuerdo con José Alameda cuando subraya que donde el toreo de Juan alcanza sus mayores cotas, hasta llegar a la genialidad, es en el toreo de capa.

Ya en su debut como novillero en Valencia, el 26 de mayo de 1912, Olegario Cifre en su crónica de El Radical escribe: “Yo he visto torear a Belmonte de capa y todavía no he logrado salir de mi apoteosis […] Metió el muchacho hasta cinco lances a la verónica tan suaves, tan graciosos, tan emocionantes, a puro de estrecharse cada vez más con el enemigo, que en la Plaza se oyó un alarido y el público se puso en pie como por un resorte”

Crónica de Don Modesto en El Liberal de la corrida de la alternativa de Belmonte, celebrada en Madrid el 16/10/1913: “En su manera de torear de capa […] no tiene ni ha tenido igual nunca […] Es un asombro […] Belmonte torea de capa como no ha toreado nadie. Y tanto es así, que los buenos toreros de hoy dicen que, como torea Belmonte, no se puede torear. Que es lo mismo que decir que el trianero torea como no se ha toreado nunca”

Recortes y Marcelo, en Toros y toreros de 1914, escriben: “Adquirió celebridad por su forma de torear de capa, ceñido y clásico en muchos momentos de la lidia; estilo que entre los aficionados despertó grandes entusiasmos, colocándolo a una altura inverosímil”

Enrique Minguet, Pensamientos, en el Anuario Taurino de 1914, escribe: “Toreando de capa escuchó las mayores ovaciones que se dieron a torero alguno, pues es cierto que la ejecución de la verónica la lleva a la práctica del modo más perfecto que he conocido”


… Y LA MEDIA VERÓNICA

Belmonte, al interrumpir el toreo por verónicas no buscó alivio a la manera antigua, con una larga, sino que recogía la verónica suavemente en torno a sí, en torno a su cadera, dando lugar a la media verónica.

La media verónica de Belmonte apenas tenía que ver con el capotazo por delante denominado de la misma manera en el toreo antiguo, y que en realidad no era otra cosa que un recorte.




Media verónica de Belmonte a un toro de D. Vicente Martínez, en la corrida celebrada en Madrid, 13/06/1915

Instantáneas de Vilaseca, publicadas en Mundo Gráfico, 30/06/1915


El propio maestro, al referirse a una de sus medias verónicas, comenta: “Hubo un momento en que me sentí envuelto en toro, fundido con él […] Guardo la impresión de que el toro era una masa moldeable que se plegaba al inverosímil arabesco de mi cuerpo y mi capote”. Nada que ver, por cierto, con su interpretación del toreo al natural, donde se limita a despedir al toro.


                                                         





                                                              Dibujos de Martínez de León


                                                  Dibujos de Ricardo Marín


 



                                                            Dibujo de Ruano Llopis




                        Dibujo de Roberto Domingo, publicado en La Lidia, 28/04/1914


Antonio Reyes, Don Criterio, en la crónica publicada en El Liberal de la novillada celebrada en Sevilla el 25/08/1912, escribe: “[…] Y no digo nada en los quites. Hizo varios a media verónica parando y aguantando de manera asombrosa, quedándose al final materialmente en la cara” (Antonio Reyes, Don Criterio, en la crónica publicada en El Liberal de la novillada celebrada en Sevilla el 25/08/1912)

 “[…] También se trae el de Triana unas medias verónicas que no cabe mejorarlas, que hacen que se le pongan los pelos de punta al más tranquilo e impávido espectador” (Antonio Reyes, Don Criterio, en The Kon Leche del 23/03/1913, poco antes de su debut como novillero en Madrid)

“Ovacionado en los quites, siendo soberbias sus medias verónicas” (Relance, en la crónica de La Lidia, de la corrida celebrada en Madrid el 02/05/1914)

 “¡La escalofriante resurrección de su famosa media verónica!, a cuyo final, de puro ceñirse tanto, le empuntó, levantó y derribó el primer toro” (Don Pío en la crónica de El Liberal de la Corrida de Beneficencia, celebrada en Madrid el 17/05/1916).





SU TOREO DE MULETA: EL PASE NATURAL …

Los dos grandes pilares de su toreo de muleta son el pase natural y el pase de pecho.

Es en la ejecución del pase natural donde con más frecuencia se insiste, por parte de los cronistas, en el temple de Belmonte:

 “Tres pases naturales dando el pecho, adelantando el brazo lo justo para que el toro acuda al engaño, consintiendo, templando, corriendo la mano, recogiendo y girando ¡SOLO! Sobre el pie izquierdo, como son los naturales, como deben ser los naturales, como fueron toda la vida los naturales” (Crónica de Durabat en La Lidia, de la corrida de Beneficencia, celebrada en Madrid el 25/04/1915, con toros de Murube)

“Desde que iniciaba el pase hasta que lo remataba había tiempo de fumarse un cigarro […] Parecía que tenía al toro atado por un hilo invisible, y tiraba, tiraba de él, hasta arrastrar la mole y pasarla de un lado a otro […]Ni a Belmonte mismo le vi nunca torear tan templadamente como ayer a este toro” (Crónica de Gregorio Corrochano en ABC, de la corrida celebrada en Madrid el 29/04/1917, con toros de García Lama).

Así como en la media verónica y en el molinete, Belmonte se empapa de toro, toreando al natural Belmonte se limita a despedir al toro. En muy pocas ocasiones toreó al natural en redondo:


Natural de Belmonte a un toro de D. Vicente Martínez. Madrid, 06/10/1927

Apunte al natural de Roberto Domingo, publicado en La Libertad, 07/10/1927







Naturales de Belmonte

Montaje publicado en lafiestaprohibida@.blogspot.com





Una de esas ocasiones fue en la corrida de Beneficencia, celebrada en Madrid el 25/04/1915, con toros de Murube:




Natural de Belmonte a un toro de Murube. Corrida de Beneficencia. Madrid, 25/04/1915

Fotografía publicada en Palmas y Pitos, 03/05/1915


José María de Cossío, refiriéndose a la faena de muleta de Belmonte en esta corrida, escribe: “Fue una faena cumbre, en que por rarísimo acaso en su vida taurina, toreó al natural en redondo” ((Fotografía de Palmas y Pitos de 03/05/1915):

Las otras dos crónicas, que he encontrado, en las que se comenta que Belmonte liga los naturales en series, corresponden a corridas toreadas por Juan en Méjico:

Corrida celebrada en Ciudad de Méjico el 16/11/1913, ante toros de Piedras Negras: “Dio cuatro naturales ligados que armaron la revolución” (Heriberto Lanfranchi) / “¡Vaya si me solivianté! y aplaudí frenéticamente, como lo merecía la hazaña: cuatro pases naturales girando el diestro sobre los talones […] Esto, hecho con tanta finura, hacía muchos años que no lo había visto y casi lo tenía olvidado. No lo había visto desde que, en mis mocedades, miré al señor Fernando Gómez El Gallo” (Roque Solares Tacubac) / “A su primero le dio cuatro asombrosos pases naturales sobre la mano izquierda, modelo de pases naturales en verdad” (Palmas y Pitos de 14/12/1913).

Corrida celebrada en Ciudad de Méjico el 07/12/1913, ante toros de Atenco y Piedras Negras: “En el último, con la muleta hizo otra faena hermosa, en la que hubo cinco pases naturales seguidos, inmejorables” (ABC de 31/12/1913).

Se trata de un natural, en el que el pie de atrás, y a veces los dos, están de puntillas, tal como hemos comentado que ocurría en el toreo a la verónica:


                                                        Pintura de Adolfo Durá



Natural de Belmonte a un toro de Murube. Madrid, 25/04/1915 // Natural de Belmonte al toro Barbero, de Concha y Sierra. Madrid, 21/06/1917

Dibujos de Ricardo Marín publicados en El Liberal de 26/04/195 y de 22/06/1917




Natural de Belmonte al toro Chimeneo, de Veragua

Corrida de la  Asociación de la Prensa. Madrid, 28/06/1919

Dïbujo de Ricardo Marín. El Liberal, 29/06/1919 




Natural de Belmonte

Dibujo de Ricardo Marín. ABC, 01/01/1928





Sólo a partir de 1920 he encontrado fotografías y dibujos donde los dos pies están asentados sobre la arena:




Natural de Belmonte con los dos pies asentados en la arena. Aranjuez, 04/09/1927

Dibujo de Ricardo Marín, publicado en ABC, 06/09/1927



Natural de Belmonte con los dos pies asentados en la arena

Dibujo sin fechar de Roberto Domingo

 



                                                        Pintura de Ruano LLopis


Se trata de un natural en el que desde el cite, la muleta va a media altura:








 




 



Cite y natural de Belmonte a un toro de Albaserrada. Toledo, 28/06/1925

Dibujos de Ricardo Marín, publicados en ABC, 30/06/1925


Incluso cuando el toro ha humillado completamente, la muleta sigue a media. Estamos ante el mismo caso que ya vimos en la verónica, y es que la altura de la muleta en el natural no depende de la mayor o menor humillación del toro.



Natural de Belmonte al toro Barbero, de Concha y Sierra. Madrid, 21/06/1917

Fotografía de Baldomero. La Lidia, 25/06/1917




Natural de Belmonte a un toro de D. José Bueno, antes Albaserrada

Corrida celebrada en Madrid, 20/06/1920

Fotografía de Alfonso. Nuevo Mundo, 25/06/1920





Con el paso de los años la muleta desciende:




                                                            Dibujos de Roberto Domingo

 



Cite y natural de Belmonte a un toro de D. Vicente Martínez. Madrid, 06/10/1927

Dibujos de Ricardo Marín, publicados en ABC, 11/10/1927










Dibujos de Martínez de León


“Se irguió arrogante y dio un pase natural, que hizo que se me saltaran las lágrimas. No vi nada más hermoso, más artístico ni más valiente” (Crónica de Don Modesto en El Liberal de la corrida celebrada en Madrid el 02/05/1914, con toros de Contreras).

“Da un natural a todo juego de cintura y muñeca, colosal, estupendo” (Crónica de Mangue en El País, de la corrida celebrada en Madrid el 26/05/1914, con toros de Olea).

“Segundo […] Dibuja, dibuja materialmente un soberano pase natural […] Quinto […] ¡qué tres pases naturales![…] ¡Inmenso, señor, inmenso! ¡Esta es la raíz del toreo bueno! ¡Esta, la solera de lo clásico!” (Crónica de Corinto y oro en La Voz, de la corrida celebrada en Madrid el 06/10/1927, con toros de los herederos de Vicente Martínez).


… Y EL PASE DE PECHO

En el toreo de Belmonte, la culminación del natural es el pase de pecho, un magnífico pase de pecho, a juzgar por los siguientes dibujos:

 

Pase de pecho de Belmonte a un toro de Contreras. Madrid, 02/05/1914

Dibujo de Martínez de León publicado en Estampa, 05/10/1935 (lo que luego sería el libro de Chaves Nogales)

 












Dibujos de Martínez de León



Dibujo de Ruano Llopis


Pase de pecho a un toro de Miura. Madrid. Corrida de la Prensa, 12/06/1915

Dibujo de Ricardo Marín, publicado en El Liberal, 13/06/1915



Pases de pecho con la derecha

Dibujos de Ricardo Marín



Pases de pecho con la derecha

Dibujos de Ricardo Marín, publicados en lafiestaprohibida@blogspot.com



Pase de pecho de Belmonte

Dibujo de Roberto Domingo, publicado en Toros y Toreros, 30/01/1917




Ayudado por alto y pase de pecho

Dibujos de Roberto Domingo

Pases de pecho con la derecha

Dibujos de Roberto Domingo




Pase de pecho con la derecha

Dibujo de Roberto Domingo

 


Los cronistas no escatiman elogios a la hora de referirse a los pases de pecho de Belmonte:

“Algunos pases magníficos, los de pecho” (Mangue. El País. Corrida celebrada en Madrid el 05/04/1915) /  “Hubo uno de pecho realmente fenomenal” (Don Modesto. El Liberal. Corrida de la Prensa, celebrada en Madrid el 12/06/1915) y  “Pases de pecho inmensos” (Durabat. La Lidia, en la misma corrida) / “Corre la mano, rozando la muleta por el rabo en los superiorísimos obligados pases de pecho” (Durabat. La Lidia. Corrida celebrada en Madrid el 13/06/1915, ante toros de Vicente Martínez) / “Dos de pecho capaces por sí solos de restituir toda la fama que hubiera perdido” “Juanito nos hizo recordar en un pase de pecho lo que fue el trianero cuando le llamaban fenómeno” (Ada. La Lidia. Corrida celebrada en Madrid el 27/06/1916, con toros de Esteban Hernández) / “Largó tres pases de pecho abracadabrantes” (Mangue. El País. Corrida celebrada en Madrid el 09041917, con toros de Benjumea) / “Muletazo de pecho hubo que, sin exageración, rozaba todo el toro su cuerpo. Completamente parado, derecho, mandando con los brazos de una manera prodigiosa” (Durabat. La Lidia. Corrida de la Cruz Roja, celebrada en Madrid el 05/06/1917, con toros de Veragua) / “Un natural lento, suave, asombroso; uno de pecho, en que se hizo el toreo un bloque con la res” (Barbadillo. El Imparcial. Corrida celebrada en Madrid el 24/05/1920, con toros de Gamero Cívico) / “Instrumenta dos pases de pecho tremebundos que se olean” (El Barquero. Heraldo de Madrid. Corrida celebrada en Madrid el 06/10/1927, con toros de Vicente Martínez).



Dibujos de Roberto Domingo

                                 UNA RAREZA: BELMONTE BANDERILLERO

En mi recorrido por todas las actuaciones de Belmonte a lo largo de su vida taurina, tan sólo en una ocasión me lo he encontrado banderilleando un toro, o para ser más precisos, un novillo.

Se trata de la novillada celebrada en San Sebastián el 12/09/192, en la que alternó, mano a mano, con Posada, y en la que se lidiaron novillos de Pérez de la Concha.

En dicha novillada, debido a la grave cogida sufrida por Posada al lancear de capa a su primero, Belmonte tuvo que lidiar él solo los seis novillos.

En la fotografía de Lecuona, publicada en Mundo Gráfico del 25/09/1912, se ve al fondo un caballo muerto y a Belmonte colocando un par aceptable al cuarto novillo, un poco trasero, con los palos juntos, y sin cuadrar exactamente en la cabeza del toro, que presenta bastante humillación.

En la crónica de esta novillada, publicada en ABC del 13/09/1912, leemos: “En el cuarto, Belmonte coge los palos y deja dos pares, marca súper”

Como ejemplo de la disparidad con que las crónicas reflejan el toreo, en este caso el de Belmonte, he seleccionado dos extractos de crónicas de esta misma novillada:

“Posadas, al lancear de capa al primero, fué cogido, volteado y corneado, siendo conducido a la enfermería [...] Belmonte mató con valentía los seis toros, y fué aplaudido toreando" (X. El Toreo, 16/09/1912)

“Y en estas andanzas debutan en San Sebastián, el nene de Tablada y el de Triana […] El trianero lució en consecuencia todo su repertorio, demostrando que es un novillero del montón. El fracaso no ha podido ser más evidente. Posadas y Belmonte no pueden con Joselito ni mucho menos" (The Kon Leche, 15/09/1912).



Uno de los pares de Belmonte a un toro de Pérez de la Concha, en novillada celebrada en San Sebastián el 12/09/1912

Fotografía publicada en Mundo Gráfico, 25/09/1912


LA NOSTALGIA DE PACO MEDIA LUNA POR EL BELMONTE ORIGINARIO

Me ha resultado interesante, al releer, por riguroso orden cronológico, las crónicas de Paco Media Luna en El Toreo, el descubrimiento de su añoranza hacia el Belmonte inicial; hacia el torero huérfano de recursos, pero poseído de un valor temerario y el que, en palabras del cronista, “hacía entrar la Tragedia por la puerta de caballos cada vez que hacía el paseo”

De nuevo surge la paradoja, una más, en un arte tan paradójico como el Toreo, y muy presente en el toreo de Joselito, de que la maestría ahuyenta la sensación de peligro y con ella se lleva el escalofrío misterioso que sacudía a los espectadores en los albores del toreo de Belmonte.

Crónicas de Paco Media Luna en El Toreo por orden cronológico:

“Y ahora vamos con el fenómeno. Lo es efectivamente; lo es, aun estando mal. Lo es por derecho propio, porque lo lleva en sí […] Así debió veroniquear Domínguez (Manuel Domínguez, Desperdicios); así Cayetano (Cayetano Sanz), así tantos otros” (Madrid, 13/04/1914)

“Belmonte es algo inexplicable, un hombre que posee la magia especial de un valor misterioso que magnetiza y subyuga a sus enemigos […] produjo estupefacción, tal asombro, que hubo instantes en que el público, poseído de un indescriptible entusiasmo, no podía ni aun aplaudir” (Madrid, 02/05/1914)

“Su valor no es tan anárquico como antes, ni tan ciego, sino más ordenado y hasta previsor. Le vimos dar buenas verónicas, pero no con la ciega temeridad de los primeros días, sino enmendándose en ellas dos o tres veces; escatimando más el físico en los adornos de remate […] Gustó, pero sin deslumbrar” (Madrid, 07/06/1914)

“Las verónicas, que fueron buenas, no llegaron a las excelentes y soberbias verónicas rondeñas de sus primeras tardes” (Madrid, 27/09/1914)

“Juan se hace conservador, lo cual es muy humano, pero poco vistoso.  Ya no es aquél de las grandes, ceñidísimas verónicas de la escuela rondeña […] Ya son capotillos tirados hurtando el físico […] ya no son sino por casualidad aquellas medias verónicas” (Madrid, 071015)

“Y vamos con Belmonte, sombra de aquel Belmonte que hacía entrar a la Tragedia por la puerta de caballos cada vez que hacía el paseo” (Madrid, 24/04/1916)

“Belmonte vive de la fama de los primeros días, y apenas si de vez en cuando, muy de tarde en tarde, dice ¡aquí estoy yo! en alguna verónica y en algún muletazo” (Madrid, 120516)

“Belmonte […] no es aquel que enloquecía al público y que le hizo cabalgar un día sobre los hombros de la fama” (Madrid, 15/05/16)

 “Del antiguo Belmonte sólo queda el torero traqueteado, ya que domina sus nervios y tira a cumplir si puede ser, pero sin excederse” (Madrid, 10/04/17)

“… ejecutó tres verónicas morrocotudas y una faena de muleta de las de sus albores” (Madrid, 29/04/1917)

“No queremos que exponga demasiado el físico; pero sí el arte soberano con que salió a los ruedos, haciendo da un alarido de entusiasmo a la sombra de Manuel Domínguez. No queremos verle a merced del toro […] pero sí burlando a los bichos con aquellos pases seguros, serenos, tranquilos, que hacía enmudecer al comentario, para que apareciera a flor de labio la espontánea exclamación de asombro […] Precaución exagerada […] algún detallito de lo que fue; pero nada más” (Madrid, 04/05/1917)

 “Belmonte no pisó la raya  de sus antiguos triunfos. Su mágico estilo de torear a la verónica desapareció para siempre, siendo sustituida por una veroniquita sobrina carnal de aquéllas, pero enmendándose siempre y dando bastante salida a los toros” (Madrid, 30/051917)

“Belmonte tuvo ayer su única tarde, la única tarde totalmente gloriosa de toda la temporada taurina […] Veroniqueó, mandando y recogiendo como en los tiempos en que se comía de afición […] dejando resbalar los cuernos por los alamares” (Madrid, 07/10/1917).


LO QUE NO DICEN LAS CRÓNICAS

Ha llamado poderosamente mi atención,  que en ninguna de las crónicas que he consultado, que son muchas, pues he rastreado todas y cada una de sus actuaciones, se lee que Belmonte “invade los terrenos del toro”

Lo que sí aparece repetidamente en estas crónicas es lo cerca que torea Belmonte, sobre todo en las faenas de muleta:

“Con la muleta, después de Bombita, no he visto a nadie más cerca que a Juan Belmonte” (Olegario Cifre en El Radical. Novillada de su debut en Valencia, 26/05/1912) / “No es posible torear más cerca” (El Radical, en su despedida como novillero en Sevilla, 15/10/1913) / “El público quedó satisfecho de la labor del fenómeno, que toreó temerariamente como él sabe hacerlo, a dos dedos de los pitones” (The Kon Leche. Corrida celebrada en Veracruz, 30/11/1913) / “Juanito Cataclismo nos metió el corazón en un puño, a fuerza de meterse él entre los pitones…” (Don Modesto, en El Liberal. Madrid, 08/06/1914) / / “Trastea de muleta con su extraordinaria valentía, encima de los cuernos…” (N. N. en El Imparcial, en esta misma corrida) / “… se mete entre las puntas aceradas evitándolas a fuerza de sangre fría y de valor” (Paco Media Luna en El Toreo. Madrid. Corrida de Beneficencia, 25/04/1915) / “Fueron dos faenas rebosantes de valor […] porque el diestro muleteó metiéndose entre las astas” (Clarito, en El Liberal. Corrida de la Prensa. Madrid, 18/06/1920)

Tampoco he encontrado ninguna crónica en la que aparezca la frase de que Belmonte, al citar al natural, “se cruza al pitón contrario”

No deja de ser extraño, que dos de los que son considerados por muchos autores, como dos de los pilares sobre los que se asienta el toreo de Belmonte, “invadir los terrenos del toro” y “cruzarse al pitón contrario”, no aparezcan reflejados en las crónicas de aquellos que prácticamente acababan de verlo torear.

Permitidme elucubrar un poco, intentado descifrar el enigma. Pudiera ser que no se tratara de expresiones al uso en los cronistas de la época.

Lo de “invadir los terrenos del toro”, podría equivaler para ellos con torear muy cerca, metido entre los pitones del toro, y eso, como hemos visto, sí que aparece reflejado repetidamente en sus crónicas.

Más inexplicable me resulta la ausencia en sus crónicas de referencia alguna a “cruzarse al pitón contrario”, o alguna otra frase de similar significado; pues según los estudiosos del toreo de Belmonte, ésta habría sido una de las mayores innovaciones del trianero, que por fuerza tendría que haber llamado poderosamente su atención, pues se trataba, nada más y nada menos,  que de lo insólito, de lo nunca visto con anterioridad en la historia del toreo.